Archivo del blog

miércoles, 21 de agosto de 2024

HAY QUIEN DICE DE JÁEN. LIBRO DE ARTÍCULOS SOBRE JAÉN Y SU ENTORNO.

 


 

HAY QUIEN DICE

DE JÁEN

 

Francisco Martín Rosales

 

COLECCIÓN CONOCE TUE ENTORNO. ASOCIACIÓN HUERTA DE CAPUCHINOS. ALCALA LA REAL.

 

 

 

 

 

 

ÍNDICE

Introducción

 

I

DESDE LA CIUDAD DE LA MOTA

 

LA MOTA, PREMIO HISPANIA NOSTRA

EL BAHONDILLO

DE LOS ALJIBES A LOS DEPÓSITOS DE AGUA

 LAS ZONAS OCULTAS DE LA CIUDAD FORTIFICADA DE LA MOTA

II

SOBRE JUAN MARTÍNEZ MONTAÑÉS

 

ANTES DE MARTÍNEZ MONTAÑÉS, UN BORDADOR DE FLANDES  EN  ALCALÁ LA REAL

ESCULTURA. EL ENTALLADOR. MARTÍN PÉREZ

JUSEPE DE BURGOS

PABLO DE ROJAS, UN FAMOSO Y DESCONOCIDO ESCULTOR DE JAÉN

LA MAGNA EXPOSICIÓN EN EL CDL ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO  DE  JUAN MARTÍNEZ MONTAÑÉS MARTÍNEZ MONTAÑÉS  EN SEVILLA

UN DOCUMENTO INÉDITO DE LA VIDA DE JUAN MARTÍNEZ MONTAÑÉS

LA CASA DONDE NACIÓ MARTÍNEZ MONTAÑÉS EN SU CDL ANIVERSARIO

JUAN MARTÍNEZ MONTAÑÉS Y EL DULCE NOMBRE DE JESÚS.

III 

RUTAS DE JAÉN

 

EL CAMINO MOZÁRABE POR LA PROVINCIA DE JAÉN (I)

EL CAMINO MOZÁRABE POR LA PROVINCIA DE JAÉN (II)

EL CAMINO MOZÁRABE POR LA PROVINCIA DE JAÉN (III)

ENTRE JAÉN Y GRANADA

LEYENDA DE AMOR PARA EL DÍA DE LOS ENAMORADOS. ABU YAFAR Y HAFSA

LOS PLAYEROS

LOS CAMINOS DE HUESCAR

ENTRE CUEVA LA YEDRA Y EL CORTIJO DE LA ZARZUELA

LOS MESONES DE ALCALÁ

CAMINOS DE PASIÓN

EN LA SIERRA SUR

ENTRE TRES PROVINCIAS

LA FUENTE DE LA SACEDILLA, UN SÍMBOLO DE CONVIVENCIA

LAS ENTRAÑAS DE LA TIERRA

RUTA DEL AMOR POR LA PROVINCIA DE JAÉN

DE ROMERÍA EN ROMERÍA

IV  DE OFFICIIS

HOY MÉDICOS RELACIONADOS CON JAÉN. SOLANO.

EL MÉDICO DIEGO LÓPEZ DE VILLALOBOS Y SU DESCENDENCIA ALCALAÍNA

OFICIOS PERDIDOS (I). EL POLAINERO

OFICIOS PERDIDOS (II). EL LATONERO, UN ANTIGUO OFICIO

MAESTRE BALLESTERO

EN LA SEMANA DEL DIARIO JAÉN 27, 7, 19. LA TRADICIÓN DEL JUEGO DE LA ESGRIMA.

 

V SOBRE LOS MAESTROS DE OBRAS  Y DE LA ESCULTURA DE JAÉN

EL PRIMER TESTAMENTO  DE GINÉS MARTÍNEZ DE ARANDA

LA HUELLA DE LOS ARANDA  (I)

LA HUELLA DE LOS ARANDA  (II)

LA HUELLA DE LOS ARANDA  (III) LA HUELLA JIENNENSE EN LA CATEDRAL DE SEVILLA

REMIGIO DEL MÁRMOL

LA SAGA DE LOS PRIMOS

VI

ARS PICTORICA

JOSÉ SÁNCHEZ JIMÉNEZ, PINTOR DEL SUR

JOSÉ MANUEL SÁNCHEZ DARRO

DOLORES MONTIJANO. DOLORES SERRANO RUIZ UNA COLECTIVA PARA LOLA MONTIJANO

25 AÑOS IMPRESINÁNDOTE

ANTONIO CAMPAÑA EXPÓSTO

RETRATOS DE PEPE SÁNCHEZ

VII

 ARS LITERARIA. DE LITTERIS

JUAN RUIZ DE CISNEROS, ARCIPRESTE DE HITA, Y ALCALÁ LA REAL

EN TIEMPO DE CERTÁMENES Y PREMIOS, POESÍA DEL ARCIPRESTE DE HITA DE ALCALÁ LA REAL

EL ARCIPRESTE DE HITA

EL POETA QUEVEDO Y JAÉN

JAÉN.FELICITACIONES JIENNENSES DE NAVIDAD

LITERATURA ORAL DE NAVIDAD  EN LA SIERRA SUR

EN LA SEMANA. DIARIO JAÉN. VILLANCICOS DE LA COMARCA DE LA SIERRA SUR

BAJO AZUL QUE ENVUELVE DE JOSÉ CHAMORRO GARCÍA

LA SEMANA SANTA VIVIENTE

UN AUTO DE PASIÓN, LA COFRADÍA DE LA VERACRUZ

MANUEL PEÑALVER CASTILLO

VIDAS FINGIDAS Y JAVIER GARCÍA TEVAANTONIO CANO MURCIA

LA BELLE ÉPOQUE

ASÍ SON LAS COSAS DE INMACULADA MURCIA SERRANO

 

VIII

 DE THESAURIS

 

LEYENDAS Y TESOROS DE LA SIERRA SU

EL TESORO DE CHARILLA.

EL TESORO DE ERMITA NUEVA.

LA PEDRIZA, UNA ALDEA DE TESOROS. ENTRE RELATOS Y LEYENDAS.

IX

 DE FERIIS

 

AQUELLAS FAMOSAS FERIAS DE GANADO (I)

DICCIONARIO BÁSICO DE LA FERIA DE GANADO (I)

DICCIONARIO BÁSICO DE LA FERIA DE GANADO (II)

IX

SOBRE FAMOSOS JIENNENSES

ALBERTO JIMÉNEZ FRAU

VICTORIANO RAMÍREZ. LAS MATEMÁTICAS APLICADAS A LOS PROCESOS ELECTORALES.

XI

 VARIA

ENTRE FIESTAS Y FESTIVALES. ETNOSUR.

LA FRANQUICIA ALCALAÍNA  DE LA TABERNA SEVILLANA CASA CORNELIO 

ALCALÁ LA REAL, PROVINCIA DE GRANADA

LA ESCLAVITUD EN JAÉN

LA OTRA ESPAÑA VACIADA. EL CORTIJO DE MARROUN.

LA PIEDRA SECA.

DEL PALACIO JIENNENSE DE LOS COBALEDA NICUESA A SU CASONA ALCALAÍNA DE LA CALLE ROSARIO.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

INTRODUCCIÓN

 

 

Hay quien dice de Jaén es un libro antológico que pretende reivindicar nuestra tierra en el entorno del victimismo que nos invade. A través de la sección de La Semana del Diario Jaén, bisemanalmente los hemos editado en su mayor número de artículos. Recogen aspectos inéditos de nuestra tierra jiennense, centrados, sobre todo, en la comarca de la Sierra Sur. Desde el mundo de la actualidad, ( como el premio Hispania Nostra a la ciudad fortificada de la Mota), hasta las rutas literarias de la provincia de Jaén,(como la de Quevedo), pasando por temas como la piedra seca, los tesoros,  artistas de la pintura, artesanos, la literatura oral o las ferias.

Unos capítulos especiales están dedicados a Juan Martínez Montañés con motivo del 450 Aniversario de su Nacimiento o a la familia de los Aranda. Estos artistas brillaron, por su producción relacionada  en otras tierras fuera de la tierra de Jaén.

Un capítulo especial está dedicado a pintores de esta comarca, por haber cooperado a la  difusión de nuestra tierra;  la literatura se enriquece con  la oral y escritores como  Juan Ruiz de Cisneros, Arcipreste de Hita. Sin olvidar personajes como Alberto Jiménez Frau por su aportación a la Residencia de Estudiantes, o, más contemporáneos como el  matemático Victoriano Ramírez,  que ha desarrollado investigaciones muy significativas en el proceso electoral.

Como libro antológico, pretende proporcionar nuevos puntos de vista  sobre los temas comentados, basados en las últimas investigaciones, y ofrecer una proyección actitudinal  en defensa de la tierra jiennense. No es una enciclopedia ni lo pretende, pero trata de poner al día  todos aspectos de la vida artística y social de la aportación de la Sierra Sur a la provincia de Jaén. No se centran el artículo a tiempos pasados sino que ofrece una contemporaneidad y una actualidad a la hora de la revisión de los contenidos.

Dentro de la cultura del olivo, hemos adoptado una técnica descriptiva en consonancia con Federico García Lorca:

 

El campo

de olivos

se abre y se cierra

como un abanico.

Esperemos que el aire de sus contenidos agrade al lector en defensa de esta tierra.

 

 

 

 

 

 

I

DESDE LA CIUDAD DE LA MOTA

 

 

 

 

 

LA MOTA, PREMIO HISPANIA NOSTRA

 

           En el primer trimestre de 2020, se colocó la placa conmemorativa del premio otorgado a finales de 2018. Viene a la mente muchos años de esfuerzo colectivo, que, como decía mi amigo psicólogo, entre los dos modos de enfrentarse a un acto, frente al castigo por la desidia de los años oscuros recibió este premio del acicate para culminar un proyecto que todavía está inconcluso y clama por cerrarlo con la recuperación total de la muralla de Santiago.  Los reconocimientos sobre este Bien de Interés Cultural no han sido solo en tiempos modernos, sino que se multiplican los honores, gracias y mercedes a lo largo de la historia. Cuando se acercan personajes famosos o simples viajeros a Alcalá la Real, acostumbran a describirla y encomiarla por diversos aspectos, sobre todo por su belleza paisajística. Los hubo como el famoso poeta andalusí al-Hiyari, que la mencionaba como Roca de  Al-Andalus, se aferra a los broches del cielo para lograr las primicias de la gloria y de las majestad”; unos siglos después, los Reyes Católicos se enorgullecían de que era una de sus fortalezas más importantes de Andalucía. No podemos pasar por alto su carácter fronterizo, definido a toda perfección, con este piropo oficial, que es la divisa de su leyenda La muy noble y leal ciudad de Alcalá la Real, guarda y defendimiento de los reinos de Castilla”, el que encabeza todos los documentos antiguos. Nos damos cuenta de la importancia de esta frase, cuando apreciamos que Juan II le concedió el título de Ciudad frente al nombre de Villa (por ejemplo Madrid), Enrique IV estimó en gran manera su lealtad a la Corona con el calificativo de “muy noble y leal” y, su imbricación a los reinos de Castilla, fue reconocido por los mismos  Reyes Católicos con el de guarda y defensa.

 

Desde el medievo hasta los turistas actuales, abundaron pasajeros que recorrieron este término abacial “vel quasi nullius” o “casi de ninguna diócesis”, otra definición que marca el  carácter exento de cualquier sujeción jurídica superior a los reinos de España. Frecuentaron, también,   los personajes musulmanes este camino que se adentraba al reino granadino por el puerto de Alcalá, como Ibn al Jatib que pernoctaron en aquella Qalat Banu Said;   en la Edad Moderna, pasaron santos como san Juan de Ávila, san Juan de Dios, san Juan de la  Cruz; reyes como Enrique IV, Isabel y Fernando, Carlos V, y hasta el rey intruso José Napoleón; escritores como Washington  Irving o Alejandro Dumas; pintores, escultores, grabadores y artistas como Andrés de Vandelvira, Gaviria,  Baldi o Laura de los Ríos; numerosos mendigos o romeros que acudían al santuario de  Moclín, o a los baños de esta comarca;   y soldados de los regimientos y tercios españoles que forrajearon en las dehesas de estas tierras;  bandoleros-gacís, gentes de la Sierra, maquis- que cabalgaron su libertad por estas montañas desde donde  se otea la majestuosa Mota. De entre todos ellos sorprende esta acertada a descripción de Alcalá la Real “Alcala Regale super nubila erectum et in conspectu regni Granatae”. Brotó, nada menos de la pluma de Pedro Mártir de Anglería, un humanista de la Corte de los Reyes Católicos, atraído a vivir la conquista definitiva de España por el Conde de Tendilla, al que acompañó como escudero y cronista en alguna que otra escaramuza en este terreno último de frontera, donde pernoctaron las huestes castellanas hasta la toma de Granada. Esta frase, recogida de sus Opus Epistolarum, viene a cuento en estos tiempos, en los que, de nuevo, se disfruta de muchas zonas reconquistadas de  la fortaleza de la Mota: entre las más recientes, la muralla del Gabán, murallas del Trabuquete, Entrepuertas y la plaza alta de la Mota. Por estos lugares, los turistas se sienten  entre nubes subidos al espolón de la fortaleza de la Mota, oteando (in conspectu), en la lejanía, el antiguo reino de Granada, y. en  sus alrededores,  contemplando las bellas ruinas reconstruidas de la casa del alcaide  Conde de Cabra. Y si extendemos nuestro ángulo de visión, a unos pocos metros, también se puede visitar, desde hace pocos años, el Bahondillo, y su barrio simulando al Sacromonte y cerrado por una muralla que llama a las puertas de su urgente y total reconstrucción con el cerramiento definitivo de la fortaleza. Con esa obra, se puede poner el broche final y la nave no hará aguas, por cierto, ya por muchos años. Este premio de Hispania Nostra, ya se fija en la roca de las Entrepuertas, mediante una lápida, discreta y exponente de un ayer de esfuerzos colectivos y de administraciones  que lograron que el símbolo de Alcalá  sea la Mota. Y no sólo el símbolo sino la resurrección de un patrimonio que estuvo muchos en las mazmorras del olvido.  Enhorabuena por los que nos han hecho una Mota más clara y diáfana como el azul de su cielo; muchos viajeros  se  los agradecerán con bellas descripciones y requiebros de encomio.      

 

Domingo, 16 de febrero de 2020. La Semana del periódico Jaén

 

 

 

 

 

EL BAHONDILLO

 



 

No siempre coincide la denominación ortográfica de la palabra Bahondillo, se halla desde la forma Vaondillo o Vahondillo hasta la más frecuente Bajondillo. Por esta forma, se encuentra en muchos pueblos malagueños y cordobeses, donde suele ocupar un barrio cercano a la antigua ciudad fortificada y descendiendo a la parte baja de la muralla, y, a veces fuera de la muralla en el extrarradio. Muy curioso es este barrio de Bajondillo en Torremolinos, un barrio testimonial que solo contaba unos sesenta vecinos hasta el siglo XX, y hoy día, ha pasado de la actividad pesquera de sus miembros a la actividad turística y hotelera, dándole una nueva fisonomía; según se desprende de recientes investigaciones, una cueva neolítica, con el nombre del barrio remonta su pasado a tiempos de los hombres de Piedra. El caso de Priego de Córdoba se enmarca en tiempos de conquista, donde en el entramado de su villa esta calle invita a un recorrido desde la Plaza de Santa Ana hasta el adarve, donde la calle Real, muy frecuente en los barrios antiguos para marcar su diseño geométrico, y la del Bajondillo se cruzan y entrecruzan en medio de jazmines, enredaderas y portadas de casas blancas con macetas de geranios. Si nos acercamos a nuestra provincia, en Pegalajar, Rus y Martos, se encuentra esta calle; y se frecuenta en los municipios de la Sierra Sur con una tipología muy similar haciendo eco de su nombre:  Valdepeñas, Castillo de Locubín y Frailes mantienen o, al menos, recuerdan estos lugares con calles de su nombre. Suele ser una vía que acerca a las partes bajas de los pueblos, donde, en el caso del municipio frailero, pasó de las casas de retama en torno a las huertas y el agua del río a la casa de labriegos.

Dentro del recinto fortificado de la Mota, se distinguió el Bahondillo, una zona que se orientaba hacia el ocaso del sol, el occidente, mirando las tierras que se encuentran entre las torres Dehesilla, Gibralquite y de los Pedregales. Está claro que formaba un pequeño barrio entre la antigua muralla de la torre de la Especería y la nueva muralla de Santiago o del Aire. Si, por la parte oriental, el nombre del Albaicín del cerro recuerda a la ciudad del Alhambra, por la zona opuesta y occidental el aspecto de antros, cuevas, y de interior perdido y pétreo de las antiguas viviendas transforma el cerro en un Sacromonte alcalaíno, una visita ineludible. Donde la Mota pierde su identidad musulmana y cristiana, y se hace prehistórica, donde la conquista del espacio vivencial se percibe por todos los rincones.

El Bahondillo alcalaíno aparece descrito en documentos y listas de padrones y censos con diversas formas y grafías: Bahondillo, Vaondillo o Val del Hondillo. Comunicaba la parte noble de la fortaleza y con el arrabal de la Puerta Nueva. Se extendía desde las Caballerizas hasta la casa de Antonio López de Gamboa, rodeado del Palacio Abacial, las murallas occidentales. Entre torres y cuevas, vecinos del campo y de oficios, de viudas y pobres de solemnidad. Y, en su interior, se distinguían estos dos distritos bien definidos, el Bahondillo Bajo con viviendas de caballeros arrendadas a las nuevas gentes y el Bahondillo Alto, con mansiones de hombre de campo y bodegas del tráfico comercial del vino. Por un documento de una carta dotal de principios del siglo XVI, el escribano Cristóbal Gallego recogió los bienes esponsales entre Rodrigo Alonso de Espinosa con su esposa Marina López, hija de Juan Martínez de Espejo. No fueron muy importantes, solamente alcanzaban los 1.815 maravedíes entre joyas, bienes y alhajas. Pero era muy interesante que se fijara la data y el lugar de la escritura que fija el lugar del Bahondillo. Pues dice así:

 Que esta fecha era de esta carta dotal en la ciudad de Alcalá la Real, en las casas de Juan Martínez de Espejo, que son el arrabal del Bahondillo Alto, linde con el adarve real, en catorce días del mes de enero del año del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de mil e quinientos quince".  Con lo que se deducía que, tras la conquista de la ciudad ya se había formado el barrio del Bahondillo. Y este arrabal se componía de las dos subunidades comentadas y que las sitúa muy certeramente: el alto que lindaba con el Adarve Real y el bajo que estaba bajo la roca formado entre casas adosadas con cuevas y cámaras superpuestas. Por otro lado, en 12 de noviembre de 1514, un testamento de Martín, hijo de Fernando Martínez de Bedmar lo firmaba en las casas de Salvador de Jerez, linderas con la de   Pedro de Jerez y las de Antón de Martos, el viejo, en el Bahondillo Bajo. Y muestra claramente que también ya existía el Bahondillo Bajo, más encerrado entre casas, con un aspecto troglodita, que rememora tiempos prehistóricos, como en Torremolinos. Como muestra de la imbricación de las casas y viviendas y elementos defensivos, por la carta dotal de Leonor Alonso que recibe Juan García de Extremera, su casa se encontraba en el Bahondillo Alto lindera con la Torre de la Especería casas de Francisco de Loja, carta de dote de 19 de diciembre de 1539.   Se percibe una urbanización forzada por la pendiente del cerro, donde los amplios viales que en forma de uve distribuyen las dos zonas del Bahondillo. Se salvaba por calles entre adarves cubiertos, y por  escalinatas por encima de cámaras y viviendas; en la misma roca imprimía un aspecto cavernario que lo acercaba a la cultura argárica, y donde se muestran esos antros convertidos en lagares y bodegas con tinajas que frecuentaron los vinos torronteses, baladíes y de todo tipo de vidueños. No es de extrañar que el pozo de la nieve se haya ocultado en un recinto mistérico, donde comparte el alojamiento funerario de los hombres prehistóricos con una amplia habitación, mansión de los hombres que se asentaron por estos lagos allá en los milenios anteriores a la Edad actual.

A veces, la arqueología ofrece muy buenas noticias, en este caso al dejar al descubierto el esqueleto de la ciudad, y convierte la Roca del Ándalus en la belleza de la esencia de un cerro, que desnudaba y dejaba al descubierto las partes íntimas del cuerpo humano, en este caso, de la ciudad fortificada.

 

El semanal del Jaén. Domingo, 3 de febrero de 2019.

 

 

 

 

 

 

 

DE LOS ALJIBES A LOS DEPÓSITOS DE AGUA.

 

 

Procede de un dicho popular "Castillo sin aljibe, enemigo dentro" hasta el punto que jugó un gran papel para su defensa que en cualquier recinto fortificado se construyesen o socavaran algún receptáculo para almacenar el agua. Pero, en tiempos de paz, el aprovisionamiento y el almacenamiento de agua fueron muy importantes para el desarrollo urbano y el mantenimiento poblacional dentro de cualquier recinto. Una muestra de estos sitios puede estudiarse en muchas ciudades de España. Lo mismo se encuentran en los alcázares de Jaén que en el castillo de la Guardia, el recinto fortificado de Alcaudete o el de la Peña de Martos. Conforme se avanzaba en las diversas fases de excavación que tuvieron lugar en el subsuelo de la Mota antes del siglo XXI, se apreciaron varios tipos de aprovisionamiento y almacenamiento. Pues, entre otros, existen pozos horadados de la misma roca del mismo recinto, sobre todo, en los pasadizos que comunican entre la ciudad fortificada y los arrabales, el del Albaicín, Arrabal Viejo y los Nuevos de Martín Ruiz, Puerta de Granada, Rastro y Puerta Nueva; lo son de forma circular y rectangular y, a veces, algunos dejan entrar la canalización del agua por medio de minas. Uno de los pozos con más volumen de agua se encontraba en el Arrabal Viejo, y se comunicaba con una mina que procedía de la calle de los Lagares y Puerta de Granada, que se ofrece con una galería de mampostería en su interior para poder adentrarse en ella. Otro se protegía con la torre barbacana, que dio lugar al recinto del Albaicín.

Por otro lado, el almacenamiento del agua se llevó a cabo mediante aljibes que suelen remontarse a tiempos romanos y musulmanes, e, incluso posteriormente, se reconstruyeron o se levantaron de nuevo, en tiempos de la Edad Moderna, al aumentar las necesidades de la población y crecer dentro del recinto. Pues era el sistema más seguro y operativo, y más cuando se contaba con varios pozos, como era el caso de la Mota para el abastecimiento constante de los vecinos. Los había, en su mayoría privados y otros de uso público como los del pasadizo, llamado del Altozano o de la Conquista, entrada de Cárcel Real, a los que hay que añadir el de la casa de Rosado y varios en Arrabal Viejo.

            Las fuentes fueron otra forma de abastecer de agua, y abundan muchos castillos que se abastecen de los manantiales cercanos, como en Priego o la Villeta. Pero curiosamente no aparecen en el contorno de la Mota salvo la del arrabal de San Juan, y, otra en el convento trinitario. A este sistema de abastecimiento, se unía el de los aguadores, que transportaban durante el día el agua con reatas de acémilas desde las fuentes del Llano: las de Fuente Beber, Tejuela y Fuente Nueva y Granada. En cuanto a los aljibes, existían en los edificios públicos como era el caso del Castillo de Aben Zayde (dos en Torre del Homenaje y uno en Patio de Armas), Casas de Cabildo (uno), Iglesia Mayor, claustro y sacristía (varios y de diversas épocas), Torre de la Cárcel Real (uno en su interior en la planta subterránea), Bahondillo (de aguas del nevero) y Plaza Baja (la mazmorra). Pero predominaban los particulares en las casas más importantes de los barrios (noble y militar), como un sistema de almacén de agua o cisterna, el castellum aquae latino. Ofrece varias tipologías: los hay horadados en la misma roca y cubierta  de medio cañón ( de ladrillo o de losetas); existen a medio camino entre la horadación y su levantamiento constructivo; los hay completamente construidos en sus tapias de estancamiento, casi desparecidos); también de pequeñas dimensiones y enormes dimensiones cubiertos con una bóveda de media naranja sobre unas trompas para pasar de la superficie cuadrada o rectangular a la curva o circular, como los de la casa de los dos Aljibes de la familia de los Aranda junto a la portada del Perdón de la Iglesia Mayor. No puede pasarse por alto las bodegas con almacenamiento de tinajas reservadas al agua. 

El aljibe antiguo suele revestirse su mampostería, enlucirse con la mezcla de cal y arena y almagra para procurar hacerlo instranspirable, y recoger el agua mediante una canalización de doble caña procedente del tejado. El color rojizo de su enlucido es consecuencia de haberle aplicado en sus paredes la mezcla hecha a base de óxido de hierro, resina de lentisco, arcilla roja y otros materiales que conseguía que el agua no se corrompiera. El aljibe que se ofrece en la planicie de la Mota presenta la forma abovedada y recubierta de esta pintura de almagra que era impermeable, a la que se abrían unos respiraderos que contribuían al buen estado del agua. No es el caso alcalaíno la traída por acueducto u otras vías salvo el transporte animal, que venía regulado por una ordenanza de precios.

Dentro de este sistema, este contrato entre el regidor Alonso de Cabrera y el cantero Diego Martínez Izquierdo, ante el escribano Francisco Ordóñez en 12 de noviembre de 1547. clarifica el sistema constructivo y otros aspectos de los aljibes para comprender los aljibes de la ciudad fortificada de la Mota. Recoge la manera, traza y condiciones de una casa en la que vivía, en el entorno del barrio militar de la Mota. El aljibe se levantaba en el patio de su casa labrado de piedra, tanto la bóveda como las paredes juntas por la parte de dentro. Las dimensiones eran: de largo trece pies (4 metros) y de ancho diez (3 metros) y de profundidad (de hondo) conforme al suelo del aljibe viejo que está cubierto a donde se ha de hacer el dicho aljibe. Diego Martínez y sus oficiales corrían a cargo de sacar la tierra, de la hoya del dicho aljibe y por su parte Alonso Cabrera les proporcionaba el agua que se necesitara, la madera de la cimbra y una tinaja de aguapié para los trabajadores. También de Diego procedían toda la piedra, cal y arena, sacarla, traerla y asentarla, La piedra debía ser la cantera de los Llanos de esta ciudad, e insiste en la piedra labrada y sacada de la bóveda. La obra debía estar acabada en mayo de 1548, y, si se incumplía el contrato, podía llamar a otros maestros y oficiales a costa de Diego Martínez

 

Con este aljibe, se asiste a una nueva reurbanización del recinto amurallado de la Mota, entre las nuevas calles y casas se cuida del abastecimiento y almacenamiento del agua en el siglo XVI. Los nuevos maestros de obras participan con los nuevos sistemas constructivos, que reconstruyen, amplían o restauran los anteriores musulmanes, como se demuestra en este artículo. Nada menos que junto a canteros famosos las trazas provenían de Martín de Bolívar. Parece que los recintos de las casas eran amplios para ocuparse con grandes aljibes de agua de nueva cantería y relleno de mampostería en las grandes mansiones, en sus patios de gran amplitud, de los hidalgos. Y, de los públicos,  se llegó a los grandes depósitos que abastecen a muchas ciudades de España.

 

Publicado en la Semana de Jaén. La semana.  Domingo 1 de marzo de 2020

 

LAS ZONAS OCULTAS DE LA CIUDAD FORTIFICADA DE LA MOTA

 

Generalmente, las visitas a los monumentos o conjuntos históricos quedan reservados a todo lo que sobresale por encima de ras de tierra. Como si no hubiera aspectos constructivos subterráneos dignos de consideración, o no se hubieran utilizado las entrañas de las antiguas ciudades por las civilizaciones más antiguas. No hay por qué preguntarse que el hombre vivió en el mundo de las cuevas antes que levantaran viviendas de adobe. Este es el caso de la ciudad amurallada de la Mota, donde no hay rincón que se libre de encubrir un sitio oculto. Hay cuevas en tono a la parte alta de las faldas del cerro que se adentran a los más profundos avernos; hay pozos que se ramifican con galerías subterráneas por el sitio menos esperado en sus arrabales; hay aljibes y depósitos cavados en la roca misma o construidos en conjunción entre la peña y la labor humana. Y, no sólo la arqueología puede facilitar un buen plano de estos aspectos ocultos, sino que abundan las leyendas que se desarrollan entre oscuros pasadizos, galerías ocultas y minas abandonadas. 

                Subir a la medina de la Mota no siempre se salvaba con una buena entrada a través de una calle o camino bien arrecifado. Más frecuente era que los vecinos se encaramaran por las galerías de las cuevas adosadas de sus viviendas, que servían de bodega o despensa, pero, que, en momentos de emergencia o ataque bélico, se convertían en la trocha más rápida para alcanzar la plaza de armas o el refugio más insospechado. Incluso, en la última guerra civil, hubo cuevas que sirvieron de refugio ante el ataque de los aviones. Este es el caso de las casas de las Entrepuertas que, a lo largo de la muralla del Trabuquete, se comunican por la hueca roca de sus cuevas con la parte superior, aunque muchas actualmente hayan desaparecido por efectos de la mano del hombre o de movimientos sísmicos. Quedan algunos restos en las tiendas adosadas junto a la torre de la Justicia o de Santa María, por la que se ascendía a través de la escalinata del segundo piso a una oquedad que se estrechaba en su parte final. 

Han desaparecido muchos pasadizos ocultos en torno al recinto del Albaicín alcalaíno debido al derrumbe del año 1581.Pero algunas se mantienen vigentes en el caso del pasadizo de la Ciudad Oculta de la Mota. Debía partir desde las afueras de la muralla tercera del Arrabal Viejo en dirección a la misma puerta del castillo de Aben Zayde.  y encaminarse por entre adarves cubiertos, pasadizos subterráneos, reutilización de antiguos escondrijos de la roca originados por los movimientos telúricos del mar de Thetis y la construcción de escaleras ocultas y secretas de las mansiones militares, en este caso de la Torre del Homenaje.

No es de extrañar que estos pasadizos, y, éste, en concreto, perviva como una etapa de la conquista de la ciudad o se convierta en leyenda de sus moradores. En cuanto al dato histórico, nadie puede cuestionar que este pasadizo subsista porque no era sino un camino secreto que se dirigía a un pozo, que aportaba el alimento vital del agua a sus moradores; por otra parte, externamente, se escudaba en formar parte de la barbacana y de la coracha como avanzadilla del castillo de Aben Zayde para proteger aquel pozo del altozano. Por eso, en 1341, el rey Alfonso XI se valió del artilugio de raptar un morador de Aben Zayde a través de su adalid para que le desvelara el secreto del camino interior del Huerto de la Moriana. No puede olvidarse que el agua es un manantial de salvar vidas como alimento de sus moradores (de ahí que “castillo sin aljibe, enemigo dentro”) y da lugar a muchas leyendas que se enredan en los romances con damas moras que bajaban por agua para sus familiares enfermos. Se les puede llamar Cava o Fátima; en el caso de los alcalaínos asimilaron sus mujeres con el amor de don Rodrigo. La historia andaba por otros derroteros que se surtían de la imaginación. A Cava se le podía buscar un hermoso capitán que se enamoraría de ella, o se le podía vengar con la muerte a manos de sus padres; o incluso sus propios familiares podían ser víctimas de la locura y podían montar su propio cadalso. La leyenda se transformana en una cruzada, en la que sirve de modelo para la integración del mundo musulmán en territorios cristianos, de modo que Cava se convertía al cristianismo por el amor del capitán, se casaba en la iglesia principal y, sin datación documental, vivieron felices y comieron perdices.  Este pasadizo no debió ser único, incluso, no pudo quedar como un hito histórico, sino que salvar la altura por otros procedimientos que no fueran los normales, se solían explorar.

No extraña que en torno a la muralla del Gabán se encubriera un cañuto, una calle de descendida oculta que permitía que subieran los vecinos de los barrios nuevos a la medina. Muchos pasadizos han desparecido y solo han quedado en la leyenda. Es el caso de la leyenda de la Mina que muchas personas hacen enlazar la torre de la Cárcel con los Llanos a través de un pozo que se denomina La Mina. Aquí, la arqueología nos hace topar de bruces con la palpable realidad de que la comunicación quedó interrumpida y el inicio del pasadizo se queda en una simple mina de un pozo. Pero hay quien lanza la hipótesis que no debía ser la primera estructura fortificada, como se contempla hoy día ya reconstruida en tiempos de los cristianos.

 

No son los pasadizos las únicas partes subterráneas que se conservan, hay neveros encuadrados en un contexto del mundo mistérico de la edad de los metales; pozos de depósito de material variopinto en el patio de armas, cantidad de aljibes musulmanes y cristianos. Como Es una obra de insigne ingeniería los aljibes fueron reutilizados como osarios del cementerio de la Mota del siglo XIX y mitad del XX, y cubiertos por los pisos altos de la Casa de los Cabrera. No son una excepción, en la propia iglesia se multiplican los pozos, aljibes, pudrideros, mausoleos, criptas subterráneas y algunas obras de ingeniería hidráulica se remontan a la época romana. Y lo interesante para el viajero que su contemplación no está vedada. Se recorren, se palpan y remontan a otros tiempos.

 

 Publicado en el Diario Jaén. El Semanal Domingo, 21 de mayo de 2017

 

 

 

 

 

 

SOBRE JUAN MARTÍNEZ MONTAÑÉS

 

 

 

 

 

 

ANTES DE MARTÍNEZ MONTAÑÉS, UN BORDADOR DE FLANDES  EN  ALCALÁ LA REAL

Siempre nos hemos preguntado  sobre los  bordadores que confeccionaron los ornamentos religiosos de la iglesia Mayor Abacial y de otros templos de Alcalá la Real, que se erigían por aquel tiempo, como los conventos de trinitarios y franciscanos o las iglesias de San Juan, Veracruz, San Sebastián, Santa Ana o San Pedro de Castillo de Locubín.   Se desprende de la laguna ingente de documentación que se presenta  antes de la incierta la llegada del padre de Juan Martínez Montañés, siempre que suelen aparecer algunos datos sobre contratación de ternos, dalmáticas, casullas, frontales, gallardetes, estandarte, banderas, pendones y lienzos colgantes. Frente a ello, abundan el comercio entre mercaderes y tejedores  granadinos, jienenses y alcalaínos ejercitando un intercambio que pone de manifiesto la presencia de la venta y la elaboración de estas prendas y objetos de las artes no suntuarias. Hace un año, con motivo del 450 Aniversario del Nacimiento del famoso imaginero Juan Martínez Montañés traíamos a colación a su padre confeccionando para esta tierra el primer  pendón de la cofradía de la Virgen de la Cabeza de Alcalá la Real. Destacábamos su taller de bordado y lo relacionábamos con el mundo de artistas alcalaínos, sobre todos los Sardos a la hora de ofrecer los primeros pasos de su hijo el Lisipo Español en el mundo de la imaginería. Repasábamos, en breves líneas, alguna documentación sobre otro estandarte para la misma cofradía realizada el séptimo decenio del siglo XVI, atribuciones de ornamentos religiosos a sus magníficas manos, pendones de la ciudad, y su traslado a Granada juntamente con su hijo Juan en el taller de Pablo de Rojas. Tras su marcha, aquel vacío de su taller en tierras alcalaínas fue completado por otros bordadores, muchos de ellos granadinos como Andrés Díaz que se afincó en Alcalá la Real y le renovó los estandartes a la misma cofradía de la Virgen de la Cabeza de Alcalá la Real, al mismo tiempo que multiplicó su presencia en muchas cofradías y ternos de iglesias.

Pero, antes de este Montañés de linaje oscuro, el bordador ocupaba un lugar privilegiado en los recintos religiosos y de particulares. Es interesante que ante el escribano alcalaíno Antón García de los Ríos en 24 de  abril  1552, se nos muestre un broslador, otra manera de llamar los bordadores, y lo hacía para unas dalmáticas de una institución regular trinitaria

Se lo había encargado el Monasterio de Frailes  y Convento de la Orden de la Santísima Trinidad. Por lo que se deduce que el convento  alcalaíno era mixto. Son los frailes los que administran, en un número de unos diez miembros, como hemos descubierto en otros documentos notariales de esta fecha, dirigidos por el padre Pedro Carrión,  y que regentaban también  el convento de monjas de Nuestra Señora de los Remedios. Una situación extraña, con grandes problemas de jurisdicción y convivencia, puesto que se llegó incluso a la entrada del convento por parte del corregidor Montano utilizando  la fuerza para pacificar la situación.

En este documento se  declaraba que el escribano Luís de Pareja era el depositario  de unas dalmáticas realizadas por el broslador Pedro  de Flandes, vecino de Granada" ejecutadas al precio de cincuenta y cinco ducados y medio, y se le dieron y pagaron veinte ducados, y se le debían y restaban treinta y cinco ducados y medio, cuales por hacer buena obra espera  que me constituya de ellas". No es de extrañar que el cabildo de frailes  de aquel monasterio  encargara estos ornamentos, pues debían acudir a muchas ceremonias religiosas de fiestas y exequias vestidos con estas dalmáticas, utilizadas principalmente  por los diáconos, Es fácil imaginarse  aquellas vestimentas enriquecidas en las bocamangas, hombreras, franjas por delante y espaldera a través de ornamentos y dibujos.  Con el color del  tiempo litúrgico Además,  en este sitio, fueron  utilizadas por  los frailes que acompañaban a los oficios de la misa al vicario..Debían pagarse la deuda antes de  fin  agosto en la ciudad de Granada y para ello se convirtió en nuevo depositario de las dalmáticas el jurado Pedro de Frías con el compromiso ante el escribano y con el consentimiento de embargo de bienes en la dicha cantidad, si no lo cumplía, de los 35 ducados y medio.

También fue un dato muy interesante de este documento para la historia de este bordador flamenco su presencia en Alcalá la Real porque había realizado varias obras en Granada con la llegada de los artistas y comerciantes flamencos en Granada. Y, unos años, después, se afincó en Sevilla. Nos indica que en  el campo del bordado tenía una gran relevancia la importación, tan sólo por este tiempo hemos encontrado a otro Juan Martínez, sastre, que podríamos relacionar con la familia de Montañés en Alcalá, al granadino García de Fuentes y a Francisco López, vecino de Andúlar.

 

 

Domingo, 11 de agosto de 2019. En la Semana del periódico Jaén

 

 

ESCULTURA. EL ENTALLADOR. MARTÍN PÉREZ (I)

Por el Diccionario de Arte, junto a las figuras de los escultores, aparecen los entalladores. Hacen referencia en un sentido amplio  al artesano que labra la madera, piedra o mármol. Puede considerarse sinónimo de escultor.

Otros los restringen a esta definición de los entalladores en el arte español a los que hacen tallas decorativas. Por ejemplo, en la obra de un retablo se distingue entre el escultor, autor de las figuras, y el entallador, que realiza la parte arquitectónica y ornamental. Y no nos extraña, porque es el caso del artista que vamos a comentar. Se llamaba Martín Pérez, y suele aparecer en los documentos como entallador. Ante el escribano Cristóbal Gallego  en  17 de agosto de 1543 (folio 680, 1 v), se encuentra un dato referente a un trato que firma con el sastre alcalaíno Pedro Mier, para pagarle 1.687 maravedíes    por una capa y un sayo de paño fresado. Pero no solo se muestra Martín Pérez como entallador, sino que a veces se declara  escultor. Las Ordenanzas de aquellos tiempos definían muy bien la labor y la ciencias de cada uno de ellos: mientras el escultor debía superar un examen de una figura desnudada, y otra vestida, dando razón de su compostura y arte, y luego hacerla de bulo bien medida, y con buena gracia; el entallador superaba la prueba  con los conocimientos  de dibujo, labrado,  de retablos, coros, pilares, fustes,  tabernáculos, además de poseer una elaborada técnica de las herramientas propias de la talla, completadas con conocimientos de dibujo ornamental. Debía dominar el arte de la copia y reproducción de esculturas mediante el traslado de uintos, siendo una técnica muy relevante que aliviaba el trabajo del escultor. Su examen versaba en una columna vestida de talla y follajes de un serafín y que la sepa dibujar.

 

 

Por Lázaro Gila Medina, en el Libro  Arte y Artistas del Renacimiento en torno a la Real Abadía de Alcalá la Real, se ceñía a una breve biografía sobre su persona y su contribución artística. Lo sitúa en el segundo  tercio del siglo XVI, y lo relaciona con muchas actividades agroganaderas. Por su desahogada situación económica avaló a varios canteros en la construcción de la iglesia de Moclín, fiando al herrero Diego Cornejo  y el cantero Iñigo de Viduaña a poner la piedra a las puertas del templo; también salía fiador del cantero Miguel Sánchez Vizcaíno, que, a su vez, lo hacía con el escultor feligrés de San Cecilio de Granada Jusepe de Burgos.

En los registros municipales del AMAR, tuvimos la suerte de contar varias intervenciones, entre ellas en las casas de Cabildo y en la imagen de Nuestra Señora de la Puerta de la Imagen de la ciudad fortificada de la Mota, policromada por Pedro SARDO. La realizaron para la hornacina de la puerta de la imagen en el 1550, pagada por el doctor de aquella época, pintada por su padre y esculpida por Martín Pérez. En el libro de inventario de la cofradía de la Veracruz, aparecían algunas intervenciones suyas. En concreto, los tronos, las andas, los ciriales (que costaron dos mil ochocientos cincuenta maravedís que pagó a Rodrigo de Figueroa) contaron con la labor de carpintería de Martín Pérez, entallador que alcanzó la suma de tres mil setecientos ochenta y dos maravedís para las andas del Crucifijo e imágenes 

Un nuevo documento nos amplía su ambiente familiar y su taller. Nos referimos al inventario de división de bienes que tuvo lugar ante el escribano Francisco Ordóñez en enero de 156O. Compareció el padre de menores Martín Relimpio ante el corregidor y el alcalde mayor para llevarla a cabo. A través del documento que se abre con el acta de su presencia, se conoce su biografía y entorno. Estaba casado en primeras nupcias con Catalina de Trianos (un monasterio de León muy importante)  y, en segundas nupcias con Francisca de Moya. Tuvo por hijos del primer matrimonio  Pedro Matías y Ana de Trianos que, en aquella fecha,  no alcanzaban los  veinte años. Con su segunda esposa, tuvo a Pedro, Diego, Cristóbal y Martín Martínez, también menores de edad. Había dejado su caudal alcanzando la cantidad de 188.252. Se le ve una persona activa que se veía obligado a firmar censos con diversas personas y entidades, entre ellas el Hospital de la Caridad (25.000 maravedíes), los hidalgos Pedro de Pineda, Cristóbal Sánchez del Postigo. También, lo hacía con el clérigo Gaspar de Oviedo(2.725 maravedíes), que algunos confundieron con el escultor afincado en Sevilla, el mercarder Rodrigo de Castro ( 1.428), la madre de su esposa Catalina,  María Ana de Torres, (15.000 maravedíes por la dote). 

También sabemos que vivía en una casa del Arrabal de los Mesones, cerca de las Entrepuertas, una casa que se veía obligada a pagar un censo al Hospital de la Caridad de 25.000 maravedíes, lindera con la casa del licenciado médico Ocáliz, la calle y casa de los herederos de Juan de Morales (valorada en 35.000 maravedíes y se le dieron a su hijo Pedro Matías y Francisca de Moya). Poseía una viña en el Cerrillo de los Palacios (lindera con  viñas de Juan de Narváez y de la Caridad), como era muy frecuente entre los artistas que compartían otras labores de complemento. 

Su labor artística puede dividirse en el complemento que mantuvo con otros escultores, el mismo como escultor, ensamblador y carpintero de otros artistas. En cuanto a los primeros, ya hemos destacado su relación con su participación artística con el dorador y pintor Rodrigo de Figueroa y el pintor Pedro Sardo. El mismo, como escultor, trabajó la madera con la obra de la imagen de la hornacina de la Puerta de la Imagen. Y como entallador, se refleja en todas las obras en las que participó junto con  los enseres de la cofradía de la Veracruz, que abundan en su inventario para las andas, cetros, insignias, crucifijos. Por el inventario, se le ve también participando con Jusepe de Burgos, que le debía, según las declaraciones, 25.000 maravedíes, por cierto se encontraba este escultor en la ciudad de Granada. No es de extrañar que el ayuntamiento alcalaíno le debiera  seis mil maravedíes  por el chapitel de la Mora  y otras obras,  lo que nos indica que  también trabajaba la piedra a la hora de la escultura. Y lo que abundan la labor de ebanistería, y elementos formantes de la arquitectura retablísticos y mobiliario familiar de lujo para la élite de la ciudad. A Andrés de Aranda, le hizo obras con una deuda de dos mil maravedíes, a Gonzalo de Cabrera  tres mil y, sobre todo, su participación  que se define de carpintería, en la cantidad que restaba  de seis ducados en el Monasterio de Monjas de la Santísima Trinidad. Está claro que la diferencia entre el entallador y el maderero era significativa, porque se cita a su abastecedor el maderero Pedro Ríos (una deuda de 406 reales). Lo mismo que se complementaba con la albañilería en las labores de piedra, citando otros tres ducados que le debía el albañil Ruiz Cobo. Entre el mobiliario particular, los encargos se le multiplicaron: Juan de Aranda Carvajal, Alonso de Jamilena (3.000 maravedís) Pedro Delgado Salmerón, Juan de Aranda Figueroa, el regidor Martín de Frías. Y su ámbito se ampliaba a otros gremios, como el cordonero Luís del Río (306) y otros lugares como el cantero pliéguense Ortiz. 

El inventario refleja un ajuar, un vestuario, mobiliario, instrumentos, y otros enseres de casa de una persona con recursos acomodados, que sería farragoso exponer. Pero vamos a resaltar en un próximo capítulo algunos de ellos.

 

 

 

 

SOBRE EL TALLER Y HERRAMIENTAS DE MARTÍN PÉREZ (II)


Como  comentamos en el capítulo anterior, el inventario de bienes lo comenzó su esposa Francisco de Moya  a quien dio  la mitad del capital  y la mitad de la casa, los enseres de la casa (ropaje de cama, arcas,  un joyel de oro valorado en 1.500 maravedíes, cacharros de cocina. animales de alimentación gallina y pollos). De material de carpintería recogió 18 chapones  que tenía depositados en la huerta de Martín de Artiaga  en Castillo de Locubín, un bastidor, un cepo de madera, diez tablas de quejigo, lo que suponía de todo los bienes 36.800 maravedíes  y la mitad de varios censos y las deudas comentada.
A Pedro Matías, y Ana,  hijos de Catalina de Trianos, se le daba la mitad de la casa comentada en Mesones, y la parte de la dote de su madre.
 Entre mobiliario: cardera, caldereta, arca grande, cama de campo, chaplones, que eran cada una de las  partes de  que se dividía un árbol cortado,  maderos gruesos, tablones,  sin cantear,  a manera de plancha ancha.

 Y del mobiliario de la casa se quedaba con cuatro tinajas,  y plato de azófar.
Entrando en el campo de oficio, se le concedieron cinco junteras, tres martillos, una bigornia, vibrador, taladro y agujuela, dos escofinas y una escalera, una media caña, y una gibrequina, seis acanaladores, un herramental, cuatro guillames grandes, cinco bozales, dos vibradores, un bastidor (1v/5 cuartas), puertas de palacio de bastidor.

 A Cristóbal y Martín,  les reservó un respaldo de silla y dos cueros, un frasco de polvorín y otro grande, un plomo de albañil, cuatro llaves de arcabuces de mechas, siete hierros de molduras, tres nudos de onzas grandes, ocho hierros de talla, un escoplo pequeño, un hierro de juntera, un hierro de moldura, una azuela, una cerrojo con su cerradura, otro sin cerradura, un eslabón de sierra, un huso tuerto, un hierro de armas de cubo, una carrucha de hierro, un tejuelo de hierro, un ferrete, dos tinajas pequeñas, otras de 18 arrobas, una tinajuela pequeña, dos cirios, un poyal vizcaíno, una escarpia, una cuchara, una cuchara de hierro, una caldera de beber agua, unas tenazas de fuego, un tajador de peso, un anchuelo, 44 tablas de quejigo, tres molduras de golpe, tres rebotes, una plana, dos  garlopa, cartabones, tres gramiles, dos escuadras, otras tres azuelas, tres hierros ( dos de rebote, y uno de garlopa), dos limas, dos amorgones, dos pares de codales, tres gubias, un hierro de talla,  otros dos de murgón, cuatro formones,  tres escoplos, un hierro de sierra, un cincel, dos bancos de oficio, dos tablas de quejigo,  un candelero con escudo, una escalera de pino, dos pies de mesa del torno, un lechón,  un tarazón de nogal, un tarazón mayor, tres tarazones de encina, dos libras de lino y tres estopa, un paño de manos,  unas tenazas, un a escofina de tres,  la mitad del chapitel de la Mora en seis mil maravedíes y las tacas para el aposento de la señora del corregidor.

Otros datos interesantes fueron la realización de la tribuna de la iglesia del Castillo (4.000 maravedíes), y manifacturas de unas puertas.
El inventario, tuvo, por testigos el día once de enero de 1561, a Luís de Armados, Luis de Guerra, carpintero y Luís de Córdoba platero, por lo que se entiende que debían calcular objetos relacionados con el oficio de entallador y carpintería y dorado y platería. Como conclusión, es interesante que, ambos hijos y la viuda Francisco de Moya, se repartieron por partes iguales de todo su inventario. Y, entre el inmobiliario, les quedó la parte de la casa de los Mesones.
Aunque el mobiliario hay vasija, vestidos, ropas de casa, armas y otros enseres, destaca el instrumental de un entallador y el material de su taller: desde los tablones, los ejecutados para puertas y bastidores, hasta las herramientas con nombres que pueden diferir de los nombres actuales.

 

Firma  del carpintero Pedro Barbado

 

 

 

 

 

 

 

 

JUSEPE DE BURGOS

A través del entallador alcalaíno Martín Pérez, reconocemos la presencia de este vecino granadino  de la parroquia de San Andrés, Jusepe de Burgos trabajando en tierras alcalaínas, como demostramos en días anteriores  al relacionarlo con las deudas que mantenía con  este tras su muerte. Un nuevo documento del escribano Francisco Ordóñez recoge una escritura de 30 de diciembre de 1561 entre el carpintero Francisco Gutiérrez, hijo de Pedro Gutiérrez, obligándose a comprobar la elaboración de una puerta y una ventana con verjas por unos veedores, que ratificaran la tasación y ejecución y se quitara una tocadura de la puerta. Para ello, requirieron a dos maestros relacionados con el oficio de la madera.  Se trajeron dos oficiales  al carpintero  Pedro Barbado, vecino de Priego,  y  a Jusepe de Burgos, vecino de Granada que figura curiosamente como carpintero y entallador el cinco de enero del año siguiente, siendo testigos el clérigo Rodrigo Ordóñez  y Gómez Muñoz. Tras comprobar los datos, declararon su coste y trabajo en mano de obra y materiales en 12  ducados y medio, apareciendo las firmas de ambos como vamos a incluir en este texto. Intervino el alcalde mayor notificando que nombrara un maestro por el carpintero alcalaíno  quitara  el bastidor antes de todo. Vinieron  el día ocho los dos veedores. En primer lugar, se cita a Jusepe de Burgos, y luego a Barbado, revisaron la puerta y ventana en presencia del escribano Ordóñez. Y dijeron que " tasada la madera y manos de obra y bisagras y todas las demás obras que, de presente, estaban fecho que ellos lo tasaban y moderaban en trece ducados y medio". 

 

Carmen Juan le atribuía la imagen antigua de las Mereces. Y la propia cofradía lo recoge en su  página digital con este texto "Atendiendo a la talla primitiva, se trata de una obra renacentista realizada en la segunda mitad del siglo XVI y atribuible al círculo de los Raxis o al tallista Jusepe de Burgos, ambas autorías de claras reminiscencias italianas. Sin ser una obra maestra de la escultura de su tiempo, sí contempla las características propias del Renacimiento, como la rigidez de su composición en torno a figuras geométricas que circunscriben el modelo, como puede observarse en la imagen. 

Por el dato de José Gestoso y Pérez en 1909, sabemos que Jusepe era entallador y  vecino de la colación de la Magdalena de Sevilla, donde luego estuvo  Martínez Montañés,  y en  dos de junio de 1550, dio poder a Bernar de Burgos, procurador de Sevilla, ausente, para que ajustase cuentas con el cerrajero granadino Francisco de Trujillo. 

A través de estos datos podemos concluir:

- Jusepe de Burgos debió avecindarse primero en  Granada como entallador, y desde allí se relacionó con los artistas alcalaínos, luego se mantuvo en Sevilla en la década de los cincuenta para aparecer de nuevo en Granada y estar relacionado con Alcalá la Real.

-No se ve clara la frontera o la delimitación entre los oficios, porque, con frecuencia, se cita a estos artistas, como carpintero, entallador y escultor, porque se le atribuyen obras.

-Su labor de veedores muestra que intervenían hasta en la supervisión de obras menores como una puerta y verja. 

 

 

 

PABLO DE ROJAS, UN FAMOSO Y DESCONOCIDO ESCULTOR DE JAÉN

 

 

El mes de noviembre se convierte para muchas personas en el mes del misterio (procediendo del culto a las ánimas en los primeros días de su calendario) y del teatro (la obra de Don Juan es un clásico de los coliseos de muchas ciudades españolas). Sin embargo, a otras personas les trae recientemente el recuerdo de la fecha del fallecimiento del famoso escultor jiennense Pablo de Rojas, cuya vida y obra pueden considerarse las sumamente desconocidas para muchos provincianos Está claro que el éxito y el prestigio artístico de su discípulo Juan Martínez Montañés obnubiló la trascendencia artística de su maestro. Y, aún más, abundan los escritos que por doquier trataron sobre su nacimiento alcalaíno en tierras jiennenses y los estudios sobre sus imágenes, retablos, escuela, taller y otras producciones artísticas. Simplemente, por haberse descubierto su partida de bautismo hace más de un siglo y romper con la atribución de su origen sevillano, no era de extrañar que, a partir de ese momento de descubrimiento investigador, cualquier talla de alto valor artístico se le atribuyera a Montañés en la iglesia o convento más insospechado. En el sitio más recóndito de Andalucía, incluso en nuestra provincia. Con orgullo, se destacaba que la escuela sevillana había surgido de tierras de la Sierra Sur, aunque se desconocía la conexión con aquellas tierras.

 

Sin embargo, se declaraba con toda solemnidad y seguridad que su maestro PABLO DE ROJAS había nacido en tierras granadinas, y nadie dudaba de que este en la ciudad de la Alhambra se había bautizado, formado y había realizado su mejor obra. No podía sugerirse otra hipótesis porque había sido del padre y fundador de la escuela de escultura granadina para prestigiosos críticos del arte Gallego Burín, María Elena Gómez Moreno o el profesor Emilio Orozco. Y mira por donde, hace unos treinta años, este periódico provincial cambió totalmente el enfoque de la escultura española al dar a luz la noticia del nacimiento alcalaíno de Rojas, su entorno familiar de los Sardos, y las relaciones entre la ciudad jiennense de Alcalá la Real y Granada a la hora de enfocar la vida de estos dos escultores. Ni Sevilla ni Granada habían sido las patrias de su origen y de su familia. Ni había sido un motivo accidental que la cuna de las escuelas de estos maestros surgiera en un pueblo jiennense. Una abadía de realengo y un corregimiento tripartito avalaban el núcleo dinamizar de aquellos artistas que acudieron a sus tierras y, luego, propagaron su arte a muchos lugares andaluces.

 

Por eso, hoy no pueden soslayarse estas dos instituciones que desde las tierras del sur atrajeron a la familia de Pablo de Rojas, en concreto su padre el pintor Pedro Sardo se avecindó y casó con Catalina González en la ciudad de la Mota, y no hubo proyecto que no se le encargara de sus iglesias e instituciones. Se apandillaron los Sardos Raxis, por la tierra de origen de su padre, Cagliari en la isla de Cerdeña. Como su familia fue prolífica, nada menos que doce hijos seguros y, en su mayoría artistas (pintores, escultores, estudiosos de la música), se vieron relacionados con otros pintores de la diócesis de Granada y hay también datos de tierras de Jaén compartiendo aprendizaje y coparticipando en retablos. Los más famosos Melchor, Pedro y Nicolás dejaron sus huellas principalmente en tierras granadinas. Hay constancia, incluso, de que algunos de ellos, su hermano Miguel Raxis se relacionó con el escultor Sebastián de Solís en una obra de Alcaudete. Pablo hizo gala de su independencia de su familia, castellanizó el nombre en tierras granadinas sustituyendo el de Raxis, Raxes o Rages por Rojas; casó con Ana de Aguilar en la ciudad de la Alhambra y fundó su influyente taller en la calle Elvira. Sus discípulos desde su sobrino Bernabé de Gaviria hasta Alonso de Mena pasando por el círculo antequerano y malagueño recogieron su mejor saber de la mano de este maestro que impregnó de clasicismo a su paisano Juan Martínez Montañés. Sus sobrinos se vieron favorecidos de su saber y enseñanza y algunos compartieron obra como lo fue su estofador Pedro de Raxis.

La obra de Rojas no se ha beneficiado de la suerte de salir a la luz todas sus creaciones, y muchas de ellas se encuentran en el ámbito de las atribuciones por el estudio comparativo con sus tipos originales, que propagó y fueron emulados por sus discípulos. Sin embargo, los crucificados, los nazarenos, los columnarios, las vírgenes, los santos de Pablo de Rojas significaron un peldaño fundamental para la exposición pública a la hora de las manifestaciones religiosas, bajaron de los retablos para ser exhibidos y transmitir el mensaje de la Contrarreforma, inmersos den un clasicismo y manierismo que provenía de sus fuentes romanas. No es de extrañar que su familia frecuentara los viajes a sus tierras de origen italiano y se trajeran las carpetas de dibujos y grabado de los grandes pintores renacentistas que luego tallaban o pintaban.

 

Pablo de Rojas y su contexto artístico se merecen un esfuerzo cultural para ser expuestos en las dos provincias, una magna y antológica exposición entre Granada y Jaén, en la que no puede olvidarse la huella cordobesa por la presencia artística de este maestro en ciudades como Lucena y Priego. El material abunda, con su producción artística y los círculos de su influencia. Pues nunca se ha expuesto al público la obra unificada de Pablo de Rojas y ha sido un escultor básico para el posterior desarrollo de la imaginería barroca de Andalucía. La interprovincialidad sería una faceta que podría encuadrarse como novedosa, copartícipe y colaboradora entre varias provincias. Y sin comentar otros aspectos como una actividad muy interesante de atracción para el turismo cultural.

Publicado en el Diario Jaén. La Semana. Domingo, 27 de noviembre de 2016

 

 

 

 

 

 

 

LA MAGNA EXPOSICIÓN EN EL CDL ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO  DE  JUAN MARTÍNEZ MONTAÑÉS

 

 

 

En el ecuador de la celebración del 450 Aniversario del Nacimiento de Juan Martínez Montañés, se viene celebrando una magna exposición sobre su vida y su obra en el Aula Magna del exconvento de San José de los Padres Franciscanos Capuchinos. Un espacio del antiguo templo que se ha queda pequeño para albergar las setenta muestras y documentos de esta importante iniciativa cultural. Son muchos los estudiosos y amantes de la obra montañesina que han pasado por ella. Y, bajo la nueva mano organizativa del comisario Juan Cartaya se han visto sorprendidos de entrar en un contacto directo y singular con el Dios de la Madera, que es el título que preside la muestra expositiva.           El espectador se encuentra, en primer lugar, una renovación en el conocimiento de la infancia del genio e hijo predilecto de la ciudad de la Mota, cuando accede al rincón de los pies del templo. Su pila de bautismo, su árbol genealógico, la mano de su padre o de los bordadores que trabajaron en Alcalá la Real, y el entorno artístico de la Alcalá que contempló en sus primeros años de su infancia son palpables en los restos retablísticos de la iglesia parroquial de Santo Domingo de Silos. Si hubiera que fijarse en algún detalle, nos quedaríamos con dos objetos: la escritura de arrendamiento de la casa de la calle Real y la tabla de La Circuncisión. El primero nos trae a colación una nueva lectura de sus primeros pasos gracias a los documentos del Archivo Histórico Provincial, que se exponen junto a la partida de bautismo de la iglesia de Nuestra Señora de las Angustias, actual sede de la parroquia dedicada al Patrón de Alcalá la Real. La tabla de la Circuncisión crea un hilo umbilical de los artistas alcalaínos, que compartieron vida con el niño montañesino y su padre en el taller de bordado. Parece como si los Sardos-Raxis, Martín Pérez, Jusepe de Burgo o Rodrigo de Figueroa le hubieran inspirado el tratamiento de niño montañesino.

            Granada y Sevilla se muestran y se funden en la exposición como dos peldaños de su carrera artística. Y lo hacen de la mano de sus maestros, sobre todo la ciudad de la Alhambra a partir de las muestras de los Raxis- Sardos, estos artistas que se afincaron en tierras alcalaínas y expandieron su obra por las tierras abaciales del Sur de Jaén y en las provincias colindantes. Su primer maestro el imaginero Pablo de Rojas se presenta con las mejores muestras de su producción artística con la Virgen de los Favores y los dos Crucificados, el del Seminario y el de la Capilla de los Beneficiados de la Catedral de Granada. Además, su sobrino y estofador Pedro de Raxis ilustra de la influencia de esta importante familia en su paso de Montañés por Granada.

 Sevilla, la Babilonia del Mundo, se enmarca con documentos y obras el entorno de Francisco de Pacheco junto con varios retratos que dejan entrever la personalidad del Lisipo español. Pero, su participación en la Granada, el acta de su examen de artista, y sus contratos de obras enmarcan a un triduo de Inmaculadas, que explica perfectamente la razón de que de sus manos surgiera una obra como la Cieguecita de la catedral sevillana.

            Es verdad que sus modelos iconográficos quedan insinuados en el caso de los Niños Jesús y de los Jesús Nazarenos con algunas muestras de obras montañesinas o de copias posteriores, pero el rincón que envuelve en la santidad supera esta ausencia. Pues, allí se encuentra en un diálogo intenso entre imágenes del Dios de la Madera y de sus discípulos y coetáneos. Desde el Cristo majestuoso de Rojas hasta el  montañesino de la capilla del evangelio, perteneciente al ático del monasterio de Santa Clara, se invita al acercamiento del espectador para entablar una reflexión sobre la lección de aprendizaje entre el discípulo y el maestro.  Entre las imágenes del san Juan Bautista y del san Juan Evangelista, se comprende el paso del manierismo al naturalismo montañesino. Las de las Santas, desde Santa Inés hasta la Magdalena, interrogan sobre un patrimonio andaluz que supo captar el mundo tridentino y se encuentra envuelto en el arcón de su recuperación. Otras forman un coro envolvente como Zacarías y san José que se funde con las nuevas corrientes del misticismo de la época de Martínez Montañés. San Francisco de Asís y san Ignacio de Loyola persuaden al visitante a un intimismo y a un sentimiento protobarroco, que todavía no cae en el dramatismo de tiempos posteriores, hacen meditar y compartir unas vivencias como si se tratara de personajes reales por la expresión de sus rotos. El retablo del convento sevillano de Santa Clara parece como si hubiera bajado de las alturas para hacernos comprender mejor la obra montañesina, que se complementa con otras muestras de particulares, cofradías e iglesias sevillanas.

El testero del presbiterio capuchino queda reservado para una muestra de la obra retablísticos de Martínez Montañés, entre el retablo de la iglesia sevillana de san Onofre y la tabla de la Adoración de los Pastores del monasterio de Santa Clara. Contemplar esta última es retrotraerse a la obra de su maestro y proyectarse en las tablas del monasterio de San Isidoro de Santiponce. La armonía, el equilibrio, la perfección clásica se ejemplifican en este rincón, donde se recuerda su intervención en la obra no religiosa del genio de la madera con su amistad con Velázquez y el busto de la cabeza de la estatua de Felipe IV.

No queda espacio en la sala para exponer más obra, unos apuntes artísticos sobre su discípulo Juan de Mesa sirven de contraste de una muestra que ha debido suponer un gran esfuerzo para los organizadores y las instituciones promotoras, al mismo tiempo que nadie debería perderse y comprender con su visita la influencia de la ciudad de la Mota en la obra montañesina.

 

 

        

 Publicado en el Diario Jaén. La Semana. Domingo, 21 de octubre de 2018.

MARTÍNEZ MONTAÑÉS  EN SEVILLA

Desde el 30 de diciembre del año pasado hasta el 15 de marzo del recién nacido 2020, puede contemplarse la muestra única e irrepetible de la  mayoría de las obras maestras del alcalaíno  Juan Martínez Montañés (Alcalá la Real, 1568- Sevilla, 1649),  Un jiennense, considerado  por  muchos tratadistas del arte “maestro de los maestros”, tal como titulan la  exposición hispalense de modo que,  en el campo de la escultura fue uno de los que mejor define la transición del Renacimiento al Barroco gracias a la influencia de su maestro, también alcalaíno, el imaginero Pablo de Rojas. En la figura del Lisipo Español, se consigue la capacidad de levantar un territorio artístico personal, poniendo toda la intensidad de creatividad personal al servicio de la fe y de la belleza. En el Museo de Bellas Artes, las salas quinta y la reservada para las exposiciones temporales ambientan, gracias a su anterior uso de templo conventual, las 44 esculturas y relieves del genial artista, coadyuvadas con una exquisita ubicación para ser contempladas y una iluminación muy sugerente Completa  la exposición hasta  58 obras, pertenecientes a su contexto artístico de la Sevilla del Dios de la Madera, con las obras de Valera, Pacheco, Gaspar Núñez, Herrera  y otros.

Se echa de menos una introducción documental y biográfica de su etapa de la infancia y aprendizaje en tierras alcalaínas y, granadinas, con su maestro Pablo de Rojas, donde aprendió los modelos iconográficos de los santos, Virgen, Niños Jesús, Jesús Nazareno, y Crucificados. Así lo manifestaba, en su tiempo, el propio Pacheco refiriéndose al Crucificado de marfil para el conde de Monteagudo, esculpido en 1580, que luego sublimará Montañés con sus obras sevillanas de este modelo iconográfico. Toda la exposición se encuentra centrada en su etapa sevillana, donde han aparecido la mayoría de las obras descubiertas o atribuidas, entre los cuadros majestuosos de Roelas, Herrera, Zurbarán y Murillo que cuelgan de las paredes del extinto templo.

Muy bien distribuida para el conocimiento y estudio de la obra montañesina, la exposición se inicia con una sección, que coincide con los pies y el cuerpo del antiguo templo conventual, donde se exponen los primeros retablos o conjuntos más notables de San Isidoro del Campo y San Leandro, así como algunos encargos privados. De tierras de Santiponce, proceden  varias imágenes del retablo mayor del  monasterio cartujano, los sepulcros de sus fundadores y las pequeñas figuras del retablo de la capilla eucarística del Reservado; del retablo de San Leandro, recoge el programa iconográfico de la exaltación de la  genealogía de san Juan Bautista y Jesucristo mediante las imágenes de su principales miembros, y los relieves de la escenas de San Juan en el desierto y el Bautismo de Jesús sin olvidar la presencia de varios ángeles atlantes y la cabeza degollada de San Juan Bautista, en la doble versión del escultor alcalaíno y de Gaspar Núñez; del convento franciscano de Santa Clara, los santos Juanes y San Francisco, restaurados contrastan y resplandecen frente a la exposición alcalaína.  

 En el segundo tramo, correspondiente al crucero y presbiterio, destacan las muestras más importantes de su excelente producción artística desde su primera obra localizada tras el examen de maestro de escultura y arquitectura, cual fue el majestuoso San Cristóbal, en el que se puede contemplar desde diversos ángulos el perfecto estudio de fuerzas y equilibrios que lo acercan a los genios universales con la figura del santo y el Niño Jesús. En un contexto introductorio con cuadros que incitan a la devoción por parte de las manos pintoras de Pacheco y Varela y  el retrato montañesino de Francisco Varela, atribuyéndole el falso origen sevillano, desde Santa  Catalina a Santa Teresa, pasando por san Agustín y lo santos jesuitas san Ignacio y san Francisco de Borja, se encuentra un rincón devocional que refrenda su huella en la imaginería de los grandes santos, patronos de órdenes religiosas y exponentes  de la mística del siglo XVII.   La figura de San Jerónimo, partiendo del barro cocido de Torrigiano, se complementan con las que fueron fruto de su gubia en Santiponce y Llerena, donde impresionan y anuncian otros modelos iconográficos como el de Santo Domingo de Silos, recogiendo el ambiente ascético del Siglo de Oro.

 En la Sala reservada para exposiciones temporales, abundan sus aportaciones más importantes dentro de la iconografía sevillana con el Niño Jesús del Sagrario de la Catedral de Sevilla, la serie de la Inmaculada Concepción haciéndose eco de ese momento de este dogma mariano trasplantado al intimismo del creyente moderno. Y, sobre todo, destacan las imágenes de los Crucificados, bellamente complementados con obras de su entorno para una mejor comprensión del tratamiento peculiar montañesino. Como en la exposición alcalaína se echa en falta la presencia de una imagen nazarena, así como alguna muestra de su producción para tierras americanas, que complementarían esta excelente exposición del ilustre imaginero alcalaíno. No obstante, la presencia del Cristo de la Clemencia y la Cieguecita, resaltan en un contexto enriquecido con la presencia de los Crucificados de los Desamparados y de Santa Clara. Y la Inmaculadas del San Andrés, San Julián, Pedroso y Santa Clara.

La gran labor de conservación y restauración de muchas obras, entre ellas  las expuestas el año anterior en Alcalá la Real, han enriquecido la exposición y es aliciente para su visita, ya que significan un excelente punto de partida para el estudio de su obra, sobre todo las de las imágenes del monasterio de Santa Clara, ya que permiten contemplar la extraordinaria calidad y belleza del maestro alcalaíno. Además, el acercamiento al espectador que se percibe en tablas de retablos, como los recién restaurados de la iglesia de la Anunciación, resalta en la expresión pictórica que le aportaron entre otros su paisano Gaspar de Regis, el pintor Francisco de Pacheco y Baltasar Quintero,  firma recién descubierta en el retablo del monasterio de San Leandro.

En esta muestra. no se han olvidado la producción no religiosa con lo que se  complementa a la exposición alcalaína como las figuras de Guzmán el Bueno y  María Alonso Coronel, ni el san Juan Evangelista del museo de Valladolid, ni la etapa trágica con  algunos elementos del retablo de la iglesia jerezana  de San Miguel  por la presencia de las imágenes de San Pedro y San Pablo y varios ángeles, que recogen momentos importantes y etapas que influyeron en la vida de Montañés como la peste sevillana de los años cuarenta del siglo XVIII.   La Virgen de Cinta de la catedral de Huelva, San Bruno de la Cartuja de Sevilla, y otras obras atribuidas como las de la iglesia de la Magdalena no podían faltar a la cita museística, así como las del propio museo de Bellas Artes de Sevilla, procedentes de colecciones de otros conventos. Tampoco están ausentes Alonso Cano ni Juan de Mesa, el maestro abrió la senda de muchos artistas, de las que se hace eco esta exposición. Una muestra que como pretenden los organizadores. Las cotas alcanzadas por el artista lo convierten en maestro de maestros, cuyo principal discípulo fue Juan de Mesa. Esta exposición constituye una oportunidad única de profundizar en su vida y su obra en la génesis del Barroco en Sevilla.

Publicado en Diario Jaén, La Semana Ddomingo, 5 de enero de 2020

 

UN DOCUMENTO INÉDITO DE LA VIDA DE JUAN MARTÍNEZ MONTAÑÉS

Se celebró en 1568, el 450 Aniversario de Juan Martínez Montañés.- Es verdad que son muchos los estudiosos sevillanos que han ilustrado de la vida del ilustre imaginero el Dios de la Madera, sobre todo el profesor Hernández Días. Parecía que su vida concluía con las aportaciones de su obra en la capital hispalense. Pero, su infancia en tierras de la ciudad de la Mota puede proporcionar algunos nuevos enfoques.  Entre los documentos recogidos en el Archivo Provincial de Jaén, se encuentra un traslado de un poder notarial solicitado por Juan Martínez Montañés al vecino alcalaíno Pedro de Frías y Valderas, levantado por el escribano alcalaíno Juan de Rotaesta. En concreto, el documento original procedía del escribano sevillano Mateo Díaz   que lo había firmado en 17 diciembre de 1620.   Aunque en la nota marginal aparece el título de poder entre ambos, el del escultor viene con el nombre de Juan Martín Montañés, frente en el texto de escritura y traslado de poder que aparece como nombre, apellidos y títulos Juan Martínez Montañés, maestro escultor y arquitecto, vecino de la ciudad de Sevilla   en la colación de la Magdalena. Le concedió todo este poder al presbítero don Pedro de Frías y Valderas, que por aquel tiempo era un sacerdote alcalaíno "estante en la ciudad de Sevilla”. Sus pretensiones no eran otras que lo representara en la ciudad de Alcalá la Real o en otro cualquier lugar ante las Justicias y otras personas para hacer las probanzas e informaciones de su limpieza de sangre e nobleza e como soy hijo legítimo de Juan Martínez Montañés y Marta González, mis padres difuntos, que Dios guarde, que fueron vecinos de la ciudad de Alcalá la Real, y de cómo la dicha Marta González fue  hija legitima de Francisco  González Moreno  y Elvira Jiménez, su mujer, mis abuelos asimismo difuntos, vecinos de la ciudad de Alcalá la Real, y asimismo de los demás ascendientes y descendientes, de los susodichos , y de como todos ellos fueron cristianos y de limpia generación sin mota, mora ni judía, ni de los nuevamente convertidos a la fe católica(…).. Facultaba para que se hicieran todo tipo de testimonios e interrogatorios, recogida de testimonios, codicilos, escrituras de bautismo”. Curiosamente es incuestionable la información aportada por el imaginero alcalaíno sobre la rama maternal, en la que abunda, pero deja entrever un hálito de misterio por lo que respecta los datos del padre, que han dado lugar a elucubraciones hasta el punto de proyectar origen mistérico en recreaciones novelescas.   . , 
En certificado aparte aparece el traslado de Juan de Fonofaya ante el escribano Francisco de Castro. El dieciocho de enero de 1621, le traslado el poder Juan Frías al procurador Francisco Gutiérrez ante el escribano Juan de Rotaesta y siendo testigos el presbítero del Castillo Pedro Duran, el escribano y procurador de número Antón de Santillán y Juan de Moya. Cano vecino de Alcalá. Es curioso que dicho expediente debiera encontrarse durante algunos años dentro una carpeta y registro del escribano alcalaíno, y lo transmitió a las generaciones siguientes. Pero,  actualmente,
en el Archivo Provincial  la caja aparece vacía sin  el legajo de la limpieza de sangre y todas las probanzas del linaje del Lisipo español. Afortunadamente, hace unos años  estos documentos aparecieron en Argentina conservadas o en forma de copia o traslado  por un médico  descendiente suyo, que se las envió fotocopiadas a Carmen Juan y junto con Mayte Murcia escribieron un artículo en la revista de estudios giennenses detallando todos los demás familiares tanto paternos como maternos.
El documento del archivo provincial muestra que con este 
un nuevo dato se presenta un Juan Martínez Montañés quese sentía alcalaíno, a pesar de que en sus retratos como el grabado de Pacheco,  el lienzo de Varela y de Velázquez no se aportara el lugar de nacimiento. Incluso el segundo que lo retrató a la edad de 47 años le adjudica un ficticio origen sevillano para mayor confusión.

 

 

Publicado en la Semana del diario Jaén. EL20 DE FEBRERO DE 2018

 

 

 

 



LA CASA DONDE NACIÓ MARTÍNEZ MONTAÑÉS EN SU CDL ANIVERSARIO (Y II)


Juan Martínez Montañés nació el 15 de marzo de 1568 en Alcalá la Real y fue bautizado un día después, como era costumbre. Murió en Sevilla, 18 de junio de 1649 este escultor español, cuya obra conserva la sobriedad clásica propia del Renacimiento, aunque aportando la profundidad de la escultura del Barroco. ​ Se formó entre Alcalá la Real y Granada con Pablo de Rojas y su familia. Completó su educación en Sevilla, donde se estableció para el resto de su vida, convirtiéndose en el máximo exponente de la escuela sevillana de imaginería hasta el punto que todo el mundo le adjudicaba erróneamente el nacimiento hispalense. Toda su obra fue de tema religioso, menos las dos estatuas orantes del monasterio de San Isidoro en Santiponce y el retrato ecuestre de Felipe IV. Su fama le condujo a que sus encargos se extendieran para muchas ciudades del Nuevo Mundo. Este imaginero fue conocido por el «Lisipo andaluz» y también como el «dios de la madera» gracias a su habilidad a la hora de plasmar escenas y personajes evangélicos con su gubia.

En el 450 aniversario de su muerte conviene recordar que la partida de su nacimiento fue descubierta por un amigo del académico   Adolfo Rodríguez Jurada, que fue quien la divulgó. Intervino en su búsqueda el alcalaíno Pedro de Pineda, que comentaba en la revista granadina Alhambra los pasos de la investigación, y el párroco de Santo Domingo de Silos don Manuel Santiago y Garrido. Y, en tierras jiennenses, cercano a estas fechas, el 24 de febrero de 1911 se publicó la noticia por Alfredo Cazaban en el periódico jiennense de la Lealtad.

Todavía se conserva tanto la partida de bautismo como la pila plateresca en la iglesia de Nuestra Señora de las Angustia de la antigua Santo Domingo de Silos, La partida se recoge con estas palabrasEn diez y seis días e dicho mes baptize yo Francisco de la Torre a Joan, hijo de Joan Martín broslador y Martha González, su mujer, fueron sus padrinos el  señor licenciado Gil Fernández provisor y doña María mujer de Francisco de Aranda regidor.

            Siempre ha sido una incógnita la casa de los primeros pasos de la vida del famoso imagineroSu padre fue bordador, por aquel tiempo se empleaba el término de broslador, y complementaba los ingresos de la familia, ejerciendo de administrador y mayordomo del Hospital del Dulce Nombre de Jesús.  Como un vecino que acudió a la cita de repoblar la ciudad de la Mota, se estableció en la parte llana. Lo que era un enigma fue la ubicación de su vivienda. Casi siempre, por eso de las calles de oficios se adjudicó a la actual calle Bordador, la residencia familiar, se colocó con motivo del descubrimiento de su partida un mosaico trianero de su retrato imitando al lienzo de Velázquez a principios del siglo XX, y se asignó con una placa una casa, en la que ni siquiera existía dicha vivienda. Entre las aportaciones, actuales al conocimiento de la biografía montañesina, se encuentra la auténtica ubicación de su casa. Curiosamente, coincide con la calle que se rotula con sus dos apellidos desde principios del siglo pasado (1914). Sin embargo, en 1564, se le conocía por calle Llana de Gutierre de Burgos, y popularmente como Llana. En otro documento del Archivo Histórico Provincial de Jaén, firmado por el escribano dibujante Gómez Muñoz Monte, se manifiesta que Juan Martínez Montañés registra un contrato de arrendamiento de unas casas en la calle Llana. El documento, cuatro años antes que naciera el artista, fue firmado por el propio padre Juan Martínez, como bordador. Y lo hace como el arrendatario y como vecino de Alcalá-a la Real. En concreto, la fecha del escrito en 5 de diciembre de 1564 y ocupa el   folio 13 del libro notarial del mencionado escribano. El propietario de la casa que contrata era Bernardino de Escaladas que no sabía firmar. Y lo más curioso era la su ubicación. Se dice textualmente “unas casas que vos tenéis en la calle Llana, que lindan con casas de Marcos Ruiz del Moral e con casas de Leonés el Viejo e la calle Real".  Por alquiler, se fijaban 3 ducados. Estas casas no eran otras que unas de la calle Llana, frente al antiguo convento del Rosario, pues, aunque no podían ser linderas de dos calles a no ser que fueran esquina o el corral diera a una de ellas, el término real hace alusión a la misma calle Llana, lo que descarta la atribuida ubicación de la calle Bordador o General Lastres y se muestra que es la calle Llana el sitio de vecindad. Aparecieron como testigos Alonso de Brazuelo, Alonso Galindo y Juan Garrido. En 1927, a instancias de un grupo de vecinos, siendo alcalde don José Benavides, se puso el mosaico de su retrato, de la escuela sevillana de pintores ceramista, copia del rostro y medio busto de Velázquez en la calle de El Bordador. Luego, se levantó el monumento del imaginero alcalaíno encargado al escultor jiennense Jacinto Higueras, que se valió de algunos modelos anteriores, sobre todo Velázquez y la nariz de algunos paisanos. Según cuenta  Jacinto Mercado, director del Museo Jacinto Higueras, el busto del insigne escultor fue la última obra de Jacinto Higueras antes de su fallecimiento en 1953, el resto de la obra, corrió a cargo de su hijo, el también escultor Jacinto Higueras Cátedra. Y fue inaugurado en 1955 por el ministro Joaquín Ruiz Jiménez. En bronce sobre pedestal de piedra. En este nuevo aniversario, de seguro que se celebrarán importantes actos en Alcalá y en Sevilla, entre otros corresponde situar algunas placas, y, sobre todo, su retrato en la calle donde compartieron vivienda y nacimiento, maestro y discípulo, Pablo de Rojas y Martínez Montañés.

 

 

Se publicó en la Semana del Periódico Jaén. 11 de maro de 2018

 

 

 

 

MARTÍNEZ MONTAÑÉS Y EL DULCE NOMBRE DE JESÚS

La advocación del Dulce Nombre de Jesús se remonta  a los primeros cristianos. Ya lo decía san Pablo en su carta a los Filipenses:   Por eso Dios lo exaltó y le concedió un nombre superior a todo nombre, para que, ante el nombre de Jesús, toda rodilla se doble, en el cielo, la tierra y el abismo; y toda lengua confiese para gloria de Dios Padre: ¡Jesucristo es Señor! (Filipenses 2, 9-12.).  Pero, a partir del siglo XVI, la iglesia celebró el Santo  Nombre, teniendo en cuenta que  el significado de Jesús era “Yahvé salva”. En concreto, en  1530, el papa Clemente VII instituyó esta fiesta litúrgica, como oficio propio de la Orden Franciscana. 

En 1721, se extendió esta fiesta para toda la Iglesia.  Curiosamente, Alcalá la Real denominó al Hospital, con el nombre del  Dulce Nombre de Jesús, muy ligado con la cofradía de la Santa Caridad (1488).  Debió existir este hospital con el nombre anterior de la Caridad en unas casillas del Albaicín de la Mota. Pero, a partir de los años cuarenta del siglo XVI, y con el apoyo de los fieles, y, sobre todo, del provisor y vicario don Diego de Hernández, se trasladó en torno a unas nuevas casas la Alhondiguilla junto al convento de las Madres Trinitarias, todo estos edificios comprendidos en el Arrabal Nuevo.

Tanto la cofradía de la Santa Caridad como el Hospital fueron regidos por unas constituciones o estatutos que nombraban un mayordomo, a la vez prioste de la cofradía, que administraba sus bienes durante un sexenio de años, pero que, por diversas circunstancias solían restringirse su periodo. Se disponen de datos en el Archivo  Municipal de Alcalá la Real, de varios documentos, cuentas y constituciones de cofradía y hospital, entre ellos los  libros de cuentas.

En los años comprendidos entre el  veinte de abril de 1570 y  el mes de julio de 1572, se encuentra de mayordomo de la cofradía y Hospital  el bordador Juan  Martínez Montañés de modo que  aporta un nuevo dato a  la presencia de la familia del imaginero Juan Martínez Montañés en Alcalá la Real. Pues, ya refrenda  que su padre fue mayordomo  por estas fechas y administró sus bienes y, como es natural, se vio inmerso en el espíritu caritativo de este hospital dedicado a los enfermos, pobres de solemnidad, transeúntes y personas de mayor edad.

Se acrecienta la información de la biografía de padre e hijo, pues, tan sólo  se databan hasta ahora su presencia con un préstamo de  seis fanegas y media de trigo que le hizo el cabildo alcalaíno en 1559,  el nacimiento de su hermana mayor Ana  en 1565,  nuevos préstamos de trigo en los años posteriores ante la carestía del pan, y, recientemente,  el arrendamiento de la vivienda paterna en la calle Llana, esquina de la calle Real, tres años antes que naciera el Dios de la Madera. Con el legajo de  cuentas  se cierra en el ejercicio de 1570, Alcalá no estuvo ajeno a este nombre, y  se ratifica con un pago de  dinero en el cabildo en 22 de diciembre  de 1570, por el que se recogían varias libranzas o partidas de gastos  que procedían de las órdenes del alcalde mayor. Por cierto, muy interesantes, porque aluden al trasiego entre los soldados que acudían o regresaban desde la Guerra de las Alpujarras y manifestaba el lamentable estado con el que debían ser socorridos. Se escribía “descárguensele demás mil e doscientos e noventa e dos  que pagó a Juan Martínez Montañés, mayordomo del hospital del Nombre de Jesús,  de esta ciudad para que con ellos se enviase, como se envió, ciertos soldados enfermos que se llegaban a dicho Hospital”.

En estos pagos, aparecía como bordador, mayordomo del Hospital y hermano mayor de la cofradía de la Santa Caridad. Su labor debía afrontar varias dificultades, porque hubo un gran movimiento de tropas por Alcalá; tuvo que pagar varias deudas anteriores y realizar algunas reformas en el Hospital, entre ellas una chimenea. Para paliar los gastos, debió vender un asno  y  una bandeja de plata, que le contrastó el platero granadino Miguel de Montalván. Además se multiplicó el reparto de limosnas de pan a los pobres, que no podían salir a demandar por las calles. Con un presupuesto de 435. 278 maravedíes y  18 fanegas de trigo y ocho celemines  de trigo y ocho fanegas de cebada y ocho celemines, tuvo que hacerse frente a los gastos ordinarios (las deudas del año anterior que le había dejado el mayordomo Bartolomé Hernández de Arjona, el sustento y los enterramientos de los pobres y enfermos, el médico, el barbero sangrador, las medicinas, el muñidor las fiestas litúrgicas de misas, cera, comida de las Pascuas,  pago de transporte de transeúntes, , portero,  y deudas no cobradas de censo. En este año 1572, precisamente se recibieron las casas de Luís Arnedo hornero, y del regidor Antón García de los Ríos en la Alhóndiga, y estaban vinculadas posteriormente a una memoria de misas de don Juan de Villalta. Dentro del hospital hubo una pequeña capilla, donde el niño Montañés pudo contemplar  una imagen de Nuestra Señora ( la Virgen Coronada), dentro de un retablo  y los ornamentos sagrados, cruz de entierros y cofradía, las andas procesionales,  sus horquillas, las dos coronas de plata de Madre y Niño,, los objetos sagrados como el cáliz , lámparas, patenas y manteles  del altar, una cruz con un Cristo Pintado (se dice que algunos los pintó Pedro Sardo). El alojamiento del hospital disponía de nueves camas con todo su ajuar  y otros objetos como bacines, y curiosamente, disponía de “”un hábito  para los que llevaban a hacer Justicia con la cruz verde y caperuza de lo mismo y es blanco”. La fiesta de la Natividad de la Virgen era la oficial de la cofradía de la Santa Caridad junto nueve misas de aguilando,   y tres misas dedicadas a los humanos fallecidos.

La advocación del Dulce Nombre de Jesús debió calar en aquél niño alcalaíno, que luego se trasladó a Granada y, posteriormente a Sevilla. Pues, en 1582, ya en Sevilla Juan Martínez Montañés y su esposa Ana de Villegas se hicieron hermanos de la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús, cofradía ligada, como la de Alcalá la Real, a la defensa de los juramentos ante Dios y preferida y exclusiva de los miembros de la Orden Dominica. Curiosamente regaló a la cofradía el imaginero una  imagen de la  Nuestra Señora de la Encarnación, talla de medio cuerpo que se conserva en la Casa de la Hermandad y se ha exhibido en la Exposición del 450 Aniversario. Pero, aunque la cofradía alcalaína del Dulce Nombre de Jesús, y la imagen del Niño Jesús, fueron posteriores a su marcha a Granada y Sevilla, no puede olvidarse la huella de los relieves de los retablos de las iglesias alcalaínas en las imágenes de los Niños Jesús posteriores, tanto en sus relieves de Santa Clara y Santiponce como los exentos de la parroquia del Sagrario de la Catedral de Sevilla. No hay más que fijarse en el escorzo del retablo de la Circuncisión de la antigua iglesia de Santo Domingo de Silos de Alcalá la Real, para comprender que fue su fuente en otras muestras como el Nacimiento  y Adoración de los Reyes, sirva de ejemplo el de Santa Clara.

         El Dulce Nombre de Jesús se hizo nazareno, y fue por la primera muestra de sangre en el momento de la Circuncisión. Lo mismo que aconteció a la cofradía del Dulce Nombre de Jesús se convirtió en  nazarena y recogió la antorcha de la Santa Caridad, siglos después.

En Revista del Dulce Nombre de Jesús. Enero de 2019

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

RUTAS DE JAÉN

EL CAMINO MOZÁRABE POR LA PROVINCIA DE JAÉN (I)

Entre los caminos que llegan a las tierras de Finisterre, se encuentra el camino mozárabe, que recogía en gran parte la antigua Vía de la Plata y recorrían las tropas romanas entre la Bética y el Norte de España. Remontan su historia al siglo X, cuando se hizo célebre para muchos peregrinos cristianos, y, sobre todo, por ser el que camino que recorrió Almanzor tras su saqueo de Santiago de Compostela.     
Por las tierras de la Sierra Sur, este camino se entronca desde tierras de Granada hasta llegar a Mérida, donde enlaza con la famosa vía romana de la Vía de la Plata. A través de estos lugares, absorbió y dejó a su paso una trama de caminos reales, rutas pecuarias y otra serie de sendas y veredas comunales que pueden transitarse en tres etapas, comprendidas desde el territorio granadino hasta la ciudad cordobesa de Baena. En la primera, sale de la provincia de Granada, y, encuadrada dentro de la segunda etapa, se inicia en Moclín y, tras pasar la fuente histórica de Malarmuezo y el Coto de los Pedernales, llega a los alrededores de la Cooperativa de San Antonio conocida popularmente por del El Pleito,por  donde entra en tierras de la Sierra Sur. Es un tramo de romances, remembranzas de frontera y  panorámicas entre atalayas y de leyendas mozárabes que se plasman en la ermita del cortijo de San Marcos, donde comentan que se bautizó el pastor de Colomera.  Tras recorrer un tramo de la N-432, se asciende por el antiguo camino real de Granada, hacia los pies de la Sierra del Camello para pasar por una antigua alquería y venta, de nombre Cequia, que se mantuvo hasta la Edad Moderna y hoy es uno de sus núcleos de la aldea de Ermita Nueva. Bellos parajes en tierras de tesoros hispanoárabes, algún dolmen con el que se topó Romero de Torres por los años treinta del siglo XX, torcales y hundideros naturales divulgados con el nombre  de los Capachos en un paraje de singularidad geológica, asentamiento de bienes y cortijos de cartujos, campos colmados del léxico árabe como Almoguer, Alcaicería o Gineta, lugares de encuentros históricos entre ziríes y huestes castellanas, poblados y oppida iberorromanos y reminiscencias de material lítico del homo neardenthalensis.

   
El tramo se encuentra perfectamente señalizado por la viera jacobea de color amarillo a lo largo de todos dos los recorridos. Tras el paso de los núcleos de las Pilillas y el Ventorrillo, se abandona Ermita Nueva y, tras seguir el camino real de Granada, pasando por el Llano de los Azores, terrenos de los Propios, el cortijo del Piojo y una zona de huertos y viviendas de ocio, se cruza el arroyo del Palancares, donde hubo un antiguo batán. Cercano se encuentra el cortijo de Verdugo, de fachada modernista, que recuerda la mano del maestro Manuel de la Morena; en su entorno una cruz y una era son monumentos y testigos del patrimonio de la piedra seca y revivió en años anteriores el tiempo de los segadores, la trilla, la criba y el aventamiento.
       Tras cruzar la carretera y un pequeño puente, el camino se si dirige hacia tierras del regidor malagueño Alonso Verdugo, abastecedor de las galeras de Felipe II, y hacia el desparecido cortijo del Villar de Juan Carnicero, antaño de propios. Con el pequeño respiro de la descendida de los anteriores tramos, el camino comienza una leve pendiente, tas dejar varias viviendas rurales, por donde se marcha `perpendicularmente a la carretera nacional  N.432 abandonando el camino de la Corte, y  siguiendo hasta unos dos mil doscientos metros, donde se gira hacia la izquierda, entre tierras de la Cabeza el Carnero, La Lancha, Llanos de Mazuelos  y las huertas de la Pasadilla hasta llegar a la Fuente del Rey, bello paraje de hortelanos, bajo la vigía de la torre gótica del Cascante.
 En los libros de guías remontan este trayecto a más de dos milenios por la presencia de algunos restos romanos cuando escriben “Tras cruzar un pequeño arroyo se llega a una era presidida por una cruz blanca.  Muy cercana queda ya la pedanía de Santa Ana, a la que no llegamos; los restos romanos se pueden descubrir si miramos atentamente el suelo al llegar a la referida era”. En su entorno, asentaron sus huestes las tropas de Alfonso XI, el mundo argárico dejó sus huellas en cistas y tumbas, sarcófagos romanos se trasladaron al museo local desde este lugar, una de las villas romanas de mayor fondo arqueológico se encuentra en la Lancha, y   se mantiene la imagen románica en una ermita neogótica del siglo XX. El pilar refresca en edio de un recinto de recia y restaurada piedra, tallada por Martín de Bolívar y cubierta en tiempos del abad Mendoza y Gatica para proteger a las damas de las miradas de los mozalbetes cuando llevaban a cabo la colada con los pies del canal del cauce de agua fría. De aquí la ruta viene marcada por una serie de flechas hasta salir al antiguo camino antiguo de la Fuente del Rey, hoy carretera autonómica, en dirección a Alcalá la Real.

Se otea por el Portichuelo la fortaleza de la Mota, y tras bajar, por el antiguo camino de Granada en su tramo de la Cuesta del Cambrón, la mejor entrada para el peregrino es la puerta de Santiago. Curiosamente una puerta poterna bautizada con el nombre del Apóstol, donde los aires solo conservaron sus muros sustentantes y se llevaron el arco de la Pescadería. Pero, cercana se encuentran las caballerizas de los abades y el Bahondillo.

Un primer contacto para subir a la iglesia abacial y contemplar varias tumbas mozárabes que en la piedra esculpen una silueta antropomórfica. Las mismas que se encuentran en la necrópolis de Tozar y en algunos cortijos de Alcalá como en las Peñuelas. Se palpa la huella de la ruta mozárabe en esta primera etapa. Por doquier las vieras y las conchas adornan pilastras de arcos y puertas dinteladas Y en el interior del templo, Santiago preside una capilla del ala del Evangelio, como reproducen las nuevas tecnologías en un panel.
 

 

 

Publicado en La Semana del Diario de Jaén 10 de marzo de 2019

 

 

 

 

 

 

 

 

SEGUNDA ETAPA DEL CAMINO MOZÁRABE  POR JAÉN (II)

La tercera etapa del camino mozárabe constituye el segundo día del paso del peregrino por la provincia de Jaén. Pueden recorrerse en una sola jornada  los veintitrés Kilómetros que comprenden el itinerario entre Alcalá la Real y Alcaudete. Tras  visitar el resto de los edificios y rincones de la ciudad fortificada de la Mota, bajando por la Ciudad Oculta en medio de las leyendas de los hombres de conquista, las de la Mora Cava y el Cristo de la Piedra, se ofrecen varias alternativas de itinerario.

         La primera puede iniciarse por el de Barrero, sigue por  la Fontanilla y por la  Pasada Baena. Dejando atrás el Peñón de los Espiritistas  y las Tres Eras,  por el camino empinado de esta fuente ancestral, se llega al  otro Camino Viejo de Priego y Baena, y se vira en dirección a la zona de los villares (el Bajo y el Alto y el Villar), subiendo  por la carretera local de la Jurada junto al Punto Limpio, y se pasa por el nuevo puente de la Pasada Baena, para adentrarse por un camino transversal hacia el cordel de Guadix-Córdoba.

La segunda, emprende camino en dirección al Guadalcotón,  por el lado oriental de la ciudad de la Mota, tras dejar la fuente de la Tejuela, obra de Martín de Bolívar a mediados del siglo XVI,  descendiendo  por el camino de Jaén, para enlazar por la carretera de la Rábita y confluir con el  camino de la Corte. Desde luego, la más natural debió bajar por la calle Real, contemplando la Zubia y el convento de la Trinidad, las casonas hidalgas y la iglesia de Consolación, y dejando atrás el marco paisajístico  del barrio de San Marcos y de las Cruces, para llegar  al final del Llanillo, luego proseguir por a la Tejuela y adentrarse por el Camino Nuevo, bordeando la Huerta de Checa y las Azacayas. Se sigue por el cordel de Córdoba a Guadix, que no es sino el Camino Nuevo de la Corte hasta llegar a la Cruz de la  bifurcación entre caminos alternativos de la descendida de la Mota.

.   Sin embargo, tras haber disipado toda serie de dudas, el cordel y camino de la Corte se recomienda por responder a una antigua calzada romana en dirección a otras vías más cardinales que se concretaban a la Ruta de la Plata. Tras pasar por una concentración de casas de campo destinadas a segunda vivienda, aperos de ganado, dejando atrás la desparecida casería de los Urdas, se sigue un camino empedrado con tapias del siglo XVI hasta llegar al puente romano. Su aspecto de  gran sillería y antepecho para salvar la altura del Guadalcotón,  se asemeja al diseño de la fuente del Cañuelo o la caseta de San Marcos, y se echan de menos los milenarios que hasta los años noventa del siglo pasado se encontraban en sus inmediaciones. Algunos lo denominan  “el mal llamado puente romano”, porque fue renovado en tiempos del maestro mayor de obras Martín de Bolívar (mitad del siglo XVI). La calzada  sube por el paraje de  la Mata, un pago de sembradura cereal transformado en olivar y plantaciones de cerezos y esparragales.

Se llega a los Prados de la Gitana, una zona de huertos que finaliza en ruta alternativa de la carretera de Puertollano. Tuvo que ser este núcleo rural, que no llega a aldea, un gran descansadero que se extendía en torno al abrevadero de aguas que se canalizaban a los barrancos cercanos. Es un bello rincón de viviendas rurales, a las faldas de la majestuosa Acamuña, donde el peregrino se  asoma para contemplar su hornacina con una cruz de la fiesta de mayo, el lavadero de los años del hambre, la fuente, la extinta panadería, el cortijo de las monjas. Tras pasar por las últimas casas,  de Puertollano, el camino prosigue por el Cordel de Córdoba a Granada hoy se le conoce en todo su trazado como Vereda de Granada, que discurre en paralelo a la carretera N-432. Comentan las guías:  No hay problema en este tramo porque todas las bifurcaciones poseen una adecuada señalización Tras caminar tres kilómetros y medio por esta vereda nos encontramos por un túnel por el que cruzaremos la N-432, es un pequeño arroyo no permanente y salvo tormenta se pasa perfectamente”. El camino,  en concreto,  recorre un  paraje cerca de la falda de la sierra de la Acamuña, lugar que jugó un importante papel en la última guerra civil y donde hay restos de una antigua atalaya y cuevas de los primeros pasos del hombre por la tierra. Desde su altura se otea un escarpado barranco y un paraje excepcional desde donde se puede contemplar otras sierras y montes a las faldas de la Sierra de San Pedro y en el oriente , adentrándose a las vegas del Castillo por Fuente Tetar, el  arroyo de las Parras y la torre de la Cogolla. Por  esta  “Vereda de Granada”  que corre paralela a la derecha dela N-432, se recorren unos  4 km entre bancales de olivos hasta  encontrar el comentado  paso subterráneo, que se presenta de difícil acceso en tiempos de  lluvia, que  permite cruzar la carretera a su parte izquierda y seguir la vereda hasta casi llegar a Ventas del Carrizal entre almendros y olivares, En esta aldea, se respira el mundo de la santería de los pueblos del Sur de la provincia de Jaén, ya que aquí se encuentro enterrado el afamado Santa Manuel, muy visitado, en su tiempo,  por muchas personas, y  que vivía por los montes cercanos del Dañador, hoy de las  Mimbres a este lugar. Publicado en La Semana del Diario de Jaén 31 de marzo de 2019

 

EL CAMINO MOZÁRABE POR LA PROVINCIA DE JAÉN (III)

 

   Se ha puesto de moda el camino mozárabe, y se percibe el gran número de peregrinos y caminantes que recorren las etapas de este itinerario por la provincia en los últimos meses, y, sobre todo, en los periodos festivos. El último tramo por la provincia de Jaén enlaza la aldea de la Venta del Carrizal hasta el final del término municipal de Alcaudete. Dejar la aldea castillera por la calle de la Fuente y pasar el rio san Juan permiten otear un lugar que se remonta a tiempos iberorromanos en el entorno cuyos vestigios de un oppidum importante donde se encuentra esta vía secundaria de la red comunicaciones de la Hispania Romana.

Tras dejar atrás la torre del Atranque (denominada también de los Ajos,  y de Encina Hermosa y confundida con la de Cañizar Alto y Bajo por estudiosos Valeriano del Castillo), se encamina el peregrino hacia el castillo calatravo de Alcaudete, y se sigue por el camino real de la Fuente Amuña, sirviendo de hitos (por lo menos con perspectiva visual) las torres de  Molino del Moro, Caniles,  la Harina, y Torre Blanca.

Sin desviarse mucho de ellas, es digno, para comprender el mundo de frontera, acercarse a la de la Atranque, musulmana, cilíndrica y maciza “en su base hasta la altura de cinco metros, donde en esta segunda sección se abre un vano, que se utiliza para puerta y ventana, que obliga a la escalada llena de obstáculos. En sus secciones se abriga una sala de planta cuadrada que se cubre con una bóveda vaída y construida por la técnica del mampuesto, No ofrece terraza alguna. Y con su visita se puede uno hacer idea de todas las atalayas oteadas o del recinto del entorno”.

 En dirección con el faro del castillo de Alcaudete, por medio de olivares y algún que un cortijo abandonado el camino se adentra a la Fuente Amuña, un buen recinto para poder hacer la primera parada en un recinto remozado y que invita al relajamiento entre el agua y el arbolado. De allí, se baja al santuario de la Virgen de la Fuensanta, donde se alberga la patrona de este pueblo de la Sierra Sur de Jaén. Y, por la calle central de su parque, en medio de un bosque muy frondoso y con un arbolado muy cuidado, se alcanza el cruce entre la carretera nacional y la antigua de Jaén, donde una rotonda canta la tierra andaluza con su cerámica de colores verdiblancos. Desde allí una pendiente calle acerca al peregrino al convento del Carmen, a la plaza del Ayuntamiento, al entorno de la iglesia de la iglesia de Santa María y a su castillo. Es un ejemplo de reconstrucción y de una puesta de valor de un recinto histórico, bastión de la frontera de Fernando III, encomienda calatrava y dominio de los señores

 

 

 

 

, que llegaron a ostentar el condado de Alcaudete. Si queda tiempo y ganas, la iglesia de San Pedro y la visita de sus fábricas de dulces y productos hortofrutícolas se hace obligatorios por la calidad de su mercado.

Alcaudete es una muestra singular de los pueblos del Sur, entre montañas y llanura, entre huertas y cerros, entre olivar y tierra de hortalizas, entre leyendas e historias de buenos caballeros. Nudo de comunicaciones y tierra de progreso. Parada de viajeros y asentamiento de conquistadores. Musulmana y cristiana. Ahillos y Orbe. Salado, Víboras y San Juan. Caminos de hierro y sendas de tierra. Mata y Doña Jimena. Ciudad  de patrimonio histórico y de miras de progreso. Al Qabdaq, y Municipio Fravasoson y Alcaudete.   

Desde allí, entre olivares, dejando a las espaldas la fuente Zayde,los cerros del entorno y sus huertas, el trazado de la nacional 432 marca el itinerario en dirección a Córdoba, el camino se convierte en un Guadiana que a veces ha sufrido la roturación forzada y tan sólo permite contemplar las ruinas de los cortijos de las Tejeras (la Alta y la Baja). Hay que ir con ojo avizor pues es fácil perder la ruta hasta cruzar un pequeño arroyo por un camino perpendicular al anterior y llegar, tras un pequeño ascenso, y su correspondiente bajada topar con los ríos Salado y San Juan. Entre la carretera nacional, algún que otro cortijo y naves industriales se alcanza la Laguna del Salobral, no siempre con agua en su totalidad, se bordea y se continua el camino en dirección a Baena tras pasar la ruta Verde, un antiguo camino férreo. Pero, ya se encuentra el peregrino en Baena. Esto es otra historia, en este caso de las rutas cordobesas.

 

Publicado en La Semana de Jaén 13 de octubre de 2019

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

         

 

 

EN LA SIERRA SUR

 

En la provincia existen varios parques naturales, pero,  en casi todos los municipios , se encuentra algún paraje  que atraen  a los visitantes, escritores, artistas o, simplemente, amantes de los parajes nacionales  de modo que   lo elevan a categoría  de foco de atracción natural. Este es el caso de los municipios de la Sierra Sur, donde se disfruta de un ambiente encantador que atrajo al escritor Ángel Ganivet a los baños de Frailes a principios del siglo XX, o,  recientemente, con motivo de varios acontecimientos relacionados con las Jornadas del Vino, a  escritores contemporáneos como  Ion Gibson en las localidades de Alcalá la Real  y Frailes. No tiene nada especial  la presencia de artistas famosos viajeros en esta comarca. Antaño,  sirvió de paso de escritores como san Juan de la Cruz, a reyes de España (desde Enrique IV hasta  Carlos I y su esposa la emperatriz Isabel de Portugal en 1526. Viajeros como Washington Irving rondo por estas sierras en su ruta hacia Granada y luego plasmó en los Cuentos de la Alhambra. Y no quedó en esto la nómina del mundo de la Corte, porque el cardenal Mendoza visitó la ciudad de la Mota en tiempos de la estancia de la reina Isabel la católica. O el propio José Napoleón fue agasajado por los vecinos de Alcalá con motivo de la fiesta de su santo.

Enumerar todos los pueblos y descubrir su encanto especial es fruto de varios artículos.  Siempre suele figurar un pueblo de referencia, pero, a veces, el embrujo, primicias  y las novedades de ese entorno singular no se hallan en el sitio más popular o conocido. Es posible que la ruta del Califato, la mozárabe  o del  Olivo sea  la más diseñada y concurrida. Pero adentrarse por los cerros de  esta  Sierra abre nuevas rutas y nuevos senderos que todavía no se han explotado, o al menos no se han divulgado de acuerdo con el impacto novedoso que pueda ocasionar al visitante. Sirva de ejemplo la ruta de la santería de estos pueblos de la Sierra  Sur de Jaén. Es una gozada recorrer Cerezo Gordo, los altos de la Joya del Saolgral, o los Chopos y encontrarse un lugar alejado del mundanal ruido. En pleno contacto con la naturaleza y en los aledaños de  la conquista del hombre de un espacio que limita entre el  cielo y la tierras.

Y entre los pueblos de la Sierra Sur, Frailes es ya un referente de encuentro  que supera  el localismo y se universaliza  en muchos campos de la cultura. Quiere volver al tiempo de su balneario donde acudían muchas personas de la burguesía andaluza a disfrutar de aquellas aguas y de un rincón  singular entre la roca y el agua, entre el encinar y el olivo. Un lugar prendado de leyendas que se remontan a los monfíes, los caballeros de la sierra, y a los maquis. No es un esfuerzo banal ni un intento de pocos años, hay una nómina de embajadores y anfitriones que supieron apostar por la cultura y el encuentro artístico.

Tuvieron como padrino universal a Michael Jacobs que fue un Gerard Brenan de las Sierra del Sur. Se alojó entre aquellos vecinos,  compartió con la gente del pueblo lo cotidiano y los acontecimientos  colectivos. Lo mismo se disfrazaba con e ellos  de apóstol que atraía a sus cursillistas de la Universidad de Londres  a aquellos  parajes para compartir las vivencias de los pueblos andaluces. No hay un escritor  que mejor haya podido describir a este pueblo, sus costumbres, su intrahistoria  y su convivencia con  La fábrica de la Luz.  No hay otra persona que no haya dado una proyección más universal a este pueblo  y con más capacidad de convocatoria en la  intelectualidad. Como el Cid Campeador, su memoria  pervive  y fue reconocida por la actual corporación en  la Casa de la Cultura y la Asociación Maelse y  la Fundación Inquietar  celebra por este año las V Jornadas Literarias en su memoria.  

Se acompañaba de un buen Ganimedes. El popular Manolo Ruiz  El Sereno, su compañero de alma, que lo adentraba por todos los rincones de la comarca y le daba el empuje siempre acertado para hacer realidad lo imposible,  Desde la presencia de Sarita Montiel a la  de intelectuales, como el poeta y escritor Manolo Urbano o Juan Eslava  pasando por pintores, fotógrafos  o  escritores de todas las lenguas. Siempre, con su humor inglés,  lanzaba la frase certera  y reflexiva como lo consiguió  para aquellos recuerdos de Etnosur. Y, en medio de  este ambiente, Santiago Campos siempre con su  pluma diáfana para adentrarse en  la historia, la gente y el paisaje del Frailes del siglo XX. Reivindicativo con lo que no puede perderse, y talando lo que se aparta de las ramas. Su trilogía Frailes. Una visión de su historia, Ser de Frailes y “El Frailes de M.Jacobs y Manolo el Sereno son  un ejemplo de  historia local  que puede servir de modelo para otros lugares.

            La  vivencia de la  gastronomía casera  triunfa en los establecimientos de Frailes. Si alguien quiere elegir comida campestre. Desde un buen cocido hasta un choto al ajillo, esta tierra te brinda lo que no puede ofrecerte las grandes metrópolis.  Muchos amigos de la Peña de El Dornillo son vecinos de Frailes. Y sus sabrosos vinos de las bodegas Campoameno que junto con las de Marcelino Serrano presentan unos caldos insuperables de una uva criada entre  arrañales,  y terrenos con buenos minerales y  de sol serrano. 

La vista de sus bodegas relajan en medio de un paisaje del mundo Mediterráneo con la atalaya alcalaína  del Cascante en las de Marcelino y el telón de fondo del valle encajonado del rio Velillos, Frailes por estos contornos. 

En medio de esta singularidad, Juan Eslava Galán acompañado de su ficticio Masaru,  recoge su amistad con estos personajes y escribe: enfila la del pueblecito serrano de Frailes, entre fértiles vegas, huertas y olivares, donde tiene un buen amigo Manolo Ruiz López que lo ha invitado a pasar las Nochebuena. Manolo Ruiz tiene la fábrica de aceite más pequeña del mundo, una fábrica de miniatura, Manolo fabrica un aceite honrado a carta cabal para el gasto de su casa y accionado por el motor de una lavadora vieja. Los escritores valoran la joya de lo minúsculo, pero esto se hace grande  por el paseo de estos pueblos del Sur. No hay más que comprobarlo. .

 En el suplemento del Jaén semanal Domingo, 9 de julio de 2017

 

ENTRE JAÉN Y GRANADA.

 

 

No siempre se han mantenido los términos entre dos provincias o dos municipios. Este es el caso entre el antiguo reino de Granada y el reino de Jaén, y más concretamente, por la parte oriental de la Abadía de Alcalá la Real. Siempre la cima de los montes, el cauce de los ríos y arroyos, los desfiladeros, los valles y los hitos del terreno sirvieron para colocar los mojones, donde colocaban unas cruces de piedras, o las incrustaban en los troncos de los significados encinares, quejigos o majuelos. Trujillos, actualmente Fuentes Viejas, ocupa este punto en  terreno granadino, que antaño perteneció a tierras jiennenses, pero dejó la huella y la vecindad de sus gentes, a las faldas de las sierras de Noalejo y de otras estribaciones de la Montillana y el partido de campo de Riberas y Mures.

La mejor forma de palpar este paisaje singular es emprender una ruta desde la plaza alcalaína de Juan Carlos I hacia la Fuente Tudela. Desde allí por el camino que baja al arroyo de Mures, se sube en dirección a Pateque, dejando atrás las cabezadas de Mures y se dirige a la carretera municipal de Puerto Blanco. Se pasa por el muladar de la casilla de Rabiando, donde los fantasmas de carne y hueso afloraban por las noches en los años del subdesarrollo.    Es un punto neurálgico, porque desde este lugar parte un camino que pasando por el cortijo de “Pateque”, hasta Puerto Blanco, en sentido diagonal al río Mures, divide las provincias de Granada y de Jaén, saliéndose del curso del río, que hasta este punto delimitaba las dos provincias. La casa   fue abandonada por sus propietarios, aludiendo a que se producían fenómenos paranormales y ocasionaban daños físicos a sus      habitantes.                                    

            Se llega a este punto en la divisoria entre las dos provincias, donde se comprende perfectamente el cuarto de legua de Trujillos entre el arroyo de Mures y unos cerros cercanos. Un terreno que se remonta a una historia pasada, de allá por el siglo XVII, en la que se vio inmerso en varios pleitos a causa de la recuperación de la villa del Castillo de Locubín por parte del ayuntamiento alcalaíno. Ocurrió en 1627 con la venta y adquisición de la villa castillera por el Marqués de los Trujillos, dentro la política real de venta de terrenos de realengo para hacer frente a las guerras de Flandes. La medida hay que reconsiderarla desde el punto de vista del nacimiento de nuevas villas independientes de España y con el fin de recoger fondos para la Corona. Sin embargo, el caso alcalaíno es diferente al de otras villas que se independizaron en el resto de España, porque aquí pudieron más las razones de privilegio otorgadas por reyes anteriores y los intereses de los ganaderos que se veían privados de unos extensos montes de pasto cuales eran los comprendidos por la sierra de Valdepeñas, Marroquín y toda la zona que limitaba con Alcaudete, Martos, y Valdepeñas. De ahí que nada más anunciarse la venta de la villa se produjo un gran alboroto que puso en pie a todos los caballeros con el fin de recuperar la villa. Los alcaldes ordinarios y todos los vecinos protestaron el acto de posesión el día 27 de noviembre de 1627, iniciándose el pleito para la recuperación. Es verdad que estuvo durante cierto tiempo en manos del Marqués donde puso un alcalde mayor que regía la ciudad. Fueron los momentos en los que intervino el regidor alcalaíno, Ruiz de Mendoza con una serie de maniobras en las que, dentro del marco legal, trató de crear el ambiente adverso en la villa contra la ciudad de Alcalá, al mismo tiempo que concertaba con el propio marqués las estipulaciones de la devolución de la villa. Parece que el rey Felipe IV no recompensó el deseo de vasallaje que los habitantes del Castillo le proponían en provecho de los privilegios concedidos a Alcalá. En el trato de 15 de marzo de 1629 Alcalá la Real tuvo que dar al Rey Felipe IV 14.975.323 maravedíes y al Marqués de Trujillos el denominado Coto de Bohórquez, un cuarto de legua.

Para mejor comprender este terreno de litigio, se marcha desde este punto marcado por una alambrada que marca el lindero entre provincias, pòr donde  se adentra por la carretera que dirige a Puerto Blanco, por entre el barranco y puerto de los Arrieros, hasta subir a una cota de unos 1060, de nombre Mataduz. Entre olivares, su cima permite extender la vista hacia las tierras del arroyo y de los molinos de Huéscar (Frailes), cerro del Batán, Cerrato, en la lontananza la ciudad fortificada de Mota, y por la parte oriental Cepero, Martina, Burrufete, y   Cartuja. Al bajar y retomar la carretera de Puerto Blanco en dirección a Fuentes Viejas se emprende un itinerario desviándose por el camino de los Altos de la Parrilla. Por una descendida, se topa con un paisaje de olivar y casas rurales, sustitutas de los antiguos chozones, de Puerto Blanco, de las que se cuentan historias y leyendas de tiempos de hambre hasta visionar dentro de un mirador situado en medio de un suelo de flora mediterránea la villa de Fuentes Viejas. Muy cercanos se encuentran los parajes de la Hoya, Puerta Alta y elevados cerros que recuerdan la partida de Hoya Fría,así como la muerte de Muñoz, Piñeiro, Cencerro, Salsipuedes, los hermanos Queros, y su grupo por aquellos parajes, la muerte de Muñoz y Piñeiro. Siguiendo el camino hasta llegar a Fuentes Viejas se deja atrás las antiguas casas de la expenduría de Tabaco y su antiguo ayuntamiento, unas casas de teja que se han trasformado en viviendas remozadas por el mala gusto de los años de la tecnocracia. Es el paraje de Trujillos, que hasta el siglo XIX mantuvo el Duque de Gor, si bien anteriormente perteneció a don Antonio Álvarez de Bohórquez y Girón. Marqués de Trujillos, título Nobiliario creado por Felipe IV, en el año 1,629. Sus viviendas, pertenecieron a Frailes, Colomera y Montillana. Aunque tuvo Ayuntamiento independiente, entre 1,967 y 1,968, lo    absorbió el de la Montillana.

 

Rico en aguas, que bajan hacia la fuente que le da nombre al lugar,  se contempla un lavadero comunal que introduce a un paraje natural muy singular por su flora de monte mediterráneos y afloramientos geológicos, donde la roca distingue las capas de milenios de años sumergidos bajo el mar de Tetis. Su dura piedra, se deja ver por la carretera de Arroyo de Mures, que invita a explicaciones de cortes geológico de fondos marinos, y, en ocasiones, algunas  cuevas y cortijos como el de las Angosturas rodeado de un bello paisaje de Tajos e ilustrados por el guía acompañante como refugio de chozas de la Guerra Civil. Es una ruta actual de peregrinaje hacia la ermita de la Joya.

 También es un circuito de unas dos horas y media    hasta llegar al punto salida, la fuente de los primeros repobladores, unos vecinos de Tudela, que le dieron nombre a las tierras y a la fuente, deformada por los lugareños con el nombre de Fuente Jituela. No es sino un nacimiento de agua que, antes de la construcción de la carretera, manaba gran cantidad de agua por distintos sitios, muy cercanos unos a otros. Se vio remozado este sitio, con la construcción de la carretera actual que data de 1955, cuyo firme afectó al paraje y a un puente, que fue ocultado casi cuarenta años después con la finalización de la actual carretera autonómica. Trujillos, como la Rabita, otro punto divisorio de Alcalá Real, en este caso  entre Granada y Jaén.

      

En la Semana del diario Jaén, domingo, 15 de septiembre de 2019

 

 

LEYENDA DE AMOR PARA EL DÍA DE LOS ENAMORADOS. ABU YAFAR Y HAFSA


         Se acerca el próximo catorce de febrero, día comercial  y dedicado al amor, una fiesta estandarizada que arrastra a muchas personas y parejas a viajes, encuentros y regalos. En la provincia de Jaén, los enamoramientos, las rupturas y los amores utópicos dieron muchas páginas para la literatura universal. En la Sierra Sur, cercana a la frontera con el reino de Granada, Juan Ruiz de Cisneros convoca estos últimos años a un congreso dedicado al Arcipreste de Hita. No es el único poeta que, en estos tiempos fronterizos, cantó el amor. En tiempos andalusíes, Abu Yafar entabló un relato de amor vital con la poetisa granadina Hafsa. Y lo trasladó en sus versos desde su entorno en el castillo alcalaíno hasta su muerte en tierras de Málaga, pasando por el enamoramiento con la poetisa granadina. Abu Yafar nació probablemente el año 1126 d.C. en el castillo de la Mota, donde  su padre, Abd al Malik ben Said, gobernaba y residía en aquella fortaleza.  Fue educado en un ambiente refinado y educado, pues pertenecía a una saga de ilustres literatos, establecidos en su reducto cultural de Qalat Banu Saîd, donde su padre ejercía como un auténtico protector de la cultura, al mismo tiempo que era un magnífico guerrero y letrado. Fue nombrado visir del castillo alcalaíno por su padre, que se sentía agobiado por las continuas luchas con los nuevos invasores almorávides. Sin embargo, tras normalizar la situación, cansado del trabajo burocrático, pidió que lo relevaran de su cargo y se entregó a la poesía. Pronto se trasladó a Granada, pues no se sentía atraído por la ambición de poder administrar aquella fortaleza, sino más bien por los goces de la poesía y del ambiente literario de la ciudad de la Alhambra. Célebres son aquellos versos que manifiestan esta situación vital: Déjame que renuncie a todo aquello. /Yo sólo quiero vivir, /escribir poemas, /no quiero glorias ni prestigio.

Con la llegada de los almohades, debió sufrir las tristes circunstancias del apresamiento de su padre aliado con el almorávide Yahya ben Ganiya, gobernador de Valencia y Murcia. En  la corte granadina, conoció a la poetisa Hafsa bint al -Hayy al Rakuniyya, de la que se enamoró intensamente. Aunque Abu Yafar remontaba sus orígenes en Amnar ben Yasir, compañero del profeta Mahoma en las batallas de su tiempo, ello no fue obstáculo para emprender estos amores con esta rica y acomodada musulmana, de origen bereber y entroncada con los almorávides. El poeta y la poetisa compartieron e intercambiaron versos y poemas en medio de unas escenas y vivencias de la máxima pasión amorosa. Una común vida amorosa y  literaria se mantuvo inmutable hasta que fue interrumpida con la llegada de Abu Said, nuevo gobernador almohade a Granada, que, al principio, encarceló a su padre por haberse opuesto a su gobierno.

Al principio, en Granada disfrutó del ambiente literario de su época compartiendo las tertulias poéticas con el poeta granadino al-Kutandi, el  valenciano Ibn Yubnar, el cordobés al-Marawi y, ocasionalmente, con el sevillano al-Lissi. Los lugares de aquellos encuentros eran su casa rodeada de bellos jardines y alamedas junto al río Genil, los atrios de las casas de personajes famosos de la aristocracia granadina y los baños públicos. A veces, frecuentaba otros pueblos y otros poetas como Ibn Nizar en Guadix.

En un ambiente pletórico de felicidad, donde el naranjo y limonero rodeaban el agua de las albercas y los pájaros, principalmente la tórtola, cantaban al par de los poetas, entonaba bellos poemas de amor, y otros temas dedicados a todos los elementos que recreaban aquel paraíso, donde caían vencidos por el vino, la música, el mirto y el canto poético.

 

Gracias a sus gestiones, logró librar a su padre de la cárcel, incluso, fue nombrado secretario del gobernador. Sin embargo, nunca olvidó aquella medida que había mancillado su linaje. Pero, pronto, sintió traicionado por los amores furtivos entre su amada Hafsa y el nuevo gobernador. De ahí que pronto renunció a aquel cargo administrativo. A pesar de todos los intentos del gobernador para mantenerlo entre sus protegidos y reconocerle todos los favores anteriores, el poeta no podía afrontar los continuos coqueteos de  la poetisa con el nuevo jefe de la corte granadina. Por otra parte, la poetisa no sólo consiguió atraerse al gobernador sino que lo enroló en aquel ambiente literario, convirtiéndole en un hombre amante de las letras y de las artes. Esta misma quiso darle  muestras de su agradecimiento por haberle librado de Ibn Mardani, rey de Murcia, que había ocupado el gobierno de Granada durante la ausencia de  Abu Said. Por eso, le sirvió como pretexto los coqueteos de Abu Yafar con una esclava negra para romper con los amores anteriores con el poeta alcalaíno.

Abu Yasar no soportó esta encrucijada y se movió en un furibundo odio hacia el gobernador, al que satirizaba  con sus poemas. Al ser destituido del cargo, trató de vengarse y se alió con su hermano Abd-al Rhaman, su primo Hatim ben Hatim y el gobernador de Murcia. Alertado el gobernador granadino  ante el futuro incierto que suponía el enclave independiente de aquella fortaleza gobernada por la familia de los Banu Said, lo  persiguió  cuando se dirigía a Qalat Banu Said. En el trayecto, fue alertado por unos espías que le aconsejaron que se dirigiera hacia Málaga, donde tendría protección de Ibn Mardani. Oculto durante cierto tiempo en esta ciudad, al final fue descubierto. En la prisión recibió las muestras de compasión de al-Hussayn ben Duwaina y el arrepentimiento de su antigua amante Hafsa que de nuevo le reiteraba su amor por medio de varias epístolas. A los treinta años, un día de abril de 1163 fue ejecutado  por orden de Abu Said siendo crucificado para que sirviera de escarmiento de futuros traidores. Unos años más tarde, su padre abandonó Qalat Banu Said y se dirigió al norte de África. También lo hizo su amante Hafsa que no podía soportar la pérdida de su amor. Retirada de la Corte y vestida de luto se dedicó a la enseñanza, muriendo en el  año 1191 en la Marrakeh.     El valor poético de su obra se refleja en estas palabras de Ibn Said al Magribi:  "Entre todos los Banu Said no hay nadie que haya llegado en poesía a la altura de Abu Yafar ben Abd al- Malik". Su muerte temprana interrumpió una brillante carrera literaria, que conocemos a través del Celia Moral Molina, que recogió las fuentes musulmanas  en su mayor parte incompletas.

 

 En diario  Jaén, La  Semana. Domingo, 11 de febrero de 2018

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EN LA SEMANA DE JAÉN, LOS CAMINOS DE HUESCAR

 


 
A veces, las denominaciones de las palabras ofrecen cierta dificultad para reconocer parajes que cambiaron su nombre a lo largo de la historia. Este el caso de la palabra Guéscar, que dio lugar a Huéscar, y siempre se relacionó con tierras granadinas. Nadie duda de la relevancia histórica de esta ciudad en tiempos anteriores por  el   comercio de la lana, donde acudían los mercaderes  italianos antes de exportarla a países extranjeros para lavar todos los cargamentos que habían negociado en otras tierras de los pueblos andaluces. Lo que nadie se esperaba consistía en que las tierras linderas de la Sierra Sur se denominaran como la población norteña de alcalaína. Por eso no nos extraña que el célebre romance fronterizo de Caballeros de Alcalá, peones de Colomera, se desarrollara por este paraje y fuera citado con este nombre de Huéscar, el que abunda en muchos documentos del siglo XVI a la hora de establecer contratos de tierras, hazas, molinos y huertas entre vecinos. Era frecuente que incluso este término se rectificara por los filólogos y los convirtieran con el parecido de la provincia onubense. Así interpretaban esta estrofa: Caballeros de Moclín, /peones de Colomera, /entrado había en acuerdo, en su aconsejada negra, /a los campos de Alcalá/donde irían a hacer presa. /Allá la van a hacer, /a esos molinos de Huelva. Y nadie se explicaban cómo podía resolver la distancia estos caballeros de otros tiempos medievales.

  Recientemente se ha revitalizado esta zona, pues un nuevo sendero invita a acudir a la fuente de Huéscar y a este entorno molinero, que se extiende desde la Ribera Baja al cerro de la Jineta. Desde la ciudad de la Mota, se accede a esta zona por la calle Utrilla, un antiguo camino que se conocía   por este topónimo arabista. Por el paraje natural de los Llanos, seguía este camino de los molinos de Huéscar, y conducía a los arrieros con una reata de mulos, asnos y acémilas que transportaban el trigo hacia los molinos del río de las Riberas y lo devolvían hecho harina por el mismo itinerario. Pasaba por la parte alta de la Fuente Rey, cerca de la Fuensomera, (actual urbanización de segunda vivienda de la Fuente Rey), y la cueva argárica y manantial, siguiendo por el haza de las viñas, Humilladero, calles de la Escuela, Nuestra Abuela Santa Ana y por la calle del Arroyillo, se baja en la actualidad   hacia el cortijo de la Cuesta. Se otea el polígono de los Llanos de Mazuelos (las naves industriales proliferza) , tierras del Salograr, y el lugar histórico de la escaramuza de la Cabeza del Molino y Cerro Colorado. Pues esta tuvo lugar el 5 de marzo de 1938, donde, tras el primer avance de aviación, se llevó el ataque de tropas de Queipo, a las trincheras y puesto de vigilancia republicanos de la Cabeza Molino y Cerro Colorado, junto con su reacción de fallido contrataque, y ocupación de la cota por las tropas de Franco

Para llegar a Huéscar, se avanza por una cuesta y vaguada de las faldas y laderas de estos cerros dejando, a la parte izquierda, las tierras de Villarreal y, en la parte trasera, la Media Naranja hasta alcanzar la Ribera Baja, por el molino de Abajo y las antiguas tierras de Huéscar que recuerdan a esta zona molinera. Si se desciende por la carretera se llega a la fuente, donde el romance aparece sobre una lápida y se conserva parte de fuente y lavadero. Si se toma la ruta del camino junto al río Frailes, Velillos y Huéscar o Riberas, tras pasar un puente, se sube a las Casas Nuevas, y, al bajar, se llega a La Tahona, en medio de una tierra de concesiones del rey a los conquistadores Cabrera, Aranda, Palomino, Cerrato y Ramos. En la Tahona, suele recibir muy amablemente Paco Madrigal, y puede satisfacer con venta de dulces y pan artesanales. A su derredor molinero, los restos del caz, el cubo y los arcos de salida, recuerdan que aquella tierra era de canciones de molineros como. Que vengo de moler, moler, /de los molinos de enfrente, y hablo con la molinera, /y su marido lo consiente.  O los de las riberas junto al cortijo Cerrato. Que vengo de moler, moler/ de los molinos de abajo, /y hablo con la molinera, no me cobra los trabajos. O los de la zona de Frailes y los del Cubo, Cabrera y cortijo de la Encarnación. Que vengo de moler, moler, de los molinos de arriba, /y hablo con la molinera, y no me cobra las maquilas.

Pero, sobre todo, en estas tierras resuenan los versos del romance antes comentado, por ser un lugar muy propicio a venganza entre vecinos. No nos extraña que se cantaraDerrocaban los molinos, /derramaban la cibera, /prendían lo molineros, /cuantos hay en la ribera. /Ahí les hablara un viejo/que era discreto en la guerra.

 

 

 

En diario  Jaén, La  Semana. Domingo, 8 de septiembre de 2019

 

 

 

 

 

 

LOS PLAYEROS

 

 

Si se acercara una persona a preguntar sobre el término playero, de seguro que lo relacionaba con el mar, en concreto con las playas mediterráneas; a lo más que le vendría a la mente el vocablo de playera, referido a un tipo de calzado relacionado con la etapa estival para pasear por las arenas. Sin embargo, esta palabra se remonta al túnel del tiempo, y son muchas ciudades que hicieron uso de ella en su lenguaje comercial.  En Alcalá la Real siempre ha llamado la atención el camino de los Playeros, citados por  los libros de Veredas. Camino que recorría la parte oriental del municipio alcalaíno,  y, adentrándose por el camino que conducía a Vélez Málaga y las costas malagueñas, servía también de marca de deslinde con las tierras granadinas de la ciudad de Granada, Montefrío y del marquesado de Priego. Incluso conectaba con otras vías hacia el norte en dirección con los pueblos del centro  Jaén y de la Mancha. También es de sobra conocida la actividad de los playeros, que respondía al sector terciario, y solía estar copada por arrieros, moriscos, judeoconverso y  comerciantes de este pueblo que ampliaron sus labores de la agricultura tras la conquista de Granada y su conversión al cristianismo abriéndose horizontes hacia las rutas mercantiles. 

No es de extrañar que esta ruta de playeros fuera exclusiva de nuestras tierras, sino que Amalia García Pedraza en su libro Actitudes ante la muerte en la Granada del siglo XVI, cita en concreto el testamento de algunos moriscos que ejercían de playeros (Sebastián Oraybit, Alonso Cartit  y Álvaro Xaquiz).   Eran personajes que ubicados en el barrio del Albaicín,  parroquias de  Santa Isabel y san Luís,  y se dedicaban a los intercambios comerciales entre Granada y la costa de Granada y otros pueblos malagueños y granadinos, como Motril, Salobreña, Almuñécar, Vélez, Torre del Mar, la propia capital  y Torrox, trasladando el pescado fresco y seco,  y otros productos como la caña de azúcar a través del Valle del Lecrín.

         En el caso de la ciudad de la Mota, era notoria la presencia de estos playeros a través de la ruta comentada, e intercambiaban el pescado de la Costa malagueña con otros productos alcalaínos. Pero no era este el único trato, sino que es interesante comentar la presencia de los playeros y su procedencia. Por un documento del escribano Luís de Pareja, en  24 de noviembre de 1550, se encuentra un poder para la venta de esclavos que nos ilustra de otro tipo de comercio diferente al pescado por parte los playeros. Se trata de la venta de un esclavo indio. Y desvela el  entorno de los playeros, ya que no era necesario que procedieran de la costa. En concreto el que porta el poder del contrato de compraventa y el playero procedían de Antequera, el primero era Francisco Maldonado; el playero el antequerano Pedro Díaz. El comprador era el cordonero alcalaíno Alonso del Salto. El objeto del contrato de compraventa era " de nombre Jorge , esclavo de Pedro Díaz, de nación india, de color loro, de edad de veinte y cinco años poco más o menos, herrado con unas letras que dicen Antequera, de guerra, feo de rostro, mediano de cuerpo". Lo vendía por  cautivo sujeto a servidumbre habido de buena guerra y no de paz, e lo aseguro de deuda vieja, e nueva, e os lo doy con todas las tachas buenas e malas que tiene" al  precio  de 9.735 maravedíes. 

Los playeros se mantuvieron hasta el siglo XX, del transporte con animales de carga (mulos, asnos...) se pasó a las carretas y los camiones y solían intercambiar la carga por los cereales de nuestra comarca. Curiosamente los playeros también  cambiaron de  procedencia y lugar de origen, los arrieros fueron sustituidos por los tenderos del mercados, es verdad que se traía el pescado pero los transportistas y compradores eran  ya alcalaínos, como los Rueda, o los Rosales entre otros, y ya no sólo comerciaban el pescado lo hacían también con las frutas. Atrás quedaron los años en los que  introdujeron, junto con sus relaciones comerciales, otras costumbres y elementos del folclore andaluz. Por los playeros, los vestidos y  los fandangos de la zona de la Sierra Sur se introdujeron con su canto verdialado, que cantaban los aceituneros en tiempos de recolección, y, en la fiesta del remate, los mozos y las mazas acompañaban con danzas y música de candil. Muy conocido es el de la aldea de Charilla, cuyo encanto se manifiesta en su melodía y en la letra, como estos versos que cantaban: La luna se va, se va, / déjala tú que se vaya, que la luna que yo espero, sale por esa ventana…”.

 

 

En diario  Jaén, La  Semana. Domingo, 5 de julio de 2019.

 ENTRE CUEVA LA YEDRA Y EL CORTIJO DE LA ZARZUELA

 

 

Hace unos años hubo intento de declarar parque natural  las sierras del entorno de Valdepeñas, Alcalá, y Castillo de Locubín. Quedó en un vano intento. Pero son muchos los parajes y recintos que coadyuvarían a este reconocimiento oficial para disfrute humano y conservación de su naturaleza. Lo ratifican desde la Pandera a la Sierra del Trigo, del Paredón a las Chorreras, desde el entorno de Chircales a la Martina, del Ahilllo a la Martina. del río Víboras al nacimiento del río San Juan.

Entre estos lugares, hay un lugar bucólico que al amante de la vida natural acerca a tiempos milenarios, en concreto en los aledaños de Cerezo Gordo. Desde Frailes se desvía el visitante por la carretera de la Joya del Salograr, y en el mojón de la Cruz del Espinal nos dirigimos al núcleo de Cerezo Gordo, un lugar donde casi dos siglos atrás Luís Aceituno levantó su santuario santero en su vivienda sobre un altozano que se abre en forma de un mirador con unas frondosas encinas. Dejamos el coche por la parte baja de nuestro proyectado itinerario en las inmediaciones de la Zarzuela, una era que recuerda campos roturados, conquista de la naturaleza por el hombre, y terrenos convertidos en pasto de ganadería. Viene a la memoria estos versos virgilianos de su segunda égloga: su obra ya los bueyes fenecida, / y puesto el yugo el lucio arado, /se tornan, y la sombra extendida/ de Febo, que se pone apresurado/ huyendo, alarga el paso y la crecida llama, /que me arde el pecho, no ha menguado. /

 

Y emprendemos la ruta carretera de Cerezo Gordo arriba hasta adentrarnos por el camino que  nos conduce a Cueva de la Yedra. Pasamos entre asfalto y rocas milenarias que nos descubren los movimientos telúricos del mar de Tetis en sus diversas capas. Mientras, nos refrescamos con las alamedas de los arroyuelos de Cueva la Yedra y del Salteadero, ciclistas y otras senderistas nos cruzamos en nuestra ruta. Al ascender por un camino de tierra y roca, en medio de una zona de encinar, pasto, y algún que otro fresno y quejigo, se deja entrever terrenos de roturación y desmonte de montes de siglos pasados, donde se albergaban varios cortijos abandonados, pastos de antiguas hazas de trigo y rompizos de olivar.

Llegamos a una era, desde se nos extendía un paisaje que se cerraba con la Sierra del Paredón y sus molinos de viento de modo que se mezclaba entre diversas tonalidades de verde los cerros, los valles, barrancales, alamedas, encinares y pastizales. Un canto a la técnica se presenta ante la vista de una maquina trilladora de mediados del siglo XX. Parece como si hubiera detenido el tiempo de los primeros años de la mecanización de las mieses.  Entre los encinares, se multiplican pequeños arroyos y la fuente del Fresno alumbra su parto con un hilo de agua. Espera y reencuentro en torno al primer lugar con vivienda humana y un cerbero de guardián, para contemplar los rebaños y sentir el balido de las ovejas y de algunas cabras entre alambradas. Cueva la Yedra es un cortijo que solo recuerda en algunos lienzos de sus paredes la arquitectura rural de muros anchos y pequeñas rendijas de vanos. Un lagarto nos sobresalta, y un compañero libera a una cabra de las redes de  las vallas de alambre ante la mirada torva de un guarda canino.  Y bajamos hasta el Salteadero, un hermoso  rincón entre agua de barrancal, casas de los años cuarenta, olor a oveja y ladrido de perros. Nos refrescamos con el agua de la casería de Pepe Romero, que venía de la fuente del Saltadero, pequeño aperitivo y simulamos una comida campestre entre la noguera y los encinares. Un lugar de ditirambo bucólico: Pues yo te cogeré manzanas bellas, /cubiertas de su flor y las queridas/castañas de Amarilis, y con ellas/ ciruelas que merecen ser cogidas. /Tu, mirto, y tú, laurel, iréis sobre ellas, / que juntos oléis bien.

Por una pequeña cuesta subimos abriendo puerta de apriscos de ganado, piando rocas estratificadas, piedra de canto, encinares y más encinares, algún pequeño prado, como la era de la Peregrina, y dejando atrás cortijos abandonados, hasta acercarnos a un cortijo

que olía a cerdo y cochino jabalí; al fondo el cortijo de Fuente Sánchez y el de Matasuegras, donde se rumorea con el sonido de las aguas la tragedia lorquiana. Viramos la cuesta y nos dirigimos a la Zarzuela, por un camino llano, pero de impresionante vistas, desde donde contemplamos los apriscos ovinos y caprinos. Saltamos y hacemos saltar al perro de Ion los pasos de hierro estriado que impiden la salida de ganados.

Cristina y su familia nos guían hasta llegar a la roca chimenea y divisamos la Zarzuela y la Nava, buen rincón con otra era de piedra seca de mampuesto, y nos saludan los molinitos de viento con su brisa en nuestros cuerpos que nos refresca este día caluroso y amenazado por los buitres que nos han dejado que cuelgue una pluma sobre mi sombrero. Busca el ganado agora lo sombrío, / y por las cambroneras espinosas, /metidos los lagartos buscan el frío, / y Téstlilis comidas provechosas compone, / a los que abrasa el seco estío, /con ajos y con yerbas sabrosas/; conmigo por seguirte, solamente, / resuena la cigarra el sol ardiente/. En la Era del cortijo de Reguelos, bajo el de la Nava,  nos montamos y nos dirigimos a la Joya del Salograr. Junto la ermita, en la casa de la hermandad comemos. Buena ruta del Parque Natural de la Sierra Sur, puro paisaje mediterráneo.

 

 

 

Domingo, 26 de enero de 2019

 

 

LOS MESONES DE ALCALÁ

 

 

No es raro que en los pueblos de España se conserven calles o barrios con el nombre de Mesones. Por citar un ejemplo cercana a Alcalá la Real se halla la calle del mismo nombre en Granada. En la ciudad de la Mota, también se encontraba abriendo el arrabal nuevo de la  ciudad que bajaba desde la Mota a partir del siglo XVI, entre el monasterio de la Santísima Trinidad y las Entrepuertas, y con parte lindera de la calle Real y la de los Lagares. Se llegaron a distinguir los Mesones Altos y Bajos.

Los mesones existieron en tiempos de frontera tras la toma de la  ciudad por Alfonso XI y debieron sustituir a las posadas y hostales musulmanes, pero adquieren mayor desarrollo desde el reinado anterior hasta los Reyes Católicos, pues se citan varios entre ellos el Mesón del Rey por el arrabal de San Sebastián. Debieron repartirse estos edificios a los conquistadores y solían arrendarlos a personas para ejercer mesoneros. Hay familias como los Colomo o los Aranda que poseían mesones. Ante el  escribano Luís de Pareja en uno de enero de 1550, es muy interesante este arrendamiento de casa-mesón entre Francisco de Quesada, en nombre de su padre Juan de Quesada, vecino de Alcaudete y el alcalaíno Sebastián Marfil durante cuatro años, a razón de cinco ducados y 1.250 maravedíes anuales. Esta serie de datos y conclusiones se sacan de este documento:

-Este mesón se encontraba ubicado en la calle de los Mesones, lindero con las casas de Alonso Carrillo, el mesón de Pedro Fernández de Aranda, lo que manifiesta que este espacio urbano compartía la zona residencial de viviendas familiares y edificios de función de servicios, como los mesones.

-La vivienda y servicios eran compartidos por estas viviendas denominadas casas- mesones, de ahí que el arrendador se reservara todo lo  que quedaba encima de la escalera, que estaba a mano derecha, con el nombre de aposento.

-También una parte de cuadra para su bestia con la correspondiente entrada libre de ataduras y sin pagar cantidad alguna se la reservaba para mantener el servicio que todavía reservaba el arrendador. Y pone de manifiesto que existía una caballeriza, donde se le dejaba reservada esta cuadra, como era frecuente en estos mesones, alojamiento de los animales y para las personas.

-El mobiliario del mesón refleja muy bien el número de habitaciones dedicadas al alojamiento de viajeros:  cuatro camas de ropas, cuatro colchones de lana, cuatro frisadoras, una jerga, cuatro herpiles de esparto, once bancos de cama-

 -Se cita que existían palacios del mesón con sus correspondientes llaves, excepto dos que no tenían llaves. Curiosamente este término nos refleja la estructura de las casas-mesones con la típica distribución a la manera toledana, donde a través de una puerta principal  y un  portal, generalmente lateral se accedía a un patio y en sus laterales existían los palacios unas estructuras que se abrían con varios vanos, puerta y ventana. Parece que había más puertas de acceso que la principal, porque destaca  esta para el acceso a las caballerizas. 

-El  arrendador, al final del arrendamiento, debía dejar limpias las caballerizas, y,  las puertas con sus llaves, como las recibía, lo mismo que las ropas  y aderezos de los muebles de la cama. Durante el arrendamiento debía cumplir todas las cláusulas de pagos, renta y mantenimiento de las ropas, que no podía sacar. 

A partir de mediados del siglo XVI, se abrieron nuevos mesones en la Tejuela  y Llanillo, aprovechando los caminos y nuevas vías a Granada, Jaén y Córdoba. El último paso, fueron los mesones de la zona de los Álamos.

En diario  Jaén,  La  Semana. Domingo, 7 de julio de 2019

 

 

CAMINOS DE PASIÓN

 

 

 

Caminos de Pasión es una ruta y una marca turística que pretende divulgar la Semana Santa de Andalucía, acompañada de otras actividades culturales y patrimoniales de esta tierra. Cada año se proponen objetivos que comenzaron desde la difusión del entorno cofrade de este grupo intermunicipal y que recientemente ha promocionado la Cuaresma para Niños, pasando por campañas en todos los encuentros internacionales, exposiciones con otras Semanas Santas europeas y el establecimiento de un punto  municipal de Interpretación.

Entre sus publicaciones  recientemente ha editado   La Semana Santa en Caminos de Pasión, una  obra de los profesores universitarios y expertos en Antropología Salvador Rodríguez Becerra y Salvador Hernández González, dos investigadores sevillanos que recibieron el encargo de redactar la Semana Santa como una guía histórica, artística y antropológica.

Se centra en las manifestaciones religiosas de las ciudades medias de Andalucía (Alcalá la Real, Baena, Cabra, Carmona, Écija, Lucena, Osuna, Priego de Córdoba, Puente Genil y Utrera). Tras el prólogo del presidente  de esta asociación turística, el lucentino Juan Pérez Guerrero, y otros dos prólogos de los autores, el profesor  sevillano  Quiles García destaca la labor de Caminos de Pasión y de sus autores "por conjuntar la actividad de profesionales en dos disciplinas más implicadas en el conocimiento de esta manifestación del patrimonio cultural, la antropología cultural y la historia( y del arte)".Estos mismos  prologan aludiendo a la importancia del mundo cofrade, su metodología para encarar el trabajo y su enfoque a lo largo del libro.

El Primer capítulo La Semana Santa en Las Ciudades Medias de Andalucía se abre con un sayón portando el signum passionis de taladro y martillo y, al fondo, la tropa con su capitán, los reos y la imagen de Jesús Nazareno en la mañana del Viernes Santo de Alcalá la Real. Descubre la singularidad de los distintos centros urbanos y población de eta agrupación intermunicipal, la procesión, principales devociones, en concreto se centra el Nazareno, y el marianismo.

El siguiente capítulo recorre la Historia de la Semana Santa desde los orígenes hasta el convulso siglo XX pasando por la Ilustración y los demás siglos de las Edades Moderna y Contemporánea. Analiza antropológica y sociológicamente las hermandades y cofradías, la relación entre las hermandades y los eclesiásticos, el clero secular, y el regular, y la rivalidad entre hermandades como constante histórica. Al desarrollar la tipología de las hermandades y cofradías se centra en el modo general o sevillano, el modo malagueño, el modo sur cordobés, y en otras tipologías, hermandades de la Veracruz, Nazareno, Soledad y Santo Entierro, Silencio, Estudiantes, Gitanos, Servitas y otras formas de asociación como las cuadrillas. No se olvida en las relaciones entre hermandades, federaciones, confraternidades, encuentros, convivencias y congresos. En el apartado de las características socioculturales, insiste en las vivencias de la Semana Santa, el discurso evangélico y las procesiones, la música y costaleros.

El punto quinto lo centra en la dramatización de imágenes diferenciando entre imágenes y pasos vivientes, añadiendo otros actos como besapiés, besamanos, pasos, sermones, figuras, encuentros y abrazos. En el apartado sexto sobre las imágenes se remonta desde el gótico tardío para llegar al neobarroco actual, pasando por los focos escultóricos del Renacimiento destacando el origen alcalaíno de los dos grandes imagineros andaluces Pablo de Rojas y Martínez Montañés, la dialéctica entre el centro y periferia del esplendor Barroco, y la decadencia de la imaginería en el siglo XIX.

En el apartado séptimo, recoge los siguientes ritos de los quinarios, novenas, septenarios, instrumentos rituales, el santo Entierro Magno, Vía Crucis, la participación de los Niños en la Semana Santa, la Semana Santa infantil, y un elenco de actividades caritativas, sociales y culturales que surgen en el entorno cofrade. Tras comentar la red de espacios de Interpretación, donde explica el centro alcalaíno de la hermandad del Señor del Ecce-Homo y Jesús en la Columna, recoge una amplia bibliografía y webgrafía semanasantera.

A lo largo de cincuenta páginas, desarrolla un estudio profundo y pormenorizado de hermandades y actos de la Semana Santa de estas ciudades medias. Por lo que se refiere a Alcalá la Real, que puede servir de modelo del reto de las poblaciones, la imagen de   la figura de Jesús Nazareno prologa este capítulo, que inicia los capítulos del resto de la Semana Mayor y hermandades de las ciudades medias. Tras unas generalidades sobre ciudad de la Mota, analiza la singularidad de la historia de la Semana Santa alcalaína a lo largo de los siglos, para pasar a las características socioculturales con su calendario festivo, modo de procesional, acompañamiento musical, indumentaria, y las sedes canónicas y privadas. Hace un recorrido por los itinerarios procesionales de las hermandades alcalaínas y resalta como originalidad los Pasos Vivientes con el título de la teatralización de la Pasión, comentando los pasos vivientes actuales desde el Prendimiento a Longinos. Los pasos escultóricos son analizados desde el punto de vista de su evolución artística, abarcando desde los desparecidos como los Planetas hasta las últimas incorporaciones. En un apartado especial analiza cada una de las hermandades desde la Borriquilla hasta el Resucitado,  pasando por Oración del Huerto, Humildad,  Apóstoles y Discípulos de Jesús, Ecce-Homo y Jesús en la Columna, Dulce Nombre de Jesús, Gallardete de Jesús, Santo Cristo de la Salud Nuestra Señora de las Angustias, Santo Entierro,  y Soledad, desgranando su historia, patrimonio,  sus peculiaridades  y novedades con respecto a  su singularidad cofrade y acompañadas de una imagen significativa del paso. Finaliza con una amplia bibliografía de la Semana Santa Alcalaína y Webgrafía para consulta de los lectores.

Es grato agradecer y valorar en grado sumo la publicación de esta obra por su transversalidad, contemporaneidad, estudio profundo a pie de obra y no libresco, su universalidad, su rigor, su sentido crítico, su carácter enciclopédico y antropológico, su análisis serio y su discernimiento veraz que la convierte en obra universal de la Semana Santa andaluza. Una obra de la que los autores deben sentirse orgullosos de haber colaborado poniendo su grano de arena en analizar y profundizar el fenómeno semanasantero de manera que damos fe de su buen hacer y presencia en el mundo estudiado.

En diario  Jaén,  La  Semana, 20 de enero de 2010.

 

 

 

 

 

 

ENTRE TRES PROVINCIAS.

 

El Sur de la provincia de Jaén no ofrece siempre sierras o montes. Pueden encontrarse lugares de amplia llanura, o valles entre arroyos y arroyuelos. Es el caso del partido de campo de Valdegranada, que era como se denominaba la encrucijada formada por el extenso terreno comprendido entre la zona nororiental de Granada, el suroeste de la provincia de Jaén y sudeste de la de Córdoba. Un terreno que supera al partido de La Rábita en municipios colindantes, pues Íllora, Montefrío, Almedinilla y Priego le rodean a lo largo de todo su contorno. Y en el entorno del cortijo de la Cruz, se centra el punto neurálgico que ya señalaron los Reyes Católicos con una cruz de mojón de términos entre el reino de Granada y de Córdoba y las posesiones de la abadía. Para dar constancia de deslinde de términos, su peana se encuentra ilustrada con el yugo y las flechas que simbolizan a Isabel y Fernando.

Junto a esta cruz tan emblemática se bifurcan los caminos a unos parajes misteriosos y de significativo valor geológico, la aldea de Venta Valero y el poblado de las Peñas Majalcorón. Pasar por el primer lugar es comprobar los vestigios de una zona volcánica con pequeños hundideros de cráteres apagados y piedras redondas, fruto de la erosión, y negras por el primer contacto de la lava con la atmósfera. Es un paisaje que relaja y te evade del cansancio preventivo que te predispone a quedarte en casa. Entre cortijos y casas de campo abandonados, se extienden las sementeras, el olivar y algún que otro encinar. Es un lugar donde vivió la familia el expresidente de Bolivia Carlos Mesa.

Junto a la Cruz, otro camino te dirige a Lojilla, tierras de Montefrío, donde todavía se mantiene una tradición de esta zona fronteriza. La cuentan los vecinos de estos predios rurales, y en la aldea granadina la reviven y recuerdan los sacristanes de su ermita. Una tradición similar a los toros de caña de la campiña jiennense, que, con muy poca fortuna, aquí la denominaban con el apelativo de Los Tontos. Por la parte del cortijo de la encrucijada, las eras del laboreo y de las fiestas de mayo se transformaron hace tiempo en aparcamiento de tractores y de remolques de la aceituna, donde se celebraban las fiestas de la Cruz, de modo que ya a no queda rastro alguno de estos aguilanderos de antaño. Curiosamente, los paisanos de Lojilla y de este cortijo jiennense se vestían con los mismos atuendos: grandes sombreros y mantos llenos de caracoles, campanillas, cintas y cañas, mientras pedían el aguinaldo a los vecinos y espantaban a los caballos que montaban los labradores de los cortijos, que los obsequiaban con buenas viandas para rifarlas. En tierras granadinas, cambiaron de santo y festividad, en lugar de Navidad y mayo la celebran el día San Sebastián, por el 20 de enero, fiesta local que introdujo el cura de la aldea. Estas fiestas ostentan menos esplendor que en años anteriores, y son, más bien. motivo de exhibición turística.

Desde allí, un tercer camino te conduce por una imperceptible, pero empinada cuesta, a las tierras de las Peñas de Majalacorón, un paraje que rememora a tiempos de las viviendas de los ámbitos rurales e las primeras roturaciones, bajo un tajo que la encubre y protege a los vecinos como una atalaya de frontera. Este Majlacorón, nombre de origen musulmán, traducido como prado de los cuernos, dio nombre a aquellas tierras, donde el emir almorávide Tashin ben Allí sufrió la chanza del acemilero de su escolta. Pues según cuenta Ibn Jatib, al referirle que todos aquellos carneros con sus cuernos le pertenecían, le respondió alegándole que era de su dominio y el de su padre todas sus cornamentas.  Y desde la altura y  los pies de sus peñas erosionadas, la vista se dirige a los montes de la frontera desde el Camello hasta la Parapanda pasando por la Cruz de Matute; luego llega a los cortijos de los Llanos Altos.  De allí a los Llanos Bajos, donde entre nuevos campos de espárragos, humedales y sementeras de cereales se adentran los antiguos cortijos de Fuente de la Piedra y del Sapillo dejando atrás el Alamoso. Por un camino de divisoria de términos se llega la Venta de los Agramaderos, una antigua parada en el camino de Montefrío a Alcalá la Real, una aldea envuelta en el encanto del pasadizo legendario que abocaba en la Cañada de Ámbar, cuyo nombre se dirime entre Bramaderos y Agramaderos, entre lugar de poste o de bramar caballo, y de venta de los productores la grama del cáñamo.  Al acercar la mirada a la divisoria y camino de los Playeros, se pasa por la Fuente de la Piedra, Villa Romana y Mojón de las Tres Provincias (Jaén, Córdoba y Granada) hasta terminar en el punto de comienzo junto a la ermita de la Cruz. Otra vez, en la cruz de caminos, cuyo cortijo está marcado por la frontera de la última guerra civil con el letrero y lema patriótico puesto en el dintel de una puerta de un bando los contendientes. Menos que ya no atrajo soldados de frontera, sino que atrajo nuevos y laboriosos vecinos del campo, pues en la ventana se refleja el amor de sus moradores con una ventana protegida con hierro de forja, para las citas nocturnas.

 

 

 

 

 

En diario  Jaén,  La  Semana., 28 de  Enero de 2018.

 

 

 

 

 

LA FUENTE DE LA SACEDILLA, UN SÍMBOLO DE CONVIVENCIA.

 

 

 

Siempre ha llamado la atención los puntos limítrofes de la provincia de Jaén. Sobre todo, han sido lugar de visita de reporteros, periodistas, viajeros y muchos curiosos que se intrigaron por el punto neurálgico que dio lugar al deslinde entre varias demarcaciones geográficas, administrativas o políticas. Este es el caso de la Fuente de la Sacedilla, que actualmente se le denomina la Fuente de las Pilas. Y en verdad que no se pudo elegir un recurso geográfico más oportuno para deslindar terrenos de varios poseedores.

 Esta fuente es encuentro singular de una antigua línea de frontera, que pasó a deslindar, en tiempos de la conquista cristiana, dos  reinos convertidos en  provincias (Córdoba y Jaén) y tres partidos municipales (Alcalá la Real, Priego de Córdoba y Alcaudete). Como era frecuente, este sitio  fue apto para el abrevadero de los ganados que pastaban en su entorno, sin olvidar su monte cercano que ofrecía  leña para las viviendas y para los aperos del campo,  solar para actividades lúdicas  de caza y rincón de paso entre pueblos y personas.

Fue lugar centenario  de perennes  litigios entre ganaderos, entrada de impostores de antaño, plataforma de dirimir pleitos y conflicto de intereses entre pueblos... Muchas disputas, entre vecinos de Alcaudete y Alcalá, entre los vasallos de los señores Fernández de Córdoba y los vecinos del corregimiento alcalaíno....Pero hoy  día, en tiempos superados y hechos con la paz y buena convivencia, todavía resisten la frontera entre las calles pertenecientes a estos dos municipios jiennenses  y un cortijo cordobés, el Nuevo, que hace el tercero,  para asuntos administrativos,  pero comparten la salud, la vecindad, la escuela, la iglesia, el agua, la luz, el teléfono.

.La Rábita es un modelo, desde hace tiempo, de  su apertura a crear una bienestar  deseado por muchos entre la naturaleza y la ciudad, disfruta de  muchos establecimientos públicos y municipales que la convierten en ejemplo de dinamización de las poblaciones rurales. En esa raya fronteriza, perviven y se han transformado en torno a la fuente la ermita antigua de la Cruz (hoy del Carmen), el Cortijo Nuevo,  y el Lavadero de la Baronesa.

Si misterioso  es el lugar donde se ubica esta fuente de cal blanca, los elementos de su entorno realzan su secreto. En primer lugar, una higuera reparte sus tres troncos y sus sabores entre los tres municipios, de modo que, según el paladar del vecino del municipio correspondiente, es más sabroso y dulce el higo o la breva. Disputas dulces entre convecinos. En segundo lugar, muy cercano a ella, el Cortijo Nuevo recuerda probablemente su pasado centenario remontándose a la época paleocristiana. En esta mansión rural transformada en almazara, un joven rabiteño  encontró una lápida que figuraba de esterillo para limpieza de los pies Y fue una gran sorpresa desvelar la inscripción inserta en este mármol, correspondiente al  primer cristiano alcalaíno (Pontentivs famvlvs Christi, vicsit ano LVI,  Potencio, siervo de Cristo, vivió 56 años) .En el  tercer lugar, unos pasos más abajo la Baronesa levantó por los años de la subsistencia   un lavadero con seis pilas, que correspondían cada una a dos por cada una de los partidos municipales. Era el lugar de encuentro para las mujeres durante la colada de un agua que manaba de aquella fuente, hoy día seca y engrandecida con más de una treintena de lavaderos y cubierta de un tejado. También se accede  por la carretera a través de la calle compartida de ambos municipios al camino de otra fuente misteriosa de La Malagüilla. La leyenda enreda a este manantial con la gallina de picos de oro, que asustaba y mataba a todo el que se le  acercaba de noche entre higueras, chumberas y olivos centenarios.

 

Hace más de cuatro siglos, el corregidor realizaba  la visita de términos acompañado de varios regidores, guardias y medidores de campo. Y describía el lugar señalando  tres mojones linderos a estos tres municipios, que han pervivido hasta hoy. Describían el primero que visitaron: Llegaron a la Rábita, término de la ciudad de Alcalá la real. Allí visitaron el primer mojón y lo renovaron. Se localizaba donde está antiguamente el puntal de la Sierra de San Pedro junto a una peña, Años más tarde le llamaron mojón de la Covezuela, que sirvió de refugio de la Guerra Civil.

Al segundo mojón llegaron, sierra abajo, los miembros de la comisión  y lo visitaron señalando que está derecho del de arriba del puntal el cual se renovó con piedras y tierra. El sitio exacto era junto a la Sacedilla y se dice mojón de las Madrigueras. Su nombre sorprende, porque aumenta el vocabulario de topónimos castellanos procedente de salex, salicis, que ya se reconocía como  "salce"  en un documento de  949 y actualmente está recogido en el diccionario académico como esta forma primitiva y evolucionada en "sauce''. Salce se ubican en León y Zamora. En diminutivo, se encuentran los apellidos Salcillo  y Salzillo, los derivados colectivos Salcedo, Salcido, Salcedillo, Salceda, o La Salzosa, y las variantes de Salceda como  Sarceda de Tudanca y "salcera" que en Campoo significa sauce o el Salceral  de  orillas del Híjar. De Salce, se pasó a sauce y a sauz y saz  como de cal (i) ce a cauce y a cauz y caz. Existen topónimos  Los Sauces en Ávila y La Palma, El Saucejo, El Saucillo y derivados colectivos como Sauceda, Saucedilla, Sauzal. Y en la forma abreviada de Saz Fuente -el-saz, Val-de-saz, Saceda, Sacido, Sacedillas, Sacedón, y diminutivos como Sacedoncillo, y esta Fuente Sacedilla. Y esta palabra latina hace referencia a la planta de la misma familia botánica, las salicáceas,  y significa mimbre Antiguamente vimbre, en latín vimen/víminis.

Con esta palabra,   viene a la mente la esencia  genuina de estos vecinos  fronterizos y de tres municipios, compartiendo servicios, conviviendo en concordia y superando los avatares de su historia y geografía. Con estas mimbres, de seguro que podían entenderse no la Rábita y sus pueblos limítrofes, sino todos los pueblos de España superando barreras y ansiando una convivencia que mire al progreso.   

 

Domingo, 24 de septiembre de 2017. En diario  Jaén,   La  Semana.

 

 

 

 

LAS ENTRAÑAS DE LA TIERRA.

 

La oscuridad no es siempre la nada. La noche invita a encontrar la luz. Siempre descubre algo que pasa desapercibido con la intensa claridad de los rayos del sol. Las cuevas, los túneles secretos, los pasadizos, las hoces, las simas de las rocas siempre te encierran en un espacio que te asfixia. En muchos rincones de la tierra, y repitiendo las mismas escenas de esperar la rendija de la luz.

Hace unos meses, una ruta por las fuentes del agua de la ciudad de la Mota invitó a adentrarse a las entrañas de la tierra. Se ascendió a su primer poblamiento encuadrado en torno a los Tajos, el cerro de San Marcos y el paraje de los Llanos, en el punto de surgencia de un manantial que encauza sus aguas a través del paraje del Cauchil. Curiosamente, un lugar que se remonta a varios milenios de años como asentamiento humano calcolítico, de una sociedad y cultura que dio los primeros pasos de la agricultura tras su paso de su intensa actividad ganadera. 

Un viaje casetón construido a la manera renacentista como los de las Salinas de Filique por el cabildo municipal a mediados del siglo XVI, cobija la red de distribuidora del manantial de agua que surtió durante muchos siglos a los vecinos de los barrios del valle de Alcalá la Real. La noche convertía más cristalina y brillante el canal tallado a la roca que se adentraba bajo las rocas de aquellas piedras areniscas, donde manaban un excelente líquido filtrado por la piedra arenisca. A la entrada de un túnel natural del casetón, un escudo aparecía con dos cuerpos, los cuarterones del escudo de la ciudad que encuadran con castillos y leones a la llave de Alcalá la Real, y, sobre él, una estela con   una leyenda ilegible, erosionada por esta piedra blanda que la humedad hace más destructiva. Ambos, escudo y leyenda, denotan la mano de los familiares sardos de la familia de Pablo de Rojas. 

Su inscripción resultaba ilegible en su totalidad. Y la oscuridad la hacía más difícil de descifrar. Pero mira por dónde vino la luz de la mano de las nuevas tecnologías y pudo descifrarse aquella leyenda en gran parte “Esta obra mandaron hacer los señores regidores siendo corregidor el ilustrísimo señor caballero, Pero Ponce de León, año de 1557”. Este descubrimiento abrió los ojos y la interpretación de la distribución y red de agua, elemento fundamental para los pueblos y las ciudades. Hizo comprender un lugar que mantiene un léxico que se remonta a época romana como la Tejuela y abunda en términos árabes (Cauchil, Hacho, era de la Barra, Azacayas…). Explicó que se haya mantenido como un lugar de paso que se remontan al, trasiego poblacional desde el Alto Guadalquivir a las tierras del Sur, a las campañas de invasión desde Castilla hasta el reino de Granada. Y, como no podía ser menos, en su entorno se vivió una gran diáspora hace ochenta y un años al tomar la ciudad de Alcalá la real las tropas granadinas del coronel Muñoz.

 

No nos extraña que la oscuridad sirva de luz y salvación para muchos que se cobijaron al abrigo de aquellas cuevas en medio de torrenciales lluvias armadas de estruendoso aparato eléctrico, donde cobijaron sus ganados- No es de extrañar que estas cuevas se mantuvieran de refugio para los primeros bombardeos que soportaron los vecinos de Alcalá como ciudad de frontera en la Guerra Civil.

Pues siguiendo el hito del agua, en medio de la oscuridad de la noche, el agua se canaliza a través de la Corredera del barrio de las Cruces hacia un depósito que distribuyó en los años veinte del siglo pasado por primera vez el agua en los domicilios de las calles nobles de la ciudad. Este depósito refleja otro estilo arquitectónico racionalista, básicamente un mal imitador del neoclásico con estructuras dinteladas, gran frontón, aletones y esquemático y simplista desarrollo de la portada.

Este depósito fue inaugurado en medio de un gran despliegue de exhibición y fiesta como muestra de que el agua era la vida de muchas familias, al entrarse en las casas y surtir de un modo perenne otros pilares. Acudieron todas las autoridades y se exhibieron los scouts de aquel tiempo. Y curiosamente, aquel depósito se convirtió también en punto de información de la memoria histórica. Bajo sus estanques de depósito de aguas, incompresiblemente se reutilizó, para albergar la sala de máquinas y llaves, otro antro reformado con una estrecha bóveda de medio cañón, en la que no cabe apenas una persona a su ancho a lo largo de la galería de entrada.

Aquella galería era otro punto de memoria histórica, porque se utilizaron como refugio en los numerosos bombardeos que en la Guerra Civil afectaron a Alcalá la Real. Desde el primero infringido al gobierno republicano local, comprendido entre el dieciséis de agosto de 1936 y los que anunciaron la toma de la ciudad durante la feria y últimos días de septiembre hasta los que se repitieron años después hasta la finalización de la guerra sobre la población que no acompañó a la dura espantada de casi cinco mil personas que abandonaron en los primeros meses de la contienda civil la ciudad de la Mota. Era inconcebible que la luz artificial iluminara aquel lugar, oscuro y casi intransitable, que salvó a muchas personas. Pero otra vez la oscuridad anuncia la luz de la salvación.

 

En Jaén, La Semana. Domingo, 10 de septiembre de 2017

 

 

 

 

 

 

 

 

              RUTA DEL AMOR POR LA PROVINCIA DE JAÉN

 

 

               Ha pasado el catorce de abril y se celebró el día de los Enamorados, con motivo de la festividad de San Valentín. Estamos acostumbrados a celebrar rutas turísticas o leer diarios de viajes, cuyo tema se centran en acontecimientos bélicos, monumentales o históricos. A lo largo de la provincia de Jaén  se desarrollan  diversas rutas: del Olivo, del Califato, Nazarí, Almohade,  Carolina o Imperad de Carlos V, Íbera,  Caminos de Pasión. Ciudades Medias, Turismo Interior. O  la más reciente  de los Castillos y  las Batallas. Ofrecen  a muchos turistas y viajeros unos itinerarios para recorrer y conocer la historia y las costumbres de los pueblos de la provincia de Jaén. Invitamos, para  próximos años, a nueva  propuesta de ruta jienense, la  de la Ruta del Amor por la provincia de Jaén. Idilios amorosos haberlos haylos, enamoramientos apasionados como los de Romeo y Julieta abundan en todas las partes  y en muchos pueblos de este reino, desenlaces trágicos y románticos  se prodigan por rincones y  palacios  de las ciudades jiennenses y,  no solo se centran en el  amor de parejas, sino en su más amplio sentido de la relación amorosa desde la paternal hasta la filial, pasando por la matrimonial, incluso sin olvidar su antídoto del odio y del rencor. Pues ya lo decía Octavio Pazen efecto el amor es una pasión misteriosa, hecha de opuestos, deseo y temor, ternura y celos, ferocidad y caricias, egoísmo y desinterés.

Es difícil  establecer una ruta por varias etapas, más bien hemos comarcalizado esta ruta  y fijamos varios días e itinerarios correspondientes. Iniciamos una etapa con el amor serrano. Y nos quedamos recreándonos con la poesía amorosa del segureño  Jorge Manrique, esa poesía de reminiscencia provenzal, en búsqueda de la amada:      Quien tanto veros desea, /  señora, sin conoceros, /     qué hará después que os vea/   cuando no pudiere veros?/ Y siguiendo con el amor ausente y metamorfoseado en una forma alargada y escamada, la Tragantía nos recibirá en el castillo de Cazorla emitiendo hálitos fantasmales. Algo más lírica, el Castillo de la Iruela invita a otro episodio mistérico entre Rosaura, el joven plebeyo, los padres severos y la sirvienta. Y desentrañaremos el enigma de ¡Al mezclarse la cera /con los granos de sal/perderás la materia/y encantada serás! 

Otra segunda etapa  tiene su parada en el centro de la provincia  para  tratar el  amor en tiempos de los pueblos prerromanos,  en este caso íbero y púnico, y, acercándonos a Cástulo,  rememoramos  el amor diplomático entre la  pareja formada por la oretana Himilce y el púnico Áníbal, una historia de amor, guerra y  de desposorios políticos, cerca quedan las ciudades patrimoniales para recordar a Machado con su recuerdo de Leonor, y Úbeda con tres variantes legendarios de relaciones amorosas, el Cristo de los Cuatros Clavos, La mujer emparedada de la Casa de las Torres y La Casa del Ahorcado. Y de allí, haremos una escapa de la leyenda musulmana de la fuente de la Minga por tierras de Iznatoraf y  Villacarrillo.

            Por tierras del Guadalquivir, Andújar nos recibe con los amores entre el hijo de Muza y la hija de don Rodrigo, por las ruinas de la muralla. En esta etapa, Egilona y Agilazis hacen vivir un intenso amor entre apostasías religiosas y odio de sus vecinos por sus renuncias ante la pasión amorosa. Cercana Arjona saca el amor de los cangilones de un pozo, donde resuenan los ecos de una cristiana que sufrió las garras de la esposa de su esposo musulmán. Y, para broche de oro, en la torre del castillo de Arjonilla,  Macías el Enamorado nos envuelve con estos versos   Con tal alto poderío, /Amor nunca fue juntado/ni con tal orgullo e brío/cual yo huí por mi pecado/contra mí, que fui sandío/ denodado en ir a ver/su gran poder/e muy alto señorío. /   

            Bajar a la Sierra Sur es adentrarse en el amor de los últimos momentos de frontera. Sobresalen las leyendas de la antigua ciudad calatrava de Alcaudete, entre ellas las de los amores entre Zayde y Aixa, donde en la fuente del amante se escuchan sus últimos gemidos ante las manos del señor de Alcaudete. Y, ya cercana a la frontera con el reino de Granada, el Arcipreste de Hita recita versos "Fija, vos, os saluda, uno que es de Alcalá", e introduce en leyendas amorosas. Estas se remontan a los amores trágicos entre el poeta Abu Yafar y la poetisa Hafsa, que acabaron con la muerte del descendiente de la familia de los Banu Said de manos del gobernador granadino. O las más tradicionales que se desenvuelven en el castillo de la Mota como la de la mora Cava y el capitán don Diego de Haro.

 

            Jaén será la última etapa, porque rincones de leyendas de amor abundan por muchos lares. Desde el castillo de Santa Catalina hasta las cercanías de la catedral.  Los amores entre Jazmina y el  condestable Lucas de Iranzo recogen los tiempos de la difícil convivencia del amor entre civilizaciones diferentes paseando por los alcázares. Y, junto a la sede catedralicia, los conflictos del amor entre  la hidalguía y los no privilegiados se hacen presentes en la mansión y la casa de los Vélez y recuerdan tiempos las de la princesa del palacio moro y la fuente del Caño Quebrado entre  otras muchas. Con estas leyendas, la ruta del amor por tierras jaeneses no se celebrará solamente el día de San Valentín sino se alargará en una semana, y, en tiempos de desosiego amoroso  cubrirá varias etapa para renovarlo e, incluso servirá de terapia amorosa. Pues, como decía Manrique:        Allá está mi libertad, /     allá toda mi cordura; /     tiénelo en cargo bondad, /  catiuólos hermosura.

 

 

 

Domingo, 19 de febrero de 2017. En diario  Jaén,  La  Semana.

DE ROMERÍA EN ROMERÍA

 

 

Los meses de la primavera jiennense se visten de fiestas y romerías. Desde la Sierra Sur hasta Sierra Morena pasando por los rincones más recónditos de una aldea de otras sierras, como la del Sur, Mágina,  Condado, Cazorla y Segura. No hay lugar del Santo Reino donde no se celebren encuentros festivos en honor a una festividad religiosa. Desde un santo hasta una advocación mariana o cristiana, se hacen eco de aquellos versos lorquianos, que cantaban: Si tú vienes a la romería /a pedir que tu vientre se abra, /no te pongas un velo de luto /sino dulce camisa de holanda. /.

            Han cambiado los tiempos de aquellas romerías que relataron Cervantes o Lope de Vega, y se asiste a un renacimiento romero, en el que se ha quedado para el arcón del recuerdo los viejos romances de ciegos, que, en forma descriptiva, rememoraban milagros y aspectos singulares y pintorescos de las romerías, mediante sus composiciones en pliego de cordel. Atrás quedó aquella religiosidad de poetas populares con el alcalaíno Lucas de Moya cuando escribió esta quintilla para la fiesta de la Virgen de la Cabeza en los primeros decenios del siglo XVIII: quien viene con devoción /a esta santa romería/ contrito de corazón/ le sanáis Virgen María, / de toda pena y lesión.

 Tiempos más recientes fueron aquellos en los que la poetisa María del Pilar Contreras, recogía el ambiente romero de esta patrona diocesana, símbolo de la espiritualidad de los vecinos de Jaén: ¡Pintoresca romería¡!/En cada pueblo que entran/hallan almas fraternales/ y las reciben con muestras/ de indescriptible entusiasmo/ que en cada jornada aumentan/como va aumentando el número,/ de fieles que se congregan.//  No es esta la única romería que atrae a poetas anónimos y populares, sino que en cualquier punta de la provincia de Jaén surgen compositores para cantar estas fiestas romeras. Lo mismo acontece en Tíscar como en Campillo de Arenas o en cualquier rincón aldeano o de un santuario ancestral. Muy ilustrativas son los las coplas y letrillas dedicadas a Santa Lucía, una romería a medio camino entre Granda y Jaén, en un paraje resguardado del rocoso monte, en el que se levanta una ermita dedicada nada menos a una santa italiana a la que le cantan.  Todos en Puerta Arenas, /cantamos a porfía/cuando en la primavera, / vamos en romería. /Y por aquellos tajos, /de pinos y olivares, /los pájaros te cantan, /Lucía Santa grande.

O la romería de tierras quesadeñas del pintor Za1baleta, donde este asistía siempre con entusiasmo y reflejó en sus obras, y en un entorno donde el propio Machado le cantaba a aquella Virgencita mozárabe:  Y allí donde nadie sube/ hay una virgen risueña/con un río azul en brazos. /Es la Virgen de la Sierra. No responden las romerías a un simple cambio estacional, son un movimiento de conciencia colectiva. Pues la primavera transforma la naturaleza jiennense y se cubre de la esperanzada del manto verde por todos los rincones, al mismo tiempo que se refresca purificadora y regeneradora con las aguas cristalinas que brotan por los manantiales y bañan los cauces de los ríos y arroyuelos.

 No es de extrañar que la mayoría de los lugares romeros ocupen miradores serranos, cuevas convertidas en sitios de peregrinación y, lugares aledaños a manantiales, alamedas y fuentes, que, a veces, remonten su pasado a un sitio donde se encontraban los remedios sanatorios y curativos de muchas personas hasta tiempos lejanos de la historia actual.

Se hacen hipótesis de la calidad de sus aguas, de la ventilación de sus aires o de los aromas de su entorno ecológico. Tampoco, puede pasarse por alto su patrimonio legendario. No hay que fijarse más que en el cúmulo de leyendas y relatos que transformaron el primer encuentro con aquel lugar de algún personaje religioso o divino. Las hay de tiempos de los primeros discípulos cristianos que pisaron tierras hispanas en el Imperio, como los santos de Arjona; abundan las que se relacionan con la tradición mozárabe en la que las imágenes se esconden como tesoros y se descubrieron tras la conquista cristiana, como en Tíscar o en Sierra Morena; se entroncan en los concursos de gente y ferias ganaderas de unas épocas, en la que la agricultura cedía el puesto de productividad económica al contacto con los animales. Algunas desparecidas como la de Guadajoz.

Curiosamente, la caballería en sus diversas modalidades, dejó su huella, en los grupos que participaban y siguen manteniendo sus costumbres caballerescas. Los desfiles, las banderolas, los estandartes, los pendones, la procesión o marcha de carrozas, los elementos anunciadores como la pólvora o la campana, los reclamos al aleo tamboril y la chirimía de trompetas, el alojamiento efímero a través de tiendas de campaña, los juegos y concursos festivos que se añaden al calendario romero. No era sino una manera de trasladar el concurso festivo urbano hacia el ambiente rural, purificador, y en contacto con la naturaleza que se abre a los pies de muchos santuarios. Unas veces, serán marianos, como los de las Vírgenes de Tíscar, Encina, Cabeza, Estrella, Fuensanta, Alharilla, Villa, o Linarejos; otras veces, lo serán de Cristos, como los de Chircales, del Consuelo, de la Salud, o Misericordia.  A veces, no son las fechas romeras en los meses primaverales, sino se prolongan en patronales a lo largo del verano con festividades patronales como Santa Ana, y advocaciones como Alcázar, Guadalupe o Mercedes. O reservan para la primavera otros acontecimientos relacionados con ellas, como la bajada a las poblaciones cercanas al santuario, que las celebran como patrona. Otras veces, se celebra la festividad de santos protectores de la agricultura, como San Isidro Labrador, y abunda este espíritu romero en las entidades menores como las aldeas de poblaciones agrícolas y en Lopera, Villanueva, Puente Génave. En medio de la primavera, se fija la festividad de la Cruz a primeros de mayo, un símbolo que representa una historia personal y colectiva, cada cruz es un traslado de un seguidor cristiano que compartió un relato de amor, una tragedia personal o una autoafirmación de un agradecimiento grupal o colectivo. Es la romería pequeña, la de barrio, la de calle, la del cruce de caminos o la del rincón preferido.

Pocas romerías rememoran acontecimientos profanos, a pesar de que no puede olvidarse que antiguamente las grandes concentraciones obreras se organizaban en torno a lugares estratégicos para celebrar los primeros de mayo.  Por esos estos versos recogen perfectamente este amiente romero colectivo y estacional: Que pasa que por los campos/ hay primaveras sagradas/ que las nubes tras las peñas/ se han hecho palomas blancas/ y hasta el sol ríe de fuego/ alegrando la jornada //.

 

En diario  Jaén,  La  Semana. Domingo, 23 de abril de 2018

 

 

 

 

 

 

 

 

IV

DE OFFICIIS

HOY MÉDICOS RELACIONADOS CON JAÉN. SOLANO.

La medicina siempre ha interesado al hombre, el espíritu de pervivencia no puede conseguirse sin la ayuda de sus profesionales. Las cortes más antiguas disponían de un médico para proteger al monarca; los hospitales y las ciudades no recataron fondos para que estos desarrollaran y practicaran sus saberse en medio de  una población, que los debía desbordar entre peste, epidemias y pandemias. Sin su ayuda, le curanderos de turno, los físicos oportunistas y los santeros tan sólo podía llegar  a cubrir lo que la experiencia le había transmitido de los saberes grecorromanos. Es curioso que la aplicación de medicina se desarrollara en muchos hospitales de órdenes mendicantes  y de cabildos de realengo. Pero sus profesionales, a partir del siglo XVI, se vieron sometidos a un proceso de selección en los que primaron sus conocimientos. En tierras de Jaén, el paisano Juan Gutiérrez de Godoy (1579-1656), es el prototipo de aquellos médicos polifacéticos que se iniciaban en las universidades (como este, en la de Alcalá de Henares, donde fue discípulo del médico Pedro García Carrero, y colega médico del rector y doctor Vázquez de la universidad complutense) y ejercían su profesión en los pueblos más insospechados de España. Así, la llevó a cabo Godoy en la ciudad de la Mota ( 1616-1626), donde nació una hija poetisa monja,  para escalar en los años siguientes el puesto de médico del Cabildo Eclesiástico de Jaén (1624-1645).Pero su labor médica trascendía la praxis diaria sino que fue autor de varas obras: unas veces, imbuidas del pragmatismo de la época  y escritas en castellano, para que alcanzaran mayor divulgación como Las  Advertencias y preceptos generales con los cuales pueden fácilmente tasar cualquier receta en las boticas (Jaén, 1632 ), el Discurso para provar que es caso milagroso el haber hallado incorrupto el cuerpo de doña Leonarda de Aguilar (Jaén, 1641) y Tres discursos para provar que están obligadas a criar a sus hiios a los pechos todas las madres quando tienen buena salud, fuerças, buen temperamento, buena leche y suficiente para alimentarlos (Jaén, 1629).

;  y otras impregnadas de la formación científica de  la época, basada en el mundo grecorromana (Disputationes Philosophicae et Medicae super libros Aristotelis ‘De memoria et reminiscentia’ duobus libris (Jaén, 1629 )Quaestio medica non bulgaris. An possibile sit in rabientium urinis canes parvos generari? (Jaén, 1639), Quaestio medica. Vtrùm, in apertione fonticularum actuali cauterio necessario perforanda sit utraque cutis, an verò sufficiat inurere externam cuticulam?  Por eso, no es de extrañar que el médico jiennense ocupara el cargo de médico de Cámara del rey Felipe IV, curiosamente su paisano Martínez Montañés  esculpió á cabeza de su estatua ecuestre y compartió algunos años de su niñez con este médico. En esta línea de médico de pueblo podían citarse algunos tratadistas que plasmaron sus conocimientos  y experiencias en tratados, como aquel médico de la Mota  que le preocupaba la enfermedad de la garganta y sus causas motivadas por beber las aguas heladas.

            No es este el único caso que resalta el mundo de la medicina de la provincia de Jaén. Un siglo después,  Pedro Solano de Luque  fue médico de Alcalá la  Real  y  se casó con doña Josefa de Torres, vecina de Alcalá la Real, con la que tuvo varios hijos. Al fallecer su marido, recibió en herencia la obra médica manuscrita de su suegro Francisco Solano de Luque, un famoso pulsista que conservaba en su casa de Alcalá por el año 1790.  Según un documento del Archivo Histórico Provincial  ante el notario José Gutiérrez, contenía "  según informes y noticias cosas  provechosas a la salud públicas y adelantos  de los facultativos en el arte de la medicina ha determinado que se imprima  a beneficio de todos los interesados".  El título de la obra fue Observaciones sobre el pulso (Madrid, 1787). Y tuvo un recorrido pintoresco, aunque su hijo Pedro experimentó sobre las enseñanzas de su padre en Alcalá, esta  obra fue conservada por la mujer  de  Francisco Solano Manuela Navajas, que  la entregó a su hijo  Cristóbal para llevarla  a la impresión, pero murió pronto. Entonces recogió la obra su hijo Pedro   que  mantuvo en arca bien guardada  la obra e hizo algunas gestiones para publicarla, y lo consiguió  gracias al corregidor de  Antequera Francisco de Milla en Madrid. Pero, su dedicación como médico en  Antequera y, luego en Alcalá, con   otras ocupaciones se lo impidió. Muerto Pedro,    Josefa  de Torres  dio la obra para que se imprimiera  y  poderla usar a su cuñado Sebastián Solano de Luque y al catedrático Joaquín Esquera del colegio de San Isidro de a Villa y Corte. Entre sus muchos reconocimientos de este médico ilustrado nos quedamos con estas palabras: " Este es  el Solano humilde y contestatario, candoroso y antidogmático, generoso y firme en sus convicciones. Este es Solano de Luque, cuya presencia en la medicina preilustrada significó, al menos, alguna luz sobre una práctica, sumida entonces en un mar de obscuridades. En definitiva, este fue el hombre que, aun en su condición de médico rural, representó a España en las más relevantes clínicas europeas de su tiempo y que, sobre todo, supo ser siempre un médico". Otro médico del mismo siglo rural e ilustrado fue Antonio Lucas Mendal, que escribió otro tratado médico sobre las enfermedades de la garganta. Las mareas blancas de aquel tiempo.

Domingo, 5 de febrero de 2017. En diario  Jaén,  La  Semana.

EL MÉDICO DIEGO LÓPEZ DE VILLALOBOS Y SU DESCENDENCIA ALCALAÍNA.

 

  En siglos pasados, los repoblamientos de los pueblos de acuerdo  con las diversas etapas de frontera  del reino de Jaén  dieron lugar a la llegada de personas de otras regiones, con hombres de guerra, pero también de oficios y algunos profesionales.  Este es el caso de la Sierra Sur, a la que, tras la  toma de Granada,  afectó intensamente  la llegada de vecinos del Norte, y de los pueblos ya repoblados de  los reinos de Sevilla, Córdoba y Jaén. Sobre todo, tuvo lugar en los primeros decenios del siglo XVI, provocando  un fuerte crecimiento de la población. Pues hay constancia de que acudieron muchas familias que se vieron favorecidas por las nuevas medidas de gracia de la Corona, a través de la merced de solares y medidas protectoras. Junto a estas familias, acudieron nuevos profesionales que comenzaron a ocupar puestos en los servicios de la ciudad (medicina, escuela, el derecho, comercio…). Entre ellos ocuparon un lugar espacio, los médicos. Hay constancia de que hubo médicos, farmacéuticos, físicos y protomédicos, pero se constata la presencia de una familia muy importante relacionada con la medicina que fueron los López de Villalobos. Pues, en el  segundo decenio se estableció en Alcalá la Real el licenciado Diego López de Villalobos. Es fácil caer en la primera intuición y relacionarlo con el famoso médico y humanista Francisco López de Villalobos, descendiente de una familia judía y, a su vez judeoconverso, que escribió varias obras relacionadas con la medicina, al mismo tiempo que se considera uno de los más importantes humanistas del Renacimiento de España, a la vez que fue médico destacado de la Corte en tiempos de Fernando el Católico y el emperador Carlos V.

            Comparte, de seguro, el lugar de origen,  su linaje y la pertenencia al mundo de la medicina con este insigne, médico que fue acusado por la Santa Inquisición. Pero no hemos podido constatar la relación consanguínea directa  con este famoso galeno. Pues, un hermano suyo el famoso conquistador Ruiz López de Villalobos declaró que su familia era hija de Villalobos, natural que fue de la Casa de los Villalobos de León sin especificar a este miembro con el que mantuvo algunos vínculos familiares. En cambio, estuvo emparentado con otro miembro de repobladores de las nuevas conquistas de las tierras andaluzas. Nos referimos al padre don Juan de Villalobos, del famoso linaje de los hidalgos malagueños, que se afincaron en sus tierras tras la conquista de la capital costera en 1487 recibiendo solares, tierras y casas. En concreto, adquirió la vecindad en 1489 y su correspondiente parte en el reparto de bienes inmuebles (una casa en la calle de los Guardas, otra en la de los Carpinteros, y un solar fuera de las murallas en el arrabal de la Puerta Granada y dos colinos en la zona de Alhaurín de la Torre). Anteriormente residió en la villa extremeña de San Martín   de Trevejo donde ejerció el cargo de alcalde. En Málaga, fue mayordomo en entre 1489 y 1491, el de regidor (1494-1505) y de modo vitalicio en 1508 por merced real, en 1507 administró como receptor los bienes de los moriscos expulsados a África del Reino de Granada.  Se casó en primeras nupcias con doña Constanza de Rivadeneira antes de llegar a Málaga y tuvo por hijos a Francisco y al  médico alcalaíno Diego López de Villalobos. En 1509 se le concedió el cargo de la alcaidía del Peñón de la Gomera, y, en los últimos años del siglo XV, se casó de nuevo con la madrileña Juana de Vargas, con la que tuvo a Ruiz López de Villalobos, Antón de Villalobos y Bernardino de Vargas, todos ellos relacionados con la conquista de América y emparentados con el virrey Antonio de Mendoza. Tras dejar el cargo de regidor a su hijo Francisco, falleció en 1512.

 

Diego de Villalobos alcanzó el grado de licenciado en medicina, tal como se manifiesta en algunos documentos notariales junto con su hermano Francisco en la ciudad de Málaga. Se trasladó a Alcalá la Real y ejerció el oficio médico, con el que  adquirió gran renombre y acrecentó su caudal con el repartimiento de la 10.000 fanega llevado a cabo por el emperador Carlos I entre los vecinos. Incluso agrandó su patrimonio con la compra de los terrenos limítrofes. Sus tierras se concentraron en torno al arroyo del Palancares dando lugar a una zona que se  le llamó Villalobos, debido a que varios descendientes suyos, con el cargo de regidor en el cabildo alcalaíno, dieron lugar a que se llamara con el nombre de esta familia. Hay varios documentos notariales obre compraventa de tierras cercanas a las suyas y procedentes de este repartimiento. En 14 de diciembre de 1528, ante el escribano Francisco Ordóñez ante Alonso de Jaén y su hijo Francisco Ordoñez], realiza una compra de seis fanegas y media de  tierra ( la suerte de tierra que se concedía por peonía o soldado de pie) que hizo a María Martínez en el sitio de Conejeros del Palancares. Pagó 335 maravedís y estaban por linderos más cercanos la posesión de tierras y monte del boticario Diego de Córdoba, por la parte baja y por la parte alta, la posesión de tierras y monte de Catalina Ruiz.

Suelen abundar este tipo de documentos, y su fama pervivió ya que la familia de López de Villalobos regentaba la devoción  de San Blas en la iglesia Mayor Abacial, en la penúltima capilla del ala del evangelio con un retablo muy antiguo y el escudo de armas de la familia colocado encima. Esta capilla posteriormente recogió las reliquias del santo en 1583 y se convirtió en ermita a partir del siglo XVII, donde existía una imagen de un Cristo, el de la Salud.

No fue el único médico famoso del siglo XVII en la ciudad de la Mota. No puede olvidarse a Juan Gutiérrez de Godoy,  otro humanista, que regentó el puesto de médico real de Felipe IV.

En La Semana del Diario Jaén. Domingo, 20 de enero de 2019

 

 

 

 

 

 

 

LA TRADICIÓN DEL JUEGO DE LA ESGRIMA

 

Al final del año pasado 2018,  se celebraba el torneo de la esgrima de la ciudad de Jaén. Y lo presentaban los organizadores del evento, resaltando algunos datos sobre este deporte. En concreto, el concejal de Deportes  del ayuntamiento jiennense resaltaba que era “el deporte olímpico de origen español” y que Andalucía sea cuna de este deporte con un gran número de “tiradores”, Así se denominan  sus practicantes como  esgrimistas frente a los esgrimidores que realizaban antiguamente las armas de esgrima  y equivalían en otra modalidad con los espaderos. En estos tiempos del siglo XXI, siempre se barría para casa y se traía las aguas a su molino utilitarista justificando el torneo deportivo dentro de la modalidad de turismo deportivo. El responsable de la UJA  transcendía el deporte y lo enmarcaba en el desarrollo ético de valores, que fomentaba el deporte de la esgrima. Pero ni es un deporte reciente por ser olímpico ni su nobleza surgió al azar dentro del mundo del deporte y militar. Su práctica se remonta a los primeros siglos de la Edad Moderna en las tierras de Jaén. Deben abundar, en los pueblos más populosos y en la capital, las noticias de los espaderos  y  los esgrimidores, que frecuentaban este oficio de fabricar espada a través de los padrones de población, contratos  y ordenanzas de oficios. En concreto en la ciudad de la Mota hay constancia de los aspadores que abrían su tienda en las Entrepuertas de la Mota, y así lo hacía Gonzalo Martínez  en 1549.

Pero, en esta misma ciudad, se conoce con rotundidad el ejercicio de la esgrima como foco importante de Jaén por varios documentos.  Por uno primero,  ante el Juan Bautista Cano en 10 de septiembre de 1638 y siendo testigos Martín de Rueda, Antón de Víboras y Bernardo Ruiz,  recogíamos la práctica deportiva del  Juego de la Esgrima en Castillo de Locubín, con motivo de la avenencia judicial  entre dos contendientes por un pleito de lucha de esgrima.

 

         Era muy frecuente la práctica de perdonar a las personas y dar una cantidad de dinero por el delito cometido.   Juan de Pareja aludía que el  prieguiense Juan de Jiménez fue acusado por la Justicia de la ciudad de Alcalá la Real  de haberle herido Diego Palomino, maestro de esgrima, que le sacó en la Era de esta villa con una cuchillada en el hombro  izquierdo. Se muestra claramente que no fue un duelo, porque se refería a que el maestro jugaba con Jiménez a las armas y al tirarlas le dio estando recto y sin darle percibimiento entró la misma espada por las espaldas y se dio en un ojo. Ante la petición de personas honradas, decentes, caballerosas y por el servicio a Nuestro Señor, solicitaba el perdón  ya que no tuvo culpa el maestro pedía que se le perdonara. Se demostraba que ya existía la  presencia de las enseñanzas y escuelas de esgrima españolas con su correspondiente tipo de espadas roperas y sus reglas.  Por este tiempo, se habían escrito diversos tratados del Arte de la  Esgrima de Jerónimo Sánchez de Carranza (1582,), de Luís Pacheco Narvaez (1624), maestro mayor de Felipe IV de Carranza, Nicolás Tamariz y Ettenhard y Abcarca, compendios que sobrepasaban este arte para profundizar en sus fundamentos  teóricos, filosóficos y matemáticos. Como dicen algunos “Destreza se convierte en algo más que una visión esgrimística, incorpora referencias a autores clásicos, la geometría, biomecánica y demás hijos del humanismo renacentista que daba sus coletazos aun en España”. En el siglo XVII, la espada ropera tomó el control y se popularizó enormemente, sobretodo de la mano de la publicación de  la obra del  esgrimista Salvatore Fabris. Su estilo  triunfó en Italia y se expandió en la esgrima germánica. Y curiosamente en España fue conocida como la Verdadera Destreza en base a esta  tipo arma de la espada ropera.

Pero, no era una noticia accidental aquel pleito ni una pura anécdota el juego de la esgrima. Pues, un siglo anterior, nos encontramos otro documento sobre la esgrima, en este ante el escribano Antón García de los Ríos con fecha de diecinueve de enero de 1553, siendo testigo Pero y Lope Garrido y Blas Alcalde, el propio maestro de esgrima alcalaíno, Francisco de Anaya aparece  concediendo nada menos el título de poder ejercitar la enseñanza al prieguense Juan de Arroyo en su localidad. Lo hacía conscientemente y dándole poder para que representando su propia persona pudiera abrir escuela de esgrima de armas en ella como maestro  como mejor le convenga y el visto bueno del alcalaíno hasta que alcanzara el título de maestro mayor del rey Carlos V.

Por este documento, se demuestra que la escuela alcalaína ya gozaba de tradición y dinamizaba las de las otras poblaciones de la abadía, donde se abrían escuelas al amparo del  examen de oficio de los maestros de esgrima de Alcalá la Real, que gozaban del poder de dar el título real  de, ejercicio. 

         Por eso, la esgrima no sólo mereció con creces su categoría olímpica en esta tierra, sino que también  viene refrendada por la práctica de unos valores,  ajenos del simple aprovechamiento utilitarista del turismo, de modo que era algo más, era  una escuela de fomento de valores.

 

 

 

En La Semana del Diario Jaén. Domingo, 28 de julio de 2019

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

OFICIOS PERDIDOS DE LA SIERRA SUR

EL POLAINERO  Y EL DIEZMERO

 

 

Se ha producido un cambio vertiginoso entre algunos oficios desde mediados del siglo XX hasta estos primeros decenios del tercer milenio. Es consecuencia de la transformación de la moda, costumbres, instituciones y medios de transporte y comunicación.  Y ofrece claro testimonio en los espacios expositivos como los museos de costumbres, etnográficos y de tradición popular. Podrían exponerse gran número de objetos, instrumentos, fiestas, costumbres y variantes artesanas. Pues se ha pasado del mulo y burro al tractor, vehículo propulsado por el gasoil; de las milicias de caballeros se abrió paso a los carros motorizados; de las fiestas de mascaradas a las concentraciones de grandes equipos de música y sonido. Recorrer estos cambios es fijarse en fotografías y documentos gráficos del siglo pasado y compararlos con nuestra visión actual. Algunos quedaron tan atrás que habría que acudir a las declaraciones de los vecinos de aquel Catastro de la Ensenada, que obligó a dar datos y señales hasta el último pelo de la cabeza, para encontrar artesanos de este oficio con capacidad para sobrevivir de las polainas.


POLAINERO

Estos artesanos de prendas de vestir se dedicaban a fabricar las polainas que no eran sino unos calentadores, unas prendas que protegían las piernas desde la rodilla hasta el tobillo tratándose de dimensiones largas, y desde el tobillo hasta el empeine del pie en las cortas.  Eran piezas fundamentales para labradores y pastores, y son como las medias o calcetines cortos. Se colocaban al exterior de la bota y del pantalón, de forma tubular y se enganchaban en su derredor sin la parte de la planta. Se unían al pantalón con una cinta, sirga o correa, ajustados por su elasticidad y con cierres de cremallera o botones. Las polainas eran prendas agroganaderas para protegerse en el campo y de los oficios relacionados con la cantería. Pero no se reservaban a estos oficios, sino que las de cuero, se utilizaron para los uniformes militares y muchos burgueses se engalanaban con el brillo de estas prendas. No era de uso exclusivo de los adultos, sino que también la usaban los niños en muchas ocasiones. Los artesanos, a veces, complementaban los ingresos de sus  tiendas o lugares artesanos con la oferta de sombreros y otro tipo de prendas de cubrición. En algunos países, recibían el nombre de grullas y sus tiendas solían ocupar el sitio privilegiado de la arteria principal de la ciudad. 

 

 

 No debieron obtener muchos ingresos los polaineros con esta fuente de recursos, que, cuando se consulta las declaraciones de bienes de aquel Catastro de la Ensenada, suelen compartirlo con otros oficios relacionados del sector de servicios  Alfonso de Rojas era  un comerciante afincado en el Llanillo de la ciudad de la Mota a mediados del siglo XVIII. Un tendero de esta rama, lo mismo que podía ejercerloo hasta entrado el siglo XX. Este polainero no sólo vivió de este oficio, sino que se complementó con el ejercer de fiel sobresaliente de las tercias, un subastador de los diezmos eclesiales, en otros lugares un diezmero. Pues el diezmo era obligado a pagar a todos los vecinos de muchas ciudades en toda clase de productos (cereales, legumbres, hortalizas, vino, ganado, seda., lienzos) y cuando no excedía el diezmo se pagaban las minucias, se repartían en varios novenos y luego en tercias que correspondía desde el abad a los beneficiados y la Capilla Real de Granada, en otros lugares al Obispado de Jaén. 

Como ordenaban las constituciones abaciales de Alcalá, debía ser una persona de confianza y de buena conciencia, impuesto por el abad, provisor y vicario de la abadía, que debían cuidar muy concienzudamente de su elección para el bien y la observación de la hacienda abacial. Entre sus obligaciones, tenían que encontrarse en el momento de coger el pan de los diezmos y otros productos para no existir pérdida alguna, en la era de los propietarios, o en otros establecimientos como viñas o lagares; o se calculaba para las minucias que no alcanzaban el listón de diezmo. Estos fieles debían tener a su disposición unos libros donde anotaban todo el pan denunciado en el diezmo, y otro en el que se anotaba todo el que se trajera para las tercias de la ciudad. Se encargaba de enviar las bestias y los acarreadores de traer el pan que estuviera denunciado. No podían mezclar las tareas los acarreadores entre los trigos de las eras y el que se traía para las tercias. Se encargaba de darle la cebada necesaria a los acarreadores para sus bestias. Debían dar también el pan a los acarreadores y nunca mezclarlo con el que se traía para las tercias, y estar presente en el momento de descargar los acarreadores el pan de la tercia en el edificio eclesiástico elegido para ello. Y debía tener medidas y señaladas las baldas y costales de los acarretos. No podían repartir antes de traerlo ning ún pan a los señores que le pertenecían parte del trigo o cebada.  Ni coger trigo por lo que le correspondiera de su salario, hasta que se repartieran las tercias. Y se le pagaba por el provisor o vicario. 
En los tablones de las iglesias y por
pregones se veía obligado a hacerle saber al pueblo en algún domingo del año que se le denunciara a aquel que debía de diezmar y no otro. Una vez que se remataba el acarreto, se señalaba y ponía el fiel de tercias o sobresaliente y debía jurar todos estos cumplimientos. Este fiel se ganaba un par de decenas de fanegas de trigo y de cebada por este menester. Polainero y fieles de diezmo han dado lugar a las fábricas de cueros o del textil y a los servicios contributivos. El ordenador y las máquinas sobrepasaron la labor humana en los últimos tiempos.

 

Domingo, 24 de junio de 2018. En la Semana del periódico Jaén

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EL LATONERO, UN ANTIGUO OFICIO

 

En el libro de Alcalá la Real. Cancionero, relatos y leyendas, se escribía sobre los lañadores que acudían a la ciudad de la Mota a principio del siglo XX, ambulando por la calle mientras pregonaban, mediante el lañado, el arreglo de lebrillos, cántaros, fuentes, platos y todo tipo de cerámica, y los asociamos con los que arreglaban sombrillas y cántaros y ánforas metálicas.

Era un oficio que escaseaba en la ciudad, hasta que se establecieron unos latoneros de origen italiano, Un siglo anterior, se comentaban que eran escasos en los establecimientos de tiendas. A pesar de que latoneros, también los hubo y se pagaron sus gastos en la edificación del ayuntamiento alcalaíno allá por el cuarto decenio del siglo XVIII.

Ha caído en nuestra manos un documento que versa sobre el testamento de Alonso González, vecino de Priego, que rendía sus últimas mandas en Alcalá la Real ante el escribano Francisco Ordóñez, el 19 de julio d 1537, recién estrenado el uso del latón sustituyendo al cobre y bronce en los utensilios de la cocina y de otros menesteres como el arte, que ejercían sobre todo los caldereros, dando lugar a gremios y nombres de calles en las grandes urbes como la de Los Caldereros o la Calderería de muchas ciudades.. Se beneficiaban de la maleabilidad del latón, esa aleación de cobre y zinc, que les permitía superar y multiplicar las formas artesanales y artísticas anteriores, Además, no era extraño que este latonero también trabajara el estaño, plomo, cobre y bronce, sin tocar oro, plata, acero o hierro. Tampoco nos extraña que fueran los precursores de fabricación de otros productos que conocemos como los cubos de pozos, candiles, embudos, las formas para dulces, bandejas, calderas, …Hasta que se montaron tiendas de latón, solían acudir latoneros de otros lugares en las plazas públicas de la Mota, o del Ayuntamiento posteriormente; y, en la feria de Alcalá, donde vendían sus productos. 

Los latoneros también, como hemos comentado lañaban y sellaban las tinajas y botijos, nuestros pipos, cántaros, dolias etc. Todavía se encuentran sus huellas en los museos etnográficos donde se exponen sus objetos como el de Artes y Costumbres del Palacio de Villadompardo de Jaén.

 

Los latoneros ambulantes trataban el latón y el cobre, y arreglaban por las calles de los barrios altos cacharros caseros de latón o cobre en la década de los cincuenta del siglo XX, incluso sartenes, barreños, cubetas antes de la llegada del plástico en los objetos domésticos. Reparaban tinajas, lebrillos, cántaros y cacharros de barro esmaltado, mediante lañado de las grietas producidas en los recipientes. Los niños se fijaban en ellos mientras hacían el lañado mediante unos agujeros en el vidriado con un taladro de mano, que perforaba el barro y de forma paralela a la grieta, cada agujero. Eran unos personajes populares que conectaban con los vecinos y avisaban de su oficio con algún sonido de flauta artesanal y, a grandes voces, profería, como en otras ciudades: ¡¡ El Latonero!! Se arreglan casos, cacerolas, sartenes de porcelana. Se lañan lebrillos, cantaros, palanganas y pucheros de barro. ¡¡ Niña, vecina, el Latonero!

El latonero del siglo XVI, Alonso González no puede quedar desapercibido. Había caído enfermo en la ciudad de la Mota y requería los servicios del notario para declarar sus últimas intenciones. Quería ser sepultado en la iglesia de Santo Domingo de Silos, y dejaba parte de sus bienes e ingresos en sus hijos Juan González, Beatriz y Marta González, curiosamente, a todos los había dotado con bienes en sus matrimonios. Y, esta última se casó con Martín Hernández de Bailén, vecino de Priego. Años más tarde, el maestro de obras Alonso González, trabajaba en Alcalá, y su hijo Luís González de Bailén se casaba con la hija de Ginés Martínez de Aranda. No es de extrañar la relación de los lañadores con los arquitectos, pues intervenían lañando las paredes de murallas y edificios públicos. Y Ginés requirió sus servicios en el Gabán de la Mota. Pervivieron hasta los años cincuenta del siglo XX, existían latoneros, hojalateros, caldereros de feria y otros relacionados con estos nuevos oficios en tiendas de barrio y en la plaza principal. Pero la voz de los latoneros se extendía por los barrios avisando a las vecinas demandando el arreglo de   todo tipo de cacharros de cocina con precios muy baratos para las familias pobres. Aquellos hombres con su cajita metálica y un hornillo portátil, alimentado con carbón, derretían el estaño con los calientes soldadores con el fin de arreglar a las vecinas   sus objetos domésticos.  Tras su cobro, se marchaban con su bicicleta de anchas ruedas y un portalín de madera, diciendo ¡Latonero! ¡Se arreglan cacharros de lata y cántaros de porcelanaaa!

Domingo  8  de diciembre de 2019  EN LA SEMANA DE JAÉN,

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

V

SOBRE LOS MAESTROS DE OBRAS DE JAÉN

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EL PRIMER TESTAMENTO  DE GINÉS MARTÍNEZ DE ARANDA

 

 Son varios los artículos que he escrito sobre el maestro de obras Ginés Martínez de Aranda. Desde el descubrimiento de su testamento y la partición de sus bienes hasta su última etapa en tierras alcalaínas dirigiendo las obras de la sacristía de la Iglesia Mayo. Unos los fueron por los años ochenta en revistas locales, como las del programa de ferias del periódico Jaén. O le dediqué varios artículos en el periódico provincial Jaén. Decía en uno de los últimos publicados: A la hora de desvelar enigmas de  la  biografía  de los personajes o artistas de Jaén, juegan un papel fundamental las fuentes documentales relacionadas con sus momentos culminantes de su trayecto vial. Si las partidas de bautismo o los certificados nacimiento dejan en entredicho muchas hipótesis promovidas por el simple comparativismo, las partidas de defunción abren una abanico informativo que encuadra a los personajes desde su entorno familiar o generacional hasta su estilo y modo de vida (hacienda, tendencias, estudios, cultura...). No podemos obviar ni pasar por alto  la contribución de los  estudios genealógicos con  su diversa gama de  documentos  para complementarla.   Hace años,  se divulgó  un descubrimiento muy esperado que fue la división y participación de bienes de Ginés Martínez de Aranda, en el que se insertaba su testamento  escrito en Castillo de Locubín en 1622 ante el notario Lucas Jordán.  Ponía al día el entorno familiar de este maestro de obras,  nacido en tierras de Jaén,  y que dejó su huellas en tierras muy lejanas de la provincia del Santo Reino.

 

Pero, antes de este testamento hubo, al menos, otro anterior levantado ante el escribano castillero Juan Bautista Cano, en seis de enero de 1616, según recogen sus protocolos notariales de Castillo de Locubín donde lo realizó siendo testigos don Alonso de Benavides, Juan Colomo el Viejo y Pedro Hurtado, todos vecinos  de esta villa. Lo redactaron, estando enfermo de cuerpo, pero sano de alma (en voluntad, entendimiento y juicio, pero antes el temor de sobrevenirle la muerte), y declarándose vecino de Castillo de Locubín como Ginés Martínez de Aranda.

Tras la fórmula de rigor de testimoniar sus creencias católicas de salvación en el Dios que le dio la vida, inicia una serie de mandas, que aportan los datos biográficos. No es tan rico en aportar nuevos datos al que comentamos en anteriores artículos, pero tiene la importancia de ser el primero que, hasta ahora, se ha descubierto. Pide ser perdonado por su vida y ser acogido al seno de Dios Padre. Declara que, en el día de su enterramiento, sea enterrado en la iglesia de San Pedro, y, señala que se haga en la sepultura de la capilla nueva de la Iglesia Mayor de ella (sic); lo que es una clara confusión o un lapsus calami por capilla mayor; para el día su entierro, manda ser acompañado por los beneficiados, curas y capellanes y religiosos de Castillo de Locubín. Se mandaba que se dijeran la misa de réquiem cantada, y otras misas por su alma (las nueve de las fiestas de la Virgen, cinco por las Llagas de Jesucristo, tres de Espíritu Santo, 33  de San Amador), 6 por sus padres sin citarlos, otras seis por sus suegros, con lo que aporta el linaje de su esposa (en concreto eran el castillero Juan Galán). Las seis misas por las ánimas del Purgatorio son frecuentes en los testimonios, pero las seis de sus hermanos, nos ilustran de su familia, y que habían fallecido Hernando y  Francisco de Aranda (padre de su sobrino el famosos arquitecto Juan de Aranda Salazar).

Se señala a su mujer, la castillera María de Morales,  para que ella administrase una manda de 200 misas por su alma donde  quisiere y en el sitio que le placiere. Recuerda la carta dotal que trajo para contraer matrimonio en la cantidad de cien ducados, con el fin de que lo supieran sus herederos, cuando falleciera su madre.

 Estos herederos los nombra universales para que se repartan los bienes cuando falleciere tras pagar todos los gastos; eran María de ArandaGinés Martín de Aranda y Juan: a la primera levantó carta de dote para casarse con Luís González, vecino de Priego (también arquitecto que trabajó en la iglesia de Santa María Mayor de la Mota), ante este escribano y manifiesta que allí se encuentra lo que le donó; al segundo, le dio entre dineros, oro, paño, trigo y cebada   en 133 ducados. Y en este contexto cita una serie de fincas que se añadió a este hijo en un memorial firmado  por él y jurado ante Dios con un cruz: una alameda en el río, lindera en lo primero de todo con la presa de don Fernando de Aranda y el camino empezado por la parte baja, tenía que sacar 24 álamos y se valoraba en 100 ducados, más dos aranzadas de  viña  en el Picacho de Castillo de Locubín, lindera con la viña de Bartolomé López Hidalgo  y la viuda de Mateo García,  un pedazo de zumacal y aranzada y media de olivar en el mismo sitio, linderos con el resto de heredades y con el camino de la Nava ( afirma que lo escribe para que se sepa y no había hecho escritura)  . Declaraba como albaceas a su hijo Ginés Martín y a su esposa María de Morales, al mismo que anulaba cualquier declaración o codicilos testamentarios.

Domingo, 5 de marzo de 2017 la Semana del periódico Jaén.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA HUELLA DE LOS ARANDA  (I)

 

 

A la hora de desvelar enigmas de  la  biografía  de los personajes o artistas de Jaén, juegan un papel fundamental las fuentes documentales relacionadas con sus momentos culminantes de su trayecto vial. Si las partidas de bautismo o los certificados nacimiento dejan en entredicho muchas  hipótesis promovidas por el simple comparativismo, las partidas de defunción abren una abanico informativo que encuadra a los personajes desde su entorno familiar o generacional hasta su estilo y modo de vida (hacienda, tendencias, estudios, cultura...). No podemos  obviar ni pasar por alto  la contribución de los  estudios genealógicos con  su diversa gama de  documentos  para complementarla.   Hace años,  se divulgó  un descubrimiento muy esperado que fue la división y participación de bienes de Ginés Martínez de Aranda, en el que se insertaba su testamento  escrito en Castillo de Locubín en 1622 ante el notario Lucas Jordán.  Ponía al día el entorno familiar de este maestro de obras,  nacido en tierras de Jaén,  y que dejó sus huellas en tierras muy lejanas de la provincia del Santo Reino. 

            Coincidía el momento con la  promoción de estudios de otros arquitectos que  siempre han sido reconocidos por la crítica artística, y con otros  recién puestos al  descubierto. No relacionado con la familia de Ginés, salió a la luz  otro miembro de las familias de los Aranda ubicado en la ciudad de la Mota, Pedro de Aranda (en otros documentos Pedro de Monte de la Isla y Pedro de Alcalá). Este artista dio sus primeros pasos por tierras abaciales, interviniendo en Priego y en Alcalá la Real, como se constata en  las obras del Cabildo de la ciudad fortificada y el convento trinitario recientemente restaurado. Acabó su vida  en tierras murcianas, dejando testimonio de su mano artística en la Casa del Corregidor de Loja o el palacio de Murcia.   

            Pero, interpretando el testamento de Ginés Martínez de Aranda, se comprende la expansión de obras a lo largo del territorio nacional.  Hijo de Ginés Martínez, el Viejo, nació y se formó en Baeza, donde  dejó sus primeras huellas en la fuente de  Santa María en 1568. El maestro desarrolló  la faceta de fontanería,  una de las primeras tareas que  solían ejercer también  los  arquitectos de la Edad Moderna. Pues, siendo corregidor el licenciado Martínez de Cabrera,  se solicitaron sus servicios y conocimientos  para ejecutar las trazas de llevar el agua desde la Celadilla al barrio de la Catedral, y su entorno nobiliario, eclesiástico y universitario y colocó como broche de oro esta fuente, que ya el poeta García Lorca definió como pagana por su  forma de parte final de un arco de triunfo.

             De Baeza se trasladó a tierras de la abadía alcalaína, junto con una caterva de maestros de obras y canteros nacidos en tierras baezanas. Se conocen por ahora  los maestros de obras Ginés Martínez de Salazar, otro Gines Martínez de Aranda, Gabriel de Aranda, y su hermano Francisco de Aranda.  Estos familiares se afincaron en la villa del Castillo de Locubín, donde plasmaron sus experiencias anteriores y en obras de conducción de aguas y puentes en las facetas de la cantería y albañilería, destacando las trazas del puente del río San Juan. Nombrado maestro de obras del cabildo alcalaíno,  participó en numerosas obras  religiosas como civiles y militares en tierras jienenses, abaciales y granadinas. Su huella quedó patente en la reforma de la Torre del Homenaje y la muralla del Gabán, ambas  de la fortaleza de la Mota. También relevó a los arquitectos granadinos  de la familia  de los Bolívar  en la dirección y trazas de obras y destacó en su segunda etapa alcalaína  su  intervención en las iglesias de Consolación,  San Juan,  de Alcalá la Real y la iglesia de San Pedro del Castillo de Locubín,  Atrajo la mirada  del abad Maximiliano de Austria  que lo mantuvo como su maestro de obras, al principio en tierras de la ciudad de la Mota, y, posteriormente, se  lo llevó a los obispados que gobernó  tras su marcha de tierras jiennenses.

            En Cádiz,  nombrado obispo Maximiliano, en los últimos años de finales del siglo XVI  hizo la primera escala  y dejó su huella renacentista en la iglesia de la Santa Cruz o Catedral Vieja y en la Cartuja de la Defensión de Jerez de la Frontera. En los primeros años  del siglo XVII, acompañó  en sus nuevos destinos episcopales a Maximiliano de Austria en Segovia y, sobre todo,  en Santiago de Compostela, donde  se hizo su  estela más patente en  la el estribo de la torre de campanas y la atribuida escalera de la catedral de Santiago de Compostela, algunas estancias del Palacio Episcopal, cúpula de la iglesia de San Martín Pinario, trazas del colegio de San Clemente y del claustro de San Francisco. Pronto, siendo arzobispo Maximiliano,  murió en 1606 y Ginés volvió a tierras de la abadía alcalaína.  Inició una nueva etapa. El testamento nos  desvelará  la proyección de su obra con su  nueva faceta de  escritor. Se merece un capítulo nuevo con sus cláusulas y la de sus epígonos. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En diario  Jaén,  La  Semana. Domingo, 1o de febrero  de 2017

 

 

 

EN EL JAÉN SEMANAL.  LA HUELLA DE LOS ARANDA (II)

Ginés Martínez de Aranda volvió a su tierra tras su fructífera estancia en tierras gallegas.  De nuevo su maestría fue requerida en muchos edificios públicos. Incluso   compartió algunas obras de la ciudad de la Mota con el coetáneo granadino maestro de obras Ambrosio de Vico, al que le secundó en la introducción del mundo de la arquitectura en el diseño del retablo. No extraña, en modo alguno, que se le encargase el representativo retablo de la Virgen de las Mercedes para la iglesia Mayor Abacial, una obra renacentista y clásica que despertó, a partir de 1613, mucho interés en el templo abacial porque coinci dió con el momento en el que nació y se extendió la devoción a esta advocación tan alcalaína.  Además, el maestro castillero intervino en la sacristía y en la última fase del presbiterio de esta iglesia compartiendo su labor de dirección técnica con muchos miembros de sus familia y famosos canteros de la ciudad. Es el momento que redacta su testamento. Tras su muerte en torno a principios de 1623, se hace la partición de bienes para todos los miembros de la familia. A través de este último documento, se conocen sus tres familiares relacionados con el oficio de la cantería, sus hijos Ginés y Juan Galán y su yerno Luís González casado con su hija María de Aranda. Además de estos, se sumaban al reparto de suculenta herencia su esposa María de Morales y su hija Petronila. La vida de sus dos hijos debió derivarse a los negocios de los negocios y la agricultura, aunque en algunas obras del padre todavía participa su hijo Ginés como maestro mayor de obras. No era de extrañar que algunos heredaran apellidos de la rama paterna y unos bienes que le aportaban unas buenas entradas del mundo agrícola y rentista heredado de sus abuelos y del capital acumulado por su propio padre. Su yerno Luís González acudió a la cita del reparto de bienes y trajo el documento de la dote matrimonial firmada en 1612. En su traslado notarial, aparece como hijo del maestro prieguense Alonso González y, en documentos posteriores, como vecino y   arquitecto de las tierras y familia del duque de Sesa. Este arquitecto jugó un papel muy importante para continuar la huella de Ginés en tierras cordobesas e introducir a sus familiares por estas tierras junto con la de su primo Juan de Aranda Salazar. 

No sólo son interesantes estos documentos para conocer esta saga de arquitectos jiennenses sino también para recabar aspectos muy interesantes de su biografía. Ginés declara un buen caudal adquirido en su vida profesional hasta 1618 desde las ricas huertas castilleras a otros bienes inmuebles como casas y fincas, incluso un mesón y una industria artesana de telar y relacionada con la lana. Resalta nada menos que se encuentran, entre sus bienes mobiliarios dos libros manuscritas de arquitectura, lo que nos demuestra el talento y la formación tan profunda de este maestro de obras relacionado con otros tratadistas del Renacimiento. Entraña la duda de que pudieran ser dos tomos del célebre libro Cerramientos y trazas de Montea, publicado por el Ministerio de Obras Públicas en 1986, dos obras distintas o, por el contrario, dos copias del mismo libro, como señalan algunos tratadistas; una de ellas debió emplearla a pie de obra para manual de aprendizaje de su entorno de canteros, entre ellos nada menos que Juan de Aranda Salazar. Pues huellas de sus escaleras, caracoles, cúpulas y otros elementos descritos en la obra se encuentran en los edificios de la ciudad de la Mota. Esta obra de estereotomía, esa geometría que en su tiempo se denominaba arte de la traza o arte de cantería trataba de aportar la solución o, al menos la descripción, a este mundo hermético de la arquitectura. En concreto, como dice el prologuista de la obra comentada: “Se centra en el problema de la división en dovelas de elementos constructivos en piedra de cantería, la obtención de las plantillas de sus caras y la determinación de los ángulos entre sus aristas, con objeto de facilitar su labra. Estas cuestiones pueden parecer meramente operativas a nuestros ojos, pero desempeñan un papel fundamental en la construcción renacentista, hasta tal punto que Martínez de Aranda se refiere a este saber ´como parte principal de la arquitectura”

Este sobrino suyo, en concreto, trabajó, junto con sus más directos familiares y canteros de confianza, bajo la dirección de su tío Ginés, en esta sacristía de la iglesia de Santa María Mayor de la Mota. En el archivo municipal de Alcalá la Real, afortunadamente aparecen los cuadernos de cuentas firmados por el propio arquitecto, donde se recogen, detalladamente y, de puño y letra, todas las personas, actividades y materiales que intervenían a diario en esta obra de envergadura. Un gran equipo humanos que compartió otras obras de la abadía. Obras, cuyas trazas, en algunas ocasiones, se le asignan al propio Ginés como la iglesia de la Concepción del Castillo de Locubín, posterior convento capuchino; y otras que ofrecen su huella, como los cuerpos de las iglesias alcalaínas de San Juan, Santa Ana, San Marcos, o Consolación Y, curiosamente, Juan de Aranda dio sus primeros pasos en el mundo de la arquitectura de la mano de tan insigne y familiar maestro de obras. Su talento natural y dominio progresivo de la cañería no necesitaron como otros muchos aprendices un largo periodo de introducción al mundo de la cantería, en menos de un año recorrió los peldaños de aprendiz a peón, de labrante a oficial, y de esta categoría a maestro mayor de obras. La semilla de su tío y el aliento de su padre Francisco de Aranda le abrieron las alas para su etapa alcalaína antes de que se adentrara en tierras cordobesas. La huella de los Aranda continuó expandiéndose.

           

En diario  Jaén,  La  Semana. Domingo, 19 de marzo de 2017

 

 

 

 

 

 

 

 

LA HUELLA DE LOS ARANDA (III). JUAN DE ARANDA SALAZAR.

 

Con Juan de Aranda Salazar y sus parientes más cercanos, se cierra la huella de esta familia de los Aranda. Aquel aprendiz de su tío Ginés Martínez de Aranda pronto se le vio trabajando con Luis González de Bailen, marido de su prima María de Aranda. Este arquitecto  prieguense y relacionado con la comarca de la Sierra Sur, ya había ejercido desde 1613 con éxito su oficio en  Cabra dirigiendo obras privadas de personajes como las casas del doctor Jerónimo de Leyva ( una casa señorial y actual Instituto Juan Eslava) ;  públicas como la Cárcel de esta ciudad (1619),  varios puentes de molinos y de arroyos  de la Subbética como el de Lucena (1620) o el del Junquillo ¡1629);  religiosas como la   ampliación de la casa del santuario del Virgen de la Sierra; o trabajando en los mármoles del retablo de la catedral de Córdoba (1620), también en el trascoro de la catedral de Sevilla;   v, sobre todo, compartió obras con Ginés Martínez de Aranda en la fase final de  la iglesia mayor de la Mota. Pues terminó, muerto Ginés en 1620, la cabecera de este templo abacial donde se valió de la maestría del grupo de canteros relacionados con su suegro.  Es verdad que venía recomendado por su protector y patrono el Duque de Sesa a las obras de la ciudad de Alcalá la Real, donde la familia de este noble regentó la alcaldía en tiempos pasados, le nombró tesorero ducal hasta 1637 y el propio Luís llegó a ocupar uno de los regimientos del cabildo municipal en el quinto decenio del siglo XVII.

        Estos dos arquitectos Ginés Martínez y Luis González de Aranda serán, además de ser sus parientes, los mejores avalistas en la formación profesional del joven cantero Juan de Aranda para encomendarle algunas de sus obras y para prepararle como maestro mayor de obras. Juan de Aranda tuvo sus primeros domicilio y vecindad en la villa natal del Castillo de Locubín, donde se casó con Ana de Jerez en 1624, hija de los castilleros Francisco Ruiz Cortecero y María de Jerez. Por la dote que incorporó a sus bienes, estos ascendían a más de cien mil maravedíes y, como maestro formado, incluyó las trazas del oficio de la cantería y herramientas que importaban unos 36 ducados, una cifra inferior a la aportado por su futura esposa que lo doblaba en caudal de bienes para iniciar la nueva hacienda matrimonial.

Su carrera profesional corrió como un auténtico relámpago, porque ya trabajaba en igualdad de condiciones con los mejores canteros como el asentador Damián López y sus primos en la terminación de la cabecera de la iglesia abacial y el convento de las dominicas de Nuestra Señora de la Encarnación de Alcalá la Real (1626). Este mismo año, subió un nuevo paso de su escalafón social al recibir el título de familiar de la Santo Oficio de la Inquisición en la ciudad de cordobesa Torres Cabrera, donde intervenía en algunas obras. Y no es de extrañar que en 1627 se le nombrase maestro mayor de obras dela catedral de la Mequita de Córdoba. Mostraba una gran veteranía porque, en poco tiempo, se ha especializado en muchos campos de la arquitectura a la vera de los anteriores, maestros y asesorado de sabios canteros como Juan Roldán, que le acompañaron en sus posteriores destinos.

Este periodo está jalonado de obras en Castillo y Alcalá, principalmente destacan la iglesia de San Pedro de su tierra natal, el coro bajo de la iglesia mayor abacial, los templos de los monasterios de la Encarnación, Consolación, y Rosario de Alcalá Real. Varias obras de la fontanería, entendida en su sentido más amplio, como la construcción del Lavadero Nuevo de Alcalá la Real y el puente del camino de Alcaudete a Luque.  Desde 1624 hasta 1634, se consideraba un periodo oscuro de la vida artística de este maestro de la diócesis de Jaén, tan estudiado y documentado a partir de la última fecha por muchos tratadistas. Hoy, podemos confirmar y testimoniar casi todos los pasos de la primera etapa de Juan de Aranda y refrendarlos por su madurez, ya que nació en 1590 según la aportación documental de Rafael Galiano Puy. Sin lugar a dudas, se iniciaron, en su tierra natal y abacial, su formación, su aprendizaje y sus primeros pasos como contratante y maestro de obras.  En junio de 1627 se le nombró maestro mayor del retablo de la catedral cordobesa a Juan de Aranda Salazar, quien ya trabajaba desde la marcha del hermano Matías, y bajo su dirección se terminaron las obras de piedra en mayo de 1629. Compartió su dirección con la obra principal del cuerpo y cubierta de su iglesia bautismal, y destacando además la capilla funeraria del capitán Martín de Artiaga, un hidalgo que hizo capital en la guerra de la Alpujarra y se afincó en el Castillo de Locubín por motivos matrimoniales, donde fundó el Hospital de la Madre de Dios en cuya reforma también participo Juan de Aranda, Precisamente esta fecha comenzó a contratar otras obras de monasterios y templos alcalaínos  con un discípulo Pedro del Portillo que le acompañará en muchas obras de la diócesis de Jaén. Incluso, su prestigio profesional le valió ser recomendado como maestro mayor de obras de la catedral de Granada en 1631.

En los dos últimos años de su estancia en la Sierra Sur antes de marchar a Jaén, firmó varias obras de la iglesia Mayor de la Mota, su coro y su chapitel de la torre de campanas. Su cantero fiel y favorito Juan Roldán le allanó el camino para ser nombrado maestro mayor de obras de la catedral de Jaén en 1634 unos meses antes de la llegada de Juan de Aranda.  En Jaén, Juan de Aranda amplió su familia con nuevos hijos y se casó en segundas nupcias con doña Mayor de Mérida en 1647.

De sus manos salieron las obras que dieron un gran impulso a diversas partes de la catedral de Jaén, paralizada años anteriores, y sus conocimientos y trazas se expandieron en otros lugares de la diócesis: convento de las Bernardas,  torre de iglesia parroquial de Sabiote,  iglesia de Cabra de Santo Cristo, portada de iglesia de San Juan Evangelista de Mancha Real, cabecera y claustro  de iglesia de Consolación de Alcalá la Real, presa en el pago del Tiemblo del río de Jaén, claustro de San Agustín, portadas de  casas señoriales de Jaén, iglesia de los Villares,  campanario del convento de Carmelitas descalzos de Jaén, colegiata de Castellar, hospital de Villacarrillo, portada de los santuarios de Zocueca y de los mártires de Arjona entre otras.    

Por el entorno de su muerte, en los años cincuenta del siglo XVII, su familiar Luís González de Bailén reformaba, como maestro mayor de obras de Alcalá, el convento trinitario alcalaíno y sus hijas Josefina y Baltasara ingresaban en el convento dominico de la Encarnación de Alcalá la Real. Parecía que se cerraba el ciclo de los Aranda, pero su huella se expandió con sus discípulos Pedro del Portillo y Eufrasio López de Rojas. Incluso, hubo un escultor y dorador en el siglo siguiente con nombre de Aranda.

 

 

EN JAÉN SEMANAL. domingo, 9 de abril de 2017

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA HUELLA JIENNENSE EN LA CATEDRAL DE SEVILLA

 

        La Semana recogió hace un año la presencia de los artistas jiennenses en otros lugares de España. En concreto, se centró en el entorno de la familia castillera de Ginés Martínez de Aranda. También, constató la huella de su sobrino Juan de Aranda Salazar en la parroquia del Sagrario de Sevilla y la del cantero Juan Roldán. Viene esto a cuenta de un documento de las escribanías del Castillo de Locubín de los primeros decenios del siglo XVII, donde se constata que las distancias no significaban dificultades para los artistas en siglos anteriores. En concreto, intervinieron el propio Ginés y su yerno Luís González ante el escribano Francisco Fernández Cabrera, para firmar un documento de aval y fianza en 17 de junio de 1619. Lo hizo el primero como vecino del Castillo de Locubín, en cuya villa se encontraba por aquellas fechas. Y curiosamente, aparecían, a la hora de la firma como avalistas de Luís González varios miembros de la familia de Martínez de Aranda: el propio Ginés, su mujer María de Morales, su yerno Luís González y su hijo Ginés Martínez de Aranda, viudo. Pero lo interesante de aquel documento era la participación artística de Luís en la catedral sevillana. No es de extrañar que este arquitecto, hijo del maestro prieguense Alonso González, interviniera en las obras de esta sede catedralicia. Pues, al amparo de la duquesa de Sesa, había adquirido una notoria fama como maestro de cantería, avecindado en Cabra y estando casado con la castillera María de Aranda, hija de Ginés.

 Este había concertado  y asentado con la Santa Iglesia Mayor de Sevilla (la catedral) en hacer  una  obra mayor de jaspe    mediante una escritura entre el canónigo obrero  mayor  en  el trascoro,  con estas palabras ."en dos mil cien ducados, que la dicha obra es una tribuna  a las espaldas del coro, en la forma de unas traza fecha  por Miguel de Zumárraga, maestro mayor de la Santa Iglesia Mayor de Sevilla, que está firmada del dicho canónigo Salto, obrero de la dicha Santa Iglesia , y el dicho Luís González., la cual se obligó en el plazo de cuatro meses, con que se ha de labrar, acabar y sentar todo el jaspe que era menester para la dicha traza y  obra de la dicha tribuna, llevando por su cuenta el jaspe colorado  que fuera menester el propio Luís González para toda la cornisa dela dicha obra de las canteras de la villa, de Cabra y así mismo  toda la piedra negra que fuera menester  para la dicha obra puesto en ella  a su costa, cobrada y acabada para el dicho efecto; y la demás piedra, andamios y pertrechos, cimbras y bronces y todos los demás materiales  que para la dicha obra fueran necesarios, e dándole toda la demás piedra que fuere necesario  que han de venir de Portugal, y Aracena , puesta en ella  ha de ser por cuenta de la dicha iglesia, en tiempo que el dicho Luís González pueda cumplir e hacer la dicha obra dentro de los dicho cuatro meses".

En el plazo de los cuatro meses del mismo mes y año, debieron estar abonadas las fianzas, porque, en el caso de que no se cumplieran las bases, tenía que arrostrar con los daños y menoscabos. También, se comprometía a labrar, bruñir y asentar el dicho jaspe en este periodo de cuatro meses. y, conforme a las condiciones, acabar la obra conforme al criterio del Cabildo Eclesiástico de la Santa Iglesia y a vista de los oficiales nombrados por ella de acuerdo con las condiciones y capitulaciones firmadas por las partes. 

No debieron marchar muy bien las obras y se interrumpieron en 1620, y permanecieron paradas durante un decenio, hasta que se finalizaron en 1635. Otra muestra de la presencia artística jienense en tierras de España.

 

 

En el periódico Jaén, La Semana, 9 de junio  de 2019.

 

 

 

 

 

REMIGIO DEL MÁRMOL

 



 

Existen en las zonas limítrofes de cualquier territorio elementos, personas, o actos que son difíciles de enmarcar en una determinada ubicación. Entre ellos se encuentran artistas desconocidos de nuestro entorno provincial que han pasado desapercibidos por muchos estudiosos. Se centra el fenómeno en unas tierras que compartieron demarcación geográfica con las provincias o reinos linderos. Sucede con Santiago de la Espada y tierras de Murcia, lo mismo acontece entre tierras de la Campiña de Jaén y Córdoba; o las de tierras de Sierra Mágina y los pueblos granadinos orientales, o entre Campotejar y Noalejo. Este es el caso de Remigio del Mármol, (1758-1815), un escultor nacido en Alcalá la Real y que desarrolló, según los datos conocidos, su obra en pueblos de la Subbética.

Nuevos estudios permiten reconocer la expansión de su producción artística y la presencia de este personaje entre los pueblos jiennenses y cordobeses, ya que la Abadía de Alcalá Real englobaba a muchos de ellos y les permitía un campo de trabajo por  investigar en otros pueblos. Sus padres intercambiaron vecindad entre Priego y Alcalá la Real, porque precisamente en la ciudad de Alcalá la Real recibió las aguas bautismales un dos de octubre de 1758 en la parroquia de Santo Domingo de Silos, además de que otro miembro de la familia del Mármol también mantuvo su vivienda en la ciudad de la Mota; por la parte de su madre prieguense  de la saga de los Cobo-Rincón se relacionó con el mundo cultural y la formación artística gracias a ser maestro de protocolo de los servitas, y como dice su crítico de arte  Marín Molina.   Al ser Maestro de Servicios y Ceremonias de la Orden Carmelita, el alto dominio de los textos bíblicos, además de los libros de su biblioteca personal, pertenecía también a una prestigiosa familia prieguense los Cobo-Rincón, y como ideólogo intelectual, esteta y filósofo, le permitieron trasladar sus visiones personales a sus espacios estéticos, como el complejo de la Fuente del Rey. Es verdad que su huella quedó relacionada con gran parte de la construcción del complejo escultórico y monumental de la Fuente del Rey de Priego de Córdoba, pero no podemos olvidar que en Alcalá se conserva alguna obra como la Fuente del Paseo de los Álamos. Y no nos extraña que la investigación pueda descubrir nuevas aportaciones al mundo del arte de Remigio del Mármol.  Se sabe que tardó en alcanzar la autonomía artística pues, en sus primeros años, y que estuvo enrolado en varios talleres de esta ciudad cordobesa, entre ellos el de su maestro Francisco Javier Pedrajas. Con él debió participar en varias obras que su maestro realizó para los retablos de la iglesia de Consolación, Dominicas y san Juan.

Además, en el año 1780, se encontraba en Alcalá la Real, donde tuvo que pasar un mal trago de su vida. Pues Juan de Pedrajas, un familiar de su maestro, y él fueron acusados por la Justicia, el corregidor don Joaquín Saura y Saravia, sobre la muerte del vecino castillero Vicente Collado, lo que nos indica que debieron acudir a realizar un retablo para las iglesias y ermitas de Alcalá la Real y Castillo de Locubín y tuvo que surgir una reyerta entre el vecino castillero y los contratistas. Entre los meses de julio y agosto fueron apresados, tanto Remigio como su maestro se vieron obligados a dar escritura de poder a los procuradores alcalaínos y sus agentes de Granada para que los representara en la Chancillería de Granada a la hora de defenderlos. Parece que el autor del asesinato fue Juan de Pedrajas, que se ausentó de la ciudad de Alcalá. y le acompañaron a la acción como encubridores su discípulo Remigio, otro prieguense José Ortiz y los maestros de obras castilleros José Manuel Contreras y Cristóbal Contreras. Todos ellos fueron apresados y tuvieron que salir en su defensa y dar fianza a la Justicia varias personas relacionadas con el mundo de la retablista como el artista alcalaíno Francisco Paredes y los carpinteros Francisco Palomino y Juan de Aguayo.

 Corresponde este acontecimiento alcalaíno a su primera etapa formativa y en contacto con el taller de Francisco Javier de Pedrajas, con el que comparte ese momento de la configuración del barroco andaluz, cuyo centro neurálgico fue Priego de Córdoba, donde bebió de las fuentes de otros maestros como Juan de Santaella, los hermanos Sánchez Rueda y José Álvarez Cubero. Es un momento artístico en el que este barroco singular se incardina con estilo rococó, la originalidad de cada artista y la transición al neoclásico. Posteriormente a este acontecimiento en la ciudad de la Mota, hasta 1790 consiguió desvincularse de su maestro creando su propio taller.  e intervino en el Sagrario de la Asunción de Priego, portada y torre de la iglesia del Carmen, y retablo de la Caridad de Priego, Artista que dominaba perfectamente el arte de esculpir la piedra, fácilmente trabajó otros materiales como el yeso y la madera como escultor, retablista, arquitecto, imaginero, pintor, y hasta urbanista, ya que fue maestro de obras de la ciudad de Priego.

 Hasta 1803, se inicia una nueva etapa de su vida siendo reclamado por varias ciudades para acabar obras proyectadas del barroco y otras de estilo neoclásico. Entre ellas, los sayones del paso de Jesús de la Columna, y los retablos de los Servitas de Iznajar, los neoclásicos del Sagrario de Priego y los diseños de esculturas de la Fuente del Rey. La última etapa que acabó con su muerte, entre varios otros retablos de iglesias de Priego, y las fuente públicas y privadas de esta ciudad, de nuevo trabajó para tierras alcalaínas con la fuente de los Álamos de Alcalá la Real, lo que manifiesta que no perdió sus vínculos con la ciudad que le vio nacer.  Es verdad que su producción artística se entronca en esta escuela prieguense, pero ningún tratadista olvida que Remigio del Mármol fue vástago de una escuela barroca andaluza singular que algunos remontan a tiempos de Pablo de Rojas, continuó con Hurtado Izquierdo y tuvo sus mejores representantes con sus maestros  ya comentados y  su discípulo  José Álvarez  Cubero, Una escuela que en el círculo alcalaíno de su abadía dio al Arte importantes artistas imagineros y retablistas de la Escuela Andaluza Barroca.

En el Periódico Jaén,  La Semana. Domingo, 19 de enero de 2020

 

 

 

 

 

 

 

 

LA SAGA ARTÍSTICA DE LOS PRIMO

Parecía que las familias jienenses se agotaban con los miembros de los Solís, los alcalaínos Raxis de ascendencia sarda o los descendientes baezanos de la saga de los Aranda. Y mira por donde que viene a esta serie los miembros de la familia de los Primos, originarios de la zona de la campiña y de Andújar Unos desconocidos para el profano en arte y, sin embargo, desarrollaron una importante producción artística a lo largo del siglo XVIII. Tras la muerte del retablista Manuel del Álamo acudió a Alcalá la Real para sustituirlo como maestro mayor de obras del ayuntamiento.  Mateo Primo, y e n 1724, se reconocía todavía como vecino de la ciudad de Arjona. No debió ser una persona poco preparada porque rompió la cadena de importantes encargados de obras municipales y religiosas relacionados con la ciudad de la Mota. Para comprobarlo, basta pasar la lista inaugurada por Ginés Martínez de Aranda, continuada por Luís González, el arquitecto del duque de Sesa, y Manuel del Álamo, maestro mayor del  famoso retablo del altar mayor  de la catedral de Baeza. Incluso, se acercó a la ciudad con nuevas iniciativas trazando el proyecto constructivo del nuevo ayuntamiento, que se reubicaba desde la ciudad fortificada a las calles céntricas de la ciudad del valle o del llano. Un proyecto que superaba la simple edilicia y se ampliaba con una manzana urbana, donde se pretendía alojar las casas capitulares y de la justicia y se entroncaba en el espacio abierto de una plaza abierta acorde con la racionalidad urbanística de la época de Felipe V. Un acuerdo que gozó del beneplácito del ayuntamiento alcalaíno que le solicitó el presupuesto para las obras de construcción y las compra de todas las casas que ornaran la este recinto urbanístico.  

            Gracias a mi amigo el investigador Rafael Cañadas, en Alcalá la Real tuve  la suerte de ampliar la historia de los Primo. En esta tierra, cuna de artistas, se   puede contar con un nuevo y famoso escultor, que se reconoce en la Historia de Arte por ANTONIO PRIMO.

          Dicho descubrimiento tuvo lugar en la ciudad abacial por haberlo encontrado en el Archivo Diocesano de Jaén, dentro del expediente matrimonial de la Santa Iglesia Capitular de Jaén, correspondiente al legajo 62B, situación 3-3-1. Fue bautizado en la iglesia de San Juan que hacía las veces de parroquia de Santa María la Mayor el 28 de junio de 1708, según constaba en el libro 10, folio 169 vuelto. Por estos datos era hijo de Mateo Martín Primo y Ana Manuela de la Rosa. Lo que adelanta la presencia del maestro de obras casi dos decenios antes.

          Según Cañadas, su padre fue también escultor y se constata la presencia de su gubia en el retablo de San Francisco de la iglesia venerable orden tercera franciscana de Priego por los mismos años que era maestro mayor de obras de Alcalá. También contrató obras en Lucena, Baena, Andújar, Montilla… Pero, por los datos del Archivo Municipal de Alcalá la Real, en los libros de Actas de Cabildo, en el segundo decenio del siglo XVIII no extraña que ejerciera de maestro mayor de obras, sustituyendo a Manuel del Álamo.

Este hijo debió formarse en los talleres de este escultor, retablista y maestro de obras durante su estancia en Alcalá la Real.

Por los años treinta ya  su padre no estaba en Alcalá, ya que no participó en el proceso de ejecución de importantes obras municipales como las nuevas Casas del Ayuntamiento.

Antonio se trasladó a Baena, y posteriormente a Andújar, donde se casó en 1731 con Teodora María Garrote Córdoba, llamada también Juana Córdoba. Tuvo una hija de nombre Mariana, y debió fallecer el 14 de enero 1753, y  testó por aquel tiempo ante José Pelayo (12 de enero de 753).  

Antonio no fue el único hijo, artista y escultor, de Mateo, sino que, junto con su padre, su hermano Francisco formó parte de este círculo de los Primo, que trabajaron en los retablos barrocos de las ciudades del centro de Andalucía, Antequera, Lucena, Estepa y Écija. Francisco dejó su huella en la parroquia de Santa Ana y Santo Domingo de Archidona, o en la ermita de la Veracruz de Estepa.  Muy relacionados con la orden carmelitana descalza engrandecieron con su gubia muchos de sus capillas y altares y formando e triángulo artístico de estos lares con los miembros de la familia Diego Márquez y Vega y José de Medina. En la iglesia del Carmen de Antequera,  se encuentra  el mejor exponente artístico de estos tres famosos retablistas: el padre Mateo trabajó en el  retablo de San Elías, Francisco puso sus manos en el Cristo de las Pena s  y  Antonio culminó aquel cielo barroco del altar mayor, donde se desarrolla un programa celestial  exuberante y de soberbia perfección. Según el célebre crítico Taylor figura entre las más grandiosas máquinas de este género en Andalucía. 

 

Como escribe un crítico de arte, “en los años centrales del siglo XVIII diversas ciudades y pueblos del centro de Andalucía se consolidad como centros artísticos de gran importancia, y aparecen en escena una serie de artistas, escultores y retablistas que extienden su influjo más allá de sus respectivas localidades de residencia. Estos centros artísticos se encuentran en Écija, Antequera y el sur de Córdoba (Lucena-Puente Genil, Priego). También por su carácter céntrico llegarán obras y tendencias de Sevilla, Córdoba, Málaga y Granada. Los tres núcleos que preferentemente surtieron a lo largo del siglo XVII y XVIII la demandad de Estepa, parecen haber sido Sevilla, Écija y Antequera. · Y ahí estuvo la mano de la familia jienense de los Primos.

Y todavía un nieto de Mateo Primo de nombre Antonio, nacido en 1735 y aspirante a escultor de Cámara y miembro de la Academia amplio fronteras y formación en Madrid y Roma, donde dejó su huella en edificios públicos, Escorial, fuentes públicas e iglesia de la Encarnación obteniendo premios importantes.

Otros jienenses que se enorgullecieron de decir que eran de Jaén.

En la semana de Jaén. domingo, 19 de enero de 2020

 

 

 

 

VI

 ARS PICTORICA

 

 

 

 

 

 

 

JOSÉ SÁNCHEZ JIMÉNEZ, PINTOR DEL SUR.

 

En el entorno comprendido entre la comarca de Los Montes de Granada, del sistema subbético y de  la Sierra Sur, los artistas encuentran su lugar elegido para captar las vivencias personales y colectivas envueltas en medio de un paisaje cautivador que se aloma desde las primeras estribaciones de Sierra Nevada. Desde tiempos de los Raxis-Sardos hasta pintores actuales como Dolores Montijano  han proliferado los artistas en todas las ramas del arte. Desde los escultores Pablo de Rojas y Martínez Montañés, hasta Pablo Rueda en la cerámica artística pasando por  los pintores Pedro de Raxis en siglos pasados  o Rafael en nuestro tiempo, o por  ilustres maestros de la cantería como Juan de Aranda Salazar o Manuel de la Morena.  

José Sánchez Jiménez es un pintor nacido en tierras alcalaínas, y cuya obra trasciende en el localismo para expresar contenidos universales. Se formó en la escuela de Bellas Artes de Granada y en el entorno de famosos pintores del mundo artístico de la docencia alcalaína. Le marcaron la impronta de pintores como Diego Ruiz Cortés, Lola Montijano, Povedano y Antonio Campaña, pero bebe de las fuentes clásicas  de la pintura y de los primeros movimientos renovadores de la obra de Van Gogh, en sus primeros tiempos de aprendizaje.

 Toda su obra está imbuida de una gran carga de humanismo y de espiritualidad en el sentido amplio de este término, que convierte a la obra un ente significativo, y no en una mera descripción plástica o simplemente figurativa. Superó  los inicios académicos a través de diversas propuestas afines a los movimientos de modernidad y vanguardia. En sus obras de sus primeras etapas, más cercanas a un realismo sugerente,  culminan con el cuadro del Descendimiento  de la iglesia de San Juan, una obra que se entronca en la composición clásica,  y la exposición colectiva de personajes retratados siguiendo el modelo del Greco en medio de una  atmosfera de contraste entre  la desnudez del alma humana y el paisaje cálido y abrasador de la noche oscura en torna a la figura cristiana.
 En la siguiente etapa, predominan los bodegones y los paisajes bodegones (especialmente los dedicados al zumaque), en los que se abre el camino del esquematismo geométrico y la simplicidad, basado en la armonía del número y geometrías pitagóricos.  Le aporta a cada obra ese elán, o fuerza que se  define y plasma en el trazo grueso de la paleta y en la gama del color. En palabras del pintor y  catedrático madrileño Antonio Zarco con motivo de una exposición anterior(Alcalá la Real 1998) que resumía  su obra hasta aquel momento. : “  producía, a primera vista, una impresión general de vigor, fuerza y casi arrebatos volcados exclusivamente en los modos de comunicar, más que en las temáticas, si es que a estas alturas o bajuras del arte, se puede hablar de estos  temas”. Si el girasol fue el emblema definidor del famoso pintor holandés o las etapas azul o rosa en otros pintores contemporáneos, el zumaque y la gama de su metamorfosis cromática definió una etapa de este pintor alcalaíno, de modo que convirtieron a este arbusto, antaño  con fines de productividad artesanal y hoy en un paraje de entorno patrimonio paisajístico,  en un discurso de un relato de emotividad vivencial entre el pintor y  el paisaje con un tratamiento que adquirió un nuevo paso en su libertad expresiva a la hora del tratamiento pictórico de los colores cálidos.

En la línea de entroncarse con el alma colectiva, Pepe Sánchez siempre se identificó y dejó su huella con el monumento o el  continente público, proporcionando en los  grandes murales  los nuevos pasos de una pintura más geometrizante, que dejó su huella en la pintura de estos  grandes frontales. Desde los años ochenta con el monumento a la besana y a la ciudad fortificada en el  frontal de rellano de la escalera de las Casas de Cabildo hasta en los murales de centro de la Sagrada   Familia. Sin olvidar su huella en cualquier pequeño rincón debajo el intradós de un muro de descarga o de un paramento de una iglesia, como lo atestiguan el claustro de la iglesia de Nuestra Señora de Consolación. No hay rincón o casa  alcalaínos, que, como Zabaleta, no conserve alguna versión artística y original de tratar la  imagen  patronal o de otras advocaciones; tampoco olvidó el mundo del bodegón, con cuadros como el pan encadenado, muy cercano a sus vivencias espirituales y de compromiso. Pero el paisaje y el retrato ha sido  la temática y el trabajo en el que ha tratado de abrir nuevos caminos de investigación técnicos con las técnicas más variadas y materiales –desde el acrílico al óleo- y desde aquellos primeros cuadros donde la reducción a la geometría se vestía de blanco y negro y, en  los actuales,  más policromáticos, en los que no olvida, para no caer en una simple composición geométrica,  el acercamiento muy acertado a la realidad  de la persona representada  con su estudio personal o del  ambiente que le sustenta. Desde  todos los ángulos,  sus nuevas obras abarcan su retrato psicosocial a la descripción física del individuo. Esta nueva etapa la presentía  el anterior profesor como “algunos grandes retratos-cabeza, y otros, menos, donde la figura humana anónima era representada. Pero sobrevolando esos elementos temáticos que pasaban a segundo término, estaban con una evidencia y protagonismo enorme, los distintos modos o intenciones plásticas con los que José Sánchez se planteaba y desarrollaba. En muchos lugares y exposiciones individuales y colectivas  de España desde aquel tiempo  ha expuesto su obra. Ahora se anuncia una nueva exposición en el Aula Magna del Convento de Capuchinos a partir del 21 de junio que culminará el 15 de julio, la maestría  artística de  este pintor y  el tratamiento técnico se centran en una magna muestra con exclusividad de más de setenta obras dedicadas al retrato, en la que llega a la culminación del equilibrio y la composición armónica a través de las grandes pinceladas , el color enfebrecido y la gradación de las gamas más sugerentes,  los buenos empastes, la captación del gesto humano, el juego de los planos geométricos compositivos, la ampliación del retrato  con gran arte del torso por encima de los primeros centrados  a la cabeza para conseguir un encuadre contextualizado. Estos retratos  gestuales como los anteriores, pero más entrañables, desnudan  el corazón y el alma de muchos personajes a los que el público tendrá la oportunidad de acercarse. Desde personajes públicos como políticos, papas, o  empresarios hasta más cercanos como  la gente de la Sierra Sur, se brinda un recorrido con ayuda del nuevo camino artístico emprendido por José Sánchez Jiménez. 

 

 Domingo, 13 de mayo de 2018. En la Semana del  diario Jaén.



 

 

 

 

 

 

JOSÉ MANUEL SÁNCHEZ DARRO

En las Jornadas montañesinas  celebradas recientemente en Alcalá la Real,  acudieron muchos tratadistas e investigadores de la obra del famoso imaginero Martínez Montañés, pero, al mismo tiempo, artistas y personalidades del mundo cultural andaluz. Entre ellos destacó la presencia del famoso pintor José Manuel Sánchez Darro, natural de la ciudad de la Mota. Posteriormente, desde  su adolescencia, se afincó  en Granada, donde ha desarrollado toda su trayectoria artística y se ha convertido en un exponente universal en los distintos campos del arte, desde la pintura a la escultura pasando por el grabado o, diseño.  Tuvimos la suerte  de compartir con él parte del recorrido de la Magna Exposición del Aula Magna de san José de Capuchinos, porque, con su saber,  imbuye  a su entorno en  una serie de reflexiones muy importantes  para el conocimiento de su obra. Ante la presencia de las obras expuestas, Darro reconoció sus fuentes artísticas, en las que su paisano Montañés comparte con todos los  artistas y movimientos clásicos ese manantial de donde adquirió su formación:  desde el mundo grecorromano hasta Leonardo da Vinci, sin olvidar  los clásicos Velázquez o  Durero, y los movimientos culturales importante del mundo contemporáneo, desde  Goya hasta Picasso  del siglo XX, como Picasso.

En la primera sala, dedicada al paso de infancia de Juan Martínez por tierras alcalaínas,   comentó una curiosa anécdota delante de  aquella pila plateresca, donde fueron bautizados . Y la ilustró con  el día de su bautizo, en el que su padre escuchó los augurios del párroco don José Luis Cuevas Motos, de  que las mismas aguas del Lisipo Español estaba recibiendo su hijo e esta pila de la iglesia de las Angustias pronosticando y anunciando que destacaría como un  famoso pintor.   Ya , en  los primeros años de su vida, también coincidió con la trayectoria vital  del Dios de la Madera, para encontrar  el primer maestro  del mundo pictórico en el liceo alcalaíno Alfonso XI, donde impartía su docencia  el pintor sevillano Diego Ruiz Cortés, un maestro que llegó a ser su amigo. Un  profesional que le imbuyó el afecto por el mundo del arte junto con otros futuros  pintores naturales de Alcalá como Manuel Martínez Vela o Ricardo Bellido, compartiendo momentos de aprendizaje  cuando el resto de los niños  se dedicaban al  juego. No es de extrañar que su primer  respondiera a una obra sugerida por su padre, un encuadre de la Mota con la iglesia de San Antón, que siempre recuerda en su visita a su tierra natal.

         Ante la escultura de Pablo de Rojas, como el maestro de Martínez Montañés,  marchó a Granada, y  amplió  sus  los estudios en la Escuela de Bella Artes  de Granada de la mano de los profesores Juan Manuel Brazán ( pintura) ,  Miguel Moreno ( escultura )  y Julio  Espadafor (grabado).  A partir de sus primeros pasos de pintor, varios hitos concurren en su vida artística. Desde sus primeros contactos con  el mundo de las universidades  americanas hasta la creación del  Grupo ZEN-DA con el artista japonés Zenitani, realizando  exposiciones en tierras japonesas, su presencia artística  se multiplica junto con su labor y docencia en  encuentros, bienales, publicaciones, congresos nacionales e internacionales.

Como  pintor  y escultor creador del Esculturas del Grupo 8.8, junto al arquitecto Alejandro Muñoz, ha participado en numerosas exposiciones, individuales y colectivas y ha sido invitado como ponente en las universidades de Harvard, Delaware, Columbia y Puerto Rico.

 Darro  experimenta muchos  campos del arte como el diseño y se ve inmerso en una  referente cultural que se encuentra en muchos espacios urbanos y de otra índole. Pasa de las etapas figurativas  hasta  abstracción. Y nos viene a nuestra mente aquel cartel anunciador de una celosía de la Mezquita de Córdoba con motivo de la presentación del Legado Andalusí por los años ochenta del siglo pasado.

En su nueva etapa que versa sobre la geometría fractal, la Alhambra y los estudios de Rafael Pérez Gómez, se  interrelacionan e imprimen  un sello indeleble a su obra, de experimentación, creatividad y  de respuestas sensoriales y cognitivas, donde el espectador se acerca a este estímulo intelectual dentro del placer mental.  Quedaron diversos hitos, como la estatua de Fernando de los Ríos, o los premios  a los becarios del Consejo Social de la Universidad de Granada (con ese estímulo poético del texto  literario). Pues Darro  se coaliga con la poesía, y lo ha realizado con los textos famosos escritores  como Juan de Loxa, Juan de la Cruz, Rike, García Lorca,  y sobre todo, con Elena Martín Vivaldi, con la que compartió el  Hermanamiento Poético entre ella y la puertorriqueña Julia de Burgos, e, incluso les ilustró el libro de este acontecimiento. Por eso, no es de extrañar que la poetisa granadina lo calificara como el pintor poeta. En este artista, se hacen patentes estas palabras alusivas a su creatividad,  investigación, emotividad y  sensibilidad, cuando se sueñan atmósferas se crean mundos infinitos y fascinantes, las realidades toman otra forma, las formas adquieren otras dimensiones y el arte se transforma en una obra que nace del corazón. El artista es una manifestación de emociones, donde la creación es el lenguaje; la expresión se suelta en múltiples vibraciones, técnicas y temáticas que delimitan un estilo propio, una firma que hace reconocer lo imaginario por medio de la obra del autor.

En la actualidad, con reminiscencias de nuestra tierra jiennense, la propuesta creativa para la campaña  “Always Segureño” se muestra  fiel testimonio como Darro aplica la geometría a sus obras  dentro de ese intento de  despertar al espectador  la falta de conciencia sobre la rivalidad entre la naturaleza y la sociedad contemporánea”.  Son patentes la huella nazarí,  el surrealismo, la geometría, y el universalismo de relacionar al hombre con lo transcendente dejan huella en esta obra.

 Y el próximo año,  recordando una etapa viajera por la India, se encontrará en Nueva Delhi, con una aportación muy sugerente, dentro de  sus estilo creativo e investigador, donde la abstracción geométrica  estará vigente en distritos espacios configurados por delicadas geometría, hilo conductor  que articulará el espacio cifrado, y unirán a través del éter viajero las fortalezas rojas de India con la Alhambra.  , La melancolía,  los textos de poemas y párrafos de autores contemporáneos, reminiscencias de diseño con tinte  de  la red de  Indra, el canon del trisquel de la Puerta del Vino, los modelos cristalográficos del ilustre matemático Rafael Pérez Gómez, entre otros,  contribuirán a este proyecto expositivo y a su afán de incluir nuevos desarrollos geométricos, donde ha dibujado un nuevo tipo de  teselación  del plano pentagonal que es primicia mundial.  Todo enmarcado, en aquel dicho que publicó Horacio en su tratamiento poético y de las arte,  Ut pictura poesis (traducida «como la pintura así es la poesía», o «la poesía como la pintura»), Muy cercana a la que debió  imitar  de otro  poeta griego  Simónides de Ceos cuando decía que la poesía es pintura que habla, y la pintura poesía muda. No en este caso,  ya que Darro, con su deseo de interrelacionar estos dos mundo los aúna, ya que siempre alcanzaron  una valoración superior en el mundo de las artes.

En la semana de Jaén. domingo, 19 de enero de 2020

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 DOLORES MONTIJANO . DOLORES SERRANO RUIZ

No es raro que los artistas intercambien los campos de su producción e. incluso, algunos gocen del privilegio de ser polifacéticos como Leonardo de Vinci. Con motivo del Día del Libro, la ciudad de la Mota tuvo la fortuna de contar con la presencia de la pintora Dolores Serrano Ruiz, más conocida por Dolores Montijano, y, en esta ocasión, no lo hizo para exponernos su obra pictórica, sino que en consonancia con la efeméride nos agració con la publicación de su último libro Mi CASA, editado por Thleo.  En concreto, este relato autobiográfico forma una trilogía con otros anteriormente escritos por la pintora, Diálogos con Marta y Treinta y tres Textos y Pretextos de la colección literaria Extramuros. Siguiendo a su prologuista y editor Juan Vellido considera que su intuición literaria se mueve por una fuerza poderosa, y este impulso creador, intuitivo e innato que la lleva a escribir.

 Dentro del “impulso de un recuerdo”, trata de reconstruir los cimientos de una vida pasada, para cerrar página. Y con palabras de su hija María José, estudiosa de la sinestesia se ve imbuida dentro de un modo de sensaciones, olores y espíritu mágico que los entrelaza mediante un juego de simbologías y metáforas muy kinestésicas en torno a la Casa de su infancia, actualmente residencia actual de afectados de salud mental Faisem) y ubicada en la calle Bordador.   Vellido, por su parte aludiendo que se ve atrapada por el espacio y tiempo, cree que “sin saber cómo ni por qué, se encuentra recuperando del pasado, aquellas sensaciones, aquellas emociones… aquellos días en ‘La Casa’. Justicia poética, lo llaman. Una casa que, como todo lo que nace de ella, adquiere viva propia. Los personajes que por aquella casa pasan, viven, charlan, rezan, sienten y experimentan emociones –incluso miedo ante el inevitable azote de la Guerra- son solo un pretexto para hablar de la Casa, que se asienta sobre unos cimientos de “quietud y clemencia”.

Lola Montijano fue miembro del escogido Grupo Jaén desde 1969, cuando, por aquellos tiempos fue reconocida artísticamente en medio de un apostolado masculino de la pintura. Esta alcalaína, afincada desde hace tiempo en Granada, artista jienense con alma granadina, es un claro exponente de una mujer adelantada a su tiempo, hasta el punto de que un periodista añadiera por aposición al titular de su nombre, el   rostro de las artes.   Nació en un tiempo, cuando escaseaba la formación académica de Bellas Artes, y contactó con varios artistas que le dejaron su huella como   Carlota Leontina Malafant, profesora de la Escuela de Bellas Artes de Buenos Aires. Visitó a Picasso en Paris en 1969, y formó parte de diversos grupos de pintores andaluces.

No olvidará jamás, coincidiendo con su nueva residencia en Granada a partir de 1971, su ingreso en el Taller de Grabado de la Fundación Rodríguez   Acosta, bajo la dirección de José García de Lomas, donde asistió al curso de Grabado del profesor Renato Bruscaglia del Taller de Urbino (Italia) sobre técnicas clásicas y actuales del Grabado, lo mismo que el curso impartido por el profesor Robert Dutrou, Miembro de la Fundación Maegth de Saint Paul de Vence.  A partir de la nueva residencia y formación artística ejerció de docente del arte y formó parte de los siguientes grupos: miembro fundador del Grupo Aldar.1984; miembro fundador del Grupo Acción 25; cofundadora de la Asociación Cultural Taller experimental de Grabado Realejo (1985), donde desarrolló su labor artística hasta 1997, (1991); docente del curso de Técnicas de Grabado experimental para licenciados en Bellas Artes en el Taller Hilé de Granada (1996). Participó también como docente en el curso de Grabado y Sistemas de Estampación en su propio taller. E impartió el curso de Alternativas experimentales en Grabado y Estampación en el Centro Andaluz de Arte Seriado de Alcalá la Real de Jaén, (1999). Y, este mismo año, destacó como Fundadora del Grupo Q.

En la presentación de su obra, pletórica de encontrarse de vuelta a su tierra para palpar el espíritu que le empatizó durante tanto tiempo de vivencias personales artísticas, manifestó la humildad de su creatividad, experimentada a lo largo de su discurso pictórico y de grabado. Por eso, animó a los presentes a compartir y experimentar estos atrevimientos que se transformaron en texturas de sus obras en unos momentos y lugar donde se careció de los elementos básicos, y la imaginación e ingenio había que agudizarlos.

Lola Montijano ha presentado obras más de 23 exposiciones individuales y 310 colectivas, desde 1948 hasta la fecha en muchas capitales de España, y en países el mundo desde Centro América hasta Japón, pasando por París, Alemania, Rusia, Buenos Aires entre otros.  Su obra se ofrece al visitante de los museos y entidades oficiales de n países distintos. Entre ellos, el Museo Español de Arte Contemporáneo, Madrid; Museo Ermitage, San Petersburgo. Rusia; Galería de Arte Moderno de Santo Domingo, República Dominicana; Museo de Grabado Contemporáneo Español, Marbella, Museo de Jaén. Entre los premios destacan la Primera Medalla Internacional de Grabado y Sistema de Estampación, de Madrid, la Medalla al Mérito de las Bellas Artes, concedida por la Real Academia de Bellas Artes Nuestra Señora de las Angustias de Granada, y los premios de la Mujer y el Hércules a la Cultura de Alcalá la Real (Jaén). También,   realizó de ilustraciones y carpetas de grabados , entre las que pueden destacarse las  realizadas en la Fundación Rodríguez Acosta y las del Taller experimental del Realejo, como Dieciséis Artistas a Rafael Alberti, El Curso de Los Meses, y El Legado Andalusí.

            Su obra es trascendente,  y Alcalá la Real goza con un regalo artístico de inconmensurable valor, con la colección  de 50 en Tertulia, que ilustra y se expone en los Corredores del Teatro Martínez Montañés transformado en galería artística, donde su pintura dialoga con una serie de personajes  que forman parte del superego de la pintora de modo que  quedan  sublimados  en cada cuadro de diseño vertical, impronta retratista y esquematicidad de su cuerpo y vestimenta como si quisieran establecer un diálogo dual entre el personaje y la pintora. Desde artistas universales u hombres de la cultura española como Pío Baroja, Manuel de Falla, Picasso  o García Lorca hasta alcalaínos como la bibliotecaria Carmen Juan Lovera, pasando por artistas granadinos como Elena Vivaldi, Carlos Cano o  Luís García  Montero, por sus manos se hacen presente no  sólo las cualidades artísticas de esta pintora jiennense sino también su historia vivencial  y contextualizadora que la convierten en una pintora  original  la hora del tratamiento de su obra. , que no puede encuadrarse en movimiento alguno.  En palabras del crítico Robles en un rotativo granadino “es una de esas mujeres que, aun con la fuerza de su impronta y de su creación, todavía prefiere caminar de puntillas y con modestia en el mundo de las Artes. Y es, como digo, una de las pocas artistas con una fuerza tan desgarradora en su creación y en la materia, que por difícil que resulte de encasillar ni adscribir a ningún movimiento o escuela… es tal su impronta, que una obra de Montijano tiene su firma indeleble, guste ella o no. Ella que, con modestia dice no saber del valor ni el reconocimiento y prestigio del que goza su creación… Sin que pierda de vista el lector, que Dolores Montijano lleva toda la vida dedicada a la investigación de nuevas y renovadas técnicas, tratando de trasladar la grandeza expresiva del grabado, técnica que conoce a la perfección, a la pintura. Y justo en eso anda, aunque sabedora de las limitaciones físicas que le impone la edad, en su particular lucha para seguir”.

 

 

Domingo, 7 de mayo de 2017 EN  EL JAÉN SEMANAL

 

UNA COLECTIVA PARA LOLA MONTIJANO

En Alcalá la Real, la personalidad humana y artística de Lola Montijano   siempre ha coadyuvado al dinamismo  y promoción de la  cultura pictórica de muchos artistas. Durante estos días  de otoño, preside la exposición con  un Estandarte para una conquista, que con una técnica de óleo y acrílico,  ha elegido como un emblema de su elenco  de pintura  gracias al vigor  de su colorido y a una composición plenamente repleta del  reduccionismo simbólico. Junto a su obra, el retrato de Lola manos de Pepe Sánchez, `profundiza en una sinfonía de colores en consonancia con la homenajeada.   

 En la el Aula Magna gracias a la labor de los comisarios y pintores Sebastián Rosales y Federico Barquero, se asiste a una antología de muestras artísticas de nuestro entorno, predominando los pintores locales desde las generaciones que principian su cursus artístico hasta los que dejaron su huella  en muchos rincones de las dos  provincias andaluzas. Este es el caso del autodidacta Krispinano que nos recoge  un paisaje andaluz de  un cortijo entre olivos, con un sello  de autenticidad y de expresividad rotunda en el tratamiento del color y composición apropiada de las masas.

Su hija María José ofrece seis cuadros y nos recuerda en su obra sus estudios en las formas kinestésicas en sus seis  teselas del mosaico del Desierto de Sahara. El comisario Rosales  destaca con “Los sueños y la vida”, una expresión onírica de  un mundo de imágenes y de acontecimientos envueltos en trazos delicados, haces de luz,   y en la gama  de gradación de colores dulces  que difuminan sentimientos amables y de pasión por la vida.

         Se acercan a la sala expositiva  nuevas generaciones y nuevos aires de la mano de  Noelia Cuenca  con un tratamiento atrevido del retrato de Rocío   en nuevas formas de expresión gestuales. Isabel Padilla  conforma el espacio arquitectónico del hotel “Victoria” con una obra en la que  se abre el espacio entre las dos perspectivas, vertical y horizontal,  y la reducción de la esencia de la mancha y color. Rafaela Arjona nos sorprende con el tratamiento de sus grifos  y tenantes, que denotan un tratamiento clásico.  María Ángeles Jiménez, aunque procede  del mundo de la acuarela, no sorprende con un  conseguido óleo de Dulcinea.  La profesora  Carmen Montoya  se inclina con una interpretación feminista “Natura “dentro de su  una reinterpretación  moderna de la mujer boticelliana.  Antonieta Castro  es otra  pintora alcalaína que  acaricia el intimismo y resalta su feminidad en el tratamiento de las formas.

Entre los maestros  alcalaínos, el relato lo abre la familia Moreno: Juanma  con su  “ Niño-Dios aprieta pero no ahoga”, una nueva interpretación de su sobrino Adriano elevándolo a una cosmovisión de la relación del hombre y la naturaleza con un buen complemento entre el color del personaje y el fondo; por su parte ,  su tío Vicente  Moreno continua con su” Naturaleza pensándose a sí misma”  en acrílico sobre tabla un discurso de interpretación social del mundo rural y el medio ambiente en consonancia con los matices del verdes,  azul, blanco y negro y  la integración del colectivo humano. Antonio Manuel Ramírez, nuestro “Epi” le ofrece a Lola  un óleo sobre Cartón, con el título de “San Juan”,  un juego de movimiento dancístico  de formas humanas, muy completadas entre el color y las líneas ondulantes, jugando con las convexidades y concavidades de  las figuras humanas. Federico Barquero muestra su carácter bifronte en el tratamiento de los temas con su obra tratamiento del color y las formas geométricas y la reutilización de materiales para fines artísticos.  Antonio Campaña se mantiene en la línea entre el tánatos y el eros, en medio de una excelente composición  tratamiento del color.  Paco Carmona sorprende con sus atrevidos y esquemas del tratamiento del color  de la bella simplicidad acercándose al cartel

Entre los jiennensed, Gaspar Cortés  se manifiesta en su nueva línea de figuración y abstracción desgarradas dentro de expresionismo figurativo.  José Cortés presenta un paisaje jiennense  de expresionismo  matérico, a la que imprime su sello personal del color y juego de las masas. Manuel Kayser  ofrece otro paisaje del mar de olivos, con una gradación de verdes y azules con la que  caracteriza  la armonía de las sierras y altiplanicies jienenses en su  óleo “Brumas”.

De Granada, la lámpara maravillosa de Juan García sorprende por la fuerza de la expresión de la intuición estética entre el amor,  la renuncia y  quietud.  Teresa Ortega, con Los infiernos del sexo,  recrea en  técnica  mixta sobre  lienzo un cuadro de compromiso. De Carlos Villalobos  sus  dos  dibujos y acuarelas, titulados Ah ontar,  muestran el movimiento de la naturaleza  con unos paisajes sobre papel y de bello efecto compositivo. En cuanto Manuel Vela,  alcalaíno y afincado en Granada,  su reducción geométrica del paisaje ha quedado  reflejada en sus formas eslabonadas  de la obra presentada dentro de  la gama de rojas y azules. El malagueño Jesús Conde, afincado en Granada, nos muestra bellos rincones andalusíes con unos entornos  de  excelente ilustración pictórica. Entre Jaén y Granada, la  doctora Carmen Bermúdez  presentó  un bello desnudo de mujer  con un escorzo atrevido y compositivo y el rostro.

La participación extranjera se complementa con la participación de Teiko Mor, compañera de Lola Montijano en el Grupo Q  con su “Quiromancia”, un aguafuerte en relieve, de clara influencia oriental. Zentage ofrece su método  con la colaboración  de Annie Taylor  y su taller de  Raquel Ortega, Beatriz Aguilera,  Marise Navarro,  Adela Castillo, Pastora  Garrido y Aurora  Molina.       No solo destaca la individualidad de la creación artística de los participantes al homenaje de Lola Montijano, sino el acierto de formar un conjunto sobresaliente, en el que, según el alcalde Marino Aguilera,  se demuestra la capacidad y tradición creativa de Alcalá la Real a la que se suman los pintores de Granada y  Jaén.

 

En La Semana del Diario Jaén. 20 de septiembre de 2019

 

 



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

25 AÑOS IMPRESIONÁNDOTE

EN LA SEMANA DEL PERIÓDICO JAÉN

 

 

Es difícil compartir acontecimientos  de mecenazgo y  creatividad artística. Pero, en la ciudad de la Mota durante el mes  de agosto se han proliferado las exposiciones artísticas en diversos campos de arte. Desde  la pintura hasta la fotografía pasando por las muestras de sensibilización social durante Etnosur.

        Con un breve apunte, hacemos  mención de la  Exposición “Memoria de un sueño cumplido”, un testimonio gráfico del V Aniversario de la Coronación de la Virgen de las Mercedes, donde se recoge, en la sala de Exposiciones  del Palacio Abacial, un elenco de momentos históricos que abarcan desde el recorrido de la imagen por las aldeas alcalaínas y los barrios de la ciudad en los años que precedieron a su Coronación hasta los mínimos detalles del acto canónico. En medio de un aparato documental de actas conmemorativas, romances, oraciones del momento,  y carteles, se ilustra pormenorizadamente aquel momento  histórico y religioso de los alcalaínos.

Pero en la actual Aula Magna de Capuchinos (templo del convento exclaustrado y desamortizado), se presenta un elenco de los artistas de Alcalá la Real, con  el epígrafe de Colectiva  x el 25, coordinada por el diseño municipal  Federico Barquero Mesa.  A lo largo de una muestra de varias obras de artistas del pincel y de la fotografía,  se desenvuelve el relato, por el que gira la exposición alcalaína. Coincidimos con el  acierto de la empresa  Tres Impresores de subvencionar la  exposición y su bello catálogo, además con los fines  altruistas que han compartido en su celebración, no olvidándose de sus orígenes   de aquella  cooperativa nacida al amparo de la Escuela de Empresas por los años noventa del siglo XX. Su  testimonio es e evidente por su mantenimiento de empresa y crecimiento, además por el prestigio de la  calidad  de su producción artística.

Con la muestra el comisario trata de incardinar los pintores y fotógrafos s actuales de Alcalá con los prestigiosos  artistas de la Historia de Arte, que han nacido en esta tierra.  Desde Juan Ruiz, hasta Pep Ventura, de Montañés a Pablo de Rojas; y además, pone de manifiesta el vivero del alumnado alcalaíno de la Escuela de Bellas  de Granada.  El comisario Barquero Mesa expone un homenaje a la empresa patrocinadora  con Taller de Impresión, una versión geometrizante de la Mota, y varios retratos de sus familiares.  Paco Carmona impresiona  sus esbozos de la Mota, unos acrílicos, de tinta sobre papel, que cautivan con el buen uso de trazo  de la línea y su conjunción con el color. La profesora Mamen Castillo, nos introduce en la ilustración del mundo de la ficción infantil a través de acrílico y lápices de colores con Nuestro Bosque y dos  The Firely. El intimismo se demuestra en La Mirada  de Antonia Castro y  sus  acuarelas (Ciudad de Africa, Madre, Campo Andaluz y Naturaleza),   se adentran a esa espontaneidad y frescura que le atribuye el pintor Juan Pedro Linares.  La joven artista Noelia Cuenca  con sus acrílicos Sombrerero e Hipocampo se adentra en la complejidad psíquica  de los personajes de su acercamiento pictórico. María José de Córdoba, presenta dos versiones de Jamás necesité tanto del aire, en dos tintas sobre papel superalfa   que armoniza el color, la línea y el sentimiento sobre un paisaje desértico .

El consagrado artista Paco Montañés nos presenta  un Homenaje a Tres Impresores con dos retratos tratados al óleo  y al  carbón prensado y pastel,  a través de una precisada técnica que le convierte en maestro del retrato. La veterana Lola Montijano  nos sorprende con  dos series de grabados, titulados, Serie Cabezas, de clara marca en consonancia de los pintores contemporáneos . El joven Juanma Moreno se desenvuelve  con dos óleos  que marcan la rabiosa actualidad del relato y la caracterización del nuevo mundo tecnológico, con una crítica a la virtualidad  fotográfica. Su tío el autodidacta Vicente Moreno  presenta su versión Sobre Lo social, una cosmovisión en blanco y negro del mundo actual, a la que añade pequeñas figuras escultóricas  sobre la esencialidad de la vida en la escultura de Jerónimo  y el desnudo de la pareja. Isabel Padilla   fusiona los colores gráficos fundamentales con espacios arquitectónicos del patrimonio alcalaíno en Primarios  I y II, en dos variantes sobre el Palacio Abacial. El veterano pintor Sebastián Rosales se sumerge en el juego del color diluido de un acrílico sobre tablez  y cinco versiones de sentimientos humanos desde la expresividad del rosto  con una pincelada de trazo más grueso que la anterior (Alegría, Sorpresa, Tristeza, Miedo y Canto). Antonio Ramírez, con Paraíso y Regalo, se  cala en el recorrido creativo entre  dos acercamientos diferentes en técnica y contenido, con influencia de los impresionistas. Rafa Ruiz su Tintero y la Mejor Pluma  ofrecen  los aires de libertad y creatividad artística con los que adquiere la confianza de sus producciones. Zumaque de Pepe Sánchez nos vuele a la etapa colorista de este autor en el que este arbusto le hizo descubrir un universo singular dentro del mundo del arte. Dentro de este nuevo universo de los acrílicos el pintor consagrado y profesor  jubilado Manuel Martínez Vela  juega con la línea y el color compositivos en OUTLINE 2, 5 Y 6.

En el campo de la fotografía, José Hidalgo (PPH), acerca su imagen al mundo de la pintura con sus siluetas de Equilibrio, Dualidad, Origen,  Fuerza Simétrica, Lucha y Timidez. Paco Navas,   aúna la fotografía y la percepción visual  creando  imágenes en tres dimensiones del mundo de las bacterias, la ciclogénesis, y la araña.  El pintor José ángel Vega  realiza con gráfica digital  y fotografía  tres composiciones, que transcurren de la naturaleza (El árbol azul) a la deshumanización (El Viaje),  haciendo parada al humanismo (Caverna Roja).

        En verdad que esta magna  exposición ha respondido a la muestra de varias generaciones artísticas de la comarca alcalaína por una buena selección de obras, aunque han quedado por exponer otros artistas. Actualidad y dignidad realzan la producción de todos, gracias al dominio técnico, maestría académica  y progreso   en la inventiva  y singularidad  de cada una de las obras expuestas. Desde el retrato hasta la grafía digital, desde el paisaje hasta la descomposición cromática de la naturaleza por la geometría, desde  acuarela al papel, del acrílico al óleo,  y del color único a policromatismo, muchos universos se nos descubren y muestran  un estado  y una etapa de un tiempo artístico muy productivo en la Sierra Sur.  

En el Periódico La Semana del Jaén. miércoles, 28 de agosto de 2019

 

 

ANTONIO CAMPAÑA EXPÓSTO.

 

 

           Hay quien  dice de Jaén es una manera de expresión popular, llena de contenido y refuerzo sentimental. Lo cantaba el pueblo con el orgullo de su tierra en medio del estéril desierto cultural. Pero, si ahondamos en nuestra historia y nuestro presente, Jaén ha sido una provincia que contribuyó en muchos aspectos del desarrollo cultural, socioeconómico y de nuestro país.  Y no hay que tender al simple centro como elemento definidor, sino que desde el Adelantado de Cazorla a la Abadía de Alcalá la Real o, desde Sierra Morena a  Sierra Mágina sobran hitos y personas  importantes.  En esta tierra nacieron los escultores Primo en el siglo XVIII, y en el XVI Martínez Montañés y Pablo de Rojas. Zabaleta y Sebastián Martínez.  Y, en la actualidad, predominan por doquier importantes artistas de todas las ramas. En el Aula Magna del exconvento capuchino de Alcalá la Real se exhibe la obra de un veterano pintor afincado en nuestra tierra, Antonio Campaña Expósito. Natural de Castill de Campos, se inició en la Escuela de Artes y Oficios de Córdoba, donde tuvo la fortuna de topar con famosos profesores, entre ellos Antonio Povedano, Dionisio Ortiz y Francisco Torralba. Tras ser becado por la diputación cordobesa, alcanzó el título de profesor de enseñanza media. Su profesionalidad le hizo valedor de ser un gran enseñante y se ejercita en su dedicación artística siempre que ha presentado sus obras pictóricas o escultóricas.  

             Afincado en la ciudad de la Mota desde hace más de cuarenta y cinco  años, seleccionó para manifestación pública un elenco de cuarenta  obras, en las que recoge el último periodo de su versión artística, donde el paisaje, los bodegones y el retrato han sido expuestos en anteriores convocatorias. Jubilado y ex catedrático de Dibujo del Instituto Alfonso X de Alcalá la Real, recorrió con su docencia diversos centros educativos de enseñanza secundaria y compaginó sus estudios con la enseñanza de modo que su huella se hizo patente en muchos pintores de la Sierra Sur formando el grupo ARPA.  Son muchos rincones de España, donde está presente o ha sido exhibida su obra. Como la  define el propio autor, por encima de cualquier otra connotación  adyacente, sus cuadros denotan, por encima de todo, arte, La composición, la armonía, el color y el encuadre muestran el dominio de las técnicas  de un pintor ya consagrado y acicalado por los años, la docencia y el oficio. Parte del  axioma estético  y, haciéndonos eco de sus palabras "un cuadro es ordenar, componer formas, al margen de que las formas sean realistas en la interpretación naturalista o geométrica o en lo irreconocible, pero siempre pesa en su obra la armonía y la estética". Su verbo sintético conduce perfectamente a estas tres maneras de acercarse a la producción artística. Claro y contundente como se manifiesta en Sueños y Arquetipos, título de la exposición que se ofrece en el exconvento de Capuchinos. 

            No es aventurarse afirmar con María Luisa Ceballos que " nuestro artista-pintor  con sus sensibilidad  por sus calidades pictóricas y su sinfonía inusual, nos muestra  en todas y en cada una de sus obras  un conjunto  armonioso,  una explosión de fuerza y un gran colorido de forma variada y vigorosa". En Campaña se asiste  a  este proceso del arte como liberador de la naturaleza, que arguía André Gide y se pasa de los retratos realistas, ( como los cuadros de El sombrerero, Mi nieta Marta,  Mi nieto César  o El Papa Francisco, o la reproducciones de la Virgen del Rosario),   al adanismo con el estudio del desnudo, una serie de lecciones de auténtico erotismo que discurre a lo  de la mayoría de sus composiciones como elemento fundamental, pasando por los elementos del surrealismo y la fantasía, en  la que, con incrustaciones complementarias y enigmáticas,  se incorporan todo tipo de sentimientos, vivencias y su visión del mundo sirviéndose  de los objetos presénciales que le rodean y de símbolos de la mitología y la tradición paradisíaca.

Adanismo, no en la forma de partir de cero, sino que un gran elenco de pintores han dejado su huella en su concepción creadora, desde Dalí a Picaso, desde Povedano a Velázquez pasando por el Bosco Giorgio de Chirico o Paul Delvaux. No obstante, cada una de sus producciones e concibe un alumbramiento que ofrece diversos ángulos para su interpretación y su recreación refinada en la que predominan la interpretación onírica y los  arquetipos del inconsciente  colectivo.

             Sus cuadros son, esencialmente, esencia estética,  pero tienen la independencia de lo plástico en medio de una visión ilusionista, al mismo tiempo que  también  denuncian, cuestionan  y  crean una interrogación permanente a la hora de su contemplación. No dejan al espectador desapercibido ni insensible ante la contemplación de su obra. Atraen por el estudiado colorido e imantan hasta desentrañar el enigma de su razón de ser: desde la  reinterpretación de  Su Santidad  ola Mona Lisa hasta  el Naufragio Mental. Temas candentes, como la droga, el mal en sentido genérico, la censura,  la pasión, la autorrepresión,   entre otros,  se dejan entrever y se subliman en el rincón más insospechado de su obra. Te introducen al mundo inconsciente, donde el surrealismo, lo onírico freudiano y lo daliniano dejan su huella, pero siempre con la impronta sublimada de un artista que eleva a categoría artística su discurso bajo la paleta siempre del dominio del color y la composición. Símbolos son los bíblicos del Génesis, los mitos  de los pegasos desbocados y de Europa; las formas geométricas que se  contemplan por doquier, y, sobre todo, las manifestaciones oníricas, son el vestíbulo para pasar del inconsciente al mundo consciente, de lo desconocido a lo conocido. Y, los dos instintos freudianos siempre presentes, el eros y el thanatos. Por eso, es  muy ilustrativo su autorretrato, a la manera velazquiana,  contemplando su venus al desnudo y con los atributos de la serpiente, la manzana y el torso para el espectador y la parte frontal para mirada  circunspecta del artista.  Al fondo, el paisaje lleno de doloridos aporta una luz de la gente de la Sierra Sur y de la Subbética. Una parte de aquel Jaén exclamativo y que actualmente se abre paso con la presencia de  un artista como Antonio Campaña.  

En La Semana del Diario Jaén. domingo, 13 de noviembre de 2016

 

 



RETRATOS DE PEPE SÁNCHEZ


A lo largo del año, sorprende la  presencia de muestras expositivas en los diversos campos del Arte en el Aula Magna de la antigua iglesia del Convento de Capuchinos de Alcalá la Real. Pasaron recientemente, exposiciones  sobre el patrimonio local religioso con las Muestras locales de la Imaginería y Pintura de la Semana Santa de Alcalá la Real del patrimonio local como la de Tiempos de Carlos IIII, o de pintores contemporáneos  como Paco Montañés y Antonio Campaña, y algunas que contenía aspectos artísticos  como la de Joaquín Sabina. Pero, esta nueva  muestra pictórica  trasciende por su amplio elenco de  obras presentadas, como por  el clima cálido, casi conversacional que  entabla con  un diálogo real entere el artista y el medio en el que se ha desarrollado  su obra.

Durante en estos  primeros meses de verano (hasta el 15 de julio),  se exhibe un gran catálogo de  retratos de la mano del pintor José Sánchez Jiménez, que ocupan todos los  muros del cajón del templo capuchino. Abarcan  desde el retrato personal hasta el de personajes públicos universales.  Entre los personales destacan el estudio de la idiosincrasia y alma del pintor mediante una gama de autorretratos que ocupan el testero del antiguo presbiterio, donde se denota un profundo análisis del perfil  de Pepe Sánchez,  tanto desde el punto de vista formal como anímico, pasando por el atrevimiento compositivo y estudio del color aplicado a los diversos estados síquicos, dentro del derroche de  una fuerza expresiva, conseguida gracias al dominio figurativo y mixtura de colorido.
Cercanos a estos, se halla otra serie de retratos dedicados a su familia ( esposa e hijos) , que recogen perfectamente el candor y  el calor humano de sus rostros , en los que se consigue la  unión de  sus sentimientos manifiestos de empathía   hacia ellos mediante el logro de recoger  rasgos expresivos con los  colores apropiados,; en esta faceta, no olvida a los  familiares que le dejaron huella como su tía Isabel,  o actuales, como Pepe Parra.

En el círculo de compañeros  de arte, no relega recursos para acercarse al alma y a la lección impartida de sus maestros y colegas de oficio, desdoblando  su obra  en muchas ocasiones para experimentar, mediante estudios comparativos,  la creatividad de su arte, como es el caso de la pintora Lola Montijano; o, incrustándose en un estudio psicológico en casos como  los pintores Antonio Campaña, Sebastián Rosales y Rafael Revelles, o trasladando su pasión por el arte en la composición de Van Gogh y de Cezane. No faltan los retratos de los amigos del pintor o relacionados con su esposa Mari Tina, y  compañeros de distintos campos culturales o profesionales, es el caso de  retratos como los de Manolo Pérez, Rosalía Víboras, Paco Córdoba, Juan de la Cruz Ruiz, José Hidalgo (PPH,   Juan Rodríguez Toledo,  o el cronista Domingo Murcia, donde les desnuda su alma con sus virtudes y su impronta social  mediante un acertado tratamiento del color y su descomposición geométrica de la acertada trama multiplanista de sus rostros.

Se acerca, también, al mundo de la esfera pública, tanto a nivel local con  los lienzos del consejero Felipe López, la senadora Elena Víboras o  el diputado Juan Ángel Pérez Arjona, como de otros políticos  nacionales como el presidente Rajoy y Zapatero. Su bagaje religioso no pasa desapercibido, porque se relaciona con personajes reales como el Papa Juan Pablo II o simbólicos con la imagen de San Pedro o figura de un Cristo que impresiona por  envolver al receptor el misterio  de la fe.  Si hubiera que colocar en el primer escalafón a alguno de ellos, nos quedaríamos con la perfecta composición del célebre personaje del Julillas, Judas Iscariote,  de la Semana Santa viviente de Alcalá la Real. Es un símbolo, que  plasma, perfectamente, el clasicismo compositivo y la creatividad de su obra  mediante la  maestría de mezclar la forma cromática adecuada  con el contenido figurativo para exponer el sentimiento de un personaje perseguido por la locura de una aventura vital desorbitada entre sombras de trazos melancólicos azulados, colores cálidos del rostro y fondo dramático entre el negro y el rojo de la túnica. Por eso,  recogemos estas palabras de la pintora María José de Córdoba: “Estas obras parecieran invitarnos de manera hipnótica y seductora a desprendernos de los conceptos y conveniencias del mundo y a contemplar, vivir, reflexionar desde la pasión corporeizada y transcendida a la vez, de sus paisaje encadenado en una especie de manera de marea, en una danza infinita de fluyente energía. Su nueva propuesta pictórica y técnica, en estos retratos, no solo capta a la perfección el parecido físico, sino también el emocional”. Y esto lo dice la hija de Lola Montijano, con la que compartió aquel diálogo de retratos pictóricos  de su madre y el mundo de su formación, que se encuentra  exhibiéndose en las galerías del Teatro Martínez Montañés.
Como comentó el catedrático Antonio Campaña en el día de la inauguración,  no todos los  pintores son capaces de enfrentarse con este aspecto pictórico del mundo retratístico, además de estar el retrato muy  asediado por las nuevas  técnicas de otras artes actuales como el cine y la fotografía.  En esta labor, destacaba la valentía y el acierto de Pepe Sánchez, a lo que añadía la destreza de componer la obra mediante un estudio pormenorizado de elementos geométricos, mezclados con colores, donde su mano alcanza grandes aciertos en expresividad psíquica y de composición estética. Y, por encima de todo, esa fuerza  expresiva que atrae al receptor que visita a la exposición. Con sus palabras: “En el retrato, Pepe Sánchez trabaja magistralmente; por su tamaño, por su armonía y, sobre todo, cuando consigue, tras una interpretación personal, captar el alma y el parecido de las personas retratadas. Eso  es más difícil que pintar; solo los grandes lo consiguen”.

En 8 de julio de 1018. En La Semana de Jaén.

 

 

ARS LITTERARIA

 

 

 

 

 

JUAN RUIZ DE CISNEROS, ARCIPRESTE DE HITA, Y ALCALÁ LA REAL

 

 

 

 

Desde el último tercio del siglo XX el Arcipreste de Hita y Alcalá la Real han vivido una serie de acontecimientos que los han marcado significativamente. Con motivo del I Congreso del Arcipreste de Hita, celebrado en Barcelona, los profesores Emilio Sáez y José Trenchs removieron, en 1972, las bases del lugar del nacimiento del poeta del Libro de Buen Amor, al establecer la ciudad de la Mota como lugar de nacimiento del poeta castellano. Se fundamentaban en el personaje Juan Ruiz de Cisneros que identificaron con la trayectoria vital del Arcipreste de Hita. Estos investigadores relacionaban al autor del Libro de buen amor con un familiar de don Gil de Albornoz, arzobispo de Toledo, hijo legítimo del noble Arias González, de origen palentino, que cayó, en los últimos años del siglo XIII, cautivo en tierras musulmanas. Sugiriendo como lugar del nacimiento y cautividad de su padre la Alcalá de Aben Zayde, la actual Alcalá la Real, por una deducción lógica sobre la frontera y la ubicación de esta ciudad en torno a la fecha del autor del Libro de buen amor. Y entre sus hijos destacó este Juan Rodríguez (Ruiz) de Cisneros, un clérigo que se vio implicado en varios expedientes recogidos en los Archivos Secretos del Vaticano.

Pues, se parte de la estancia de unos 25 años de la vida de este personaje en tierras musulmanas, lo que justifica la fuerte impronta mozárabe en este libro. De ahí que los defensores de esta nueva hipótesis abunden en el conocimiento del Arcipreste de la vida musulmana; y lo dejan traslucir en las costumbres, el léxico, algunos ambientes y territorios que se traslucen entre sus versos…  

A pesar de que su patria complutense nunca fue abandonada por muchos prestigiosos y estudiosos del Arcipreste de Hita, surgieron muchos defensores de la paternidad andaluza por parte de escritores e investigadores, como Deyermond que recogía, con su presencia en el II Congreso alcalaíno, esta identidad del Arcipreste de Hita con Juan Rodríguez (o Ruiz) de Cisneros. Y resaltaba su extraordinaria historia junto con el fuerte sentido «mozárabe» del «Libro de buen amor» (LBA). En una modalidad de esta misma línea, el profesor Manuel Criado de Val, uno de los mayores estudiosos de la obra y del Arcipreste, en la introducción al LBA en 1976 desarrolló, años más tarde, en Historia de Hita y su Arcipreste (1998) su teoría en torno a un clérigo que satirizaba de continuo a la figura del Obispo y Cardenal don Gil de Albornoz. Por cierto, el primer abad de Alcalá la Real tras la conquista del rey Alfonso XI.

 

 

 

PREMIO DE POESÍA ARCIPRESTE DE HITA

 

Alcalá la Real se hizo eco de todas estas investigaciones y asumió institucionalmente este descubrimiento. La archivera e investigadora Carmen Juan Lovera emprendió la difusión, a través de diversas revistas y publicaciones, del origen andaluz, concretizándolo en Alcalá la Real, y dio sus frutos para incardinarse en muchos sectores de la sociedad.  Junto con Francisco Toro, publicaron el pequeño libro  Origen andaluz de Juan Ruiz Arcipreste de Hita (1995), reforzando la hipótesis de los investigadores Sáez y Trenchs.

En 1979, bajo el patronazgo de la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Alcalá la Real, se inició el premio de poesía Arcipreste de Hita compartiéndolo con el de prosa, que recibía también el nombre del humanista alcalaíno Alonso Alcalá. Tras unos primeros pasos de convocatoria local, pronto adquirió un rango nacional e internacional, consolidándose cada año más hasta el punto que logró un gran prestigio entre los poetas, por su presencia numerosa en cada edición, y, gracias al prestigio de su jurado presidido en muchas ocasiones por el poeta cordobés Vicente Núñez y Pablo García Baena. Poetas consagrados como   Rafael Hinojosa (1979), Manuel Jurado (1980), Ricardo Bermejo (1981 y 1985) Rubén Caba (1982), Gonzalo Santelices (1983 y 1989), Miguel Criado (1984), Miguel López Crespí (1986), Vicente Gallego (1987), Josú Montero (1988), Inma Vital (1990), José Blanco (1991), Antonio Varo Baena (1992), Harold Alvarado (1993), Luís Miguel Madrid (1994), Soledad Zubera (1995), y Manuel Pérez Casau (1996) resultaron premiados y se editaron sus poemarios por el ayuntamiento alcalaíno.

A partir de 1997, se convocó con un nuevo formato, cambio editorial y se emprendió una nueva orientación de este certamen restringiéndose a la promoción de los poetas noveles menores de 35 años y bajo el amparo editorial de Pretextos, con lo que alcanzó un nuevo peldaño de su prestigio internacional, en la que participan hasta en la actualidad jóvenes poetas de todos los lugares del mundo. Comenzó la nueva andadura el poeta valenciano Antonio Moreno con  Visión del humo (1997) y le siguieron en siguientes ediciones Vicente Luís Mora (Mester de Cibervía, 1999), Gabriel Insausti ( Últimos días de Sabina, 2000), Ángel Mendoza( Cercanías, 2001), Baldo Ramos (El sueño del Murciélago, 2002), Daniel Casado ( El viento y las brasas, 2003), Juan Salido Vico (Víspera de ayer, 2004), Jorge Díaz Martínez (Almizcle y tabaco 2005), Jaime García Márquez ( Otro cantar, 2006), Alejandro Pedregosa ( Los labios celestes, 2007), Luís Artigue (Los lugares intactos, 2008),  Sandro Luna ( ¿Estamos todos muertos? 2009), Juan Mesenguer (Un secreto temblor, 2010) Antonio Rodríguez Jiménez (El camino de vuelta, 2011), Bibiana Collado (Como si nunca antes, 2012), Adolfo González (La luna en la punta de la Lengua, 2013), Aldaber Salas Hernández (Salvoconducto, 2014), Luís Ángel Gonzo (El hombre que viene, 2015, Alejandro Simón Partal (La fuerza viva, 2016) y Cristóbal Domínguez (Secuelas 2017). También hasta 2008 se mantuvo un premio local del Arcipreste de Hita con un formato diferente y más reducido recayendo desde 1979  en Rafael Hinojosa, , Carmen Sánchez-Cañete Oria, Rafael García Medina, Angélica Jiménez, Ricardo Sanmartín, Manuel López Hidalgo, Mercedes Garnica, Manuel Lizana Esteo, María Teresa Afán de Rivera, Claudia Sánchez Pérez, Francisco de Paula Martínez Vela, Jorge Romero, Rove Rovira, Pedro A. Pérez Hinojosa, Antonio González Martínez,  José Pérez Serrano,  Raquel Moyano López, Francisco Martin, María Serrano Canovaca, Francisco Jesús Martínez Murcia, Enrique Hinojosa y José Ignacio Cervera.

Se publicó en 2009 la Antología 30, por la editorial Pretextos, una colección poética, en la que se recogieron los años comprendidos entre 1979-2008, con la selección de varios poemas de cada uno de los premiados de los concursos anteriormente celebrados. Un prólogo, a cargo de la profesora Inmaculada Murcia Serrano y Antonio Molina Flores, precedía, junto con una breve reseña de la obra, a los poemas seleccionados. En palabras del prologuistas, esta obra suponía “ una antología que el lector tiene entre las manos, en primer lugar, el resumen de treinta años en la trayectoria de un premio literario, pero también, inevitablemente, una muestra de lo que ha sido la poesía escrita en nuestro idioma, en estas tres décadas La antología va avanzando cronológicamente hasta el presente, dando cuenta en este periplo de la variedad de tendencias, temáticas, tonos, voces y acentos que han conformado nueva parte de la poesía contemporánea, y estamos convencidos de que este trabajo es una muestra significativa de la evolución de la escritura poética ha tenido en este tiempo(…) Ofrecemos una antología como respuesta : un conjunto de poemas como instrumento para entender tanto la realidad como sus transformaciones. Si no tuviéramos esta convicción no entenderíamos la poesía como un modo privilegiado de conocimiento y de interpretación del mundo.

A lo largo de los certámenes celebrados, se cul1minaba el acto de entrega de premio y edición del libro con un día de hermanamiento entre Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, autor del LBA y poetas o escritores universales contando con la presencia de prestigiosos escritores que serían de mantenedores del acto. En muchas ocasiones, dentro del patio de Armas del recinto fortificado de la Mota se celebró dicho acto con motivo de los Festivales de España y con el concurso de muchas amantes de la poesía. Entre los hermanados, destacaron Miguel Hernández, Antonio Machado, Rubén Darío, Jorge Manrique, Vicente Núñez, Pablo García Baena, San Juan de la Cruz (1991), Sor Juan Inés de la Cruz (1992), Luís Cernuda (1995) Carmen Juan Lovera (1996) Antonio Muñoz Rojas (2002); y entre los mantenedores de los actos Antonio Gala, Ian Gibson, Guillermo Sena, Rafael Pérez Estrada, Isabel Rodríguez, el fiscal Chamorro, Rafael Hinojosa, y Carmen Sánchez Cañete.  Este acto desgraciadamente no se celebra desde que se orientó el certamen como promoción de los poetas noveles y se organiza un acto poético en el Rincón de los Poetas de los Arrabales de la Mota, con más presencia musical y del patrocinador de la edición la Caja Rural de Jaén.

BIBLIOTECA DEL ARCIPRESTE

Junto Carmen Juan Lovera antes de su fallecimiento, Francisco Toro Ceballos mantienen la llama de los estudios sobre la nacencia alcalaína, y desarrollan, además de la coordinación de los congresos sobre el Arcipreste, labores de coleccionismos para formar una biblioteca de estudios ruizianos, publicaciones, y ediciones sobre el Libro de buen amor. Entre los libros recopilados destaca una de las cinco copias manuscritas dieciochescas del Libro de buen amor, que perteneció al bibliófilo Emilio Cotarelo y Mori. Se creía perdida, y fue adquirida por Enrique Toral y donada a Carmen Juan, que, a su vez, hizo lo mismo a la Biblioteca Municipal de Alcalá la Real. A estas hay que añadir la documentación de Emilio Sáez por parte de su hijo Carlos Sáez al mismo archivo y las publicaciones de Gerad Gibbn-Monypenny por parte de Louise Haywood en el Congreso de 2007. 

Entre otros actos ruizianos, en el congreso de 2002, se llevó a cabo una exposición compuesta del manuscrito comentado, tres ediciones de otros manuscritos, la nutrida colección de casi 60 ediciones de la obra, 8 antologías, numerosos estudios y artículos que se integraron en la biblioteca ruiziana y se fueron ampliando con el paso de los años.

Dentro de esta labor destaca en 2007 la edición facsímil del manuscrito del Libro de buen amor, recogido de la Asociación Enrique Toral y Pilar Soler, con un estudio introductorio de Carmen Juan y Francisco Toro y editado por el Ayuntamiento de Alcalá la Real e Instituto de Estudios Giennenses. Se desarrolla mediante un extenso recorrido sobre el descubrimiento, fuentes, donantes y transmisión del manuscrito. Y por parte de Carmen Juan Lovera se ilustra con una pequeña biografía de Juan Ruíz de Cisneros, autor del Libro de buen amor. Relacionando este personaje con los hallazgos de Sáez y Trenchs y otros documentos y vida del cardenal don Gil de Albornoz, descubiertos por don Manuel Criado del Val en 1969, describe el estado de la cuestión documental y biográfica. Insiste en el carácter andaluz, en acontecimientos históricos reflejados en el LBA y la descendencia legítima de Arias González.  Todo ello acompañado de otra bibliografía, que asume la patria alcalaína como nacimiento.

Y, si se asumen las palabras de Deyermond.” El equipo alcalaíno, además de crear un importante centro bibliográfico, ha realizado publicaciones, ha organizado simposios y congresos y ha establecido contactos con especialistas no sólo de España sino de otros países. Se ha Creado aquí en Alcalá la Real un centro de estudios ruizianos de importancia fundamental”.

.

 EL RINCÓN DE LOS POETAS

 

Desde 2008, un monolito se levanta en el Rincón de los Jardines de la Mota, junto a los primeros solares ajardinados de la extinta calle de los Mesones y entrada en dirección a la Puerta del Arrabal Viejo. Una inscripción en su base, escrita o en tres lenguas (arameo, árabe y castellano) recoge Fija vos saluda, uno que es de Alcalá, como reclamo de una ruta de frontera para adentrase, a través de las Entrepuertas, en la ciudad fortificada de la Mota.

 

INSTITUCIONES CON EL NOMBRE DEL ARCIPRESTE

 

La atribución del nacimiento alcalaíno comportó que el pueblo de Alcalá la Real presenciara el poeta del LBA en las instituciones públicas y en las asociaciones privadas. La propia plaza del ayuntamiento alcalaíno, por acuerdo plenario de 1979, comenzó a denominarse con el nombre del propio Arcipreste sustituyendo a anteriores nombres tradicionales como de la Constitución, Vieja o del Ayuntamientos. Algunas empresas de servicios y asociaciones culturales se denominaron con el título de Arcipreste de Hita. Las calles de la nueva ciudad de la Mota se roturaron con los nombres de los personajes del LBA: Trotaconventos, Doña Garoza, y don Gil de Albornoz. Incluso la ciudad levantó en 2015 un monumento de una escultura sedente del Arcipreste, obra de Sebastián Rosales Rosales, en el antiguo Compás del ex convento de Capuchinos, que denominaron como la Lonja del Arcipreste.

LOS CONGRESO DEL ARCIPRESTE DE HITA

Pero, la ciudad no quedó en meras muestras de patrioterismo cultural, sino que quiso profundizar y aportar su sede como lugar de congreso para los estudios ruizianos, Desde el primer congreso celebrado en 2o02 hasta el sexto anunciado para 2020, se han venido contando con la colaboración y el patronazgo del Ayuntamiento de Alcalá la Real y del Instituto de Estudios Giennenses, Centro para la edición de los Clásicos Españoles y la Asociación Cultural Enrique Toral y Pilar Soler. A estos se ha sumado en los últimos años el Instituto Cervantes y la extensión de Alcalá la Real de la UNED. Y, siempre contó con la colaboración del académico y catedrático Francisco Rico.

Estos congresos fueron antecedidos de un congreso internacional sobre Estudios de frontera y el Arcipreste de Hita en 22 al 25 de noviembre de 1995, coordinados por el profesor José Rodríguez Molina y Francisco Toro, donde predominaron las comunicaciones sobre temas fronterizos. Tan sólo, algunos ponentes versaron sobre El Libro de buen amor:  Manuel A. Barea, sobre presentadores de refranes en el libro, María Francisca Montalvo sobre el procedimiento judicial, Juan Gutiérrez Cuadrado sobre   la lengua, y destacando Salvador Rodríguez Puértolas sobre Horizonte literario en torno al Arcipreste de Hita: un hombre y un libro fronterizos, que se inclinaba por el origen andaluz del poeta. 

Entre 9 y 11 de mayo de 2002, se celebró el I Congreso, al cuidado de Bienvenido Morros y Francisco Toro. Contó con la presencia de universitarios e investigadores prestigiosas universidades como Harvard, Lieja, Nápoles y España. El académico Francisco Rico colaboró intensamente en el desarrollo del primer congreso de Alcalá la Real junto con el Centro para la Edición de Clásicos Españoles. El discurso de apertura corrió a cargo Francisco Márquez Villanueva, profesor de la Universidad de Harvard y disertó sobre Juan Ruiz y el celibato eclesiástico. Tras él, se desarrollaron una serie de sesiones plenarias, en las que intervinieron varias ponencias de Ramón González, Bienvenido Morros, Jacques Joset, Alan Deyermond, y Alberto Vàrvaro sobre la persona de Juan Ruiz, y las fuentes, el pensamiento, la difusión y recepción y el texto del Libro de Buen Amor. Varias ponencias invitadas y relacionadas con la obra, trataron sobre la influencia del Libro del Libro de Aleixandre (Jorge García), el mundo del Arcipreste (Antonio Linage) la paremiología en el LBA (María Pilar Cuartero Sancho), sobre la música (Pepe Rey) y, saber médico (Marcelino Amasuno).  Más de veinte comunicaciones versaron sobre otros aspectos variados de la obra y del autor: desde aspectos biográficos y literarios hasta los socioeconómicos pasando por interpretaciones iconografías, éticas, críticas y del mundo de los viajes. Sobre el origen alcalaíno del Arcipreste de Hita, Carmen Juan aportó nuevos datos biográficos y acontecimientos históricos reflejados en el Libro de Buen Amor en torno a su nacimiento andaluz, la relación con Calatayud, la infanta María de Aragón y el obispo de Sigüenza Simón Arias González, tío de los canónigos Juan Ruiz y sus hermanos Simón Ruiz de Cisneros, Rodrigo y Fernando Arias González sin olvidar la estructura, y el género literario del Libro de Buen Amor.

Entre 10 y 12 de mayo de 2007, se celebró el II Congreso Juan Ruiz, Arcipreste de Hita y el Libro de Buen Amar, en homenaje al prestigioso investigador Alan Deyermond. A cargo de la publicación de las actas se preocuparon Francisco Toro y Louise Haywood, con la colaboración de Francisco Bautista y Geraldine Coates. También contó con la participación del Centro para la Edición de los Clásicos Españoles y el Instituto de Estudios Giennenses. Destacó en este congreso la comunicación de Louise M. Haywood sobre La contribución de Alan Deyermond a los estudios del libro de Buen Amor, en dos aspectos de la tradición crítica del Libro de buen amor: la historia literaria en la que abunda y la crítica sin olvidar sus aportaciones orales. Resalta la recopilación de todos los estudios publicados ruizianos sobre el poeta castellano por el estudioso norteamericano. Las propias palabras de Deyermond pueden resumir el congreso y sus aportaciones:” He entendido el l Libro de Buen Amor de vez en cuando, y unas partes de él todo el tiempo. Hoy entiendo, gracias a vosotros, varias partes más. Incluso he tenido la impresión de acercarme un poco más a un entendimiento global del Libro. Agradezco enteramente a los colegas que me han aclarado cuestiones que antes eran oscuras.”.  Y las resumió en aspectos sobre la autoría ( Carmen Juan Lobera), las fuentes y su modo de empleo ( Federico Accorsi), la estructura( Henck de Viries), episodios ( Selena Simonatti sobre las horas canónicas,  Francisco Rico sobre Doña Cruz, Antonio Contreras sobre el prólogo, Luce López Baralt sobre las dueñas chicas, Pablo García Pinar sobre Doña Cuaresma, el estilo ( José Luís Bellón y Louise Vasari),   sobre el sentido ( Juan Paredes y Jeremy  Lawrence),  los temas ( Luzdivina Cuesta Torre y Carmen Parrilla),  La literatura comparada (Jacques Joset, Antonio Rubiales, Luce López Baralt y Victoria  Prilutkzy) y  la historia de la investigación y la crítica del Libro ( Linaje Conde, Louise Haywood, Laurence de Looze y Jeremy  Lawrence.

 

 

 El III Congreso Tercero, bajo el cuidado de Francisco Toro, y con la dirección y la colaboración de la mejicana Laurette Godinas, del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la Universidad Autónoma de Méjico, se celebró entre 27 y 29 de mayo de 2011 y se homenajeó a Jacques Joset, profesor de la universidad de Lieja y especialista de la literatura medieval y áurea española e hispanoamericana contemporánea.  Godinas  presentó Intellectum tibi dabo: Las contribuciones de Jacques Joset al estudio crítico y filológico del Libro de buen amor, en las que  analizó la aportaciones filológicas y de lectura crítica  del profesor belga a la obra ruiziana y la edición de la obra del Arcipreste. Y reconoció “ “la mirada pícara con la que Juan Ruiz ilumina toda su obra no nos permite entender con inocencia este tema extraído del Salmo XXXI; sin embargo, me parece representar con justeza no sólo la relación íntima  que ha establecido Jacques Joset con el Arcipreste de Hita y su enigmática obra, sino la complicidad intelectual que se puede instalar entre un catedrático de literatura del tamaño de Jacques y sus alumnos apasionados por la literatura, y tal vez especialmente por la literatura medieval(…)Una mirada  al amplísimo curriculum de Jacques Joset muestra que el Libro de Buen Amor es una piedra angular de su formación académica, marcada, como lo reconoce abiertamente el catedrático, por la influencia erudita y afable de Jules Horrent, la cual culminó con su tesis doctoral  que consistió en un ensayo de lectura crítica y que, a pesar de no haber sido publicada, contiene el germen de la mayor parte de las publicaciones futuras. Además, recogió sus aportaciones bibliográficas divididas en dos ediciones del Libro de Buen Amor, un libro de ensayo, 16 artículos y capítulos de libros, y 8 notas reseñas y notas de libros.

Le siguieron 34 comunicaciones desde  A vueltas con san Agustín y el Libro de buen amor: estado de la cuestión, de Federica Accorsi hasta Las pasiones del Arcipreste: un primer esbozo, de Selena Simonatti, «Sobre cada fabla se entiende otra cosa sin lo que se alega en la razón fermosa» (1631cd) y Más sobre la problemática entre emisor y receptor(es) en el Libro de buen amor, de Joseph T. Snow. Destacaron las comunicaciones  Sobre la copla 1575 del Libro de buen amor, de Alberto Blecua, Conjeturas y precisiones sobre la salida del Arcipreste a probar la sierra, de Rubén Caba, Tratamiento digital de los índices verbales. Una aplicación decisiva,  Manuel Criado de Val, Inventario de títulos dados al libro que hizo el Arcipreste de Hita.

Varias comunicaciones versaron sobre aspectos románicos, crítica literaria y del enfoque el amor  por parte de Juan García Única,  de Folke Gernertde Elena González-Blanco García,  Louise M. Haywood,, del propio  Jacques Joset, y de   Steven D. Kirby, No pueden olivarse las comunicaciones de los ponentes locales, como El alfarje del buen amor, de Carmen Juan Lovera,. Y otra serie relacionada con el estudio de la mujer ruiziana por parte de   María Teresa Miaja de la Peña, María José Osuna Cabezas, Rachel Peled Cuartas, María Teresa Puche Gutiérrez, Claudia I. Sánchez Pérez y Eulalia López Hidalgo, y Antonio Ruiz Domínguez. Sin olvidar los   Otros ecos árabes en el Libro de buen amor, de Sabih Sadiq.

El cuarto Congreso corrió a cargo de Francisco Toro, celebrándose en 30 y 31 de mayor e 2014. Y se rindió homenaje a Alberto Blecua y contó con la dirección de Jacques Joset y Francisco Rico En este congreso, el homenajeado presentó el manuscrito de la Chronica Aldefonsu imperatoris (1153-1157) de mediados del siglo XVII, donde se incluía el poema de Almería y abría nuevos horizontes a los estudios medievales. Se presentaron 31 comunicaciones presenciales de investigadores y profesores de universidades americanas y europeas. El doctor Antonio Linage Conde relacionó brillantemente la lectura de los trabajos de Blecua con la de los cuentos de personajes como Alfonso Hernández Catá o los ensayos filológicos de Manuel Azaña, y La simbiosis entre el aprendizaje y el entretenimiento en la obra del maestro.

En este congreso, algunos profesores disertaron sobre el entorno alcalaíno en la obra del Arcipreste. Michel García en Más alto que la Mota, Carmen Juan Lovera y María Teresa Murcia sobre El deán Mudarra y un estudio crítico del Arcipreste de Hita comparándolo con Rabelais. Bienvenido Morros en Alcalá la Real y el Libro de buen amor. Y los profesores Antonio García Lizana y José Aguilar Gómez expusieron el tratamiento de la codicia en el Libro de Buen Amor (estrofas 217-229 y 1586-1587). Desde la contribución de David Felipe Arranz  El goliardismo del Libro de buen amor: reconstrucción de la última lectura del Arcipreste de Hita”  hasta la de  Mary –Anne Vetterlin  La ecocrítica de los episodios de las serranas y de la tienda de Don Amor en el Libro de buen amor, congresistas habituales que acudieron con renovados temas. O los relacionados con la fábula como los de María Luzdivina Cuesta Torre y María Teresa Miaja de la Peña. No faltaron  los tratamientos sobre el moralismo por parte de Tomás Aznar y Jaime Bayarri, María José Osuna, Selene Simonatti, Joseph Snow, y María Cristina Trincado Sabín.  Sobre el libro  y su contorno, se contó con la disertación de  Steven D. Kirby ( El siglo del Libro (de buen amor) - 1913-2013: Historia analítica y tipológica de la trayectoria editorial del LBA),

Sobre el estudio de sus personajes María Teresa Miaja de la Peña y Cristina Segura Griñón , y más en concreto sobre   las serranas en las serranillas, como personajes literarios femeninos,  Claudia I. Sánchez Pérez.  Sobre estudios comparados y métricosOscar Perea Rodríguez, Francisco Pedro Pla Colomer y  Omar Sanz

 

El quinto Congreso, bajo la dirección de Francisco Toro, Joacques Joset y Steben Kirby, se celebró en torno a las dueñas, cortesanas y alcahuetas, dentro de las El Libro de Buen Amor, La Celestina y La lozana Andaluza en 26 y 27 de mayo de 2017. Estuvo dedicado al Joseph T. Snow, profesor jubilado de la Michigan State University y especialista la Literatura Cortés fundando la prestigiosa revista Celestinesca en 1977. No se olvidaron algunas comunicaciones sobre otros temas relacionados con las ediciones del Libro de buen amor, aunque predominaron entre las casi cuarenta sobre los contenidos sugeridos por los directores del congreso, relacionándolos con otras literaturas y pensamientos universales.

En este mismo congreso se anunció el sexto congreso de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita y el “libro de Buen Amor” para mayo de 2020 en homenaje a Folke Gernet y será coordinado por Jacques Joset y Tatiana Bubinoba.

  12 de enero de 2019 EN LA REVISTA PIEDRA LUNARES

 

 

 EN TIEMPO DE CERTÁMENES Y PREMIOS, POESÍA DEL ARCIPRESTE DE HITA DE ALCALÁ LA REAL

 


Si mayo es el tiempo festivo y romero, no se queda atrás como mes de certámenes en todo tipo de artes. Atrás quedaron los premios internacionales con el título de Jaén, el de Piano o los de Novela Corta y el de Poesía de Diario Jaén. Unos se pierden en ediciones de muchos decenios, como es el caso del certamen musical promovido por la Diputación Provincial; y otros comienzan nueva andadura con buen pie bajo la égida de muy dignos patrocinadores. En la Sierra Sur, esta última semana recibía el premio el poeta gaditano Cristóbal Domínguez Durán, un joven poeta de Vejer de la Frontera. Licenciado en Filología Hispánica, que completa master de Estudios Literarios y Teatrales en la ciudad de la Alhambra.

Este premio responde a las nuevas directrices de promoción de los jóvenes poetas, una promoción de autores que comparte desde 1997 con la editorial Pretextos y los patrocinadores del certamen, el ayuntamiento alcalaíno y la Fundación Caja Rural de Jaén.
Y es digna de valorar la ruta ruiciana que ha nacido en Alcalá la Real desde 1979 hasta la actualidad a expensas de la atribución de origen natal de Juan Ruiz de Cisneros, arcipreste de Hita, en Alcalá de Aben Zayde, rebautizada por el Rey Alfonso XI Alcalá la Real. Pues, desde el último tercio del siglo XX el Arcipreste de Hita y la ciudad de la Mota se han vinculado en una serie de acontecimientos e hitos que superan aquellas primeras palabras  de los profesores Emilio Sáez y José Trenchs en 1972 con motivo del I Congreso del Arcipreste de Hita, celebrado en Barcelona, donde se establecieron las bases del lugar del nacimiento del poeta del Libro de Buen Amor, en la  ciudad de la Mota  Desde aquel tiempo el primer hito de esta ruta alcalaína, se encuentra en la propia biblioteca municipal, donde se celebran los congresos internacionales, bajo la tutela del prestigioso profesor Francisco Rico. Ya se anuncia la sexta edición, han pasado los mejores especialistas y tratadistas de la obra del Arcipreste y se ha homenajeado desde a Deyermond hasta Alberto Blecua, pasando por Jacques Joset y
 al Joseph T. Snow, profesor jubilado de la Michigan State University y especialista la Literatura Cortés. También se archivan copias de documentos que fundamentan la relación entre   el personaje Juan Ruiz de Cisneros y la trayectoria vital del Arcipreste de Hita. En sus fondos locales, pueden encontrarse estudios de investigadores locales, nacionales e internacionales, que relacionan al autor del Libro de buen amor con un familiar de don Gil de Albornoz, arzobispo de Toledo. Y se inició una pequeña biblioteca muy interesante del Libro de Ruiz Amor, donde se encuentran gran cantidad de ediciones y algunos manuscritos donados para sus fondos.
En el compás del antiguo convento de
Capuchinos, de la Biblioteca Carmen Juan Lovera, denominada por el anterior concejal de Cultura Rafael Hinojosa, como Lonja del Arcipreste se erige la estatua sedente del Arcipreste, obra de Sebastián Rosales presidiendo muchas actividades culturales. Se reivindica como, hijo legítimo del noble Arias González, un personaje de origen   palentino, que cayó, en los últimos años del siglo XIII, cautivo en tierras musulmanas. Pues, se parte de la estancia de unos 25 años de la vida de este personaje en tierras musulmanas, lo que justifica la fuerte impronta mozárabe en este libro. De ahí que los defensores de esta nueva hipótesis abunden en el conocimiento del Arcipreste de la vida musulmana; y lo dejan traslucir en las costumbres, el léxico, algunos ambientes y territorios que se traslucen entre sus versos.
 Por el casco antiguo, se han reescrito nuevos puntos de la huella ruiciana, algunos se han mantenido y otros han desparecido en los últimos tiempos con la presencia de la obra del Arcipreste. Es el caso de la 
propia plaza del ayuntamiento alcalaíno, que, por acuerdo plenario de 1979, comenzó a denominarse con el nombre del Arcipreste sustituyendo a anteriores nombres tradicionales como de la Constitución, Vieja o del Ayuntamientos. Algunas empresas de servicios y asociaciones culturales se denominaron con el título de Arcipreste de Hita. Las calles de la nueva ciudad de la Mota se roturaron con los nombres de los personajes del Libro de Buen Amor: Trotaconventos, Doña Garoza, y don Gil de Albornoz.  Desde 2008, un monolito se levanta en el Rincón de los Jardines de la Mota, junto a los primeros solares ajardinados de la extinta calle de los Mesones y entrada en dirección a la Puerta del Arrabal Viejo.  La ruta se adentra por una portada de arco de medio punto rebajado, que topa con un monolito y una inscripción en su base, escrita o en tres lenguas (arameo, árabe y castellano) y recoge Fija vos saluda, uno que es de Alcalá, como reclamo de una ruta de frontera para adentrase, a través de las Entrepuertas, en la ciudad fortificada de la Mota. Allí se celebran la entrega de los premios, salvo por motivos climatológicos como este año que lo hicieron en la Lonja. Aquí, resuenan los versos del poeta de la trigésima nona edición: Aquí en el camino de la sombra, / seguimos aguardando/ que la luz dé en tus rodillas/ y que la nieve, al desprenderse, / selle el vacío/ y nos lo ofrezca blanco.
           
Tras el paso por el vano de la Puerta de la Plaza Baja o del Peso de la Harina, un brocal cubre una mazmorra, que recuerda tiempos de cautivos y esclavos, cristianos y musulmanes.  Vienen a la memoria del final de la ruta los motivos que indujeron a la atribución natal del Arcipreste. Es un testigo patrimonial que apoya el lugar del nacimiento del poeta castellano y la cautividad de su padre en la Alcalá de Aben Zayde, la actual Alcalá la Real, por una deducción lógica sobre la frontera y la ubicación de esta ciudad en torno a la fecha del autor del Libro de buen amor. Y, refuerza la hipótesis de que entre sus hijos, destacó este Juan Rodríguez (Ruiz) de Cisneros, un clérigo que se vio implicado en varios expedientes recogidos en los Archivos Secretos del Vaticano. Parece que nos vienen los versos del premiado de este año: Un sueño imaginario/encamina mis ojos hasta aquí //.

En  el Diario de Jáen,  La Semana. 27 de mayo de 2017.

 

 

 

 

 

EL ARCIPRESTE DE HITA

 

            Siempre la vida y la muerte de los artistas famosos de siglos  pasados se han visto envuelto en  una aureola misteriosa, que les envuelve  como si hubieran alcanzado  la fama, fruto de este fenómeno tan universal del anonimato. Muchos se dieron con los bruces en los dientes, cuando  sus  señas identitarias  fueron descubiertas por los investigadores en una arduo trabajo  o por un golpe de fortuna. No es extraño que todo el mundo  quiera  señalar una ruta quijotesca o cervantina para  poner en valor a su pueblo. Y se  hacen miles de conjeturas  dentro de estos conatos de  recorridos hacendísticos o de los personajes de sus obras universales. Con Colón, se multiplicaban los lugares de origen, y no es extraña que alguno lo relacione con un pueblo chino.

 

            Este es el caso del cura Juan Ruíz de  Cisneros,  arcipreste de Hita y de su libro de Buen Amor. Siempre, se le asignó nacimiento en Alcalá de Henares, por eso de que el centralismo literario no sabía que existían más pueblos con este topónimo  musulmán. Y, en una de sus calles  aparece el nombre de Arcipreste con una placa  señalando su nacimiento. Fija vos  saluda uno que es de Alcalá,  era una frase  conclusiva, más claro no puede afirmarse el autor del LIBRO su nacimiento. Pero,  no existía para muchos científicos más  municipio que el complutense como  lugar de la natividad  del poeta castellano. Sin embargo el  cuestionamiento de sus obras y los papeles del Archivo Secreto del Vaticano replantearon aquella primera atribución. Primero el medievalista Emilio Sáez  removió los planteamientos  del entorno de aquel nacimiento castellano y  lo trasladó al mundo fronterizo. Sugirió como  lugar de origen  la ciudad de la Mota, la antigua Alcalá musulmana, que por entonces se denominaba Alcalá de Aben Zayde. Y, a continuación, el catalán  José Trenchss aplicó sus investigaciones  para relacionar con esta ciudad la biografía interna del poeta con la de  Juan Ruíz de Cisneros. Ofrecía todo un relato de credibilidad  aquel clérigo que ejerció de arcipreste de Hita, provincia de Guadalajara, estudiante en las villas de Toledo, Hita, Alcalá de Henares,  y fue encarcelado por Gil de Albornoz, arzobispo de Toledo. Nuestro paisano Guillermo Sena le dedicó hasta una biografía  muy interesantes centrada en sus conocimientos básicos de la retórica y oratoria, esenciales del mundo jurídico. Abundaron los críticos literarios que prosiguieron elaborando la relación jiennense con el autor del libro de Buen Amor. Aquella aventura  hizo temblar los datos que se daban por seguros  de la biografía del Arcipreste. Juan Ruíz de Cisneros, comenzó a ser el hijo bastardo de Arias González, señor de Cisneros, cautivo en Alcalá la Real de 1280 a 1305, fecha de nacimiento del escritor.

            No se quedaron en esta simple cita biógrafa natal  sino que los estudios comparativos se fundamentaron en los aspectos históricos, léxicos  y literarios insistiendo en formas y contenidos musulmanes y andalusíes que dejaban claro el contacto del Arcipreste con el ambiente de intercambio cultural de la frontera castellana  y el Reino de Granada.

             La archivera bibliotecaria  Carmen Juan abrió, a partir de los años ochenta,  el campo del  nacimiento alcalaíno del autor del Libro de Buen Amor por las tierras del Sur a lo largo de una serie de artículos, en los que defendía el origen alcalaíno con toda la contundencia que le imprimía el conocimiento documental y presencial de la ciudad de la Mota.

            Alcalá la Real se hizo eco de este acontecimiento y  llegó a convertir la figura del Arcipreste en un personaje ilustre como Juan Martínez Montañés. Nada menos que le dedicó la plaza más importante de la ciudad, la que había sido plaza de la Constitución, y Plaza Vieja, y era de la Constitución se rotuló con la plaza de Arcipreste de Hita. A partir de 1979,  el ayuntamiento alcalaíno emprendió la difusión de esta relación e instituyó  el Premio  de Poesía  con el nombre del poeta. Y, pasando los escalones de loca, y nacional, actualmente es internacional y dedicado a la promoción y edición de  las obras de poetas noveles, alcanzando casi  la cuadragésima convocatoria. Y, no  sólo caló en ambientes  institucionales sino que el Arcipreste  nombrar a una  cooperativa social como  a una asociación cultural.

            Incluso, Alcalá la  Real, como ciudad de congresos, promocionó  los estudios  del Libro de Buen Amor, con la presencia de los mejores tratadista  nacionales y extranjeros  y la dirección del  catedrático  Francisco Rico. Los  próximos días 16 y 17 mayo  alcanzarán la quinta edición dedicada a las dueñas, cortesana y alcahuetas en el  libro de buen amor, la celestina y la Lozana andaluza,, otra obra que  bebió de fuentes jiennenses.

 

            En menos de dos siglos se recuperaron los datos biográficos de los famosos imagineros andaluces Montañés y Pablo de Rojas, Juan Ruíz de Cisneros dará mucho que hablar en los años futuros, libros y biblioteca los tiene en la ciudad de la Mota.

 

 

En el Diario Jaén, La Semana. domingo, 22 de enero de 2017

 

EL POETA QUEVEDO Y JAÉN

Me vino de mi archivo particular, entre mis papeles viejos, una carta firmada por Francisco de Quevedo y relacionada con un tal don Pedro de Pineda y Mesía. No ejercía de escritor en esta ocasión, sino que se declaraba criado del rey Felipe IV y actuaba como escribano y oficial mayor de Gregorio de Tapia, secretario de Cámara del Consejo Real en lo tocante a los asuntos de la Orden de Santiago. Redactaba las órdenes de su superior porque, vacante la secretaria de las Ordenes Militares, asumía todas las disposiciones, mercedes y gracias que emanaban de la Corona. En ese caso, el escrito hacía referencia al alcalaíno don Pedro de Pineda y Mesía, que constaba su incorporación como caballero de la Orden de Santiago en 1619, y, con este documento de le otorgaba la licencia para poder casarse con otra hidalga doña Florencia de Sotomayor, hija de don Fernando de Sotomayor e Isabel de Castillejo en 1626.

      No era raro que el solicitante recibiera el cargo de caballero y se relacionara con la Corte, porque los tentáculos de su poder de esta familia alcanzaron muy importantes privilegios y mercedes desde los Reyes Católicos. Recibieron muchos títulos y mercedes, entre ellas a uno de sus antepasados se le hizo merced de algunos cortijos significativos   entre los términos de Jaén y Granada (por cierto, todavía los vecinos de Mures, actualmente le denominan el cortijo de don Pedro) por su estrecha colaboración para acabar con la conquista del reino nazarí. Y muy conocido fue el conseguir de la sede pontifica que el altar de su enterramiento recibiera el título de privilegiado en la capilla de la Virgen de las Mercedes de la parroquia de Santa María la Mayor. No es de extrañar los beneficios de este documento en tiempos de Felipe IV por una familia de notables hidalgos que siempre estuvieron relacionados con la Corte y alcanzaron varios títulos de alcaide de la ciudad fortificada. 

Probablemente, la presencia de Francisco de Quevedo no se queda en este caso puntual ni anecdótico en el antiguo reino de Jaén. Hay que tener en cuenta que son muchas referencias de las ciudades jiennenses que visitó a lo largo de su presencia en la corte de este rey. En concreto, le acompañó en el viaje de Andalucía que emprendió a lo largo de 1624. En su epistolario y en las actas municipales se recogen detalles de aquella comitiva que tuvo que pasar el mal trago de los caminos embarrados por los parajes de Santisteban del Puerto y Linares, o los duros trances para vadear las aguas del río Guadalimar o las del Guadalquivir a su paso por Andújar que se hallaban crecidas por las lluvias.  Y, esto le aconteció en la ida, porque a la vuelta, Quevedo conoció algunas ciudades de la Sierra Magina como Cambil y Pegalajar, y la patrimonial Baeza, donde pernoctó, a pesar de que se desechó la visita desde Loja y Granada por la misma Alcalá la Real, donde se habían preparado todos los mesones, ventas, posadas y casas particulares para alojar esta corte andante que dejaba sin despensa y manutenciones al pueblo más rico.

Hace años, Genaro Navarro López publicaba en el Boletín de Estudios Giennenses un artículo titulado “Andanzas de Quevedo por tierras de Jaén” abría una nueva perspectiva quevediana para reconocer su presencia en las tierras del Santo Reino. Daba por hecho que el escritor frecuentaba las villas de Beas y Segura de la Sierra por su relación con su familiar Sancho de Sandoval y su amigo Alonso de Mejia y Leiva. Añadía que le servía de una evasiva agradable para superar los malos tiempos de su estancia en Torre de Juan Abad. No le causaba ninguna sorpresa que algunos lugares y personajes de estas ciudades se citaran o cantaran en la producción artística de Quevedo. Citaba textualmente al Yelmo y las fuentes del Guadalquivir y el Mundo. Partí aquel día derecho/ antes sospecho que zurdo/a Segura de la Sierra/ que es un corcovo del mundo. También, hace cábalas con los nombres de Belisa, Lisi e Isabel  relacionándolo con algún personaje femenino relacionado con el poeta y entroncado con estos lugares.

El condado fue otro de los lugares, en los que Francisco de Quevedo se relacionó con tierras jiennenses, ya que el poeta mantuvo amistades con los condes de Santisteban y el marqués de Jabalquinto a través de su vecindad con el marqués de Santa Cruz, yerno del VII Marqués de Santisteban. Y, por eso, en su carta desde Linares, se muestra a Santisteban del Puerto en medio de las típicas fiestas · con chirimía de acarreo, caballeros de Úbeda y Baeza, mucho linaje arredrado de tapiz, abundante refacción, presente numeroso por todo el estado, tiendas con pan y queso y no deja su dardo satírico al manifestar que era imposible probar los vinos por la carencia de vasos.

 

Desde Segura a Andújar, y desde Santisteban a Cambil, el poeta palpó el alma de esta tierra. Se lo hicieron ver sus amigos y su estancia, su vivencia y sus pasiones. Por eso, Francisco de Quevedo se merece una ruta, por su presencia física y literaria, por su pluma artística y cortesana. Por sus relaciones burocráticas y por sus descripciones insuperables.   

 

 

 

Domingo, 25 de junio de 2017. En la Semana del Jaén.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

JAÉN.FELICITACIONES JIENNENSES DE NAVIDAD

 

 

             Me ha venido, casualmente, a mis manos la postal de felicitación navideña de los reyes eméritos  Juan Carlos y Sofía. Y rezuma arte de las tierras del Santo Reino. Nada menos que se les ha ocurrido elegir, entre  el numero elenco del arte español,  el relieve de la Adoración de los Pastores del retablo del monasterio de Santiponce de Sevilla, obra de nuestro paisano Juan Martínez Montañés. Tuvieron el gran acierto de  optar por una de las obras clásicas montañesinas junto con  las  de la Adoración de los Reyes, que se encuentra en  el lado  de la epístola del  mismo lugar.

  La estampa reproducida es la que mejor puede mostrar  el equilibrio y el clasicismo de las formas y contenidos de la obra del  escultor de la ciudad de la Mota,  con la concentración de miradas de todos los personajes de la escena  en dirección  al centro compositivo, nada menos que el Niño Salvador, como símbolo cristiano  por excelencia. Todos los movimientos  internos  como externos de la obra por parte del  espectador se concentran en este niño recogido en una sábana pequeña y escorzada.   El equilibrio de los diversos  ejes, formados por los personajes,  se realza con la supererogación de san José  sobre el Niño y el apareamiento  a cada uno de los lados de la Virgen u los ángeles y, por otra parte, el escalonamiento de los pastores. Sencilla y  perfecta escena, ilustrada en  el  ambiente rural por la ventana del retablo que hacen asomar a los dos animales, típicos del Belén. Con los pies en la tierra, del primer plano helenístico y figurativo, el segundo se realza y sublima a los cielos mediante  la verticalidad de parte de las alas de los ángeles y puntiagudas orejas de los animales. 

 El ”dios de la madera” no pudo mejor hacer interiorizar el relato de los primeros pasos de la vida de Jesús y sublimar los grabados de la época gracias a su gubia  y al estofado y policromado de sus compañeros de viajes, entre ellos muchos  relacionados con Alcalá la Real, y, principalmente, de Gaspar Ragis, sobrino de su maestro Pablo de Rojas.

            No nos extraña que su maestro le enseñara, y le ofreciera las estampas traídas de Italia con escenas navideñas  del nacimiento y de la infancia de Jesús. Pues estas dos escenas comentadas  fueran contempladas por el hijo del  bordado, cuando anteriormente  el maestro de Montañés las talló en sus talleres de la  calle Elvira de Granada para el retablo del monasterio de  Santa Isabel  la Real.  Una postal que es la quintaesencia manierista del portal del Belén, donde los personajes  han quedado reducidos a la máxima expresión en los cinco personajes que rodean a un Niño que dirige la mirada a su madre y obliga al espectador a repartir su mirada en todo su derredor. Los complementos de la escena belnistica siguen los mismos parámetros, sin la presencia de ningún elemento del establo, sugerido tan solo por la presencia de los  animales  en un segundo plano sobre el Niño  dispuesto en trazado horizontal y de perfil frente a la frontalidad de la escena motañesina del eje central.

            Si tuviéramos que escoger alguno conservado en tierras jiennenses, nos quedaríamos con el relieve de Salvador de Cuéllar expuesto en el Museo de la Catedral de Jaén, de madera tallada y policromada y datado a mediados del siglo XVI. Incluso, en forma de tríptico de óleo sobre tabla  hispano-flamenca,  del siglo XZVI, de la parroquia de San Pablo,  se  desarrolla un  discurso iconográfico de los primeros pasos de Jesús con las siguientes escenas: en la parte central la Adoración de los pastores, y en los laterales el Nacimiento y la presentación del Niño.

 

            Estos son en madera, pero no podemos dejar pasar alto otros muchos que ornaron las portadas de muchos templos jienenses. La lista se inicia con el relieve de  la parte interior de la portada  sur de la catedral de Jaén, donde se  encuentran los  relieves del Nacimiento y Adoración de los Reyes, obra de Luís de Aguilar y fechados en 1564. Y puede complementarse en otros Nacimientos y Adoraciones de arte como objetos platería. Sirvan de ejemplo los relieves de las custodias-

 

            Pero,  no solo sirven de estampas y postales navideñas estas escenas de Belén provenientes de estos escultores jienenses, sino que los pequeños Niños Jesús abundan como modelos en muchos monasterios y conventos  de nuestra diócesis, que relatan los primeros pasos  con escenas de aprendizaje de carpintero o lo prefiguran nazareno  anunciado sus últimos pasos como Jesús, rey de los judíos, crucificado en la el patíbulo de la cruz. Es  verdad que se consideraba a Martínez Montañés casi el máximo divulgador de este  tipo de imágenes, pero  recientemente a su maestro Pablo de Rojas se le atribuyó uno perteneciente a una familia granadina  y expuesto por Navidad en un convento hace unos  años.

 Estos  Niños Jesús se encuentran  de todo tipo de dimensiones y autores en la provincia: desde el Niño del Coro,  anónimo minúsculo y de alabastro del convento trinitario de Alcalá la Real, hasta el Niño barroco de la quinta capilla del lado de la epístola de la catedral de Jaén, pasando por  el Niño del Consuelo del convento carmelitano donde se alberga Nuestro Padre Jesús. Pero, en cualquier rincón o celda conventual los niños de la dote sorprenden en sus orígenes y los hay desde los atribuidos a los padres de la escuela sevillana a otros de autoría significativa como de Mena o Salcillo.

 

            Estas escenas del programa icnográfico del Nacimiento e Infancia de Jesús cierran el ciclo navideño  en estos modelos mencionados, sino que  se amplían a otros muchos: la Presentación de Jesús en el Templo, el Niño Jesús y los Doctores del Templo,  la Huida a Egipto, la Posada  o   los Niños Inocentes entre  los más  divulgados. A la hora de elegir, contamos con los mal compuestos de retablo de Santo Domingo de Silos de Alcalá la Real, a pesar de su reproducción actual, hasta los de Alonso de Mena en la catedral de Jaén,  y se ofrecen como modelos de  una postal navideña.

Domingo, 8 de enero de 2017.HOY EN EL SEMANAL  DEL DIARIO JAÉN.

 

LITERATURA ORAL DE NAVIDAD  EN LA SIERRA SUR

( RUTA DE BELENES)

 

 

 

No hay mejor modo de con jugar el villancico que con los retablos renacentistas. En las noches de Navidad de muchas iglesias del sur de Jaén, las canciones o villancicos cantados por capillas de cámara o por los coros del Niños del pueblo compartían con las calles y los cuerpos del retablo el mensaje salvador del Niño de Belén.

            Por el banco de este frontal evangélico, pondría este romance de las gentes del Castillo de Locubín anunciando la Adoración de PASTORES, con música romanceada navideña al estilo del célebre canto popular de San Antonio de Padua:

 

Es el ángel san Gabriel,

el que anunció a los pastores,

que había nacido el Mesías,

El amor de los amores.

Todos nosotros contentos,

con júbilo y con bondad,

todos llevamos regalos

Al Cordero Celestial.

un pastor en su rebaño,

veía gente pasar,

Y, conforme iban pasando,

les pregunta dónde van.

-Vamos todos a Belén,

dicen que ha nacido un Niño,

y le vamos a adorar

con muchísimo cariño.

El pastor alza el ganado,

y marcha para el portal,

 (Ángeles López Villén, del Castillo de Locubín, tenía 51 años en 1995)

            En la predela, con música de campanilleros de la campiña cordobesa, se pondrían estas escenas cantadas por los auroros, los coros de adultos con instrumentos de percusión y viento (carracas, guitarras, violines, objetos estriados, castañuelas, y panderetas...). En el primer cuadro, María como una paloma se aparecería a los españoles:

 

Es María la blanca paloma

que un día en España

la vieron volar.

En el centro de una hermosa nube

vino a Zaragoza

En carne mortal

y Santiago como lo sabía

cayó de rodillas

al pie del pilar.

(De Juan Barranco, de las Ventas del Carrizal, 62 años en 1995)

 

(Elisa Gallego)

 

O esta variante popular del villancico de los Reyes Magos:

En Oriente hay una estrella

que a los Reyes Magos guía

y en el portal de Belén

nace el hijo de María.

Dale la zambomba,

dale al cascabel

que está noche nace

Jesús en Belén.

(Esther Ramos)

 

Y, acordándonos que en medio de la predela suele colocarse un Niño Jesús de Pasión, a la manera de Martínez Montañés:

 

En el portal de Belén,

hay un clavel encarnado

que, por redimir al mundo,

se ha vuelto lirio morado.

 

Que nos evoca los pequeños belenes napolitanos colocados, en este caso pintado en el extremo de la predela:

En un portalico

de cal y arena

nació Jesucristo

por la Nochebuena.

 

En torno al tabernáculo central, se colocarían varios cuadros de villancicos, con música tradicional del villancico de la marimorena y escenas de María en la calle de la izquierda. En el primer cuadro con contexto de las huertas castilleras

 

            La Virgen estaba lavando

debajo de una higuera

y los hilillos bailaban

al son de la lavandera.

 

            En el segundo cuadro, con otra escena doméstica:

 

La Virgen se está peinando

debajo de una noguera

y los pechos son de oro

y el pelo de primavera.

 

            En el cuadro tercero, la naturaleza cantaría hasta la propia María:

 

La Virgen se fue a lavar

sus manos blancas al río,

y el sol se paró a mirar

y el agua perdió su brío.

 

El Tabernáculo central, recogeríamos la escena del Portal de Belén con este original villancico acompañado de un solemne y pausado canto al son de zambombas, panderos, violines y   triángulos:

           

 

En la Noche Buena,

con gran alegría,

todo el mundo canta,

al Niño Mesías

todo el mundo adora

al Niño Mesías.

Redentor del mundo,

Al Niño veréis,

le dan sus calores,

le dan sus alientos

la mula y el buey.

Cantad, cantad, pastores,

 

  Cantad al ver al Niño,

soñad con ver al Niño,

venid al Portalillo.

Caantemos al Niño,

cantemos a Dios,

cantemos al Niño

la dulce canción (bis)

 

            En la calle de la derecha, la conocida escena de la Huida a Egipto, se contextualiza en los montes de la Subbética:

 

La Virgen va caminando

por una montaña oscura

del vuelo de una perdiz

se le ha espantado la mula

 

O con la llegada a la posada que la convierten el cantante en un palacio real o una casa señorial de los hidalgos renacentistas:

 

…Gracias a Dios, que llegamos

a este palacio real

donde habitan las palomas

cCon las plateas.

 

O, se hace el villancico jaenero con estos versos:

 

Entre olivares y cantos,

lo mismo que en Israel.

Entre olivares y cantos,

lo mismo que Israel,

el Niño de Dios debiera

haber nacido en Jaén.

 

En el dintel del retablo cambiara el Pantocrátor o la escena del Calvario, con este villancico, síntesis de la figura de Cristo:

 

Por lo más alto del cielo,

va mi Dios hecho pastor,

y las hondas son de seda

y el cayado de pastor.

 

Las columnas de las calles y los cuerpos, las revestiríamos con los versos de la canción andaluza de sabor navideño e invernal:

 

A la una canta el gallo,

a las dos el perdigón

a las tres la tortolilla

Y a las cuatro canto yo.

O con estos versos de música y letra de nana:

 

Ya se acerca la nana sombría,

ya se esconden los rayos del sol,

ya de estrellas se cubren los cielos,

ya la luna su disco asomó.

 

No faltaran algunos adornos de angelotes con estas canciones en sus estelas:

 

Los pastores de Belén

daban saltos de contentos

al ver que los angelitos

tocaban los instrumentos

 

 Y al salir de la iglesia, me imagino los niños del coro cantando canciones entre jocosas y navideñas:

 

María, abre las puertas

que te traigo el aguilando

una batata cocida,

s0opla que viene quemando.

 

 

O esta otra más profana en medio de los cortijos de la Ribera del Palancares o del río san Juan:

 

¿De quién será esta casita

con estas torres tan altas?

de Antonia o de Victoria,

Dios les dé muy buenas Pascuas.

 

(Yolanda García,)

Que irían repitiendo con cambio de letras en los versos: De quién será esta casita/ con estos chorros de nieve/ y estas niñas tan bonitas/ dichoso el que se las lleve.

 

Después, cambiarán con el ritmo romancístico del villancico del Naranjal, Cuando el eterno se quiso hacer el Niño…, y en el éxtasis final y orgía de la fiesta, la familia la tomaría con san José con esta bella canción recogida en las Ventas del Carrizal de Virtudes Navas

 

San José bendito,

bien salves mis peras

pídele a tu Hijo

que se apiade de ellas.

 

 

En la semana de JAÉN. Domingo, 6 de enero de 2019

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

BAJO AZUL QUE ENVUELVE DE JOSÉ CHAMORRO GARCÍA

 

En el Aula Magna del exconvento de Capuchinos de Alcalá la Real, se celebró la presentación del libro de poemas de José Chamorro García “Bajo azul que envuelve”, editado por El Ojo de Poe, que regenta Inmaculada Puche.  Comenzó con la lectura y recitado de un poema del poeta por parte de la editora, dando la bienvenida a esta nueva obra en medio del acompañamiento musical del piano y viento de violín del dúo D. Agnues. 

 

 Entre un diálogo plutoniano de los componentes de la mesa,  formado por el poeta,  la editora y Francisco Martín, se fue desgranando la creación de esta obra, su contextualización dentro de su producción artística,  sus contenidos, su universo poético, el azul, la naturaleza, el poeta y el mundo que le rodea, su  simbolismo,  la espiritualidad, La Presencia, el creador,  el tiempo vivido, memoria y recuerdo, panenteismo,  su esencialidad,  el texto bilingüe, y todos los demás aspectos que los intervinientes fueron preguntando al autor, que respondió con su palabra y poemas. Al mismo tiempo que se interpretaron bellos pasajes de música clásica, en los ínterin de recitados por parte del autor. Finalmente, acabó con la firma de sus poemas al numeroso público que se mantuvo muy   receptivo con el autor.

Alcalá la Real, ciudad de congresos, y de los libros, presentaba este nuevo libro del poeta Chamorro, profesor de Filosofía de las Escuelas Profesionales Sagrada Familia (SAFA). En su producción literaria y periodística, aportó una nota especial, un agua fresca y un viento renovador a esta provincia con sus artículos del en Diario JAÉN, donde se esperaba, con gran ansiedad, su publicación durante cinco años, en su columna de opinión. No podemos olvidar la presencia de su pluma en diversos artículos de varias revistas de espiritualidad y naturaleza, ni su blog formativo de Psicoterapia ni con la revista digital Reencuentro de Jaén.

 José Chamorro, como una persona inquieta, con esa búsqueda interior, no es un iniciado en las artes literarias, ya que “Bajo azul que envuelve” no es su primera obra, porque desde 2012 ha publicado siete obras

;  “Antes de partir”, “Las estaciones del silencio”, “Hojas de otoño” y “Claves para saborear la vida”, son los libros que el autor ha publicado en prosa y, en poesía, “Il sogno di un uomo” y “Perfilar lo indecible.

Para la comprensión de esta nueva obra, hay que partir de su título “Bajo azul que envuelve”, y relacionarlo con el verso del epílogo con un poema de Hoderlin, “divinidad amable nos escolta con azul, al principio, después prepara nubes con bóvedas grisáceas”. En clara alusión, a una experiencia del poeta a su presencia en la Sierra de Cazorla, donde se ve inmerso, a modo del bosque que canta el poeta y filósofo alemán, en medio de los ríos, las fuentes, las orillas, los bordes, la naturaleza que hay contemplar y aprender y compartir con ella. El azul es el color poético, al que Chamorro se adhiere para entroncarse y compartir las vivencias poéticas en torno al homenaje a la naturaleza, mediante las 90 poesías, bilingües (pero no una mera versión, ambas son auténticas y logradas poesías en español e italiano). En versos libres, pero no sueltos, encadenados en el ritmo y la esencia de la estética formal. Sus asonancias magistralmente tratadas y la rima interna perfectamente cadenciada son el marco métrico de un quilate de poesía en esencia, Sus versos mezclados, a base del cincel de la tonalidad y atonalidad   alcanzan unas combinaciones mágicas de ritmo sereno, cuya forma respira armonía, serenidad y gozo de acuerdo con un contenido de la cosmovisión natural de su yo poético.  Utiliza el vocablo esencial, en su forma, con una sintaxis armónica y acorde a la pequeña estrofa, que en la mayoría de las ocasiones se confunde con la unidad del poema.

Como autor creador, en su primera parte, se descubre en medio de la inmensidad del azul simbólico, entre la mar y el cielo, entre la armonía y la sencillez, entre la inmensidad y el tiempo que consume, entre el relato y el deseo. Se muestra trasplantando lo clásico a lo moderno en la rima y a la composición. Y siendo inmanente el espíritu poético universal, donde la naturaleza fluye, cubre, y abrasa a su yo creador, más bien contemplador.

Su obra es poseía, en el sentido, de la poiesis griega, acción de crear, hacer, plasmar la idea, esencializar, filosofía vital, elán…Pasando del campo de la ética a la metafísica se envuelve, entre la inmanencia y la trascendencia. Su obra está escrita  como las máximas de Marco Aurelio, en la poesía pura.   Así, en ella se habla de diferentes aspectos de la naturaleza, la belleza de la misma y su peculiaridad. Algo que últimamente está un poco olvidado en el mundo urbano. Pero no solo se habla de naturaleza como tal, sino también de la humana. Como dice su prologuista Javier Melloni: Ciertas palabras aparecen recurrentemente en estos versos: la memoria y el olvido, el agua y la sed, la ausencia y la presencia, la transparencia, el flujo, deseos, horizontes, vuelos, reflejos, … Todo ello habla de un Anhelo irresistible de Pureza, de Belleza y de Presencia que se calma y se hace sostenible a través de la palabra poética.

 La segunda parte está dedicada a la belleza estética: “se basa en obras del pintor gaditano Pepe Palacios. Sus creaciones le inspiraban mucho a traducir lo que veía en versos”. Son un tributo a la naturaleza y al arte pictórico, con este trabajo literario bilingüe Ítalo-español   

Muy bien cuidada y encuadrada la edición, tanto en lo material como el color, la titulación, los dibujos, las solapas, y la distribución del texto en la página que invita a la trascendencia   por la editorial que ha publicado este libro “El ojo de Poe”, de Alcalá la Real.  Como dice su prologuista:  Un poemario, en definitiva, realizado con gusto y donde se han cuidado todos los detalles con la única pretensión de que la forma invite y permita al lector sumergirse en la atmósfera de simplicidad profunda que emanan los versos

Domingo, 27 de octubre de 2019 la Semana.  En el diario Jaén.

 

LA SEMANA SANTA VIVIENTE

 

En la Semana Santa jiennense predominan las estaciones de penitencia con diversas modalidades. Abundan las manifestaciones religiosas en forma de procesión en torno a diversas imágenes que conforman los diversos tramos de este desfile. Dicha celebración se complementa de un protocolo, en el que se inicia con la cruz guía o la  cruz parroquial y acaba con una agrupación musical pasando por un cortejo de personas vestidas de nazarenos, damas ataviadas de mantilla, insignias, símbolos, estandartería y representaciones capitulares y de hermandades. En muchas de ellas, los anderos han sido sustituidos por los nuevos costaleros bajo los majestuosos tronos y canastillas que portan las devociones singulares de la Pasión. Curiosamente, esta iconografía desborda el primer sentido o simbología del origen de muchas estaciones de penitencia. Pues nacieron, en otros tiempos, desde que se quiso evangelizar en la calle y catequizar con el género que más entusiasma a los vecinos, el teatro. Este salió a las calles desde las catedrales y los templos, donde se realizaban pequeñas escenificaciones denominadas en unos tiempos misterios, en otros autos e, incluso Coloquios. Si se ahondara en los archivos de muchas parroquias no es de extrañar que algunos pasajes de la Vida de Cristo se escenificara, desde Navidad hasta su Muerte y Resurrección.

                Muestra de este variante pasional son los pasos vivientes que abundan en la Sierra Sur. Formaban parte de un legado patrimonial que tratan de mantener todas las cofradías y se han visto refrendadas con las denominaciones de interés turístico. Comparten unas vivencias que, incluso, se asemejan a pueblos del sur cordobés y de las tierras sicilianas, como se han manifestado en dos exposiciones  de Caminos de Pasión celebradas recientemente. Este teatro en la calle recibe diversos nombres desde la pasión viviente al más genérico de pasos. No en el sentido de la Semana Santa más genérica, sino en pequeñas piezas  interpretadas  por diversos hermanos de cofradías interpretando pasajes bíblicos, a la manera de los autos, en este caso, generalmente de Pasión. Se remontan estas escenificaciones en torno al siglo XVI y no se centran en la secuencia pasional.

Desborda el contenido de la Pasión de Cristo para remontarse a los primeros capítulos de la Biblia. Desgraciadamente, estos pasos del Antiguo Testamento  han desparecido en su mayor parte y en las propias cofradías. Con el nombre de los Planetas, la cofradía de la Veracruz de Alcalá la Real representaba el Paraíso Terrenal, e, incluso, se atrevía a mostrar la cosmología de su tiempo con los Planetas o su visión terrenal con el Auto de la Muerte mediante  el diálogo entablado entre el diablo y la muerte con su guadaña. En forma de desfile procesional, tampoco se conservan los pasos de los Profetas, Jueces, Ángeles y Arcángeles. Sólo como una rara avis, el Paso de Abraham  se mantuvo hasta el siglo XX en casi todos los pueblos de la Sierra Sur (Alcalá, Castillo de Locubín, Frailes Valdepeñas y Fuensanta).  No ha decaído nunca y es un símbolo semansantero en la mañana del Viernes Santo de Alcaudete con una escenografía muy similar a la que solía frecuentarse en los diversos pueblos del Sur. Pequeños escenarios de madera recordando el carro de Tespis, sobre los que montaban estos ingenios y autos  provenientes de los desfiles de  máscaras de las fiestas municipales. De la Nuevo Testamento, se conservan los pasos de los Apóstoles de Alcaudete y Alcalá la Real, pero ha desparecido el numeroso grupo de los Discípulos de Jesús, superando a los setenta,  que en Alcalá la Real pervive testimonialmente  con sus túnicas blancas y, adaptando su mortaja y corona con unas pequeñas cruces y estolas  portando la mesa de la Santa Cena, estelas con los versículos  del Credo o la simbología de sus oficios o atributos devocionales.

                En la Sierra Sur, las escenas pasionales perviven, así como otros recursos escénicos para comprender unos artificios en forma de mímesis, sin apenas palabras y con otros personajes, que a veces asumían los soldados de la propia tropa de la ciudad o los propios penitentes. Son los pasos o escenas de los momentos más importantes de la Pasión de Jesús. La Cena se celebra en Alcaudete y ha recuperado Valdepeñas o se ha adaptado a los nuevos tiempos en Fuensanta. El Prendimiento se realiza en Alcaudete y en Alcalá (aquí en Viernes Santo extemporáneamente y dentro de la misma manifestación religiosa sin escenario alguno), y se ha readaptado en los otros pueblos de la Sierra Sur. La Sentencia y Condena se mantienen en Alcaudete y en Alcalá, pero ha sustituido el diálogo con el pregón de deje aflamencado de unos pregoneros que sustituyeron al clero que iba acompañando a las imágenes y, junto con los ministriles, cantando o recitando la Pasión. Incluso se conservan los textos, provenientes de pequeños libretos o manuscritos de siglos pasados como los del Castillo de Locubín o Valdepeñas, o a través de la tradición oral con sus deficiencias de transmisión en textos repletos de anacronismos. Los Reos, con  el nombre del Mal y Buen Ladrón, se exhiben en  Alcalá con ribetes de personajes de la Santa Inquisición y perviven en Alcaudete; la Venta y el Arrepentimiento de Judas es un paso que nadie puede perderse de ver en la mañana del Viernes Santo de Alcalá la Real. La Lanzada, denominada en otros lugares como el Cristo de la Expiración, recuerda tiempos de siglos pasado con figuras como el Lazarillo. El Lavatorio de las Manos de Pilatos, el Juego de la Túnica, Simón Cirineo, los Azotes, la Velada, la Verónica o el Encuentro con las Mujeres se ven recreados por actores de la Sierra Sur, una veces a la manera de las antiguas mascaradas de sayones, judíos, romanos y soldados de la ciudad con los rostrillos de la Semana Santa de la Ciudad de la Mota, y otras veces, con personajes que acercan la pasión al siglo XX,  como  en Fuensanta de Martos o en Frailes.

 

                No es extraño que estos retazos de la Semana Santa sean una joya del patrimonio jiennense que debemos conservar e invitar a otras personas para disfrutar del patrimonio. Pues, en palabras de los organizador de Pasos y Misterios. Semana Santa  en el corazón de Andalucía y Sicilia,  constituyen que “la historia milenaria del Mediterráneo ha cruzado desde tiempos remotos los destinos de Sicilia y Andalucía, cuyas regiones comparten un alma cultural común que ponen de manifiesto todavía rituales, ceremonias y tradiciones legendarias que mantienen vivos. (…)  el particular modo que tienen los municipios de sentir, vivir y celebrar la Semana Santa, descubriendo al visitante las singularidades y similitudes de territorios hermanos. Y, en Jaén, la huella quedó clara en los pueblos del Sur con sus Semas Santas vivientes.

 

En diario Jaén. Revista de Semana Santa 2018.           

 

 

 

 

UN AUTO DE PASIÓN, LA COFRADÍA DE LA VERACRUZ

 

          La cofradía de la Veracruz estuvo ligada con la iglesia de San Juan de Letrán,  y recibió del Papa Julio III en 1553 una bula papal por la que se permitía su fundación y erección de ermita, capilla y hospital, al mismo tiempo que se le concedieron las mismas indulgencias en las fiestas que lo recibían en la basílica romana.

De los primeros años de la vida de la hermandad nacieron dos aspectos muy importantes de su participación de Semana Santa: el monumento del Jueves Santo y la procesión del Jueves Santo por la tarde. Sin embargo, su festividad inicial fue la celebración del día de la Invención de la Cruz.

En el siglo XVII, fue importante la unión que mantuvo con la Cofradía de la Santa Caridad, formando el Hospital de la Veracruz y Santa Caridad, con su cementerio, y, lo más interesante, creando el Corral de Comedias que sirvió de fuente de ingresos para la cofradía,

EL PASO DE LA SANTA VERACRUZ

            La procesión, al principio, salía con los siguientes pasos: la banderola o estandarte de la Santa Cruz con sus hermanos, a continuación, las andas de la Santa Cruz; la hermandad del Cristo de la Columna estaba formada por su gallardete y hermanos, seguidos de los de las andas del Cristo, continuaban las hermandades del gallardete y andas  del Cristo de las Penas; tras estos, los de San Juan con su gallardete, y al final cerraba la Madre de Dios, que recibía el nombre de la Soledad con su gallardete. A finales del siglo XVII, se integraron los pasos representados y vivientes. Los primeros pasos de esta cofradía que se mantuvieron en todo el siglo dieciocho fueron los Azotes, Profetas, Arcángeles, Planetas y Doce Apóstoles. El paso del gallardete y el del Cristo de la Columna adquirió una gran importancia y en 1768, se le concedió el privilegio de guardar los cordones de plata de la imagen, algo parecido a lo que sucedió con el Ecce- Homo en las prendas de Jesús Nazareno.  

En los últimos años de vida de la cofradía, se transformó con el nombre del Santísimo Crucificado de las Penas, manteniéndose todavía la placa del pendón del siglo XIX. Algunos pasos, el tambor y la trompeta eran sus elementos básicos en estos años finales (la imagen de San Juan, La Cruz , el Crucificado de las Penas, la Soledad y el Cristo de la Columna). En el siglo XIX, todos sus derechos y bienes pasaron a beneficencia municipal y la propia cofradía, ya simple esclavitud, no tuvo apenas vida, como se comprueba en la declaración de gastos ante el Alcalde Constitucional de 1840.   Tan sólo el paso del Cristo de la Columna pervivió hasta principios del siglo XX y en el siglo XIX volvió a reconstruir sus estatutos con la hermandad de los judíos.  

    Pero tan sólo, tenemos constancia de la presencia de este desfile de pasos en 1694. Es,  precisamente, el momento de que las imágenes no sólo van acompañadas de sus correspondientes banderolas y gallardetes, e integrados por un grupo de hermanos a los que se les denominan “pasos”, “ cuadrillas”. En concreto, este año asumió la interpretación catequética  la TROPA DE LA  CIUDAD, dirigida por su capitán, alférez, sargentos, cabos de escuadra y soldados, con el fin de sacar algunos pasos o misterios de la Redención Pasión del Señor, y se comprometió a organizar dichos pasos para el futuro: de ahí la costumbre de que el capitán asuma actualmente la responsabilidad de la organización de los pasos y tenga carácter militar la organización de los pasos hasta hoy día.

Sin olvidar los tradicionales pasos de Pasión (Judas, Doce Apóstoles y Azotes o Verdugos) había que buscar los orígenes del hecho redentor y, entonces, comenzaron a integrar escenas y representaciones, a la manera de los artificios o invenciones de la Fiesta del Corpus, de las Mojigangas o las Máscaras de las Vísperas de las Fiestas. Lo hicieron con pasos de los PROFETAS, ARCÁNGELES, y el PASO DE LOS PLANETAS. El primero era un paso en el que Isaías, Jeremías y Ezequiel iban vestidos con una túnica blanca de color de hueso y una insignia con su cartela correspondiente aludiendo a  pasos de la Pasión; los Arcángeles o Ángeles suelen estar representados por cuatro personas y , en el momento que se transforman en Ángeles   aumentan en número y suelen portar los cetros con los pasos de Pasión ( tal como aparece en la cofradía de la Oración en el Huerto); y  el tercer paso de los Planetas que es  una representación en la que cuatro personajes, vestidos con grandes cabezas,  representaban la escena del Paraíso Terrenal ( Adán, Eva, el Árbol, la Serpiente,…), con su correspondiente árbol en unas andas. Según el número que se deduce de los siguientes años, observamos que pronto desaparece el paso de los Planetas y, en su lugar, aparece el PASO DE LA JINETA, que se encarga en 1701 a Francisco Ruiz, que se relaciona con La lanzada y el niño acompañante, el niño de la Jineta. En 1708, el Paso de la Muerte, personaje vestido de la Muerte que, al igual que la mortaja de la Semana Santa Sevillana, representaba lo efímero de la vida con sus dos balanzas y el vestido de esqueleto de la muerte. Probablemente, este personaje y el de la muerte coinciden con la figura de la Muerte sobre un caballo.

 Domingo, 14 de abril de 2019. EN LA SEMANA, DEL PERIÓDICO JAÉN

 

 

MANUEL PEÑALVER CASTILLO

 

            Recientemente, se ha celebrado el  Primer Congreso de Castillo de Locubín, y contó con la presencia de estudiosos de este pueblo y comarca. No olvidó, como suele ser frecuente en estas tierras del Sur, rendir un homenaje merecido a un hijo de la tierra castillera. En esta ocasión, lo hizo con Manuel Peñalver Castillo. Profesor actual de la Universidad de Almería, es un hombre comprometido con las tierras jiennenses. Desde sus primeros pasos profesionales en el Instituto Nacional de Enseñanza de Alcaudete hasta su presencia activa en muchas facetas culturales de la Sierra Sur, donde presta siempre su saber y asesoramiento cultural en concursos literarios, ponencias de congresos y convocatorias de estudios de la comarca.  Es verdad que su labor de investigación transciende el localismo profundizando en campos superiores  del   aprendizaje de la lengua. Fruto de esta faceta es  La asignatura de "Lengua Española" en el bachillerato en España durante el siglo XX  en  Cauce, Revista de filología y su didáctica,  o este otro La Didáctica del Léxico. Y como decíamos en una reciente publicación; " Al  mismo tiempo, ha dado sus frutos con una gran cantidad de publicaciones (artículos, ponencias, libros) tendentes a la formación lingüística del hablante español. En campos que  se desarrollan en todos los campos de la gramática ( ortografía, fonética, morfología, sintaxis, léxico...)  y las relaciones con la poesía, publicados en las revistas lingüísticas más prestigiosas ( Anuario de Letras: Lingüística y filologíaEstudios filológicos, Anuario de lingüística hispánica,,). El comparativismo, el paso de los fenómenos  locales a los globales, la historia lingüística, la maestría de los lingüistas clásicos y modernos como Benot, su labor historiografía en figuras como Menéndez Pelayo, la trayectoria lingüista de Manuel Peñalver. Gracias a su labor de archivo figuras como el urganovense Juan Villar ha salido a la luz con su obra gramatical.

            Como persona en contacto continuo con la calle y sociedad, frecuenta el mundo del periodismo y se suma a la línea de José Manuel Larra, Julio Camba, Umbral, Manuel Alcántara y González Ruano  y a las corrientes vanguardistas actuales para  remover conciencias. Pues considera que el artículo de opinión forma parte de su esencia de escritor,  y la comunicación es el eslabón que unen a los estudios y profesiones de la Filología y de la Información. Para conocer su obra, sus dos últimos libros Artículos de Opinión  y Ochocientas Palabras  recogen un elenco de  todos los artículos publicados en rotativos regionales y nacionales. Esta obra  es fundamental para reconocer su  postura ante el periodismo, porque lo define "  como sentirlo, vivir cada instante, estar contra el poder, en esa apuesta por la libertad y por la democracia que llena de esperanza las semánticas del alba. por ser el periodista dueño de su palabra". Resulta también fundamental su pasión por Ryszard Kapuscinski por sus lecciones de empatizar  en los cinco sentidos del periodismo, y en  compartir las lecciones de este maestro, resumidas en la unión del lenguaje rápido de la información con la lengua reflexiva del cronista medieval. Lo que define  su labor periodista y con sus palabras "Observaciones, reflexiones, prosa enjoyada  de párrafos áureos, sinceros, sintácticos y espejo de la mejor literatura.

Desde su presencia articulista desde 1978 en el periódico Ideal hasta las publicaciones de tirada nacional de los últimos años  pasando los artículos en otras rotativas: hasta 1984 en Diario 16, hasta 2000 en El Correo de Andalucía, de 2000 a 2003 en la columna de opinión "ALAndalus" de ABC,  posteriormente ha hecho incursiones en  El Mundo y , nunca olvidó el contacto con  el periódico provincial " Jaén". Siempre acude con su certera pluma para cuestionar nuestras reivindicaciones y rendir homenaje a  los  productos, a la gente y al arte de  la provincia de Jaén.

No hay que olvidar su paso por su afición de la Tauromaquia en periódicos nacionales, lo que  ha conllevado o varios premios y ha compartido el reconocimiento de finalistas en varios concursos y certámenes. Entre ellos, destacan el  García Requena al mejor artículo o reportaje, al Mejor artículo nacional de la Casa de Almería en Barcelona; en 23 de febrero de 2003, el primero concedido por ANAVE (Asociación de Navieros Españoles), por el artículo  publicado en la Razón  " El comercio marítimo como realidad histórica". Muy merecido el Diploma Honorario que le rindió  El Centro Gallego de Santander  en  los premios Julio Camba 2015 al ser distinguido por su gran labor periodística en defensa del artículo de opinión de Julio Camba, uno de sus más influyentes escritores. O el más reciente de La Placa Juan Valera por su artículo “Juan Valea y el Nuevo periodismo”.

            La poesía es una faceta desconocida de su producción literaria, pero resulta muy interesante  acercarse a su obra. Muchos de sus creaciones literarias de prosa, están imbuidas de la métrica y la metáfora de los poemas. Desde su primera obra Paraíso perdido, editada por la Diputación de Jaén a la más actual    Sobre la piel de un sueño, editada por la Universidad de Almería, donde recoge con poemas cortos el amor, la pureza de la poesía   y el tiempo, se muestras unos poemas no como un juego, sino como la efusión de su alma poética, anclada en su utopía garcilasiana e innovadora de las más atrevidas  imágenes sin olvidar  la presencia de la pureza poética. Sirva de ejemplo: ¿Qué duendes tienes tú, /para que sea verso, /más allá del lenguaje, /         tu corazón herido?/

El amor a su tierra quedó recogido en su pregón y libro "  Castillo de Locubín en su diversidad”, donde su amor castillero, por la tierra que lo vio nacer,  fue recogido literariamente  con un elenco de reflexiones, sentimientos e, incluso con  propuestas sobre su Castillo de Locubín. Pues, a pesar de vivir lejos de su tierra siendo  profesor universitario y  afincado en Almería, no olvida nunca  el vínculo que le une con la provincia de Jaén, y menos aún, con la comarca de la Sierra Sur centrándose  con esta obra en su pueblo que lo vio nacer. Manuel Peñalver. Peñalver, poeta lírico y épico, es   pregonero y heraldo, embajador y  amigo,  hospitalario y apologético en la laicidad,  afectuoso y sincero. Un hombre de compromiso con su tierra como lo fueron Juan de Aranda Salazar, Ginés Martínez de Aranda,  y otros más contemporáneos a los que no olvida, cita y los siente como coralistas del círculo defensor  la tierra meridional del reino de Jaén.    

 

 

 

Publicado en La Semana del Diario Jaén. 23 de abril de 2017,

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

VIDAS FINGIDAS Y JAVIER GARCÍA TEVA

 

 

La última obra del polifacético alcalaíno Javier García Tova (nacido en 1963), editada por Uno editorial, se presentó. meses atrás. con el título de "Vidas Fingidas". Este jiennense, afincado en tierras gaditanas, se asemeja al dramaturgo romano Plauto, ya que ha desarrollado todo tipo de figuras relacionadas con el mundo del teatro, al mismo tiempo que es un innovador en el género. proyectando personajes, temas y situaciones de la vida andaluza y de las tierras jiennenses en otros rincones de la geografía española e, incluso, ha triunfado en Europa. Como el más famoso comediógrafo latino, desempeñó el trabajo de actor y no es de extrañar que se reserve algún papel de extra en algunas de las actuales representaciones de sus obras; esta faceta teatral la desarrolló en el mundo del teatro alcalaíno durante su etapa de estudios secundarios y universitarios, y, entre 1987 y 1991, trabajó. incluso, como actor profesional de repertorio en e1 T.E.U.G. de Granada. Pero, pronto, como el dramaturgo romano creó el grupo alcalaíno de El Olivo (1980), se subió al carro de Tespis y ejerció de director de teatro independiente, al mismo tiempo que adquirió la formación dramática en el mundo universitario granadino aprendiendo la Técnica Actoral con los maestros Sanchís Sinisterra, Jordi Coca y Ángel Facio y se licenció en Filología Hispánica, completando su formación teórica con un Máster en Estudios EscénicosEn su faceta de escritor, inició sus pasos con la doble vertiente de recreador de obras de otros dramaturgos y autor de muchas piezas dramáticas.

 

La opción de géneros de García Teva pasó de la representación de los clásicos de la literatura española (desde la dramatización de los textos del Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita hasta las obras de García Lorca), sin olvidar la vanguardia de los escritores de finales de siglo como Sastre o Brecht, al teatro breve. Pronto, la pieza corta, las minipiezas, como suelen titular a esta modalidad teatral Javier y su grupo, caló profundamente en su producción de modo que prácticamente su obra actual se ocupa de este tipo de subgénero dramático. Género que recuerda en su puesta escénica actual al mundo clásico (en aquel género de entidad menor como la fabula atellana, los mimos, los carmina fescemnina...); o a los autos, misterios o, ingenios medievales con temática pagana; o el teatro contemporáneo de los entremeses en versión crítica. Sin menoscabar el subconsciente de aquellos certámenes de teatro breve que se desarrollaron en los primeros años de la democarcia en la Plaza Alta de la ciudad fortifica de la Mota, donde Javier ejercía de organizador, director, actor, tramoyista,

 La opción de García es una apuesta por el mundo de hoy, tan trepidante y marcado por la rapidez de la noticia y la quintaesencia del mensaje tecnológico, dejando aparte todo tipo de aditivos y complementos que distraigan la escena claramente, muestra de ello es su gran obra triunfadora "La mano", que alcanzó con gran éxito los escenarios de los teatros franceses. Lo mismo han disfrutado las obras de "Al cielo con ella”, “Anabella” o “Al viento de la utopía”. Por eso no es de extrañar que su producción artística haya recibido premios, en su ambiente dramático y creativo de los diversos certámenes del Teatro Mínimo Rafael Guerrero por ser miembro del grupo Taetro desde 1998, que en la ciudad de Sanlúcar alcanza la decimotercera edición, y , de la que fue persona fundadora. Algunas han sido publicadas en editoriales nacionales como Libertad a la parrilla en El tamaño en el Tiempo de Teide (2007), que obtuvo el primer premio de este de este concurso en 2007; o La mama se pudre en 2010. Significativos el primer premio de Anamari con Anabella u otras obras en la ciudades de Requena, Mérida o Santiago de Cuba. 

 

 En el aspecto formal, el uso del diálogo de sus primeras obras cortas y con pocos personajes se ha reducido al mínimo imprescindible con la publicación de su última obra, prácticamente se ha convertido en una serie de monólogos directos entre el actor y la mudez escuchante del espectador. Por la temática no se obvian temas provocativos. Este es el elenco de su última publicación: la burocracia, el mundo de los trepas, la situación lacerante del

 paro, la consabida y pseudojustificativa crisis, la cruda pobreza de muchos vecinos y convecinos, la máquina del aparato universitario, el consumismo, la prostitución, o la xenofobia,

Dentro de este marco, abundan la variedad discursiva, estructural , escénica, tonal, situacional y emocional, el mundo de las acotaciones , en muchas ocasiones, resulta básico para entender su concisa obra; tan esencial como su sentido crítico y humorístico, la ambientación y el lenguaje fluido de sus personajes. Pues esta última publicación recoge un elenco de minipiezas, que están destinadas al monólogo o a un diálogo básico. Pero que culminan o se simplifican en este mensaje del propio García Teva. " No hay estética sin ética. Prefiero la Distancia de Brecht al Método de  Stanislavski". Vidas Fingidas entronca esta colección de piezas comprendidas dentro del subgénero teatral del mínimonólogo dentro de este mundo del asunto de la incomunicación personal y, a la vez, de la sociedad supercomunicada por las nuevas tecnologías. En su obra se encuentran las variantes de estos monólogos: con respuesta no verbal (Corte a su medida, La bóveda I y La bóveda II); el monólogo clásico sin respuesta alguna (El devorador y Fumé el huevo desestructurado); Monólogo con respuestas o preguntas no escuchadas ( Libertad a parrilla) monólogo alevoso (No se aceptan propinas) y los monólogo declaración o confesión (Ameneh, La víctima, Majid, el verdugo, Alí-najad abadí, La voz de la ley, La mamá se muere y El hombre de culo apretado).

 

 

 

 

11 de abril de 2016. En La Semana del Diario de Jaén.

 

 

 

 

 

 

,

 

ANTONIO CANO MURCIA, DE LETRADO A ESCRITOR.

En el mundo de la literatura antigua, parecía inconcebible la presencia de algunas materias alejadas de los cánones de la prosa y poesía artística. Con este criterio se incluyeron algunos géneros literarios  no amparados por las musas. Tal vez, en el sentido genérico de la inspiración homérica de las musas.

A estos  tradicionales patronazgos  y adjudicaciones de las artes a una musa, se añadía  un capítulo especial para los géneros  de lo que denominaban literatura científica y jurídica.  Se incluían también la filosofía, los estudios jurídicos e, inclusos, los estudios científicos con la exposición y biografía de escritores como Vitrubio, Celso, Apicio o Columela. Se consideraba el arte como una manera de comunicar, dentro de tres  estilos, sunmum que se acercaba a los dioses, médium que se colocaba a medio camino entre el anterior y el immum, de lo vulgar, Y, por eso, este estilo  de escritura y comunicación dejaba a los estudios, no reservados a las musas,  para este tipo de producción literaria.  Me viene a la mente esta concepción de la literatura con la producción literaria de  Antonio Cano Murcia, Vecino de Alcalá la Real  y  escritor de la tierra Sur, donde se inició por los años ochenta en el  mundo del periodismo, colaborando con su esperada crónica que compartía con Antonio Javier Pérez Martín en el diario  Jaén con una prosa que ya anunciaba su claridad de conceptos, rotundidad expresiva y frescura comunicativa en una prensa teñida por aquellos años de amarillismo. 

 

Posteriormente, tras conseguir los más altos grados en los estudios del mundo del Derecho en la Universidad de  Granada, ejerció como funcionario del ayuntamiento de la ciudad de la Mota, recorriendo desde los peldaños más bajos hasta ejercer el puesto interino de secretario general, con gran eficacia y disponibilidad. Esta  experiencia en el mundo de la administración le permitió adentrarse en el complejo mundo de escritor de libros jurídicos  Si la experiencia es un grado, en Cano Murcia se agiganta. No hay rincón de la jurisdicción urbanística que nos haya palpado  y haya desarrollado reflexivamente en sus publicaciones de  artículos o libros. Es un vademécum fundamental en este mundo, en el que se especializó y produjo importantes estudios e instrumentos de consulta que transmitió a los profesionales de este género.  Sus obras y artículos  fueron editados en el ámbito nacional  Se hicieron eco de sus aportaciones científicas y glosas exitosas  en las famosas revistas del mundo jurídico como  Actualidad Administrativa, el Consultor de los ayuntamientos y los juzgados, Práctica urbanística, La ley, o Actualidad jurídica Aranzadi . Su certero análisis  profundizó en temas variopintos que abarcan desde los temas reglamentarios de importantes leyes  hasta el incontrovertido punto de la ruina, pasando por asuntos candentes como el control de los acuerdos municipales, el ruido, el derecho del silencio, aspectos procesales del derecho administrativo y urbanístico. No puede soslayarse su labor divulgativa y didáctica a la hora de proporcionar recursos y modelos para los profesionales y los usuarios de estos servicios  que proliferan en sus primeros  artículos

 Con este bagaje, sus libros adquirieron una difusión significativa en el mundo de los profesionales del derecho a través de las editoriales más importantes de este ramo. Si importantes fueron sus primeros pasos en la producción de artículo, sus manuales resultan imprescindibles en el mundo de la complejidad de  la LOUA,  los convenios urbanísticos, tratado sobre suelo no urbanizable, estudios de detalles, proyectos de urbanización,  licencia de apertura y de primera ocupación, estudio de detalles, convenio  y visados urbanísticos, protección medioambiental, código del ruido y contaminación acústica entre otros. Su base teórica y su s conocimientos prácticos le permiten tratar desde  el urbanismo menor o la jurisprudencia de los espectáculos públicos  hasta adentrarse en la doctrina  del tratamiento urbanismo del  Tribunal constitucional...

Y, del mundo jurídico, volvió al mundo del relato ficticio. Y, con su equipaje de numerosas publicaciones, comenzó triunfando con la novela Papá Erasmus en Madrid. Un libro que intriga y convierte al lector en un becario  más europeo  y  espera la llegada de una segunda parte tan interesante como esta  obra.  Con un lenguaje  aticista y un estilo  muy apropiado  para encuadrar  a su personaje en un entorno  inesperado Cano Murcia se convierte en un autor de prosa literaria con la vuelta al mundo universitario Su segunda publicación  Toga rasgada, sintetiza  en la trama los dos ejes de  sus experiencias anteriores en el mundo urbanístico con el contenido  muy actual de la especulación y la ética  Y como dicen sus críticos: “

Toga Rasgada llevará al lector a descubrir los entresijos de la especulación urbanística, donde la ambición es más fuerte que la ética profesional. El doble juego que en la novela se plantea llegará hasta su desenlace final”. Cuentan sobre los filósofos epicúreos que se atrevían a publicar los áridos temas de la filosofía. Para ello, los  ilustraban con un tarro, untado sus bordes de miel y, su recipiente lleno de  medicamento.  A través de la poesía didáctica usada  como medio de la forma poética se hacía dulce la amarga medicina de sus contenidos  de la ataraxia, la libertad y hasta los átomos. De la misma manera, le ocurrió en el mundo de la prosa a Antonio Cano, su clarividencia, fino análisis y exposición directa soslayaron  los duros vericuetos que siempre encierran las leyes, y, en los últimos años, la forma y la estética del relato FICTICIO apartaron  el formulario para acercar al lector al estudiante europeo o el letrado del siglo XXI,

 

 

Domingo, 14 de enero de 2018. En el diario Jaén La Semana.

 

 

 

 

 

 

   

 

 

LA BELLE ÉPOQUE

 

No hubo mejor nombre para nombrar a una discoteca. La Belle Époque. Corrían los tiempos, en los que ambientes rurales se pasaban de los salones de bodas, casinos y entidades recreativas al fenómeno social de la diversión colectiva, en este caso en los nuevos locales  de las discotecas. Como es lógico, comenzó  la moda por las capitales de provincia y grandes ciudades y se extendió al resto de las poblaciones. Nació al socaire de las nuevas marcas discográficas que hacía su agosto con las canciones de verano, invierno  y, si cabe el registro, de la canción del año. Aconteció en los años comprendidos entre el final del franquismo y la transición. Sustituían un modo de divertirse, en parte controlado por el superego establecido en sociedad de la posguerra en torno a los pilares tradicionales, para abrirse a nuevas formas y aventuras de relaciones grupales, En aquellos antros oscuros, con la estridencia de la música de máximo voltaje y los focos movibles y repartiendo ráfagas de rayos, el individuo podía diluirse en una masa coral y danzante, que tan solo dejaba resquicios de la soledad para los cubículos de los asientos que rodeaban la pista.  A veces se han adentrado los artistas al costumbrismo más variopinto, singular y rural con la composición de obras en los más diversos campos del arte. Pero el fenómeno discotequero creó escuela e historia del ocio. Abrió horizontes a las parejas y a las personas solitarias, hizo compartir eventos que sobrepasaban a los entornos de las fiestas populares o familiares. Nació una nueva industria de servicios que tendió a romper los moldes del monótono salón de baile.   

Curiosamente, por estos primeros días de agosto tuvo lugar la presentación del libro local, pero con una dimensión de un fenómeno generalista “Memorias  de la Belle” de Rafael García Medina. Si Camilo José Cela levantara la cabeza, con esta obra se encontraría con este fenómeno de expansión de la nueva libertad de los primeros años de la transición democrática dentro de la columna humana de una discoteca alcalaína, símbolo de las relaciones humanas imbuidas por la libido y el thanatos, Por eso, es un fiel reflejo de los primeros pasos que en muchas ciudades y, sobre todo, en el mundo rural se dio en la libertad sexual, el mundo de la droga, el consumismo, el fenómeno de masas y la idiosincrasia de la nuevas diversiones. Sin olvidar, un lirismo introductorio y descriptivo que embauca al lector desde el comienzo de la  obra,  e incita a su tensión lectora hasta consumir el final de este paseo enmarcado con los estaciones del año en medio de las modas, olores, costumbres, modus vivendi y de pensamiento que invadieron pueblos como Alcalá la Real. Y todo tamizado por una redacción que deja asomar una socarrona ironía y muestras de un sano humor para paliar las rarezas de este mundo especial  de la noche alcalaína.  

Su autor, Rafael García Medina, una persona autodidacta que se ha adentrado en los diversos campos del arte: desde la poesía hasta la pintura pasando por la música coral y la investigación local. Su intuición poética le movió a  recoger en verso  el alma de muchos rincones de la ciudad de la Mota, como lo ha hecho presente en varias poblaciones locales y en sus dotes de pregonero. También, inauguró un tema inaudito como fue la investigación del mundo de las campanas de las iglesias del municipio de la Sierra Sur, a los que dedicó trabajo y años. Esta nueva aventura  lo introdujo en la literatura vital, porque Rafael no escribe una novela de ficción, en la que los personajes son recreados. Son de carne y hueso, prototipos del mundo de la noche y del alterne, de la soledad y de la sublimación.  

Tampoco, son  unas memorias idealizadas de un tiempo, que lo marcó como persona, a pesar de estar imbuido en el mundo de la noche lorquiana. Pues hay pasajes de escenas exóticas y singulares como las de una práctica de  espiritismo, que sólo pueden ser relatadas si se ha estado presente desde el mirador de una barra del bar en una noche insólita y solitaria. Por eso, García Medina, no busca caricaturizar ni  deformar a los  numeroso actantes de su periplo literario, sino que los desnuda estéticamente con su  ágil pluma. Rafael vivió y traspasó el umbral del diario de su armario en un relato reflexivo. Pues, describió descarnadamente  a través de  su testimonio personal el mundo del ocio nocturno, donde se agrupaban las pasiones humanas con todos sus vicios y defectos que comenzaron a expandirse por estos tiempos. El embrujo especial del autor de la Belle Époque  convierte en atractivo y en un libro de lectura de verano una obra local, símbolo de un periodo en el que comenzaban a nacer los aires de libertad.  Muchas historias pueden nacer del mundo discotequero, lo importante es dar el primer paso.  No era un lugar de encuentro pueblerino, sino que, a veces, se convertía en antro cosmopolita de pareceres y personas. Y esto ha hecho Rafael García.

 

Domingo, 27 de agosto de 2017. En el Diario Jaén, la Semana.

ASÍ SON LAS COSAS DE INMACULADA MURCIA SERRANO

 

En medio de este caluroso estío, tiempo a propósito para las actividades del otium, me ha venido a las manos la publicación de Inmaculada Murcia Serrano (Alcalá la Real 1977), una jiennense afincada en Sevilla,  Asi son las cosas. En la actualidad, profesora titular de Historia de la  Estética de la universidad hispalense, se inició en sus primeros peldaños laborales como becaria del periódico  Jaén. Licenciada en Periodismo y Filosofía, ha compartido la docencia de las dos titulaciones en las respectivas facultades sevillanas, impartiendo áreas de estética y comunicación, y aspectos derivados de ambas materias como  la  realidad virtual, la percepción estética, fenomenología de la comunicación, lo bello y lo sublime, literatura y pensamiento, sociedad de la información y las artes en el pensamiento de María Zambrano. Tras muchos estudios y cooperaciones en libros y revistas, esta autora centra las horas de su trabajo filosófico en las obras de pensadores contemporáneos españoles Ortega y Gasset, Ramón Gaya,  Francisco Ayala y Zambrano. Un excelente ensayo filosófico y obra imprescindible para el conocimiento de esta filosofa española fue la obra La razón sumergida. El arte en el pensamiento de María Zambrano, editado por Luso-Española de Ediciones    

Como profesora universitaria, su bagaje docente se multiplica en publicaciones, formación de docentes, dirección de trabajos y publicaciones relacionadas con ambos campos, que parecen tan dispares como son el periodismo y la filosofía. Sin embargo, en palabras de esta filosofa jiennense, se atreve a este reto complejo para muchos pensadores: Cuando se ponen en relación los conceptos  de periodismo y estética, ocurre algo parecido a lo que sucede, cuando se conectan los de política y belleza. El segundo concepto emparejado se cubre inmediatamente de un manto de negatividad que origina  casi de manera automáticamente más de una suspicacia. Y lo salva a lo largo del desarrollo de capítulos  de esta última publicación, editada por la editorial salmantina, mediante una fundamentación de filósofos clásicos, modernos y contemporáneos, y la aportación de un gran bagaje documental y experimental de un terreno que describe y  analiza con un gran acierto. Por eso no es de extrañar que, a pesar de la  humildad que confiesa por los continuos avances en este tipo  de investigaciones, manifieste .  Son justamente los medios de comunicación de masas, con su potencialidad para uniformar de cualquier aspecto relacionado con la vida del ser humano, los que más permiten generar en nosotros, aunque no lo hagan con esa intención, una imagen más o menos precisa de lo que somos como colectivo y también como individuos. Y eso solo justifica, no sólo el interés filosófico que despierta la actividad periodística, sino, lo que es más importante, su necesidad absoluta y universal. Y, manos a la obra, esta mujer jiennense se sirve de las herramientas de la estética para llevar a cabo una profunda reflexión filosófica de los temas más candentes y basados en la  práctica y teoría de la comunicación de masas. No lo hace sin comprometerse  sino que además aporta siempre posturas de creatividad personal  a lo largo de la publicación.

No le faltan a Inmaculada reconocimientos y méritos académicos, sociales ni institucionales, nacionales y, sobre todo en la ciudad de Sevilla como el de la Real Maestranza Hispalense, ni su integración en el debate público a través de su participación de miembro de revistas de prestigio como la revista de estética y teoría de las arte, Fedra, de la que es directora. A lo largo de las publicaciones, ambos menesteres le avalan como una excelente analista para atraer al lector en dos campos tan diferentes y distantes, la realidad y la apariencia en el arte y en el periodismo. Pero no los soslaya  sino que, a lo largo de la obra cuestiona y profundiza en temas peliagudos y los variados ítems informativos  como las relaciones del periodismo y los modos de entender la belleza a veces en un medio de tan complejo entre lo sublime y los Kitsch o la fenomenología de la percepción de la noticia.  Todo ello sin pasar por alto, la incidencia, los  aspectos y las formas del periodismo actual acompañado de una buena gama de ilustraciones gráficas.

A lo largo del libro se recorren capítulos desde temas recientes como el periodismo cero o participativo, la belleza matemática, o las ventajas e inconvenientes de las nuevas tecnología en el mundo de la  diversidad de medios de comunicación hasta las relaciones entre el sentimiento y la comunicación con las publicaciones del periodismo relacionadas con  el dolor, la  belleza, la cultura, los tiempos informativos, la ciencia, su profesionalidad, las influencias del cine en la imagen del periodista o la actualísima realidad del efecto Blow-up.  En tiempos del buen ocio en el sentido ciceroniano, tan difícil para muchas personas, esta obra empatiza siguiendo los consejos del filósofo ecléctico romano “Lo que está en primer lugar y es lo más deseado por todos los hombres felices, honestos y saludables de mente, es el ocio con dignidad.". Lo que consigue Murcia Serrano con la publicación de esta obra muy atrayente para los que se dedican directa e indirectamente al mundo de la comunicación. .

 

 

 

En la Semana del Jaén. Domingo, 13 de agosto de 2017

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

IX DE

THESAURIS

 

 

 

 

 

LEYENDAS Y TESOROS DE LA SIERRA SUR.

 

Hace cuarenta años, un grupo de escolares junto a su maestro de Charilla descubrieron un conjunto de joyas en los aledaños donde se hacían los cimientos de la cooperativa agrícola Nuestra Señora del Rosario. La noticia despertó grandes muestras de regocijo por los vecinos de la Sierra Sur ante el hallazgo de este tesoro, que dio una nueva proyección a los estudios de la Sierra Sur. No debió ser una cuestión baladí el hecho de que se eligiera esconder  este tesoro en tierras charilleras.  Hay muchos cuentos, de carácter oriental y, más específicamente, de procedencia china, que suelen ofrecer la misma trama y argumentación, los mismos personajes y el mismo desenlace sobre el mundo enigmático de los tesoros. Se caracterizan básicamente por un personaje avaro, pobre o miserable, que tiene generalmente un sueño inquietante e ilusionado, en el que se le muestra y se le incita para que emprenda la aventura de descubrir un tesoro; tesoro siempre envuelto en una Trama de secuencias definidas por una serie de condicionantes que le impone el personaje supraterrenal del mundo del sueño. Aunque puede remontarse al  avaro Euclión de la Aulularia  de Plauto, y reconstruida en la época moderna  por Moliére en el L´avare, abunda este tipo de relatos ficticios en la toda España, y, se multiplican en todos los rincones de la comarca de la Sierra Sur. Desde el caballito blanco, contado por los ganaderos de los pagos de las sierras castilleras, hasta la narración de la “Encina Leona” recogida en los pagos de Cantera Blanca todas estas leyendas plasman esta inquietud humana por el mundo de los tesoros. Muchos de estos relatos fueron recogidos a través de la transmisión oral de las diversas leyendas orales de las aldeas y de los municipios de la Sierra Sur, de los cantos de ciegos, principalmente los de los romances épicos e históricos (sobre todo, los de índole morisca), de la adaptación de los cuentos de procedencia oriental y de las habladurías de las gentes del lugar.

Por otra parte, se puede constatar que las leyendas tradicionales, partiendo de un fundamento histórico, han surtido una gran parte de las obras épicas que surgieron en la Antigüedad y alcanzaron la Edad Moderna. Muchos, acercándose al contexto grecolatino, se han estimulado, tras su lectura, a la aventura de la búsqueda de los hallazgos descritos en forma literaria. La Ilíada y la Odisea, dos obras maestras de nuestro elenco cultural, despertaron las mentes de muchos estudiosos y aventureros, convertidos en sagaces arqueólogos como los alemanes Schielleman y Evans, que dieron con los famosos tesoros de la corte del rey Príamo y de todo el mundo micénico y cretense. Sin embargo, en nuestro contorno, también hemos tenido constancia de que la historia de una parte urbana de Alcalá la Real y de la fortaleza de la Mota, revestida de la formalidad de la leyenda, se descubría, recientemente, con la ayuda de la arqueología. Muestra de ello son los últimos descubrimientos del subsuelo de este cerro fortificado y del yacimiento romano de la Tejuela, que ha descubierto, en el primero un mundo de pasadizos, caminos subterráneos, adarves encubiertos y viviendas trogloditas, en las que se forjaron unas vivencias que dieron lugar a las posteriores historietas, leyendas y cuentos de nuestros antepasados; en la Tejuela, se ha constatado lo que quedó como memoria de los viajeros renacentistas.

Un aspecto muy peculiar de esta faceta relacionada con estas noticias legendarias es la búsqueda de tesoros árabes, porque son frecuentes sus referencias en muchos escritores locales. Aunque, en muchas ocasiones, el comparativismo delata una pura emulación con otros hallazgos y leyendas de otros países, sin embargo, no por ello, nunca debe soslayarse cualquier dato, por nimio que sea, para incitar a la búsqueda de estos objetos. Por citar un ejemplo de este tipo mimético, hay una leyenda de la imagen de la Virgen de las Mercedes, recogiendo su antigüedad más allá de la llegada de los árabes y refiriendo que estaba oculta en una campana, descubierta posteriormente tras la expulsión de los musulmanes de la fortaleza. Sin embargo, muchas veces se ha forjado la leyenda de un antiguo asentamiento, que probablemente no dará a luz un tesoro, pero puede aportar datos históricos muy interesantes para la historia local.

Otras veces, los hallazgos coincidían con ruinas claramente evidentes que una simple excavación artesanal del lugar permitía la recuperación de todo tipo de objetos muebles, tal como aconteció con el conjunto de lápidas y monedas romanas en un tiempo que la pasión renacentista contribuyó a la recuperación de este mundo. A ello, coadyuvó el afán de las familias nobles por buscar sus genealogías y emparentarlas con los distintos personajes famosos de la Historia de España hasta remontarse a la época grecolatina, incluso, al mundo mítico de la Antigüedad. Renacimientos del mundo clásico se turnan en toda la historia del mundo occidental, y, a ello ya se añade la pasión y el entusiasmo de muchos inquietos aventureros por otros periodos de la historia.

Por la trascendencia del acontecimiento no se olvida el hallazgo del Hércules romano, encontrado al derrumbar una casa de la calle Tejuela de Alcalá la Real, simplemente confirmó la posibilidad de un asentamiento romano, ya descrito por Andrea Navaggiero a principios del siglo XVI, y, hace unos años, confirmado por las excavaciones del lugar dirigidas por el doctor Carlos Borral, donde se ha ampliado el número de enseres y el trazado urbano de una posible agrupación urbana sin definir por el momento. En este contexto local alcalaíno y fruto de otra leyenda más reciente, la casualidad y la restauración edilicia pusieron al descubierto monedas de plata la Casa Batmala, halladas en el suelo de una habitación de esta mansión hidalga.

Y, en el ínterin, de estos dos últimos hallazgos, debemos destacar los de los tesoros hispanos musulmanes de Charilla y de Ermita Nueva.

 

 

En La Semana del periódico Jaén. Domingo, 19 de noviembre de 2017

 

 

 

 

 

 

 

EL TESORO DE CHARILLA

La razón de ocultar monedas y objetos de valor como tesoros conlleva implícita la pregunta de las circunstancias que lo ocasionaron. Generalmente, todas estas joyas enterradas responden a una misma fisonomía, porque los individuos los han ocultado con el fin de recobrarlas posteriormente; y, por otro lado, fueron consecuencia de momentos concretos de migraciones forzadas y ataques de enemigos con la esperanza de su reintegración a la vuelta a sus hogares. Como se decía en el catálogo de la exposición de las Monedas del Andaluz.

“ Sin embargo nuestra información sobre los motivos que conducen a la población a realizar los ocultamientos de monedas es más escasa; los ocultamientos de monedas han sido una constante por parte de la población desde la aparición misma de las acuñaciones y estos se realizaban por diversos motivos: escapar de la presión recaudadora del estado, preservar sus riquezas en momentos de peligro o tensión, tales como guerras, enfrentamientos civiles, preservar los ahorros con la intención de recuperarlos luego, cumplían asimismo la misión de ser los ahorros de una persona o familia”.

La importancia de los tesoros de Alcalá la Real en el contexto de la historia local, provincial o nacional, es muy reveladora, porque delata, con la leyenda de las monedas del de Charilla, un asentamiento del núcleo de Sajral-Walad en época califal que perduró hasta hoy en un contexto muy ilustrativo de este mundo repleto de leyendas, testigos y yacimientos medievales. Se remonta su legendaria historia, nada menos que la ciudad de Flora, esa santa mozárabe que muchos consideran patrimonio local, y, por estos lares, también se atribuyen su residencia en el exilio de tierras cordobesas. Se ratifica como núcleo importante del mundo árabe con la presencia de Ben Jakán, famoso poeta que escribió Los Collares de Oro. Un episodio bélico realza  el entorno denominado la Batalla de la Boca de Charilla en el siglo XIV, entre las tropas musulmanas que se adentraban a las tierras calatravas y las huestes de la ciudad de la Mota, dirigidas por Fernando de Aranda.

Si a esto añadimos el cúmulo de leyendas relacionadas con el mundo oriental, no es de extrañar que se descubriera este tesoro en esta aldea de Alcalá la Real. Entre ellas, la más destacada la de María Solís, encuadrada aun escaso Kilómetro del yacimiento donde se encontró el tesoro, En el cortijo Sotillo, se transmitió oralmente, la leyenda de esta mujer encantada, la bella durmiente que dejaba fulminados y atontados a los campesinos que acudían de noche a responder a aquella pregunta enigmática sobre su belleza. Esta leyenda está entrelazada con la de del descubrimiento de los viejos tesoros orientales por parte de un iluminado, también muy extendida por entre los vecinos de estos lares. Estos tesoros se descubren con una condición a cumplir, como la que le falló el que fue a descubrirlos en una cueva, cuya entrada contiene una piedra con la huella de su mano, que parece como una señal de veto al nacimiento del agua donde aquella María Solís estaba encerrada, a manera de ninfa, escondiendo un apetitoso y exuberante tesoro. En la versión legendaria el aventurero no pudo sacarlo de aquella roca que mana agua, porque no cumplió la condición de ir solo y al no ajustarse la hora que le había exigido dicha dama. En verdad que aquella roca, en tiempos de sequía, todavía rezuma la humedad que envuelve el misterio, porque una nueva versión se nos transmitió de este personaje femenino. Lo hicieron sus propietarios contando que  una princesa mora que quedó encerrada en aquella fuente, y recibió el nombre de Solís tras la huida de sus padres con motivo de un ataque de los pueblos musulmanes a esta familia mozárabe que guardó el tesoro.

Unos cientos de metros más abajo, junto a la Cooperativa de Nuestra Señora del Rosario los aventureros fueron los alumnos de EGB Alejandro López, Rafael Gallego López y Miguel Pareja. No quedó esfumado ni desapareció de aquella tierra en manos de traficantes ni anticuarios, sino que se lo comunicaron, por enero de 1977, a su maestro Manuel Gómez Palomares. Este recorrió todos los trámites para convertirlo en un bien de interés cultural que se exhibe desde aquella fecha en una de las vitrinas de la sala de arte musulmán del Museo Provincial. Otra María Solís o Zulema debió adornarse con aquellas joyas. Aquel hallazgo contenía una diadema de oro, dos colgantes de media luna, la pulsera de seis rectángulos de oro ye pasta vítrea, los cuatro rosetones de oro, las cuentas de metal dorado, los cinco cilindros de oro, las cuatro sortijas (una de ellas con inscripción árabe), varios rosetones, broches, cinta de plata, cascabel, parte de cadena trenzada, doce cuentas y cincuenta y una perlita. Las cuatro monedas que completaban los hallazgos proyectaron una nueva visión histórica de la época musulmana por tierras de los Banu Said, fechando su cronología en tiempos de Abderramán III.

 

 

 

 Y, sobre todo, los niños, el maestro y las autoridades respondieron con la condición actitudinal de proteger el patrimonio entregándolo a las instituciones para disfrute, estudio y cultura de la humanidad. Una bella lección que tuvo su recompensa en los descubridores y propietario del terreno, en este caso María Solís no zafó el descubrimiento. En futuras aventuras, hay que seguir el ejemplo.  

 

En la Semana del Diario Jaén. Domingo, 3 de diciembre de 2017

 

 

EL TESORO DE ERMITA NUEVA

 

Ermita Nueva es una de las aldeas más dispersas del municipio de la ciudad de la Mota formada por varios núcleos, entre los que destacan  Cequia, Pilillas y el  Ventorrillo. Antaño, predominaban, en este partido de campo,  tierras de cortijos de propio. Tierras  de la Ciudad, Pinillo, Piojo, dehesa de Camello, Alcaiceruela compartían la propiedad colectiva junto con los  pertenecientes a los cartujos de Granada. Desde las Juntas hasta Matute estos frailes extendían sus tierras y mansiones adquiridas de antiguos repartimientos a los conquistadores de la frontera, y que fueron desamortizadas pasando a manos privadas.

Desde las huellas  del homo neanderthalensis hasta  vestigios de la presencia visigoda, puede encontrarse en este lugar de paso desde tierras de la depresión del Guadalquivir hacia la Costa Mediterránea a través de la ribera del Río Velillos, por estos lugares de Frailes, que recoge en el paraje de las Juntas las aguas de los arroyos Palancares, Salograr y Mures . El Cerro de la Gineta denota la presencia de un oppidum iberorromano que dejó su huella y su posición estratégica en muchos momentos históricos. En su entorno alguna que otra necrópolis y proliferan las villas romanas por las riberas del Palancares.  Entre estas villas, transformadas en alquerías, destacaban las de  Cequia, Alta y Baja. Una de ellas convertida en venta. En concreto, hay noticias siguiendo los datos del arabista Pedro Cano Ávila, que esta Cequia de Ermita Nueva se  nos remonta a los siglos X y XI del siglo XXI gracias al estudio de  las monedas encontradas de tesoro y  datadas en tiempo del emirato y califato. Incluso,  se fija el final de este asentamiento o yacimiento   con la última moneda de los fatimíes del norte de África, a nombre de del califa Al–Hakam  y revela que el tesoro se ocultó en torno a 1010 d.C. Pues, está constituido por monedas y  un conjunto de piezas con una cronología comprendida entre 937 y la última  fecha mencionada.  En el caso de las monedas, aparecen muestras  de todos los califas de Córdoba y las dos norteafricanas. 

Si comentamos, en el tesoro de Charilla, que  todo su material numismático corresponde a  misma época, el de Ermita Nueva agrupa monedas que abarcan más de un siglo, “lo que, sin duda, indica un proceso de formación y acumulación a lo largo del tiempo y la permanencia en uso de las emisiones anteriores”.

                El tesoro de Ermita Nueva se considera por los expertos como uno de los hallazgos más importantes relacionados con joyería de época califal. Su ajuar de joyas vislumbra los  ricos ornamentos de un lujoso  tocado  femenino. Se compone de  dos  pendientes, diez y seis  piezas de bráctea para un cinturón, cuatro anillos, tres discos de oro,  uno acorazonado, una pulsera  tutes de oro,  y seis de tutes de plata,  dos pulseras de plata,   y distintas piedras y perlas.  Los dos pendientes con vara curva  para colgar  y cierre de gancho relumbran por su destreza artística, muy semejantes a ellos se encuentran  en el Museo Bizantino de Atenas en  cuanto a su diseño de la parte inferior, compuesta de una plancha calada con  filigrana que enmarca tres rombos  de hilo de oro, a su vez enmarcado por una banda dorada  con siete semiesferas gallonadas  adosadas  y catorce pirámides. Simplemente difiere de los bizantinos en la elegancia de su fina elaboración de menor grosor que la ateniense.  Varios orificios en algunos de los elementos manifiestan que deberían estar cosidos  a alguna prenda o cinta.

El lugar del ocultamiento de  estas monedas y joyas se encontraba en la alquería  de Cequia. Un sitio que comentan los aldeanos que ocultaba bajo tierra varias canalizaciones y cuevas de agua, que fueron ocultadas en los diversos movimientos de tierras a la hora de edificar la ermita de San Isidro, que albergó la imagen de este santo al trasladarse desde la  zona de la ciudad y la capilla del Menchón, donde los monjes cartujanos veneraban y servía de centro religioso para la práctica devota de los labriegos del lugar. Probablemente, entre los momentos más críticos la familia ocultó el tesoro para evadir la presión fiscal o para proteger las riquezas en momentos de peligro o incertidumbre. Se comprende que sus monedas correspondan a varios tiempos, porque estos “tesorillos” solían estar relacionados con los ahorros de una persona o de una familia y, en muchos casos, habían sido acumulados durante generaciones. Para esconder sus  joyas y monedas, en ese caso emplearon un  objeto de cerámica, el más habitual, desechando el recipiente metálico de otras ocasiones, o  las cajas de madera. Este fue el caso del tesoro de Ermita Nueva, que se hallaba en  el conocido pucherillo o pequeña vasija de barro. 

 Si fortuita fue la suerte de encontrarla en los años noventa del siglo XX, sobrepasó la generosidad de su donante. Juan Ángel Pérez Arjona, un joven de aquella aldea por aquellas fechas, tuvo la fortuna de encontrarlo cuando paseaba por una tierra recién arada.  Unos años más tarde del mismo decenio, y amparándose en  su  amor por la cultura patrimonial   de la comarca alcalaína lo hizo patente entregándole al ayuntamiento alcalaíno, que lo inventarió como un bien propio de su patrimonio. Actualmente se exhibe reconociendo la labor de su descubridor en una de las vitrinas de la capilla del señor abad en el Museo de Alcalá la Real, ubicado en el Palacio Abacial. Es la joya de la corona, como le gusta nombrarla al diputado actual de Cultura. Ha recorrido las  más importantes exposiciones hispanomusulmanas de los últimos tiempos como la de la Alhambra de Granada o la de Medina Zahara  en  Córdoba.

 

En la Semana del Diario Jaén. domingo, 17 de diciembre de 2017

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA PEDRIZA, UNA ALDEA DE TESOROS ENTRE CUENTOS Y LEYENDAS.


 

A lo largo de estos dos capítulos anteriores, apareció el mundo de tesoros de la Sierra Sur juntamente con las aldeas de Charilla y Ermita Nueva, pertenecientes al término de Alcalá la Real. Poner el punto final a este mundo es imposible, teniendo en cuenta de que no es raro el momento futuro del que pueda aparecer un nuevo hallazgo en estos pueblos con una  importante tradición legendaria.

Este es el caso de los partidos de campo de Cantera Blanca y  Valdegranada, donde se encuentran muchos rincones de un patrimonio perdido, tanto en los ajuares de las antiguas villas, alquerías y cortijos de conquista, como en las aldeas con pasado romano y musulmán. Y, como fue el caso de los tesoros comentados, en su entorno mantienen una tradición oral repleta de anécdotas, cuentos y leyendas. En Valdegranada, Ibn Jatib destaca aquel episodio del emir almorávide Tasfin ben Alí, que, al pasar por las Peñas de Majalcorón, el Prado de los Cuernos, se burló de su acemilero, manifestándole que todo aquel prado de cuernos, en este caso, de ovejas, era suyo, a lo que le respondió el vasallo, que más bien eran del emir y de su padre. Pero no podemos pasar de alto las leyendas de cuevas y tesoros escondidos por aquel entorno con arabismos como las de la Cañada Ámbar y del cerro de la Hortichuela. Pasadizos kilométricos imaginaban desde estas aldeas entre zonas de frontera, simulando a los terrenos palestinos actuales. Incluso, se atrevieron a divulgar la leyenda de la mezquita de columnas de oro en los  fondos subterráneos del Cerro de la Cruz.

            Pero, de seguro que la aldea de La Pedriza, con un pasado claramente musulmán  ofrece el campo propicio para tropezar con una sepultura pétrea musulmana  o una vasija de barro llena de monedas en su núcleo rural y en sus antiguos yacimientos del Castellón, Encina Hermosa o Fuente Nubes. Allá, por los años setenta del siglo pasado, aparecieron, con motivo de la pavimentación de sus calles, una auténtica necrópolis con tumbas antropomórficas excavadas en la roca del suelo, que quedaron selladas desgraciadamente con el cemento para la eternidad. Era un claro síntoma de un yacimiento poderoso, que se complementa con la cueva subterránea bajo la  placita de la aldea. Y, se ratifica con la lápida precalifal, encontrada cerca del cortijo del Toril y se exhibe en la Sala de la baja de la Campana de la Mota. No responde este elemento funerario a un simple objeto de unos coleccionistas que dejara abandonado en unos de los cortijos de los hombres de conquista, los que proliferan por estos lares con motivo de los diversos repartimientos de Alfonso XI y Carlos. Es una pieza valiosa de un caballero musulmán, datada en torno al año 872  y descubierta en la curva de la carretera de Montefrío hace unos cuarenta años. Además, cercano se encuentra  el cortijo del Toril  y el camino hacia Bajacar, un cortijo legendario. En este último se forjó la leyenda de La Encina Leona, y, en su entorno el cerro del Castellón, lo consideran los lugareños como un recinto fortificado desaparecido, una atalaya. Su etimología denota hasta un fundamento romano.

 Y el  cuento de aquel chaparro majestuoso, el de mayor frondosidad y sombra del entorno, anuncia y presagia un tesoro escondido. En días de luna, cuentan que su luz penetra entre las ramas fijando el lugar exacto del tesoro de la corona de la reina. Además, se reviste con el episodio de enriquecimiento de unos vecinos de Bajácar. 

Muy lejanos debieron ser los tiempos de aquel descubrimiento de una mujer viuda que acudió a la cita nocturna para encontrar el tesoro en esta famosa encina. Por su grandiosidad, le apodaban leona.  Los mismos ingredientes del relato del cortijo del Sotillo  charillero, en este caso, no fue un pozo, sino que se abrió el enorme tronco de aquel chaparro centenario. No disponía de manos aquella mujer acompañada de una niña pequeña para introducir las joyas de oro en su saco y canasto.

Mira por donde que, como todos los cuentos, no cumplió el condicionante desvelado, que debía acudir sola, sin acompañante. Por eso, se le esfumaron todo aquel caudal de joyas encontradas, porque ardió como la paja  en un solo instante transformando los vasos, platos, bandejas, colgantes, pulseras y adornos en pavesas que volaban en el aire. El terreno está sembrado de indicios para poner a la luz todo este tipo de tesoros. Incluso algunos objetos y monedas musulmanas se exhiben en el museo local. No es de extrañar que se hable de los tesoros numismáticos de La Pedriza. Es simple conjetura, habladuría de los pueblos, o se hizo realidad la leyenda de la viuda de Bajácar. Doscientos cincuenta años de frontera dieron para un patrimonio perdido y, a veces, irrecuperable. Un día apareció un astrolabio en un museo europeo, otro día en el museo jiennense el tesoro charillero, una copia de un manuscrito de un escrito de los Banu Said apareció en centros de estudios árabes. Oro día, el pasadizo condujo a un recinto olvidado como la Ciudad Oculta de la Mota en medio de la Leyenda de Caba.

Estos artículos de tesoros no han entrado en cuestiones profundas de investigación del mundo musulmán en al-Andalus, sino que tan solo su publicación se dirige a la defensa actitudinal del patrimonio artístico, en el campo de las artes no suntuarias. De seguro que otros estudiosos ya han aportado interesante aportaciones sobre la relevancia de estos tesoros o la continuidad y perduración de elementos de la cultura pre-islámica en el al-Ándalus. Tampoco,  somos expertos en dilucidar la utilidad de las monedas en función monetal, atesorable y decorativa y decorativa, simplemente nuestra función es puramente divulgativa y descriptiva desde nuestro punto de vista, una contribución singular con inserción en la globalidad didáctica de los tesoros.

En la Semana del Diario Jaén. domingo, 31 de diciembre de 2017

 

 

 

 

 

 

 

 

 

VIII

DE FERIIS

 

 

 

AQUELLAS FAMOSAS FERIAS  DE GANADO (I)

 

Hablar sobre las ferias actuales de muchas ciudades andaluzas se concreta en divertirse en casetas de asociaciones y grupos sociales variopintos, o en disfrutar de algunas actividades derivadas del mundo del ocio y, a lo más, en  sentir nostalgia por la feria de un ganado que se nos marchita. Pero, si nos remontáramos a mediados del siglo XX, e, incluso, a siglos anteriores, tal vez el núcleo de dinamizador de la feria era la compraventa del ganado y sus protagonistas fueron los corredores, ganaderos, campesinos, gitanos, veterinarios, la guardia civil, la caseta de los arbitrios y, cómo no, el mundo animal.

Jaén, Andújar, Noalejo, La Carolina, Huelma, y Alcalá la Real son importantes centros comerciales en estas ferias de ganados, muchas de ellas entroncadas en ferias agroganaderas, donde se comparten las ofertas ganaderas con los productos agrarios. Si la Carolina se convierte en el centro de las comarcas de Las Nuevas Poblaciones y El Condado, e incluso de pueblos meridionales del sur de ciudad Real y del norte de Granada, Huelma se convierte en la capital ganadera de la Sierra Mágina.  De algunas no quedaron sino su prestigio histórico de tiempos pasadas y algunos elementos ganaderos e industria alimentarias como son el caso de las ferias de Guadajoz y Noalejo. Ambas, por su carácter lindero con diversas provincias, atraían a vecinos de los pueblos granadinos y cordobeses. Muchas ferias se remontan a una concentración de trato comercial que fue refrendada posteriormente por los reyes como un privilegio para el desarrollo económico de su localidad.

Próximamente, la feria de Jaén es la crónica anunciada del desarrollo histórico de las ferias famosas. Pues si bien se remonta a tiempos del Condestable Miguel Lucas de Iranzo en el siglo XIV, a mediados del siglo XX comenzaron a declinar en la afluencia de animales y en mermar las transacciones comerciales al sufrir la competencia de la maquinaria agrícola que usurpó los roles de los animales en la agricultura. Otras se remontaban a antiguas ferias comerciales que prodigaban en las tierras del Santo Reino desde la época medieval como la de Villacarrillo, o en la edad moderna en Alcalá la Real, y posteriormente fueron refrendadas por el reconocimiento real. En el primer caso, por el rey Fernando VII, en Alcalá por Carlos II y en Andújar y Jaén ya avanzado el siglo XIX por los monarcas borbones.

En todas ferias jugaba un papel fundamental la localización del núcleo capitalino. Si ponemos por ejemplo la ciudad de la Mota, desde tiempo inmemorial fue un sitio de paso, puerto de Casilla y reino de Granada y lugar de intercambio comercial entre los pueblos del Alto Guadalquivir y las zonas costeras. Alcalá la   Real fue siempre un lugar de travesía humana   y de intercambio comercial, social y cultural entre los pueblos de los antiguos reinos de Granada, Jaén y   Córdoba. Era, en efecto, un cruce de caminos obligado para los diversos tipos de viajeros que cruzaban y recorrían las tierras de Andalucía o bajaban de Castilla hacia el reino de Granada. Desde que se instituyó la Corte en Madrid, a partir del siglo XVII, el camino real era frecuentado por todos aquellos que se dirigían a Granada o volvían de la capital de España, a través de una importante vía del Llanillo alcalaíno. Secretarios, miembros del Consejo de Estado, escribanos de la Corte, abogados, religiosos de las nuevas órdenes y mercaderes   pasaban por la ciudad alcalaína para pernoctar o, simplemente, de paso hacia sus destinos en donde debían resolver los pleitos judiciales en la Chancillería de Granada o los complicados asuntos relacionados con la Corona.

Por el camino de Córdoba, los viajeros y los comerciantes de la campiña cordobesa y de las antiguas tierras de la orden de Calatrava se adentraban en una extensa red comercial, en la que grandes grupos de arrieros traficaban el vino, el aceite, el trigo y otros alimentos con destino a la capital granadina y malagueña. 

Por otro lado, desde Murcia procedía otra ruta comercial que, además de comercializar el trigo desde Totana y los puertos del Mediterráneo a través de Iznalloz, tuvo gran importancia en el abastecimiento de las libras de seda para este tipo de artesanía que fue muy pujante en Granada, y, también, en el siglo XVI y XVII en la comarca alcalaína.

Desde Málaga, los playeros, hasta principios de siglo XX, acercaban a los pueblos de Córdoba y Jaén por un camino que desde Vélez –Málaga atravesaba la comarca alcalaína y se bifurcaba hacia Priego y el Castillo de Locubín. A todo ello hay que añadir las redes intercomarcales de los mercados de ganado y de productos básicos, cuyo centro más importante se asentaba por el mes de septiembre en la feria de Noalejo sin olvidar otros caminos de menor trasiego comercial que enlazaban con Montefrío, Castillo de Locubín, Baena, Priego o Moclín.  Y, aunque un poco más lejanos, también comunicaban con los pueblos del corregimiento: Loja y Alhama de Granada.

 

El cambio en los itinerarios comerciales, el desarrollo de nuevas comunicaciones a través de las autovías y de otros medios de comunicación más rápidos, supusieron o un rotundo cambio y metamorfosis en las ferias de ganado.

. En La  Semana, del Diario del Jaén. Domingo, 8 de octubre de 2017

 

 

 

 

 

 

 

 

 

DICCIONARIO BÁSICO PARA LAS FERIAS DE GANADO (I)

Las ferias de ganado se remontaban en el albur de los tiempos. Jugaba un gran papel la localización de las ciudades. Ser puerto de mar y de tierra, que también lo hubo, le proporcionaba un trasiego comercial importante. Y, en Andalucía, lo fueron Antequera y Alcalá la Real. Esta, en el siglo XII, ya lo escribía Pero Marín refiriéndose a la venta de esclavos cristianos que se realizaban en la fortaleza de Aben Zayde.  Como diría el profesor de la universidad sevillana Pedro Cano Ávila acerca de la enorme importancia de este puerto terrestre de entrada de Castilla al reino de Granada: “Si nos atenemos ahora al valor económico del comercio entre los reinos de Castilla y Granada, y sobre todo a través del puerto de Alcalá la Real, llegaremos a la conclusión de que fue realmente importante”. En las ferias comerciales, se forjan los hombres de negocio, se crea un argot peculiar y se desarrollan una serie de actividades que requieren un diccionario básico de uso para los no profesos en este tipo de tratos comerciales.

 

EL ALMOTACÉN

Este arabismo no se usa actualmente. Pero era el encargado del cabildo municipal para controlar los pesos, pesas y medidas de granos, frutos, carne, y vino, así como la tipología de los cántaros de los aguadores según le ordenaba el caballero o fiel ejecutor del cabildo y de acuerdo con las tasas que imponía el ayuntamiento. En ese caso, las de la feria recibían el nombre de viento.  Debía presentarse en todos los tratos con el marco, pesas y medidas. A este oficio, se le añadía el ser el encargado del corral del Concejo donde se encerraban los animales de abasto de la ciudad, y asumía, además, las funciones de limpieza de las calles y vías públicas, el uso de las fuentes y lavaderos públicos.   Especialmente, recibía el nombre de fiel corredor de granos el que se encargaba de controlar el peso de los cereales, por los que cobraba una tasa diferente entre compradores forasteros o locales.  De ahí proviene el nombre de correor, como mediador entre compradores y vendedores de las ferias de ganado. Con lo recaudado, se le pagaban cuatro reales si se ocupaba una mañana y otros cuatro por la tarde; si denunciaba una situación de fraude, se llevaba la tercera parte.

Bueno dejemos, que el fiel almotacén fue sustituido por otros personajes y, entre ellos, los veterinarios actuales que vigilan todos los aspectos del animal que se vende, salud, rasgos físicos, edad. Su presencia en el recinto era y es imprescindible para controlar la sanidad y la pureza del ganado. Se les suele reservar una caseta donde realizan las tareas burocráticas.

 

            COMPRA-VENTA

 

La compraventa era el acto central de la feria de ganado, revestido con el protocolo del acto comercial, y la satisfacción de las esperanzas del camino recorrido y, con su ejecución, cubrir el mantenimiento anual de la vida de la familia campesina.  Durante su desarrollo, se afinaba la mente, se cuidaba la semiología y se cronometraban hasta los silencios. Los espectadores sobraban, pero miraban, a lo lejos, de reojo y sabían que no debían intervenir.

Se le denomina trato, venta, negocio, “meollo” o asunto, más finamente el mercado o la transacción. Y decíamos con el cronista Murcia en un libro costumbrista y de relatos: Es hora de exhibiciones y exhibicionismo. Con un fondo sinfónico de rebuznos, cencerro y campanos, se inicia un masivo ‘Streep-teese¨´, con desfiles y trotes de animales. Lo más íntimo sale a relucir ante cualquier gesto de negocio: dentaduras limpísimas, rabos bien peinados, traseros aseados, pezuñas y calzado recién estrenado”. El honor juega un papel importante en el trance del  aguzado diálogo, el tono de voz y  la  porfía se suben y se rebajan según la intuición del protagonista circunstancial del  acto mercantil; como fondo de escena, el movimiento de danza y  adiestramiento  del animal; en medio de ellos,  la batuta del corredor  armoniza el convulso movimiento de los dos contrincantes de turno, y , al final, el rondón  se simboliza “con una subida de la gorra por parte del  armonizador, y el apretón de manos de los protagonistas. “Trato hecho” a lo que se responde sacralizando y deletreando el lenguaje con la misma frase “trato hecho. Es la palabra de un hombre”, saludo final acompañado de la entrega de una cantidad de dinero al comprador como señal de que se ha ejecutado el fallo comercial.  Y, el vendedor asentía con el posesivo “mío” que le provocaba el comprador con su respectivo “tuyo”.

 

LOS SEÑORES DE GANADO, CON SUS GUÍAS

 

Los señores de ganado disponían de un documento acreditativo a la hora de hacer las transacciones. Era lo que comúnmente denominaban las guías ganaderas. Imprescindibles para documentar las reses, su origen, edad y otras circunstancias relacionadas con el animal. En el propio transporte, se les exigía a los ganaderos o vendedores por la autoridad pública, generalmente por la Guardia Civil este documento acreditativo del animal de la compraventa. Se vinculaba a que las ferias de ganado adquirían el rango de muestra de ganado regional. Pues, los animales domésticos jugaban un papel importante en el sector agrario y esta faceta ganadera de la feria afecta al personal del campo, fundamentalmente. De ahí que raro era el municipio que no dispusiera de ordenanzas o reglamentos municipales regulando este comercio, donde se insistía en apartados sobre el hierro, sello, registro, uso de pastos, alcabalas o impuestos, y libros de registro y de justicia. Esta ordenanza de la ciudad de la Mota es muy substanciosa en 1760: 

“Que los señores de ganado usen de yerro conocido y lo registren como se manda. Para muchos efectos es muy preciso y conveniente de esta ciudad y su villa del Castillo tengan yerro conocido y distinto, con que marcar sus ganados, principalmente para poder gozar de los pastos y que otros forasteros nos los defrauden, y asimismo para librar de hurtos sus ganados y recuperarlos si se los hurtaren, y finalmente para gozar de buena fe de la libertad de alcabalas en las ferias, y demás partes donde las vendan, según el privilegio de esta ciudad de que hace memoria la ley real. Por tanto, ordenamos y mandamos que los dichos señores de ganado tengan su yerro  y señal conocido, el cual y todos los demás cortaduras de que usaren, acudan a reseñarlo en el oficio del cabildo, donde mandamos se forme libro y cuaderno judicial en que se estampen los dichos yerros, y se pueda dar de ello testimonio  siempre que convenga, y absolutamente prohibimos traseñalar ganado alguno, ni recargarle otro yerro, porque para hacerlo así se ha de acudir a la Justicia, y sacar licencia para ello, quedar anotado ”.

Domingo, 22 de octubre de 2017. En La Semana del Jaén.

 

 

 

LA FERIA DE GANADO III.

DE LA F A LA Z EN LA FERIA DEL GANADO

 

A partir de la consonante fricativa sorda, abundan los vocablos relacionados con la feria. Se resumen en estos términos:

FECHAS Y FERIAS OFICIALES DE GANADO

La actividad comercial y de feria de ganado se remonta a tiempos de los romanos, más bien de los musulmanes. No es, pues, extraño que muchos pueblos trataran de institucionalizar y fijar en el calendario anual este comercio espontáneo, atendiendo al repertorio ferial y festivo de los pueblos del entorno.  Unos por San Lucas, otros por san Miguel, los hay por San Mateo y abundan las patronales.

Aunque muchas ferias no reciben su reconocimiento oficial por parte de las autoridades oficiales regias, éstas se celebran de forma ininterrumpida porque era una fuente de crear riqueza e ingresos para la Corona ante su voraz afán recaudatorio con motivo de la deuda del Estado comprometida en guerras u otros acontecimientos. Un caso singular fue la feria alcalaína, reconocida en 1688 por Carlos II, ya que atendió el interés social y económico, pues la comarca se encontraba asolada con la peste de los años 1680-1682. Con su instauración de la feria se pretendía reavivar la decadencia de la economía local afectada por los años de sequía y la falta de recursos provocados por la total pérdida de la industria local, principalmente, la seda que había decaído con el cierre de un gran número de talleres transformadores de la seda. Además, era notoria la primacía de la agricultura sobre la ganadería, ya que se habían roturado un gran número de campos para poder afrontar todos los gastos de la hacienda local, derivados por la política nacional comentada.            

FIEL O CORREDOR PÚBLICO

Era el que anunciaba que habían llegado mantenimientos de primera mano a los tenderos y se aseguraba de que no acudieran los recatones a inflar los precios. Los corredores de vinos lograban precios armonizados entre el comprador y el vendedor, pero hubo momentos que se confundieron los tres personajes: el corredor se hizo comprador y vendedor al mismo tiempo valiéndose de sus malas artes y sus conocimientos de oficio. Siempre se intentó cortar por lo sano. Pero, lo cierto es que, en Alcalá, por su tradición comercial (en el vino, ganado, cereales, sedas y lanas) abundaron los corredores, y, llegó esta figura mercantil estereotipada del corredor oficial con gran profusión a la calle. Cómo no, en esta feria abundaban. “En medio, siempre, el ‘correor´. Al final bendice el acuerdo y se lleva una cantidad de corretaje. 

 

GANANCIAS

Existían cuadernos en los que se anotaban el movimiento de los tratos, pero no existían los controles como los actuales de IVA ni, en tiempos más recientes, los bancos estaban sometidos a recoger los movimientos comerciales, y abundaban los billetes de mil pesetas, quinientas y veinte duros en mano, en detrimento de las letras de cambio, pagarés, o cheques bancarios.

EL GANADO

Durante el siglo XVI y XVII, incluso en siglos posteriores, la actividad agropecuaria centraba la mayoría de los movimientos económicos de muchas localidades de modo que se repartían gran número de cabezas de ganado vacuno, mular, yeguar, potros y caballos. Por la Sierra Sur, se traían dos tipos de ganado, domados y cerriles, muy famosos eran los de las Alpujarras, los traían en parejas de cuatro o seis, también se vendían bueyes. Este era el panorama que recogimos en Cancionero, relato y leyendas. “Por este lado, se ven cochinos, cerca de la volatería. Más allá jaulas de conejos. Contigua, una manada de cabras y ovejas, que aumenta cada año. Despistada, una manada de pavos cruza el haza en busca de un lugar adecuado. Especial atractivo tiene el grupo de patos y gansos, nuevo en la plaza, que va a llamar la atención de los curiosos. Y, sobre todo, burros, mulos y caballos. Los hay a cientos, a miles…” Y, a esto se añadía, siglos antes, los animales de caza como liebres o aves perdices o codornices, los toros de nuestras dehesas para las corridas de las fiestas de san Juan, Santiago y la Virgen de Agosto; y, sin embargo, en la actualidad, tan sólo caballos y yeguas de raza, en manada o individuales, algún poney (por cierto, a precios elevadísimo para capricho de sus compradores). 

 

 

 


GITANOS

 No  sabe  con exactitud fijar la presencia gitana  en las ferias, pero se dice que llevaban en la sangre la feria, Famosos por los pueblos del sur eran  Ramón de Íllora,  el Veneno de Moraleja de Zafarraya, el Chino  y los Gallos de Alcaudete, Antonio y  Manuel Pelos del Castillo y su tío Rabico, Victorino de Baena, “Gabino y Diego de Bailén, Enrique de Torredonjimeno, mucha gente de Jaén,  de Pinos, Torrecampo, Luis de Montefrío, Antoñillo de Priego, Manuel de Martos y otro Manuel con el Tingue de Alicante,  algunos lo eran de Loja, Sevilla, Frailes, Úbeda, Linares, Andújar, Rute,.  y hasta Málaga. Se me olvidaba el Máximo de Albolote,

  LA JUSTICIA

Este movimiento mercantil siempre estuvo controlado por alguna autoridad civil o judicial. En época medieval, el fiel del rastro y los alfaqueques jugaron un gran papel para mantener el orden y la autoridad. Pero, desde los Reyes Católicos, el corregidor asumía las competencias represivas de todo aquel tráfico de mercancías junto con los regidores delegados para actividades comerciales. El orden siempre había que mantenerlo, porque no era raro que cualquiera ajustara cuentas con el rápido desenvainar de la espada o con una puñalada trapera. Por eso, se nombraban ministros de justicia o alguaciles, mayores o menores. Luego, vino el servicio de la Guardia Civil. Ya no sólo se vigilaban el recinto de la feria. “Todo el camino los veíamos, y nos pedían papeles para saber que estamos en regla, de feria a feria y de pueblo a pueblo, no podíamos caminar sin guías. Por la feria, se reforzaba el servicio de la guardia con la llegada de nuevos miembros de la benemérita procedentes de Jaén que pernoctaban en fondas y hostales, pagados por el municipio.

OFICIOS RELACIONADOS CON LA FERIA

Los esquiladores realizaban la ceremonia del  afeite con su solemne parsimonia de trasquilar el animal  de cabo a rabo, recortando todas sus puntas,  adecentando las crines y  estriando al animal con el fin de que pudiera soportar los duros calores del agosto alcalaíno ;los herradores  cortaban las uñas de las pezuñas de los mulos con tanto esmero que cuadraba perfectamente el  plano rasante de la herradura con el del corte del afilado cuchillo para fijar los clavos de sujeción; los aguadores eran pobres de solemnidad, que transportaban en las cantareras de asnos y mulos  agua para beber  a los tratantes de la feria del ganado al precio de perra chica, gorda, real  dos reales según el trago  de pipo o botijo; también algunos vendedores de maíz aprovechaban la mañana para cargar, en sus fincas, sus mulos con grandes manojos  de este cereal  y revenderlo a los vendedores o compradores de animales; los aladreros buscaban algún portal cercano o una casilla de aperos para montar su tenderete con almocafres, azadas, bieldos,  y otros instrumentos de labranza;  lo mismo hacían los albarderos que abastecían a los campesinos con albardas, cinchas, jáquimas, tirantes…..

    PAYOS

Nombre con el que los gitanos nombran a sus interlocutores mercantiles, que suelen compartir con el de castellanos.

POSADAS, FONDAS, MESONES Y HOTELES

Desde época musulmana, una red básica de ventas y mesones jalonaban estas rutas de feria y, sobre todo, todas aquellas ubicadas en   la calle comercial de las ciudades, que solían recibir también el nombre de los Mesones, porque era lugar de posada obligatoria para viajeros y caballerizas en el paso por la ciudad Estas posadas y mesones resistieron el envite del desarrollismo hasta que se inauguraron los hoteles. Otros, a la luz de la luna como techo y, a lo más, las piedras de una era o del Coto eran nuestros camastros; en el camino, un curvado lindazo o bajo la sombra de una noguera o moral para descansar cuando íbamos de feria en feria.

            PUESTOS

Había dos clases de puestos. Las casetas de los gubernativos y los tenderetes de comercio. Los primeros se llamaban también casetas de arbitrios que se colocaban en las dos entradas de la ciudad. Por otro lado, los puestos comerciales son pequeños tenderetes bajo el cobijo de fardos de aceituna y lonas y sostenidos con cuatro palos y sus cruceros: a su sombra se vendían bebidas dentro del improvisado recinto ferial, En sus entornos, abundan los puestos   de calderería, sobre todo al margen de la carretera, junto con algún improvisado puesto de turrón y de buñuelos que acudían puntualmente a la cita festiva procedentes de Lucena, Rute y Baena.

RAMO DEL VIENTO

Se refiere al comercio de mercadurías durante los días de feria que tenía un impuesto oficial y era arrendado a algunos vecinos de la ciudad para recaudar fondos y pagar algunos servicios a la Corona. El tráfico de mercancías consistía en la tradicional compraventa de ganado, y alimentos, al mismo tiempo que servía de foco de atracción de diversos tipos de artesanos que acudían a vender los utensilios de labranza y los objetos domésticos. Famosos eran por aquellos tiempos todos los objetos derivados de la calderería y del   cobre de Lucena, así como los buenos vinos de las tierras cordobesas.

SITIO DE LA FERIA

 Cambiaron los sitios del comercio y los géneros de transacción. Solía hacerse a las afueras de las ciudades. Cercanos al recinto ferial, pero en descampados, que hoy día son las urbanizaciones del extrarradio de pueblos y ciudades.  

Y, una parte de la feria-no ganadera y festiva-  se hizo amiga fiel de esta columna vertebral que generó la feria urbana.  

 

 

En el Diario de Jaén, Primer  Domingo Noviembre de 2017.

 

IX SOBRE FAMOSOS JIENNENSES

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ALBERTO JIMÉNEZ FRAU

 

Traer a las páginas de este libro la figura de Alberto Jiménez Frau significa reconocer un movimiento muy importante que tuvo lugar a lo largo del siglo XIV en la comarca de la Sierra Sur. Nos referimos al flujo de migración, que, constantemente, tuvo lugar entre los vecinos de Alcalá la Real y las costas malagueñas. Los hay en todas las direcciones: desde el trasiego comercial entre los playeros y los labradores alcalaínos, a su vez vendedores de los excedentes del trigo de la comarca, desde la influencia industrial de la Málaga de aquellos tiempos y los hombres de negocios y de la banca, procedentes de la costa malagueña, que se instalaron en Alcalá, o simplemente, de los emigrantes franceses que tuvieron su primera etapa de asentamiento en aquellas costas de España y, posteriormente, sentaron sus tiendas, comercios y sus oficinas de préstamo en nuestra localidad: nos referimos a Los Govert, los Miquel, los Laloya, los Batéala o los Camy. Sin embargo, Málaga también el foro de atracción de otros muchos alcalaínos, que se avecindaron en ella atraídos por aquel pozo de riqueza, modelo de muchos pueblos de España.

 

ENRIQUE GIMÉNEZ, UN ALCALAÍNO PADRE DEL PRIMER DIRECTOR DE LARESIDENCIA DE ESTUDIANTES

 

Entre ellos, el alcalaíno Enrique Jiménez recaló en aquellas tierras. Este personaje, a veces, enigmático para muchos críticos de la biografía de Alberto Jiménez, debió influir en su hijo. Pues, se le había educado en la formación básica de aquellos y había entrado en los estudios eclesiásticos gracias a la preocupación de su abuelo por la formación académica de sus hijos. Pero, aquellos estudios, con tanto fundamento escolástico, no debieron satisfacer las inquietudes de Enrique hasta tal punto que se salió del Seminario de Jaén para volver al seno de su tierra natal.

Pero, en aquellos tiempos comprendidos en la mitad del siglo XIX, la comarca alcalaína tan sólo ofrecía a las personas emprendedoras la incorporación laboral a la vida campesina, gracias al amplio desarrollo de roturación de los montes y al reparto de muchas tierras con motivo de las diferentes desamortizaciones; pues, la burocracia había perdido mucho terreno con la desaparición de la Abadía y no ofertaba ningún puesto ni empleo gratificante para la carrera profesional a los que habían alcanzado algún grado de estudios de tal manera que no les quedaba más remedio que emigrar a tierras americanas, filipinas o a los polos de desarrollo español de aquel tiempo como era Málaga. Eso hizo Enrique Jiménez, pidió a su madre varias monedas de plata y se marchó de la ciudad con destino desconocido.

Tras varias estancias en diferentes lugares de Andalucía, recaló en Málaga, donde se casó pronto, sin embargo a los pocos años quedó viudo. Enrolado en el mundo empresarial de su época, viajó a Paris, sede de importantes encuentros internacionales del mundo de la técnica, ciencia y comercio, para llevar a cabo ciertos negocios relacionados con el mundo de la seda. Allí, conoció a donde a su segunda mujer Henriquette Fraud. De este matrimonio nacieron en Málaga varios hijos, entre ellos Alberto Jiménez Frau.

 

ALBERTO JIMÉNEZ FRAU

 

Estudió por libre Derecho en la Universidad de Granada bajo la preparación de diversos miembros de la familia Orueta (Ricardo Orueta, escritor que dominaba el mundo literario francés y le preparaba para los exámenes oficiales de derecho, y su padre Domingo Orueta, un prestigioso geólogo que va a poner a disposición de Alberto una de las más importantes bibliotecas de su época y los avances de los conocimientos científicos de finales del siglo XIX). Esta familia influyó profundamente en la formación intelectual de Alberto Jiménez Frau, y, al mismo tiempo, lo introdujo en la afición por el gusto artístico y el conocimiento del mundo científico y literario. Pero, como figura nacional quien mayor impacto tuvo en su formación fuel la del kausista Giner de los Ríos, de ahí que se le considera uno de sus últimos discípulos. En la capital malagueña formó parte de un grupo cultural con el nombre de “La Holganza Ilustrada”, en la que se integraron su hermano Gustavo Jiménez, José Moreno Vila, poeta, amigo y crítico, Francisco de Orueta Estébanez de Calderón, nieto del Solitario, y Manuel García Morente, filósofo arjonillero renovaron la cultura provinciana y localista de la capital costeña. Algunos miembros de este grupo jugaron un papel fundamental en la Residencia de Estudiantes como Alberto Orueta y Moreno Vila.

Pronto rompió con este grupo, y se trasladó a Madrid de la mano y carta de presentación de Francisco Giner de los Ríos para realizar los estudios de doctorado. Casó con Natalia de Cossío, esta mujer alta y delgada, de figura distinguida, que emanaba una clase determinada de equilibrio, una tolerancia sobre manera civilizada y curiosa ante las cosas. Ella dirá, un poco tímidamente, que tuvo la suerte de ser educada por tres pedagogos singulares: su padre, su marido y el propio Giner de los Ríos.

Alberto Jiménez Coincidió este tiempo con su mujer en dos importantes acontecimientos culturales: la difusión del pensamiento de la Institución de Libre Enseñanza, plasmada e “impulsada por Francisco Giner de los Ríos, que de profesor de Filosofía del Derecho se convirtió muy pronto en verdadero filósofo de la educación. La Institución fue, a partir de 1876, el movimiento educativo no oficial más importante desarrollado en España a lo largo de la Historia. Los profesores y catedráticos más eminentes del país fueron expulsados de la Universidad Oficial a raíz de la conocida como segunda Cuestión Universitaria y se incorpora al proceso impulsado por Giner de los Ríos y sus discípulos.

Resultado de su labor, reconocida por los sectores más liberales de la monarquía, fue la creación en 1907 de la Junta para la Ampliación de Estudios, con sus numerosos centros e institutos, la Residencia de Estudiantes y el Instituto Escuela”. En segundo lugar , con la juventud de su esposa, que manifestó que vivía “ en una época cuando la mujer española se estaba incorporando al saber, cuando empezaba a gustar del aire libre, del paisaje y de los monumentos que en él habían crecido”. Hasta tal punto sintonizó con el movimiento del Instituto de Libre Enseñanza, que pronto formó parte de una de sus instituciones más prestigiosas. En 1900 se creó un Ministerio dedicado exclusivamente a la enseñanza, con el nombre de Ministerio de Instrucción Pública y en 1907 la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, presidida por don Santiago Ramón y Cajal pero personaje que le dio vida fue don José de Castillejo.

 

Dentro del marco de actuaciones de la Junta, en 1910 vio la luz el proyecto de un Colegio Universitario, por el Real Decreto del 6 de Mayo de dicho año. El director de este pequeño colegio, ubicado en sus primeros momentos en un hotelito de la calle Fortuna, por indicación de Francisco Giner, fue Alberto Jiménez Fraud, figura determinante para la institución quien pasó tres años como institucionista. Como comenta el prologuista Luís G. Valsdellano de su libro “La Residencia de Estudiantes” Giner de los Ríos se fijó en su inteligencia serena, en sus condiciones de integridad moral, sus dotes persuasivas, la firmeza de carácter, y, sobre todo, la capacidad de que en él se advertía para entregarse generosa y totalmente a su ideal. El contacto directo con sus maestros Giner y Cossío, hicieron surgir en el su auténtica vocación la de ser un educador de la juventud, dedicando toda su vida a esta labor cultural. Todo ello con un sentido reformista, que trató de compaginar el carácter y las costumbres de la sociedad española con lo más depurado , libre y tolerante de la vida y cultura europeos A partir de 1910, dirigió esta ya denominada Residencia de Enseñantes, lugar donde enseñaron y estudiaron figuras eminentes del ámbito mundo cultural y científico. Perseguía esta institución una residencia de estudiantes provenientes de las provincias, que encontraran no sólo un lugar de aloja miento sino también un sitio donde se complementara su formación familiar y cultural, a la vez que el contacto con profesores prestigiosos y personalidades que ilustraran a los pensionados en una formación integral del individuo. Por eso en otra ocasión manifestábamos la relevancia de Alberto Jiménez con estas palabras “persona importantísima para la generación del veintisiete, expansión de las ideas de la Institución libre de Enseñanza y, desarrollo de la investigación científica y, sobre todo, con el intercambio cultural de Europa”. La Residencia, a pesar de influjo anglosajón, siempre tuvo como principio fundamental la libertad a la hora de desarrollar todo tipo de actividad cultural y científica. Bajo la égida de Alberto Jiménez, este humanista será siempre fiel a la libertad de los individuos frente a los totalitarismos de cualquier signo, una institución modelo de enseñanza para la posteridad.

Fue un gran amigo de Juan Ramón Jiménez, que siempre recordará a su madre los afectos y dedicación que le tuvo con su persona la Residencia de la Colina de los Chopos, tal como le puso de nombre aquel paraje o páramo cultural de España. La lista de personalidades con las que contactó, durante su dirección de la Residencia, fue muy importante y, entre Juan Ramón y Alberto Jiménez: a partir de 1913 comenzó el movimiento literario de la Generación del 27, que tantos frutos y poetas ha dado a España-Alberto Jiménez Frau ejerció un tipo de pedagogía en la que cuidaba el mínimo detalle para que los residentes se sintieran felices. Tras su estancia en Inglaterra y con el asesoramiento de la Junta de Ampliación e Investigación Científicas, consiguió lo que manifestamos en otro artículo anterior “prever la creación de laboratorios de trabajo” y de otras instituciones destinadas a promocionar el progreso cultural de España y la mejora de nuestras instituciones de enseñanza e introdujo algunas costumbres inglesas como la labor de las tutorías que dieron sus fruto en la Medicina y el Arte.

De gran transcendencia para la vida cultural española de los años veinte y treinta fue la Residencia de Estudiantes, donde convivieron Unamuno, García Lorca, Machado, Ortega y Gasset, Juan Ramón Jiménez, Eugenio D’Ors,...y han pasado por su cátedra eminentes figuras como la de Einstein, Bergson, Paul Valery, Paul Claudel, Hugo G. Wells, Le Corbusier, Ravel, Marie Curie, etc. Y, no podemos olvidar a científicos españoles como los doctores Ramón y Cajal, doctor Negrín, el histólogo Nicolás Achaparro, Severo Ochoa, Calandre, Paco Grande, Sixto Obrador, del Río Ortega….

Los más beneficiados dentro del grupo fueron los futuros arquitectos, y eran asesorados por Moreno Villa Los alumnos de ciencias tenían al lado el Instituto Nacional de Física y Química, dirigido por Blas Cabrera, colaborador de la Residencia donde pronunció conferencias y cursillos. También estaba al lado el Museo de Ciencias Naturales dirigido por Ignacio Bolívar. Los de medicina tenían a su disposición los famosos laboratorios de la Residencia dependientes de la Junta subvencionados por ella. Ya en Fortuny tuvieron un pequeño laboratorio de "anatomía microscópica" dirigido por D. Luis Calandre, que era el más distinguido cardiólogo de Madrid. Era el médico de la Residencia y enseñaba Histología a los alumnos de primero de medicina.

En la Residencia se hallaban distintos laboratorios de: Química General, Química Fisiológica, Fisiología y Anatomía de los Centro Nerviosos, Serología y Bacteriología, aunque el más importante fue el de Histología y Fisiología General. Se contaba sólo con 11 plazas para 22 estudiantes, por lo que deberían trabajar por turnos. Se estudiaban siempre temas concretos de la especialidad. Para los estudiantes cualificados, la Junta contó con becas en el extranjero. El acceso a los laboratorios era libre. Podían acudir otros estudiantes que acreditaban su preparación para ocupar las plazas que se ofrecían

De la capacidad organizativa, podemos ponerla de manifiesto en este poema de Gabriel Celaya.

 

 

Recuerdo a Don Alberto Jiménez

Fraud, tranquilo,

gobernándolo todo, como quien

no hace nada.

Recuerdo a Don Miguel y a Juan

Ramón, y a Ortega,

y el susto que me daban si de

pronto me hablaban,

y el interés humano que yo, estudiante

equis,

en ellos despertaba, conmigo levantaban.

¡Mi vieja Residencial ¡Mi España

siempre activa!

¡Mi verdad golpeando que no es

sólo un recuerdo

nostálgico, adornado de glorias

arrastradas,

sino algo siempre claro como

espejo y ejemplo!

Porque si fuimos fruto de un

árbol plantado,

también somos semilla de un

nuevo crecimiento.

 

La guerra civil significó un paréntesis de este movimiento científico español. Tras el exilio, Alberto se dedicó a la docencia en las universidades y llevó a cabo varios escritos, entre ellos “Ocaso y Restauración. Historia de la Universidad de España” o la mencionada “La Residencia de Estudiantes”. Alberto Jiménez Fraud y su familia fueron, acogidos en Cambridge, donde Jiménez Fraud tuvo una lectoría en el King's College y fue miembro de la High Tablee Luego fue Oxford, el New College, la High Tabla También su casa y el ambiente anglosajón fueron foco de atracción de investigadores españoles y extranjeros y fue definido por Caro Baroja de esta manera.

Allí encontré (en Oxford) un hogar español . En un sitio céntrico, cerca de St . Giles,  hay un vallado que contiene dos o tres casitas y que se llama Wellington Placeen una de estas casitas vivía, con su mujer, don Alberto Jiménez Fraud.

Don Alberto era un hombre algo mayor que mis padres, nacido en Málaga, con ascendencia francesa por el lado materno. Había sido el último en edad de los discípulos predilectos de Giner de los Ríos y se había casado con la hija de Cossío. El y su mujer, doña Natalia, constituían una pareja muy singular, porque siendo de caracteres muy diferentes entre sí, estaban muy compenetrados y vivieron con un ideal común. Lo mismo en el destierro de la vejez que en la-época, más plácida, de la juventud".

Y por encima de todo hay que destacar ,lo que referíamos sobre la figura de Alberto Jiménez Frau, un malagueño con sangre alcalaína “nos viene a la memoria “esentura” de Enrique Jiménez que debió influir en la personalidad de su hijo Alberto, que, como él, no se ancló en los localismos inocuos, sino que proyectó su amor a España con la entrega diaria a un ideal que desgraciadamente le vio morir en el exilio como traductor de la ONU: ser amante de la libertad”:

 

 

 

En la Revista del Pasaje de la Ciencia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

        

 

VICTORIANO RAMÍREZ, LAS MATEMÁTICAS APLICADAS A LOS PROCESOS ELECTORALES.

 

        

En este mundo de la globalidad, todo es previsible. De cualquier lugar, pueden surgir las más insospechadas soluciones a problemas y situaciones embarazosas. Es el caso de los atascos que se producen en los sistemas electorales, debido a los mecanismos de representación. Hacen patente lo que decía Churchill, la democracia el sistema político es el menos malo. Victoriano Ramírez González, es un profesor de Matemáticas Aplicada en la Facultad de Ciencias de Granada. Este alcalaíno, de raíces de la aldea de Fuente Álamos, ilustró hace unos días en unas Jornadas sobre  la  importancia dentro del sistema electoral de la trasformación en número de votos en escaños y su  participación  en cada circuncisión. Con una clarividencia de hombre de calle, este famoso matemático jiennense, se hizo de eco de sus propuestas  para  remediar los agravios comparativos  entre los partidos   en  los procesos electorales autonómicos y nacionales, y en haber hecho realidad sus planteamientos en países como Suecia ,y en el mismo parlamento europeo.

Resaltando la base matemática  para zanjar todos estos problemas y exponiendo las incongruencias entre la representatividad entre los partidos nacionales y los autonómicos,  hizo propuestas sobre la mejora del sistema para evitar las injusticias entre partidos que no obtuvieron representatividad superando en votos a otros de menor territorialidad, como es el caso del PCE e IU en otros tiempos frente a otros partidos o coaliciones como ER o PNV, que con  muchísimos menos votos le superan en su representatividad e, incluso, dejan en la cuneta a algunos como el PACMA. Resuelve el conflicto  anterior mediante un equilibrio entre diversos parámetros del reparto de escaños con  el tamaño de la circunscripción.  En palabras suyas, lo resuelve de forma rotunda “Nosotros mantendríamos el sistema D’Hondt, que es un buen método, y sin embargo todo se corregiría igualmente. El problema con el sistema electoral es que se hacen 52 repartos [las circunscripciones] de forma independiente. Nosotros primero asignamos los escaños a los partidos en función de los votos totales y luego distribuimos los restos entre las circunscripciones con una fórmula matemática. Con nuestro modelo, la variabilidad de las circunscripciones no afecta al resultado, porque asignamos los escaños en función de los votos totales. Un voto para un partido recibido en Melilla vale lo mismo que el recibido en Valladolid, Zaragoza o Granada”.

Este matemático fuentealameño  dirige el grupo de  Investigación en Métodos Electorales (GIME). Y  no sólo su trabajo ha quedado reflejado en nuestra tierra sino que ha sido reclamado por  varios países y organismos nacionales. Dentro de su área de Análisis y Aplicación  matemáticos, este grupo dirigido por el catedrático Victoriano Ramírez, a través de revistas y otras publicaciones, se ha acercado a temas candentes como ,las limitaciones constitucionales, la problemática del  escaño y tamaño de las circunscripciones, la paridad de género,  el sistema electoral catalán, la revisión de los miembros de los órganos de las cajas de ahorros, a las elecciones de los miembro de los claustros universitarios  pasando por la Ley Electoral mejicana y los casos de manipulación  con colegas extranjeros,, la distribución de los senadores por las comunidades autonómicas,  hasta llegar a resoluciones como las fórmulas electorales en sucesiones divisorias y la matemática aplicada a la distribución n de escaños.

 Junto con Antonio  Palomares, y  Blanca Delgado, propuso nuevas aplicaciones de escaños compensatorios para los partidos, y  un sistema ecuánime para el Congreso de Diputados, las elecciones directas a la figura del alcalde. Sus estudios junto con el propio Palomares y Luisa Márquez,  para el parlamento Europeo fueron  requeridos por este organismo, con lo que obtuvo que se mejoraran los escaños para países como España  y Francia. Recientemente, su última publicación Cambiar tres normativas ¿Por qué, o por qué no, propone  cambiar el método para la elección del Presidente del Gobierno ante las elecciones fallidas, elaborar  regular los referéndums de Independencia  y transformar  el sistema electoral del Sistema Electoral del Congresos de Diputado. Pues señala “ es injusto ya que produce desequilibrios y discordancias en la representación de los partidos políticos”. Tres temas candentes que este profesor jiennense resuelve con valentía y propone para los políticos, sugiriendo métodos, aportando iniciativas y confrontando pareceres dentro del sistema constitucional
 Publicado domingo, 15 de marzo de 2020. En La Semana del Jaén.

 

 

 

 

 

 

 

X VARIA

 

 

 

 

 

ENTRE FIESTAS Y FESTIVALES. ETNOSUR. CON FOTOS DE HOY.

 

                Parece como si corriera, por los meses de verano,  un vendaval báquico que convocara a todos los vecinos de los rincones de la comarca de la Sierra Sur a un sinfín de acontecimientos lúdicos, festivos, religiosos y culturales. No hay rincón de la geografía  del partido municipal de la ciudad de la Mota donde no se organice  algún acto de ocio. Las bacantes inundan las plazas  con los bailes s públicos, proliferan las litronas juveniles y  se asiste como una reliquia del pasado a las procesiones

ONG DE CHANA CON LA QUE COLABORA
HUERTA DE CAPUCHINOS EN PROGRAMAS DE NIÑOS

 

 

 

 

De  los santos  aldeanos recorriendo desde el último rincón de una aldea hasta la ermita acompañados de  la banda municipal.  Por eso, de que el negocio, lo que no es ocio, señala el periodo vacacional en julio, agosto y septiembre. A nadie le extraña este sarampión festivo que se ha propagado por todos los lares. Desde  la pequeña urbanización de las Vegas de la Paloma  a las aldeas de la Rábita o de las Riberas, desde el barrio de San Juan hasta el de Huerta de Capuchinos. Con motivos patronales, como las fiestas de san Roque en Mures o  Santa Ana en la aldea de su nombre, o en la misma Alcalá las fiestas dedicadas a la Virgen de las Mercedes Coronada. Con proyección  nacional o internacional, como los Festivales de Etnosur. Simplemente, con cambio de fiestas tradicionales, lo que se frecuenta en muchas aldeas para congregar a todos los vecinos, los residentes y los ausentes que acuden por estas fechas. Con motivos agrícolas, como la fiesta de la Cereza del Castillo de Locubín, y no nos extraña que un promotor avispado se invente la fiesta del Espárrago para convocar al personal en su establecimiento público.

                En esta porfía festiva, no puede establecerse un escalonamiento o ranking que cree una escala de atracciones y convocatorias públicas. Pues, todos se afanan en ampliar aquella fiesta de función de iglesia, baile público y  procesión patronal a  la organización de  espectáculos  sorprendentes, varias comidas colectivas y campestres  para todos los vecinos,  teatros y juegos para niños, pregones, jornadas culturales, actividades deportivas y hasta, fuegos artificiales que superan a la Víspera del Quince de Agosto. A veces el público se ve imposibilitado para acudir  o compartir algún acto, porque es difícil poseer la cualidad de la omnipresencia. Por mucho que se afanen los organizadores la población actual del municipio alcalaíno no alcanza los parámetros de las grandes urbes,  y los controles de alcoholemia  han bajado la presencia de muchos foráneos que acudían a buscar novia  en otros rincones diferentes a su lugar de vecindad.

                Sin embargo Etnosur nació con el deseo de superar cualquier tipo de acontecimiento festivo hace ya veintiún años. Parecen pocos, pero si miráramos hacia atrás muchos festivales o fiestas decayeron antes de llegar al decenio: por ejemplo, el festival del cante gitano. Otros  no lograron mantenerse en  el mismo dintel de éxito  y sufrieron el Guadiana de verse pocos  competitivos como los festivales de Alcalá la Real en contados años. Y algunos fueron malos imitadores de este festival  que pretende ser un lugar de encuentro  étnico y de culturas. Bueno, y de aprendizaje en su oferta de sus variopintos talleres, exposiciones y conferencias  que proliferan a lo largo de los próximos días 21,22 y 23 de julio. Alcanzar más de veinte años, lo coloca al pie de sus bodas de plata. A lo largo de estos años, se han creado muchas iniciativas, se han plasmado premios, reconocimientos y presencia de personas que han aportado y han dado aire fresco a la ciudad de la; Mota. Pero es el momento de reflexionar sobre el desarrollo  de los anteriores festivales, de encauzar lo que se salió del meandro solidario,  musical o festivo  de los primeros años. Corregir  lo que no concuerda con fines y  objetivos que  tiendan a una convivencia  abierta y universal  entre los convocados de todos los rincones del mundo. De podar los utilitarismos  mercantilistas y abusos de los que no comparten una sana convivencia  y el respeto del bien común.

No hay que obsesionarse con la rentabilidad de esta convocatoria, ni  con  la presencia de la ciudad en las redes  ni la proyección nacional. A veces, también  caemos en las redes horacianas  del carpe diem, cuando el festival pretende trascender lo festivo.  Bienvenida sea esta iniciativa si insufla  sana convivencia, espíritu de solidaridad  y promoción humana.      

 

En La Semana del Jaén.  21 de julio de 2017

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA FRANQUICIA ALCALAÍNA  DE LA TABERNA SEVILLANA CASA CORNELIO 

En Sevilla, era famosa la Casa Cornelio, una taberna que se ubicaba en el barrio de la Macarena, donde, allá por los años treinta del siglo pasado, se reunían comunistas, socialistas, anarquistas, miembros de otros colectivos sindicales o de las sociedades obreras y otros partidos republicanos. Incluso, la visitaron famosos dirigentes del mundo obrero como  el dirigente comunista José Díaz. La historia de esta taberna acabó, unos meses después del advenimiento de la II República, tras la destrucción a cañonazos un 23 de julio de 1931. De primer momento, el nombre de este establecimiento incita a pensar en un tribuno de la plebe romano o en un pasional orador de estilo asiático, contrincante de Cicerón en medio de las guerras civiles de Roma. Pero su denominación provenía del santanderino Cornelio Mazón, natural de San Miguel de Lucena y avecindado en Sevilla a finales del siglo XIX, donde estableció una tienda de ultramarinos y esta taberna, donde sus hijos, Ramón y Antonio, comenzaron a militar en los movimientos societarios de clase y en el PCE. Aunque el primero pasó desapercibido, el segundo vivió intensamente muchos acontecimientos, como la huelga de julio de 1931, la detención de los anarquistas recluidos en la Casa Cornelio y su posterior voladura para aplacar el movimiento huelguístico. Incluso, sufrió en sus propias carnes la muerte por salvar un empleado en julio de 1936.

Debió extenderse en círculos republicanos obreros este funesto y bárbaro acontecimiento. Pues, se convirtió en el símbolo de los movimientos populares, sindicales y de izquierda como prototipo  de expandir su modo de organización. Por un lado, los republicanos de derechas lo consideraban como muestra de un movimiento conspiratorio; y los de izquierdas, compartían el espíritu revolucionario y republicano del lugar de encuentro público. Por eso, no es de extrañar que, en otros lugares de Andalucía, se calificaran a algunas tabernas con el nombre de Cornelio. Los liberales republicanos lo hacían de un modo despectivo y siempre acusándolos de todo tipo de actividades conspirativas mediante su conocido arte de la manipulación.

 En la Alcalá la Real de los años treinta, la calle Llana había recibido el nombre de Martínez Montañés, por eso del descubrimiento de su nacencia alcalaína. Era una calle, que todavía se distinguía por la presencia de algunos miembros de la burguesía agrícola y de numerosos trabajadores de los servicios, y, sobre todo, del campo. Al principio de la calle, el desamortizado convento del Rosario utilizaba sus dependencias claustrales para fines municipales, sociales y escolares. A pocos pasos, Domingo Vela Freijóo abrió en la casa número seis una taberna, por los años treinta, de modo que se hizo famosa por ser el lugar de encuentro de los principales dirigentes del mundo político, sindical y de las sociedades obreras locales. Los partidarios del alcalde republicano Pablo Batmala Laloya acudían a aquella taberna regentada por otros republicanos del partido de Martínez Barrio, entre ellos el propio Domingo, José Marañón y Antonio Rufián. También, solía reunirse para compartir la vida púbica local Salvador Frías, presidente del PSOE, y segundo alcalde de la II República. Y, como es lógico, otros muchos miembros de los partidos Unión Republicana e Izquierda Republica y de la UGT y de las Sociedades Obreras (la de Oficios Varios, Albañiles, la Emancipación y Unión y Defensa) como Bernardo Regis Gabriel Pérez Bailón y Manuel Atienza.  Pronto, llamó la atención a los miembros de la corporación, los agrarios y los de la derecha liberal republicana, hasta el punto que la tacharon malévolamente de ser una nueva franquicia de la Casa Cornelio de Sevilla. , con este dardo malévolo,  lo extendieron en la ciudad de la Mota.

Sin embargo, en medio de los cambios de gobierno local republicano, probablemente este establecimiento fue un lugar de encuentro y de plasmar nuevas medidas, que favorecieron a las clases populares. Como anécdota, sus miembros impedían que en este recinto se pagaran el sueldo de las jornadas agrarias para evitar la contaminación etílica, que podría favorecer una merma de ingresos. Incluso, se clausuró con las medidas de represión impuestas en 1934.

Esta franquicia alcalaína se mantuvo tras la guerra, y no fue destruida a cañonazos. Pero, sus miembros sufrieron las terribles consecuencias de concurrir a un lugar, tachado de sitio conspiratorio por los compañeros de viaje en la primera corporación municipal republicana. Pues la mayoría fue obligada a emprender la diáspora junto a miles de alcalaínos un 30 de septiembre de 1936, otros fueron fusilados como Batmala o Salvador Frías, algunos murieron en la cárcel en oscuras circunstancias, y muchos pasaron años de presidio como el dueño del local. Tras la posguerra, la Casa Cornelio se convirtió en una vivienda vecinal, que, incluso, quedó rebautizada con una hornacina que presidía una litografía patronal y no quedaron ni restos de aquella taberna, que unos años más tarde se abrió, al principio de la calle Llana, en otra famosa taberna obrera con la denominación de Los Muertos. Pero esto es ya otra historia y otros tiempos.  Los muertos no aludían a los de la Casa Cornelio, sino a los de las criptas de la capilla mayor del templo dominico.

En La Semana del Diario Jaén.   19 de agosto de 2018.

ALCALÁ LA REAL, PROVINCIA DE GRANADA

 

           

 

El término de Alcalá la Real se integró  en unidades superiores a su territorio municipal como los  de abadía, corregimiento, de la Sierra Sur  o partido judicial. Por eso, es curioso que siempre ofreciera un carácter independiente, difícil de situar entre los antiguos reinos de Jaén, Granada e, incluso, de Córdoba. No obstante desde la llegada de los Austrias   la tendencia fue cada más propensa a ubicarse dentro del reino de Jaén, con grandes reticencias desde el punto de administrativo y hacendístico por parte de Alcalá la Real. Finalmente, con los Borbones, el término de Alcalá la Real se integró en el reino de Jaén, encuadrado en la Intendencia  de la  futura provincia. Y esta división quedó ratificada en forma de provincia e islas y con la adscripción y pertenencia de Alcalá la Real  a la provincia de Jaén en la división territorial que promulgó  en 1833  el secretario motrileño  de Estado Javier de Burgos. Desde esta distribución en provincial, no han cambiado ni capitales ni las demarcaciones supramunicipales salvo algún momento histórico

  Sin embargo, debemos destacar que la integración  en la provincia y reino de Granada no fue una cosa esporádica, sino que en algunos terrenos como el judicial, militar y, no digamos, el sanitario o comercial era más comprensible por parte de los vecinos alcalaínos.  Y fue una realidad en la Guerra Civil, a partir del año 1936, cuando el término se dividió con motivo de ser frontera  entre los territorios  de los republicanos y tropas de Queipo de Llano. Se estableció una línea divisoria que desde la Hortichuela, bajando por la Caserías,  Puertollano,  Charilla y Santa Ana, como campo de nadie, dio lugar a que  se formaran dos Alcalá: una perteneciente a Jaén y otra a Granada. La primera estableció una comisión gestora municipal, al frente de la cual estaba el socialista Salvador Frías, y estaba constituida por miembros pertenecientes al P.S.O.E y P.C.E. y el sindicato de la U.G.T, representantes de  todas las sociedades obreras de cada aldea y la C.N.T.

 



 

En etas circunstancias, por cierto,  como terreno perteneciente a la provincia de Jaén y formando parte del resto de la provincia, el ayuntamiento sólo figuró como un órgano puramente testimonial de las fuerzas políticas, pues la guerra en una situación tan delicada que  impedía cualquier reactivación de la vida municipal. No obstante, se percibe una economía mixta entre liberal y social, una preocupación por la honradez en la recaudación. Su sede cambió según los escenarios de guerra. Se ubicó al principio en la aldea de la Ribera Alta, luego en la Hoya de Charilla, para finalmente establecerse en la Rábita hasta los primeros meses del 1939. No se surtía de muchos recursos sino los

Incautación de bienes de Francisco Hinojosa López,

 y otros republicanos en el BO DE GRANADA

 

emanados de la imposición agrícola y, aún más se veía obligado a exportar productos de esta tierra a otros lugares gobernados por la república.

Por  la otra parte, se formó un ayuntamiento, que presidió durante algunos días, un comisario político nombrado por las fuerzas militares que ocuparon la ciudad de Alcalá el 30 de septiembre de 1936, donde establecieron la sede del ayuntamiento. Esta parte del territorio  dependió, durante estos años de guerra,  de la provincia de Granada. Tanto la labor hacendística, como la religiosa, o gubernativa se regían por las órdenes emanadas de las autoridades granadinas. También los nombramientos de autoridades civiles,  eclesiásticas y militares  dependían de Granada y, en su mayoría, fueron granadinos los delegados gubernativos, los jefes de las tropas y los sacerdotes, que eran también capellanes militares. Muestra de todo ello era lo referente a la publicación del Boletín Oficial  de la provincia, donde Alcalá figuraba como un municipio de Granada. Muy curioso es el día  que Alcalá  la Real publicaba la propuesta  del presupuesto para el año 1938,  y se le incautaban los bienes al alcalde republicano Pablo Batmala Laloya, tras ser  condenado a muerte y posteriormente ser ejecutado. Vanos fueron los intentos de su salvación, pudieron otras razones.  Si así se le puede denominar, a no ser sinrazones injustas  En esta zona, destaca también  la presencia de un Delegado Gubernativo, que paulatinamente poco va constituir un ente ficticio enmarcado dentro de  lo que quedó de provincia de Jaén con la zona de Porcuna. Este delegado gubernativo se mantuvo durante varios años después y llegó a tener tanta influencia como los alcaldes. En esta zona lo fue Esteban Gutiérrez, antiguo republicano de derechas, que se integró en el movimiento nacional al tomar  la ciudad  las  tropas franquistas- . Posteriormente, lo fueron Francisco Santiago Sampelayo y Miguel Siles Benavides hasta 1939. Los terrenos  administrados  eran la zona del ruedo de Alcalá, La Pedriza, Valdegranada, Ermita Nueva, Cantera Blanca y Santa Ana.  Muchas de las medidas  que tomaron se comprenden dentro del régimen dictatorial a que les caracterizó: depuración de funcionarios afectos a la República,  enlace con las fuerzas nacionales para información represiva del momento, política económica de guerra con embargos,  incautación de productos estableciendo una férrea economía antiliberal, autárquica y controladora  de los productos para evitar el estraperlo, persecución de los  izquierdistas, establecimiento del nacionalcatolicismo.....

 

 

29 de septiembre de 2019. En La Semana del Diario Jaén,

 

 

 

 

 

 

 

LA ESCLAVITUD EN JAÉN

 

A lo largo de los estudios de muchos investigadores sobre la esclavitud o la trata de niños o blancas, es frecuente que su procedencia es muy variada en las diversas épocas  de la historia. Siempre la actitud de los propietarios no solo es inhumana, sino que se convierte en una acción más propia de un animal que de un ser con razón y seso. Casi siempre, los esclavos se ven abocados a su venta de esclavos por circunstancias de violencia o supremacía entre los seres humanos. De ahí que en los contratos siempre estos seres vivos  y desamparados aparecían presos de guerras, víctimas de tropelías en el mar; y en nuestras tierras españolas, lo eran por ser  moriscos, turcos o berberiscos, tanto hombres como mujeres, negros, o de color membrillo, blancos o indios  durante la Edad Moderna; tampoco no nos extraña que los otomanos convirtieran a los cautivos cristianos en esclavos de su Corte musulmana.

Es verdad que la esclavitud siempre ha existido desgraciadamente  en la historia de la humanidad  y se acrecentó este deterioro de la condición humana en tiempos de los romanos. Kovaliov no podía concebir la Historia de Roma con otro nombre sino el  de la República esclavista. También, abundan las leyendas e historias de cautividad en tiempos medievales. Y se acrecientan con la llegada de los españoles a América, al mismo tiempo que se alzan voces contra los que se excedían en humillar a aquella población como el padre Bartolomé de las Casas.  Pero, en este mundo de la esclavitud se encuentra este primer caso de la presencia de un esclavo de tierras americanas, relacionado con los comerciantes portugueses y su compraventa por parte vecinos del antiguo reino de Jaén. No es de extrañar porque los centros de mercado más cercano  solían ser los pueblos e Málaga y Granada,  y los implicados estaban relacionados con hidalgos y caballeros de guerra.

Nos referimos a  un documento notarial levantado ante el escribano alcalaíno Antón García de los Ríos, en 22 de junio de 1555,  que consistía en un contrato de trueque y cambio entre el portugués García Gómez, vecino de Jaén y estante de Alcalá la Real, y el comerciante  alcalaíno Lucas Martínez. El primero le entregaba un esclavo, curiosamente indio, y el segundo se comprometía a intercambiarlo por un potro. El esclavo se llamaba Juan, de unos veinte años poco más o menos, de buena guerra y sano, sin tachas y, como exigían las normas de trueque, ni borracho ni tenía enfermedad alguna encubierta;  tampoco era fugitivo o ladrón. Para mayor aberración se intercambiaba este esclavo por un potro, que tenía tres años, sellado y enfrenado. Y se fijaba el valor de la transacción en esta cláusula: si en caso de que se contravinieran estas condiciones y enfermara el esclavo, se veía obligado García Gómez a pagar 70 ducados por menoscabo. Un hombre como, un potro, solo siete decenas de ducados.

.

 

El documento no tiene desperdicio alguno, si se puede llamar de alguna manera este trato. Pues  nunca había llegado tanto la degradación humana que el trueque fuera entre un ser humano y una animal. Nos viene a la mente el mantenimiento ideológico de aquellos tiempos sobre el trabajo y el ser humano. Fueron siglos y siglos  en los que  según el poder de la persona, podía caer su estima y valoración  entre concebirse como un ser humano o simplemente una cosa. Se basaban en el concepto romano de las herramientas de trabajo para la agricultura: por una parte, las manuales o dicho en lengua latina  instrumentum non vocale, quedaban generalizadas para los animales como el arado, la azada el amocafre; y por otro lado los esclavos romanos, se consideraban instrumentum vocale, herramienta que habla. Es un decir, que era para los romanos, pues, como se describe por estas líneas también lo era para los hombres del Renacimiento del siglo XVI de la tierra del Sur.  En el futuro de la globalización, la esclavitud se ha extendido con otros parámetros, sino nos liberamos de la esclavitud virtual de las nuevas tecnologías. O lo mejor hay que crear una nueva nomenclatura para el hombre actual, siguiendo a los romanos instrumentum tecnologicum.

20 de junio de 2019. En La Semana del Diario Jaén.

 

 

 

 

 

EL CORTIJO MARRÓN. LA OTRA ESPAÑA VACIADA.

Están de actualidad las publicaciones del abandono de aldeas y de núcleos rurales, formados por concentración de varias caserías, cortijos, alquerías o villares, refiriendo que constituye el origen de la España vaciada. Sin embargo, no es este el único motivo de que este fenómeno se haya originado y engrandecido a lo largo de estos dos últimos siglos. También, las viviendas solitarias y dispersas del mundo rural vienen sufriendo este abandono y coadyuvan al desarrollo de este fenómeno, paisajístico, demográfico y poblacional. Y, no son solo los cortijos, chozas, casas de retama o cuevas, sino lugares de la industria agropecuaria como los batanes, molinos, presas o norias de agua que se emplearon en los campos; los lugares de actividades agrícolas como eras, descansaderos o abrevaderos; amebas, rediles o corralones para el ganado.

El cortijo Marroun es un claro testimonio de esta otra España vaciada, que veteaba de blanco los verdes olivares y los montes de encinar entre viñedos y hazas de mieses. Situado a los pies del cerro de la Acamuña, estaba rodeado de una parcela de suerte de repartimiento real entre los conquistadores de las tierras de frontera. Junto al cortijo, se desmontó el terreno cercano de monte bajo y algún que otra encina, se roturaron las tierras y convirtieron su suelo en haza de pan comer, incluso una era culminaba todas las labores cerealistas; luego se convirtieron en tierras de viñedo, generalmente torrontés, y en los majuelos, de albariño y de todos los vidueños.  Sus primeros vecinos levantaron en estos predios, primero, una casa de retama y un chozón del guarda de la era y del viñedo; siglos después la cubrieron de teja, y, en tiempos de la Ilustración con Carlos III, lo ampliaron cuando plantaron los primeros olivos de la zona.

Este cortijo, incluso, se convirtió, en tiempos del Catastro de la Ensenada, en una gran mansión solariega, con varios cuerpos dedicados a la vivienda, y en el primer molino de aceite y zumaque del término de Alcalá la Real, a un cuarto de legua, en la Camuña, compuesta de caballeriza, cuarto y cámaras. El molino se componía de una muela, que molía con una bestia 16 horas, día y noche, Y el de zumaque con otra muela movida por otra bestia y que rentaba mucho beneficio. En su entorno, se laboraba una finca de noventa fanegas en el sitio de la Camuña, que se distribuía en una parte de viña de diferentes calidades, similares proporciones de olivar, nuevas plantaciones de plantones de olivar que no fructificaban por pequeños, y el resto de tierra de cereal junto con algunas partes inútiles.


No es de extrañar que la importancia de este cortijo radicara en el personaje que le dio el nombre actual, pues anteriormente estaba ligado a la familia alcalaína de los Tapia. Su propietario Fernando Marroun era hijo de los hidalgos Juan Marroun y Juana de Balboa.  Nacido en la villa de Frechilla, obispado de Palencia, donde nacieron sus padres y vivieron, se casó con doña Antonia Sequera Colon de Portugal, hija de don Julián Sequera y Uribe, caballero de la orden de Santiago, y doña María de Atocha Colón de Portugal en segundas nupcias (en primeras con don Juan de Tapia).  Al casarse vivió en la ciudad de Antequera con sus suegros. Fue regidor del ayuntamiento de Alcalá la Real hasta 1778, con dos honores, el de regidor perpetuo y de privilegio. Vivía en las casas de la calle del Llanillo, linderas con la calle Bordador con casas de don Francisco Javier de Valenzuela, la sede del antiguo Casino Primitivo. Y, por el Llanillo con casas de Bernardo de Mirasol, familiar del Santo Oficio de la Inquisición de Córdoba.  Estaba relacionado con el industrial don Felipe Mantero, anterior poseedor de las casas.  Incluso, amplió sus tierras comparando dos fanegas en las Atravesadas por el camino que va a la Acamuña.  Cuando levantó el cortijo, eran los tiempos en los que muchos edificios religiosos de la ciudad y de la Mota comenzaron a desmontarse y se vieron obligados a trasladarlos a la ciudad llana y a los cortijos. Los escudos, las lápidas con epitafios, los molinos de piedra, las vasijas, la rejería y la madera noble sirvieron de material constructivo para muchos cortijos.

El vecino francés afincado en Alcalá Santiago Batmala, padre del alcalde republicano don Pablo Batmala, compró y administró la finca y el cortijo desde finales del siglo XIX.           

Este cortijo jugó un papel estratégico durante la Guerra Civil, como puesto de vigilancia del frente, desarrollándose un intenso combate con motivo de un avance de las fuerzas de Queipo de Llano hacia el Castillo por el mes de diciembre de 1936, que fueron cortadas por las tropas republicanas. En la actualidad, estaba en posesión del hijo de una de las sirvientes de los Batmala, por cierto   recientemente fallecido que lo apodaban Antonio el de Marrón. Y, mantenía huellas de su vivienda del siglo XIX, y, sobre todo, la reutilización de elementos constructivos de la ciudad monumental de la Mota. El escudo con la cruz de Caravaca estaba relacionado con la familia y respondía a la cruz patriarcal de doble brazo sobre leño. Sus huecos de fachada y enrejado reflejaban una tipología urbana junto con la puerta presidida por el escudo que suele aparecer en las casas de las familias de los hidalgos alcalaínos. Los dos cuerpos de la casa simulaban otro tipo de construcciones urbanas de doble uso, residencial y rústico. La parte anterior y sin cubrir de casa, a modo de recibidor, que hacía las veces de patio de entrada, estaba presidida por una fuente y un estanque, en la que figuraban elementos de ornamento reutilizados de la Mota y de otros conventos desaparecidos. En concreto una lápida, encontrada por Juan Antonio Marín y Sebastián López, rota en dos partes, respondía a un epitafio de San Jerónimo con unos versículos de Ad Monachum rusticum y con las siguientes frases Dives, qui no indiget pane, satis potens, qui non cogitur   servire. Ambitiosa non es fames·. Un texto que se empleaba en los círculos de las escuelas universitarias renacentistas para el aprendizaje del latín con tintes de la moral clásica. Era un aviso ante la ambición y riqueza como norma de la vida y un canto a la austeridad.

Desgraciadamente, el cortijo de Marroun ha sufrido otro tipo de ambición, no la moral, sino la crematística y, en pocos, días, los herederos y los compradores de aquel símbolo de la Acamuña no lo han mantenido en pie, como se conservan los cortijos de las Ventanas, del Lagarillo o los de Puertollano. Ha sido víctima de la picota, de la otra España Vaciada. Con su historia, sus linajes, su testigo de la industria agropecuaria (el triple trono mediterráneo de la vid, cereal y olivar). Ahora, puede más el mercado, y es mejor quitarse los impuestos de un IBI que mantuvo por muchos años un paisaje agrícola de la Sierra Sur. Y no es el único caso, sino que se multiplica en otros lugares serranos de Jaén. El latifundio del olivar contribuye a la riqueza, es mar de olivos, pero sufre los desgarros de transformar el campo verde de motas blancas Ya no podrá cantarse, como lo hacía Machado. Blanco, blanco, blanco; / y entre los olivos, / los cortijos blancos.

Domingo, 24 de noviembre de 2019.EN LASEMANA DEL PERIÓDICO JAÉN.

 

 

 

LA PIEDRA SECA EN LA SIERRA SUR
 Recientemente se han puesto en valor los estudios de la arquitectura en piedra en seco. Es fruto de la preocupación del Comité de Salvaguarda de la Patrimonio Cultural Inmaterial perteneciente a la Unesco, y del que, en el último trimestre de 2018, se
ha hecho eco en la Consejería de Educación y Cultura de la Junta Andalucía con la promulgación de un decreto de la catalogación de todos los inmuebles en piedra seca, y la `promoción de la recuperación, mantenimiento, conservación y protección de esta arquitectura de la piedra en seco. Es evidente que este recurso constructivo se remonta los tiempos prehistóricos y se ha utilizado hasta muy recientemente para mejorar el aprovechamiento agrícola de las zonas montañosas. Y Este es el caso de la mayoría de las comarcas de la provincia de Jaén, donde esta técnica de construcción se plasma en fomentar la mejora de los terrenos de cultivo agrícola y de la ganadería, al mismo tiempo que contribuyen a fomentar el hábitat humano en las zonas rurales, por medio de las terrazas, muros de contención, eras, pozos, linderos y cercas. Muy frecuente fueron las viviendas que permitían refugiarse de las inclemencias del tiempo, guardar los ganados en los apriscos y rediles o proteger los aperos de labranza, e, incluso, vivir en formas de auténticas construcciones habitables, en tiempos de cosecha, siembra o labranza o de caza.
           
No es tipo constructivo privativo de las tierras mediterráneas, sino que se manifiesta de muchas formas, diversos materiales, techumbres y cubiertas, tipos de piedras, extensión al largo de muchas civilizaciones y pueblos del mundo. En la Sierra Sur, estas construcciones curiosamente se encuentran relacionadas con el mundo agrícola, y, aunque hay muchas comarcas de Jaén con la presencia de este tipo de construcción, destacan y todavía mantienen su presencia en la Sierra Sur dentro de una zona reconocida por los estudiosos como la de las sierras Subbéticas, hasta tal punto que en la provincia cercana se les considera parte esencial de su paisaje dentro la mención de Geo parque reconocida por la Unesco en 2006. Por doquier de las sierras de la comarca meridional de Jaén,  se encuentran bancales  para conquistar el monte roturado y convertido en tierra de sembradura a lo largo de los repartimientos que se remontan a tiempos del Rey Alfonso XI, le siguieron los Reyes Católicos y los Austria y Borbones para conseguir arbitrios  y cubrir sus empresas exteriores; no faltan las terrazas para salvar alturas y servir de asentamientos de arbolados como el almendro o los árboles frutales en entornos rocosos,  como los Tajos de Charilla o la zona de la Nava y Camuña del Castillo de Locubín, antiguos rincones de viñas y  linderos entre las rozas de las antiguas peonías y hazas de las tierras de los descendientes de los primeros vecinos de la conquista; también se mantienen muchas eras, claro testigo de un recinto agrícola, a veces aislada en los promontorios llanos de una tierra de labor o  junto a los cortijos de teja o retama, otras  donde se transformaban las mieses barcinadas en los productos realísticos y de consumo a través de la trilla, aventeo,  cribado y envasado; no eran extraños, y todavía por estos lares, se conservan   los chozones que responde a las chabolas atlánticas que protegían a los viñedos y a las extensas labores de los latifundios o concentración de parcelas en forma de partidos de campos; en torno a los pozos de piedra seca, los poceros  de la comarca abacial conseguían el receptáculos   para permitir el riego en las hortalizas; y no se pueden olvidar los tapiales para convertir las cuevas en viviendas trogloditas en las zonas de Tajos  horadados,  sin pasar por alto, el empleo de tapial de asentamiento en  las calzadas de los caminos, veredas, senderos, sendas, y  escalinatas para acceso a alturas cultivables o de vivienda humana.

Hoy, se defiende con gran entusiasmo la España Vacía, en la que muchos de estos hombres favorecieron el desarrollo sostenible en estos espacios naturales, donde se garantizaba su hábitat y se conseguía el equilibrio entre productividad y sostenibilidad, Y en ella jugaba un papel fundamental la arquitectura de la piedra seca. Como refiere la Guía Práctica de los Guíos Medioambientales de la Junta de Andalucía: “En definitiva, la piedra seca muestra la manera en la que el hombre inventa una técnica que le permite cubrir sus necesidades con aquellos recursos de los que dispone en su entorno más inmediato. Todos estos valores naturales y culturales son los que deben perdurar en el tiempo, los que deben ser transmitidos a las nuevas generaciones, los que permitan conservar estas construcciones tan ligadas a la evolución del hombre y los que potencien una mentalidad ecológica en la población a partir de estrategias de educación ambiental basadas en las construcciones en piedra seca. (…) Seguramente en visitas a nuestros pueblos recorramos calles empedradas, en los recorridos de senderismo dejemos a los márgenes linderos, cercados o cualquier otro tipo de construcción en piedra, sin reconocer el enorme valor etnológico que nos dejaron nuestros antepasados). Muchos testigos de esta arquitectura se conservan en la provincia de Jaén, incluso la reutilización de la arquitectura en desuso para construcciones de piedra seca, son capítulos que nos descubrirán un nuevo horizonte del patrimonio cultural de nuestra tierra.

 

13 de Octubre de 2019. El Semanal del Diario de Jaén.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

DEL PALACIO JIENNENSE DE LOS COBALEDA NICUESA A SU CASONA ALCALAÍNA DE LA CALLE ROSARIO.

 

 

Era muy frecuente que la hidalguía jiennense y la burguesía del Santo Reino se cruzaran, a lo largo de los siglos pasados, en enlaces matrimoniales con otros miembros de familias del resto de las ciudades importantes de la provincia.  Clara muestra de ello era la presencia de esta realidad en Andújar, Úbeda, Baeza, Martos y Alcalá la Real, Se partía de un control político, social y económico que se basaba en la serie de prebendas repartidas entre estas familias a partir de la pertenencia de ciudades en Cortes, donde alcanzaban cargos y servicios en favor de sus familiares. El apoyo a la política real repercutía en los representantes de las ciudades otorgándoles puestos de corregimientos, patronatos reales y funcionarios de servicios estatales. Por citar ejemplos, muchos familiares de regidores jiennenses y representantes en las Cortes castellanas de la Edad Moderna ejercieron de corregidores en el departamento tripartito de Alcalá, Loja y Alhama, y, en otros, de segunda y tercera categoría del reino de Jaén. Los corregidores de origen jienense, como Juan Cerón de la Cerda, Juan de Soria Vera, Luis de Contreras, Caballero, el vizconde de Linares, Antonio Manrique y Vargas, Luis López de Mendoza o Bartolomé Mesía Serrano muestran esta influencia de las ciudades con voto en Cortes, y, al ser procuradores por Jaén, ejercen control de la nueva política económica de estos siglos. Y este es un ejemplo político.

 

 

Junto a la catedral de Jaén, en la calle Ramón y Cajal, se encuentra el palacio de la familia Cobaleda y Vinuesa, una construcción que se remonta al siglo XV y, sobre todo, a principios del siglo XVI. Una casa que sufrió importantes modificaciones en los siglos posteriores.  No ha recibido siempre la misma denominación, se le ha conocido con los nombres de Casa del Deán, Casa de los Manillones, o Casa de los Masones y, al fijare en su principal miembro de la familia, como Palacio de Don Cristóbal Nicuesa. Su bella portada no se remonta a los cuatro hermanos Cobaleda Nicuesa de los tiempos de erección constructiva, sino a sus descendientes los Valdivia Serrano, y Aguilar de Andújar. Y, entre sus más principales miembros de la familia, recibió un fuerte impulso en los segundos decenios del siglo XVII, gracias a Cristóbal de Cobaleda Nicuesa, que recogió para su estilo constructivo la influencia vandelviriana. La historia de los miembros propietarios de este edifico parece diluirse con la venta en el siglo XIX del palacio a Manuel Jontoya Taraceca, un político que, junto Antonio Almendros Aguilar, destacó con propuestas liberales en tiempos de la Gloriosa. Y desapareció completamente la huella de los Cobaleda con la venta del edificio por parte de su sobrina a José Bonilla Forcada.  

 

Su bella fachada muestra la pérdida de esta historia de mestizaje nobiliario. Pues sus dos escudos, ovalados y sostenidos por los tenantes, no conservan de la familia más que el primer cuartel del escudo, relacionado con los Nicuesa y el resto pertenecen a Jorge Joaquín Serrano de Valdivia Aguilar Cárdenas Guzmán y Nicuesa, un miembro de la familia de mediados del siglo XVII y descendiente directo del capitán Cristóbal Nicuesa Cobaleda.

Curiosamente, por este tiempo, esta familia llegó a Alcalá con don Francisco de  Cobaleda y Nicuesa, que fue hermano mayor de la cofradía del Dulce Nombre de Jesús,  y, en su año de mandato, a mediados del siglo XVII se levantó la capilla mayor del Rosario Debió ser un descendiente del maestre de Campo Cristóbal de Cobaleda y Nicuesa, casado con María  de Aguilar, padre del jiennense Pedro Cobaleda Nicuesa, casado con la arjonillera María de Lara, y abuelo del capitán el otro Cristóbal de Cobaleda y Nicuesa.

Un siglo después, en las declaraciones individuales de vecinos de Alcalá la Real del Catastro de la Ensenada se mantiene la línea con los mismos apellidos y nombre, en la persona de Pedro de Cobaleda y Nicuesa, vecino de una casa señorial de la calle Rosario. Su casa con una fachada de piedra y escudo albergaba una familia perfectamente relacionada con esta red  de influencias sociales. Pues, casado con doña Mariana de Hidalgo, tenía una hija, María Mercedes de Cobaleda, y disponía de un sirviente que ejercía de mulero y una criada para la casa.  Era jurado del cabildo alcalaíno, administrador del conde de Humanes, otro noble jiennense.   En su casa, vivía el capellán don Leonardo de Cobaleda, y pertenecía al vínculo fundado por Marcos Isidro Aguilar para su mujer Mariana. Nicuesa no quedó ninguno en la ciudad de la Mota, los Cobaleda todavía perviven sin ningún signo de boato social.

 

Palacio jiennense y casona alcalaína subsistieron y se conservan. Son dos muestras de una misma familia, de un patrimonio que se marchita. El palacio es un testigo de la antesala de una catedral que reclama ser declarada patrimonio de la humanidad; la casona alcalaína es una casa de vecinos, encalada y ocultando el escudo y los sillares de su fachada sin más señal de hidalguía que su pervivencia entre la soledad de una familia que desapareció de su poder. Los sillares de su fachada sin más señal de hidalguía que su pervivencia entre la soledad de una familia que desapareció de su poder

 

En La Semana del Diario Jaén. Domingo, 15 de abril de 2018

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Acabósse esta obra el día de San Javier,

 misionero de tierras orientales,

el 3 de diciembre de 2020.

AMGD

No hay comentarios:

Publicar un comentario