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martes, 10 de abril de 2018

EN JAÉN DE AYER , MI OBITUARIO A PEDRO PÉREZ FUENTES







PEDRO PÉREZ FUENTES
 Hemos escrito sobre el mundo de la construcción  en varios obituarios. La familia de los Pérez Fuentes sigue ligada a este oficio, desde  el almacén de materiales hasta miembros de la familia relacionados con la arquitectura.  Pedro Pérez Fuentes se nos fue, cuando se ganaba sus bien ganados años de júbilo, disfrutando del ocio  con sus amigos  en el Centro de la Tercera Edad y de su familia, a la que siempre se entregó. Fue un gran profesional que ejerció su trabajo de maestro de albañilería y lo transmitió en los alumnos de la Escuela Taller, en uno de los módulos de albañilería allá por los años noventa.


No se me olvidará su espíritu jovial y su amabilidad, siempre  ofreciendo la sonrisa y la disponibilidad  para cualquier asunto. Sobre todo,  lo asimilo con la feria de septiembre, más en concreto con el espectáculo de los toros  cuando contemplo un cartel de nuestros toreros alccalaínos. Les tenía una aprecio especial  taurino. Me vienen a la mente  tantos recuerdos y conversaciones que compartí  en muchas ocasiones con su persona. Pues, le refería el mundo  taurino desde la plaza alta de la Mota hasta la plaza del ayuntamiento, los rejoneadores, los cuadrilleros,  el mozo del pueblo, las fechas festivas de las primeras corridas, los toreros de los años cincuenta, Urquiza Pepete….El me respondía con sus primeros intentos fallidos, en el coso de Priego, las vivencias y conocimientos adquiridos, los tiempos del Pireo,….o me cantaba el pasadoble dedicado al novillero frustrado  Chivani  por los años sesenta y setenta. “ Que salgan ya los coches de Contreras, /que a Priego se dirige el Chavalillo/…), y, sobre todo,  me daba lecciones de maestro del  mundo taurino. No se conquistaba el puesto de asesor taurino  por su pasado, se lo ganaba por sus amplios conocimientos desde  la biología del toro hasta el último secreto de la lidia. Tuve la fortuna de tenerlo a mi lado acompañándome a la inspección de los toros antes de la corrida por los años ochenta, presidiendo el inicio y estreno  en los ruedo  de  nuestros queridos Sombrerero y Javier González,  e impartiéndome lecciones del saber estar en los cosos; luego  me asesoró  en los años de las novilladas y corridas de los toreros ;  continuó  haciéndolo con alcaldes y concejales, siempre amable, condescendiente, y sincero, pero razonando  el momento oportuno de sacar el color de  pañuelo adecuado, que había preparado con tanto mimo.

 Siempre,  le veía del brazo de su Mercedes, y recibía el cariño y afecto  de sus dos hijas, Pili y Merce. La cofradía del Dulce Nombre de Jesús siempre estuvo en su corazón y lo transmitió a los suyos: a él y a sus hijas y familiares  los he visto de costalero, anderos, capataces, penitentes y demandantes.  Se enroló en aquel gremio de los albañiles que hicieron renacer esta cofradía con gran fervor y lo siguen manteniendo hasta el día de hoy.

Siempre que veía a Pedro por el camino de la Malena, me venían a la mente los  caballeros de una cuadrilla del Corpus del siglo XVII en la plaza alta de la Mota, otras veces, levantando el andamio que encerraba los corredores de la muralla del Gabán, y, últimamente, vistiendo el traje nazareno para compartir el seguimiento de su enfermedad con el fervor a Jesús. Descansa en paz.


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