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viernes, 2 de enero de 2015

EN EL DÍA DEL DULCE NOMBRE DE JESÚJS. SUS ORÍGENES EN LA CARIDAD Y FUSIÓN CON DULCE NOMBRE DE JESÚS.


LA COFRADÍA DEL DULCE NOMBRE DE JESÚS Y SANTA CARIDAD


LA SANTA CARIDAD EN LA COFRADÍA DEL DULCE NOMBRE DE JESÚS
                






















            Orígenes de la cofradía de la Santa Caridad.

            El origen del la cofradía de la Caridad se remontaba nada menos que en 1488, era la más antigua junto con la de  Nuestra Señora de la Antigua. Decíamos en el programa de la Fuente del Rey “ un grupo de personas , movidos por la caridad, según la declaración  de su prioste, y a la vez mayordomo del Hospital del Dulce Nombre de Jesús, lograron que se les aprobara la cofradía( el abad era el alcalaíno Pedro Gómez de Padilla)  y, a continuación la organizaron con  el nombre d Santa Caridad. Para desarrollarla , nombraron prioste, oficiales e hicieron copia y número de hermanos que entraron en ella. Además adquirieron una cruz y palo para los enterramientos de sus hermanos, pues era una de las funciones y servicios  de la hermandad, ya que no había cementerios y se comprometían todos los hermanos a darle sepultura y acompañarle en las exequias fúnebres al hermano fallecido”. Por tanto, un grupo de hermanos se reunía en torno a la imagen de la Coronada, esa imagen  que, según cuentan, el rey Alfonso XI traía “enhiesta sobre el mástil de una lanza, a manera de estandarte y como capitana de sus tropas”. Esta hermandad  recibía el nombre de  Nuestra Señora de los Desamparados, allá por  el año 1532. Posteriormente, se le denominó tanto a la imagen como a la hermandad con la  advocación de Nuestra Señora de la Caridad. Primero, esta imagen estuvo en la capilla del Hospital del Dulce Nombre de Jesús o Santa Caridad,  ubicado al principio de su fundación en el barrio de las Entrepuertas de la Mota; luego se edificó en torno a la Alhóndiga por la calle Cava para acabar definitivamente, en 1601, a la iglesia de la Caridad del Hospital del Dulce Nombre, iglesia que dio el nombre a la calle Ramón y Cajal o Caridad donde se mantuvo hasta mediados del siglo XIX. Posteriormente, se trasladó la imagen a la iglesia de la Veracruz, sita en la calle del mismo nombre para pasar de allí a la iglesia de las Angustias a finales del siglo XIX, y finalmente, a principios de siglo XX en la ermita de la Coronada de la Fuente del rey. Por tanto Coronada, Desamparados o Caridad responde a lo mismo: la imagen románica de la Madre de Dios que trajo el rey Alfonso XI, bajo cuyas advocaciones se fundó una hermandad que se mantuvo hasta el siglo XVIII.



   La caridad entre los primeros hermanos

            Sabemos que la caridad y la devoción por la imagen arraigaron mucho entre los primeros hermanos, como era natural en el origen de las cofradías, porque la mayoría de ellos legaron bienes de fincas y casas, limosnas y censos a favor de la Cofradía. Con todos estos ingresos, se comprometieron a sustentar a los pobres, que solían recogerse en un hospital, situado en unas casillas de la  Mota. Sin embargo, estas no debieron ofrecer mucha seguridad ni capacidad para afrontar estos servicios, porque estaban deterioradas y eran muy pequeñas, lo que ocasionaba que los pobres no recibieran mucho alivio ni se curasen de sus enfermedades. Entre los primeros devotos destacá el provisor Diego Hernández que legó en su testamento un cortijo de la Rábita y varias  para ayuda y funcionamiento del hospital.  Diferente fue la situación en el hospital del Llanillo, allí se organizó un autentico servicio sanitario y de transeúntes que se mantuvo hasta muy avanzado el siglo XIX,


-Las constituciones del siglo XVII: el ejercicio de la Santa Caridad.
            En 1601, tras una vida en común con la cofradía de la Veracruz, ya estaba reconstituida la cofradía de la Santa Caridad y se había construido el hospital del Dulce Nombre de Jesús entre el Llanillo y la calle de la Caridad, perdiéndose la antigua advocación de los Desamparados, como antes lo hizo con la de la Coronada.
            Los estatutos de la cofradía   fueron aprobados por el abad alcalaíno Pedro de Moya el 12 de junio de 1622 y sus fines principales radicaban “al servicio de Dios y el bien de los pobres”. Los artículos versaban sobre la obligación de enterrar y dar sepultura a los pobres, celebrar la Festividad de la Natividad de Nuestra Señora en el mes de septiembre, todos los Sábados por la Virgen y las fiestas de la Virgen, recoger limosnas y ofrecer misas por los hermanos difuntos.  En su labor caritativa, también rezaban `tres misas por los ajusticiados o condenados a muerte. Sin embargo, en estos estatutos no se especificaban otras funciones caritativas relacionadas con el  hospital. Fue precisamente en 1660 con el abad regalista Francisco de Salgado y Somoza, cuando, de nuevo, se revisaron y se hicieron nuevos estatutos muy interesantes desde el punto de vista caritativo. En primer lugar,  se volvió a la antigua denominación de Cofradía y Congregación de Nuestra Señora de los Desamparados. Para muestra po su sensibilidad hacia los más excluidos de la sociedad de aquellos tiempos, recogemos el preámbulo:


Considerando las continuas mercedes y divina providencia, con que Dios Nuestro Señor favorece a sus criaturas y que es precisa obligación servirle auxilios de su gracia para conseguir la vida eterna, y lo agradable que es para su divina Majestad el fervoroso afecto de los que atenta y piadosamente ponen los ojos en la necesidad y miseria de los pobres enfermos, que, por su edad o demasiado encogimiento y gravedad de enfermedades, perecen de extrema necesidad y muchas veces sin sacramentos, y cuan de su santo servicio es asimismo la curación, sustento, crianza de los miserables, alivio de los presos, consuelo de los afligidos y dar sepultura a los muertos y el ejercicio de las demás obras de piedad y misericordia, que se ofrecen, deseosos de acertar el camino de nuestra salvación, erigimos y fundamos Hermanad y Congregación para ejercitarnos en estos y demás actos, que sean del  prójimo y mayor servicio de Dios Nuestro Señor, y para más bien ejecutarlo hacemos las constituciones siguientes”.   
            Entre las labores de caridad, se mantuvieron las obligaciones y reglas de los anteriores estatutos(limosneros)  y se creó la figura de los enfermeros, cuyas funciones radicaban en el cuidado de enfermos del Hospital y de la ciudad y comunicarlo a la Junta Rectora. Para el rector, se exigía que fuera una persona virtuosa, docta y caritativa, para que pudiera usar mejor el oficio, confesor de hombres y mujeres, ejemplo de su modestia y caridad. Debía asistir al médico, a las comidas y a las cenas, recibir enfermos y visitas.
            La hermandad se mantuvo hasta 1750, por lo menos en papeles,  y cooperó con el rector del hospital que absorbió pronto todas las obligaciones de la organización y cuidado de los enfermos.

-El paso de la fusión con  la cofradía del Dulce Nombre de Jesús.

            En tiempos de los  reyes Carlos IV y  Fernando VI,  a principios del siglo XIX,  se produjo un movimiento de reduccionismo cofrade y fusión entre el numeroso grupo de hermandades, cofradías y esclavitudes de toda España, que afectó a Alcalá la Real. Entre ellas, salió afectada la cofradía del Dulce Nombre de Jesús, que se fusionó con la de la Santa Caridad, porque le permitía su razón de ser gracias a la labor caritativa que le imprimía esa última. El Real Consejo de Castilla  aprobó unas nuevas  directrices que no permitían las manos muertas de estas entidades cofrades. Todos los bienes quedaron, por el momento, traspasados a instituciones benéficas, en concreto el Hospital del Dulce Nombre de Jesús y Santa Ana, porque se fusionaron otras muchas memorias de tierras, bienes y casas. Se hicieron nuevos estatutos en el mes de abril de 1808, la primera absorbió a la segunda en su funcionamiento jurídico  ni siquiera la advocación de la imagen de la Santa Caridad se integró en el devocionario cofrade del  Dulce Nombre de Jesús. Continuó con sus cuadrillas, gallardetes, pasos  y banderolas, incluso integró las del Cristo de las Penas y el Señor de la Columna. Se olvidó las funciones de la caridad, porque, poco a poco, fueron asumidas por la Junta de Beneficencia fundada por el organismo provincial de la Diputación de Jaén con el consenso de la abadía.

-Olvido de la Santa Caridad.
            La imagen de Santa Caridad pasó muchas vicisitudes y ya se quedó con el nombre Coronada. La caridad quedó reservada a la intimidad privada y a expensas del altruismo de los particulares; las diferentes formas de la  exclusión social  se paliaban con la humillación de los pobres y  la beneficencia municipal. El título tan hermoso de esta cofradía quedó reservado para  su  denominación; tan sólo las cuadrillas recibían la asistencia funeraria y el patronazgo de los padres de ánimas. Se perdió el sentido cristiano originario de la Caridad cristiana.

-Enseñanzas para hoy.

            Sería interesante en estos años de crisis volver los ojos a los tiempos de la Santa Caridad; retomar las fuentes de esta singular y antigua cofradía porque son tiempos en los que la exclusión social tienen rostro de emigrantes, parados,  drogadictos, abandonas del destino, enfermos.. Y el Dulce Nombre de Jesús nos reclama  y nos llama atendiendo a los demás  en el acto de amor sublime de la Santa Caridad.
Francisco Martín Rosales.

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