I
Datames, hijo de Camisares,
de nación caria, y de una madre de Escitia, fue, en primer lugar, uno de los que militaron bajo las banderas de
Artajerjes, que hacían guardia en la
corte real. Su padre Camisares, porque se había manifestado valiente,
esforzado en la guerra y fiel al rey en muchos lugares junto a Artajerjes, tuvo el gobierno de parte de la provincia de
Cilicia cercana de Capadocia, que habitan los leucosiros. Datames, desempeñando
el primer cargo militar que hemos mencionado anteriormente, se mostró
claramente de qué tipo de soldado era en
la guerra, que el rey llevó a cabo contra
los cadusios. Pues aquí, fue de gran importancia
su ayuda en la batalla. Por eso aconteció que, habiendo muerto Comisares en
aquella batalla, recayó en él el gobierno que tenía su padre.
II
Posteriormente, con
igual valor se presentó cuando Autiofradates, por mandato del rey, hostigó con la guerra a los que se habían rebelado. Pues,
este, una vez matados muchos miles de los cortesanos, los enemigos, habiendo
vencido ya en las trincheras, fueron derrotados por su defensa y se salvó el resto del ejército del
rey; a partir de este hecho, comenzó a estar al frente de las cosas más importantes. En aquel lugar estaba Thuys, rey
tributario de Persia, del antiguo linaje
de
III
Procuró que la noticia de este hecho llegase hasta el rey
antes de que él mismo se presentara. Así
sin saberlo nadie, llegó allí, donde
estaba el rey y al día siguiente, le puso un excelente vestido, que
acostumbraban llevar los sátrapas regios a Tyo, hombre de grandísimo estatura y terrible aspecto, porque era negro con largos
cabellos y alargada barba, y le puso un collar y unos braceletes de oro y demás ornato propio del rey. El mismo,
metido un normal casacón y con una zamarra, con un casco de cazador en la
cabeza, una maza en la mano derecha, y un cordel en la izquierda con el que
traía arrastrado a Tío ante el rey, como
si condujese una fiera cazada por el mismo. Como todos se acercasen a verlo por los novedosos adornos y la desconocida
figura, y por este motivo se formase un
gran concurso de gente, no hubo nadie que no reconociera a Tyo y se lo
comunicase al rey. Al principio este no dio crédito a esto, y envió a
Farnabazo a que se informase. Cuando se
enteró del lance por éste, inmediatamente ordenó que lo llevaran ante sí y quedó encantado de esta
gran acción, no sólo por el hecho sino
también por su adorno.: en primer lugar porque había caído en sus
redes un rey sin esperarlo. Y, por eso, envió a Datame, cargado de magníficos agasajos para dirigir el ejército, que se juntaba en
Egipto, y mandó que Datames tuviese
igual autoridad que sus jefes Farnabazo y Titraustes. Pero, después que el rey
retiró a Farnabazo, se le dio el mando del ejército y gobierno de la guerra.
IV
Aprestando con la máxima diligencia a estos y preparando marchar a Egipto, de pronto les
fueron enviadas cartas por el rey, para atacar a Aspis, que mandaba
VI
Pero estas cosas, a causa del tiempo de invierno, no salían
bien. Supo por oídas que las pisadas preparaban algunas tropas contra él. Envió
a su hijo Asideo con el ejército y murió en la flor d la adolescencia en el
combate. Su padre marchó hacia aquel lugar con poca gente, ocultando cuánta pena había recibido, porque deseaba llegar ante el
enemigo antes de que la noticia sobre
sus malas acciones bélicas llegaran a los suyos, con el temor de que, conocida la muerte de su
hijo, los ánimos se debilitasen. Llegó a donde había deseado, y colocó el campamento en aquellos lugares, para que
los enemigos no lo pudieran rodear, y no ser impedido en
tener a su ejército libre a la hora de luchar. Estaba con él
Mitrobarzanes, , su suegro, jefe de
caballería. Este, desesperado por las cosas de su yerno, se pasó a los enemigos,
Cuando se enteró de esto Datames, se dio
cuenta de que, si llegaba a saber que al ejército le había dejado desamparado
un hombre, que era pariente cercano y persona principal en el ejército,
sucedería que los demás seguirían su ejemplo. Publicó que, por sus órdenes,
Mitrobarzanes se había marchado como si fuera un tránsfuga, con el fin de, una vez retirado, matar a los
enemigos; que no era justo desampararle y que todos lo siguieran inmediatamente. Y, si lo hubieran hecho con valentía, sucedería que
los enemigos no podrían resistir, siendo heridos fuera y dentro de las
trincheras. Aprobada esta resolución, sacó el ejército, persiguió a
Mitrobarzanes que apenas había llegado a los enemigos, y mandó atacarlos. Los
Pisadas, turbados por aquel nuevo lance, creyeron que los desertores habían actuado de mala fe y de
acuerdo con Datame para que , una vez
introducidos entre ellos, hacerles más daño. Primero los atacaron. Los
desertores no sabiendo que se llevaba a cabo o por qué motivo se hacía, se
vieron obligados a luchar contra aquellos, a quienes se habían pasado, y a
defender a aquellos, que se habían quedado tras de ellos; a los cuales
desertores, como ni unos ni otros cesaran de combatir, pronto fueron pasados a cuchillo. Datame
atacó a los Pisadas en su resistencia; y al primer ataque los acometió,
persiguió a los que huían, mató a muchos y tomó el campamento de los
enemigos. De este modo, no sólo acabó
con los traidores y derrotó a los enemigos, se convirtió en su salvación lo que
se habían pensado para su destrucción En
ningún sitio hemos leído un pensamiento de un general ingenioso ni más pronto
conseguido que éste.
VII
Con todo Datames se le rebeló su hijo mayor, llamado Escimas,
se pasó al rey y le dio cuenta sobre la
rebelión de su padre. Turbado Artajerjes
por este mensaje, porque creía que tenía
que competir con un guerrero valiente y fuerte, que estaba acostumbrado a maquinar r antes que
ponerse en ejecución, y que era un osado en hacer lo que antes había planeado.
Envió a Capadocia a Autofradates. Con el fin de que no pudiera entrar, Datames
procuró adelantarse a ocupar un desfiladero, en el que están colocadas las
puertas de Cilicia. Pero no pudo juntar tan pronto las tropas. No habiendo
podio lograr su intento, con aquella tropa que
había juntado, escogió un lugar
de tal modo que los enemigos no lo pudieran rodear ni el enemigo avanzase sin ser atacado por el frente y por la
espalda, y, si quisiera luchar allí, la gran cantidad de enemigos no pudiese
hacer daño a la cortedad de sus tropas.
VIII
Aunque Autofradates veía esto, sin embargo halló por más
conveniente venir a las manos antes volver la espalda al enemigo con unas
tropas tan numerosas, o estarse parado
mientras tanto en un solo lugar. Tenía 20.000 soldados de caballería
bárbaros, 100.000 soldados de a pie, que aquellos llaman Cardacas, 3.000
honderos de la misma nación…; además 8.000
capadocios, 10.000 armenios, 5.000
pafagones, 10.000 frigios, 5.000 lidios, unos 3.000 aspendios y pisadas, 2.000 cilicios, otros
tantos de los captianos, 3.000 griegos asalariados; y un gran número de
soldados de armadura ligera. Toda la esperanza la tenía Datames en sí mismo y,
por la ventaja del lugar, pues no tenía ni una vigésima parte de soldados. Dio
la batalla, confiado en estos, y mató a muchos miles de los adversarios,
mientras no habían muerto ni 1.000 soldados de su ejército. Por esta razón, al día siguiente, un trofeo de la victoria en el lugar en
donde, el día antes, se había dado la batalla. Habiendo trasladado de este
lugar el campamento,y , a pesar de tener menos tropas, había salido vencedor en
todos los combates, jamás llegaba a las manos a no ser que , hubiese encerrado
a los enemigos en lugares
angostos, lo que sucedía a menudo porque era tenía cono cimiento de aquellas
regiones y empleaba la astucia en esto.
Autofradates, viendo que la guerra se dilataba por la pérdida más grade del rey
que de los adversarios, solicitó la paz y el armisticio, para congraciarse con
el rey. Aunque consideraba que este tratado
no sería objeto de fidelidad, sin embargo aceptó la condición, y dijo
que el enviaría legados a Artajerjes. De este modo la guerra, que el rey había
asumido contra Datames, se acabó.
Autofradates se retiró a Frigia.
IX
El rey, porque había asumido un odio implacable contra
Datames, después que se dio cuenta de
que no podía ser derrotado con la guerra,
procuró matarle a traición, y Datames de la mayoría de las asechanzas se
escapó. Pongo por ejemplo, como se le hubiera comunicado que algunos le tenían
armada una emboscada ( a los cuales juzgó que no debían creerse a las primeras
de cambio, ni tampoco despreciar el aviso, porque eran enemigos los que se lo
habían dado ), algunos que se le vendían
por amigos, quiso comprobar si era verdadera o falsa la noticia que le habían dado. Marchó, pues, por aquel camino, donde le habían dicho que
estaría la emboscada. Pero eligió a uno muy parecido a él mismo en cuerpo y
estatura, y le proporcionó su propio vestido, y le ordenó ir por aquel lugar a
donde el mismo había acostumbrado ir; por otro lado, el en persona comenzó a
marchar con el
equipamiento y vestidura militar, en
medio de sus guardias de de protección.
Pero los de la emboscada, después que la tropa llegó a aquel lugar,
engañados por el importante lugar y
vestido del que fingía, acometieron al que iban en lugar de Datames. Pero,
Dátames les había prevenido a que estuviesen
preparados a lo que hubiesen visto hacer con aquellos que había marchado. El
mismo, en persona, cuando se dio cuenta de
que los que le insidiaban les
salían al encuentro, empezó a lanzar dardos contra ellos. Habiendo hecho todos
los de su tropa esto mismo, antes de que llegasen a aquel que querían atacar,
cayeron batidos en la batalla.
X
Al fin, Mitrídates, hijo de Ariobarzan, mató a traición a
este varón tan astuto. Pues le prometió al rey que
lo mataría, si le permitía el rey que pudiese hacer impunemente cualquier cosa
que quisiera, y que sobre este asunto le asegurase la palabra, dándole la mano.
Luego que el rey le dio la palabra, preparó las tropas y en su ausencia hizo la
alianza con Dátames, hostigó las provincias del rey, conquistó castillos, tomó grandes botines,
una de las partes repartió entre los
suyos y otra envió a Dátames; de igual modo le entregó muchos castillos. Con
estas acciones hizo creer a Dátames que
el mismo había asumido la guerra
irreconciliable contra el rey, no
pretendiendo entretanto abocarse con él, para no levantar ninguna sospecha
contra él, procurando avistarle. De tal manera estando lejos, mantenía la amistad con Dátames. Que parecía que
estaban unidos en continuar la guerra, que habían mantenido contra el rey.
XI
Cuando ya hizo juicio Mitrídates de que había dado bastantes
pruebas de su verdadera amistad, avisó a Dátames diciéndole que era el momento
de preparar un ejército más numeroso y asumir la guerra contra el mismo rey;
que sobre este asunto, si le parecía bien, hablaría. Convenidos en esto, señalaron el momento de
hablarse y el lugar donde reunirse. Mitridates llegó a ese lugar, algunos días
antes, con uno de su máxima confianza y
escondió sus espadas bajo tierra en
muchos sitios por separado y dejó
señalados con diligencia el sitio. Pero
en el mismo día del encuentro envían uno y otro a unos quienes reconociesen el
sitio y a ellos mismos registrasen; a continuación ambos se reunieron. Tras haber estado los dos en el encuentro y,
por separado haberse retirado del sitio,
como quiera que ya estuviera lejos de allí
Dátames, Mitrídates, antes de que hubiera llegado junto a los suyos,
para no dar motivo de sospecha alguna,
regresó al mismo sitio del encuentro, y allí, donde la espada estaba
oculta, se sentó encima como si desease descansar por motivos del cansancio; y volvió a llamar
a Dátames simulando que se le había olvidado alguna cosa en el encuentro. En el
intermedio, sacó la espada que tenía oculta, y habiéndola desenvainado, la ocultó con el vestido y ante la llegada de
Dátames le dijo que, que el, al marcharse, había advertido cierto lugar muy
ventajoso para colocar los campamentos. Mostrándole este con el dedo, lo atravesó con la espada y lo mató antes de que
alguno pudiera llegar a socorrerle .De esta manera, el varón, que había apresado a muchos con su buen sentido,
pero a ninguno con la perfidia fue
engañado y muerto por una fingida
amistad.
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