LEYENDAS Y
TESOROS DE LA SIERRA SUR
Francisco Martín
Rosales
Hace cuarenta años, un grupo
de escolares junto a su maestro de Charilla descubrieron un conjunto de joyas
en los aledaños donde se hacían los cimientos de la cooperativa agrícola
Nuestra Señora del Rosario. La noticia despertó grandes muestras de regocijo
por los vecinos de la Sierra Sur ante el hallazgo de este tesoro, que dio una
nueva proyección a los estudios de la Sierra Sur. No debió ser una cuestión
baladí el hecho de que se eligiera esconder
este tesoro en tierras charilleras.
Hay muchos cuentos, de carácter oriental y, más específicamente, de
procedencia china, que suelen ofrecer la misma trama y argumentación, los
mismos personajes y el mismo desenlace sobre el mundo enigmático de los
tesoros. Se caracterizan básicamente por un personaje avaro, pobre o miserable,
que tiene generalmente un sueño inquietante e ilusionado, en el que se le
muestra y se le incita para que emprenda la aventura de descubrir un tesoro; tesoro
siempre envuelto en una
Trama de secuencias
definidas por una serie de condicionantes que le impone el personaje
supraterrenal del mundo del sueño. Aunque puede remontarse al avaro Euclión de la Aulularia de Plauto, y reconstruida en la época
moderna por Moliére en el L´avare, abunda
este tipo de relatos ficticios en la toda España, y, se multiplican en todos
los rincones de la comarca de la Sierra Sur. Desde el caballito blanco, contado
por los ganaderos de los pagos de las sierras castilleras, hasta la narración
de la “Encina Leona” recogida en los pagos de Cantera Blanca todas estas
leyendas plasman esta inquietud humana por el mundo de los tesoros. Muchos de
estos relatos fueron recogidos a través de la transmisión oral de las diversas
leyendas orales de las aldeas y de los municipios de la Sierra Sur, de los cantos de
ciegos, principalmente los de los romances épicos e históricos (sobre todo, los
de índole morisca), de la adaptación de los cuentos de procedencia oriental y
de las habladurías de las gentes del lugar.
Por
otra parte, se puede constatar que las leyendas tradicionales, partiendo de un
fundamento histórico, han surtido una gran parte de las obras épicas que
surgieron en la Antigüedad y alcanzaron la Edad Moderna. Muchos, acercándose al
contexto grecolatino, se han estimulado, tras su lectura, a la aventura de la búsqueda
de los hallazgos descritos en forma literaria. La Ilíada y la Odisea, dos obras
maestras de nuestro elenco cultural, despertaron las mentes de muchos
estudiosos y aventureros, convertidos en sagaces arqueólogos como los alemanes
Schielleman y Evans, que dieron con los famosos tesoros de la corte del rey Príamo
y de todo el mundo micénico y cretense. Sin embargo, en nuestro contorno,
también hemos tenido constancia de que la historia de una parte urbana de
Alcalá la Real y de la fortaleza de la Mota, revestida de la formalidad de la
leyenda, se descubría, recientemente, con la ayuda de la arqueología. Muestra
de ello son los últimos descubrimientos del subsuelo de este cerro fortificado
y del yacimiento romano de la Tejuela, que ha descubierto, en el primero un
mundo de pasadizos, caminos subterráneos, adarves
encubiertos y viviendas trogloditas, en las que se forjaron unas vivencias que
dieron lugar a las posteriores historietas, leyendas y cuentos de nuestros
antepasados; en la Tejuela, se ha constatado lo que quedó como memoria de los
viajeros renacentistas.
Un aspecto muy peculiar de
esta faceta relacionada con estas noticias legendarias es la búsqueda de
tesoros árabes, porque son frecuentes sus referencias en muchos escritores
locales. Aunque, en muchas ocasiones, el comparativismo delata una pura
emulación con otros hallazgos y leyendas de otros países, sin embargo, no por
ello, nunca debe soslayarse cualquier dato, por nimio que sea, para incitar a
la búsqueda de estos objetos. Por citar un ejemplo de este tipo mimético, hay
una leyenda de la imagen de la Virgen de las Mercedes, recogiendo su antigüedad
más allá de la llegada de los árabes y refiriendo que estaba oculta en una
campana, descubierta posteriormente tras la expulsión de los musulmanes de la
fortaleza. Sin embargo, muchas veces se ha forjado la leyenda de un antiguo
asentamiento, que probablemente no dará a luz un tesoro, pero puede aportar
datos históricos muy interesantes para la historia local.
Otras veces, los hallazgos
coincidían con ruinas claramente evidentes que una simple excavación artesanal
del lugar permitía la recuperación de todo tipo de objetos muebles, tal como
aconteció con el conjunto de lápidas y monedas romanas en un tiempo que la
pasión renacentista contribuyó a la recuperación de este mundo. A ello,
coadyuvó el afán de las familias nobles por buscar sus genealogías y
emparentarlas con los distintos personajes famosos de la Historia de España
hasta remontarse a la época grecolatina, incluso, al mundo mítico de la Antigüedad.
Renacimientos del mundo clásico se turnan en toda la historia del mundo
occidental, y, a ello ya se añade la pasión y el entusiasmo de muchos inquietos
aventureros por otros periodos de la historia.
Por la trascendencia del
acontecimiento no se olvida el hallazgo del Hércules romano, encontrado al
derrumbar una casa de la calle Tejuela de Alcalá la Real, simplemente confirmó
la posibilidad de un asentamiento romano, ya descrito por Andrea Navaggiero a
principios del siglo XVI, y, hace unos años, confirmado por las excavaciones
del lugar dirigidas por el doctor Carlos Borral, donde se ha ampliado el número
de enseres y el trazado urbano de una posible agrupación urbana sin definir por
el momento. En este contexto local alcalaíno y fruto de otra leyenda más
reciente, la casualidad y la restauración edilicia pusieron al descubierto
monedas de plata la Casa Batmala, halladas en el suelo de una habitación de esta
mansión hidalga.
Y, en el ínterin, de estos
dos últimos hallazgos, debemos destacar los de los tesoros hispanos musulmanes de
Charilla y de Ermita Nueva.
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