Partimos del
informe que se le hizo a fray Domingo
López de Übeda a mediados del siglo XVII, porque, a partir de esta fecha, se
incrementará en simples ornatos y en objetos religiosos[1]:
La fábrica de este convento es de piedra de
cantería, buena fundación, alegre, las oficinas de sala capitular, enfermería,
refectorio, coro alto y bajo donde se entierran las Religiosas muy decente, las
demás oficinas buenas lo bastante, el claustro que basta para procesiones
claustrales y de Ánimas y demás actos de comunidad.
La iglesia es mediana, de una nave con su
retablo decente en el Altar Mayor, tres capillas colaterales, y otros cuatro
altares en el cuerpo de la Iglesia.
1.
IGLESIA
La descripción
de este convento ofrece y presenta ciertas dificultades, no obstante a través
de los documentos notariales
encontrados, principalmente testamentos, y algunos testimonios escritos y
verbales, puede desarrollarse un pequeño boceto de su estructura, bienes
muebles e inmuebles y elementos decorativos. En palabras de Guardia Castellano,
podemos describir la iglesia de la siguiente manera:
-Su
ubicación se encontraba en sus primeros tiempos hasta el siglo XVIII " en los altos de la ciudad actual, sitio céntrico por los días de
su fundación, pero que, al correrse al
llano la población, quedó situado al
sudoeste de la misma, al pie de las murallas de la Alcalá primitiva".
Realmente no llegó a formar el centro neurálgico hasta muy entrado el siglo
XVII, pues en la fundación fue simplemente un solar de extrarradio en medio de
casas a medio construir en torno al eje de la calle Real.
-
Su planta, como en la mayoría de las iglesia de la Abadía, era en forma de cajón
y de pequeñas dimensiones: "La
planta era “quadrilonga” rectangular,
con unas dimensiones de 16,8
metros de largo (56 pies) por 9 de ancho (30 pies).
-El material y aparejo de sus muros eran “ de
piedra cantería labrada en la fachadas exteriores, pero de mampuesto en su
parte interior".
-En su
interior constaba de tres naves, divididas por cuatro pilares (seis columnas),
en las que se apoyaba el artesonado de
la techumbre, al final se encontraba el maderamen de techo formado por
bovedillas. En la nave de la Epístola, se abría varias capillas: una capilla
que pertenecía al regidor Pedro Veneroso, situada bajo el arco grande del coro; por la parte que salía a la calle Real, otra
de Hernán Cano[2], y una tercera
en el altar mayor, la del crucificado: según manifiesta esta memoria de
1617 "se diga una misa cantada con música de órgano en el altar y capilla del Crucifijo, que es
colateral a la parte donde se canta la
Epístola".[3]
Por la parte
de la nave del Evangelio, había otras tres capillas: una era la de san Rafael.
En esta parte
izquierda se encontraba el locutorio. Entre las sepulturas, referidas
documentalmente existían, la de la familia de Alonso Serrano (donde estaba
enterrada su hija María Ruiz en 1559).
-
A través de una escalinata, se levantaba el altar mayor que presidía un retablo dorado y estofado, con un nicho en la calle central,
en el que se albergaba la imagen de Nuestra Señora de los Remedios; en las
calles laterales estaban colocadas las imágenes de San Juan de Mata y San Félix de Valois.
-Dos
coros cerrados con verjas dobles de hierro y madera: el primero a los pies de
la iglesia, colocado en alto y embellecido con muchas pinturas, efigies o imágenes y el conocido Niño del Coro de mediano mérito, según Madoz,
en un relicario de plata y adornado de
pedrería; y el segundo se situaba en bajo, a la izquierda de la puerta de
entrada, en su parte inferior tenía un apostolado de escaso mérito de Jiménez.
-En
la fachada principal, se levantaba una lonja de un metro (cuatro pies) de
altura con doble gradas de escalinatas rústicas, que daban acceso a la puerta
de entrada. Esta portada se componía de tres cuerpos: en el primero un arco de
medio punto se sostenía por dos
pilastras dóricas y se encerraba con una cornisa, que daba lugar al segundo
cuerpo donde albergaba un grupo escultórico de la Santísima Trinidad, conservado
en el jardín de entrada del convento
actual de la Fuente del Rey. La imagen de la Santísima Trinidad era de piedra y
de forma original con el Padre sedente,
tiene el cuerpo muerto del Hijo entre sus brazos y el Espíritu Santo en forma
de palomas posa sobre el hombre izquierdo del Padre que fija sus ojos en el
ave, la que abriendo sus alas arrulla.
Es obra del entallador Jusepe de
Burgos, vecino de Alcalá la Real en la
segunda mitad del siglo XVI. Se corona la fachada con un tercer
cuerpo que constituye una espadaña, integrada por dos cuerpos de menor
dimensión con vanos de pequeños arcos de medio punto y orlados por pilastras y
volutas.
2. LA SACRISTÍA
Junto a la
capilla del Cristo Crucificado, estaba adosada
la sacristía del convento, que consistía en un cuarto pequeño. .
3. CONVENTO
El convento era de
forma irregular; se extendía a lo largo
de la calle Llana de la Trinidad[4] hasta
el callejón de la Zubia y se adentraba hacia el solar, lindero con la calle de
la cruz de la Piedra. En su interior, un
claustro distribuía las diferentes dependencias del convento, que alcanzaba
tres plantas e, incluso cuatro según el desnivel del terreno. Hay constancias
de que este claustro presentaba dos corredores que daban lugar en la planta
baja a sala del locutorio y torno, la
leñera, cocina, refectorio con cuadros de Jiménez, lavandería, sala
capitular y en las partes
superiores, las celdas de las monjas, muy reducidas de extensión, y,
finalmente, los almacenes y trojes de la
tercera planta. Las fachadas del edificio ofrecían aspecto compacto y robusto,
iluminados por pocos vanos exteriores adintelados, y por la calle Real, se accedía a través de un
zaguán, donde estaba situado el torno, que albergaba la imagen renacentista de
la Virgen tornera.
3.
OTRAS DEPENDENCIAS
Junto al convento, existían un compás y la vivienda del sacristán del convento. A los
pies de la nave del Evangelio, estaba el
osario, encima del cual existían varias dependencias de otras tres celdas de monjas dentro del Compás
contiguas a la iglesia y capilla de Santo Cristo. En cuanto a las dependencias del
convento, podemos manifestar que, con el
documento relacionado a la gran reforma constructiva que hizo Luis de Bailén a mediados del siglo
XVII, se aclaran muchos aspectos de sus construcción y estructura. .
4.
LA PLAZA
Como signo
moderno de una nueva ciudad más abierta y extendida al llano, el convento
disponía de una placeta, que destacaba a la hora de los acontecimientos
públicos de la ciudad- pregones, mascaradas, estaciones de penitencia…-, pues
era punto obligado para detenerse el séquito de caballeros y gente
acompañante para escuchar el edicto
municipal o detenerse el paso procesional a la hora de hacer la estación de
penitencia. A finales del siglo XVI, destacaba este espacio abierto, porque durante
unos años –mientras se construía la Casa del Corregimiento en la Mota-
el corregidor licenciado Nino puso su vivienda
en torno a la placeta, lo que indica que había casas o casonas de
hidalgos en este entorno urbano.
Unos años más tarde, en la ciudad del valle,
esta placeta desempeñó un núcleo muy
importante en el triángulo formado por los lados viarios del convento de
Consolación, la iglesia de San Juan y la calle Real con sus vértices situados
en las placetas de la Trinidad, Rosario y San Juan. De ahí que, edificios
públicos como las nuevas Carnicerías, el Pósito o de otra índole se intentaran
ubicar por este entorno. Y no sólo públicos sino también los comerciales como
las tendillas de aceite, panaderías o tiendas de paño (en la placeta de la
Trinidad siempre se fijaba una de aceite[5]). El desarrollo de esta plaza viene
interrelacionado con el declive y abandono de la fortaleza de la Mota. Pues, los vecinos se
veían obligados a retirar los diversos
materiales de las casas, puertas,
hierros y tejados, para emplearlo en las nuevas edificaciones de la ciudad del
llano. Sirva esta cita de la fortaleza
para el barrio de Santo Domingo:
“Ante el corregidor el cura y beneficiado Francisco
Méndez de Aranda pide licencia para llevarse los materiales de las casas de la Mota , que eran de sus
abuelos, que están detrás de los corrales de las Casas de la Justicia y de otras de María Ramírez en el Bahondillo,
que las quería para reedificar sus casas que tenía en la Placeta de la Trinidad. La ciudad
lo concedió sin perjuicio de las calles y edificios de la Mota”[6].
En 1657, la ciudad del valle es una
realidad y, durante muchos años, el convento de la Trinidad se consideraba un
lugar céntrico, donde los miembros del
cabildo municipal siempre tenían en cuenta para ubicar edificios públicos y la
plaza subsidiaria de la fortaleza de la
Mota, como las Carnicerías o tiendas de escribanos. Por ello, la
vecindad aumentaba cada vez más y necesitaba de servicios básicos como el agua,
lo que daba lugar a buscar sitios estratégicos
para ubicar fuentes; años antes a esta fecha, se valieron de los
servicios del capuchino fray Gregorio de la Calzada, que vino a Alcalá y los
ubicó en la parte de enfrente del convento de la Trinidad. En esta fecha
mencionada anteriormente, acudieron los regidores Leonardo de Viedma y Juan
Vázquez a los alrededores de la plaza acompañados de varios maestros de obras y
reconocieron el "poço en casa del
Hospital Viejo, que parece ser caudaloso y que tiene corriente a otra parte
para que ponga una fuente en la calle Real, en la placeta de la Santísima
Trinidad ( frente al convento de la Trinidad) por ser la de mayor
concurrencia que se puede buscar de los
vecinos de esta ciudad, pues con eso todos los vecinos de la Mota, barrios de
San Sebastián, san Bartolomé y Santo Domingo se escapasen del gasto de agua que
comprende la Mora para bever, como para los demás menesteres"[7].
La plaza
albergaba, a finales del siglo XIX, dos casas: una pertenecía a don Juan de Ortega y era residencia de cuatros jornaleros;
por otra parte el propio convento poseía otra, que solía ser usada por algún
sirvientes, sacristán o empleado del convento.
Pero,
con sus datos recogidos de otros archivos, podemos ampliar su descripción. En
concreto, Madoz alude a que " fundado
en 1828, al oeste de la ciudad, es irregular, con un claustro pequeño y celdas
reducidísimas. La iglesia, de tres naves sumamente pequeñas, con algunas pinturas medianas y
portada de orden dórico, tiene dos
coros, y en el bajo, un Apostolado, de mediano mérito, de Giménez y con otros
cuadros del mismo autor, que también lo
es en el refectorio. En el coro alto, además de otras muchas pinturas, efigies
y niños de mediano mérito, se conserva en un relicario de plata, adornado de
pedrería y bajo una arca grande, el llamado
Niño del Coro, que está en la mayor veneración tanto dentro como fuera
del convento, aunque sean pocas las personas que lo hayan visto; nunca expone
al público ni se saca del coro. Para no dar a las monjas d la Encarnación
derecho de llevárselo , y esta misma dificultad aumenta la veneración,
representa al Niño Jesús recién nacido ,
de longitud de dos pulgadas,, pero tan hecho y un colorido ran natural , que
difícilmente podría mejorarse; ignoramos la materia de que está formado,, y
acerca de su aparición, se cuentan hechos más o menos confirmados con
documentos que la comunidad posee.[8]
A principios del siglo XX, se mantiene
la casa de la fábrica del convento y el
convento mantiene su vecindad con el
número 91.
[1] EPÍTOME DEL
COMENTARIO DE LA REPUESTA A
LA CARTA FRAY
DOMINGO LÓPEZ
[2] AHPJ. En 1599 fue
enterrado sus yerno Andrés de Aranda y sabemos que tenía una hija María Cano.
Solían enterrarse con el hábito trinitario.
[3] AMAR. Caja 25, legajo 13.
Año 1617. Expediente de un censo de María Fernández de la Blanca para crear una
memoria de misas en el convento de la Santísima Trinidad.
[4] AHPJ. Año 1569. Escribano
Alonso Ramírez. Gaspar Cano alude que tiene casas en esta calle, linderas con
el clérigo Francisco Luis Cano, y las de
Diego Cano, lo hacía para avalar un
censo de 1000 maravedíes que le presta Andrés de Aranda, escribano de Cabildo.
[5] ARRABAL 09. Pág. 65.
Carlos II. Martín Rosales, Francisco.
[6] AMAR. Acta de 22 de agosto de 1662. Retirada de materiales de casas de la Mota para otras en la nueva
ciudad. En la misma línea:
[7] AMAR. Acta de 25 de
Octubre de 1657.
[8] DICCIONARIO
GEOGRÁFICO-HISTÓRICO DE MADOZ. Tomo Jaén, Pag. 17. Edición facsímil
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