JUEGOS FLORALES EN ROMA
Esta obra de Póspero Piatti pintada al óleo en 1900 y recientemente restaurada, se encuentra en el Museo Nacional de Bellas Artes, recoge estas FIESTAS en honor a la diosa Flora, se observa seis planos. En el primero, tres doncellas danzante, ( podrían ser las tres Gracias), el segundo de jóvenes desnudos que se preparan para la caza; el tercero esta formado por el grupo de hombres togados; el cuarto forman una pirámide con la estatua con los que llevan a a cabo la ofrenda contrapuesta a un Catón que vuele la espalada; el quinto la muchedumbre y el quinto el fondo que simula el Panteón de Roma con estatuas de Marte y Hércules y tribunas dentro del orden corintio de su arquitectura. Su sentido iconológio refleja a la labor de censor, protector de las costumbres y moralidad de Catón, vuelto de espaldas y ofreciendo el torso y su túnica de general fretne a la degradación moral de aquellos tiempos, "Según el cronista Valerio Máximo, Marco Porcio Catón, quien en su calidad de Censor velaba por la moralidad de las conductas públicas, se alejó de las demostraciones festivas a fin de que los participantes pudieran dar desahogo a los desenfrenados juegos organizados en honor a la divinidad.
y EN PALABRAS DEL INFORME DE LA RESTAURACIÓN , dentro de la obra Catón es representado en un tercer plano, de espaldas al espectador y vestido con telas de tonalidades sobrias como símbolo de racionalidad, en medio de una atmósfera de colores y emociones.
Marco Catón,
siendo adolescente, natural del
municipio de Túsculo, antes de alcanzar los cargos, vivió entre los sabinos. Porque allí había heredado
un terreno de su padre. Después de esto,
a instancias de Lucio Valerio Flaco, que tuvo por compañero en el
consulado y censura, como acostumbró a narrar extensor Marco Perpenna censorio,
emigró a Roma y empezó a seguir la
carrera civil. Primero cobró una paga de milicia a la edad de 17 años. Bajo el consulado de Quinto
Fabio y Marco Claudio fue tribuno militar en Sicilia. Cuando regresó de esta isla, militó bajo el mando de Claudio Nerón, y fueron de gran
importancia su valor y constancia militar en la batalla junto a Sena, a donde
murió Asdrúbal, hermano de Aníbal. Le tocó por suerte ser cuestor de Publio
Cornelio Escipión, con el que vivió no
como lo pedía la buena correspondencia de la suerte; mientras vivió
estuvo enemistado con él. Compartió el cargo de edil de la plebe con Cayo
Helvio. En su pretura, gobernó la provincia de Cerdeña, de la cual, al
retirarse en tiempos pasados como cuestor, se había traído a poeta Ennio, lo
que consideramos que deba ser valorado más
que cualquier otro triunfo importantísimo de Cerdeña.
II
Fue cónsul
con Lucio Valerio Flaco, habiéndole tocado en suerte la provincia de la
Hispania Citerior, y consiguió el triunfo de ella. Como permaneciese en esta
durante mucho tiempo, publico Escipión
el Africano, siendo cónsul por segunda vez, en cuyo primer consulado de Catón
había sido cuestor, quiso echarlo del gobierno de la provincia y sucederle a
él, y no pudo sacar esto del senado, aunque Escipión era el sujeto, en
realidad, principal en Roma, porque la
república se gobernaba, no solo por el la fuerza del poder, sino también por la
ley. Por esta razón, contrariado con el Senado, una vez acabado su consulado,
permaneció como un ciudadano más en la ciudad. Pero, hecho censor con el mismo
Flaco, se portó con la mayor rectitud.
Pues, no sólo castigó a muchos nobles, sino también introdujo muchas novedades en forma de edicto
para reprimir el lujo, que ya empezaba a pulular en Roma. Durante unos 80 años,
desde la adolescencia hasta el final de su vida, no dejó de tener que sufrir enemistades a causa de la
república. Habiendo sido acusado por muchos, no solo padeció detrimento alguno en su estimación,
sino que, mientras vivió se alabó con
creces su valor.
III
En todo, se
portó con prudencia y laboriosidad; pues
fue un ingenioso agricultor y conocedor
de la administración pública, buen jurisconsulto, y gran general, y excelente orador, y muy amante de la literatura. Aunque había
emprendido ya mayor su pasión por
esta, sin embargo progresó tanto que,
con dificultad, se puede encontrar algo que le sea desconocido de los
griegos ni de los romanos. Desde joven,
compuso discursos. De viejo comenzó a escribir historias. Tiene siete libros de
hostia. El primero contiene las hazañas de los reyes del pueblo romano; el
segundo y el tercero, de dónde se
originó cada una de las ciudades itálicas; por el cual motivo, se le tituló,
según se cree, Orígenes. En el cuarto,
está la Primera Guerra Púnica; en
el quinto, la Segunda Guerra Púnica. Todas
están escritas sucintamente. Escribió las restantes guerras de igual
modo hasta la pretura de Servio Galba, que saqueó a los pueblos de Lusitania; y no nombró los generales de estas
guerras, sino que escribió los sucesos
sin nombres. En estos mismos libros, expuso qué acontecía en Italia y en
las Hispanias o parecía digno de admiración; en las cuales se puede descubrir
mucha laboriosidad y diligencia, y
ninguna erudición. Sobre su vida y costumbres hemos escrito en aquel libro, que
hicimos, por separado sobre Catón a
instancias de Tito Pomponio Ático. Por esta razón, remito a los que desean
saber de la vida de Catón a este volumen del libro.
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