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domingo, 19 de marzo de 2017

EN EL JAÉN SEMANAL. . LA HUELLA DE LOS ARANDA (II)












Ginés Martínez de Aranda volvió a su tierra tras su fructífera estancia en tierras gallegas.  De nuevo su maestría fue requerida en muchos edificios públicos. Incluso   compartió algunas obras de la ciudad de la Mota con el coetáneo granadino maestro de obras Ambrosio de Vico, al que le secundó en la introducción del mundo de la arquitectura en el diseño del retablo. No extraña, en modo alguno, que se le encargase el representativo retablo de la Virgen de las Mercedes para la iglesia Mayor Abacial, una obra renacentista y clásica que despertó, a partir de 1613, mucho interés en el templo abacial porque coincidió con el momento en el que nació y se extendió la devoción a esta advocación tan alcalaína.  Además, el maestro castillero intervino en la sacristía y en la última fase del presbiterio de esta iglesia compartiendo su labor de dirección técnica con muchos miembros de sus familia y famosos canteros de la ciudad. Es el momento que redacta su testamento. Tras su muerte en torno a principios de 1623, se hace la partición de bienes para todos los miembros de la familia. A través de este último documento, se conocen sus tres familiares relacionados con el oficio de la cantería, sus hijos Ginés y Juan Galán y su yerno Luís González casado con su hija María de Aranda. Además de estos, se sumaban al reparto de suculenta herencia su esposa María de Morales y su hija Petronila. La vida de sus dos hijos debió derivarse a los negocios de los negocios y la agricultura, aunque en algunas obras del padre todavía participa su hijo Ginés como maestro mayor de obras. No era de extrañar que algunos heredaran apellidos de la rama paterna y unos bienes que le aportaban unas buenas entradas del mundo agrícola y rentista heredado de sus abuelos y del capital acumulado por su propio padre. Su yerno Luís González acudió a la cita del reparto de bienes y trajo el documento de la dote matrimonial firmada en 1612. En su traslado notarial, aparece como hijo del maestro prieguense Alonso González y, en documentos posteriores, como vecino y   arquitecto de las tierras y familia del duque de Sesa. Este arquitecto jugó un papel muy importante para continuar la huella de Ginés en tierras cordobesas e introducir a sus familiares por estas tierras junto con la de su primo Juan de Aranda Salazar. 
No sólo son interesantes estos documentos para conocer esta saga de arquitectos jiennenses sino también para recabar aspectos muy interesantes de su biografía. Ginés declara un buen caudal adquirido en su vida profesional hasta 1618 desde las ricas huertas castilleras a otros bienes inmuebles como casas y fincas, incluso un mesón y una industria artesana de telar y relacionada con la lana. Resalta nada menos que se encuentran , entre sus bienes mobiliarios dos libros manuscritas de arquitectura, lo que nos demuestra el talento y la formación tan profunda de este maestro de obras relacionado con otros tratadistas del Renacimiento. Entraña la duda de que pudieran ser dos tomos del célebre libro Cerramientos y trazas de Montea, publicado por el Ministerio de Obras Públicas en 1986, dos obras distintas o, por el contrario, dos copias del mismo libro, como señalan algunos tratadistas; una de ellas debió emplearla a pie de obra para manual de aprendizaje de su entorno de canteros, entre ellos nada menos que Juan de Aranda Salazar. Pues huellas de sus escaleras, caracoles, cúpulas y otros elementos descritos en la obra se encuentran en los edificios de la ciudad de la Mota. Esta obra de estereotomía, esa geometría que en su tiempo se denominaba arte de la traza o arte de cantería trataba de aportar la solución o, al menos la descripción, a este mundo hermético de la arquitectura. En concreto, como dice el prologuista de la obra comentada: “Se centra en el problema de la división en dovelas de elementos constructivos en piedra de cantería, la obtención de las plantillas de sus caras y la determinación de los ángulos entre sus aristas, con objeto de facilitar su labra. Estas cuestiones pueden parecer meramente operativas a nuestros ojos, pero desempeñan un papel fundamental en la construcción renacentista, hasta tal punto que Martínez de Aranda se refiere a este saber ´como parte principal de la arquitectura”
Este sobrino suyo, en concreto, trabajó, junto con sus más directos familiares y canteros de confianza, bajo la dirección de su tío Ginés, en esta sacristía de la iglesia de Santa María Mayor de la Mota. En el archivo municipal de Alcalá la Real, afortunadamente aparecen los cuadernos de cuentas firmados por el propio arquitecto, donde se recogen, detalladamente y, de puño y letra, todas las personas, actividades y materiales que intervenían a diario en esta obra de envergadura. Un gran equipo humanos que compartió otras obras de la abadía. Obras, cuyas trazas, en algunas ocasiones, se le asignan al propio Ginés como la iglesia de la Concepción del Castillo de Locubín, posterior convento capuchino; y otras que ofrecen su huella, como los cuerpos de las iglesias alcalaínas de San Juan, Santa Ana, San Marcos, o Consolación Y, curiosamente, Juan de Aranda dio sus primeros pasos en el mundo de la arquitectura de la mano de tan insigne y familiar maestro de obras. Su talento natural y dominio progresivo de la cañería no necesitaron como otros muchos aprendices un largo periodo de introducción al mundo de la cantería, en menos de un año recorrió los peldaños de aprendiz a peón, de labrante a oficial, y de esta categoría a maestro mayor de obras. La semilla de su tío y el aliento de su padre Francisco de Aranda le abrieron las alas para su etapa alcalaína antes de que se adentrara en tierras cordobesas. La huella de los Aranda continuó expandiéndose.
           


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