La calle Caridad recibe su nombre por estar ubicado en las primeras casas el Hospital del Dulce Nombre de Jesús y Santa CARIDAD a partir de los primeros años del siglo XVI, anteriormente se llamó Hernán Grande. Este hospital estaba colocado en el Llanillo, (lo habitan actualmente las Monjas Dominicas albergando sus mansiones), pero se cambió por unos solares de esta calle para compensar el traspaso e intercambio de bienes. Se mantuvo hasta el siglo XIX, y fue recinto donde se encontraba la iglesia de la Caridad y el hospital y hostal de enfermos y peregrinos, transeúntes y ancianos. Estaba regido por un rector nombrado por la abadía y lo asistían un cuerpo de enfermeros más la asistencia médica. La Cofradía de la Santa Caridad se albergó en dicho lugar con la imagen de la Coronada a la que se rendía actos devocionales con el nombre de los Desamparados y Caridad.
LAS MONJAS DOMINICAS
Vivieron en las casas de Leonor Méndez de Sotomayor de la ciudad fortificada de la Mota y no pudieron resistir en esta mansión por enfermar por el agua, problemas mentales y un duende. Se bajaron al Llanillo. Estos son los documentos:
Pero, como si se tratara un milagro, a primeros de año 1602, nació un rayo de esperanza en la comunidad
dominica. No podían levantar un convento, pero sus patronos le sugirieron que
podían comprar y trasladarse a un recinto en forma de convento. Se buscó un lugar
casi religioso, un hospital que, por supuesto, tuviera un oratorio; y lo consiguieron, en el
Llanillo, junto a la iglesia de la Veracruz.
Le llamaban Hospital del Dulce Nombre de Jesús, donde se
albergaba la imagen de la
Coronada , patrona de los Desamparados y Madre de la Caridad. Aquel amplio recinto de casas tenía capacidad para
albergar t aquella numerosa familia religiosa, Tan sólo, debían buscarle traslado al hospital y les compraron
las casas de enfrente, las que estaba anejas a la ermita de la Veracruz. La jugada era
perfecta.
Además le favorecieron las
circunstancias, el cambio de criterio de las autoridades y hasta
el tiempo. La peste intensa que azotaba a la ciudad fomentó la marcha de la fortaleza de muchas
personas y los regidores cambiaron de opinión con
respecto a las monjas. Consideraban que los nuevos barrios de la ciudad
necesitaban de servicios religiosos y, si el abad había permitido la instalación de la
parroquia en la ermita de la Veracruz , no creía que
fuera un obstáculo que estos se realizaran, como en otros lugares y obispados, en
las nuevas dependencias del monasterio.
Por eso, no es extraño, que un famoso
regidor alzara el tono y dijera en la sesión
del veinte de febrero de 1602 tocando el corazón de los presentes:
“No le demos más vueltas, y dejemos que
las monjas tengan allí el convento y se
hagan en su templo los servicios religiosos de
impartir los sacramentos, Lo digo con mucha razón, porque no ha sido
parte del no haber habido hasta hoy parroquia
para que deje de estar poblada como están todos aquellos arrabales tan remotos de la parroquias
antiguas que hay en esta ciudad. Por cuya causa, han acabado muchas personas, grandes como
recién nacidos, los unos sin confesiones
y los demás sacramentos; e las criaturas sin bautismo: cosas de grandísima
lástima y sentimiento. Y esto que ha
hecho el dicho abad de haber puesto la
dicha pila santa, no mira al interés de
su renta , pues, antes, se añade quiebra
de ella por aumentar un escusado; y que esto( que yos os digo) mira al bien
común de las ánimas; y así, por estas causas como por otras muchas que
avía bien que decir, os pido e suplico a la ciudad nombre dos caballeros de
ella para todo lo dicho tocante a esta causa de que favorezcan a estas santas
monjas y, si el señor abad no fuere servido , (que sí será, pues es tan cristiano e caballero) de que, si no
quisiere hacer merced a esta ciudad de lo que aquí se suplica de manera que se
consiga lo que se le suplica y , si no hubiere
en ello, se nombre dos caballeros comisarios para que les
ayuden a defender las dichas monjas en
todo lo conforme a conciencia y justicia
pudieren. Pues en esto sería bien no ir
contra a el dicho señor abad, que no es
razón para esta ciudad que lo imagine
tal que es nuestro prelado, y sino
por ser justa e sancta defensa y así lo pido e suplico y lo pido por testimonio
don Pedro Fernández Alcaraz Cabrera"
No hizo falta más. Se trasladó el
convento al Hospital, el duende quedó en la Mota , en la casa vendida en 1603 a un tal Francisco de Córdoba; que sepamos años
después se abandonó todo el recinto
fortificado y con ella su casa. Por un encanto especial de aquel rincón los
cernícalos y las aves migratorias solían
posar en los recovecos de las bodegas y planta baja de la casa del misterio,
del duende, buscaban tal vez matar al duendecillo.
DOCUMENTOS
CONVENTO
DE LAS DOMINICAS
Acta de 23 de noviembre de 1601 Pleito por
la pretensión vecinal de querer poner parroquia en la Veracruz y haberse ido
las monjas de la
Encarnación al Llanillo.
-Miércoles
del pasado cabildo se hizo el recaudo por don Francisco de Pineda Mesía al
señor abad de que “se le expuso lo inconvenientes
anteriormente puestos ante sus antecesores
de poner parroquia en los arrabales de la Mota ante Alonso Ramírez.”
-Lo
hacía en defensa de la ciudad y lo trataron con los curas Francisco de Góngora
y
Villalobos
que le dieron las gracias.
-Las
monjas han intentado pasarse a las casas de Cristóbal de Ibáñez junto a la
ermita de la Veracruz para hacer en
ella su convento sin habérselo advertido
al abad ni el beneplácito de la ciudad,
lo mismo era injusto e iba en contra de los intereses de la fuerza y
conservación de la Mota
-Solicitaba
que no se hiciera la mudanza del
convento.
.-Se
hace referencia de que el abad estaba en Valladolid en la Corte
-Se
pide que hablase con el prior del convento de los dominicos para que
no se bajen porque no tienen decencia ni custodia las casas que agora viven. (
postura de Narváez , Mejorada y Diego de
Cabrera).
-El
regidor Sotomayor dice que no está a favor de esa medida y vota en contra.
Acta del cabildo de 20 de febrero de
1602.Sobre el traslado de la Casa
de Mancebía por estar cercana al Convento de las Dominicas.
“La ciudad, atento que la casa pública
de las mugeres está junto a el convento de momxas de la Encarnación y de la Veracruz , barrio muy puro,
aquerda y manda que Pedro Veneroso
regidor vea un sitio honesto y secreto, donde con comodidad pueda estar la dicha casa
pública y alquile la casa en nombre de la dicha ciudad u otro sitio que le
pareciere y haga se pasen a él y lo demás que convenga, de manera que haya
efecto y el mayordomo dé lo necesario”
Acta de 23 de abril de .1602. Petición de Fernández Alcaraz para
que el convento se traslade al Hospital del Dulce Nombre de Jesús. Historia y
leyenda. Lo presenta Pedro Fernández de Alcaraz
“Por
ser notorio a esta ciudad las causas,
por do procede El señor Abad mayor tiene descomulgadas a las monxas de la Encarnación no las
refiero más de que
Don
Pedro Fernández Alcaraz Cabrera digo que, al servicio de Dios Nuestro Señor y a el Rey y
bien de esta república, conviene que esta ciudad nombre dos caballeros de este
ayuntamiento que, representándoles, por
su parte se les suplique al Señor abad
haga merced de absolver de descomunión, que tiene puesta a la priora y
superiora de la
Encarnación , sirviéndose de no vejarlas más, porque en haber
dejado, por primera y segunda vez,
desmantelado el monasterio- que tenían en esta Mota-, piadosamente se
les debía permitir por muchas causas, que se podrían referir, -entre las cuales
de más de no ser capaces y enfermas las
dichas casas-; por ser como son frías y de verano muy calurosas y con otros inconvenientes más que son tener
como tienen duende que las tenían muy
inquietas; el cual sabemos los traían tanto a los que vivieron antes que
fue monasterio en las dichas casas; que traían sacerdotes exorcistas para que
lo conjurasen; a cuya causa la dejarían deshabitada, como es notorio, y
ansimismo, por esta causa con ser como
es el dicho monasterio, tan ejemplar, huían todas las que lo servían de recibir
en el hábito. Y, si se las hubieran tenido allí abajo en los arrabales,
estuviera muy poblado y no estuvieran ellas con el extremo y pobreza, que no tienen con que se pueden sustentar ni
pagar las deudas y corridos de censos que tienen pereciendo de hambre.
Otro sí que asimismo se le debe
suplicar a el dicho señor abad haga merced a esta ciudad que, quedándose la
pila de bautismo como hoy está en la Sancta Veracruz ,
que la dé a las dichas monjas, llevándose siempre las obvenciones sus clérigos
y administrando desde allí su parroquia para que quede perpetuada en ellos para
siempre jamás. Pues no impide el estar allí las dichas monxas para que deje de
serlo, como lo es en la ciudad de Granada la Encarnación , y para
esta dejando en su buena honra e fama la orden y prelados de Santo
Domingo, se podría imprecar un breve de
Su Señoría, el señor abad, y de los más
ordinarios que en esta abadía de aquí en adelante hubiere; y, en esto, no sería en contra el intento de la fundadora
, porque, con su acuerdo y por su orden,
se juntó la ciudad en casa del
corregidor Juan de Guedeja y por la
ciudad se suplicó a su Señoría la dicha
gracia, para que quedasen sujetas la dichas monjas de su fundación al
ordinario (y, en este dicho cabildo , a lo que me quiero
acordar fueron uno de los señores Pedro
Pineda Góngora y don Francisco de Pineda Mexía y yo, y uno de los escribanos del cabildo, Pedro de
Contreras y Miguel de Molina ante quien pasó).
Otrosí digo que no va en contra de la conservación
de la dicha Mota, en que vaya la dicha parroquia en la dicha Sancta Veracruz ni
es razón- por las causas que diré- que a ello la ciudad haga contradicción con
que siempre los oficios que, por la real ejecutoria, mandan vivan en ella, en la forma que lo manda, y se
castigue con el rigor de ella siempre para que se perpetúe y guarde. Lo otro
porque no a sido parte del no haber habido hasta hoy perroqua, para que deje de estar poblada, como es tanto, todos aquellos arrabales tan remotos de la parroquias,
que hay en esta ciudad; a cuya causa han acabado muchas personas, las grandes
como recién nacidos, los unos sin confesiones ni los demás sacramentos, e las criaturas sin bautismo: cosas de grañidísima
lástima y sentimiento. Y esto que ha hecho el dicho abad de haber puesto la dicha pila sancta, no mira al interés
de su renta , pues antes se añade quiebra
de ella por aumentar un escusado; que esto mira al bien común de las ánimas; y así, por estas causas como
por otras muchas que avía bien que decir, pido en suplico a la ciudad nombre
dos caballeros de ella para todo lo dicho tocante a esta causa de que favorezcan
a estas sanctas monxas- Y si el señor abad no fuere servido( que sí será pues
es tan cristiano e caballero) que, si no quisiere hacer merced a esta ciudad de
lo que aquí se suplica de manera que se consiga lo que se le suplica y, si no hubiere en ello, se nombre dos caballeros comisarios para que les
ayuden a defender las dichas monjas en
todo lo conforme a conciencia y justicia
pudieren , Pues en esto será bien no ir contra el dicho señor abad, - que no es razón esta
ciudad imagine tal, que es nuestro
prelado- y sino por ser justa e sancta defensa; y ansí
lo pido e suplico y lo pido por testimonio don Pedro Fernández Alcaraz Cabrera.
El testimonio de Antonio de Gamboa y don Francisco de Góngora Pineda se resumía
en los siguientes puntos
-“En días pasados tratan algunos vecinos
de poner pila en la ermita de la
Veracruz por ser notorios los daños que resultaban y destrucción toda de esta fuerça y parroquia
de Santo Domingo se denegó por el perlado pasado”
-Se
trajo juez apostólico a la ciudad que la
contradijo y estaba el pleito pendiente.
-Hay noticia de que el abad mayor había puesto de
hecho y contra derecho pila en la dicha ermita, so color que por esta vía
impedir que las monjas de la
Encarnación no puedan
ni sigan su justicia y excluirles de la pretensión
que tienen a la dicha ermita llevando el impuesto a su particular; y no a lo
que esto sea a el servicio de Su Majestad y a el bien público en la
conservación de esta fuerza y de que de ello nazcan otros pleitos contra su
libertad y franqueza.
-El
licenciado Haro, abogado de la ciudad, para conservación de su franqueza pidió
cumplir la ejecutoria… y solicitó mande
auto y diligencia para quitar la pila
ante su Majestad
Apoya
Sotomayor esto y no se gasten dineros de los propios, no está de acuerdo en que la ciudad entre en
este pleito entre abad y monjas siguiendo el recaudo hecho a los curas Francisco de Góngora Aranda y Juan
de Villalobos en el cabildo pasado para
que se lo transmitieran al abad.
Acta de cabildo de siete de mayo de 1602. La pila estaba puesta.
Ya
se había puesto la pila en la
Veracruz por el abad e hizo requerimiento Antonio de Gamboa,
ordena que lo lleven a cabo los comisarios
al abad
Archivo Histórico provincial. Legajo
4748. Folios 237 y ss. Acta notarial ante Alonso Ramírez con fecha de 27 de septiembre de 1602. Compra
del hospital del Dulce Nombre de Jesús y
venta de las casas de Alonso Ballartas, compradas por el convento de la Encarnación , junto a la iglesia de la Veracruz , para se instale
el Hospital
-Se
solicitaba al abad” por mandato del provincial, se trasladaron a las casas que
compraron Pedro Martínez Serrano, vecino de la ciudad (…) aunque han surgido
algunas diferencias, con el de buscar la paz y la quietud, y ser un lugar de más
anchura, sano y cómodo con sol y agua” y se le pedía al señor abad dé licencia
con varias condiciones para la compra
del Hospital. Entre ellas, con los bienes muebles, ornamentos, retablos y otros
elementos se quedaba este último y a cambio se le daba la casa de Ballartas y
unirlo con el de la Veracruz. También
se pagaron varias cantidades por la transacción
ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL. Legajo
4847. Año 1603. Escribano Alonso Ramírez. Venta de las casas de la Mota Francisco de Córdoba.
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