A
partir de la consonante fricativa sorda, abundan los vocablos relacionados con
la feria. Se resumen en estos términos:
FECHAS Y FERIAS OFICIALES DE
GANADO
La actividad comercial y
de feria de ganado se remonta a tiempos de los romanos, más bien de
los musulmanes. No es, pues, extraño que muchos pueblos trataran de
institucionalizar y fijar en el calendario anual este comercio espontáneo,
atendiendo al repertorio ferial y festivo de los pueblos del entorno. Unos por San Lucas, otros por san Miguel, los
hay por San Mateo y abundan las patronales. Aunque muchas ferias no reciben su
reconocimiento oficial por parte de las autoridades oficiales regias, éstas se
celebran de forma ininterrumpida porque era una fuente de crear
riqueza e ingresos para la Corona ante su voraz afán recaudatorio con
motivo de la deuda del Estado comprometida en guerras u otros
acontecimientos. Un caso singular fue la feria alcalaína, reconocida en 1688
por Carlos II, ya que atendió el interés social y económico, pues la comarca se
encontraba asolada con la peste de los años 1680-1682. Con su instauración
de la feria se pretendía reavivar la decadencia de la economía local afectada
por los años de sequía y la falta de recursos provocados por la total
pérdida de la industria local, principalmente, la seda que había decaído con el
cierre de un gran número de talleres transformadores de la seda. Además, era
notoria la primacía de la agricultura sobre la ganadería, ya que se habían
roturado un gran número de campos para poder afrontar todos los gastos de la
hacienda local, derivados por la política nacional comentada.
FIEL O CORREDOR PÚBLICO
Era el que anunciaba que
habían llegado mantenimientos de primera mano a los tenderos y se
aseguraba de que no acudieran los recatones a inflar los precios. Los
corredores de vinos lograban precios armonizados entre el comprador y el
vendedor, pero hubo momentos que se confundieron los tres personajes: el
corredor se hizo comprador y vendedor al mismo tiempo valiéndose de sus
malas artes y sus conocimientos de oficio. Siempre se intentó cortar por lo
sano. Pero, lo cierto es que, en Alcalá, por su tradición comercial (en el
vino, ganado, cereales…) abundaron los corredores, y, llegó esta figura
mercantil estereotipada del corredor oficial con gran profusión a la
calle. Cómo no, en esta feria abundaban. “En medio, siempre, el ‘correor´. Al
final bendice el acuerdo y se lleva una cantidad de corretaje.
GANANCIAS
Existían cuadernos en los
que se anotaban el movimiento de los tratos, pero no existían los controles
como los actuales de IVA ni, en tiempos más recientes, los bancos estaban
sometidos a recoger los movimientos comerciales, y abundaban los billetes
de mil pesetas, quinientas y veinte duros en mano, en detrimento de las letras
de cambio, pagarés, o cheques bancarios.
EL GANADO
Durante el siglo XVI y XVII,
incluso en siglos posteriores, la actividad agropecuaria centraba la mayoría de
los movimientos económicos de muchas localidades de modo que se repartían gran
número de cabezas de ganado vacuno, mular, yeguar, potros y caballos. Por la
Sierra Sur, se traían dos tipos de ganado, domados y cerriles, muy famosos eran
los de las Alpujarras, los traían en parejas de cuatro o seis, también se
vendían bueyes. Este era el panorama que recogimos en Cancionero, relato y
leyendas. “Por este lado, se ven
cochinos, cerca de la volatería. Más allá jaulas de conejos. Contigua, una
manada de cabras y ovejas, que aumenta cada año. Despistada, una manada de
pavos cruza el haza en busca de un lugar adecuado. Especial atractivo tiene el
grupo de patos y gansos, nuevo en la plaza, que va a llamar la atención de los
curiosos. Y, sobre todo, burros, mulos y caballos. Los hay a cientos, a miles…”
Y, a esto se añadía, siglos antes, los animales de caza como liebres o
aves perdices o codornices, los toros de nuestras dehesas para las
corridas de las fiestas de san Juan, Santiago y la Virgen de Agosto;
y, sin embargo, en la actualidad, tan sólo caballos y yeguas de raza, en
manada o individuales, algún poney (por cierto, a precios elevadísimo para
capricho de sus compradores).
GITANOS
No sabe con exactitud fijar la
presencia gitana en las ferias, pero se dice que llevaban en la sangre la
feria, Famosos por los pueblos del sur eran Ramón de Íllora, el
Veneno de Moraleja de Zafarraya, el Chino y los Galos de Alcaudete,
Antonio y Manuel Pelos del Castillo y su tío Rabico, Victorino de Baena,
“Gabino y Diego de Bailén, Enrique de Torredonjimeno, mucha gente de
Jaén, de Pinos, Torrecampo, Luis de Montefrío, Antoñillo de Priego,
Manuel de Martos y otro Manuel con el Tingue de Alicante, algunos lo eran
de Loja, Sevilla, Frailes, Úbeda, Linares, Andújar, Rute,. y hasta Málaga,
se me olvidaba el Máximo de Albolote,
LA JUSTICIA
Este movimiento mercantil
siempre estuvo controlado por alguna autoridad civil o judicial. En época
medieval, el fiel del rastro y los alfaqueques jugaron un gran papel
para mantener el orden y la autoridad. Pero, desde los Reyes Católicos, el
corregidor asumía las competencias represivas de todo aquel tráfico de
mercancías junto con los regidores delegados para actividades comerciales. El orden siempre
había que mantenerlo, porque no era raro que cualquiera ajustara cuentas con el
rápido desenvainar de la espada o con una puñalada trapera. Por eso, se
nombraban ministros de justicia o alguaciles, mayores o menores. Luego, vino el
servicio de la Guardia Civil. Ya no sólo se vigilaban el recinto de
la feria. “Todo el camino los veíamos, y nos
pedían papeles para saber que estamos en regla, de feria a feria y de pueblo
a pueblo, no podíamos caminar sin guías. Por la feria, se reforzaba el
servicio de la guardia con la llegada de nuevos miembros de la benemérita
procedentes de Jaén que pernoctaban en fondas y hostales, pagados por el
municipio.
Los esquiladores, realizaban la ceremonia
del afeite con su solemne parsimonia de trasquilar el animal de
cabo a rabo, recortando todas sus puntas, adecentando las crines y
estriando al animal con el fin de que pudiera soportar los duros calores del
agosto alcalaíno ;los herradores,
cortaban las uñas de las pezuñas de los mulos con tanto esmero que cuadraba
perfectamente el plano rasante de la herradura con el del corte del
afilado cuchillo para fijar los clavos de sujeción; los aguadores eran pobres de solemnidad, que transportaban
en las cantareras de asnos y mulos agua para beber a los tratantes
de la feria del ganado al precio de perra chica, gorda, real dos reales
según el trago de pipo o botijo; también algunos vendedores de maíz
aprovechaban la mañana para cargar, en sus fincas, sus mulos con grandes manojos
de este cereal y revenderlo a los vendedores o compradores de
animales; los aladreros buscaban
algún portal cercano o una casilla de aperos para montar su tenderete con
almocafres, azadas, bieldos, y otros instrumentos de labranza; lo
mismo hacían los albarderos que
abastecían a los campesinos con albardas, cinchas, jáquimas, tirantes…..
PAYOS
Nombre con el que los
gitanos nombran a sus interlocutores mercantiles, que suelen compartir con el
de castellanos.
POSADAS, FONDAS, MESONES Y
HOTELES
Desde época musulmana, una
red básica de ventas y mesones jalonaban estas rutas de feria y, sobre todo,
todas aquellas ubicadas en la calle comercial de las ciudades, que
solían recibir también el nombre de los Mesones, porque era lugar de
posada obligatoria para viajeros y caballerizas en el paso por la ciudad Estas posadas y
mesones resistieron el envite del desarrollismo hasta que se inauguraron los
hoteles. Otros, a la luz de la luna como techo
y, a lo más, las piedras de una era o del Coto eran nuestros camastros; en el
camino, un curvado lindazo o bajo la sombra de una noguera o moral para
descansar cuando íbamos de feria en feria”.
PUESTOS
Había dos clases de puestos. Las casetas de los
gubernativos y los tenderetes de comercio. Los primeros se llamaban también
casetas de arbitrios que se colocaban en las dos entradas de la ciudad. Por
otro lado, los puestos comerciales son pequeños tenderetes bajo el cobijo de fardos
de aceituna y lonas y sostenidos con cuatro palos y sus cruceros: a su sombra
se vendían bebidas dentro del improvisado recinto ferial, En sus entornos,
abundan los puestos de calderería, sobre todo al margen de la
carretera, junto con algún improvisado puesto de turrón y de buñuelos que
acudían puntualmente a la cita festiva procedentes de Lucena, Rute y Baena.
RAMO DEL VIENTO
Se refiere al comercio de
mercadurías durante los días de feria que tenía un impuesto oficial y era
arrendado a algunos vecinos de la ciudad para recaudar fondos y pagar algunos
servicios a la Corona. El tráfico de mercancías consistía en la
tradicional compraventa de ganado, y alimentos, al mismo tiempo que servía
de foco de atracción de diversos tipos de artesanos que acudían a
vender los utensilios de labranza y los objetos domésticos. Famosos eran
por aquellos tiempos todos los objetos derivados de la calderería y
del cobre de Lucena, así como los buenos vinos de las tierras
cordobesas.
SITIO DE LA FERIA
Cambiaron los sitios del comercio y los
géneros de transacción. Solía hacerse a las afueras de las ciudades. Cercanos a
l recinto ferial, pero en descampados, que hoy día son las urbanizaciones del
extrarradio de pueblos y ciudades.
Y,
una parte de la feria-no ganadera y festiva- se hizo amiga fiel de esta
columna vertebral que generó la feria urbana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario