FIESTA DE SAN BLAS
En el barrio bajo del Castillo de
Locubín, se tendían sogas de esparto de casa en casa amarradas a las ventanas y
de ellas colgaban un muñeco de trapo, que se dejaba caer de golpe sobre las
personas que pasaban por la calle, para burlarse de ellos. También se colgaba
disimuladamente a las personas alfileres en la espalda de la gente descuidada
con rabos de papel o ramos, que se
llamaba Marinatos y, luego, por
detrás de ellos, se decía “Marinato, suelta el rabo”.
CARNAVAL
De Domingo Ceballos Sánchez, hemos
encontrado interesantes detalles que nos
ilustran los carnavales de los años de principios de siglo XX. Creíamos que era
una tradición aldeana el juego del tiro de las gallinas, y, por su testimonio, estaba
muy extendido en estas fiestas y consistía en premiar con un gallo, a aquel que lo matara en lo alto de
un cerro. Curiosamente, del lenguaje
político y su secretismo léxico, nos confirmaba que se hacían “células” o
reuniones entre los vecinos para poner apodos al vecindario, también se
formaban comparsas, antigua tradición que proviene en Alcalá de las murgas de
los gremios que solían prepararse en las grandes festividades cuando interpretaban una pequeña obra de ingenio
vestidos de forma rústica; como reminiscencia de las vísperas, solían ponerse máscaras
a la manera de los sayones y judíos, y lo que perduró hasta los años setenta se
formaban corros que hacía ditirambos como el siguiente:
Mozuelas
Mocitos, ¿qué hacéis ahí?
Parados en las esquinas,
Haced el favor de iros
Al corral de las gallinas.
Y les respondían los mozuelos
Quiéreme, niña, que soy albañil,
Mañana a la noche
Me verás venir,
Me verás llegar
Con la camisa al hombro
Ya de trabajar.
Sabemos que era típico de los
Carnavales los corros girando ruedas en
la plaza del pueblo y, el Miércoles de Ceniza formaban los jóvenes un corro
mientras se lanzaban un cántaro de arcilla, que, si caía de las manos de alguno
de los coralistas, recibía los improperios del resto de ellos dedicándole canciones burlescas.
Se realizaban en el caz del Castillo
de Locubín los hornazos y mecederos. Por estos días se cortaba el agua del río
o las acequias y se hacía la limpieza del cauce, que llevaba el agua al molino
de la Torre. La
gente preparaba un gran montón de zarzas y arbustos que ponían sobre el cauce
seco y, al llegar el agua, subían sobre él para bajar flotando hasta las
cárcavas del molino. Había fiestas en las huertas del río, se comían cogollos
en aceite y vinagre, y hornazos y se echaban mecederos de las ramas de las
nogueras.
El sábado de Gloria se celebraba una
misa donde la pila bautismal era llenada de aguay se bendecía por el párroco.
Al finalizar la Eucaristía ,
las personas devotas llenaban botecitos de agua bendita para derramarlo posteriormente
en todos los rincones de las casas con el fin de ahuyentar a Satanás.
DÍA DE SAN JUAN
Nos relataba la costumbre de los
enamorados consistente en formar tunas o estudiantinas para cantar serenatas a
las novias y colocarle en el balcón o en la puerta ramas de cerezos o de
flores, que siempre conllevaban implícito un significado subliminal. Por otro
informante, la simbología era la
siguiente:
-la rama de cerezas colocadas en la reja
significaban que el enamorado quería a su novia, símbolo de amor.
-las ramas de esparto hacían referencia
a que los mozos iban en plan burlesco y el esparto significaba “me espanto”
-una rama de olivo, lo que quería decir
“me olvido” de mi amor.
DÍA DE LOS SANTOS
Era una costumbre muy extendida que se
fuera por la mañana al cementerio de la
Mota y le pusieran flores a las tumbas. Solían comerse al
mediodía gachas con cucarrones; por la noche, cuando estaban ya los portones
cerrados, los jóvenes solían hacer una masa de harina y agua y tapaban las
cerraduras de las puertas ahuyentando los espíritus.
Se ha mantenido hasta fechas actuales
la costumbre de que las cuadrillas tocaran
y cantaran el aguilando en la noche del Nacimiento, por lo que recibían
invitaciones de vinos, polvorones o se les daba dinero en forma de limosna o
para las cofradías. Solía cenarse arroz con carne, pero en la Nochevieja , guisado de
pies.
Durante estos días. Se hacían las
matanzas y los hombres, por grupos, aprovechaban la media noche para que les
dieran alguna vianda de la matanza mientras cantaban serenatas con unos
instrumentos tan simples como la percusión de la caña, de la botella estriada o
de un tambor y algún instrumento de viento o metal.
COSTUMBRES DESAPARECIDAS
-El
lavado de la ropa o la colada se hacían en arroyos, y, las mujeres más cercanas a Alcalá solían ir al lavadero
de la Fuente Rey. Se asemejaban a los
pueblos tercermundistas cuando caminaban por el Portichuelo o los Llanos con la
talega de ropa sucia encima de las cabezas o en la cadera.
-La
vida se regía por el sol; solían levantarse al amanecer, se cenaba entre dos
luces y, al toque de oración, se iban a las camas. Los serenos, municipales de
noche, solían cantar las horas de la
noche y el tiempo en las esquinas de las calles.
-Las
personas eran muy religiosas: los domingos, solía irse a misa del alba en torno
a las seis de la mañana; para ir a misa las mujeres se tapaban la cabeza. Las
campanas solían dar los siguientes
toques: a las nueve, sonaba el esquilón anunciando el levantarse; a las
doce, era el ángelus y se rezaban tres Ave Marías, y a las ocho de de la noche,
era la Oración ,
se tocaba para rezar a los muertos.
-Los
muertos se enterraban por la noche y subían los auroros con los faroles, según
el grado de riqueza de la familia del fallecido, al cementerio de la Mota tras la Oración.
-En
cuanto a los vestidos, los hombres solían vestir camisón de tela de cáñamo
blanqueado. Medias de lana, y, sobre ellas, calzas de lana negra, y, en los
días festivos e importantes, el sombrero de Jaén, chaqueta de paño pardo con
ribetes y remates de paño negro, chaleco de lo mismo o de piel de cabra, calzón
bombacho, zapato de becerro blanco. Para el campo, se colocaban delanteras de
paño listado, montera de paño o piel, abrigo de paño, albarcas y un capote. En
verano, sombrero de paja que era fabricado por los propios hombres, calzones y
blusa de cáñamo. Los hortelanos usaban un calzón a media pierna suelta y un
blusón de manga corta.
En
cuanto a las mujeres, camisa de lienzo, y, sobre ella, un cuerpecillo de paño
negro, un refajo de lana o bayeta hecho a mano. Las mujeres más pobres andaban
descalzas y las más acomodadas llevaban medias negras o de colores y zapato
bajo.
En los días solemnes, los hombres, generalmente más hacendados, usaban sombreros grandes de color negro de
amplia ala y capa negra de alto cuello; por su parte, las mujeres vestían
mantones negros. Hombres y mujeres solían lucir pelo largo, a principios de
siglo XX los hombres usaban pelo largo y se hacían trenzas, de unos a otros
cuando iban al campo se lo recogían y formaban trenzas de unos a otros.
-En
cuanto a la alimentación, siempre se comía lo que daba la tierra; muy poca
gente hacía matanza y los que carecían de bienes económicos, compraban la carne
en las Carnicerías públicas. Se comían migas de pan, harina y trigo por la
mañana, olla y potajes de noche; pescado cuando lo traían los playeros, y
bacalá en Navidad y Semana Santa; la panadería funcionaba muy poco tiempo (generalmente,
el pan se cocía en las casas) se hacían tortas de harina, centeno y de cebada (se
llamaba pan bazo).
-La
gente no solía acudir a los médicos para remediar las enfermedades, porque, por
regla general, había que pagarles y poca gente tenía el dinero para afrontar el
gasto. Generalmente, se recurría a los remedios caseros para curar a los
enfermos, acudiendo incluso a las curanderos, sobre todo, a las quebrarías, mal
de ojos, culebrillas….
-Se
alumbraban las casas con candiles y velones; si había que salir de casa de
noche, los hombres usaban faroles. Apenas, las casas tenían vidrios en las
ventanas, para sustituirlo la gente ponía un papel aceitado, que dejaba pasar
la luz pero no el aire; se encalaba mucho, pero no siempre se utilizaba la cal
por su elevado precio, y era sustituida por tierra blanca o leche de grada.
-Los
quintos eran los mozuelos que eran alistados para el ejército y convocados por
el ayuntamiento con el fin de medirlos y
certificar sus buenas aptitudes físicas. Los quintos acostumbraban a llevar un
botellón de aguardiente en el bolsillo y después de medirse y pesarse, se iban todos juntos cantando y llamando a las
casas de las novias o a las de sus familias.
BODAS
Para pretender un joven a una moza por novia y declararle el
amor aquel le escribía una carta de amor y ella le contestaba
personalmente; otras veces, mandaba a una mujer intermediaria (la
alcahueta de turno) para que consultara
si la moza amaba o no al joven, se
sucedían mensajes cruzados hasta que se accedía a la formalización del
noviazgo. Si se conseguía, el joven se reunía con sus amigos y entre todos le
hacían una serenata a la novia. Para celebrarlo, se asistía al ritual de
“romper la teja”
Era
el momento en el que novio visitaba la novia, y los amigos lo sorprendían hablando y le preguntaban: ¿Qué vale más la
novia o la teja?, a continuación rompían la teja y le daban un pequeña serenata,
el novio acompañaba a sus amigos y los invitaban.
En
tiempos de nieve los hombres y mozuelos tapaban las puertas de las tabernas
hasta cubrirlas y por medio de canciones los increpaban a los taberneros para
que les hartaran de vino y, a continuación, dejaban la salida de la puerta
expedita.
En
los arremates, sobre todo, de la aceituna se frecuentaban en el último día de faena una
comida campesina, donde las mujeres más jóvenes de la cuadrilla colocaban un
pañuelo sobre la cabeza del amo, al que lo cogían descuidado, y le decían “Este
pañuelo es de una señorita pobre y pasa sobre la cabeza de un caballero noble, quién
lo fía”, y le respondía el amo “Yo lo fío”. Con esto se le pedía al amo una
convidada, que consistía en buñuelos con chocolate o guisos con choto.
Los
suegros solían hacer regalos a las novias y se los llevaban a sus casas, donde
la novia les ofrecía a la suegra dulces y una copa de aguardiente. En los días
festivos, los novios y las suegras
tenían un pequeño detalle con las novias, regalándoles el turrón en las
ferias, las castañas en el Día de los Santos…
La mujer aportaba todo el ajuar de la
casa, que era confeccionado personalmente por ella, los novios también le
aportaban cantidades de dinero a la novia durante el noviazgo. El novio
aportaba los aperos para el laboreo de la tierra, los animales del trabajo y el
grano para el consumo de la hacienda familiar. El corral corría a cargo de la
mujer, que comenzaba a poblarlo de
gallinas, pollos, pavos (se los solían regalar). Los novios acudían
separados, como ahora, a la iglesia: las novias eran acompañadas por las
mujeres (a la diestra de la novia iba la madrina y a la izquierda la hermana de
la novia o bien una prima suya); los novios eran acompañados por los hombres, a
la diestra del novio iba el padrino y, a la izquierda, el hermano del
novio bien un primo suyo; detrás de los
dos, iban los invitados.
No era el ceremonial de una boda, como
se hace actualmente, sino que desarrollaban sus rituales durante tres días:
Primer día
La
novia se solía vestir de un vestido nuevo, que no era necesariamente blanco y
que había sido confeccionado por ella misma con ayuda de su madre o de alguna
costurera; el novio también solía estrenar traje y llevaba sombrero de copa. . Solían
casarse los novios en la iglesia por la mañana, y como ahora, a la salida y en
las puertas del templo, les solían echar los amigos y familiares trigo a los
novios. Luego se iban a la casa de los recién casados a tomar el desayuno, a
continuación solían dar el regalo a la novia, que se solía echar en la falda de
la novia. Cuando ya habían juntado todos los regalos, padrinos, padres de los
novios y novios solían contar el dinero. Tras esto, se celebraba la comida o convite
( se invitaba a los más cercanos y había garbanzos tostados, dulces y
aguardiente, el novio y la novia y los suegros ofrecían comida y bebida en una
bandeja de la siguiente manera: el novio ofrecía el aguardiente, luego la novia
los garbanzos tostados, y por último los suegros dulces) en la casa del novio , y por la noche se hacía un baile en el patio
de la casa de los novios hasta la madrugada –para ello se contrataba a alguna
persona o grupo para tocar con un
acordeón canciones, principalmente fandangos de pueblo o aldea . Tras el baile y la marcha de los invitados, se
acostaban los novios, y, a media noche, los invitados le tocaban una serenata a la
vera de la ventana.
Segundo día
Los padrinos solían despertar a los
novios, para que los invitasen a aguardiente. Por la noche, se realizaba otra
sesión de baile en la casa de los recién
casados, y, por la noche los parientes solían tocarle una nueva serenata.
Día tercero
Los
novios solían visitar a los padrinos y a los padres, y en su casa les invitaban
a comer y allí les deseaban suerte para las nuevas vidas.
Las mujeres solían recibir regalos de
adorno. Eran aderezos de filigrana, de oro bajo con piedrecitas y con
esmeralda, que servían para los anillos, gitanillas de uno o dos lazos,
alfileres de pecho y de cruz.
CANCIONES DE NOVIOS
A la calle Rosa,
Me voy a vivir
Por ver a mi novia,
Bajar y subir
Subir y bajar,
A la calle Rosa
Me voy a mudar.
Cuando al hospital llegaste
A visitar a los enfermos,
Y a mi cama no llegaste
Este sentimiento tengo.
La jerigonza( “serigosa”)
Que la quiero ver bailar,
Saltar y brincar
Y andar por el aire,
Que mi niña es la jerigonza
del fraile,
Déjala sola
Déjala sola,
Que mi niña parece una rosa,
Busca compaña, que mi niña
Parece una araña.
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