I
Timoteo, hijo de Conón, natural de Atenas. Este acrecentó la fama
heredada de sus antepasados con muchas virtudes. Pues fue discreto, diligente, trabajador, perito en el
arte militar y no menos en gobernar la ciudad. Hizo muchas cosas preclaras, pero principalmente
ilustres. Sometió a los habitantes de Olimpia y Bizancio. Tomó Samos, con su conquista
de esta los atenienses habían gastado 1.200 talentos en la anterior guerra, lo que restituyó al pueblo
sin ninguna carga pública; llevó a cabo la
guerra contra Cotis y desde allí devolvió 1.200 talentos de botín al erario
público. Liberó a Cizico del asedio.
Junto con Agesilao marchó a socorrer a Ariobarzanes. Habiendo recibido el lacedemonio dinero
contado de su parte, el prefirió
aumentar a sus paisanos con campos y ciudades a recibir aquel dinero, cuya parte él
podía trasladar a su propia patria. Así pues, recibió Critote y Sestis.
II
El
mismo como jefe de la armada, tras devastar
Lacónia costeando el Peloponeso, puso en fuga armada de los lacedemonios,
sometió a Corcira bajo el poder de los
atenienses, y el mismo atrajo como aliados a los epirotas, atamanes, caones y
todos aquellos pueblos, que limitaban con el mar. Hecho esto, los lacedemonios desistieron
de de
larga competencia y, por su propia voluntad, dejaron la hegemonía del imperio marítimo a
los atenienses y establecieron la paz con estas condiciones, a saber, que los
atenienses mandasen las armadas navales.
Esta victoria alegró tanto a los áticos que en aquel tiempo se
hicieron públicamente aras en honor de la Paz y se instituyó una sede en honor de aquella diosa. Para
mantener su memoria de alabarlo, en el foro se levantó
una estatua en su honor. Este honor, hasta entonces, tocó por causalidad a este solo, a saber que
el pueblo, habiéndola levantado también a su padre, la dio también a su hijo. Así la del hijo, colocada junto a la del padre, durante su
gobierno, recordó la antigua memoria del padre.
III
Siendo de edad
avanzada y habiéndose retirado de ejercer los cargos públicos, por la guerra
los atenienses comenzaron a ser oprimidos
en todas partes. Samos la había desertado, el
Heslesponto había negado la obediencia hacia los que habitaban cerca del Helesponto, el macedonio Filipo, que
ya comenzaba a maquinar , y por aquel tiempo era poderoso, maquinaba
muchas empresas; Estando Cares opuesto a
él , los atenienses consideraban que no tenían
bastante
defensa apoyados en él. Se hizo jefe a Menester, hijo de Ifícrates,
yerno de Timoteo, y se le asignó que marchase a la guerra. Se le dieron como consejeros dos varones que sobresalían en
experiencia y conocimientos, su padre Ifícrates y su suegro Timoteo, porque estos tenía tanta autoridad o prestigio
que todos creían que, gracias a ellos,
se podía recuperar la esperanza pérdida. Estos, tras haber llegado a Samos y al conocer
Cares su venida, habiendo marchado con sus tropas., para que no pareciese que se
gestionaba ninguna cosa en su ausencia,
aconteció que, acercándose a la isla, se originó una gran tempestad. Y Cares, dejándose llevar de su temeridad, no cedió a
la autoridad de los mayores, como si la
fortuna la tuviese a su favor en su nave. A donde se había dirigido, llegó y
para que lo siguieran allí mismo, envió
un mensajero a Timoteo e Ifícrates. Tras no
haber salido bien con la empresa,
perdidas muchas naves se recogió en aquel lugar desde donde se había retirado, y envió una carta a Atenas diciendo públicamente
que, si no hubiese sido abandonado por Timoteo e Ifícrates, el mismo hubiera
tenido proclive tomar Samos. El pueblo cruel, suspicaz y, por este asunto,
cambiante, adversario y envidioso – incluso los poderosos eran acusados-
los hizo llamar, y fueron acusados de traición. Por este juicio, fue es acusado Timoteo y su fallo se estimó en
cien talentos. Aquel, coaccionado por el odio de la ingrata ciudad, se retiró a Calcis.
IV
Con el arrepentimiento del pueblo tras su muerte por este
juicio, rebajo a nueve la partes de la multa y Conón, su hijo, ordenó dar 10 talentos para rehacer cierta
parte del muro. En esto fueron advertidos
altos y bajos de las cosas humanas. Pues, se vio obligado a rehacer los muros que su abuelo Conón había
reedificado con el botín de los enemigos, a partir de su hacienda con suma ignominia de la familia. Y ya que
podemos referir la mayor parte de los testimonios de su moderada y sabia vida,
con uno solo nos sentiríamos contentos, a saber, el que a partir de él se podría sacar la conclusión
de qué fue querido para sus amigos. Durante su pubertad en Atenas,celebrándose un juicio contra él, no solo amigos y compañeros
acudieron en su defensa, sino también entre ellos Jasón, tirano de Tesalia, que
era, por aquel tiempo, el más poderoso de todos. Este, a pesar de que no se consideraba seguro en la patria sin sus
guardianes, vino sin protección a Atenas, y lo valoró tanto como huésped que prefirió el mismo afrontar la pena capital
que dejar a Timoteo que porfiaba por su reputación.
Sin
embargo, años después, Timoteo llevó a cabo la guerra contra este por mandato del pueblo y consideró que los
derechos de la patria eran más sacrosantos que los de la hospitalidad. Esta fue la última época de jefes atenienses., Ifícrates. Cabrias, y Timoteo.
Pues, tras su muerte, ningún jefe hubo en aquella ciudad digno de
recordar. Vengo ahora tratar sobre el más
valiente guerrero y el de más hábil consejo de todos los bárbaros exceptuados los generales
cartagineses Amical y Anibal- .
Sobre éste nos vamos a
referir más cosas. , porque la mayor parte y las que sucedieron prósperamente,
acontecieron no por la multitud de sus
tropas sino por su consejo con el que a todos superaba, cuya serie no podrán
saberse bien las cosas.
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