DESDE LA MOTA, LA CALLE REAL EN LOS AÑOS SESENTA. |
Como, en el cuerpo
humano, la columna vertebral se convierte en su eje para la
articulación y el movimiento de las personas, así algunas calles radiales de las ciudades son emblemáticas por su naturaleza y
situación. En tiempos de los griegos y romanos, constituyeron las ciudades a
partir de dos ejes perpendiculares, la cardo y la decumana: la primera con
orientación norte/sur, y la segunda
este/ oeste. Este esquema de planificación urbanística, basado en los
asentamientos castrales de las legiones romanas, engendraba una retícula de
calles paralelas y perpendiculares a
estos dos viales de tal manera que la ciudad se desarrollaba armónica y
socialmente por distintos distritos, arrabales, cuarteles y barrios. Tras la conquista de la ciudad de la Alhambra
y el reino nazarí, cuando la ciudad fortificada de la Mota y sus
barrios concéntricos se encontraban en torno a este cerro,
los reyes permitieron que la
población bajara del recinto fortificado y se asentara en el valle y llano.
Algunos indicadores urbanísticos y
naturales debieron primar a la hora de
establecer la nueva planificación urbana. Lo tenían claro con el eje del
antiguo camino, denominado Llanillo, que marcaba la dirección de las antiguas cardos, desde el
norte (la Tejuela) hasta la fuente de los Álamos. Esta se convertía en una
auténtica gran vía, el paso de los caminantes, comerciantes, y traficantes
desde tierras de la campiña, Córdoba y Jaén hacia Granada. Por otra parte, desde
la Mota, partía otro eje radial que parecía como si permitiera bajar
escalonadamente a los pobladores de la ciudad fortificada. Le dieron un nombre,
que ya se encontraba dentro del recinto militar, calle Real (pues llegaron a concurrir
dos calles reales entre las murallas).
Era la auténtica decumana, desde donde se dinamizaba toda la trama urbana de la ciudad.
En
esta calle, a principios del siglo XVI, sus casas se erigieron en las primeras
mansiones de los hidalgos que renegaban de los fríos y de las incomodidades de
la Mota, o los comerciantes infringieron
las ordenanzas trasladando sus tiendas desde las plazas de la Mota hasta el
Llanillo. No es de extrañar que oficiales, artistas, escribanos, miembros de
los cabildos y el sector terciario se avecindara
en sus edificios de modo que los construyeron con nobles fachadas, que actualmente
jalonan a lo largo de su recorrido. También, los nuevos pobladores, los
hacendados y los laboriosos labriegos
abrieron bodegas para los vinos y casas
de cámaras para la reserva cerealística... En esta calle, se ubicaron, en
diversos momentos de la historia, varios almacenes como los pósitos municipales
o de las rentas decimales eclesiásticas, mesones, tabernas, las carnicerías de la ciudad, varios templos y
conventos, e, incluso hubo momentos en el que se trasladó el ayuntamiento de
Alcalá la Real, y las casas del corregidor. La majestuosidad de
esta calle se demuestra por la anchura del vial y la longitud de su trazado.
Fue una calle hidalga hasta el siglo XX,
que sufrió primero los embates de las partes llanas y, actualmente, de las
nuevas urbanizaciones de los barrios alejados del casco histórico. La calle de
la familia delos Sardos y donde
nacieron Pablo de Rojas y Juan Martínez Montañés, es otro síntoma claro de su hidalguía y de su rico
pasado.
Es verdad que sufrió las
dentelladas del desarrollismo de los años sesenta, como la casa del Pecado, y se
resiente actualmente en los últimos años con la ruina de casas y el abandono de
algunas mansiones. Pero, también es el momento de su renovación, restauración y rehabilitación. Se
encuentra en el tiempo oportuno de aportar nuevas alternativas de vivienda y
de alojamiento que no deje morir una
calle con excelentes condiciones: amplitud de su vial a lo largo de su trazado,
cercanía a nuevos edificios públicos (la Uned, Casa Pineda, Guardería,
Sindicatos, templos, ayuntamiento…), posibilidad de reconversión de zonas
turísticas, y de adaptación de las
calles secundarias en zonas de servicio o verdes.
Y, sobre todo, es una tarjeta de
la visita turística a la fortaleza de la Mota, que puede ser rejuvenecida con
la restauración de las fachadas
modernistas, renacentista, o de ámbito regional, ya de piedra o blanca
cal, y, sobre todo, clama con la
rehabilitación de sus casas adaptándose
a los nuevos tiempos con nuevos modos de
vida. A lo largo del trayecto, esfuerzos
públicos, como los URBAN, y de
particulares se han llevado a cabo, el reto consiste en no dejar que se nos
caiga un legajo muy importante de la historia de Alcalá la Real, que se
extiende desde el compás de Consolación
hasta las antiguas Monjas Altas. Sin
olvidar el trayecto que enlazaba con la fortaleza, el EDUSI es un oportunidad
que no debía dejarse escapar y convertirse en un proyecto colectivo de todos los agentes sociales y políticos de
la ciudad de la Mota. Como el cuerpo humano, todos sus miembros son importantes
en el armónico funcionamiento.
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