Ginés Martínez
de Aranda volvió a su tierra tras su fructífera estancia en tierras
gallegas. De nuevo su maestría fue
requerida en muchos edificios públicos. Incluso compartió algunas obras de la ciudad de la
Mota con el coetáneo granadino maestro de obras Ambrosio de Vico, al que le
secundó en la introducción del mundo de la arquitectura en el diseño del
retablo. No extraña, en modo alguno, que se le encargase el representativo
retablo de la Virgen de las Mercedes para la iglesia Mayor Abacial, una obra
renacentista y clásica que despertó, a partir de 1613, mucho interés en el
templo abacial porque coincidió con el momento en el que nació y se extendió la
devoción a esta advocación tan alcalaína.
Además, el maestro castillero intervino en la sacristía y en la última
fase del presbiterio de esta iglesia compartiendo su labor de dirección técnica
con muchos miembros de sus familia y famosos canteros de la ciudad. Es el
momento que redacta su testamento. Tras su muerte en torno a principios de
1623, se hace la partición de bienes para todos los miembros de la familia. A
través de este último documento, se conocen sus tres familiares relacionados
con el oficio de la cantería, sus hijos Ginés y Juan Galán y su yerno Luís
González casado con su hija María de Aranda. Además de estos, se sumaban al
reparto de suculenta herencia su esposa María de Morales y su hija Petronila.
La vida de sus dos hijos debió derivarse a los negocios de los negocios y la
agricultura, aunque en algunas obras del padre todavía participa su hijo Ginés
como maestro mayor de obras. No era de extrañar que algunos heredaran apellidos
de la rama paterna y unos bienes que le aportaban unas buenas entradas del
mundo agrícola y rentista heredado de sus abuelos y del capital acumulado por
su propio padre. Su yerno Luís González acudió a la cita del reparto de bienes
y trajo el documento de la dote matrimonial firmada en 1612. En su traslado
notarial, aparece como hijo del maestro prieguense Alonso González y, en
documentos posteriores, como vecino y
arquitecto de las tierras y familia del duque de Sesa. Este arquitecto
jugó un papel muy importante para continuar la huella de Ginés en tierras
cordobesas e introducir a sus familiares por estas tierras junto con la de su
primo Juan de Aranda Salazar.
No sólo son
interesantes estos documentos para conocer esta saga de arquitectos jiennenses
sino también para recabar aspectos muy interesantes de su biografía. Ginés
declara un buen caudal adquirido en su vida profesional hasta 1618 desde las
ricas huertas castilleras a otros bienes inmuebles como casas y fincas, incluso
un mesón y una industria artesana de telar y relacionada con la lana. Resalta
nada menos que se encuentran , entre sus bienes mobiliarios dos libros
manuscritas de arquitectura, lo que nos demuestra el talento y la formación tan
profunda de este maestro de obras relacionado con otros tratadistas del
Renacimiento. Entraña la duda de que pudieran ser dos tomos del célebre libro Cerramientos
y trazas de Montea, publicado por el Ministerio de Obras Públicas en 1986,
dos obras distintas o, por el contrario, dos copias del mismo libro, como
señalan algunos tratadistas; una de ellas debió emplearla a pie de obra para
manual de aprendizaje de su entorno de canteros, entre ellos nada menos que Juan
de Aranda Salazar. Pues huellas de sus escaleras, caracoles, cúpulas y otros
elementos descritos en la obra se encuentran en los edificios de la ciudad de
la Mota. Esta obra de estereotomía, esa geometría que en su tiempo se
denominaba arte de la traza o arte de cantería trataba de aportar la solución
o, al menos la descripción, a este mundo hermético de la arquitectura. En
concreto, como dice el prologuista de la obra comentada: “Se centra en el
problema de la división en dovelas de elementos constructivos en piedra de
cantería, la obtención de las plantillas de sus caras y la determinación de los
ángulos entre sus aristas, con objeto de facilitar su labra. Estas cuestiones
pueden parecer meramente operativas a nuestros ojos, pero desempeñan un papel
fundamental en la construcción renacentista, hasta tal punto que Martínez de
Aranda se refiere a este saber ´como parte principal de la arquitectura”
Este sobrino
suyo, en concreto, trabajó, junto con sus más directos familiares y canteros de
confianza, bajo la dirección de su tío Ginés, en esta sacristía de la iglesia
de Santa María Mayor de la Mota. En el archivo municipal de Alcalá la Real,
afortunadamente aparecen los cuadernos de cuentas firmados por el propio
arquitecto, donde se recogen, detalladamente y, de puño y letra, todas las personas, actividades y materiales que intervenían a diario
en esta obra de envergadura. Un gran equipo humanos que compartió otras obras
de la abadía. Obras, cuyas trazas, en algunas ocasiones, se le asignan al propio
Ginés como la iglesia de la Concepción del Castillo de Locubín, posterior
convento capuchino; y otras que ofrecen su huella, como los cuerpos de las
iglesias alcalaínas de San Juan, Santa Ana, San Marcos, o Consolación Y,
curiosamente, Juan de Aranda dio sus primeros pasos en el mundo de la
arquitectura de la mano de tan insigne y familiar maestro de obras. Su talento
natural y dominio progresivo de la cañería no necesitaron como otros muchos
aprendices un largo periodo de introducción al mundo de la cantería, en menos
de un año recorrió los peldaños de aprendiz a peón, de labrante a oficial, y de
esta categoría a maestro mayor de obras. La semilla de su tío y el aliento de
su padre Francisco de Aranda le abrieron las alas para su etapa alcalaína antes
de que se adentrara en tierras cordobesas. La huella de los Aranda continuó
expandiéndose.
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