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viernes, 17 de junio de 2016

EN ALCALÁ LA INFORMACIÓN. EL DÍA DE SAN JUAN.

EL DÍA DE SAM JUAN

            Hay fiestas que relucen más que el  sol. Excepcionales suelen ser las  festividades patronales, que suelen coincidir con  la conmemoración de acontecimientos  importantes de las conquistas de las ciudades y  la celebración de un día festivo solemne de la iglesia católica. Otros, los menos, suelen marcar un hito en el calendario anual , nos referimos al movimiento de los solsticios. Ni qué decir que el solsticio de invierno en el hemisferio del norte coincide con  unas fiestas que  los romanos llamaron Saturnales y se cristianizaron desde Constantino con las fiestas de Navidad. En estas fechas, celebramos  el solsticio de verano en nuestras tierras. Sin meternos en la concreción de la fecha, ya sea  20 y 23 de junio. El calendario cristiano se recristianizó con la fiesta de la Natividad de San Juan Bautista, el único santo que tiene dos festividades como Jesucristo, ya que celebra su Degollación o Muerte por el mes de agosto.
            Y la fiesta de San Juan Bautista se remonta en nuestras tierras, incluso con otros ingredientes festivos y otros pueblos,  a los tiempos  musulmanes.  Así lo recogía aquel  romance fronterizo que canta la conquista de Antequera en el siglo XIV   y  una  venganza granadina por tierras de Alcalá el día del solsticio de verano:   La mañana de San Juan/al tiempo que alboreaba,/gran fiesta hacen los moros/por la vega de Granada./Revolviendo sus caballos/y jugando de las lanzas,/ricos pendones en ellas/broslados por sus amadas,/ricas marlotas vestidas/tejidas de oro y grana./El moro que amores tiene/señales de ello mostraba,/y el que no tenía amores/allí no escarmuzaba./Las damas moras los miran/de las torres de la Alhambra,/también se los mira el rey/de dentro de la Alcazaba. Unas fiestas que muy bien describía Ibn Jatib  y se relacionaban con  la fiesta que,  en el apogeo de Al-Ándalus, con el nombre de la Pascua de Ansara se celebraban con gran esplendor, carreras de caballos, ejercicios de destreza, certámenes poéticos y hogueras, a menudo encendidas junto a higueras.
            No es de extrañar que estas fiestas se celebraran con el nombre de san Juan y participaran  de los mismos elementos que las musulmanas: juegos de cañas y de caballería, hogueras y luminarias y  mascaradas con desfiles de gremios. Algo quedan en nuestras tierras como el elemento del fuego, el embrujo del amor de estos días y los aspectos religiosos con a procesión y función de San Juan  en la aldea de la Ribera Alta y el barrio de San Juan de Alcalá la Real. También, se añadió recientemente  la quema de la bruja, edulcorada con algún que otro aquelarre y musica de orquesta. Por cierto, este año conmemora su XXX Aniversario y se convierte en una fiesta totalmente independiente de la religiosa, lo que concentrará a miles de chiquillos y padres en esta noche de magia y embrujo.
            En este día, todavía resonarán los ecos de una campaña electoral donde los bandos o cuadrillas  partidistas blandan sus espadas  para jugar un juego de cañas  en la que se  dirimirá el futuro nacional no de un solsticio sino de los cuatro años próximos. En la hoguera se quemarán tantos  episodios   ocurridos y errores cometidos   a los largo de los años pasados: desde la corrupción hasta los recortes, desde la economía del ladrillo y de la crisis hasta el incremento desorbitado  de la pobreza, desde las guerras hasta los actos  violentos contra la mujer o la xenofobia, desde el pisoteo a la convivencia constitucional a la  aventura  independentista, desde el disenso en aspectos básico de la ciudadanía  como la educación a las líneas rojas que marginan  y autoexcluyen sin misericordia. Y  el fuego purificará todos los deseos de progreso y  ansias de libertad  filtrando la demagogia  y  el desarrollismo salvaje e inhumano para  emprender nuevos destinos  que  conduzcan a la sociedad civil  por senderos  de acuerdos, de consenso y de solidaridad. De seguro que el rencor y el odio no resistirán las primeras llamaradas, la venganza dejará paso a la mano tendida  y  el artificio del teatro electoral  se  quemará  a lo bonzo ante la democracia real.
            Es verdad que, en el romance,  la fiesta musulamna tuvo un mal final, ante la llegada de las misivas de la conquista de Antequera:  Dando voces vino un moro/con la cara ensangrentada:/-Con tu licencia, el rey,/te daré una nueva mala:/el infante don Fernando/tiene a Antequera ganada;/muchos moros deja muertos,/yo soy quien mejor librara,/siete lanzadas yo traigo,/el cuerpo todo me pasan,/los que conmigo escaparon/en Archidona quedaban. Y en verdad que fueron nefastas , porque quien sufrió las consecuencias de la toma de Antequera fue la ciudad y los campos de Alcalá la Real. Con la tal nueva el rey/la cara se le demudaba;
manda juntar sus trompetas/que toquen todas el arma,/manda juntar a los suyos,/hace muy gran cabalgada,/y a las puertas de Alcalá,/que la Real se llamaba,/los cristianos y los moros/una escaramuza traban./os cristianos eran muchos,/mas llevaban orden mala,/los moros, que son de guerra,/dádoles han mala carga,/de ellos matan, de ellos prenden,/de ellos toman en celada./Con la victoria, los moros/van la vuelta de Granada;/a grandes voces decían:/
-¡La victoria ya es cobrada! /Las cañas se tornaron en lanzas, en este caso con los que no habían participado directamente y sin quererlo ni comérselo. Esperemos que la fiesta de san Juan sea una fiesta de cañas, pacífica y de ejercicio de la democracia,  y, en este caso, de un nuevo encuentro  de apòstar por el futuro  en la sociedad española.


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