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viernes, 3 de junio de 2016

LA FERIA DE JUNIO




            Muchos se preguntan  cuándo tuvo lugar  la primera feria de junio. Otros, la relacionan con aquellos tiempos en los que los jóvenes llevaban a cabo los últimos filtreos juveniles de primavera para conseguir su pareja; y, por la coincidncia festiva con el calendario cristiano, le adjudicaron  el patronazgo del santo de Padua, enlazándola con la tradicion de la búsqueda de la  imagen pequeña de san Antonio que las docncellas  escondían por estas fechas en sus casas.. 
            Ha caído en mis manos el primer folleto de esta feria chica; y ha sobrepasado las bodas de plata, pero, en modo alguno es centenaria. Se fundó unos años posteriores a la posguerra, en medio de una sociedad alcalaína predominantemente agroganadera, en la que el sector primario se acercaba al noventa por ciento de  la población trabajadora; además, no había campesno que no tuviera un cerdo para el sustento familiar, un gallinero y unas jaulas de conejos  en sus solarines; y el que menos  no  se alimentara con la leche del lugar-caprina, bovina  u ovina-, la siega no fueera la estación de mayor oferta de empleo junto con la aceituna. En concreto,  se celebró en 1944,                           y, cuentan que tuvo mucho que ver con ella el veterinario  Víctor Galiano.
            No fue fruto del azar, ni , en medio de la dpresión económica por la que atravesaba el  país,  supuso un progreso desproporcionado con relación a años anteriores. Anteriormente, el ayuntamiento y la Juanta Pecuaria Local habían convocado concursos agroganaderos en los anteriores decenios , incluso, en los años difíciles de la República, el propio alcalde Batmala se habçia ganado la simpatía de los agricultores y ganaderos con sus buennas dotes de convocatoria.
            Por otro lado,  la feria  no fue un ave  de paso, ni un grajo blanco, lo que era muy fecuente del comportamiento alcaláino.  Curiosamente, se consolidó pronto y se mantuvo hasta hoy,  gracias a declararse como feria de ganado atendiendo y solucionando las demandas del mercado autárquico que obligaba al intercambios entre los ganaderos en lugares públicos con las condiciones de higiene y sanidad controladas por la administración. 
            Sin embargo, ¡cuánto ha llovido! Y, por los efectos de la contaminación atmosférica , muchos cambios climáticos ha traido a la Sierra Sur año de profunda sequía, otros de trágicas tormentas y  algunos de temperaturas excesivas. Además, los niños del tercer milenio contemplan la cabaña ganadera como unos animales de un zoo o de granjas-escuela, sin estar  contaminados de los olores de  cabra  u oveja que sus abuelos frecuentaban  en sus años de niñez. Los huertos de las calles del casco antiguo han quedado convertidos en zonas ajardinadas,  solarines abandonados y en zona de servicios básicos abandonado las antiguas tinas y conservando las leñeras en pocas ocasiones para surtir sus nuevos sistemas de calefacción o sus chimeneas.  Ya no existe la socieddad  de agricultores, labradores, campesinos, hortelanos, jornaleros y pegujareros; se encuentra un residuo muy amplio del sector primario, pero, casi, el sector de servicios se iguala en número de trabajadores, y la industria, sobre todo  del plástico ( quién lo iba a decir?) supera el veinte por ciento. Nadie se imaginaba que esta ciudad, diseñada en la mayoría de su trama urbana para aquellos agricultores,  no fuera defendida con su presencia de morada  en los barrios antiguos  por los pocos hijos que se libraron de la gran diáspora que principios a mediados del siglo XX. Tampoco, se pararon aquellos primeros bloques de más de cinco pisos que se inicieron a finales los años setenta,  y eso que en la democracias, se rebajaron alturas de los primeros planes. Pero la ciudad creció dos veces más en medio siglo que en cuatrocientos cincuenta años.  Y, lo hizo, en medio  de un estancamiento demográfico que ronda los veinte mila habitantess. Y, además, se beneficia  de los movimientos migratorios internos en detrimento de algunas aldeas y de los emigrantes y jubilados.


            Una ciudad es un compromiso colectivo, y es la hora de evitar propuestas de tiempos pasados que no volverán ; tampoco es  el  momento de azuzar nostalgias  que ya no llaman la atención  a las nuevas generaciones. Bastante,  hacen las instituciones con convertir en ciudad lo que  era  simplemente un pueblo gracias a  los diversos planes de  rehabilitación urbana y restauración de monumentos, incluso, favoreciendo  con centros como la Tejuela,m Casa Pineda, Guardería, Centro de Salud Norte, entre otros. Tampoco,  vale la pena aplicar el mimetismo de rehabilitación o repobación de otros lugares, porque  los argumentos pueden volverse a favor lo que es  contrario , y a la inversa. Por eso, la feria actual  de junio o de San Antonio no respondoe ni a las mismas intenciones,  ni cumple con los objetivos de su creación,  ni  los alcaláinos del siglo pasado presetnan el mismo perfil que los vecinos del tercerto económico y no a la manera como lo definia Cicerón, el negotium, lo que no es ocio, dedicación a la vida espiritual y no material, en nuestros tiempos a las actividades intelectuales. No estaría mal que  renaciera el primer sentido comercial  y la feria de junio ocupara un lugar de encuentro para actividades como congresos, jornadas, exposiciones y actividades de encuentro y propuestas frente a la cultura del ocio botellonario que nos circunda.  En una sociedad del ocio, es verdad que queda como residuo lo que primaba en los tiempos pasados , el negocio. Y lo digo desde el punto de vista que ni los vecinos el ayer son los mismos que los del tercer  milenio, ni la realidad  socioeconñómica se identifica con el siglo pasado, y respeto las propuestas democráticas para mejorar en todos los aspectos la feria de Junio.  

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