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domingo, 12 de febrero de 2017

UNA ORFANDAD FORZADA. RELATO.






F.Martín

            Cuando los acontecimientos personales son fruto del trabajo y esfuerzo del individuo, se puede exigir responsabilidades y cuestionar los resultados. Pero, a veces, el azar marca a personas que no saben responder a las preguntas básicas de la vida, nacieron y no saben quienes fueron sus padres; pervivieron y no hubo una mano generosa que les guiara en los primeros pasos del recorrido de su existencia; y, en un último tramo de  su existencia se consideran  como viajeros con las maletas vacías de las preguntas de su origen y su destino. Esto le aconteció a Jonás Zurdón, un recién jubilado que contemplaba su cuadrilla familiar recogiendo los frutos de Minerva en una mañana fría alcalaína a los pies de la Acamuña.
            Había alcanzado su liberación laboral, y no conocía a su padre ni sabía que tenía hermanos en algún lugar de España. Se había forjado su  patrimonio con sus propias manos y ahora era un mar de dudas que quería resolver en los primeros días de su jubilación. Me gustaría ver  a mis hermanos, si vive, se decía. Por allí, pasó un conocido senderista  de fin de semana, que saludó a Jonás como si fuera un amigo de toda la vida:
            -Buenas tardes, Jonás.
            -Hola, Gonzalo, aquí con el mismo tema. Recuerdas que me prometiste averiguarme mi familia. A ver si me lo consigues.
            El senderista se sintió inculpado por un compromiso que había prometido conseguir  y no había obtenido, hasta el momento, ni rastro de aquella familia.  Había escrito a todos los archivos y registros de Andalucía, a fin de que le pusieran algunas pistas sobre aquel apellido de  aspecto algo desagradable. En unos hubo una escueta contestación, no aparecía apellido de este tipo en sus libros de registros de defunciones ni de nacimientos; en otros casos, recibió la callada por respuesta.
            La llamada de atención de su amigo Jonás le persuadió a implicarse más todavía en  aquella  promesa incumplida. Volvió a escribir más  cartas a sitios insospechados, a personas particulares que había descubierto que tenían el mismo apellido de Zurdón en tierras jerezanas; nada de nada, rien de rien. Pero, en una noche oscura y de viento, como si presagiara  algún hecho notable el resplandor de un rayo  en el cerro cercano, recibió una llamada con una voz tenebrosa y algo alicaído, que le abrió las puertas de su túnel sin salida.
            ­-Estos “Zurdones” están emparentados con mi rama de familia de los  Esplá. Me parece que  vinieron  antes de la guerra civil  a cultivar las tierras de Paradas y  algunos de ellos se alistaron al ejército republicano. Tengo un pariente que le puede aclarar mucho por tierras de León. Vive en los alrededores de la capital, pero no le puedo dar más detalles.
            El amigo senderista se convirtió en un perfecto detective aplicando sus técnicas de la investigación doctoral que por aquel tiempo desarrollaba en los cursos  universitarios. Indagó con la metodología de la  investigación oral y fue subiendo peldaño tras peldaño de la biografías del padre de su amigo Jonás: tenía cerca de noventa años, había sido soldado del ejército del Frente Sur en las sierras de Valdepeñas, tuvo amores con su madre, con la que se casó  en un  pueblo del centro de Jaén ante la presencia de un teniente,  y  tuvo  un hijo que le puso por nombre como el de su  amigo, que venía investigando.
            Hizo una labor de encaje de bolillos hasta dar con el  padre de Jonás, pero su descubierto padre se había casado con la cuñada de un hermano muerto en la batalla de Belchite. Con estas mimbres, el investigador le informó acerca de todos los pormenores a Jonás, y  éste no pudo retenerse; quería  saciar la  inquietud de sus vida,  conseguir  que sus hermanos  y  padre lo  reconocieran y abrazaran como un hijo olvidado y con la alegría del hijo pródigo Ya tenía programado el viaje con un camionero, que lo dejaría en la estación de  la aldea, a donde se había retirado su padre tras la jubilación. Pero, quiso llamarlo  antes  y este le respondió con voz cansina y agotada:
            -Nooooooo, nooooo, no, yo no soy tu padreeee……,- mientras se echaba a llorar como si no quisiera saber nada del pasado- yo no tuve un hijo en tierras andaluzas.
            Jonás quedó abatido, porque sabía con seguridad que era su padre,  y, tras haberlo abandonado con su madre,  su padre  había  tenido nueve hermanos (algunos con  su  nombre y apellido), muchos  sobrinos y resobrinos. Sólo quería mostrarse  y hacer una prueba de identidad para sentirse feliz con el vaso colmado del vacío pasado  Había descubierto su familia y, la ilusión de su vida  había quedado truncada. Le escribió a todos sus familiares, no le contestaron. Pero, unos meses después, una de sus nuevas sobrinas, se hizo eco de sus palabras “no quiero herencias, tan sólo co conoceros”. Lo llamó y le dijo:
            -Tío Jonás, en Madrid, nos veremos, pues ahí viven tus hermanos.
            Desgraciadamente, el padre había muerto unos días antes y Jonás compartió tan sólo el luto con su recién descubierta familia.


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