Los organizadores: La Cofradía
de la Santa Veracruz
( Con lo que se comprueba el año de su
fundación en 1550, la cofradía que erigió iglesia y hospital con la
ayuda de los hermanos, y su procesión penitencial de disciplinantes
el Jueves Santo con la imagen de un Crucificado).
-Que podrá haber doce o más años
poco más o menos que un Juan Romero , vecino de esta ciudad mandó ciertos
bienes al dicho hospital e cofradía de la Santa Vera Cruz, e que estos se
vendieron y de su valor se
compraron treinta fanegas de tierra en
la Fuente el Soto, término de esta ciudad, las cuales con autoridad del prelado
de esta abadía se dieron a censo perpetuo a Miguel Sánchez Godoy y paga en cada
un año doce fanegas de trigo ,e se dizen
por el ánima del dicho Juan Romero doce misas en el dicho Hospital".
Fue el primer donante y a éste
otros bienes se le añadieron: una media casa de Juan Durete en el arrabal, otra
media casa en el arrabal Nuevo de Pedro Sánchez Talamón, cuatro fanegas de
Diego Hernández Anguita en el arroyo Alamoso. Junto con los enterramientos, limosnas
y cuotas de entradas de hermanos, se juntaban unos cien ducados, que, en su
mayoría se gastaban en los cultos y
misas de hermanos y en los gastos de hospital para los más Pobres y en el año
1667 en una capilla y sus ornamentos. [1]
Son muy importantes sus primeros
cabildos que nos ilustran de la vida , bienes
y objetos cofrades ( dos arcas
para la Cofradía y para el Hospital, una cruz
de madera, obra del pintor Rodrigo de Figueroa que la doró y pintó, los ocho
cetros del mismo pintor y las crucetas de las puertas, atriles, la cruz de
enterramiento- en una cara la insignia de Cristo, y en la otra, la Señora de la Concepción- el
pendón de la cofradía, un arca pequeña con el Libro de la Regla, escrituras,
entre ellas la Bula traída de Toledo para ganar indulgencias, ocho ciriales,
pintados de verde, tacillas de madera con la cruz de insignia de la Hermandad y
hostiario, objetos litúrgicos ( frontales de altar, el pendón de lienzo teñido juegos
de vestidos sagrados); y además se aprecia la introducción penitencial de la
Cofradía con el contrato de un trompeta de Granada, la confección de una treintena de túnicas negras, las insignias
que pintó Pedro Sardo, los tronos, las andas, los ciriales ( que costaron dos
mil ochocientos cincuenta maravedís que pagó a Rodrigo de Figueroa, amén de la
labor de carpintería de Martín Pérez , entallador que alcanzó la suma de tres
mil setecientos ochenta y dos maravedís para las andas del Crucifijo e imágenes
), las imágenes (un crucifijo grande
de estatura de un hombre con una corona
de espinas con las púas doradas e está
puesta en una cruz de madera teñida de verde e está nuevo y sano y una imagen
de la Señora, con sus ropas, tocados y cofias). En 1578 aparecen nuevas
imágenes pasionales como "un retablo portátil con una imagen del Cristo de
la Resurrección, un crucifijo o cruz ,
dorado a la redonda y el campo verde y en el pie cuatro escudos con cuatro
penitentes, Nuestra Señora de La Quinta Angustia, el nuevo pendón de la Cofradía con una Cruz y las insignias de
Pasión, también se enriquece la iglesia con la Virgen de las Angustias en dos
tallas, cuadros y capillas como la de la
Cruz o Jesús Nazareno, Nuestra Señora y San Idelfonso y la De Santa Quiteria.[2]
De los primeros años de la vida
de la hermandad nacen dos aspectos muy importantes de su participación de Semana Santa: el monumento del Jueves
Santo y la procesión del Jueves Santo por la tarde. Del primero hay que
destacar que le dedicaban todo tipo de
gastos en carpinteros, pintores, y luminarias.
Era una cofradía cerrada de una
treintena o cuarentena de hermanos que se rotaban cada año en los distintos
cargos y oficios: hermano mayor, alcaldes, capellán y patronos de almas. Solían pertenecer a
ella los regidores, jurados y oficiales destacados de la ciudad, así como
algunos clérigos. Dependía totalmente de la Abadía, que asistía a las reuniones
con la supervisión del gobernador o provisor, y se nombraba siempre capellán.
Su festividad inicial era la celebración del día de la Invención de la Cruz.
En el siglo XVII, fue importante
la unión que mantuvo con la Cofradía de
la Santa Caridad, formando el Hospital
de la Veracruz Santa Caridad,
manteniendo su cementerio y , lo más interesante, creando el Corral de Comedias
que sirvió de fuente de ingresos para la cofradía, aunque parece que ya se
regentaba en muy malas condiciones sobre el 1587, siendo abad Andrés de
Bobadilla. Las obras de restauración se llevaron a cabo entre 1626 y 1628,
interviniendo los mejores canteros y arquitectos alcalaínos, el veintinueve de
Junio de 1628, siendo hermano mayor Martín Hernández Cantarero, tasó las obras
el maestro de la Iglesia del Rosario Pedro de Arévalo Portillo, que fue a
apreciar" lo que se hizo a tasación con el quarto de frente del teatro, que es donde está el aposento de
la ciudad, que son cuatro pilares y sentar las columnas y enlucido y todo lo
demás tocante al dicho quarto desde el suelo alto an quanto a la manifactura
son los materiales, yeso y maderas y así como
las demás columnas, corredores y gastos en yeso y aposentos y ventanas y
la escalera". La tasación de las obras alcanzó dos mil cincuenta
reales. [3] Solía arrendarlo a una persona ,que le
proporcionaba una parte estipulada y la reserva de asientos y determinados días
de fiestas. Como datos de lo que venimos exponiendo, en el año 1623, siendo
hermano mayor Francisco Ramírez Valenzuela, se le arrendó a Juan Alonso de
Bustamante por ciento cuarenta ducados anuales,
en la misma cantidad el año 1626
a Juan Martín Hernández de Alcántara o Rafael Ventura Martínez en 1629.
La hermandad se dedicaba durante este siglo a la fiesta de la invención de la
Cruz, la Candelaria, al monumento del Jueves Santo, a la procesión del mismo
día, sin muchos gastos en ella , salvo la trompeta contratada y los músicos y
ministriles que acompañaban a la procesión.
A pesar de que el principio de siglo
significó un paso en la reorganización financiera de la cofradía, el final de
siglo supone una gran participación en la vida cofrade de la Semana Santa. Su cabildo era presidido por un miembro
de la curia abacial, un notario o
provisor, y se celebraba el cabildo ordinario y t anual de elección de hermano mayor y de
nombramiento de cargos, tanto para la organización y funcionamiento como la
preparación de la procesión del Jueves Santo, el Domingo de Ramos y Día de la Santa Cruz. Solían
nombrarse el hermano mayor con sistema de rueda, así como los alcaldes y patronos, y por tradición y
experiencia a los cargos a los pasos de imágenes y sus correspondientes
gallardetes y banderolas, así como los pasos que salían en la tarde del Jueves
Santo. Generalmente, los primeros eran un grupo muy reducido y formado por personas privilegiadas que
ejercían cargos municipales ( regidores, jurados, síndicos, escribanos,
alguaciles, recaudadores, depositarios… )y eclesiásticos ( presbíteros, capellanes,
..) que comenzaban su mandato a partir del tres de mayo y nombraban los
capellanes para decir la misa los días de fiestas en la iglesia durante toda el
año, los demandantes para el Jueves y Viernes Santo y los hermanos de banderolas, andas e insignias;
, los segundos eran miembros de las clases no privilegiadas y ejercían de
campesinos y oficios artesanales.
La
procesión, al principio, salía con los siguientes pasos: la banderola o
estandarte de la Santa Cruz con sus hermanos, a continuación, las andas de la
Santa Cruz; la hermandad del Cristo de la Columna estaba formada por su
gallardete y hermanos, seguidos de los de las andas del Cristo, continuaban las
hermandades del gallardete y andas del
Cristo de las Penas; tras estos, los de San Juan con su gallardete, y al final
cerraba la Madre de Dios, que recibía el nombre de la Soledad con su
gallardete. A finales del siglo XVII, se integraron los pasos representados y
vivientes.
Por estos años, el hermano mayor Juan Manuel Ureña inició un libro de
Cabildos, se reorganizó la hermandad y se obtuvo licencia del abad don Pedro de
Toledo la facultad de decir misa todos los domingos y fiestas de guardar en la
Iglesia de la Veracruz por el capellán de la cofradía. Tanto el Cristo de las
Penas como el de la Columna adquieren una devoción especial por estos años,
además del apóstol San Juan. Con la reorganización de la Compañía de soldados
se muestran de nuevo los pasos en la calle. Al principio se obliga el capitán
Alonso de Ramos, pero dimite por no poder afrontar los gastos. Los primeros
pasos de esta cofradía que se mantuvieron en todo el siglo dieciocho fueron los Azotes, Profetas, Arcángeles, Planetas y
Doce Apóstoles. El paso del gallardete y el del Cristo de la Columna adquirirá
una gran importancia y en 768, se le concedió el privilegio de guardar los cordones de plata
de la imagen, algo parecido a lo que sucedió con el Ecce- Homo en las prendas
de Jesús Nazareno.
En los últimos años de vida de
la cofradía, se transformó con el nombre del Santísimo Crucificado de las
Penas, manteniéndose todavía la placa del pendón del siglo XIX. Algunos pasos,
el tambor y la trompeta eran sus elementos básicos en estos años finales ( la imagen de San Juan, La Cruz[4],
el Crucificado de las Penas, la Soledad y el Cristo de la Columna). El año
1783 se le hizo una lámpara a la capilla
del Cristo de las Penas y se celebraron Fiestas de Moros y Cristianos para
recaudar fondos. Como cofradía
penitencial se mantuvo hasta el decreto del Abad Alonso y Gatica, desapareciendo
por completo con la insistencia en la prohibición de las procesiones,
promulgadas por el Abad Palomino en los años 1791 y siguientes hasta tal punto
que no consigue una renovación posterior
como le sucedió al Dulce Nombre de Jesús. No obstante la imagen del Cristo
Crucificado de las Penas, de la Columnas y de Nuestra Señora de la
Soledad siguieron saliendo la tarde del Jueves Santo, salvo el año 1795,
que en un nuevo litigio con el abad Palomino transformó esta iglesia al
servicio de la Parroquia de Santo Domingo de Silos. En el siglo XIX, todos sus
derechos y bienes pasaron a beneficencia municipal y la propia cofradía, ya
simple esclavitud, no tuvo apenas vida, como se comprueba en la declaración de
gastos ante el Alcalde Constitucional de 1840.
Tan sólo el paso del Cristo de la Columna pervivió hasta principios del siglo XX y en el siglo XIX
volvió a reconstruir sus estatutos, según exponemos en el aparato documental
por José Bolívar.
[1] AMAR. Caja 23.
Pieza 14. Declaración de cofradías y hermandades con motivo de una cédula real
de 1568.
[2]Martín Rosales,
Francisco. La fiesta de la Santa Cruz. Año 1996.
[3] AMAR. Legajo
suelto sobre las obras del Corral de Comedias
[4] Amar. Caja 243. Recibo de
Juan Butierrez.
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