DESDE LA TORRE DE
SANTO DOMINGO DE SILOS
En la semana
pasada, nos subimos a la torre de la Estación de Autobuses, este mes la vista se nos recrea
en una torre semiderruida y a cielo descubierto por su techumbre de aleros
destrozados de hojalata y rémora de belleza renacentista. Es la torre de Santo
Domingo, que se yergue altiva sobre la antigua iglesia gótico-mudéjar,
blasonada con el escudo del abad bastardo Maximiliano de Austria. Es un canto de cisne o un último estertor del
Ave Fénix, recordando la casa del malogrado
Malagón en la calle desparecida de Escaleruelas del Santo de Silos,
cuando se jugaba a batallas fingidas
entre los niños de los barrios altos y
los de la Plaza
del Ayuntamiento. Ya no quedan ni las paredes de aquella casa humilde, que era
la única que recordaba el Arrabal Viejo,
el barrio más poblado y laborioso de la ciudad de la Mota desde la conquista de Alfonso XI hasta el
siglo XIX.
La crisis le ha ocasionado el último golpe de
puntilla mortal a esta zona de paraje del
barrio Viejo sobre su suelo cedido al
Estado para la construcción del ansiado
Parador Nacional. Ha abierto su alma interior a lo largo de sus ruinas
arqueológicas, donde se sucedieron diversas civilizaciones hasta el huerto
de Miguel Delgado y el peculio de Paco
Gámez, transformados en parque público en tiempos del alcalde Marañón con un
arbolado variado y una variopinta flora que ajardinaron los granadinos Viveros
Taboada. Sus cuevas se han convertido en recinto de ocio desaprensivo de finesemaneros que transformaron
en antro de bacanales nocturnas aquellas
bodegas, donde se almacenaron los dulces y afamados vinos torronteses y baladíes,. Sus pasadizos, sin
embargo, anuncian un nuevo itinerario
que la Delegación
de Patrimonio del ayuntamiento alcalaíno
está a punto de exponer al público acercando a los visitantes a la Torre del Homenaje y
descubriendo leyendas de conquistas amorosas y bélicas, testimonios de la vida
cotidiana del viejo Albaicín alcalaíno entre risotadas de la Casa de Mancebía y los lamentos
del lúgubre Hospital del Dulce Nombre de Jesús y arañando a la blanda roca de
la mole castrense rinconadas furtivas.
Menos
mal que el interés público ha salvado estos arrabales mediante la compra y reutilización
de sus terrenos en una ruta romántica y
sosegada para olvidar los días estresantes y disfrutar de los versos del
Beatus ille qui procul negotiis.... . Y lo que era un conglomerado de huertos
con unos pocos olivos y alcahofares se ha convertido en un recinto patrimonial
gracias a todas las intervenciones
oficiales que lo han enriquecido
y embellecido. Entre nuevos parterres, murallas restauradas y caminos de
jardín, el paseante puede recrearse con el Rincón de los Poetas, el viejo
Pósito, la Puerta
del Arrabal. Leer y rememorar la vida , obra
y linaje de los personajes de la historia de Alcalá la Real junto el antiguo
adarvillo de Moya y la Puerta
de las Lanzas. El Arrabal Nuevo puede
recrearse virtualmente con alguna leyenda como
la del Cristo de la Piedra con
El
abandonado Vía Crucis se topa con la recién descubierta Puerta de Martín
Ruiz, donde desembocaba la Carrera de los Caballos,
recién restaurada sobre el camino de San Bartolomé, y donde se practicaban justas, pugnas fingidas, juegos de
cañas y alcancía y duelos obligados
caballeros y lanceros, peones y escuderos. El parque del Cambrón, la puerta de
Granada, la torre Ladeada, los restos del Rastro y la Alhóndiga y el anillo de
la tercera muralla acercan a los jubilados para disfrutar en los rincones de
solana los juegos de mesa pétrea.
La
ermita de San Blas se ofrece en su planimetría de rectángulo perfecto con el adosamiento de las capillas del Cristo de la Salud , san Roque y San Lázaro reclamando la
colocación de la antigua portada que se conserva en la calle de la cruz de los
Muladares. Por la nueva calle Cava, recuerda la habitabilidad del antiguo
arrabal una solitaria casa y se escucha
el chirrido de las grúas del Urban que
rehabilitan un espacio perdido, el
antiguo convento de las Monjas Altas. Otra mano de ayuda a estos parajes que
comienzan a dar muestras de atracción turística, y que se completan con el Centro
de Reptiles y Anfibios en el antiguo
huerto de Francisco Vera. Las cenizas
de los antiguos caballeros parecen como si resucitaran tras tantos años
cubiertos de jaramagos gracias a una acertada decisión pública en defensa de la
joya de la Mota.
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