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domingo, 5 de febrero de 2017

EN EL SEMANAL JAÉN. HOY MÉDICOS RELACIONADOS CON JAÉN




La medicina siempre ha interesado al hombre, el espíritu de pervivencia no puede conseguirse sin la ayuda de sus profesionales. Las cortes más antiguas disponían de un médico para proteger al monarca; los hospitales y las ciudades no recataron fondos para que estos desarrollaran y practicaran sus saberse en medio de  una población, que los debía desbordar entre peste, epidemias y pandemias. Sin su ayuda, le curanderos de turno, los físicos oportunistas y los santeros tan sólo podía llegar  a cubrir lo que la experiencia le había transmitido de los saberes grecorromanos. Es curioso que la aplicación de medicina se desarrolló en muchos hospitales de órdenes mendicantes  y de cabildos de realengo. Pero sus profesionales, a partir del siglo XVI, se vieron sometidos a un proceso de selección en los que primaron sus conocimientos. En tierras de Jaén, el paisano Juan Gutiérrez de Godoy (1579-1656), es el prototipo de aquellos médicos polifacéticos que se iniciaban en las universidades ( como este , en la de Alcalá de Henares, donde fue discípulo del médico Pedro García Carrrero, y colega médico del rector y doctor Vázquez de la universidad complutense) y ejercían su profesión en los pueblos más insospechados de España. Así, la llevó a cabo Godoy en la ciudad de la Mota ( 1616-1626), donde nació una hija poetisa monja,  para escalar en los años siguientes el puesto de médico del Cabildo Eclesiástico de Jaén (1624-1645).Pero su labor médica trascendía la praxis diaria sino que fue autor de varas obras: unas veces, imbuidas del practicsmo de la época  y escritas en castellano, para que alcanzaran mayor divulgación como Las  Advertencias y preceptos generales con los cuales pueden fácilmente tasar cualquier receta en las boticas (Jaén, 1632 ), el Discurso para provar que es caso milagroso el haber hallado incorrupto el cuerpo de doña Leonarda de Aguilar (Jaén, 1641) y Tres discursos para provar que están obligadas a criar a sus hiios a los pechos todas las madres quando tienen buena salud, fuerças, buen temperamento, buena leche y suficiente para alimentarlos (Jaén, 1629).
;  y otras impregnadas de la formación científica de  la época, basada en el mundo grecorromana (Disputationes Philosophicae et Medicae super libros Aristotelis ‘De memoria et reminiscentia’ duobus libris (Jaén, 1629 ), Quaestio medica non bulgaris. An possibile sit in rabientium urinis canes parvos generari? (Jaén, 1639), Quaestio medica. vtrùm, in apertione fonticularum actuali cauterio necessario perforanda sit utraque cutis, an verò sufficiat inurere externam cuticulam?  Por eso , no es de extrañar que el médico jiennense ocupara el cargo de médico de Cámara del rey Felipe IV, curiosamente su paisano Martínez Montañés  esculpió á cabeza de su estatua ecuestre y compartió algunos años de su niñez con este médico. En esta línea de médico de pueblo podían citarse algunos tratadistas que plasmaron sus conocimientos  y experiencias en tratados, como aquel médico de la Mota  que le preocupaba la enfermedad de la garganta y sus causas motivadas por beber las aguas heladas.
            No es este el único caso que resalta el mundo de la medicina de la provincia de Jaén. Un siglo después,  Pedro Solano de Luque  fue médico de Alcalá la  Real  y  se casó con doña Josefa de Torres, vecina de Alcalá la Real, con la que tuvo varios hijos. Al fallecer su marido, recibió en herencia la obra médica manuscrita de su suegro Francisco Solano de Luque, un famoso pulsista que conservaba en su casa de Alcalá por el año 1790.  Según un documento del Archivo Histórico Provincial  ante le notario José Gutiérrez, contenía "  según informes y noticias cosas  provechosas a la salud públicas y adelantos  de los facultativos en el arte de la medicina ha determinado que se imprima  a beneficio de todos los interesados".  El título de la obra fue Observaciones sobre el pulso (Madrid, 1787). Y tuvo un recorrido pintoresco, aunque su hijo Pedro experimentó sobre las enseñanzas de su padre en Alcalá,. esta  obra fue conservada por la mujer  de  Francisco Solano Manuela Navajas, que  la entregó a su hijo  Cristóbal para llevarla  a la impresión, pero murió pronto. Entonces recogió la obra su hijo Pedro   que  mantuvo en arca bien guardada  la obra e hizo algunas gestiones para publicarla, y lo consiguió  gracias al corregidor de  Antequera Francisco de Milla en Madrid. Pero , su dedicación como médico en  Antequera y, luego en Alcalá, con   otras ocupaciones se lo impidieron . Muerto Pedro,    Josefa  de Torres  dio la obra para que se imprimiera  y  poderla usar a su cuñado Sebastián Solano de Luque y al catedrático Joaquín Esquera del colegio de San Isidro de a Villa y Corte. Entre sus muchos reconocimientos de este médico ilustrado nos quedamos con estas palabras : " Este es  el Solano humilde y contestatario, candoroso y antidogmático, generoso y firme en sus convicciones. Este es Solano de Luque, cuya presencia en la medicina preilustrada significó, al menos, alguna luz sobre una práctica, sumida entonces en un mar de obscuridades. En definitiva, este fue el hombre que, aun en su condición de médico rural, representó a España en las más relevantes clínicas europeas de su tiempo y que, sobre todo, supo
ser siempre un médico". Otro médico del mismo siglo rural e ilustrado fue Antonio Lucas Mendal, que escribió otro tratado médico sobre las enfermedades de la garganta. Las mareas blancas de aquel tiempo.



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