Era licenciado y vino como pesquisidor a principios de año de 1537, encontrándose en el mes de abril tomando la residencia de Hernán Pérez de Torres en la ciudad de Loja. En Alcalá, tuvo por alcalde mayor Antonio de Peñalosa, en Loja, se sabe que su alguacil fue Diego de Molina.
En Alcalá la Real, existía un gran desorden motivado por el excesivo precio de la carne, ya que los recatones o corredores compraban el ganado destinado a la carne que se vendía en las carnicerías de la ciudad la caren de los montes. Su labor normativa se basó en controlar el precio de la carne para abastecimiento de las personas. y,. pòr eso, promulgó una ordenanza contra los recatones, de modo que los propios ganaderos vendieran directamente sus ganados y carnes y de este modo se rebajaba el precio. Y prohibió que el ganado registrado por el ayuntamiento y destinado para el peso de las carnicerías y el rastro o mercado de animales se vendiera por sus propietarios a los recatones. Y se especificaba una elevada pena que excedía los 600 maravedíes si era una res mayor y menos de 300 si era una res menor. Solo se permitía la compra en las carnicerías pequeñas y reses de monte para el consumo de cada vecino. y nunca para revender, esta norma se aplicaba también a los tocinos.
En este tiempo, en el cañuto del gabán se establecía una gran parte de la vida comercial, entre las tiendas se encontraba la carnicería que abastecía a los vecinos.
En Loja, por su parte se volcó en medidas de sanidad contra la abundancia de desagües que producían gran hedor en la ciudad y obligando al cierre de ellos. En las obras públicas quitó los poste de hormig´çon que se encontraba en Riofrío y se busca sustituirlos por piedra machihembrada. No ofrecía una situación muy halagüeña la administración de bienes de propios , que habían entablado varios pleitos con diversas ciudades: en Priego por la dehesa de las Marrojas, y contra Vélez por la dehesa de Alzaor,Por ejemplo, al relator se le dieron dos doblones de oro; a esto se añadían los gastos en la Alhóndiga y el impuesto que había que pagar de la farda o guarda de costa que se cobraba de la sisa de la carne y no llegaba a su totalidad.
Durante su estancia lojeña, fue excomulgado junto con el escribano y el asunto llegó al arzobispo de Granada hasta tal punto que los clérigos se salieron de la iglesia sin decir misa por la presencia del corregidor y "tomaron armas" . No llegaron a reconciliarse y y tornarona decir misa".
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