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domingo, 4 de agosto de 2024

MAYOR DE RAXIS, LA MUJER DEL ESCULTOR FRANCISCO DE VILLEGAS EN EL 475 DE PABLO DE ROJAS

 

 

 

 

MAYOR DE RAXIS, LA MUJER DEL ESCULTOR FRANCISCO DE VILLEGAS


 

 

 


Día de otoño, 23 de noviembre de 1623. En la Plaza Alta de la ciudad fortificada de la Mota, hace mucho frío, amenaza a nieve, Melchor de Raxis acude a la cita. La había fijado con el escribano Luís Méndez de Sotomayor. Entra en su tienda bajo el pórtico de los corredores, saluda al escribiente, al mismo tiempo que le presenta su acompañante el sastre. De su mano se mantiene su hijo Juan Jacinto. Van bien abrigados los tres con unos mantos recios de lana que les cubre la cabeza. El escribiente llama a su superior el escribano Méndez de Sotomayor, que saluda a todos los presentes. Inmediatamente se dirige a Mayor:


-Buenos días, Mayor,
 que te acaece para venir a mi escribanía.

-¿Le extraña, mi señor?

-No , en modo alguno, ya pasó mucho tiempo cuando acudió un familiar suyo  para que le proporcionara un poder con el que ibas a heredar los bienes de tu tío Pablo de Rojas.

-Aquellos momentos fueron tiempos felices en mi vida. Ahora me inquieta el futuro de mi hijito. Se va a haciendo mayor y debemos labrarle el provenir. No ha nacido para artista.

-Pues, su sangre de genios le corre por todos los costados. Su abuelo el famoso pintor italiano Pedro Sardo, sus tíos son todos artistas. Si comenzamos con Pablo de Rojas, podía ejercer el oficio de escultor; si mencionamos a sus tíos Melchor y sus primos, podía ser un buen pintor; y no digamos de sus otros tíos, Pedro, Nicolás y ,,,,

-Sí, sí, Miguel, en cuya casa vivo completamente pobre, gracias a su vivienda en la que me alojo, en la calle Real, y disfrutando de  sus bienes y rentas de la fundación que nos legó.

- Tu hijo Juan venía destinado a la escultura, pues tiene mal oído y de seguro que no habría seguido en el canto a su tío Gaspar de Raxis, sochantre de la iglesia de la Asunción de Priego.

-Evidentemente, estaba marcado por el destino, pero la vida nos ha torcido el curso. 

-Dime, dime.

-A mi familia que rezuma arte por los cuatros costados se unía la de su padre, mi Francisco que lo conocí en Granada con mi tío Pablo y mi primo Pedro de Raxis, su estofador, y con el niño del bordador Juan Martínez.

-Recuerdo que era Francisco de Villegas.

-Que no tiene nada que ver con la esposa de Martínez Montañés, Ana de Villegas.

-Lo sé. 

.Pero, por eso vengo yo. Por su culpa, su ausencia. 

-No puede ser. Recuerdo que, en la vez anterior, me ratificaron que este era natural de Granada, donde  tu residiste y estuviste;  luego os casasteis y que  formó tu marido  como  escultor del   taller en Sevilla con el  Juan Martínez Montañés. 

-Le faltan datos. Vengo a firmar un contrato y me ha dicho alcalde mayor  que le haga primero una petición de licencia para que yo pueda firmar y solicitarlo.

-Joanes, manos a la obra.

    El escribiente prepara el folio para rellenar la petición de licencia y rellena el encabezamiento con las fórmulas  de rigor bajo la supervisión del escribano Luís Méndez. Pero, conforme va avanzando en  el cuerpo del documento, comienza a realizar preguntas.

-Su nombre, el de su marido y la fecha de si casamiento.

-Me llamo Mayor de Raxis Sardo, y mi marido el escultor Francisco de Villegas, con que me casé hace catorce años, en 1608.

-Y, ¿debió surgir algo raro, señora.?

-Pues, en 1612, se marchó de mi casa,  de esta ciudad, se ausentó dejándome en la mayor indigencia. Sin saber su paradero, ni da muestras de su existencia.

-Ya comprendo, y ¿qué pinta su hijo?

-Le quiero dar un oficio. Pues  ya alcanza Juan Jacinto la edad de catorce años. 

-Y, como compruebo, ni ha podido ejercer el oficio de su familia,-

-Y lo que es peor que es pobre de solemnidad.

-Claro que está el asunto. No ha tenido más remedio que buscar quien lo forme y alimente.

-Sí, si he encontrado un maestro que lo formará por cuatro años, vestirá, alimentará, le dará cobijo y medicinas. 

-Escribo, por tanto " es necesario para ello se otorgue en favor del tal maestro escritura de obligación con las cláusulas ordinarias  lo cual no puedo otorgar  sin que precédala licencia de su padre , que está ausente y no se espera su venida, por cuya tardanza corre el peligro y riesgo de quedarse sin dicho oficio y yo sin poderlo alimentar"


-Así de claro,

Acabó el escribiente  con el párrafo final de solicitar la licencia del alcalde mayor. Y firmó como Joan de Ayllón,  Pero había que comprobar todos los datos con testimonios de personas de orden y prestigio. Llamaron a un cura  beneficiado Simón Pérez y al labrador Francisco de Quesada y testimoniaron que  se había casado hace catorce años más o menos,  que se había ausentado hace doce años,  que el hijo era de edad de doce y  que Mayor no podía mantenerlo por ser pobre de solemnidad. Lo firmaba para da fe el propio escribano. Tras presentar estos papeles, el alcalde doctor Roger fallaba un decreto por el que daba licencia al contrato.

Pasó la Navidad, y en la casa de los Raxis cantaron villancicos los primos y tíos.

El día ocho de enero de 1624. se hizo el contrato de aprendizaje de oficio, con el maestro de sastre Juan de la Cerda con estas cláusulas:

    -Por cuatro  años que contaban desde noviembre de 2023.

    -Le debía dar de comer, vestir, camisas, calzas y zapatos, cama limpia.



    -Medicina en caso de enfermedad.

   -Enseñarle el oficio a contento de oficiales y de Mayor a Juan Jacinto.

    -No podían emplearlo en otras cosas que no se refirieran al dicho oficio, ni del campo ni de la casa.

    - En los días de fiesta y domingos  se permitía dejar a Juan Jacinto ir a la casa de la madre para lavar la camisa y comer. 

    -Si se ausentare , lo traería a su hijo a su costa su madre. 

    Mayor quedó contenta y les dio la mano a los testigos: al cura, a Juan Guerrero y al escribano. Este recogió el documento en     los folios 66-69 del legajo el legajo   5046 .

 

    Años más tardes, junto a la estantería del archivo, se colocaron unos folios del padre de Juan Jacinto.  Los leímos. Gracias al descubrimiento del poder que otorgó a sus familiares alcalaínos pudimos reconocer el origen alcalaíno de Pablo de Rojas. Villegas se fue a Cádiz donde  fue nombrado escultor de cámara del Obispado y  en la que probablemente murió en  1660. Colaboró con Martínez Montañés y son significativas las obras que se encuentran en las iglesias de Sevilla y Cádiz. Unas veces compartiendo la labor con el maestro en el Convento de Santa María de Socorro y el monasterio de San Isidoro del Campo y, otras, por sí solo tanto en Cádiz- el Hospital de San Juan de Dios, los Santos patronos de la parroquia del Rosario- como en poblaciones cercanas a la capital: Medina Sidonia, Conil y Vejer de la Frontera, en donde se le encargaron imágenes para el retablo mayor. Su influencia manierista, procede no de tierras castellanas sino de su ambiente familiar que se inició con Pablo de Rojas. Muy típicas de esta época son el Cristo de la Columna del Hospital de San Juan de Dios y el Señor de la Salud de las Cigarreras.

Incluso en una fotocopia,  el testamento de su muerte recogido  por Hormigo Sánchez. Se declaraba originario de las montañas y no Granada. 

 

 


 

 

 



 

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