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sábado, 11 de noviembre de 2017

LA CALLE CARIDAD


La calle Caridad recibe su nombre  por estar ubicado en las primeras casas el Hospital del Dulce Nombre de Jesús y Santa CARIDAD a partir de los primeros años del siglo XVI, anteriormente se llamó Hernán Grande. Este hospital estaba colocado  en el Llanillo, (lo habitan actualmente las  Monjas Dominicas albergando sus mansiones), pero se cambió por unos solares de esta calle para compensar el traspaso e intercambio de bienes.  Se mantuvo hasta el siglo XIX, y fue recinto donde se encontraba la iglesia de la Caridad y el hospital y hostal de enfermos y  peregrinos, transeúntes y ancianos. Estaba regido por un rector nombrado por la abadía y lo asistían un cuerpo de enfermeros más la asistencia médica. La Cofradía de la Santa Caridad se albergó en dicho lugar con la  imagen de la Coronada a la que se rendía actos devocionales con el nombre de los Desamparados y Caridad.  


LAS MONJAS DOMINICAS
Vivieron en las casas de Leonor Méndez de Sotomayor de la ciudad fortificada de la Mota y  no pudieron resistir en esta mansión  por enfermar  por el agua, problemas mentales y un duende. Se bajaron al Llanillo. Estos son los documentos:
                   EN LAS CASAS DEL LLANILLO

         Pero, como si se tratara un milagro, a  primeros de año 1602,  nació un rayo de esperanza en la comunidad dominica. No podían levantar un convento, pero sus patronos le sugirieron que podían comprar y trasladarse a un recinto en forma de convento. Se buscó un lugar casi religioso, un hospital que, por supuesto,  tuviera un oratorio; y lo consiguieron, en el Llanillo, junto a la iglesia de la Veracruz. Le llamaban Hospital del Dulce Nombre de Jesús, donde se albergaba la imagen de la Coronada, patrona de los Desamparados y Madre de la Caridad.  Aquel  amplio recinto de casas tenía capacidad para albergar t aquella numerosa familia religiosa, Tan sólo, debían  buscarle traslado al hospital y les compraron las casas de enfrente, las que estaba anejas a la ermita de la Veracruz. La jugada era perfecta.
         Además le favorecieron las circunstancias, el cambio de criterio de las autoridades  y hasta  el tiempo. La peste intensa que azotaba a la ciudad  fomentó la marcha de la fortaleza de muchas personas  y  los regidores cambiaron de opinión con respecto a las monjas. Consideraban que los nuevos barrios de la ciudad necesitaban de servicios religiosos y, si el abad  había permitido la instalación de la parroquia  en la ermita de la Veracruz, no creía que fuera un obstáculo que estos se realizaran, como en otros lugares y obispados, en las nuevas dependencias del  monasterio.
         Por eso, no es extraño, que un famoso regidor alzara el tono y dijera en la sesión  del veinte de febrero de 1602 tocando el corazón  de los presentes:
         “No le demos más vueltas, y dejemos que las monjas  tengan allí el convento y se hagan en su templo los servicios religiosos de  impartir los sacramentos, Lo digo con mucha razón, porque no ha sido parte del no haber habido hasta hoy parroquia  para que deje de estar poblada como están  todos aquellos arrabales tan remotos de la parroquias antiguas que hay en esta ciudad. Por cuya causa,  han acabado muchas personas, grandes como recién nacidos,  los unos sin confesiones y  los demás sacramentos;  e las criaturas sin bautismo: cosas de grandísima lástima y sentimiento. Y  esto que ha hecho el dicho abad de haber  puesto la dicha pila santa,  no mira al interés de su renta , pues, antes, se añade quiebra  de ella por aumentar un escusado;  y que esto( que yos os digo) mira al bien común  de las ánimas;  y así,  por estas causas como por otras muchas que avía bien que decir, os  pido e  suplico a la ciudad nombre dos caballeros de ella para todo lo dicho tocante a esta causa de que favorezcan a estas santas monjas y, si el señor abad no fuere servido , (que sí será,  pues es  tan cristiano e caballero) de que, si no quisiere hacer merced a esta ciudad de lo que aquí se suplica de manera que se consiga lo que se le suplica  y , si no hubiere en ello,  se nombre  dos caballeros comisarios para que les ayuden  a defender las dichas monjas en todo lo conforme a conciencia  y justicia pudieren. Pues en esto  sería bien no ir contra a el dicho señor abad,  que no es razón  para esta ciudad que lo imagine tal  que es nuestro prelado,   y  sino por ser justa e sancta defensa y así lo pido e suplico y lo pido por testimonio don Pedro Fernández Alcaraz Cabrera"

         No hizo falta más. Se trasladó el convento al Hospital, el duende quedó en la Mota, en la casa vendida en 1603 a un  tal Francisco de Córdoba; que sepamos años después se abandonó  todo el recinto fortificado y con ella su casa. Por un encanto especial de aquel rincón los cernícalos y las aves  migratorias solían posar en los recovecos de las bodegas y planta baja de la casa del misterio, del duende, buscaban tal vez matar al duendecillo.























DOCUMENTOS

CONVENTO DE LAS DOMINICAS


Acta de 23 de noviembre de 1601 Pleito por la pretensión vecinal de querer poner parroquia en la Veracruz y haberse ido las monjas de la Encarnación al Llanillo.

-Miércoles del pasado cabildo se hizo el recaudo por don Francisco de Pineda Mesía al señor abad  de que “se le expuso lo inconvenientes  anteriormente puestos ante sus antecesores de poner parroquia en los arrabales de la Mota ante Alonso Ramírez.”
-Lo hacía en defensa de la ciudad y lo trataron con los curas Francisco de Góngora y
Villalobos que le  dieron las gracias.
-Las monjas han intentado pasarse a las casas de Cristóbal de Ibáñez junto a la ermita  de la Veracruz para hacer en ella su convento  sin habérselo advertido al abad  ni el beneplácito de la ciudad, lo mismo era injusto  e iba  en contra de los intereses de la fuerza y conservación de la Mota
-Solicitaba que no se hiciera la  mudanza del convento.
.-Se hace referencia de que el abad estaba en Valladolid en la Corte
-Se  pide que hablase con el  prior del convento de los dominicos para que no se bajen porque no tienen decencia ni custodia las casas que agora viven. ( postura de  Narváez , Mejorada y Diego de Cabrera).
-El regidor Sotomayor dice que no está a favor  de esa medida y vota en contra.

Acta del cabildo de 20 de febrero de 1602.Sobre el traslado de la Casa de Mancebía por estar cercana al Convento de las Dominicas.

“La ciudad, atento que la casa pública de las mugeres está junto a el convento de momxas de la Encarnación y de la Veracruz, barrio muy puro,  aquerda y manda que Pedro Veneroso regidor vea un sitio honesto y secreto,  donde con comodidad pueda estar la dicha casa pública y alquile la casa en nombre de la dicha ciudad u otro sitio que le pareciere y haga se pasen a él y lo demás que convenga, de manera que haya efecto y el mayordomo dé  lo necesario”





Acta de 23 de abril  de .1602. Petición de Fernández Alcaraz para que el convento se traslade al Hospital del Dulce Nombre de Jesús. Historia y leyenda. Lo presenta Pedro Fernández de Alcaraz

“Por ser notorio a esta ciudad las causas,  por do procede El señor Abad mayor tiene descomulgadas a las monxas de la Encarnación no las refiero más de que
Don Pedro Fernández Alcaraz Cabrera digo que,  al servicio de Dios Nuestro Señor y a el Rey y bien de esta república, conviene que esta ciudad nombre dos caballeros de este ayuntamiento que, representándoles,  por su parte  se les suplique al Señor abad haga merced de absolver de descomunión, que tiene puesta a la priora y superiora de la Encarnación, sirviéndose de no vejarlas más, porque en haber dejado, por primera y segunda vez,  desmantelado el monasterio- que tenían en esta Mota-, piadosamente se les debía permitir por muchas causas, que se podrían referir, -entre las cuales de más de no ser capaces  y enfermas las dichas casas-; por ser como son frías y de verano muy calurosas  y con otros inconvenientes más que son tener como tienen  duende que las tenían muy  inquietas; el cual sabemos los traían tanto a los que vivieron antes que fue monasterio en las dichas casas; que traían sacerdotes exorcistas para que lo conjurasen; a cuya causa la dejarían deshabitada, como es notorio, y ansimismo, por esta causa  con ser como es el dicho monasterio, tan ejemplar, huían todas las que lo servían de recibir en el hábito. Y, si se las hubieran tenido allí abajo en los arrabales, estuviera muy poblado y no estuvieran ellas con el extremo y pobreza,   que no tienen con que se pueden sustentar ni pagar las deudas y corridos de censos que tienen pereciendo de hambre.
         Otro sí que asimismo se le debe suplicar a el dicho señor abad haga merced a esta ciudad que, quedándose la pila de bautismo  como hoy está en la Sancta Veracruz, que la dé a las dichas monjas, llevándose siempre las obvenciones sus clérigos y administrando desde allí su parroquia para que quede perpetuada en ellos para siempre jamás. Pues no impide el estar allí las dichas monxas para que deje de serlo, como lo es en la ciudad de Granada la Encarnación,  y para  esta dejando en su buena honra e fama la orden y prelados de Santo Domingo,  se podría imprecar un breve de Su Señoría, el señor abad,  y de los más ordinarios que en esta abadía de aquí en adelante hubiere; y, en esto,  no sería en contra el intento de la fundadora , porque, con su acuerdo  y por su orden, se juntó la ciudad  en casa del corregidor   Juan de Guedeja y por la ciudad se suplicó a su Señoría  la dicha gracia, para que quedasen sujetas la dichas monjas de su fundación al ordinario  (y,  en este dicho cabildo , a lo que me quiero acordar  fueron uno de los señores Pedro Pineda Góngora y don Francisco de Pineda Mexía y yo,  y uno de los escribanos del cabildo, Pedro de Contreras  y Miguel de Molina ante  quien pasó).
         Otrosí digo que no va en contra de la conservación de la dicha Mota, en que vaya la dicha parroquia en la dicha Sancta Veracruz ni es razón- por las causas que diré- que a ello la ciudad haga contradicción con que siempre los oficios que, por la real ejecutoria, mandan vivan  en ella, en la forma que lo manda, y se castigue con el rigor de ella siempre para que se perpetúe y guarde. Lo otro porque no a sido parte del no haber habido hasta hoy perroqua,  para que deje de estar poblada, como es tanto,  todos aquellos arrabales tan remotos de la parroquias, que hay en esta ciudad; a cuya causa han acabado muchas personas, las grandes como recién nacidos, los unos sin confesiones ni los demás sacramentos,  e las criaturas sin bautismo: cosas de grañidísima lástima y sentimiento. Y esto que ha hecho  el dicho abad de haber  puesto la dicha pila sancta, no mira al interés de su renta , pues antes se añade quiebra  de ella por aumentar un escusado;  que esto mira al bien común  de las ánimas; y así, por estas causas como por otras muchas que avía bien que decir, pido en suplico a la ciudad nombre dos caballeros de ella para todo lo dicho tocante a esta causa de que favorezcan a estas sanctas monxas- Y si el señor abad no fuere servido( que sí será pues es tan cristiano e caballero) que, si no quisiere hacer merced a esta ciudad de lo que aquí se suplica de manera que se consiga lo que se le suplica  y, si no hubiere en ello, se nombre  dos caballeros comisarios para que les ayuden  a defender las dichas monjas en todo lo conforme a conciencia  y justicia pudieren , Pues en esto   será  bien no ir contra  el dicho señor abad, - que no es razón esta ciudad imagine tal,  que es nuestro prelado-  y  sino por ser justa e sancta defensa; y ansí lo pido e suplico y lo pido por testimonio don Pedro Fernández Alcaraz Cabrera.

El testimonio de Antonio de Gamboa  y don Francisco de Góngora Pineda se resumía en los siguientes puntos
:
-“En días pasados tratan algunos vecinos de poner pila en la ermita de la Veracruz por ser notorios los daños que resultaban  y destrucción toda de esta fuerça y parroquia de Santo Domingo se denegó por el perlado pasado”
-Se trajo juez apostólico a la ciudad  que la contradijo y estaba el pleito pendiente.
-Hay  noticia de que el abad mayor había puesto de hecho y contra derecho pila en la dicha ermita, so color que por esta vía impedir que las monjas de la Encarnación  no puedan ni sigan su justicia  y excluirles de la pretensión que tienen a la dicha ermita llevando el impuesto a su particular; y no a lo que esto sea a el servicio de Su Majestad y a el bien público en la conservación de esta fuerza y de que de ello nazcan otros pleitos contra su libertad y franqueza.
-El licenciado Haro, abogado de la ciudad,  para conservación de su franqueza pidió cumplir la ejecutoria…  y solicitó mande auto y diligencia para quitar la pila  ante su Majestad 
Apoya Sotomayor esto y no se gasten dineros de los propios,   no está de acuerdo en que la ciudad entre en este pleito entre abad y monjas siguiendo el recaudo hecho a  los curas Francisco de Góngora Aranda y Juan de Villalobos  en el cabildo pasado para que se lo transmitieran al abad. 


Acta de cabildo de siete de mayo de  1602. La pila estaba puesta.

Ya se había puesto la pila en la Veracruz por el abad e hizo requerimiento Antonio de Gamboa, ordena que  lo lleven a cabo los comisarios al abad    

Archivo Histórico provincial. Legajo 4748. Folios 237 y ss. Acta notarial ante Alonso Ramírez  con fecha de 27 de septiembre de 1602. Compra del hospital del Dulce Nombre de Jesús y  venta de las casas de Alonso Ballartas, compradas por el convento de la Encarnación,  junto a la iglesia de la Veracruz, para se instale el Hospital
-Se solicitaba al abad” por mandato del provincial, se trasladaron a las casas que compraron Pedro Martínez Serrano, vecino de la ciudad (…) aunque han surgido algunas diferencias, con el de buscar la paz y la quietud, y ser un lugar de más anchura, sano y cómodo con sol y agua” y se le pedía al señor abad dé licencia con varias  condiciones para la compra del Hospital. Entre ellas, con los bienes muebles, ornamentos, retablos y otros elementos se quedaba este último y a cambio se le daba la casa de Ballartas y unirlo con el de la Veracruz. También se pagaron varias cantidades  por la transacción
ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL. Legajo 4847. Año 1603. Escribano Alonso Ramírez. Venta de las casas de la Mota Francisco de Córdoba.
 en 















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