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domingo, 12 de febrero de 2017

CABRIAS


CABRIAS


Cabrias, natural de Atenas. Este también fue considerado por uno de los más famosos  jefes  y llevó a cabo  muchas gestas dignas  de recordar. Pero de entre todas éstas sobresale principalmente una estratagema suya de batalla, que realizó en las proximidades de Tebas, habiendo acudido a socorrer a los beocios. Pues, en este combate  mandó a la falange que había quedado que mantuviese el puesto que ocupaba al general Agesilao, que se sentía seguro de la victoria, una vez puestas en fuga las tropas asalariadas, y les demostró  que,  apoyados con el escudo en la rodilla y con la lanza extendida,  rechazaron  el ímpetu de los enemigos. Agesilao, al contemplar esta novedad,  no se atrevió a avanzar y ordenó la  retirada a los suyos que ya comenzaban a atacar.  Esta estratagema se celebró por toda Grecia con una fama tan grande que Cabrias quiso que se le hiciera una estatua en aquella positura, la cual le fue levantada con dinero público por los atenienses en el foro. A partir de esto sucedió que, después los atletas y demás artífices usaran aquellas posturas  a la hora de poner estatuas,  cuando  habían conseguido una victoria.
                                       II
Cabrias, pues, dirigió muchas guerras en Europa, siendo jefe de los atenienses;  hizo una por su propia voluntad en Egipto: pues, habiendo marchado a ayudar a Nectanebo,  le restableció el reino. Lo mismo hizo en Chipre, pero, los atenienses lo nombraron en sesión pública como  colaborador  de Evágoras, y no se retiró de aquel lugar antes de derrotar toda la isla con la guerra; por esta razón, los atenienses alcanzaron una gran fama.
Entretanto, estalló la guerra entre egipcios y persas. Los atenienses estaban aliados con Artajerjes;  los espartanos con los egipcios, de los cuales Agesilao, su rey, sacaba grandes beneficios  que hacía pagar a estos. Cabrias, al  conocer esto, sin ceder en nada ante Agesilao, por su propia voluntad tras marchar para ayudar a los egipcios, se puso al frente de  armada egipcia y Agesilao de las tropas de a pie.
                              III
Entonces los jefes del rey Persa enviaron legados para quejarse ante Atenas de que Cabrias hacía la guerra contra el rey aliado a favor de los egipcios. Los atenienses señalaron a Cabrias un día determinado, antes del cual, a no ser que hubiera vuelto antes a su ciudad,  ellos mismos lo condenarían  a pena de muerte.  Ante esta notificación, Cabrias volvió a Atenas y no permaneció durante mucho más tiempo allí, salvo el que fue necesario. Pues, no estaba con agrado ante los ojos de sus  ciudadanos,  porque vivía   con ostentación y con más libertad que la que convenía poderse librar del odio del pueblo. Pues, este es un vicio general  en las ciudades grandes y libres que la  envidia es compañera de  la fama y la quitan con complacencia  a  los que ven sobresalir más alto,  y los pobres no ven con ecuánime ánimo la fortuna ajena de los ricos. Así pues, Cabrias cuando creía conveniente, estaba fuera muchas veces de Atenas. Y no solo  el  vivía lejos de Atenas, con agrado, sino que todos los principales hacían lo mismo, porque pensaban que ellos estarían libres del odio  de sus paisanos cuanto más lejos se hubieran retirados de la vista de ellos mismos.  Así pues, Conón vivió muchísimo tiempo en Chipre. Ifícrates en Tracia, Timoteo en Lesbos, Cares en Sigeo. Pero distinto  de estos ciertamente es el caso de  Cares por sus acciones  y  costumbres  porque, fue honrado y poderoso, sin embargo en Atenas
IV

 Cabrias murió en tiempos de la guerra social de tal modo como me voy a explicar. Los atenienses atacaban a Quíos. En la armada Cabrias estaba como una persona particular, pero tenía más autoridad que  los que estaban en el mando ,   y lo miraban con más respeto los soldados  que los  que mandaban. Esto le acarreó más pronto la muerte. Pues mientras era el primero que se esforzaba  en entrar en el puerto y ordenaba al timonel dirigir la nave por allí, el mismo se buscó la ruina. Habiendo penetrado  en el puerto;  las demás naves no le siguieron.  Hecho esto,  rodeado por el la multitud de enemigos  y luchando muy  valientemente,  su nave maltratada en la punta que sobresale la proa, comenzó a hundirse. Pudiendo retirarse de aquí,  si se hubiese echado al mar, porque la armada de los atenienses venía en su ayuda, la cual salvaría a los que nadaban, prefirió morir a dejar la nave  una vez arrojadas las armas.  Los demás no quisieron hacer lo mismo, los cuales llegaron nadando a sitio seguro. Pero aquel,  considerando que era mejor una honrosa muerte  a una vergonzosa vida, luchando cuerpo a cuerpo, fue matado  por los dardos de los enemigos.


En  366 a. C., él y Calístrato fueron acusados de traición por aconsejar la entrega de Oropos a los tebanos. Diógenes Laercio señala que habiendo sido condenado a muerte fue defendido públicamente por Platón, cuando nadie se mostraba dispuesto a hacerlo.
Supuestamente, Platón, cuando se dirigía a la Ekklesía a defender a Cabrias, fue desafiado por un rival con las siguientes palabras:
"Vas a hablar a favor de otro, olvidando que aún queda de

la cicuta de Sócrates para ti."
A lo que el filósofo habría respondido:
"Cuando combatí en defensa de mi patria me expuse a cualquier peligro; no me expongo ahora a uno mayor por defender a un amigo".[1]
Cabrias fue absuelto.

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