EL DÍA DE SAM JUAN
Hay
fiestas que relucen más que el sol.
Excepcionales suelen ser las
festividades patronales, que suelen coincidir con la conmemoración de acontecimientos importantes de las conquistas de las ciudades
y la celebración de un día festivo solemne
de la iglesia católica. Otros, los menos, suelen marcar un hito en el
calendario anual , nos referimos al movimiento de los solsticios. Ni qué decir
que el solsticio de invierno en el hemisferio del norte coincide con unas fiestas que los romanos llamaron Saturnales y se cristianizaron
desde Constantino con las fiestas de Navidad. En estas fechas, celebramos el solsticio de verano en nuestras tierras.
Sin meternos en la concreción de la fecha, ya sea 20 y 23 de junio. El calendario cristiano se
recristianizó con la fiesta de la
Natividad de San Juan Bautista, el único santo que tiene dos
festividades como Jesucristo, ya que celebra su Degollación o Muerte por el mes
de agosto.
Y
la fiesta de San Juan Bautista se remonta en nuestras tierras, incluso con
otros ingredientes festivos y otros pueblos,
a los tiempos musulmanes. Así lo recogía aquel romance fronterizo que canta la conquista de
Antequera en el siglo XIV y una
venganza granadina por tierras de Alcalá el día del solsticio de verano: La mañana de San
Juan/al tiempo que alboreaba,/gran fiesta hacen los moros/por la vega de
Granada./Revolviendo sus caballos/y jugando de las lanzas,/ricos pendones en
ellas/broslados por sus amadas,/ricas marlotas vestidas/tejidas de oro y grana./El
moro que amores tiene/señales de ello mostraba,/y el que no tenía amores/allí
no escarmuzaba./Las damas moras los miran/de las torres de la Alhambra ,/también se los
mira el rey/de dentro de la
Alcazaba. Unas fiestas que muy bien describía Ibn Jatib y se relacionaban con la fiesta que, en el apogeo de Al-Ándalus, con el nombre de la Pascua de Ansara se
celebraban con gran esplendor, carreras de caballos, ejercicios de destreza,
certámenes poéticos y hogueras, a menudo encendidas junto a higueras.
No es de extrañar que estas fiestas
se celebraran con el nombre de san Juan y participaran de los mismos elementos que las musulmanas:
juegos de cañas y de caballería, hogueras y luminarias y mascaradas con desfiles de gremios. Algo
quedan en nuestras tierras como el elemento del fuego, el embrujo del amor de
estos días y los aspectos religiosos con a procesión y función de San Juan en la aldea de la Ribera Alta y el
barrio de San Juan de Alcalá la Real. También , se añadió recientemente la quema de la bruja, edulcorada con algún
que otro aquelarre y musica de orquesta. Por cierto, este año conmemora su XXX Aniversario
y se convierte en una fiesta totalmente independiente de la religiosa, lo que concentrará
a miles de chiquillos y padres en esta noche de magia y embrujo.
En
este día, todavía resonarán los ecos de una campaña electoral donde los bandos
o cuadrillas partidistas blandan sus
espadas para jugar un juego de cañas en la que se
dirimirá el futuro nacional no de un solsticio sino de los cuatro años
próximos. En la hoguera se quemarán tantos
episodios ocurridos y errores
cometidos a los largo de los años
pasados: desde la corrupción hasta los recortes, desde la economía del ladrillo
y de la crisis hasta el incremento desorbitado
de la pobreza, desde las guerras hasta los actos violentos contra la mujer o la xenofobia,
desde el pisoteo a la convivencia constitucional a la aventura
independentista, desde el disenso en aspectos básico de la
ciudadanía como la educación a las
líneas rojas que marginan y autoexcluyen
sin misericordia. Y el fuego purificará
todos los deseos de progreso y ansias de
libertad filtrando la demagogia y el
desarrollismo salvaje e inhumano para
emprender nuevos destinos
que conduzcan a la sociedad
civil por senderos de acuerdos, de consenso y de solidaridad. De
seguro que el rencor y el odio no resistirán las primeras llamaradas, la
venganza dejará paso a la mano tendida y el artificio del teatro electoral se
quemará a lo bonzo ante la
democracia real.
Es
verdad que, en el romance, la fiesta
musulamna tuvo un mal final, ante la llegada de las misivas de la conquista de
Antequera: Dando
voces vino un moro/con la cara ensangrentada:/-Con tu licencia, el rey,/te daré
una nueva mala:/el infante don Fernando/tiene a Antequera ganada;/muchos moros
deja muertos,/yo soy quien mejor librara,/siete lanzadas yo traigo,/el cuerpo
todo me pasan,/los que conmigo escaparon/en Archidona quedaban. Y en verdad que
fueron nefastas , porque quien sufrió las consecuencias de la toma de
Antequera fue la ciudad y los campos de Alcalá la Real. Con la tal nueva el rey/la cara se le demudaba;
manda juntar sus trompetas/que toquen todas el arma,/manda juntar a los suyos,/hace muy gran cabalgada,/y a las puertas de Alcalá,/quela Real
se llamaba,/los cristianos y los moros/una escaramuza traban./os cristianos
eran muchos,/mas llevaban orden mala,/los moros, que son de guerra,/dádoles han
mala carga,/de ellos matan, de ellos prenden,/de ellos toman en celada./Con la
victoria, los moros/van la vuelta de Granada;/a grandes voces decían:/
-¡La victoria ya es cobrada! /Las cañas se tornaron en lanzas, en este caso con los que no habían participado directamente y sin quererlo ni comérselo. Esperemos que la fiesta de san Juan sea una fiesta de cañas, pacífica y de ejercicio de la democracia, y, en este caso, de un nuevo encuentro de apòstar por el futuro en la sociedad española.
manda juntar sus trompetas/que toquen todas el arma,/manda juntar a los suyos,/hace muy gran cabalgada,/y a las puertas de Alcalá,/que
-¡La victoria ya es cobrada! /Las cañas se tornaron en lanzas, en este caso con los que no habían participado directamente y sin quererlo ni comérselo. Esperemos que la fiesta de san Juan sea una fiesta de cañas, pacífica y de ejercicio de la democracia, y, en este caso, de un nuevo encuentro de apòstar por el futuro en la sociedad española.
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