BENITO ROMERO GARCÍA
Pasaron algunos años, años en los
que curiosamente se repartía entre los municipios el pago de las dietas y gastos de los procuradores en Cortes, y,
hasta 1840, no hay un nuevo
diputado ligado con la comarca de Alcalá la Real. Este fue Benito
Romero García. Aunque nació en Hellín (Albacete) en 1785, participó activamente
en la vida política alcalina, fue alcalde mayor, la segunda autoridad de Alcalá
la Real en 1834,
cuando ya se había extinguido el corregimiento alcalaíno, a cuyo frente estuvo
el corregidor Ignacio de Rojas. Anteriormente,
se formó en 1821 como abogado y juez de
Primera Instancia en Chinchilla (Albacete), posteriormente lo fue en 1822 y 1835 en Madrid, y, en este mismo
año fue nombrado magistrado de Albacete,
cargo que ejerció dos años después en
Granada en 1837. En el intervalo de estos dos periodos, fue alcalde mayor de
Alcalá la Real.
SOCIO
DE LOS AMIGOS DEL PAÍS DE MURCIA Y EL ZURRIAGO
Era un hombre amante de la cultura, perteneció a la Real Sociedad de
Amigos del País de Murcia, donde pudo
compartir los saberes de importantes
ilustrados, ya por su pertenencia al grupo o por referencias de ellos, como el obispo Rubín de
Celis, Antonio Fontes, el conde de Floridablanca, Rafael Salzillo, Antonio
García Alix y José Antonio Ponzoa. Colaboró de joven en el periódico liberal “El Zurriago”. Una publicación de Félix Mejía, antiguo notario eclesiástico e interesante personaje de las inquietudes de
la España de
las primeras décadas del siglo XIX que pretendía un periodismo más político y
combativo que el resto de la prensa (este periódico se fundó y
editó en 1821 por Mejía junto con el cordobés Benigno Morales, antiguo
guardia de corps, y fue el más influyente dentro del campo del
liberalismo exaltado veinteno). Por lo tanto, compartió con este periódico la
línea de El Zurriago que atacaban, a través de sus artículos y poemas,
“sin piedad alguna a los liberales moderados, y también a los absolutistas
encubiertos, empezando por el mismo rey, cuya hipocresía e incapacidad moral
para gobernar no tardó en apercibir”. El periódico, de dieciséis páginas y
formato manual, era en realidad republicano, y su editor principal, Mejía,
comunero en un principio y al final carbonario atacando a Francisco Martínez de
la Rosa.
PROCURADOR
EN CORTES EN 1840
Pero,
Benito Romero fue cambiando de posición
política hasta caer en las redes del liberalismo moderado al final de su
vida y ocupó puestos de gobernación y
justicia cercanos a las directrices del
momento, sobre todo apostando con las iniciativas de apoyo a la regente María
Cristina. Se presentó a las elecciones de 19 de enero de 1840 por la
circunscripción de Jaén siendo votado
por 3.995 de entre los 8.496 electores,
participando en la legislatura desde el mes de marzo hasta octubre del mismo año En 1841, en las
elecciones quedó de suplente Antonio Romero Hidalgo, probablemente hijo del
anterior. Acabó de comunero y contrarrevolucionario, y murió en Granada en uno de febrero de 1841.
SU ETAPA ALCALAÍNA COMO ALCALDE MAYOR
Durante su etapa alcalaína, le sirvió a
Benito Romero para convertirse en diputado posteriormente por Jaén, ya
que el Duque de Rivas necesitaba apoyos en la provincia y, en concreto, Benito
Romero fue su apoderado provincial. Ocupaba la presidencia del gobierno
nacional el granadino Francisco Martínez de la Rosa , que lideraba el liberalismo moderado en una
postura ideológica ecléctica, inspirada en el
doctrinario de Guizot. Por lo tanto, Benito Romero compartía, en esta
nueva etapa, con el presidente en lo sucesivo este liberalismo muy moderado que
servía para una transacción con la monarquía y con los partidarios del
absolutismo, una postura centrista la
que llevó a la regente María Cristina a
llamar al político granadino para formar gobierno en 1834-35.
En este l periodo crucial, Martínez de la Rosa puso en pie un régimen
de monarquía limitada con el primer Parlamento bicameral de la historia de
España, reflejado en el Estatuto Real (1834); buscando el apoyo de la opinión
liberal a la causa de la reina Isabel II contra las pretensiones al Trono
de don Carlos. Martínez de la Rosa decretó la amnistía para
los liberales encarcelados durante el periodo absolutista; pero, siempre en
posiciones centristas, intentó también humanizar la guerra declarada contra los
carlistas. Como alcalde mayor se encontró a mediados de 1834, fecha en la que
se incorporó al cargo de alcalde mayor, un partido judicial con 13.775 habitantes, cuatro escuelas de
Primeras Letras, seis maestros, con la única fuente de riqueza principal que
era la agricultura, tres cementerios
(uno en la Mota ,
Charilla y aldeas), con una financiación autónoma basada en sus propios
recursos, algunos arbitrios y de los propios concejales; un Pósito administrado
por el corregidor, un hospital con malos servicios, talleres
e industrias básicos de alimentación,
vestido, alfarería, jabón, y muchos telares; varios núcleos rurales, dos
parroquias y una ayuda de parroquia en Frailes, dos médicos titulares ( Juan
María Ramos y Rafael Saló) y uno particular (Calvo).
En la sesión del ayuntamiento alcalaíno
de 19 de junio de 1834, se recibió la
orden emanada desde del palacio de Aranjuez por el ministro de Gracia y
Justicia por la que la Reina Gobernadora nombraba a Benito
Romero como alcalde mayor de Alcalá la
Real , y se adjuntaba
el certificado de Manuel Abad, secretario de Cámara de la Reina , en la que manifestaba
que había jurado el cargo ante el
Presidente del Consejo de España y las Indias antes de incorporarse a su cargo;
también se le notificó al ayuntamiento
que debía recibir al nuevo alcalde mayor
con los documentos acreditativos el día
de su presentación. Su juramento lo hizo con las fórmulas de rigor en la defensa de la reina Isabel II y de la
reina Gobernadora como alcalde mayor interino declarando que no pertenecía a
ninguna logia ni asociación secreta, asimismo que se le obligaba a que “no
reconocerá principio de que el pueblo es árbitro en variar la
forma en los gobiernos establecidos”, lo que hizo en 28 de mayo de este
año.
Todos estos
pasos se habían hecho realidad en la
ciudad el 18 de junio de 1834 y, con estos requisitos, Benito García se
presentó en el ayuntamiento al día siguiente. En este día se nombraron
comisarios al liberal Antonio Sánchez Cañete y Pascual Vicioso, para que lo
acompañasen desde su casa en la calle Real hasta el ayuntamiento. Su primer acto consistió en constituir la
junta electoral, formada por los regidores y mayores contribuyentes, para
votar los comisarios compromisarios que
habían de elegir los procuradores a
Cortes por la provincia de Jaén, recayendo los votos en el regidor Francisco de Paula Serrano, capitán militar retirado de
caballería, comandante de armas y capitán de la Milicia Nacional Urbana, y
en el presbítero honorario de Rota don Idelfonso Cejalvo, miembro del
Consejo de Su Majestad y caballero de la orden de Carlos III.. Surgieron varios
incidentes en la segunda ronda, porque, el 20 de junio cuando se votaba en
Martos, no pudo asistir Cejalvo por
haber sufrido una enfermedad intestinal
y se produjeron varios debates para obviar su ausencia mediante la sustitución
en la que ejerció sus dotes de abogado; el asunto se fue prolongando has
finales de julio. Su participación en este asunto viene resumida en la hoja de
servicios “presidió la Junta Electoral
de Partido tomando la palabra y manifestando a los electores del modo más
enérgico la importancia de nombrar personas ilustradas de probidad, de
moderación y decididas por el legítimo gobierno de S.M. Isabel II, lo que
contribuyó en parte a la acentuada elección que se hizo”.
COMBATIÓ LA PESTE ASIÁTICA
Le tocó
combatir, en sus primeros días, los primeros brotes la epidemia del cólera morbo que comenzó por
la parte nororiental del partido judicial. El 14 de julio, el corregidor
político cesado (gobernó durante 9 años)
Ignacio de Rojas, teniente de navío, se ofreció a ayudar a la
ciudad a solventar los problemas del
cólera dirigiendo un oficio a la reina. ( Aludía que Benito Romero no conocía
la ciudad ni las aldeas y carecía de conocimientos e influencia que daba el
mandar tantos años, atender humanidad
doliente, conservación del orden público
y agradecer las muestras de aprecio que le habían dado los vecinos,
además lo hacía sin sueldo sin remuneración”.)
Esto no fue óbice para que Benito Romero fuese considerado como alcalde
ejemplar por su colaboración con la
erradicación de la peste en estos términos” acción tanto más
recomendable, cuanto que viniendo de País libre, entonces del mal, expuso su
vida por el Real Servicio, y bien de este vecindario”. Pues
tras analizar que la triste
situación de la enfermedad se había
cebado en los pobres indefensos y sin recursos, recaudó de las personas
pudientes dinero y comida, nombrando
como administrador a Gregorio Abril para
sacarnos de su miseria: envió varios médicos
a los lugares infestados; al doctor Calvo, a Frailes dando medicinas y
alimentos con 60 reales diarios; al doctor Saló a Charilla; y a Ramos, a las Riberas, Mures y Castillo de Locubín; y
con su celo y palabras, conmovió al obispo para que ampliase con 18 camas el
hospital de la ciudad.
El alcalde
mayor tuvo que afrontar un grave problema económico de hacienda municipal por
el gran número de morosos e impagados de los arbitrios provinciales, a los que
tuvo que llevar a listas de apremios.
También, al ayuntamiento medió en librar de algunas multas importantes que
recaían sobre la ciudad por impago de repartimientos por parte del intendente
de Jaén, lo que reconocieron los
regidores alcalaínos haciendo constar en el acta municipal “había demostrado en
el pago de impuestos, sus buenos oficios
y mediación”. Y no sólo fueron estas gestiones sino otras relacionadas con el
Intendente, Gobernador Provincial, la Milicia Urbana lo que valieron que la propia
ciudad, en el mes de agosto, levantara
acta de los testimonios de agradecimiento del síndico para ser enviados a la
propia reina.
DEFENSOR A ULTRANZA DE LA REINA ISABEL II Y
MARÍA CRISITNA
Durante esta
etapa, Benito Romero hizo uso de sus dotes oratorias y de persuasión,
dirigiendo dos escritos en defensa de
la reina de Isabel III y la regente y
otra alocución dirigida a la propia Milicia Urbana, que dio lugar a que el
propio ayuntamiento lo requiriera para ser nombrado comandante jefe, cosa que
rechazó por su cargo. Como muestra del nuevo periodo que se inauguraba, celebró
el dieciséis de septiembre fiestas con motivo del cumpleaños de la reina (
víspera con luminarias; función solemne, desfile y velada musical con las
compañías de la
Milicia Nacional de
Infantería y Caballería, comida para los pobres), tomó medidas de
gracias librando a los presos de la cárcel
de un modo solemne para que acataran el respeto a la Corona , e hizo muestras de
su liberalidad y generosidad dando limosnas a los presos enfermos por medio del capellán de la cárcel ibn haber recibido sueldo alguno.
EL PRIMER INTENTO DE VENTA DE LOS
LLANOS
En su tiempo,
se pidió al gobernador de la provincia la venta de la dehesa de los Llanos por
los vecinos Manuel Bolívar y Francisco Utrilla con la intención de fomentar la
mejora de la agricultura y con la intención oculta de acotar el terreno para
caza. Ante ello reaccionaron los regidores de la ciudad, en concreto el liberal
don Antonio Sánchez Cañete aduciendo que
“serían fatales las consecuencias que se siguieran de concederles la gracia que solicitan”. Y lo razonaba con estas
palabras: “dentro de la misma
dehesa se hallan cultivando varios terrenos en pequeños y grandes
porciones por unos cien vecinos en virtud del repartimiento que ha hecho la Junta Municipal de Propios. La
mencionada dehesa toca los arrabales de esta ciudad y la mayor parte de las
suertes que hay en cultivo, la labran
braceros y jornaleros de esa ciudad, que con sus afanes y sudores han
conseguido establecer varios de ellos viñedos, olivos, almendros, y otros
árboles frutales; y los restantes empanan las tierras de cereales, con cuyos
productos pasan, aunque malamente la
vida. Se cuentan igualmente algunos colonos hacendados de esta ciudad que han construido en las
respectivas suertes hormas de piedra, caserías magníficas, plantíos y
mejoramientos de que es susceptible el terreno y, si fueran quitados
repentinamente estos objetos costeado a
fuerza de capitales, sería necesario decir se había acordado el respeto a la propiedad”.
Además, se añadía que el vecindario
sufriría una nueva imposición por quitarle el corte de la piedra
“cortada y berroqueña” que se sacaba gratuitamente por la población para construir los edificios privados y
públicos, considerando cono un auténtico monopolio e imposición salvaje
ciudadana, que la reina Gobernadora trataba de impedir que se hicieran estas
ventas de terrenos. Parece que se hizo la concesión, pero en el documento
aparecen las reservas de la piedra, el carácter público de los caminos
interiores y de los parajes de abrevaderos y sentaderos de ganado.
Se mantuvo
como alcalde mayor de Alcalá la Real hasta el 20 de octubre
de este año, que fue nombrado corregidor de
Chinchilla, siendo recompensándole con un nuevo grado de la escala
gubernativa y a la espera de ocupar nuevos e importantes cargos legislativos.
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