Manlio desenvolvía el pergamino y leía uno tras otro de los poemas, hasta que dio con el de Dos buenos hermanos y le dijo a Inicia:
-Este poema nos va de maravilla
- Léelo, Manlio.
Si a, Lucano, o a tí Tulo,
los destinos concedieran
aquellas muestras y frutos
de los amados hijos de Leda,
una porfía surgiría al punto.
Pues, por sino, el amor mutuo
de antes morir sin espera,
el uno por el otro fuera,
como el otro por el uno
tenían en vida y emblema.
Y no se recataban, si hubiera
llegado al Orco de ellos uno,
decirle esto al que viviera:
"Ojala, sean oportunos
mi pasado y tu espera".
-Bueno, Manlio . Hoy es el día del Amor. Y te encuentras soltero y sin compromiso. No porfías por nadie.
-Inicia, ya sabes que yo soy como Marcial en su poema LVII Cómo ha de ser mi chica
¿Me preguntas, tú, Flaco,
cómo yo a mi chica quiero
y cómo a mi chica no amo?
Ni asaz fácil la anhelo,
ni difícil la reclamo .
Una mediana entre extremos
es lo que pretendo y atraigo.
Pues ni me gusta el tormento
ni me engatusa empalago.
-Y a mi me gusta también. Por eso, me gustaría esta noche brindar contigo, por cada amante que has tenido tantas copas por sílabas :
Brindemos por tus amadas
Levia, amor, con seis chatos
sea el primer alza el brazo.
siete por Justina vayan,
cinco por Licas cantados,
a Lide , con cuatro, me bastan.
y para Ida sean tres vasos.
Sean amigas, pues, enumeradas
por el falerno escanciado,
y puesto que me quedé plantado,
Sueño, anda, ven a mi llamada.
-Precioso, me siento despreciado. Y no sé lo que haré esta noche.
-Es que tienes mamitis como aquella que cantaba Marcial
Ay, Amiano, qué cariñoso
estás empre con tu madre! ¡
Qué cariñosa es contigo,
tu madre sin ser tu amante.
Te llama a tí hermano,
y hermana llamas al instante.
¿Por qué os dáis esos nombres
tan sospechosos al amarse?
¿Por qué no os gusta ambos ser
lo nacido al primer instante?
-Yo, te recomiendo estos besos para curarte, este epigrama:Los besos de Diadumeno
Exhala un dulce perfume una manzana
al morderla sin querer la joven tierna,
o el azafran Córico su brisa fresca
o los racimos de las viñas blancas.
Las ovejas despiden olor de grama
tras pastar en las verdes praderas,
y lo mismo el mirto y aromas siega
el labrador árabe en sus mesnadas.
Iguales son el ámbar triturado,
que despide el incienso pálido
o la tierra labrantía y rociada.
O el nardo de tu cabellera coronada.
Igual de tus besos sería la fragancia
si, los dieras, Manilo, sin recato.
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