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domingo, 15 de abril de 2018

LAS CASAS DE LOS COBALEDAS. EN JAÉN SEMANA.



DEL PALACIO JIENNENSE DE LOS COBALEDA NICUESA A SU CASONA ALCALAÍNA DE LA CALLE ROSARIO.





Era muy frecuente que la hidalguía jiennense y la burguesía del Santo Reino se cruzaran, a lo largo de los siglos pasados, en enlaces matrimoniales con otros miembros de familias del resto de las ciudades importantes de la provincia.  Clara muestra de ello era la presencia de esta realidad en Andújar, Úbeda, Baeza, Martos y Alcalá la Real, Se partía de un control político, social y económico que se basaba en la serie de prebendas repartidas entre estas familias a partir de la pertenencia de ciudades en Cortes, donde alcanzaban cargos y servicios en favor de sus familiares. El apoyo a la política real repercutía en los representantes de las ciudades otorgándoles puestos de corregimientos, patronatos reales y funcionarios de servicios estatales. Por citar ejemplos, muchos familiares de regidores jiennenses y representantes en las Cortes castellanas de la Edad Moderna ejercieron de corregidores en el departamento tripartito de Alcalá, Loja y Alhama, y, en otros, de segunda y tercera categoría del reino de Jaén. Los corregidores de origen jienense, como Juan Cerón de la Cerda, Juan de Soria Vera, Luis de Contreras, Caballero, el vizconde de Linares, Antonio Manrique y Vargas, Luis López de Mendoza o Bartolomé Mesía Serrano muestran esta influencia de las ciudades con voto en Cortes, y, al ser procuradores por Jaén, ejercen control de la nueva política económica de estos siglos. Y este es un ejemplo político.


Junto a la catedral de Jaén, en la calle Ramón y Cajal, se encuentra el palacio de la familia Cobaleda y Vinuesa, una construcción que se remonta al siglo XV y, sobre todo, a principios del siglo XVI. Una casa que sufrió importantes modificaciones en los siglos posteriores.  No ha recibido siempre la misma denominación, se le ha conocido con los nombres de Casa del Deán, Casa de los Manillones, o Casa de los Masones y, al fijare en su principal miembro de la familia, como Palacio de Don Cristóbal Nicuesa. Su bella portada no se remonta a los cuatro hermanos Cobaleda Nicuesa de los tiempos de erección constructiva, sino a sus descendientes los Valdivia Serrano, y Aguilar de Andújar. Y, entre sus más principales miembros de la familia, recibió un fuerte impulso en los segundos decenios del siglo XVII, gracias a Cristóbal de Cobaleda Nicuesa, que recogió para su estilo constructivo la influencia vandelviriana. La historia de los miembros propietarios de este edifico parece diluirse con la venta en el siglo XIX del palacio a Manuel Jontoya Taraceca, un político que, junto Antonio Almendros Aguilar, destacó con propuestas liberales en tiempos de la Gloriosa. Y desapareció completamente la huella de los Cobaleda con la venta del edificio por parte de su sobrina a José Bonilla Forcada.  


Su bella fachada muestra la pérdida de esta historia de mestizaje nobiliario. Pues sus dos escudos, ovalados y sostenidos por los tenantes, no conservan de la familia más que el primer cuartel del escudo, relacionado con los Nicuesa y el resto pertenecen a Jorge Joaquín Serrano de Valdivia Aguilar Cárdenas Guzmán y Nicuesa, un miembro de la familia de mediados del siglo XVII y descendiente directo del capitán Cristóbal Nicuesa Cobaleda.
Curiosamente, por este tiempo, esta familia llegó a Alcalá con don Francisco de  Cobaleda y Nicuesa, que fue hermano mayor de la cofradía del Dulce Nombre de Jesús,  y, en su año de mandato, a mediados del siglo XVII se levantó la capilla mayor del Rosario Debió ser un descendiente del maestre de Campo Cristóbal de Cobaleda y Nicuesa, casado con María  de Aguilar, padre del jiennense Pedro Cobaleda Nicuesa, casado con la arjonillera María de Lara, y abuelo del capitán el otro Cristóbal de Cobaleda y Nicuesa.

Un siglo después, en las declaraciones individuales de vecinos de Alcalá la Real del Catastro de la Ensenada se mantiene la línea con los mismos apellidos y nombre, en la persona de Pedro de Cobaleda y Nicuesa, vecino de una casa señorial de la calle Rosario. Su casa con una fachada de piedra y escudo albergaba una familia perfectamente relacionada con esta red  de influencias sociales. Pues, casado con doña Mariana de Hidalgo, tenía una hija, María Mercedes de Cobaleda, y disponía de un sirviente que ejercía de mulero y una criada para la casa.  Era jurado del cabildo alcalaíno, administrador del conde de Humanes, otro noble jiennense  En su casa, vivía el capellán don Leonardo de Cobaleda, y pertenecía al vínculo fundado por Marcos Isidro Aguilar para su mujer Mariana. Nicuesa no quedó ninguno en la ciudad de la Mota, los Cobaleda todavía perviven sin ningún signo de boato social.

Palacio jiennense y casona alcalaína subsistieron y se conservan. Son dos muestras de una misma familia, de un patrimonio que se marchita. El palacio es un testigo de la antesala de una catedral que reclama ser declarada patrimonio de la humanidad; la casona alcalaína es una casa de vecinos, encalada y ocultando el escudo y los sillares de su fachada sin más señal de hidalguía que su pervivencia entre la soledad de una familia que desapareció de su poder.







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