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sábado, 21 de febrero de 2015

DESDE LA TORRE DE SANTO DOMINGO DE SILOS


           
En la semana pasada, nos subimos a la torre de la Estación de Autobuses, este mes la vista se nos recrea en una torre semiderruida y a cielo descubierto por su techumbre de aleros destrozados  de hojalata y rémora de  belleza renacentista. Es la torre de Santo Domingo, que se yergue altiva sobre la antigua iglesia gótico-mudéjar, blasonada con el escudo del abad bastardo Maximiliano de Austria.  Es un canto de cisne o un último estertor del Ave Fénix, recordando la casa del malogrado  Malagón en la calle desparecida de Escaleruelas del Santo de Silos, cuando se jugaba a  batallas fingidas entre los niños  de los barrios altos y los de la Plaza del Ayuntamiento. Ya no quedan ni las paredes de aquella casa humilde, que era la única que recordaba  el Arrabal Viejo, el barrio más poblado y laborioso de la ciudad de la Mota  desde la conquista de Alfonso XI hasta el siglo XIX.
             La crisis le ha ocasionado el último golpe de puntilla mortal  a esta zona de paraje del barrio Viejo sobre su suelo  cedido al Estado para la construcción del  ansiado Parador Nacional. Ha abierto su alma interior a lo largo de sus ruinas arqueológicas, donde se sucedieron diversas civilizaciones hasta el huerto de  Miguel Delgado y el peculio de Paco Gámez, transformados en parque público en tiempos del alcalde Marañón con un arbolado variado y una variopinta flora que ajardinaron los granadinos Viveros Taboada. Sus cuevas se han convertido en recinto de ocio  desaprensivo de finesemaneros que transformaron en antro de bacanales nocturnas  aquellas bodegas, donde se almacenaron los dulces y afamados vinos  torronteses y baladíes,. Sus pasadizos, sin embargo,  anuncian un nuevo itinerario que la Delegación de Patrimonio  del ayuntamiento alcalaíno está a punto de exponer al público acercando a los visitantes a la Torre del Homenaje y descubriendo leyendas de conquistas amorosas y bélicas, testimonios de la vida cotidiana del viejo Albaicín alcalaíno entre risotadas de la Casa de Mancebía y los lamentos del lúgubre Hospital del Dulce Nombre de Jesús y arañando a la blanda roca de la mole castrense rinconadas furtivas.   
            Menos mal que el interés público ha salvado estos arrabales mediante la compra y reutilización de sus terrenos en una ruta romántica y  sosegada para olvidar los días estresantes y disfrutar de los versos del Beatus ille qui procul negotiis.... . Y lo que era un conglomerado de huertos con unos pocos olivos y alcahofares se ha convertido en un recinto patrimonial gracias a todas las intervenciones  oficiales que lo  han enriquecido y embellecido. Entre nuevos parterres, murallas restauradas y caminos de jardín, el paseante puede recrearse con el Rincón de los Poetas, el viejo Pósito, la Puerta del Arrabal. Leer y rememorar la vida , obra  y linaje de los personajes de la historia de Alcalá la Real junto el antiguo adarvillo de Moya y la Puerta de las Lanzas. El Arrabal  Nuevo puede recrearse virtualmente con alguna leyenda como  la del Cristo de la Piedra con













la  que ocurrió en la calle de los Mesones, con motivo de la vida y canonización de San Juan de la cruz.
            El abandonado Vía Crucis se topa con la recién descubierta Puerta de Martín Ruiz,  donde desembocaba la Carrera de los Caballos, recién restaurada sobre el camino de San Bartolomé,  y donde se  practicaban justas, pugnas fingidas, juegos de cañas y alcancía  y duelos obligados caballeros y lanceros, peones y escuderos. El parque del Cambrón, la puerta de Granada, la torre Ladeada, los restos del Rastro y la Alhóndiga y el anillo de la tercera muralla acercan a los jubilados para disfrutar en los rincones de solana  los  juegos de mesa pétrea.

            La ermita de San Blas se ofrece en su planimetría de rectángulo perfecto con el adosamiento de las capillas del Cristo de la Salud, san Roque y San Lázaro reclamando la colocación de la antigua portada que se conserva en la calle de la cruz de los Muladares. Por la nueva calle Cava, recuerda la habitabilidad del antiguo arrabal una solitaria casa  y  se  escucha el chirrido de las grúas del Urban  que rehabilitan un espacio  perdido, el antiguo convento de las Monjas Altas. Otra mano de ayuda a estos parajes que comienzan a dar muestras de atracción turística, y que se completan con el Centro de Reptiles y Anfibios en el  antiguo huerto de Francisco Vera.   Las cenizas de los antiguos caballeros parecen como si resucitaran tras tantos años cubiertos de jaramagos gracias a una acertada decisión pública en defensa de la joya de la Mota.    

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