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domingo, 18 de enero de 2015

BENITO ROMERO GARCÍA, SEGUNDO DIPUTADO POR ALCALÁ LA REAL. Y FOTOS DE LA NIEVE.




BENITO ROMERO GARCÍA

















            Pasaron algunos años, años en los que curiosamente se repartía entre los municipios el pago de las dietas y  gastos de los procuradores en Cortes,  y,  hasta  1840, no hay un nuevo diputado ligado con la comarca de Alcalá la Real. Este fue Benito Romero García. Aunque nació en Hellín (Albacete) en 1785, participó activamente en la vida política alcalina, fue alcalde mayor, la segunda autoridad de Alcalá la Real en 1834, cuando ya se había extinguido el corregimiento alcalaíno, a cuyo frente estuvo el corregidor Ignacio de Rojas.  Anteriormente, se formó  en 1821 como abogado y juez de Primera Instancia en Chinchilla (Albacete), posteriormente lo fue  en 1822 y 1835 en Madrid, y, en este mismo año fue nombrado  magistrado de Albacete, cargo que ejerció dos años después  en Granada en 1837. En el intervalo de estos dos periodos, fue alcalde mayor de Alcalá la Real.
            SOCIO DE LOS AMIGOS DEL PAÍS DE MURCIA Y EL ZURRIAGO        
Era un hombre amante de la cultura, perteneció a la Real Sociedad de Amigos del País de Murcia, donde  pudo compartir los saberes de importantes  ilustrados, ya por su pertenencia al grupo o por  referencias de ellos, como el obispo Rubín de Celis, Antonio Fontes, el conde de Floridablanca, Rafael Salzillo, Antonio García Alix y José Antonio Ponzoa. Colaboró de joven en el  periódico liberal  “El Zurriago”. Una publicación de Félix  Mejía, antiguo notario eclesiástico  e interesante personaje de las inquietudes de la España de las primeras décadas del siglo XIX que pretendía un periodismo más político y combativo que el resto de la prensa (este periódico se  fundó y  editó en 1821 por Mejía junto con el cordobés Benigno Morales, antiguo guardia de corps,  y fue  el más influyente dentro del campo del liberalismo exaltado veinteno). Por lo tanto, compartió con este periódico la línea de  El Zurriago que  atacaban, a través de sus artículos y poemas, “sin piedad alguna a los liberales moderados, y también a los absolutistas encubiertos, empezando por el mismo rey, cuya hipocresía e incapacidad moral para gobernar no tardó en apercibir”. El periódico, de dieciséis páginas y formato manual, era en realidad republicano, y su editor principal, Mejía, comunero en un principio y al final carbonario atacando a Francisco Martínez de la Rosa.
                        PROCURADOR EN CORTES EN 1840
            Pero, Benito  Romero fue cambiando de posición política hasta caer en las redes del liberalismo moderado al final de su vida  y ocupó puestos de gobernación y justicia cercanos  a las directrices del momento, sobre todo apostando con las iniciativas de apoyo a la regente María Cristina. Se presentó a las elecciones de 19 de enero de 1840 por la circunscripción de Jaén  siendo votado por 3.995  de entre los 8.496 electores, participando en la legislatura desde el mes de marzo hasta  octubre del mismo año En 1841, en las elecciones quedó de suplente Antonio Romero Hidalgo, probablemente hijo del anterior. Acabó de comunero y contrarrevolucionario,  y murió en Granada en uno de febrero de 1841.
             SU ETAPA ALCALAÍNA COMO ALCALDE MAYOR          
            Durante su  etapa alcalaína,  le sirvió a  Benito Romero para convertirse en diputado posteriormente por Jaén, ya que el Duque de Rivas necesitaba apoyos en la provincia y, en concreto, Benito Romero fue su apoderado provincial. Ocupaba la presidencia del gobierno nacional el granadino Francisco Martínez de la Rosa, que lideraba el liberalismo moderado en una postura ideológica ecléctica, inspirada en el  doctrinario de Guizot. Por lo tanto, Benito Romero compartía, en esta nueva etapa, con el presidente en lo sucesivo este liberalismo muy moderado que servía para una transacción con la monarquía y con los partidarios del absolutismo, una  postura centrista la que llevó a la regente María Cristina a  llamar al político granadino para formar gobierno en 1834-35.
            En  este l periodo crucial, Martínez de la Rosa puso en pie un régimen de monarquía limitada con el primer Parlamento bicameral de la historia de España, reflejado en el Estatuto Real (1834); buscando el apoyo de la opinión liberal a la causa de la reina Isabel II contra las pretensiones al Trono de  don Carlos. Martínez de la Rosa decretó la amnistía para los liberales encarcelados durante el periodo absolutista; pero, siempre en posiciones centristas, intentó también humanizar la guerra declarada contra los carlistas. Como alcalde mayor se encontró a mediados de 1834, fecha en la que se incorporó al cargo de alcalde mayor, un partido judicial con  13.775 habitantes, cuatro escuelas de Primeras Letras, seis maestros, con la única fuente de riqueza principal que era la agricultura,  tres cementerios (uno en la Mota, Charilla y aldeas), con una financiación autónoma basada en sus propios recursos, algunos arbitrios y de los propios concejales; un Pósito administrado por el corregidor, un hospital con malos servicios,  talleres  e industrias básicos de alimentación,  vestido, alfarería, jabón, y muchos telares; varios núcleos rurales, dos parroquias y una ayuda de parroquia en Frailes, dos médicos titulares ( Juan María Ramos y Rafael Saló) y uno particular (Calvo).
            SU LLEGADA A ALCALÁ LA REAL
 En la sesión del ayuntamiento alcalaíno de  19 de junio de 1834, se recibió la orden emanada desde del palacio de Aranjuez por el ministro de Gracia y Justicia por la que la Reina  Gobernadora nombraba a Benito Romero como alcalde mayor de Alcalá la Real, y  se adjuntaba el certificado de Manuel Abad, secretario de Cámara de la Reina, en la que manifestaba que había jurado el cargo  ante el Presidente del Consejo de España y las Indias antes de incorporarse a su cargo; también se le  notificó al ayuntamiento que debía recibir  al nuevo alcalde mayor con los documentos acreditativos el día  de su presentación. Su juramento lo hizo con las fórmulas de rigor  en la defensa de la reina Isabel II y de la reina Gobernadora como alcalde mayor interino declarando que no pertenecía a ninguna logia ni asociación secreta, asimismo que se le obligaba a que  “no reconocerá   principio  de que el pueblo es árbitro en variar la forma en los gobiernos establecidos”, lo que hizo en 28 de mayo de este año.
Todos estos pasos se habían hecho realidad  en la ciudad el 18 de junio de 1834 y, con estos requisitos, Benito García se presentó en el ayuntamiento al día siguiente. En este día se nombraron comisarios al liberal Antonio Sánchez Cañete y Pascual Vicioso, para que lo acompañasen desde su casa en la calle Real hasta el ayuntamiento.  Su primer acto consistió en constituir la junta electoral, formada por los regidores y mayores contribuyentes, para votar  los comisarios compromisarios que habían de elegir  los procuradores a Cortes por la provincia de Jaén, recayendo los votos  en el regidor Francisco de Paula  Serrano, capitán militar retirado de caballería, comandante de armas y capitán de la Milicia Nacional Urbana, y en   el presbítero honorario  de Rota don Idelfonso Cejalvo, miembro del Consejo de Su Majestad y caballero de la orden de Carlos III.. Surgieron varios incidentes en la segunda ronda, porque, el 20 de junio cuando se votaba en Martos,  no pudo asistir Cejalvo por haber sufrido una  enfermedad intestinal y se produjeron varios debates para obviar su ausencia mediante la sustitución en la que ejerció sus dotes de abogado; el asunto se fue prolongando has finales de julio. Su participación en este asunto viene resumida en la hoja de servicios “presidió la Junta Electoral de Partido tomando la palabra y manifestando a los electores del modo más enérgico la importancia de nombrar personas ilustradas de probidad, de moderación y decididas por el legítimo gobierno de S.M. Isabel II, lo que contribuyó en parte a la acentuada elección que se hizo”.

 COMBATIÓ LA PESTE ASIÁTICA
 
Le tocó combatir, en sus primeros días, los primeros brotes  la epidemia del cólera morbo que comenzó por la parte nororiental del partido judicial. El 14 de julio, el corregidor político cesado (gobernó durante 9 años)  Ignacio de Rojas, teniente de navío, se ofreció a ayudar a la ciudad  a solventar los problemas del cólera dirigiendo un oficio a la reina. ( Aludía que Benito Romero no conocía la ciudad ni las aldeas y carecía de conocimientos e influencia que daba el mandar tantos años,  atender humanidad doliente, conservación del orden público  y agradecer las muestras de aprecio que le habían dado los vecinos, además lo hacía  sin sueldo sin remuneración”.) Esto no fue óbice para que Benito Romero fuese considerado como alcalde ejemplar por su colaboración con la  erradicación de la peste en estos términos” acción tanto más recomendable, cuanto que viniendo de País libre, entonces del mal, expuso su vida por el Real Servicio, y bien de este vecindario”.  Pues  tras  analizar que la triste situación de la enfermedad  se había cebado en los pobres indefensos y sin recursos, recaudó de las personas pudientes dinero y  comida, nombrando como administrador a  Gregorio Abril para sacarnos de su miseria: envió varios médicos  a los lugares infestados; al doctor Calvo, a Frailes dando medicinas y alimentos con 60 reales diarios; al doctor Saló a Charilla; y a Ramos, a   las Riberas, Mures y Castillo de Locubín; y con su celo y palabras, conmovió al obispo para que ampliase con 18 camas el hospital de la ciudad.

El alcalde mayor tuvo que afrontar un grave problema económico de hacienda municipal por el gran número de morosos e impagados de los arbitrios provinciales, a los que tuvo que llevar a  listas de apremios. También, al ayuntamiento medió en librar de algunas multas importantes que recaían sobre la ciudad por impago de repartimientos por parte del intendente de Jaén, lo que reconocieron  los regidores alcalaínos haciendo constar en el acta municipal “había demostrado en el  pago de impuestos, sus buenos oficios y mediación”. Y no sólo fueron estas gestiones sino otras relacionadas con el Intendente, Gobernador Provincial, la Milicia Urbana lo que valieron que la propia ciudad, en el mes de agosto,  levantara acta de los testimonios de agradecimiento del síndico para ser enviados a la propia reina.



 

            DEFENSOR A ULTRANZA DE LA REINA ISABEL II Y MARÍA CRISITNA

Durante esta etapa, Benito Romero hizo uso de sus dotes oratorias y de persuasión, dirigiendo dos escritos  en defensa de la  reina de Isabel III y la regente y otra alocución dirigida a la propia Milicia Urbana, que dio lugar a que el propio ayuntamiento lo requiriera para ser nombrado comandante jefe, cosa que rechazó por su cargo. Como muestra del nuevo periodo que se inauguraba, celebró el dieciséis de septiembre fiestas con motivo del cumpleaños de la reina ( víspera con luminarias; función solemne, desfile y velada musical con las compañías de la Milicia Nacional de  Infantería y Caballería, comida para los pobres), tomó medidas de gracias librando a los presos de la cárcel  de un modo solemne para que acataran el respeto a la Corona, e hizo muestras de su liberalidad y generosidad dando limosnas a los presos enfermos  por medio del capellán de la cárcel ibn  haber recibido sueldo alguno.

            EL PRIMER INTENTO DE VENTA DE LOS LLANOS
           
En su tiempo, se pidió al gobernador de la provincia la venta de la dehesa de los Llanos por los vecinos Manuel Bolívar y Francisco Utrilla con la intención de fomentar la mejora de la agricultura y con la intención oculta de acotar el terreno para caza. Ante ello reaccionaron los regidores de la ciudad, en concreto el liberal don Antonio Sánchez Cañete aduciendo que  “serían fatales las consecuencias que se siguieran  de concederles la gracia  que solicitan”. Y lo razonaba con estas palabras: “dentro de  la misma dehesa  se hallan cultivando  varios terrenos en pequeños y grandes porciones por unos cien vecinos en virtud del repartimiento que ha hecho la Junta Municipal de Propios. La mencionada dehesa toca los arrabales de esta ciudad y la mayor parte de las suertes que hay en cultivo, la labran  braceros y jornaleros de esa ciudad, que con sus afanes y sudores han conseguido establecer varios de ellos viñedos, olivos, almendros, y otros árboles frutales; y los restantes empanan las tierras de cereales, con cuyos productos pasan, aunque malamente  la vida. Se cuentan igualmente algunos colonos hacendados  de esta ciudad que han construido en las respectivas suertes hormas de piedra, caserías magníficas, plantíos y mejoramientos de que es susceptible el terreno y, si fueran quitados repentinamente estos objetos costeado  a fuerza de capitales, sería necesario decir  se había acordado el respeto a la propiedad”. Además, se añadía que el vecindario  sufriría una nueva imposición por quitarle el corte de la piedra “cortada y berroqueña” que se sacaba gratuitamente por la población  para construir los edificios privados y públicos, considerando cono un auténtico monopolio e imposición salvaje ciudadana, que la reina Gobernadora trataba de impedir que se hicieran estas ventas de terrenos. Parece que se hizo la concesión, pero en el documento aparecen las reservas de la piedra, el carácter público de los caminos interiores y de los parajes de abrevaderos y sentaderos de ganado. 

Se mantuvo como alcalde mayor  de Alcalá la Real hasta el 20 de octubre de este año, que fue nombrado corregidor de  Chinchilla, siendo recompensándole con un nuevo grado de la escala gubernativa y a la espera de ocupar nuevos e importantes cargos legislativos. 

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