PINTORES
ALCALAÍNOS SIGLO XVII Y XVIII CON MOTIVO DE UNA EXPOSICIÓN
En el siglo
XVII, desapareció d Alcalá la
Real la escuela local de los Raxis, al haberse afincado los
miembros de esta estirpe en Granada, donde abrieron su taller, y artistas de
segundo orden como Juan de Flores, Francisco de Céspedes o Pedro Cobo, procedentes de las tierras
abaciales y Avecindados en Alcalá., ornaron con sus pinceles muchos rincones de templos, capillas y
oratorios. Y esto dio lugar a que, la Iglesia y los miembros del
Cabildo contrataran con los artistas granadinos de categoría muchas obras que ocupaban lugares
significativos. De los talleres de Juan de Sevilla, Alonso Cano o Bocanegra se contrataron los
cuadros centrales de los retablos de las capellanías o los lienzos de las casas.
Es el caso de María Magdalena,
obra atribuida a Bocanegra para la ermita del mismo nombre, situada a la entrada de la ciudad, la Inmaculada de Santa
Ana, atribuida a Cano, el cuadro de san Miguel de la capilla del sagrario de la iglesia de las
Angustias y el Calvario del despacho de la Alcaldia.
De nuevo, a
finales del siglo XVII y principios
del siglo XVIII, se creó una escuela
local, que se inauguró con la familia Melgar, continuó con los Jiménez a
mediados de este último siglo, y, con la familia Arenas en el tercer tercio. En
su mayor parte, realizan tipos
iconográficos referidos a las devociones
patronales de este momento, en el que se
declararon la Virgen
de las Mercedes y la
Inmaculada Concepción , patronas de la ciudad de Alcalá la Real , la primera en el segundo decenio del siglo XVIII y la otra en el tercer decenio
del siglo XVII. Ambas gozaban de presupuesto municipal para sus cultos y sus
correspondientes imágenes dentro del oratorio del cabildo municipal.
Dentro de la
representación pictórica de las imágenes
de la Virgen
de las Mercedes, la obra de Luis Melgar, ubicada en el despacho de la Alcaldía de Alcalá la Real , en la sacristía de
Consolación, en los claustros de las
Dominicas y de algunas familias particulares, presenta un carácter escultórico
y hierático de la figura de la
Virgen , resaltando del
fondo oscuro, y enmarcada con un
cortinaje que se abre con las figuras de los angelotes simuladamente canescos,
en medio de una teatralidad de la
cortina que se abre por los ángeles que rodean a la Virgen y el carácter
hierático de la Virgen. La
labor de colorido está presente en los adornos de los mantos de la Virgen y del Niño acercándose más al preciosismo del
bordado y la miniatura que al trazo amplio de la pintura. Destaca la de las
monjas Dominicas, donde están incrustados pequeños fragmentos de piedras
semipreciosas como si se tratara de un icono, según Juan Jesús Guadalupe.
Por otro lado,
la obra de Juan Gabriel Ximénez, padre e hijo, está muy representada en la comarca alcalaína con un “arte agradable,
de raíz canesca, donde el rico colorido se combina con formas suaves y dulces
de seguro dibujo, en temas, `por excelencia marianos-Inmaculadas, o de la Pasión Cristo ” en
palabras de Soledad Lázaro Damas, estudiosa de la obra de los Ximénez. Las primeras se encuentran en esta
exposición representadas con el cuadro
de la Inmaculada
del despacho de la Alcaldía , obra del hijo
del pintor realizada n 1755, y con la
aparición dela Virgen del Carmen a San Simón Stock, obra del padre y donación de la familia Núñez de Prado para la
capilla de san Antonio de la iglesia de Consolación. La primera ofrece
una variación del tipo de Inmaculadas, pues la gran amplitud y movimiento del
manto azul se complementa en medio de tonos más sobrios y oscuros, la Inmaculada , orlada por
unos angelitos que portan los símbolos lauretanos. La segunda, la Virgen del Carmen, la
theotokos, la Madre
de Dios con su Niño, sentada en una nube
y envuelta entre menudos angelotes, entrega el hábito al santo
carmelita, presentando en su fondo elementos muy abocetados y poco logrados con
un color ocre que presenta ante el espectador una obra seca y “envarada”
De las
segundas, se conservan cuatro cuadros-también del hijo- colgados en el crucero
de la iglesia de Consolación, que responden a las escenas del Prendimiento de
Jesús y Beso de Judas, Ecce Homo, Señor de la Columna y Coronación de
Espinas, todos ellos en lamentable estado de
conservación y necesitados de una gran labor de restauración, con la que
se conseguiría poner al descubierto,
una tica calidad de colorido, en el que
contrastarían los desnudos de la figura de Jesús con el rico ropaje de los
personajes que le rodean dentro de unos escenarios con fondo palaciegos y paisajísticos
actualmente invisibles por el paso del tiempo.
En esta línea,
por último, se encuentra la familia de Manuel Arenasy su hija Eugenia. Estaba
avecindados en Alcalá, y lograron con su pintura decorativa y anecdótica ocupar
el puesto de los artistas granadinos de la arquitectura efímera como los Perea.
Pintura que trasladaron a otros lienzos
propios de paredes de capillas, como la Adoración de los
Pastores y de los Reyes Magos del convento de las Madres Trinitarias o la Resurrección de
Lázaro de la iglesia de Consolación.
Otros cuadros
se reservaban para el lugar de honor del dosel del Salón de Cabildos Dentro de esta línea del retrato oficial
aúlico, se encuentran los mal llamados
cuadros Fernando VI y Felipe V. Cuadro que responde a ese aspecto
importante que es el arte efímero, plasmado en los grandes montajes realizados
para las fiestas extraordinarias, y que
daba lugar a la metamorfosis de los personajes, pasando de ser puros
representantes de un monarca según la ceremonia
de la proclamación con tal que se le cambara el nombre de la estela. Es el caso del mal
llamado Fernando VI, que se parece más a Carlos III, y pudo ser de Luis I, lo que está fuera de dudas que es
obra de Juan Gabriel Ximénez, hijo, tal
como aparece en la inscripción de la
leyenda inferior “ Se pintó en virtud de orden de Sr. don Juan Pérez de Vargas Castrillo, corregidor y
Justicia Mayor de esta Ciudad de Alcalá la Real. Jiménez
faciebat” la diferencia con la
iconografía religiosa se diferencia en el estudio minucioso de sus fondos,
referentes a temas castrenses, y la calidad de su colorido, presente en las
manchas de carmín del mantel y cortinaje dl fondo, tan frecuentes en los
cuadros del Prendimiento, .
Lo mismo que aconteció en el siglo XVII, a partir de
mediados del siglo XVIII, fueron desapareciendo los talleres familiares de
la localidad y las obras primordiales se
contrataron en famosos talleres, generalmente ubicados en Granada, donde los
artistas formados en la
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando impusieron sus estilos y la moda del momento.
En todos ellos, se denota la influencia de los respectivos maestros de la Academia a la hora del tratamiento pictórico de
los retratos de los reyes. Estos cuadros jugaban un papel fundamental a la hora de la celebración
de las Fiestas Extraordinarias del
Cabildo con motivo de los actos de Proclamación de los Monarcas. Pues, a partir
de los monarcas ilustrados, debían ser trasladados en grandes carrozas durante la manifestación
cívica que la corporación municipal realizaba en dirección a la función de
Iglesia y, anteriormente, en la
exposición oficial bajo dosel y guardias
a la población durante los días de la celebración de las fiestas. Exponente de
este tipo de obras es el mal llamado retrato de Felipe V, que recientemente, hemos podido darle su la Corona , como defensora de las Bellas Artes y
vencedora en la guerra. Capítulo aparte son
los obligados retratos de los alcaides que presidían el cabildo
municipal como los de don Vicente y Juan
de Estrada, enmarcados en este tipo de producción artística
por encargo de sus representados en el lienzo.
Se completa la exposición con la s obras no suntuarias
de libros miniados municipales y
privados ;los primeros los encargaba el
cabildo municipal para guardar en
sus archivos los privilegios y su correspondiente confirmación real en libros
con un tratamiento especial por
la trascendencia de su contenido , tanto del material como en la decoración de
sus orlas, grecas, viñetas, palabras
iniciales y recuadros. Fueron obras de artistas del
momento, algunos han llegado a atribuir el pergamino del Privilegio del Vino a
Juan Ramírez o Juan de Cáceres, por su
excelente representación de la figura del emperador y de la ciudad de principios del siglo XVI. Se enmarcan
dentro de la escuela granadina donde intervienen elementos flamencos y
renacentistas. Otros libros posteriores,
como la traslación de todos los privilegios en el libro
del siglo XVIII responden más a un artista de oficio, que no se esfuerza en modo alguno
a una obra señera como fue la primera
por la repetición de escenas paisajísticas y letras unciales Las ejecutorias de hidalguía realizadas en
talleres particulares corresponden a finales del siglo XVI y principios del
siglo XVII y se conservaban en las casas
de los hidalgos a la hora de defender
sus status este grupo social privilegiado en litigios y pleitos
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