; y otras impregnadas de la
formación científica de la época, basada
en el mundo grecorromana (Disputationes
Philosophicae et Medicae super libros Aristotelis ‘De memoria et reminiscentia’
duobus libris (Jaén, 1629 ), Quaestio medica non bulgaris.
An possibile sit in rabientium urinis canes parvos generari? (Jaén, 1639), Quaestio
medica. vtrùm, in apertione fonticularum actuali cauterio necessario perforanda
sit utraque cutis, an verò sufficiat inurere externam cuticulam? Por eso , no es de
extrañar que el médico jiennense ocupara el cargo de médico de Cámara del rey
Felipe IV, curiosamente su paisano Martínez Montañés esculpió á cabeza de su estatua ecuestre y
compartió algunos años de su niñez con este médico. En esta línea de médico de
pueblo podían citarse algunos tratadistas que plasmaron sus conocimientos y experiencias en tratados, como aquel médico
de la Mota que le preocupaba la enfermedad de la garganta
y sus causas motivadas por beber las aguas heladas.
No
es este el único caso que resalta el mundo de la medicina de la provincia de
Jaén. Un siglo después, Pedro
Solano de Luque fue médico de Alcalá la Real y se casó
con doña Josefa de Torres, vecina de Alcalá la Real , con la que tuvo varios hijos. Al fallecer
su marido, recibió en herencia la obra médica manuscrita de su suegro Francisco
Solano de Luque, un famoso pulsista que conservaba en su casa de Alcalá por el
año 1790. Según un documento del Archivo Histórico Provincial ante
le notario José Gutiérrez, contenía "
según informes y noticias cosas provechosas a la salud
públicas y adelantos de los facultativos en el arte de la medicina ha
determinado que se imprima a beneficio de todos los interesados".
El título de la obra fue Observaciones sobre el pulso (Madrid,
1787). Y tuvo un recorrido pintoresco, aunque su hijo Pedro experimentó sobre
las enseñanzas de su padre en Alcalá,. esta
obra fue conservada por la mujer de Francisco Solano Manuela
Navajas, que la entregó a su hijo Cristóbal para llevarla a
la impresión, pero murió pronto. Entonces recogió la obra su hijo Pedro
que mantuvo en arca bien guardada la obra e hizo
algunas gestiones para publicarla, y lo consiguió gracias al corregidor
de Antequera Francisco de Milla en Madrid. Pero , su dedicación como
médico en Antequera y, luego en Alcalá, con otras ocupaciones
se lo impidieron . Muerto Pedro, Josefa de Torres dio la obra para que se imprimiera y poderla usar a su cuñado Sebastián
Solano de Luque y al catedrático Joaquín Esquera del colegio de San Isidro de a
Villa y Corte. Entre sus muchos reconocimientos de este médico ilustrado nos
quedamos con estas palabras : " Este es el Solano humilde y contestatario, candoroso y
antidogmático, generoso y firme en sus
convicciones. Este es Solano de Luque, cuya presencia en la medicina
preilustrada significó, al menos, alguna luz sobre una práctica, sumida
entonces en un mar de obscuridades. En definitiva, este fue el hombre que, aun
en su condición de médico rural, representó a España en las más relevantes
clínicas europeas de su tiempo y que, sobre todo, supo
ser siempre un médico". Otro médico del
mismo siglo rural e ilustrado fue Antonio Lucas Mendal, que escribió otro
tratado médico sobre las enfermedades de la garganta. Las mareas blancas de
aquel tiempo.
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