Orígenes de la cofradía de la Santa Caridad.
El
origen del la cofradía de la
Caridad se remontaba nada menos que en 1488, era la más
antigua junto con la de Nuestra Señora
de la Antigua. Decíamos
en el programa de la Fuente
del Rey “ un grupo de personas , movidos
por la caridad, según la declaración de
su prioste, y a la vez mayordomo del Hospital del Dulce Nombre de Jesús,
lograron que se les aprobara la cofradía( el abad era el alcalaíno Pedro Gómez
de Padilla) y, a continuación la
organizaron con el nombre d Santa
Caridad. Para desarrollarla , nombraron prioste, oficiales e hicieron copia y
número de hermanos que entraron en ella. Además adquirieron una cruz y palo
para los enterramientos de sus hermanos, pues era una de las funciones y
servicios de la hermandad, ya que no
había cementerios y se comprometían todos los hermanos a darle sepultura y
acompañarle en las exequias fúnebres al hermano fallecido”. Por tanto, un
grupo de hermanos se reunía en torno a la imagen de la Coronada , esa imagen que, según cuentan, el rey Alfonso XI traía
“enhiesta sobre el mástil de una lanza, a manera de estandarte y como capitana
de sus tropas”. Esta hermandad recibía el
nombre de Nuestra Señora de los Desamparados, allá por el año 1532. Posteriormente, se le denominó
tanto a la imagen como a la hermandad con la
advocación de Nuestra Señora de la Caridad. Primero , esta imagen estuvo en la capilla del Hospital del
Dulce Nombre de Jesús o Santa Caridad, ubicado al principio de su fundación en el
barrio de las Entrepuertas de la
Mota ; luego se edificó en torno a la Alhóndiga por la calle
Cava para acabar definitivamente, en 1601, a la iglesia de la Caridad del Hospital del
Dulce Nombre, iglesia que dio el nombre a la calle Ramón y Cajal o Caridad
donde se mantuvo hasta mediados del siglo XIX. Posteriormente, se trasladó la
imagen a la iglesia de la
Veracruz , sita en la calle del mismo nombre para pasar de
allí a la iglesia de las Angustias a finales del siglo XIX, y finalmente, a
principios de siglo XX en la ermita de la Coronada de la Fuente del rey. Por tanto Coronada, Desamparados
o Caridad responde a lo mismo: la imagen románica de la Madre de Dios que trajo el
rey Alfonso XI, bajo cuyas advocaciones se fundó una hermandad que se mantuvo
hasta el siglo XVIII.
La caridad entre los primeros
hermanos
Sabemos que la caridad y la
devoción por la imagen arraigaron mucho entre los primeros hermanos, como era
natural en el origen de las cofradías, porque la mayoría de ellos legaron
bienes de fincas y casas, limosnas y censos a favor de la Cofradía. Con todos estos
ingresos, se comprometieron a sustentar a los pobres, que solían recogerse en
un hospital, situado en unas casillas de la Mota. Sin
embargo, estas no debieron ofrecer mucha seguridad ni capacidad para afrontar
estos servicios, porque estaban deterioradas y eran muy pequeñas, lo que
ocasionaba que los pobres no recibieran mucho alivio ni se curasen de sus
enfermedades. Entre los primeros devotos destacá el provisor Diego Hernández
que legó en su testamento un cortijo de la Rábita y varias
para ayuda y funcionamiento del hospital. Diferente fue la situación en el hospital del
Llanillo, allí se organizó un autentico servicio sanitario y de transeúntes que
se mantuvo hasta muy avanzado el siglo XIX,
-Las constituciones
del siglo XVII: el ejercicio de la Santa
Caridad.
En 1601, tras
una vida en común con la cofradía de la Veracruz , ya estaba reconstituida la cofradía de la
Santa Caridad y se había construido el hospital del Dulce
Nombre de Jesús entre el Llanillo y la calle de la Caridad , perdiéndose la
antigua advocación de los Desamparados, como antes lo hizo con la de la Coronada.
Los estatutos
de la cofradía fueron aprobados por el
abad alcalaíno Pedro de Moya el 12 de junio de 1622 y sus fines principales
radicaban “al servicio de Dios y el bien de los pobres”. Los artículos versaban
sobre la obligación de enterrar y dar sepultura a los pobres, celebrar la Festividad de la Natividad de Nuestra
Señora en el mes de septiembre, todos los Sábados por la Virgen y las fiestas de la Virgen , recoger limosnas y
ofrecer misas por los hermanos difuntos. En su labor caritativa, también rezaban `tres
misas por los ajusticiados o condenados a muerte. Sin embargo, en estos
estatutos no se especificaban otras funciones caritativas relacionadas con
el hospital. Fue precisamente en 1660
con el abad regalista Francisco de Salgado y Somoza, cuando, de nuevo, se
revisaron y se hicieron nuevos estatutos muy interesantes desde el punto de
vista caritativo. En primer lugar, se
volvió a la antigua denominación de Cofradía y Congregación de Nuestra Señora
de los Desamparados. Para muestra po su sensibilidad hacia los más excluidos de
la sociedad de aquellos tiempos, recogemos el preámbulo:
“Considerando las
continuas mercedes y divina providencia, con que Dios Nuestro Señor favorece a
sus criaturas y que es precisa obligación servirle auxilios de su gracia para
conseguir la vida eterna, y lo agradable que es para su divina Majestad el
fervoroso afecto de los que atenta y piadosamente ponen los ojos en la
necesidad y miseria de los pobres enfermos, que, por su edad o demasiado
encogimiento y gravedad de enfermedades, perecen de extrema necesidad y muchas
veces sin sacramentos, y cuan de su santo servicio es asimismo la curación,
sustento, crianza de los miserables, alivio de los presos, consuelo de los
afligidos y dar sepultura a los muertos y el ejercicio de las demás obras de
piedad y misericordia, que se ofrecen, deseosos de acertar el camino de nuestra
salvación, erigimos y fundamos Hermanad y Congregación para ejercitarnos en
estos y demás actos, que sean del
prójimo y mayor servicio de Dios Nuestro Señor, y para más bien ejecutarlo
hacemos las constituciones siguientes”.
Entre las
labores de caridad, se mantuvieron las obligaciones y reglas de los anteriores
estatutos(limosneros) y se creó la
figura de los enfermeros, cuyas funciones radicaban en el cuidado de enfermos
del Hospital y de la ciudad y comunicarlo a la Junta Rectora. Para el rector,
se exigía que fuera una persona virtuosa, docta y caritativa, para que pudiera
usar mejor el oficio, confesor de hombres y mujeres, ejemplo de su modestia y
caridad. Debía asistir al médico, a las comidas y a las cenas, recibir enfermos
y visitas.
La
hermandad se mantuvo hasta 1750, por lo menos en papeles, y cooperó con el rector del hospital que absorbió
pronto todas las obligaciones de la organización y cuidado de los enfermos.
-El paso de la fusión
con la cofradía del Dulce Nombre de Jesús.
En
tiempos de los reyes Carlos IV y Fernando VI,
a principios del siglo XIX, se
produjo un movimiento de reduccionismo cofrade y fusión entre el numeroso grupo
de hermandades, cofradías y esclavitudes de toda España, que afectó a Alcalá la Real. Entre ellas, salió
afectada la cofradía del Dulce Nombre de Jesús, que se fusionó con la de la Santa Caridad , porque le
permitía su razón de ser gracias a la labor caritativa que le imprimía esa
última. El Real Consejo de Castilla aprobó unas nuevas directrices que no permitían las manos
muertas de estas entidades cofrades. Todos los bienes quedaron, por el momento,
traspasados a instituciones benéficas, en concreto el Hospital del Dulce Nombre
de Jesús y Santa Ana, porque se fusionaron otras muchas memorias de tierras,
bienes y casas. Se hicieron nuevos estatutos en el mes de abril de 1808, la
primera absorbió a la segunda en su funcionamiento jurídico ni siquiera la advocación de la imagen de la Santa Caridad se integró en el
devocionario cofrade del Dulce Nombre de
Jesús. Continuó con sus cuadrillas, gallardetes, pasos y banderolas, incluso integró las del Cristo
de las Penas y el Señor de la Columna. Se
olvidó las funciones de la caridad, porque, poco a poco, fueron asumidas por la Junta de Beneficencia
fundada por el organismo provincial de la Diputación de Jaén con el consenso de la abadía.
-Olvido de la Santa Caridad.
La imagen de Santa
Caridad pasó muchas vicisitudes y ya se quedó con el nombre Coronada. La
caridad quedó reservada a la intimidad privada y a expensas del altruismo de
los particulares; las diferentes formas de la
exclusión social se paliaban con
la humillación de los pobres y la beneficencia
municipal. El título tan hermoso de esta cofradía quedó reservado para su
denominación; tan sólo las cuadrillas recibían la asistencia funeraria y
el patronazgo de los padres de ánimas. Se perdió el sentido cristiano
originario de la Caridad
cristiana.
Sería
interesante en estos años de crisis volver los ojos a los tiempos de la Santa Caridad ; retomar las
fuentes de esta singular y antigua cofradía porque son tiempos en los que la exclusión
social tienen rostro de emigrantes, parados,
drogadictos, abandonas del destino, enfermos.. Y el Dulce Nombre de
Jesús nos reclama y nos llama atendiendo
a los demás en el acto de amor sublime
de la Santa Caridad.
Francisco Martín Rosales.
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