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viernes, 10 de febrero de 2017

TRADICIONES, CANCIONES Y FIESTAS DE ALCALÁ, CASTILLO Y SUS ALDEAS








 SEGUNDO CAPÍTULO


FIESTA DE SAN BLAS

          En el barrio bajo del Castillo de Locubín, se tendían sogas de esparto de casa en casa amarradas a las ventanas y de ellas colgaban un muñeco de trapo, que se dejaba caer de golpe sobre las personas que pasaban por la calle, para burlarse de ellos. También se colgaba disimuladamente a las personas alfileres en la espalda de la gente descuidada con  rabos de papel o ramos, que se llamaba Marinatos y, luego, por detrás de ellos, se decía “Marinato, suelta el rabo”.

CARNAVAL



          De Domingo Ceballos Sánchez, hemos encontrado interesantes detalles  que nos ilustran los carnavales de los años de principios de siglo XX. Creíamos que era una tradición aldeana el juego del tiro de las gallinas, y, por su testimonio, estaba muy extendido en estas fiestas y consistía en premiar con  un gallo, a aquel que lo matara en lo alto de un cerro. Curiosamente,  del lenguaje político y su secretismo léxico, nos confirmaba que se hacían “células” o reuniones entre los vecinos para poner apodos al vecindario, también se formaban comparsas, antigua tradición que proviene en Alcalá de las murgas de los gremios que solían prepararse en las grandes festividades cuando  interpretaban una pequeña obra de ingenio vestidos de forma rústica; como reminiscencia de las vísperas, solían ponerse máscaras a la manera de los sayones y judíos, y lo que perduró hasta los años setenta se formaban corros que hacía ditirambos  como el siguiente:

Mozuelas
Mocitos, ¿qué hacéis ahí?
Parados en las esquinas,
Haced el favor de iros
Al corral de las gallinas.

Y les respondían los mozuelos

Quiéreme, niña, que soy albañil,
Mañana a la noche
Me verás venir,
Me verás llegar
Con la camisa al hombro
Ya de trabajar.


          Sabemos que era típico de los Carnavales los corros  girando ruedas en la plaza del pueblo y, el Miércoles de Ceniza formaban los jóvenes un corro mientras se lanzaban un cántaro de arcilla, que, si caía de las manos de alguno de los coralistas, recibía los improperios del resto de ellos  dedicándole canciones burlescas.

SEMANA SANTA Y PASCUA FLORIDA

          Se realizaban en el caz del Castillo de Locubín los hornazos y mecederos. Por estos días se cortaba el agua del río o las acequias y se hacía la limpieza del cauce, que llevaba el agua al molino de la Torre. La gente preparaba un gran montón de zarzas y arbustos que ponían sobre el cauce seco y, al llegar el agua, subían sobre él para bajar flotando hasta las cárcavas del molino. Había fiestas en las huertas del río, se comían cogollos en aceite y vinagre, y hornazos y se echaban mecederos de las ramas de las nogueras.
          El sábado de Gloria se celebraba una misa donde la pila bautismal era llenada de aguay se bendecía por el párroco. Al finalizar la Eucaristía, las personas devotas llenaban botecitos de agua bendita para derramarlo posteriormente en todos los rincones de las casas con el fin de ahuyentar a Satanás. 

DÍA DE SAN JUAN

          Nos relataba la costumbre de los enamorados consistente en formar tunas o estudiantinas para cantar serenatas a las novias y colocarle en el balcón o en la puerta ramas de cerezos o de flores, que siempre conllevaban implícito un significado subliminal. Por otro informante, la simbología  era la siguiente:
-la rama de cerezas colocadas en la reja significaban que el enamorado quería a su novia, símbolo de amor.
-las ramas de esparto hacían referencia a que los mozos iban en plan burlesco y el esparto significaba “me espanto”
-una rama de olivo, lo que quería decir “me olvido” de mi amor.









DÍA DE LOS SANTOS

          Era una costumbre muy extendida que se fuera por la mañana al cementerio de la Mota y le pusieran flores a las tumbas. Solían comerse al mediodía gachas con cucarrones; por la noche, cuando estaban ya los portones cerrados, los jóvenes solían hacer una masa de harina y agua y tapaban las cerraduras de las puertas ahuyentando los espíritus.

DÍAS DE NAVIDAD

          Se ha mantenido hasta fechas actuales la costumbre de que las cuadrillas tocaran  y cantaran el aguilando en la noche del Nacimiento, por lo que recibían invitaciones de vinos, polvorones o se les daba dinero en forma de limosna o para las cofradías. Solía cenarse arroz con carne, pero en la Nochevieja, guisado de pies.
          Durante estos días. Se hacían las matanzas  y los hombres, por grupos,  aprovechaban la media noche para que les dieran alguna vianda de la matanza mientras cantaban serenatas con unos instrumentos tan simples como la percusión de la caña, de la botella estriada o de un tambor y algún instrumento de viento o metal.


COSTUMBRES DESAPARECIDAS

-El lavado de la ropa o la colada se hacían en arroyos, y, las mujeres  más cercanas a Alcalá solían ir al lavadero de  la Fuente Rey. Se asemejaban a los pueblos tercermundistas cuando caminaban por el Portichuelo o los Llanos con la talega de ropa sucia encima de las cabezas o en la cadera.

-La vida se regía por el sol; solían levantarse al amanecer, se cenaba entre dos luces y, al toque de oración, se iban a las camas. Los serenos, municipales de noche, solían cantar las horas  de la noche y el tiempo en las esquinas de las calles.
-Las personas eran muy religiosas: los domingos, solía irse a misa del alba en torno a las seis de la mañana; para ir a misa las mujeres se tapaban la cabeza. Las campanas solían dar los siguientes  toques: a las nueve, sonaba el esquilón anunciando el levantarse; a las doce, era el ángelus y se rezaban tres Ave Marías, y a las ocho de de la noche, era la Oración, se tocaba para rezar a los muertos.

-Los muertos se enterraban por la noche y subían los auroros con los faroles, según el grado de riqueza de la familia del fallecido, al cementerio de la Mota tras la Oración.

-En cuanto a los vestidos,  los hombres  solían vestir camisón de tela de cáñamo blanqueado. Medias de lana, y, sobre ellas, calzas de lana negra, y, en los días festivos e importantes, el sombrero de Jaén, chaqueta de paño pardo con ribetes y remates de paño negro, chaleco de lo mismo o de piel de cabra, calzón bombacho, zapato de becerro blanco. Para el campo, se colocaban delanteras de paño listado, montera de paño o piel, abrigo de paño, albarcas y un capote. En verano, sombrero de paja que era fabricado por los propios hombres, calzones y blusa de cáñamo. Los hortelanos usaban un calzón a media pierna suelta y un blusón de manga corta.
En cuanto a las mujeres, camisa de lienzo, y, sobre ella, un cuerpecillo de paño negro, un refajo de lana o bayeta hecho a mano. Las mujeres más pobres andaban descalzas y las más acomodadas llevaban medias negras o de colores y zapato bajo.

En los días solemnes, los hombres, generalmente más hacendados,  usaban sombreros grandes de color negro de amplia ala y capa negra de alto cuello; por su parte, las mujeres vestían mantones negros. Hombres y mujeres solían lucir pelo largo, a principios de siglo XX los hombres usaban pelo largo y se hacían trenzas, de unos a otros cuando iban al campo se lo recogían y formaban trenzas de unos a otros.
-En cuanto a la alimentación, siempre se comía lo que daba la tierra; muy poca gente hacía matanza y los que carecían de bienes económicos, compraban la carne en las Carnicerías públicas. Se comían migas de pan, harina y trigo por la mañana, olla y potajes de noche; pescado cuando lo traían los playeros, y bacalá en Navidad y Semana Santa; la panadería funcionaba muy poco tiempo (generalmente, el pan se cocía en las casas) se hacían tortas de harina, centeno y de cebada (se llamaba pan bazo).
         
-La gente no solía acudir a los médicos para remediar las enfermedades, porque, por regla general, había que pagarles y poca gente tenía el dinero para afrontar el gasto. Generalmente, se recurría a los remedios caseros para curar a los enfermos, acudiendo incluso a las curanderos, sobre todo, a las quebrarías, mal de ojos, culebrillas….

-Se alumbraban las casas con candiles y velones; si había que salir de casa de noche, los hombres usaban faroles. Apenas, las casas tenían vidrios en las ventanas, para sustituirlo la gente ponía un papel aceitado, que dejaba pasar la luz pero no el aire; se encalaba mucho, pero no siempre se utilizaba la cal por su elevado precio, y era sustituida por tierra blanca o leche de grada.
-Los quintos eran los mozuelos que eran alistados para el ejército y convocados por el ayuntamiento con el fin de medirlos  y certificar sus buenas aptitudes físicas. Los quintos acostumbraban a llevar un botellón de aguardiente en el bolsillo y después de  medirse y pesarse, se  iban todos juntos cantando y llamando a las casas de las novias o a las de sus familias.  
                             
                                                 BODAS
 
          Para pretender un  joven a una moza por novia y declararle el amor aquel le escribía una carta de amor y ella le contestaba personalmente;  otras veces,  mandaba a una mujer intermediaria (la alcahueta de turno)  para que consultara si la moza  amaba o no al joven, se sucedían mensajes cruzados hasta que se accedía a la formalización del noviazgo. Si se conseguía, el joven se reunía con sus amigos y entre todos le hacían una serenata a la novia. Para celebrarlo, se asistía al ritual de “romper la teja”
Era el momento en el que novio visitaba la novia, y los amigos lo sorprendían  hablando y le preguntaban: ¿Qué vale más la novia o la teja?, a continuación rompían la teja y le daban un pequeña serenata, el novio acompañaba a sus amigos y los invitaban.
En tiempos de nieve los hombres y mozuelos tapaban las puertas de las tabernas hasta cubrirlas y por medio de canciones los increpaban a los taberneros para que les hartaran de vino y, a continuación, dejaban la salida de la puerta expedita.
En los arremates, sobre todo, de la aceituna  se frecuentaban en el último día de faena una comida campesina, donde las mujeres más jóvenes de la cuadrilla colocaban un pañuelo sobre la cabeza del amo, al que lo cogían descuidado, y le decían “Este pañuelo es de una señorita pobre y pasa sobre la cabeza de un caballero noble, quién lo fía”, y le respondía el amo “Yo lo fío”. Con esto se le pedía al amo una convidada, que consistía en buñuelos con chocolate o guisos con choto.    
Los suegros solían hacer regalos a las novias y se los llevaban a sus casas, donde la novia les ofrecía a la suegra dulces y una copa de aguardiente. En los días festivos, los novios y las suegras  tenían un pequeño detalle con las novias, regalándoles el turrón en las ferias, las castañas en el Día de los Santos…
          La mujer aportaba todo el ajuar de la casa, que era confeccionado personalmente por ella, los novios también le aportaban cantidades de dinero a la novia durante el noviazgo. El novio aportaba los aperos para el laboreo de la tierra, los animales del trabajo y el grano para el consumo de la hacienda familiar. El corral corría a cargo de la mujer, que comenzaba a poblarlo de  gallinas, pollos, pavos (se los solían regalar). Los novios acudían separados, como ahora, a la iglesia: las novias eran acompañadas por las mujeres (a la diestra de la novia iba la madrina y a la izquierda la hermana de la novia o bien una prima suya); los novios eran acompañados por los hombres, a la diestra del novio iba el padrino y, a la izquierda, el hermano del novio  bien un primo suyo; detrás de los dos, iban los invitados.  
          No era el ceremonial de una boda, como se hace actualmente, sino que desarrollaban sus rituales durante tres días:
          Primer día
La novia se solía vestir de un vestido nuevo, que no era necesariamente blanco y que había sido confeccionado por ella misma con ayuda de su madre o de alguna costurera; el novio también solía estrenar traje y llevaba sombrero de copa. . Solían casarse los novios en la iglesia por la mañana, y como ahora, a la salida y en las puertas del templo, les solían echar los amigos y familiares trigo a los novios. Luego se iban a la casa de los recién casados a tomar el desayuno, a continuación solían dar el regalo a la novia, que se solía echar en la falda de la novia. Cuando ya habían juntado todos los regalos, padrinos, padres de los novios y novios solían contar el dinero. Tras esto, se celebraba la comida o convite ( se invitaba a los más cercanos y había garbanzos tostados, dulces y aguardiente, el novio y la novia y los suegros ofrecían comida y bebida en una bandeja de la siguiente manera: el novio ofrecía el aguardiente, luego la novia los garbanzos tostados, y por último los suegros dulces) en la casa del novio  , y por la noche se hacía un baile en el patio de la casa de los novios hasta la madrugada –para ello se contrataba a alguna persona o grupo para tocar  con un acordeón canciones, principalmente fandangos de pueblo o aldea . Tras  el baile y la marcha de los invitados, se acostaban los novios, y, a media noche,  los invitados le tocaban una serenata a la vera de la ventana.
          Segundo día
          Los padrinos solían despertar a los novios, para que los invitasen a aguardiente. Por la noche, se realizaba otra sesión de  baile en la casa de los recién casados, y, por la noche los parientes solían tocarle una nueva serenata.

          Día tercero

Los novios solían visitar a los padrinos y a los padres, y en su casa les invitaban a comer y allí les deseaban suerte para las nuevas vidas.

          Las mujeres solían recibir regalos de adorno. Eran aderezos de filigrana, de oro bajo con piedrecitas y con esmeralda, que servían para los anillos, gitanillas de uno o dos lazos, alfileres de pecho y de cruz.




CANCIONES DE NOVIOS

A la calle Rosa,
Me voy a vivir
Por ver a mi novia,
Bajar y subir
Subir y bajar,
A la calle Rosa
Me voy a mudar.

Cuando al hospital llegaste
A visitar a los enfermos,
Y a mi cama no llegaste
Este sentimiento tengo.

La jerigonza( “serigosa”)
Que la quiero ver bailar,
Saltar y brincar
Y andar por el aire,
Que mi niña es la jerigonza del fraile,
Déjala sola
Déjala sola,
Que mi niña parece una rosa,
Busca compaña, que mi niña

Parece una araña.

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