Archivo del blog

jueves, 2 de marzo de 2017

HAMILCAR


                           
I
Hamílcar, padre de Aníbal, de sobrenombre Barca,  siendo adolescente, comenzó a  estar al frente del ejército en la Primera Guerra Púnica, pero ya a los últimos días de ella en Sicilia. Yendo de capa caída por tierra y mar las cosas de los cartagineses  antes de su llegada, el mismo Hamílcar, cuando ya estuvo presente, nunca se rindió ante el enemigo ni  le dejo momento  de causarle  daño y, a menudo, por el contrario, presentándose la ocasión, provocó la batalla  y salió  vencedor. Hecho esto, como  los cartagineses hubiesen perdido casi todas las cosas en Sicilia, Hamílcar  defendió a Erix de tal manera que   parecía  que no se había hecho la guerra en aquel lugar. Entretanto,  los cartagineses con la armada junto a las islas Égatas, tras ser vencidos  por  Cayo Lutacio, cónsul de los romanos, decidieron poner  fin a la guerra y dejaron este  asunto al arbitrio de Hamílcar.  Este, aunque ardía en deseo de combatir, sin embargo consideró que debía abrazarse la paz, porque creía  que la patria aniquilada por unos gastos tan fastuosos,  no podía soportar durante mucho tiempo las  desdichas y trabajos que llevaba consigo la guerra, pero,  lo hacía de tal manera que en el mismo instante  resolvió volver a la guerra,  si las cosas se ponían en mejor estado;  y perseguir a los romanos con las armas hasta que los hubiesen vencido con valor y, una vez  vencidos,  hubiesen entregado sus tropas.  Con este plan, Hamílcar  ajustó la paz, y se mantuvo con tanto tesón en esto , ( diciendo Catulo que de ningún modo concedería la paz, a no ser que él y los suyos, que ocuparon Erice, se retiraran de Sicilia una vez dejadas las armas),  que dijo , aunque cuando la patria se rindiese,   que  sería mejor morir que regresar a casa con un castigo tan grande.  Pues no era propio de su valor entregar las armas a los enemigos, las que le habían sido concedidas  en contra los enemigos. Catulo cedió a su tesón.

                                       II
Pero cuando llegó a Cartago, se dio cuenta de que  la  república  se encontraba en estado muy diferente del que había esperado. Pues, tanto porque había durado tanto tiempo la guerra contra los extranjeros,  se encendió una guerra civil  tan grande  que nunca estuvo Cartago en un peligro tan grande a no ser cuando fue destruida. En primer lugar, desertaron los soldados mercenarios, que habían estado contra los romanos,  cuyo número era de 20.000. Estos hicieron que se levantara  toda África, y atacaron a la misma Cartago. Por estas desgracias los cartagineses se amedrentaron de tal modo que pidieron ayuda a los romanos y la consiguieron.  Pero, finalmente, como hubiesen llegado casi ya a la desesperación, nombraron a Hamílcar como general. Este no sólo apartó  a los enemigos de  las murallas de Cartago, habiéndose hecho de más de 100.000 soldados, sino también los redujo a tal extremo  que muchos,  encerrados  en parajes estrechos,  murieron más por el hambre que por la espada.  Recobró a la patria todas las ciudades  que se habían rebelado, entre estas Utica e Hipona, las más poderosas de toda África. Y no sólo se contentó con esto  sino que amplió los límites del imperio, devolvió tanta tranquilidad por toda África que parecía que no había existido guerra alguna durante muchos años.
                                       II
Concluidas  todas  estas cosa a medida de su deseo,  con ánimo lleno de fe y hostil de encontrar un motivo de guerra contra los romanos, consiguió que fuera enviado a España como general  con el ejército, y llevó consigo a su hijo Aníbal  a la edad de 9 años a esta misión. Además le acompañaba él adolescente Asdrúbal, que era ilustre  y hermoso sobre el que algunos hablaban que era amado por éste con un amor menos honesto que debiera. Pues no podían faltar que se maldijera a un varón tan importante. Por eso aconteció que Asdrúbal fuese vetado a estar con él por el prefecto de costumbres. Mas, el le entregó a su hija en matrimonio,  Sobre esto mencionamos que,  muerto Hamílcar, se puso a frente del ejército y llevó a cabo grandes hazañas y fue el primero que cambió  las viejas costumbres de los cartagineses, porque, según sus costumbres, no se le podía privar al yerno el trato del suegro;  y después de su muerte,  Aníbal recibió el mando del ejército.
                                       III

Pero Hamílcar, después que pasó el mar y llegó a España, Llevó a cabo grandes hazañas con favorable fortuna; sometió a muchísimos y belicosísimos pueblos. Enriqueció a toda África con caballos, armas, guerreros, y dinero. Este pensando hacer la guerra contra Italia, al noveno años, después que  había llegado a España, luchando en batalla, fue muerto contra los vetones. Parece que su odio perpetuo principalmente contra los romanos orogonó segunda guerra púnica. Pues su hijo Aníbal

 fue obligado por los continuos encargos y amonestaciones del padre a  preferir morir antes que dejar de hacer la guerra a los romanos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario