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viernes, 24 de noviembre de 2017

LA CALLE REAL. EN ALCALÁ LA REAL INFORMACIÓN.



DESDE LA MOTA, LA CALLE REAL EN LOS AÑOS SESENTA. 


Como, en el cuerpo humano, la columna vertebral se convierte en su eje para la articulación y el movimiento de las personas, así  algunas calles radiales de las ciudades  son emblemáticas por su naturaleza y situación. En tiempos de los griegos y romanos, constituyeron las ciudades a partir de dos ejes perpendiculares, la cardo y la decumana: la primera con orientación  norte/sur, y la segunda este/ oeste. Este esquema de planificación urbanística, basado en los asentamientos castrales de las legiones romanas, engendraba una retícula de calles paralelas y perpendiculares a  estos dos viales de tal manera que la ciudad se desarrollaba armónica y socialmente por distintos distritos, arrabales, cuarteles y barrios.  Tras la conquista de la ciudad de la Alhambra y  el reino nazarí, cuando la ciudad fortificada de la Mota y sus barrios concéntricos se encontraban en torno a este cerro,  los reyes permitieron  que la población bajara del recinto fortificado y se asentara en el valle y llano. Algunos indicadores urbanísticos  y naturales  debieron primar a la hora de establecer la nueva planificación urbana. Lo tenían claro con el eje del antiguo camino, denominado Llanillo, que marcaba  la dirección de las antiguas cardos, desde el norte (la Tejuela) hasta la fuente de los Álamos. Esta se convertía en una auténtica gran vía, el paso de los caminantes, comerciantes, y traficantes desde tierras de la campiña, Córdoba y Jaén hacia Granada. Por otra parte, desde la Mota, partía otro eje radial  que  parecía como si permitiera bajar escalonadamente a los pobladores de la ciudad fortificada. Le dieron un nombre, que ya se encontraba dentro del recinto militar, calle Real (pues llegaron a concurrir dos calles reales  entre las murallas). Era la auténtica decumana, desde donde  se dinamizaba toda la trama urbana de la ciudad.
               En esta calle, a principios del siglo XVI, sus casas se erigieron en las primeras mansiones de los hidalgos que renegaban de los fríos y de las incomodidades de la Mota, o  los comerciantes infringieron las ordenanzas trasladando sus tiendas desde las plazas de la Mota hasta el Llanillo. No es de extrañar que oficiales, artistas, escribanos, miembros de los cabildos y el sector terciario  se avecindara en sus edificios de modo que los construyeron con nobles fachadas, que actualmente jalonan a lo largo de su recorrido. También, los nuevos pobladores, los hacendados  y los laboriosos labriegos abrieron bodegas para los vinos y  casas de cámaras para la reserva cerealística... En esta calle, se ubicaron, en diversos momentos de la historia, varios almacenes como los pósitos municipales o de las rentas decimales eclesiásticas, mesones, tabernas,  las carnicerías de la ciudad, varios templos y conventos, e, incluso hubo momentos en el que se trasladó el ayuntamiento de Alcalá la Real,  y  las casas del corregidor. La majestuosidad de esta calle se demuestra por la anchura del vial y la longitud de su trazado. Fue una calle hidalga  hasta el siglo XX, que sufrió primero los embates de las partes llanas y, actualmente, de las nuevas urbanizaciones de los barrios alejados del casco histórico. La calle de la familia delos Sardos y  donde nacieron  Pablo de Rojas  y Juan Martínez Montañés, es otro  síntoma claro de su hidalguía y de su rico pasado.
Es verdad que sufrió las dentelladas del desarrollismo de los años sesenta, como la casa del Pecado,  y  se resiente actualmente en los últimos años con la ruina de casas y el abandono de algunas mansiones. Pero, también es el momento de su  renovación, restauración y rehabilitación. Se encuentra en el tiempo oportuno   de aportar nuevas alternativas de vivienda y de alojamiento que  no deje morir una calle con excelentes condiciones: amplitud de su vial a lo largo de su trazado, cercanía a nuevos edificios públicos (la Uned, Casa Pineda, Guardería, Sindicatos, templos, ayuntamiento…), posibilidad de reconversión de zonas turísticas, y de adaptación  de las calles secundarias en zonas de servicio o verdes.

Y, sobre todo, es una tarjeta de la visita turística a la fortaleza de la Mota, que puede ser rejuvenecida con la  restauración de las fachadas modernistas, renacentista, o de ámbito regional, ya de piedra o blanca cal,  y, sobre todo, clama con la rehabilitación  de sus casas adaptándose a los nuevos tiempos con nuevos  modos de vida.  A lo largo del trayecto, esfuerzos públicos, como los URBAN,  y de particulares se han llevado a cabo, el reto consiste en no dejar que se nos caiga un legajo muy importante de la historia de Alcalá la Real, que se extiende desde  el compás de Consolación hasta las antiguas Monjas Altas.  Sin olvidar el trayecto que enlazaba con la fortaleza, el EDUSI es un oportunidad que no debía dejarse escapar  y  convertirse en un proyecto colectivo  de todos los agentes sociales y políticos de la ciudad de la Mota. Como el cuerpo humano, todos sus miembros son importantes en el armónico funcionamiento. 

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