A finales del
silgo XVI, el convento debió ser un edificio notable y el número de monjas
debió alcanzar a más de 50 personas entre monjas y novicias; una
administrador gestionaba sus bienes y censos acrecentados con las numerosas dotes
de las nuevas novicias y, además, procedentes de familias privilegiadas de la ciudad.
Claro testimonio es que en 1583, el trinitario fray Juan de Castañeda,
natural de Alcalá la Real, trajo varias reliquias de santos, que se colocaron
en el relicario y sagrario del altar mayor del convento[1].
En
tiempos del abad Maximiliano de Austria, se llevó a cabo una serie de reformas
organizativas que se concretaron en 1594, cuando se fijó en quinientos
ducados la dote de cada una de las
monjas y en que el convento alcanzara el
número de 70 monjas, cuyo ajuar fuese de 12.000 maravedíes, de alimentos 20 ducados y 12 fanegas de trigo en cada año,
y de propinas real y medio a la entrada y dos reales a la profesión[2]. En
1599, fue enterrado Andrés de Aranda, esposo de María Cano, en la capilla de
mano derecha con el hábito de monja de la Santísima Trinidad[3]. En
este año, Juan Vázquez Mexía fundó una memoria para que se dijera una misa al
amanecer y la dotó con 300 ducados y se
le concedió que hiciera arco y bóveda de enterramiento en una de las capillas a
Miguel Muñoz. [4]. No debería estar el convento en muy buenas
condiciones constructivas, porque el techo que estaba encima del coro se cayó y
hubo que arreglarlo[5].
En tiempos del
abad Alonso de Mendoza, el convento había aumentado, en gran número, su cabildo
de monjas y recibe la canalización de las aguas del Pozuelo de San Juan a
través de la calle Zubia.
No
debieron acabarse ni concluirse las obras de canalización de las aguas para el
convento, porque en 1609, de nuevo el monasterio llevó a cabo una importante
labor de ingeniería realizando una mina
maestra en dirección a la fortaleza de la Mota para canalizar las aguas hacia el monasterio y con varios
conductos que enlazasen por los lugares tradicionales donde salía agua. El cura
de Santo Domingo de Silos Andrés de Molina constataba de las obras de la mina
por el mes de marzo, por ser las monjas muy numerosas y pobres, y razonaba la obra por el hecho de que en la
dicha mina han hallado agua y si se prosiguiese la dicha mina se da por
entender que se hallaría mucho más por los pozos que están encima de esta mina
tan caudalosos que no les a faltado agua
y estos por estar en barrio caydos e inhabitable no son de provecho Y así
con la dicha mina se llegase allí donde está la dicha agua, tiene por
cierto se halla y juntar para hacer unos
pilares de mucho provecho para los vecinos de esta ciudad porque
los demás están en la parte baxa en el
LLanillo de la ciudad" . En la probanza del síndico Juan González
Prieto, por orden de la ciudad, testimoniaba estos hechos:
-"es notorio que de presente se
está haciendo una mina desde lo bajo de
la Mota y de esta ciudad subiendo alo alto de ella encaminada a la
fuerça de esta ciudad procurando que con ella descubrir cierta agua que se
tiene por tradición en ella que antiguamente en tiempos de moros y antes que se
ganase la ciudad de Granada de ellos ,
la avía, de que esta fuerza se socorría ". Se terminaba la petición: -"
todo en raçón de la gran falta de agua que ay en toda la ciudad de agua
sinoen lo último de ella que dizen de el Llanillo no ay otras fuentes (…)"sería
de gran consideración que continuándose
la dicha mina se encontrase más agua de la que ya a aparecido para acer
algunos pilares en los sitios y calles de la ciudad que fueran más cómodos”[6].
Este intento
de canalización, siendo mayordomo del convento Alonso de Rojas. se llevó a cabo
por varias circunstancias: el gran número de religiosas que albergaba, el gran
costo que suponía traer el agua al convento por los aguadores, y las
posibilidades que le brindaba la mina no sólo al convento sino también a los
nuevos barrios del pueblo.,
Durante el
primer decenio del siglo XVII, varias religiosas fallecieron en loor de
santidad : Doña Catalina Gutiérrez de Guirey o de san Bernardo que desde los 10
años se mantuvo en el convento hasta los 43 y destacó por el cumplimento de los
votos y su ecuanimidad como priora[7] ;
doña Catalina Mirez de San Leonardo que vivió en el convento desde17 años y
murió en1612 soportó con gran complacencia su enfermedad; sor María Isabel
Carmona y Molina de san Pablo, que entró en el convento por el impacto que le causó
la palabra de un franciscano y fue escritora de las biografías de las
anteriores, murió en 1618.
En 1618, siendo abad Galcerán Albanell, se
aprobaron otras nuevas constituciones de las monjas trinitarias por las que
comenzaron a regirse bajo la tutela y presidencia del abad, que firmó en la corte de Madrid a 16 de
octubre de 1618 ante Luis de Vallecillo, su secretario de cámara. Y, de este
modo, se constata que el abad Moya[8] en
1624, le dio permiso a Gabriela de Moya y María del Campo para ser monjas en
1624. Este mismo año, se enterró en el convento el famoso maestro de obras Juan
de Fraguagua que había intervenido en
varias obras de la ciudad, como la muralla del Gabán, convento de Consolación e
Iglesia Mayor Abacial[9]. Un
año después, se fundó una memoria para la fiesta del Santísimo Sacramento dotada de 400 ducados[10].-Por
el testamento de María Fernández de la Blanca y su marido Bernardo González de
la Hinojosa, se fundó otra memoria de una misa semanal cantada a órgano
y otra de vigilia el once de septiembre por el alma de su marido con fecha del cuatro de septiembre de 1618
ante Juan Rodríguez de Cebreros dotándose
con una censo de 450 ducados, (178.750 maravedíes)
En 11de octubre de 1620, el convento, tras la
licencia del señor gobernador de la Abadía, aceptaba la memoria que decía "obligación
perpetua de hazer decir una misa cantada
que sea la conventual en cada biernes de dada semana de las del año del oficio de la vida de
Nuestro Señor Jesucristo en el altar del
Crucifixo con quatro velas que an de
arder en el dicho altar por parte del
dicho convento”. Se acompañaba con
otra en honra de su padre por lo
que se le daban cuatro velas, y la de
su marido Bartolomé González de la Hinojosa, las dos con la máxima
solemnidad. Las misas que se dijeren los viernes de fiesta y de cuaresma se
decía en el altar mayor con sermón.
[1]
Ibídem. Pág. 86.este fraile era comisario de las islas de Sicilia y Cerdeña y
visitador del reino de Nápoles y dijo que el papa le había hecho la gracias de
varias reliquias para los conventos de
su Orden . Las reliquias eran; un hueso de san Alejandro; otro en dos pedazos
de san Agacio; otro de san Sixto, otro de san Marcos; otro de san Emolao; otro
de san Anastasio, otro del papa san Marcos; otro de san Vicente y otro de san
Xenón.
[2] AHPJ. Legajo 4743. Año
1598 folio. 161, Entrada de monja de Magdalena de Alba. Ante Alonso Ramírez.
[3] AMAR. Ante Alonso Ramírez.
folios 147-148. Año 1599.
[4] AHPJ. Legajo 4743.Año1599.
[5] AHPJ. Legajo 4743. Año
1598. Folio 329.
[6] AMAR. Caja 24 Legajo 13.
Declaración del síndico Juan González Prieto en 16 de marzo de1609 y otros
informantes.
[7] Muy
trabajadora y humilde, muy ascética y mística, no necesitaba comer ni dormir y
fue estigmatizada con las llagas de cristo, acudió la Santa Inquisición
para comprobar las cosas extraordinarias que le aconte3cían.
[8] AHPJ Legajo 4972. Folio 125, 145 y 182.Año 1624.
[9] AHPJ-Legajo 4972. Folio
570.8 de abril de 1624.
[10] AHPJ- Legajo4768. Folio
840.
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