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viernes, 9 de enero de 2015

EN ALCALÁ LA REAL INFORMACIÓN, PASÓ UN AÑO DE CRISIS, TRAS LA CAMPANADAS (ii)


PASÓ UN AÑO DE CRISIS

Escribo estas líneas  unas horas antes de dar las doce campanadas   en el reloj de la Plaza del Ayuntamiento y, en una copa tengo colocadas las tradicionales doce uvas. Parecen que tienen sabor agridulce, porque su huesecito es el símbolo de lo que se nos ha atragantado el año anterior, pero la vulva proyecta la dulzura del porvenir.
La primera me recordaba el hotel de tres estrellas  del "marino" y me anunciaba las muestras de amor de los alcalaínos; la  segunda me  rememoraba los conflictos irresueltos  y , a la vez, alentaba por trabajar por la  paz; la tercera  me traía a mi mente los hogares que quedaron sin luz y  encendía la luminaria de la alegría  con nuevos puestos de trabajo; la cuarta  era rémora de la  tristeza de las familias  sin techo y abría el corazón de la  solidaridad para con ellos; la quinta se acordaba de tantas personas que sufrían la  enfermedad imprevista, pero apostaba por los nuevos descubrimientos de la salud; la sexta tenía la amargura de la desunión y ensalzaba los lazos comunes;  la séptima  se lamentaba del egoísmo humano y apostaba por  la generosidad  entre la humanidad; la octava se hacía infantil con su malnutrición  y anunciaba nuevos éxitos de los programas de la UNICEF; la nona  era un testimonio de los muchos jóvenes sin trabajo y hacía exigencias para saciar las ilusiones de las generaciones mejor preparadas; la décima se encontraba triste en medio del Llano Mazuelos  y preveía nuevos proyectos de futuro para los desempleados; la décima agriaba el paladar con la acidez del pesimismo de algunos maleintencionados y se mezclaba con grandes dosis de optimismo para levantar los ánimos de los convecinos y ciudadanos;  la undécima roe hacía reflexionar sobre la insensatez  y la osadía  y  recomendaba la cordura a la hora de tomar decisiones; la última se mostraba fría como los  últimos fríos de invierno y la  tuve que  completar con muchos Kilos de ilusión y esperanza para el año 2015.

II
TRAS LA CAMPANADAS

Me las comí a salto de mata, porque las campanas del pueblo almeriense no coincidían con la pantalla televisiva. Fue el primer huesecito que se nos atragantó en el primer minuto del año, Pues somos víctimas del mercado y consumismo, y estos no respetan ni las tradiciones ni el candor de la Noche Vieja. Y el huesescito se convirtió en zurriagazo contra el ente televisivo andaluz como si hubiera perdido la tercera Guerra Mundial sabiendo todos que somos humanos y errare es hominum. Menos mal  que los caldos de nuestra tierra alegraron toda la noche entre bailes y cantos. 
Por lo menos, este primer día se abrió con la vulva de la alegría a pesar de que la aceituna ha sido escasa y los parados no bajan todo lo que quisiéramos todos.  El “marino”, además,  se encuentra casi sin gente, no abundan los emigrantes en el comedor de Cáritas y se multiplican las muestras de ayudar a los demás. ¡Que gran paso se alcanzaría si se pasara de la limosna que nos sobra a la auténtica caridad!, O sea,  quitarnos lo nuestro para conseguir que todos seamos iguales en el punto de salida. Pues abundan los que confunden la caridad con la beneficencia y los que la usan de arma arrojadiza  sin poner ni un gramo de  voluntariado en la búsqueda de su utopía de beneficencia estatal. Coincido en alcanzar la justicia, pero no de un modo estático. Ay, Felipe, colócanos.

FELIZ AÑO NUEVO. UN ABRAZO.









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