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sábado, 28 de abril de 2018

EN LA REVISTA DE LA VIRGEN DE LA CABEZA. NOTAS PAR EL ANEXO AL LIBRO DE LA HERMANDAD DE NUESTRA SEÑORA DE LA CABEZA DE ALCALÁ LA REAL


I
En el siglo XVIII, escasearon las noticias para la Historia de la Hermandad. Tras la lectura de muchos testamentos y documentos en el Archivo Histórico Provincial, apenas hay referencias a la cofradía, al templo o a la imagen salvo las editadas en el libro. No obstante, a pesar de que, a finales del siglo, llegó a desaparecer junto con el resto de las cofradías de la diócesis, hemos encontrado en un legajo correspondiente al registro de la Contribución única realizado en 1761 y conservado en el AMAR (Archivo Municipal de Alcalá la Real) este dato:
La cofradía de Nuestra Señora de la Cabeza, extramuros de esta ciudad, su hermano mayor Pedro (…) Naranjo confrontó su registro y está en ver, a excepción del solar de un celemín de tierra de secano en el arrabal de Santo Domingo de Silos, que consta en el folio 710 del segundo tomo eclesiástico, que se vendió a Ceferino de Torres”.
Por lo que se concluye que la cofradía mantenía su vida y estructura de hermandad y elegía sus cargos cada año, que lo representaba ante la notaría y las autoridades, en este caso la declaración de bienes de la Cofradía y las bajas que se motivaban por su venta. En 1761, puede constatarse la presencia de Pedro Naranjo representando la cofradía. Unos años después, tuvo lugar la cofradía sufrió el decreto de eliminación, pero pronto renació como manifestábamos en el libro.
II
En este mismo siglo, unos años antes que el dato anterior entre el 1751 y 1752, se realizó en Alcalá el Catastro de la Ensenada. Es muy interesante la declaración individual de los bienes y situación familiar de los vecinos de Alcalá la Real. Hay varias citas a la Virgen de la Cabeza.  Entre ellos, el hidalgo abogado don Gabriel de Miranda, casado con doña Juana de Molina Lizaur, cuya familia se componía del matrimonio y de dos sirvientes y dos criadas. Y se especifica con el vecino número 1090. Como abogado de Alcalá recibía unos beneficios de 400 reales. Era escribano de cabildo y de millones por la memoria fundada por don Juan Rodríguez de la Rosa, arrendados en la cantidad de 3.000 reales (uno, el de cabildo, en 160 ducados, y el de millones 140 ducados). Y nos aporta un dato interesante del barrio de San Marcos y Cruces.
El primero que esta escribanía estaba gravada con la  memoria de la ermita del  Santo Sepulcro, que consistía en dos cargas: una misa rezada en todas las fiestas del años ( por lo que se pagaban 172 reales a razón de 86 días por la limosna de a dos reales cada misa); la pensión de costear y pagar todas las obras pías para la conservación y decencia de los cuerpos de la Iglesia y sacristía del Santo Sepulcro, así como el adorno  de sus altares y ornamentos para decir misa, cera, vino y las demás ocurrencias ( se le regulaban 200 reales). Vivía en una casa de la calle Real, y la poseía  por la memoria de doña Ana Montijano, se nos ilustra de las casas de aquel tiempo, porque estaba  compuesta de bodega con ocho tinajas, y encima un cuarto bajo para despacho, otra bodega con cuatro tinajas, otras dos pequeñas sin vasos, dos despensas, caballeriza, cuartos segundos principales que son dos antesalas, dos salas, tres alcobas, un dormitorio, cocina, candiotera, tres cámaras; de doce varas ( en torno a los nueve  metros  de frente) por  seis  (  casi cinco de fondo). Tenía correspondencia a otra casa accesoria, que le servía de puerta falsa a la calle Braceros, ambas incorporadas, y en medio un patio y dos corrales, por donde se servían. Esta casa secundaria estaba compuesta de portal, caballeriza, aposento, cocina y cámaras; era lindera con la casa del presbítero don Antonio Contreras, y por la baja, con don Fernando Montijano de la Rosa. La casa principal de la Calle Real, lindera con la casa de Don Diego de Moya, por la parte alta, Y por lo bajo don el presbítero don Eladio Serrano. La habitaba este escribano y, si se alquilara, rentaría 440 reales. Gravada con una misa y fiesta cantada en el convento franciscano de Nuestra Señora de Consolación con una limosna anual de 44 reales. Tenía muchas más casas de su propiedad que alquilaba.
El segundo dato aportado se refiere en dos ocasiones a la imagen de la Virgen de la Cabeza. Son dos tierras que se refieren por sus linderos con la imagen alcalaína. De la misma memoria anteriormente comentada, poseía una fanega y once celemines en la Pililla, comprendida en la calzada del Castillo, que produce sin intermisión habas, trigo y garbanzos, lindera con tierras de la imagen de Nuestra Señora de la Cabeza de la ermita de San Marcos, tierras de don Fernando Marrón (O) capellanía del ubetense don Bartolomé de Lara (N) y camino del Castillo (S).  Y otra haza de fanega y diez celemines de la misma memoria en el mismo sitio y ruedo que la anterior, con la misma producción, lindera con don Alonso de Pineda (E), imagen de Nuestra Señora de la Cabeza (O), la granadina doña Baltasara de Sotomayor, camino de Charilla (N) y camino del Castillo (S). 
Curiosamente, no se refiere a la cofradía, sino a la imagen de la Virgen de la Cabeza, en los mismos términos que la Virgen de las Mercedes, que por aquellos años no disponía de cofradía y se administraba por un capellán mayordomo que sostenía la capilla de la Iglesia Mayor de la Mota. En este caso, administraba bienes de la cofradía, varias fincas cercanas a la ermita de San Marcos y en un torno que definen los declarantes como los Torcales, haciendo referencia a esos hundideros que eran cultivables entre peñascos desprendidos de los grandes tajos. También, mantenía las obligaciones y deberes que exigían las memorias, como misas y sufragios de hermanos. Como se ve, el siglo XVIII no es muy profuso en ofrecer una historia de la cofradía con muchos datos de la vida de la Virgen de la Cabeza de Alcalá la Real.
                                               III

            El tercer dato se refiere al título de Real que ostenta la Cofradía. Ha sido imposible encontrar el momento en el que pudo ser declarada la cofradía como real, por el decreto del monarca. Se creía allá por el mismo tiempo que lo ostentó la cofradía de la Virgen de las Mercedes y de las buenas gestiones del capellán Jerónimo Utrilla. Hoy puede remontarse su titularidad a tiempos más lejanos. Pues, en el conflicto de protocolo con la llegada de las cofradías al puente de Andújar en 1857, ya comentamos el intento de Arjona de querer colocarse en segundo lugar y adelantar a todas las demás. Se produjeron cuestiones desagradables, que se resolvieron colocando a la cofradía urgabonense al último lugar, como acontecía cuando una cofradía volvía a la romería. En 1858, antes de la romería, se dirigía al Obispo para que contemplara que la Real Cofradía de Nuestra Señora de la Cabeza de esta antigua ciudad (Alcalá la Real) defendía que debía ocupar el puesto cuarto, que lo había conseguido desde haber ostentado anteriormente el 22º porque no se conocía época ni año en que había dejado de concurrir a tan solemne acto y no quería perder los derechos adquiridos.  Se alegraba de la vuelta de Arjona, pero debía respetar la normar de ocupar el último puesto por haberse ausentado varios años en la romería, como había acontecido con otras cofradías. Y se apoyaba en evitar de este modo se distraigan los fervientes ánimos de las religiosas y cristianas personas, que con el mayor celo y entusiasmo abandonan sus casas para asistir y dar culto a María Santísima de la Cabeza en su santuario de Sierra Morena. Firmaban el escrito el hermano mayor y vocales, miembros de la cofradía alcalaína el siete de abril de 1858. Por lo que se deduce de este documento del Archivo Diocesano recogido en el Libro de Francisco Toro y otros El Obispado de Jaén y la Abadía de Alcalá la Real (Correspondencia 182º-1899), dos importantes daros:
-La Cofradía ya se denominaba Real, anteriormente a la de la Virgen de las Mercede y sugerimos con sus nuevos estatutos en tiempos de Carlos IV, en el siglo XVIII.
-Aumentamos el número de hermanos mayores nuevos en el siglo XIX con Francisco de Asís Romero, que fue miembro del ayuntamiento alcalaíno, y el de los vocales miembros de la Junta Directiva con Rafael Zamora, depositario, José Oria, Felipe Serrano, José Antonio Cabrera, Fernando Muñoz, José Romero, Francisco de Torres, Faustino González, José de Callaba Jiménez. El capellán que siempre acompañó la cofradía era don Benigno de Torres.

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