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viernes, 10 de junio de 2016

EL CONVENTO DE LAS TRINITARIAS EN EL SIGLO XVII


             
            3. FINALES DEL  SIGLO XVI  Y PRIMERA MITAD DEL SIGLO XVII

Una vez levantado el convento,  en la iglesia  se llevó a cabo una gran labor de ornato y erección de capillas por diversos  patronos. De este modo,  a final del siglo y principios del siglo XVII, se realizó la capilla del regidor Pedro Veneroso[7], genovés afincado en Alcalá la Real,  y Melchora de Bocanegra, por la que  se imponía un censo de 300 reales. Por los datos de la fundación estaba situada “debajo del coro en la parte que salía a la calle Real”. Por  este mismo  tiempo, se levantó  la de Hernán Cano, situada también a mano derecha, donde fue enterrada  su hija  María Cano en 1599, según una cláusula testamentaria. Por la memoria de Andrés de la Blanca, también se fundó otra capilla, denominada de Cristo Crucificado junto al lado  de la Epístola del altar mayor.
Como es lógico, un edificio, de enormes dimensiones, y que ocupaba casi una manzana entera del arrabal Nuevo, debía sufrir muchísimos deterioros y reformas. Desgraciadamente, no se conservan todos los libros del convento para ilustrarnos de todas las obras, ampliaciones reformas y reconstrucciones. A través de fuentes indirectas, podemos confirmar algunos datos de este periodo. Basándonos en  las actas municipales, debieron ser obras de renovación de la techumbre y tejados[8]:

-“   La ciudad dio licencia  al Convento de a Santísima Trinidad,  para que puedan hacer  llevar para la obra de el  un álamo que se a caydo, por la necesidad que tiene el dicho convento. 
La ciudad da licencia al convento  de la Santísima Trinidad para que haga cortar seis mil garrotes de agracejo e lo demás ordinario  para la obra del Convento.”
  En el cuarto  tercio de este siglo, y concretamente  en 20 de octubre de 1639 es un claro ejemplo de este tipo de obras. Así,  el  albañil Francisco Méndez Ramírez se comprometió con el convento a llevar a cabo un zaguán que está encima del cuarto del  dormitorio y enrejarlo[9], cubierto y con caballetes, por el cual el convento se comprometía a darle yeso, cáñamo y madera y todo lo necesario que fuera menester; por su parte se albañil debía hacer allanar  y limpiar todo el terreno de este aposento con  buena obra, ajedrezarlo y alcatifarlo y quedar perfeccionado a vista de los oficiales y maestros para no quebrar la obra. 
          


[1] AHPJ. Legajo 4583. Folio 769 vuelto-777 vuelto. Año 1560.
[2] AHPJ. Legajo 4661. Folios 208 vuelto -210 vuelto. Año 1588.
[3] AHPJ. Legajo 4661. Folio 172 vuelto-174
[4] AMAR. Caja 32. Legajo 1. Libro de cuentas.
[5] AHPJ. Legajo 4792. Folio 569 vª-574.
[6] Ahpj. Legajo 4732. Folios 49-50.
[7] AHPJ. Legajo 4875. Folio 321.
[8] AMAR. Acta de 10 de mayo  y 29  de diciembre  de 1602.
[9] AHPJ. Legajo 5066. folio 155. año de 1639.  Escribano Francisco Ramírez. Cobró 200 reales.

4. MEDIADOS DEL SIGLO XVII: EL CLAUSTRO

Desde principios del  siglo XVII, se manifiesta un auge extraordinario del convento de manera que es frecuente la recepción de nuevas monjas de las familias hidalgas alcalaínas y hasta tal punto que la dote de cada una de ellas llegó  a  alcanzar  la cantidad de 700 ducados en censos o dinero[2]

A mitad de  siglo, e n tiempos de la priora sor Ana de Alba  y copriora Leonor de Pacheco,  fue  un momento de gran empuje constructivo para la ampliación del convento. Para ello, se hicieron con los servicios técnicos de las  obras  de Luis González de Bailén,  regidor y maestro mayor de obras de la ciudad, antiguo arquitecto del duque de Sesa, e hijo del maestro de  obras Alonso de Bailén. Se llevó a cabo una gran obra reconstructora, sobre todo,  en  la parte del claustro. En concreto,  el uno de septiembre de 1652, este maestro de obras  se comprometió ante el escribano   con las monjas reunidas a cabildo y  representadas por el abad don Fernando Heras Manrique, que era su prelado,  para firmar el contrato de las siguientes e importantes obras del convento [3],además de informarnos de sus estado constructivo, cuya estructura  se encontraba muy deteriorada. la monjas nombraron como maestro de obras a Luís González “ para este efecto  y para su mejor asiento se a balido del consejo y pareçer de Luís González , regidor de esta ciudad, persona perita en este caso”. Este presentó  un documento, recogido por el escribano literalmente, con la  planta  y las cláusulas de la dicha obra  y reparo, a instancia del abad. Estaba puesta y recogida en el pliego de papel del escribano  y firmada  por los dos agentes del contrato: el abad y el maestro de obras.


            -Las condiciones nos ilustran de la forma, dimensiones y  estructura de los dos corredores del convento. Literalmente transcribimos:
-Sobre cimientos, arcos,  y pilares de los dos corredores: “La primera condición  es que a de sacar fundamentos de los dos corredores,  que están amenaçando ruina en los tres claros que tiene: el uno de uno desde una columna a otra; en el otro hasta la columna del otro  ángulo  y desde un pilar a otro buscando lo firme y, sacallo de hormigón de cal y arena y ripio bien hollado hasta las losas del patio, sobre que se a de hacer el reparo”.
-Sobre el aparejo y sillarejo de la par4ed y los vanos de las puertas: “La segunda condición es que, sacado el fundamento, se a de erigir una pared de dos tercias de gruesso  de buena piedra de las canteras  de los primeros bancos, porque la parte  que cae al patio a de ser de la piedra más dura; y la otra piedra a la parte de adentro bien labrada por la parte de afuera y de adentro raspada, echando sus tiçones en cada hilada  en los entrecasos de una puerta a otra dos perpiaños y agujas y garabatos de las puertas, que todo quede muy bien fraguado y fixado a lei de buena obra”.
-Sobre las portadas de las puertas “La terzera condición es que se a de hazer tres portadas en cada lienzo de los dichos : cada una en medio de los pilares con su correspondencia  que la dende  de medio de cada paño del claustro  tenga de ancho dos baras y una quarta; y las otras laterales siete quartas de ancho, y todas de una altura ; y cada uno de los lienzos an de subir , como está dicho, hasta recscibir las puentes con el dicho grueso  , haciéndoles sus dientes en las portadas y sus capiealzadas de piedra, y, abiendo rescibido las puentes,  a de echar una corniza de buena piedra con su moldura, como está significado en la traza que para ello se a echo”.  
-Sobre antepechos: “La quarta condición es que se a de lebantar encima de la puertas seis marmolillos de una tercia y dos dedos  de quadrado  en pie hasta lo alto, para que reziban  las segundas puentes y, encima de cada dos que bienen, en cada claro se de echar una çapata, que las coxa;  ambos pilares para fortaleça del segundo suelo, de los pilares o columnas ochabadas se an de labrar y, bien labrados y de buena piedra con su çapata devajo de piedra, como está significado en la traza; y, hecho lo ducho , a de echar un antepecho de dos hiladas de losas desde un pilar a otro machihembrado, y no con otro, y en los pilares an de llebar sus hembras para que quede firme  e siguro;  así mismo sigún voluntad del convento, a de echar en las quatro puentes  coraterales que tienen los dos paños, que son las más angostas antpecho de la misma altura  que los dichos a forma de la  misma condición dicha”.
“Y aunque en la traça  están significadas las columnas bajas, que tiene el un paño del claustro , se pusieron para darlo a entender como está, más se an de quitar y que pase la cantería todo de largo de las catorce baras  que tiene desde una columna a otra bien fabricada y con mucha perfección; del otro lado , donde están los dos pilares a de ser en la misma conformidad dejando el claro de en medio una puerta de nuebe quartas de ancho  que es por donde a de entrar  una carga de leña, y las otras dos de a siete quartas de claro, con sus derrames; y en los pilares adentro  ir entrando  la cantería tres dedos una hilada; y la otra a tope, y en las columnas de los ángulos a de encaxar la hilada con una media media luna que abraçe la columna; y se an de sacar  los fundamentos de los dichos paños del claustro referidos buscando el fundamento firme, sacarlo de hormigón, de cal y arena, con su cargas de ripio que, entre uno y otro quepa el pissón  y , hollado muy bien, a una quarta menos que el suelo del patio a de elegir  otras dos paredes como está signficado en la traça firmada de Su Señoría y del Maestro que se encarga de la obra. Y así mismo a de labrar dos escudos de piedra blanca con las armas de Su Señoría y ponerlas en las clabes  de las portadas de los dos paños, como está signficado en la traça, y todo lo a de dejar a cavado con las dichas condiciones y traça a bista de maestros que an de declarar  si se a cumplido con el thenor de ellas”.
-Las condiciones económicas de pago de la obra se resumían en estas condiciones: “ Y no se a de dar  más dinero  que el que se a ajustado y concertado; y la piedra que está en el patio labradas y la madera que es necesaria paras çapatas de los pilarotes;  y todo lo demás lo a de poner, por su quenta el dciho Maestro, de la piedra, yeso , cal y arena hasta dexar acavado perfectamente; y de apuntalado que fuere necesario lo a de hacer dándole madera el convento y los maestros que se nombraren a la bista de la dicha obra  an de ser los que se nombraren por su Señoría y el dicho Maestro , el qual no de alçar la mano hasta acavarla, y por su cello algún daño biniere a s de ser  por su quenta y riesgo  y para seguridad de que lo cumplirá a de dar fianzas y obligar se  en forma y el dinero en que se a ajustado y concertado  se a de dar la terzia parte oy dicho día, y la otra tercia parte el día que aya acavado el un paño y la otro se de ir dando como fueren labrando el dicho paño.

         


  

En 1688, se llevó a cabo la construcción del retablo de la capilla mayor, siendo su patrono don Antonio de los Ríos[4]. Fue su dorador Antonio Ruiz Escobar, vecino de Granada. Por el contrato, este maestro se obligaba a dorarlo, tallarlo y estofarlo en oro limpio, y las hojas  que parecieren transparentes; el sagrario debía ser dorado por dentro; el nicho  de la imagen  de Nuestra Señora de los Remedio tuvo el trasdós pintado y los lados y techos dorados; el Sagrario , dorado por dentro;   y se concluyó por día de la Natividad de la Virgen, distribuyéndose el costo de la obra: materiales y mano de obra a manos del dorador; dos mil reales  por parte del convento ( cien reales en la firma del contrato; cuatrocientos al inicio de la obra; quinientos a mediados del trabajo, y 1.000 restantes  en su conclusión de acuerdo con el beneplácito de los maestros de oficio). En la bóveda de la capilla mayor  fueron sepultados los patronos descendientes de Antonio de los Ríos, entre ellos Antonio González Mazuela en el siglo XVIII.
A finales de l siglo XVII, se fundó una memoria y se abrió una nueva capilla por Miguel Muñoz. 
 En 1687, se amplió el convento con nuevas dependencias  para las monjas junto al compás[5]. En 1684, siendo priora sor de Góngora y Alarcón, se recibió un importante censo de 500 ducados por parte de sor Micaela de Santa Teresa





[1] AHPJ. Legajo 5066. folio 155. año de 1639.  Escribano Francisco Ramírez. Cobró 200 reales.
[2] AHPJ. Legajo 4656.  Folio 483. Año 16 de noviembre de 1652. Escribano Blas de Cáceres. Con motivo de la entrada de monja de  doña Juan María de Moya, hija de Miguel Ruiz de Santiago y doña Lucía de Moya, están presentes en el acto  de entrada en el locutorio y levantamiento de escritura pública las hermanas  Catalana Méndez, Beatriz de Herrera, Felipa de Santisteban, Isabel Ramírez, Violante de Moya, Rafaela de Villalba, Doña Catalana de León  doña Juana de Herrera, doña Juana de Rivilla y doña Luía de Rojas, maestra de novicias.
[3] AHPJ. Legajo   4656. Folios 399- 401 vuelto. Escribano. Blas de Cáceres
[4] AHPJ. Legajo 5116. Año7-4-1688.
[5] MURCIA ROSALES, Domingo , Don Antonio de los Ríos, patrono del convento de la Santísima Trinidad. PV.1987.Alcalá la Real.

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