Me
he acercado esta mañana a la Casa de todos. Y, junto
a la puerta, se encontraba una
motocicleta de utilitario; no distinguía
bien su color, pero me llevó a recordar
una que frecuentaba un viejo amigo , durante todas las mañanas, aquel
lugar; con algunos artículos de huerta, pequeños utensilios de labor agrícola y
algún atuendo de pendas enrollado del campo. A la misma hora y en el mismo
sitio, tras cumplir con los deberes cumplidos de la familia y acudir al santuario de la patrona;
Al salir, ya no estaba, y además, me
encontraba un montón de periódicos sobre el mostrador. Sin apenas estar leídos,
solo estaban arrugadas las páginas
referentes al equipo blanqueara Ahora eran quince y diez, y no los del día. Y me llevó a la misma persona que limpiaba de
periódicos atrasados aquel lugar de
encuentro. Y María contmplaba la sombra alargada de un jubilado siempre alegre.
También me recordó aquella amigo jovial y cordial que conocí en los difíciles
años cuando se disolvió la cooperativa
alcalaína de la construcción. Y me rememoró el esfuerzo que tuvo que afrontar
para salir de aquel atolladero, en el que se quería vivir de la contemporización
de la sopa boba y otros, sin embargo, como Luís se convirtió en emprendedor
afrontando una etapa en la que había que sacar la familia adelante y a consumir
muchas horas extraordinarias del día para cumplir compromisos y arriesgar hasta
los pocos ahorrillos que habían salido del sudor de su frente . Y siempre, con
el distintivo del buen compañero y el cumplimiento de la profesionalidad
albañilera.
Era
puntual a la cita, a las doce en punto en lugar de las cinco, como cantaba García
Lorca. Y, yo, sin darme cuenta susurraba en mi interior: A las doce de la
mañana. Eran las
doce en punto de la mañana. Un niño trajo la blanca
sábana/ a las doce de la mañana/ Una espuerta de cal ya prevenida/a las doce de
la mañana/ Lo demás era muerte y sólo muerte / a las doce de la mañana
.Y me resonaban estos ecos que se me repetían desde el
Torcal de Antequera, cuando al recibir la noticia del reportero alcaláino
del diario provincial. Al referirme el
sitio de aquella caída mortal,, me fui al instante a aquel portichuelo,
prefigurado y con terribles augurios que en otra ocasión dejó baldado a otras
personas familiares míos..Y recitaba sin quererlo la elegia como si
me viniera ensangrentada de las tierras del Navazo : El
viento se llevó los algodones / las doce de la mañana./Y el óxido sembró
cristal y níquel a las cinco de la tarde./Ya luchan la paloma y el
leopardo /a
las doce de la mañana( con un embate
imprevisto/ a las doce de la mañana./
Y
a esa hora, las copas se tornaban en
bastos, y los oros se apagaban revestidos de negros ases. Y el último envite se quedo sobre la mesa, y se quedó
el reloj parado a las doce en punto de la mañana, y eran las doce de la mañana,
de un mes de mayo que se preñaba con lluvias para traer sus frutos hortelanos
en los meses de verano gracias a las manos de Luís Jiménez.
Y,
a esa hora en punto, a las doce de la mañana, se pararon los cantos de los pájaros,
y enmudecieron hasta el
lagarto y los grillos de las cunetas que rondaban el camino que iba a la
fuente de la Moraleja.
la alegría se hizo pena honda. Y la
palabra y el chascarrillo del hombre de bien se convirtieron en una salmodia de miserere.
Y tu hijos Lola y Luís Miguel y tu mujer se enlazaron aun mas con el
recuerdo de la cadena de la sonrisa y el optimismo de Luís Jiménez Gil, Pues,
cada día les lanzas remembranzas de habar sido y mantener la presencia de una persona
entregada a su esposa, hijos y nietos, y así me lo refrendaba su hijo político
Eulogio, que imaginamos utopías para este año. Y tampoco
tus amigos nunca olvidan las saetas ingeniosas y placenteras siempre
creando vínculos de fraternidad.
Que la tierra de Entretorres te sea
ligera para alcanzar y disfrutar la sonrisa eterna e irradiarla a todos
nosotros.
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