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domingo, 1 de abril de 2018

CAPÍTULO VI. LOS APÓSTOLES. CON RESUCITADO. 2018.


Ámbito escénico. La iglesia

La  exposición dialogada de la vida de Jesús, y, sobre todo, la Pasión y Muerte, suele llevarse a cabo en el interior de los templos. La noche del Jueves Santo, la de Navidad y el día del Corpus suelen ser propicias para la representación de pequeñas escenas que versaran sobre dichos temas. Claro testimonio de ello son las Constituciones Sinodales tanto del abad Juan de Avila en el año 1542 como las del abad Moya en el año 1623, que hemos comentado anteriormente. Las propias actas de Cabildo recogen algunos altercados que se producían durante la noche del Jueves Santo a finales del siglo XVI.


Por lo tanto, está claro que debían celebrarse por los siglos XV y XVI esta costumbre. También ratifica esto el que en la fiesta del Corpus aparezcan con frecuencia comisarios que suelen concertar con personas de Granada y Jaén autos, danzas, recitación de versos y música. Y más claro está cuando se citan a los pequeños "seises" alcalaínos  bailando y representando con sus danzas " El coloquio de los Niños" o "La Presentación de Jesús ante los pastores ". Hoy día, la lectura de la Pasión durante la Semana Santa suele hacerse entre varias personas, distribuyéndose entre ellos el narrador, Jesús y el pueblo.
Los monumentos del Jueves Santo, el Lavatorio de los pies y toda la rica ceremonia del Domingo de Ramos, Viernes Santo y Domingo de Resurrección ofrecen en su liturgia gran cantidad de efectos escénicos, que esperaban los fieles tanto como todas las circunstancias que rodeaban a dichas fiestas: ausencia de trabajo, cabildos de punto, amnistías, perdones  y reparto de ropa y carneros a la cárcel y conventos.
Los sermones y las velas de estos días eran los momentos en los que la voz del predicador se podía a veces entremezclar con la escenificación de la Pasión de Jesús.  En estos últimos los apóstoles jugaban un papel primordial.
El tablado
El desorden y escándalo, a que daban lugar dichas representaciones, debieron obligar a la autoridad a sacarlas fuera de la iglesia. Al mismo tiempo, el auge de las cofradías- la de la Veracruz, Oración del Huerto y Dulce Nombre de Jesús- significó el cambio  de los sacrificios personales como eran las de sangre- hasta convertirse en puramente penitenciales. Unido a esto el movimiento de la Contrarreforma, los distintos conventos tratarán de hacer frente a las corrientes luteranas en la calle, ya en las grandes concentraciones con motivo de los Autos Sacramentales del Corpus ya en las manifestaciones religiosas de penitencia, de rogativa o de acción de gracias. El tablado era una tradición dentro de la representación artística de la ciudad, ya que solía construirse con motivo de las fiestas del Corpus. Más bien los dos tablados, uno para colocar las andas del Corpus Cristi, y, otro par las danzas y representaciones que tenían lugar dicho día. La ubicación tenía lugar en la plaza alta de la Mota y , tras el recorrido de la procesíon por la vieja ciudad, los arrabales, Entrepuertas e iglesias y convento  de San Francisco, donde se hacían las estaciones, y generalmente se entraba en cada una de ellas- Santo Domingo, San Juan , San Blas, San Francisco, Trinidad-, subían a dicho tablado los cantores de las capillas de música, las danzas de la ciudad, los representantes de los autos e, incluso, los recitadores .


Este mismo  recurso  utilizó la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús para representar pasos como los de la Sinagoga, la Túnica, y Pilatos, donde el instrumental y los movimientos escénicos  eran difíciles de representar al pie de los espectadores congregados. Compartía la carga del montaje entre la cofradía y el encargado u oficial del paso, ya que como en el año 1688 hubo varios tablados para colocar el paso de los Pontífices, el Juego de la Túnica, Poncio Pilatos y los cuadrilleros. En  el Castillo, se conserva  el guión de los PASOS del Jueves Santo y Viernes Santo, donde un sacerdote exponía el contenido teológico y narrativo  y los personajes desarrollaban sobre un tablado todos los movimientos de la Sinagoga, Lavatorio, Azotes, Ecce-Homo y Sentencia. Ya lo describíamos con las siguientes palabras: "Gestos y mimos acompañan las escenificaciones. Ahí está Pilatos, subido en un tablado portátil (1688), pronunciando la sentencia. Allá los judíos, haciendo el juego de la Túnica (1687). Acá el verdugo (1677), crujiendo la honda e interrogando a Dimas y Gestas"[1] 
 Solía ser la ubicación en la placeta del Rosario, el Paseíllo de la Mora, en la plaza que se formaba en la confluencia con el Llanillo y en otros lugares espaciosos.

Debieron existir algunos escenarios verticales con diversos tablados como en el Paso de Abraham, que debían tener dos niveles, el del ángel y el de Abraham. Tampoco no es de extrañar el uso de varios tablados, desde donde se pudieron llevar a cabo las distintas escenas como era frecuente en las fiestas del Santísimo Sacramento de finales del siglo XVIII.


Los lugares elevados. El paseíllo de la Mota. Los lugares concurridos

Con el paso del tiempo, debieron perderse los tablados por las incomodidades que significaban a la organización. Sin embargo, los pasos siguieron representándose en la calle. No era de extrañar que las grandes plazoletas, los cruces de tramos de las calles ( Real- Rosario; Real-Ancha-Trinidad; Placeta de San Blas, Veracruz-Rosario; Llanillo-Veracruz, el propio Llanillo; Utrilla- Llanillo) y cualquier rincón se adaptara como escenario simulando a los antiguos trovadores.
Sin embargo, el paseíllo de la Mora formaba un promontorio natural para representar algunos pasos. Así nos lo describe María Pilar Contreras a finales del siglo XIX :" Al llegar la procesión a un punto que llaman la Mora, se para; toda la grande extensión de aquel sitio se ocupa por un inmenso gentío "[2]. Lo mismo acontecía con el propio Llanillo, que se convirtió en la arteria principal de la representación pasional a lo largo de la historia de estas cofradías.
Representar un paso era simular un pregón y, por lo tanto, no les sería extraño a los espectadores que una voz se emitiera a lo largo del recorrido de la procesión, como hacían las mascaradas y las exhibiciones de caballería antes de iniciar una fiesta. Tan sólo que aquí el contenido era pasional. 



 La calle: placetas, lugares concurridos y el Llanillo.

Si  la calle es importante como soporte físico, auditorio natural o lugar de representación, más digna de comentario es interpretarla como sitio de ambientación de la historia de los pasos. Cada rincón se convierte durante los días de Jueves y Viernes Santo en un pequeño retazo de Jerusalén. La casa del Capitán no será otra sino el "mesón o cuartel" donde se concentra  la tropa. A Simón Cirineo lo sacan de una de las casas de la misma ciudad, para dar mayor impresión realista. Longino  dirigía su lanza hacia  el promontorio del trono, como si sugiriera el monte del Gólgota. El Llanillo, eje comercial, lugar de tratos y  de trasiego, simula el deambular y el bullicio de aquellos días en Jerusalén. Una esquina es el lugar concentrado y  recóndito para fingir unos azotes, exponer a Jesús, proclamar el sorteo de la túnica.....La propia ciudad, con sus calles que corren a los lados del valle, son la mejor alfombra, donde Jesús avanza el Viernes Santo como si subiera a la Crucifixión del Gólgota de la Placeta de San Juan.

Los personajes



Son muchos los personajes que intervienen en un desfile procesional. Los hay estáticos que representan iconográficamente un momento de Pasión; fijan la acción en una escena, son las imágenes de Jesús Nazareno, del Señor de la Humildad, del Jesús en la Columna o del Crucificado. Los hay portadores de escenas en forma de insignias o signos de Pasión, donde se pretende transmitir un mensaje simbólico: es el caso de los judíos con sus signos de Pasión ( la manopla, la escalera, ...) o el de los apóstoles, o el de los penitentes que portan escenas evangélicas, semejantes a los viacrucis actuales. Todos estos debieron estar ligados con los personajes simbólicos de los autos sacramentales, en este caso, por los signos de Pasión. También, existen los narradores que recuerdan a los antiguos juglares que cantaban a los reunidos una historieta en forma romanceada, son los pregoneros o los sacerdotes que comienzan a rezar la Pasión. No faltan los personajes mímicos que de un modo solemne representan momentos relacionados con prendas de Jesús- La Túnica y La Lanzada-o acciones secundarias que no se conoce el texto: Los reos. Finalmente, se encuentran los personajes que desarrollan y representan en forma dialogada la Pasión. Son escenas, donde no aparece actualmente Jesús  que quedaba reservado en la iconografía imaginera. Han sufrido una transformación total a partir del siglo XIX, la confusión entre los judíos, la tropa, y los sayones ha dado lugar a una nueva recreación de la Pasión.
Los judíos suelen ser portadores de los signos e instrumentos de Pasión: los flagelos, la corona, los clavos, la escalera, la columna, la manopla, la túnica. También suelen portar las Láminas de Ecce-Homo y Jesús en la Columna. A veces se confunde con la tropa de la ciudad. El tambor y la trompeta están formados  de cuatro miembros de los judíos.

Otros personajes como los reos, el Longino y Simón de Cirene, desarrollan pequeñas escenas del gran drama  sin influir en la parte esencial de la Pasión. Suelen representar a personas del pueblo, la milicia, el labrador y el hombre de servicios ante la figura de Jesús en  situaciones  de ayuda, recibiendo el castigo y o testigo de la divinidad.


            Un caso especial son los pregoneros que acompañan los Pasos e imitan la labor de los voceros del Cabildo y, por otro lado, sustituyen al clero en su labor de explicación y narración de la Pasión.

La imagen de Jesús  y los personajes como actores.

La imagen de Jesús, inmersa en su hálito devocional, se muestra llena de respeto como si se estableciera una frontera entre lo divino y lo humano. Se presenta inamovible, aunque, a veces, se convierte en un personaje más al que se dirigen los actores humanos. Así en el paso de la Venta de Jesús el Nazareno se transforma en el Jesús del Huerto de los Olivos o testigo de Arrepentimiento de Judas.
Por el contrario, los personajes rompen esa inamovilidad con las escenas mímicas, los pasos representados, los desfiles, el ronco sonido del tambor y la llamada heráldica de la trompeta. Aunque representen escenas de humanas y quieran trascenderlas con la representación dramática, en el fondo, pueden provocar la hilaridad y perder la majestuosidad de las primeras iniciativas.


Por eso, la barrera entre el Cristo representado-lo divino- y la farándula de los pasos-  lo humano, es inmensa. Ante Jesús reza el espectador que se siente cautivado con su impresionante figura; ante los personajes humanos, por el contrario, en siglos pasados, el actor sentía que representaba la Pasión y el espectador compartía este mismo sentimiento de tanta trascendencia para la humanidad, el actual, sin embargo, muestra su respeto por un acervo de una gran tradición. El abismo entre las representaciones está claro:  Jesús se  manifiesta imperturbable frente a los personajes que exhiben todo tipo de tramas y vicios humanos.

Los buenos y malos.

A lo largo  de toda la secuencia pasional, se dividen los personajes entre  buenos y los malos, fruto de una anterior moral maquiavélica para mejor catequizar al pueblo sencillo. La caracterización es completa: desde el rostrillo hasta el instrumento de Pasión; abundan los de color negro o de mirada torva, que portan los sayones, el Mal Ladrón, algunos judíos y el verdugo . En los rostrillos de los apóstoles no hay uso de caretas negras, ni en Judas, todas se asemejan a un hombre normal de cualquier época, parecen como las imágines o las pesonnae  romanas ( con su peluca, la apertura de los ojos y la boca-algo más grande); tan sólo el amarillo y  el color blanquecino del psicótico Judas marcan diferencia, sus instrumentos son el flagelo, la espada, la manopla o la lanza.
La ingenuidad y la vestimenta caracterizan a  Simón Cirineo, al Lazarillo, al Buen Ladrón.  Los colores de  la vestimenta se distinguen de las de los malvados: el blanco de pureza, el morado de penitencia o el de un joven del siglo dieciséis. El apostolado viene definido por la túnica morada y su estola adamascada, salvo Judas con túnica morada y estola roja.
En clara línea de recuperación de su estado anterior, es el Longino, que muestra una careta lastimera, ciega, y se deja ayudar del Lazarillo. Es un recurso parecido al de las novelas ejemplares.

Principales y secundarios.

Curiosamente el Capitán ha adquirido actualmente el papel principal de todos los personajes; en él se encarna desde Anás o Caifás y el jefe de la Gente Armada hasta el director de todas las representaciones, pasando por centurión, Malco, Pilatos y capitán de la tropa de la ciudad. Recuerda a los sabios viejos, los Zahorís, que lo sabían todo. En torno suyo se desarrollan los actos militares de recogida de la cuadrilla, del pase de revista, y  de las órdenes de mando. Por su persona se desenvuelven la mayoría de los Pasos: El Prendimiento de Judas y Arrepentimiento




  debe dar la señal de los Azotes y la Exposición del Cuadro y  también programa a Longinos y el Lazarillo, los Reos, y la Túnica, que son simples escenas del gran actor que es Jesús.  





[1] Murcia Rosales, Domingo y Martín Rosales, Francisco . Cancionero, relatos o.c. Pag. 247.
[2] Cancionero . op. cit. 402.













1 comentario:

  1. alabra Apóstol significa enviado. Jesús, el Enviado del Padre, llamó consigo a doce de entre sus discípulos, y los constituyó como Apóstoles suyos, convirtiéndolos en testigos escogidos de su Resurrección y en fundamentos de su Iglesia. Jesús les dio el mandato de continuar su misión, al decirles: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo» (Jn 20, 21) y al prometerles que estaría con ellos hasta el fin del mundo. datafellows.net/como-organizar-un-panel-de-discusion/

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