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lunes, 19 de agosto de 2024

LA CORONADA, VIRGEN ROMERA.

 

          

 


La Virgen Coronada puede recibir muchas advocaciones. Pero no hay una que mejor le cuadre que Virgen Romera desde sus orígenes.
El pueblo cristiano, desde sus primeras comunidades, ha tenido siempre un gran afecto por la Madre de Jesús, María.          La primera mención que encontramos sobre esta persona no se refiere al nombre propia, María, sino con el título de “mujer” (Gal 4,4).

         Los evangelios de Mateo y Lucas se refieren a ella ya con su nombre personal: María, en los “Evangelios de la Infancia”. Era la “virgen” anunciada por el profeta Isaías. La proclaman: “dichosa porque ha creído”, la “llena de gracia”, la “esclava del Señor”, y la que canta “las grandezas del Señor” por haberse fijado en su humildad.

         El Evangelio de san Juan, la llama además, “madre” en la cruz, y o el día de las bodas de Caná, o en el Cenáculo. De ahí le viene el pueblo cristiano, la proclamara “Theotokós” o “Madre de Dios. Por este amor hacia la Virgen se extendieron otras hasta en forma de dogma la “Inmaculada” y la “Asunta a los cielos”.

         Un período especial fue la Edad Media. Allí fue proclamada con un título muy propio de la época en que las monarquías e imperios se formaban los nuevos estados. Ella era la verdadera “Reina”. A ella van dirigidos cantos famosos como “Salve Regina”, “Ave Regina Coelotum”, y sobre todo va a ser invocada en el Rosario, como “Reina”, de los apóstoles, de los confesores y de la paz.

         “Reina” es una expresión cercana a “Rey”, el soberano. Para el creyente existe sólo un “rey”: Jesucristo. Él mismo lo afirmó: “soy rey” (Jn 18,37). Pero su unión perfecta a Jesucristo le ha llevado a ser invocada por el pueblo creyente como “Reina en el Rey”. Y un atributo de los reyes es la Corona y el cetro. Alcalá la Real ha sido siempre una localidad muy mariana. Su comunidad cristiana se ha venido uniendo a las generaciones que a lo largo de la historia la han aclamado “bienaventurada” Lc 1, 48), por eso la proliferación de sus muchas imágenes, advocaciones, fiestas dedicadas a la Virgen en su geografía. La primera de todos es la talla de la “Virgen Coronada” de la Fuente del Rey. Y no fue la única imagen relacionada con la Corona, pues se encuentran desde  muy antiguo  el relieve en piedra de la puerta norte de la Abadía de la Mota; y el cuadro atribuido  a los Raxis de la Coronación de la Virgen que se conserva en el templo de Las Angustias. Estas imágenes de la Virgen Coronada se adelantan al rito  de  coronar   posterior a  nuestra Virgen, y que sus primeros indicios se encuentran en Roma a comienzos del siglo XVII en que de este modo fue dignificada una imagen de la Virgen. Los historiadores no llegan a ponerse de acuerdo  si fue en 1620 en la Basílica de Santa María la Mayor con la imagen de la Virgen de Oropa, o si en el Vaticano en 1631 con la Madonna de la Febbre.  Las primeras que se coronan en España serán la de Ntra. Sra. de la Veruela en Aragón y la de Montserrat en Cataluña, ambas en 1881. Y en Andalucía será la Virgen de los Reyes de Sevilla en 1904. Pero nuestra Virgen Coronada se adelanta a estos tiempos, en los que a la Virgen como “reina”, y que tuvo un impulso grande la encíclica que el papa Pio XII proclamó en 1954 titulada: “Ad coeli reginam”, en la que establece la fiesta litúrgica de la Virgen Reina. U   se expresa en los siguientes términos:        “Santa María Virgen con razón es tenida e invocada como reina, ya que es Madre del Hijo de Dios, rey del Universo, colaboradora augusta del Redentor, discípula perfecta de Cristo y miembro supereminente de la Iglesia”

Nuestra Virgen Coronada fue reina romera desde sus orígenes acompañando al rey Alfonso con sus tropas en la conquista cristiana de los territorios musulmanes. Y tuvo su primer asentamiento romero en el campamento de la  Fuente del Rey. Luego, tras la conquista de la fortaleza, se fundó su hermandad en el siglo XV, fue llevada  a la iglesia Mayor, y al crearse  el Hospital del Dulce Nombre de Jesús, su imagen  ocupó el altar con su retablo  en  el arrabal del Albaicín acogiendo las oraciones y súplicas de los transeúntes. Posteriormente bajó a los arrabales nuevos, y, junto al convento de Nuestra Señora de los Remedios y la Alhóndiga, siguió presidiendo  su capilla y acogiendo enfermos transeúntes que acudían a nuestra ciudad. A lo largo del siglo XVI, se fundó la ermita y la imagen se trasladó Fuente Rey. Ya en los finales del siglo XVI, bajó al Llanillo  y, en el templo del mismo hospital, hoy convento dominico, acogió a muchas personas.  Pero nunca se olvidó su paso romero por la fuente del Rey: destaca la capellanía de Juan de Aguayo, que, como protector de la iglesia de la Coronada, dejó una importante limosna en su testamento  y d onde manifiesta que se encuentra su enterramiento.

 Al venderse este hospital al convento y  trasladarse a la calle Caridad, la imagen con este nombre y Desamparados se hizo de nuevo romera y fue albergada en la calle de la Caridad. Pero debió realizarse una nueva imagen barroca con el nombre de Caridad, y la Virgen Coronada volvió al convento de Nuestra Señora de la Encarnación  e hizo un paso  nuevo de imagen romera. en el l convento de las Madres Dominicas, de Nuestra Señora de la Encarnación,   a mediados del siglo XVIII. En el Archivo Histórico Provincial de Jaén, se encuentra  un documento referente a Nuestra Señora de la Coronada[1]  durante el periodo en el que  eran su hermano mayor Juan del Arca Serrano y el capellán Diego Bravo y se le  levantó un altar dentro de la iglesia del  en  30 de marzo de 1658 . Fray Silverio de Valenzuela , prior del convento de Nuestra Señora de del Rosario y vicario de las monjas, representando al provincial de Andalucía fray Luis de Espinosa, y  , por otra parte , la priora  sor Catalana Marañón, acordaron con la hermandad :  vender a la Cofradía de Nuestra Señora de la Coronada una capilla del  convento en la que estaba la imagen de San Antonio  con el fin de tener los hermanos allí su imagen  y hacer la fiesta en la dicha iglesia, así como recibir el derecho de poderse enterrar en dicha capilla y, a su vez, las monjas disfrutarían de una limosna que les daría la hermandad”. Parece que, por aquel tiempo, la Virgen romera ya no estaba en la ermita  y su campana de la ermita, de la Fuente del Rey, se depositó en el convento. Este  había  de tener aderezado el al altar de lo necesario, y los hermanos han de cuidar de la imagen todo lo necesario. Podían llevarla a la ermita de la Fuente del Rey, pero la habían de devolver a la capilla, donde  los hermanos habían de poner los escaños en la dicha capilla y sentarse sin ningún impedimento. El convento se obligaba a ofrecer la música sin interés alguno en la fiesta. Y el compromiso de la hermandad radicaba a pagar por el edificio y otros gastos al convento cien ducados en los siguientes bienes: un cáliz de plata con su patena con señales en el pie de Jesús, un Cristo  y vía Crucis, una  casulla, estola  y manguitos de tafetán tornasolado,  cuatro pares de manteles, dos albas de medianillo, un amito viejo, un frontal viejo, un frontal de tafetán carmesí, otro de color pajizo y otro o celeste con flecos negros, dos bolsas de corporales, unos corpiños, y paño de cáliz color carmesí, un misal, una campanica pequeña y un cajón con su bayeta

        

La historia de la cofradía de la Coronada con  el nombre de la Caridad pasó por diversos momentos y lo mismo aconteció en su romería a la imagen y ermita, Una vez extinguida esta hermandad , el abad renovó la institución y  una nueva asumía la administración de las actividades del hospital con el nombre de Hermanad de Nuestra Señora de los Desamparado  en  1660  y  puso las bases de la decadencia de la hermandad a favor de una figura de sus estatutos, la del Rector del Hospital, lo que hizo que decayera la actividad cofrade y, por tanto, sus actos se concentraran en las puramente sanitarias y de hospedaje.

Pues era frecuente que no coincidiera el nombre de las advocaciones con el de la imagen. Así, la imagen de la Coronda la hemos encontrado con distintas advocaciones: primero de Caridad; luego de Desamparados y, muchas veces y actuqalmente , como de Coronada. Sin embargo, el primer artículo de sus estatutos  estableció lo siguiente, muy acorde con la época de fomentar el dogma de la Inmaculada y reflejando estos cambios:


Esta hermandad esté debajo de la protección y amparo de la Purísima y Siempre María Nuestra Señora, Concebida sin mancha de pecado original que se llame Hermandad de los Desamparados” y dio lugar a que  la fiesta de la Coronada que anteriormente se celebraba por el mes de septiembre, y ahora se pasaba  a diciembre. El siglo XX, de nuevo su ruta romera la devolvió a la Fuente Rey, donde se ubicó hasta actualmente.

 

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[1] AHPJ. Legajo 5020. Folio 156.

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