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lunes, 16 de abril de 2018

SAN BLAS EN EL CATASTRO DE LA ENSENADA.

Hoy día, la placeta de San Blas se encuentra completamente remozada y alterada por  la nueva visión de un contexto de entre ruinas y viviendas para convertirse  en un espacio a medio camino entre un yacimiento medieval y un entorno urbano  andaluz. Más bien, se denomina la placeta de San  Blas, porque la ermita, de la que no quedaron más restos que los yesos labrados  de la cornisa del templo, se insinua en forma de silueta metálica y formada por  el cajón artificial  que insinúan las líneas constituyentes de los muros y tejado del templo. No obstante, este nuevo espacial ha ganado con la exposición  pública del antiguo solar y planta del templo, en forma de cajón, con los compartimentos anexos de la sacristía y capilla del Cristo de la Salud. 
La portada renacentista de primeros de siglo XVII volvió a su entorno original desde la calle de los Muladares, donde ocultaba un cuadro eléctrico desde los años treinta del siglo pasado XX hasta el  segundo decenio del siglo XXI.  Cuando penden de su postes actuales, las reproducciones de San Blas, San Roque y el Cristo de  la Salud, nos recuerda una iglesia de barrio, que sirvió de depósito de cadáveres antes de subirlos al cementerio de la Mota, hospìtal preventivo de apestados, y de templo votivo dedicado al patrón de la gargantilla. Desaparecida esta iglesia a mediados del siglo XX, quedó en manos privadas y convirtieron sus lugares religiosos en viviendas familiartes, y  los huertos colindantes, pertnecientes al convento trinitario de los Remedios, en corrales de las nuevas viviendas. 
Hoy, a la placeta de San Blas se accede por varias calles: por la parte de arriba a través del nuevo camino de San Bartolomé o Carrera de los Caballos, proyectándonos la mirada, tras el bajo tercer recinto amurallado, a todo el Arrabal Viejo o de Santo Domingo de Silos, por la parte de la puerta de Martín Ruiz o del Cambrón; desde la iglesia de san Juan por la mal llamada calle Cava pasando por la casa y  lugar del  trono del Cristo de la Salud; si se viene  desde la parte oriental, varias calles desde el templo sanjuanero conduce a la anterior arteria vial ( Rosario, Caños, abad Palomino y Puerto, y, sobre todo, la denominada recientemente calle pina y cas deshabitada  de San Blas); si subimos por la calle decumana de la calle Real, nos baja a esta plaza,  la también mal denominada calle Mazuelos; un recuerdo especial ofrece por el acceso meridional boscoso por un camino  que le dio nombre anteriormente a este rincón, el del Cambrón, planta que recuerda  tiempos de frontera. 
Este es el estado actual, pero no fue así en tiempos anteriores. 
 Hasta muy avanzado el siglo XX,  el descenso de población y el poblamiento decayeron profundamente  y, tan sólo, se mantuvieron varias casas en las Escalerillas y en  la antigua calle de la Cruz de Piedra, que se denominaba Cava ( la actual Mazuelos). Incluso en  1901, la iglesia de San Blas mostró  los primeros síntomas de su ruina que se plasmaron definitivos en el segundo decenio de este siglo vendiéndo sus enseres a la familia Fernández Anchuela. Pero la muralla y el barrio de Santo Domingo siempre prestaron una fisonomía  peculiar  a la ciudad de Alcalá la Real con sus restos de una urbanización medieval  y las huellas de  un asentamiento muy importante en el dinamismo de la nueva ciudad. No obstante, el Arrabal Viejo se mantuvo con una población dispersa englobada dentro de la unidad/ calle/ plaza de San Blas y calle  Cava, porque eran los elementos más significativos  y poblados de este barrio.

Junto a la fachada oriental de la iglesia de Santo Domingo de Silos,   perduraron diversas  casas de la familia gitana de Bernabé Muñoz hasta los años setenta, en las  Escalerillas;  destacaba la familia de Malagón  hasta los años ochenta, la famila de López Fuentes en la Subida a la Mota junto al Arrbal Nuevo, en el camino de acceso de la iglesia de Santo Domingo por la puerta de Granada la casa de una enigmática Eva; la Casa del Arrabal pasó de vivienda familiar a  tina  de ganado  en los años noventa y pervivió hasta hoy día. 
Con el nombre de San Blas, en el padrón de 1942, todavía se producen altas de vecinos, es decir,  en sus diversos aspectos ( por cumplir 23 años , por enviudar,  por fijar su residencia...) y   altas por nacimiento. Lo que se repite en 1948 con Mercedes Pérez Ruiz y prueba de la habitabilidad del barrio radica en que se dio de alta por cumplir 21 años a la vecina Dolores Expósito Aceituno en  una calle que se nombra explicitmente “ Escalerillas de Santo Domingo”. Tan sólo, asistimos a tres bajas  por fallecimiento ( un niño de 9 años Francisco Bolívar Ruiz, una mujer Dulcenombre Teba de 37 años y un hombre Antonio Bermúdez de 51), otras dos por casamiento y enviudedar
En las revisiones del Padrón de 1970, el Arrabal Viejo englobado todavía dentro de San Blas, aparecen varias altas de nacimiento ( Ángeles Pérez Ruiz), bajas por contraer matriomonio como Mercedes Pérez Ruiz, de 21 años, lo que nos demuestra que este barrio está habitado. Criosamente, la emigración hizo mella y aprecieron familias enteras como de  Gámez-Olmo que figuraban en el padrón como bajas ausentes (5 miembros que emigraron a Asturias o Miguel Armenteros a Bilbao). Incluso en 1969, se produjo la defunción de un personaje muy popular del barrio Evaristo Gil Garrido, a la edad de 63 años, campesino que recibía la finca de  baja de empadronamiento de San Blas.    
Un medio siglo después del Catastro de la Ensenada, prácticamente en un lustro, tan sólo, las calles de las Escalerillas de Santo Domingo, la de la Cruz de Piedra, Cava, y Mazuelos albergaban algunas casas con vecinos. Pero, cuando su despoblamiento se produjo de un modo más intenso fue en el siglo XIX.  Pues, partiendo de  la base documental de  distintos padrones municipales., a partir  de 1822, podemos resumir la situación del barrio de Santo Domingo y alrededores  con los siguientes datos:
-Con motivo del nombramiento de alcaldes de barrio, “ que celen y cuiden de los respectivos partidos que se les asignen”, esta zona se comprendía dentro dl distrito cuarto y se componía de las calles siguientes:. San Blas, La Caba, Escalerillas, Pozuelo, Mazuelos, Mesones, Trinidad,  además de Luque, Llana, Rosario y Medrano[1].

En 1832, podemos constatar el número de viviendas y la desaparición de la calle Mesones: San Blas  con 7 casas, Santo Domingo con  4 casas, la auténtica Caba  junto a la muralla con  7 casas y  Mazuelos con  5.  En 1833,  no hay variación prácticamente, pero existían  las calles Pozuelo y San Blas con 12 vecinos, esclarerillas de Santo Domingo con  5 casas  y 12 vecinos, Caba  con 6 casas y 14 vecinos y Mazuelos con  5 casas.

Uno años después, en 1841, la despoblación es total. porque en 
San Blas, había un vecino, unas 8 casas por encima de San Blas: 8 casas, en  la Iglesia de Santo Domingo, una otra casa por encima de Santo Domingo, Cava con  16 vecinos, calle Mazuelos con  4
 y Alhondiguilla con  8 vecinos.
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Prácticamente, en los barrios colindantes ya no existe población;  y los edificios públicos y religiosos  son “un montón de ruinas cuyos materiales fueron vendidos  hace pocos años y transportados a la población”[1]. La mayoría de bienes inmuebles  fueron vendidos  a partir de finales del siglo XVIII y siglo XIX( desamortización de Gocoy, Mendizábal y Madoz) y cayeron en manos de la burguesía alcalaína. Primero,  le tocó la suerte al paraje de San Bartolomé, que  se transformó en olivar, regentado por la familia Vigas, luego los solares  y ermita de san Blas, que cayó en el segundo decenio XX en manos de la familia Fernández Anchuela; finalmente el convento de las Trnitarias.  


          En el siglo XVIII,  se produjeron dos  acontecimientos muy  significativos en el municipio  alcalaíno: por  un lado, se completó  la  ruralización de una  importante  parte de la población  de la ciudad de Alcalá la Real estableciéndose en los partidos  la nueva  ciudad de Alcalá la Real gracias a la ampliación  y  continuidad de los repartimientos reales  entre  las  clases más populares, y , por otra parte, prácticamente  la mayor parte de la población se extendió por completo entre los dos cerros, el de la Mota y los Llanos, donde se formó un rectángulo, atravesado por el Llanillo y la  calle Real, a las que convergen `perpendicular y paralelamente una serie de calles cardinales y decumanas. Como  consecuencia  de ambos movimientos de poblamiento,  estos barrios, de predominio campesino, fueron los primeros en sufrir las consecuencias y se vieron obligados a a trasladarse a los nuevos núcleos rurales para asentarse en los nuevs doblamientos  que se ubicaban en terrenos de propios y eran concedidos  por el propio ayuntamiento, y, por ende, el recinto fortificado mostró un declive significativo, no apreciándose en este tiempo la continuidad ni la habitabilidad en el barrio de Santo Domingo, que sólo, mantenía en pie su iglesia y el lienzo meridional de la muralla, mientras gran parte del poblamiento de  la zona  oriental había desparecido en torno a la ermita de San Blas y la Puerta de Martín Ruiz. 
            A consecuencia de todos estos movimientos, los antiguos solares abandonados-convertidos en  tierras de labor- comienzan a subastarse   y ser colonizados por nuevos labriegos siguiendo la línea de repartimento establecida por Carlos III para favorecer a la agricultura  entre las clases menos privilegiadas.   la ermita de San Blas, adosada a la muralla, es UNO  de los barrios decadentes  de la ciudad que, por cierto, había sufrido un gran deterioro  a principios de siglo XVII con el derrumbamiento de la puerta de Martín Ruiz, gran parte de la muralla que lindaba con la ermita, incluso,  por el Gabán que ,ahuecado por distinta cuevas, se había derrumbado por completo. 









Un lustro  antes del Catastro este era el  panorama que recogía un  acta de 1682:“la peste h









a obligado a dejarse de cultivar muchos de sus campos, que eran el fruto  con que se mantenían los naturales, por lo qual dejan sus casas y se ban  a otras probincias, como se a reconocido en la ruina,  que,  desde  hace dos años a esta parte,  se hallan barrios y calles, acortándose el número cada día, pues en el de la Mota que había 350 vecinos sólo han quedado quatro, en el de Santo Domingo de setenta han quedado catorce o ñlquince, en el del Rastro  de sesenta y cien, sólo han quedado doce; el de san Bartolomé y Peña Horadada, de ciento cincuenta o cien sesenta,  dieciocho; en el de an Sebastián, de cien vecinos  han quedado veinticuatro; el de San Blas, Cava hasta la cruz de Piedra; en la Cava de ciento sesenta  a treinta ; y, en el de la Cruz, la tercia parte que avía , sin otras muchas casas arruinadas  y dejadas perdidas del todo, lo que no llega  el número de los que perviven en esta ciudad, tomando pobres y viudas, de 1.500 vecinos, quando se regulaba  tres mil”.
La  edificación de la ermita de san Blas englobó el entorno exterior de la muralla primera de la fortaleza de la Mota con el nombre del santo de la Gargantilla por el entorno comprendido entre el Cambrón y  la puerta de Martín Ruiz, carrera de los Caballos, bajada del Rastro, Cava, Cristo de la Piedra , Alhoniguilla, Mazuelos y Pozuelo desde San Juan.  Anteriormente, paraje del Cambrón, Cava, carrera Vieja, Cristo de la Piedra. 
Y estos fueron los vecinos en tiempos del Catastro evolviendo a la Alhondiguilla, Mazuelos, San Blas, Escalerillas de Santo Domingo y restos del Arrabal Viejo sin contar la calle Cava.  
En su mayoríam  del sector primario: 
PUJAREROS, Alonso Carrillo (1388), pujarero jornalero, casado con un hijo. Antonio de Quero ( 1390), casado con dos hijas. Gabriel Arévalo, casado con un hijo menor y cuatro hijas ( 1397), José Hermoso, casado con tres hijos menores ( 1399)
JORNALEROS. Andrés Cortes, casado con un hijo menor y una hija (1391). Esteban Marques (1393), Francisco Marquez ( 1394), de 70 años viudo sin hijos.  Francisco Cortes casado con un hijo menor y dos hijas ( 1395). Juan Parra (1398), viudo. Juan Francisco Cstilla, jornalero con tres hijas ( 1400). Manuel Fernández, casado con un sobrino menor ( 1401). Manuel Paradas (1403), con dos hijas. Pedro Sánchez (1406) casado, dos hijas y un hijo menor. Pedro Ruiz de Atencia, casado, un hijo menor y una hija. 
Francisco Mateo de Ávila, casado con un hijo menor (1396). Manuel Nieto de Aguilar,  dos hijos menores ( uno ciego) y una hija. 
DEL SECTOR DE SERVICIOS. El ermitaño Cristóbal de Lara en la ermita de San Blas, de 75 años, casado (1392).

VIUDAS, Ana Cecilia de Callejón, (1389) con dos hijos menores y una hija. Ana de Siles (1387), con tres hijas. María Francisca de Atencia (1403), con un hijo jornalero mayor de 18 años, y dos hermanas. Polonia Escribano (1405), con dos hijos joraleros mayores de 18 años.

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