Archivo del blog

sábado, 17 de marzo de 2018

CUADROS DEL CRUCERO DE CONSOLACIÓN.TRAICIÓN DE JUDAS Y PRENDIMIENTO, FLAGELACIÓN, CORONACIÓN Y ECCE-HOMO










En uno de los recuadros murales del evangelio del  crucero de testero de Consolación, se encuentran cuatro cuadros de extensas dimensiones y de composición vertical, que recogen cuatros momentos de la Pasión de Jesús: el prendimiento o arresto junto con la flagelación  y tortura de Jesús, la Coronación de Espinas y el Ecce-Homo. En primer lugar, todos los críticos artísticos datan estos lienzos en el siglo XVIII, pero difieren de su autoría. El profesor Lázaro Gila Medina los atribuye a  Gabriel Ximénez (1687), sin especificar padre ni hijo. Por otra parte, el doctor Francisco Rosales se los asigna a este mismo autor, pero compartiendo autoría con otro autor e insinúa que debió intervenir su hijo en algunos de los cuadros, también pintor, como se recoge adscrito a su taller de la calle Rosario allá por el año 1753 en la declaración del padre en el Catastro de la Ensenada. Por su parte, la doctora Soledad Lázaro se lo atribuye al entorno de pintores granadinos del barro, influenciados por la maestría de Alonso  Cano, y por el rico colorido, formas suaves y la fuerte seguridad en el dibujo. En esta línea, el cronista  Domingo Murcia Rosales se los endosa a los Arenas. Padre e hija, que es manifiesta su influencia granadina y fueron contratados por el ayuntamiento alcalaíno en la producciones efímeras. Se encuentran algunos en un estado deplorable, fruto de la mala ubicación anterior en un testero de la antesacristía donde sufrieron un gran deterioro por el impacto de las goteras que calaron a los lienzos. Se encuadran dentro del barroco avanzado, forman parte del ciclo pasional dentro de una igualdad de dimensiones, y el tratamiento parecido del color donde predominan  los tonos suaves y variados sin menoscabar el cuidado dibujo  y la melancolía de sus rostros.Y decíamos sobre los Jiménez:


Por oficio el pintor don Domingo Jiménez de Molina, de 29 años, casado con doña Ana Mercedes. de 24 años,  y tenía dos hijas ( 1272). Ganaba unos ochenta ducados .
Don Gabriel Jiménez Hinojosa (1279), de 66 años, pintor y casado con doña Ana Molina, tenía como acompañante del oficio de pintor a su hijo don Antonio Jiménez, de 22 años que trabajaba en este ejercicio, una hija y una criada sirviente. Ganaba en su oficio anualmente 1.200 reales.   Convivía con la familia el sacerdote don José Jiménez. Vivía en una casa de esta calle Rosario, compuesta de dos corrales, caballeriza, pajar, bodega, cinco cuartos con tres cámaras, de 14 varas de frente y 9 de fondo,  lindera por la parte de arriba con casa del cura don José Ramírez y, por la baja, con la de don Agustín Garrido, clérigo presbítero, que si se alquilara rentaría 18 reales. Estaba gravada con cuatro censos principales: uno de  100 ducados y  renta anual de 33 reales, propio del convento trinitario; otro de 70 ducados del presbítero don Andrés Monte, que se pagan 23 reales anuales; otro del patronato de don José de Estrada a quien se le pagaba 23 reales y de seis ducados; y un cuarto de la cofradía de Nuestra Señora  y se le pagaba a José Ramírez  12 reales.  del  Rosario de 400 ducados 


EL PRENDIMIENTO

            Este cuadro de índole tenebrista yuxtapone distintas escenas evangélicas: la traición y beso de Judas, el prendimiento de Judas, y el desorejamiento de Malco. La primera ocupa la línea áurea de la izquierda de la composición, donde Judas y Jesús no hacen intención de besarse sino que el centro de esta escena se basa en el cruce de miradas y la doblez del comportamiento de Judas; también, resalta la figura de Jesús en altura, vestido de la túnica roja de pasión y el manto azul de divinidad, frente a un Judas, de menor altura y con su bolsa colgada en el cinturón y su rostro de picardía echando la espalda al espectador. La parte de los soldados, vestidos como militares de Flandes entre el siglo XVII y XVIII ( por sus cascos de acero y sus picas),  rodea la escena y desarrolla el prendimiento sobresaliendo el rostro de San Juan el discípulo amado con una mirada de compasión a Jesús entre la agresividad de aquella caterva. En la otra parte de la línea áurea y en el primer plano, Pedro con barba  y calvo y espada desoreja a Malco, que rueda por el suelo y da la espalda para centrar el círculo de la escena de todo el cuadro. Tres planos se distinguen en la composición:  está última escena, la central de la tropa y Judas y Jesús, y la tercera  representando un paisaje nocturno de montaña y alguna ciudad en penumbra con un cielo oscuro en el que se asoma la luna con cara de mujer . Aunque no es original en temática, disposición de elementos, yuxtaposición de temas y acumulación de personajes, aporta la figura de un Cristo modelo de espiritualidad, manteniendo una actitud paciente en medio del drama pasional. Para ello coadyuvan los colores, la perspectiva y la profundidad del encuadre, el detallismo descriptivo y las líneas diagonales de la composición en medio de la quietud y melancolía de los rotos, muy típicos de Jiménez, según  Rosales.




LA FLAGELACIÓN

Es una escena mucho más concentrada que la anterior, pues frente al tenebrismo del entorno brilla la blanca luz  del eje central, con la presencia de un Jesús desnudo y zaherido por varios sayones, vestidos de soldados de la época con sus cascos y flagelos y encerrando a Jesús con el movimiento de sus miembros agresivos de manos y pies y la dirección torva de sus miradas. Jesús impreca al Padre y eleva sus ojos al cielo, que parece darle serenidad y paciencia. En su fondo aparecen varios y misteriosos ángeles barrocos entre la oscuridad haciendo lucir sus rostros con algunas  Desgraciadamente menos deteriorado que el anterior, pero  el paso del tiempo le afecta al colorido que necesita una urgente restauración.



JESÚS TORTURADO Y CORONADO DE ESPINAS

Esta escena es de escarnio  más que  de tortura, porque, en un ambiente tenebrista, Jesús se muestra  en el último momento de ser coronado por un soldado de rostro muy torvo (sobre un trono invisible, con la caña por cetro, maniatado y cubierto con el manto de ficticia púrpura), entre las escenas de la flagelación y la del Ecce-Homo. Rodeado de los sayones y de los  soldados que le acosaban, en este caso se resalta  uno que le increpaba  diciéndole "¿Eres tú el rey de los Judíos? Contrasta la agresividad de  los personajes circundantes, desde su mirada al movimiento diagonal y de ruptura frente al eje principal y vertical de la figura de Jesús, en actitud serena y atenta a las imprecaciones, e incluso envuelta en una diagonal que forma su cuerpo henchido de dolor.



ECCEHOMO



Francisco Rosales intuye que este cuadro difiere de los anteriores cuadros, y se lo asigna a un Jiménez diferente del anterior. Si los anteriores fueran del padre, este sería del hijo. Lo justifica en el abandono del claroscuro de los anteriores y la profundidad de la escena por las perspectivas que consiguen la  distribución de los edificios palaciegos de la ciudad. Es un espacio que no consiguen los anteriores. Representa el tema del Ecce-Homo, Jesús presentado ante el pueblo que pide su crucifixión  sobre la plataforma elevada del pórtico abierto de un palacio. Con todo su cuerpo desnudo, salvo el perizoma que cubre las partes inguinales y una túnica roja sobre su hombro que extiende Pilatos para mejor acercarnos a la escena, un personaje vestido a la manera de los emperadores bizantinos. No se olvidan los atributos de la caña y la corona de espinas ni las huellas del flagelo en su carne. Cierran el círculo de la escena por la parte baja el pueblo con un estudio muy significativo de los rostros y expresividad de manos  de sus personajes; y por la parte alta otro soldado y Prócula, la mujer de Pilatos, en casi penumbra. El fondo diluye la escena con el movimiento de las personas ajenas al acto del a presentación.


No hay comentarios:

Publicar un comentario