I
El
tebano Pelópidas fue más conocido para los historiadores que por el pueblo.
Dudo SOBRE escribir sus virtudes, porque
temo de qué modo voy a exponerlas; si empiezo a explicar los hechos, temo no
narrar su vida, pero tal vez parezca que escribo su historia; si tan solo toco
las más importantes, temo que aparezca con menos claridad para
los que no están instruidos en la Literatura Griega
cuán importante fue aquel importante hombre.
Así pues, trataré de acudir a una y otra cosa, tanto cuanto pueda, y no sólo procuraré NO ser tan prolijo que fastidie sino también no ser tan
lacónico que no lo entiendan mis lectores. Como el espartano Fébidas
condujese el ejército hacia Olinto y
caminara a través de Tebas, ocupó
una acrópolis de la ciudad, que se llama
Cadmea, con el apoyo de unos pocos
tebanos, los cuales, para enfrentarse más
fácilmente a la facción adversaria, apoyaban las cosas de los lacedemonios; e hizo esto por
su propio consejo y no por consejo público. Hecho esto, los lacedemonios lo
retiraron de su ejército y castigaron con una multa de dinero y no les
devolvieron la fortaleza a los tebanos, porque, una vez quitadas las enemistades, consideraban mejor tenerlos cercados que liberarlos.
Pues, tras la guerra del Peloponeso y la derrota de Atenas, consideraban que ellos
se las tenían que ver con los tebanos y que ellos eran los únicos, que se
atrevían a ponerse en contra. Habían entregado los más altos poderes a sus aliados
con este plan pensamiento: pues habían matado a
una parte de los principales de una facción y a otros los había echado al
exilio; entre estos Pelópidas, sobre el que hemos empezado a escribir, tras ser
expulsado, carecía de patria.
II
Casi todos
estos desterrados se habían retirado a Atenas. No para conseguir estar
tranquilos, sino para tratar de recuperar la patria desde un lugar próximo si la fortuna les ofreciese la ocasión. Así pues,
cuando pareció bien el momento de llegar a cabo la acción, en común acuerdo con los que eran del mismo
sentir en Tebas, señalaron el día para aplastar a los enemigos y librar la
ciudad, día en el que los más altos magistrados frecuentaban en el mismo momento hacer un banquete.
A menudo
grandes hazañas no se realizaron con grandes tropas, pero nunca tan grandes
fuerzas fueron derrotadas a partir de un tenue comienzo. Pues se conjuraron
doce adolescentes de aquellos que habían sido castigados con el destierro, sin
haber más de 100 que se ofrecieran a afrontar el peligro. El poder de los
lacedemonios fue derrotado por esta poca gente. Pues estos llevaron a cabo la guerra no más contra la facción de los
adversarios sino contra los espartanos que en aquel tiempo eran los jefes de toda Grecia;
la soberanía de estos, no mucho después, con la batalla de Leuctras quedó
enteramente abatida por esta poca gente. Pues aquellos doce, cuyo jefe era
Pelópidas, salieron de Atenas entretanto, con el fin de llegar a Tebas al anochecer,
con perros de caza, llevando redes, y con un vestido de campesinos para caminar
en medio de la menor sospecha. Estos, habiendo llegado en el preciso momento, en el que se habían propuesto,
llegaron a la casa de Carón que había señalada el momento y día de la operación.
III
Me agrada en
esta parte de la narración, hacer un paréntesis, aunque está separado del
objetivo de esta acción, sobre cuánto daño suele traer la confianza excesiva.
Pues, en seguida, llegó a los oídos de
los magistrados que los desterrados habían llegado a la ciudad. Aquellos, que
estaban entregados al vino y a los banquetes, hicieron tan poco aprecio que ni
siquiera se esforzaron en investigar acerca de un asunto tan importante. También,
aconteció una cosa que puso al
descubierto su locura. Pues se trajo una carta por un Arquino que la traía de
Atenas a uno de estos Arquías Hierofante,
que entonces ocupaba el más alto cargo
en Tebas, en la cual carta le daba noticias de todas las circunstancias. Como
ya se la hubiese dado a aquel que estaba recostado en el banquete, cerrada como
estaba, metiéndola debajo del cojín, dijo: “Dejo
las cosas serias para mañana”. Pero todos aquellos, siendo ya casi la media
noche, y borrachos como estaban fueron mata
IV
En ese tiempo
tan revuelto , como antes hemos demostrado, Epaminondas, mientras que se luchó contra sus paisanos, se mantuvo
tranquilo en su casa. Por eso, corresponde elogiar a Pelópidas por la
liberación de Tebas es propia: casi todas las restantes alabanzas son
compartidas con Epaminondas. Pues en la batalla de Leuctras, a las órdenes de Epaminondas
Pelópidas este fue el capitán subalterno de una tropa elegida, la cual fue la
primera que derrotó a la falange de los lacedemonios. Afrontó todos los
peligros- de manera que, cuando se atacó a Esparta, mando en otra ala del
ejército-y para rescatar más rápidamente Mesena, marchó como embajador al rey
de los persas. En fin, este fue uno de los dos personajes importantes que hubo en Tebas,
pero también el segundo de tal manera que era el que seguía a Epaminondas
en estimación y autoridad.
V
No hay comentarios:
Publicar un comentario