Archivo del blog

miércoles, 11 de febrero de 2015

MI HOMENAJE A SAMUEL

SAMUEL MOYANO COBALEDA

            Desde pequeño, en muchas ciudades andaluzas los niños se despertaban con los toques de una corneta  anunciando a diana o a la hora de la siesta con un clarín de órdenes. Los niños alcalaínos, que peinan canas, recuerdan y siempre llevan en su mente la figura de un mozo erguido y  apuesto, con pecho siempre adelantado, de hombre de pro, como si fuera el símbolo de un héroe;  en esencia, un personaje valiente, esforzado,  y  provisto de la seriedad, y la formalidad como divisa.
            No se les escapa de su película del pasado esta misma persona, que describimos e  hizo época en el arte de las bandas de  cornetas y tambores de la ciudad de la Mota,  en las mañanas del Viernes Santo o en las dianas y en las tardes- noches del traslado del Gallardete de Jesús haciendo solos o coros musicales con su tropa mientras interpretaba las marchas de Manolo López. Y no se les va de la mente su figura , porque otros se retiraron y no llegaron a la madurez  y,  menos aún,  a la ganada jubilación; sin embargo, Samuel Moyano  Cobaleda  se mantuvo, hasta que pudieron aguantar sus pulmones y las fuerzas necesarias, como miembro perenne de la Banda Mixta de esta emblemática hermandad alcalaína, la  que le acompañó  muy agradecida y justificadamente en el día de su despedida.
             Todos sus componentes lucían gallardamente  la túnica morada y la capa de forro de oro; pero, con Samuel,  sus colores se dignificaban por su hombría y caballerosidad. Nadie podría concebir esos hábitos sin contemplar su rostro, y percibir su andar acompasado mientras se arremolinaba su capa con el vientecillo y el aura abrileños.
            Más que vestido de un traje penitencial,  Samuel   parecía   un soldado romano, a la manera los heraldos de la antigua Bética; recordaba a sus antepasados  militares, a un carlista de nombre Rufino Moyano que sobrevivió, por el Norte de España,  a una de las batallas más duras de la guerra civil entre los carlistas y las tropas reales. Esa misma sangre corrió, durante su vida,  por su cuerpo afrontando un trabajo que debió ser muy duro en algunos momentos de su vida y propio de seres hercúleos , a pesar de que en los últimos años de su vida disfrutó de la mecanización y apertura del Silo. Pero, con este espíritu del que se hacía eco su recia y respetada  voz sacó a delante una prolífica y numerosa familia, dando ejemplo de laboriosidad y entrega en el trabajo por su mujer Remedios y por sus hijos (Juan Manuel, Mercedes, José, Remedios, Salud, Pilar, Samuel Jesús y Jorge ) .  Su amable trato facilitaba a los agricultores  la espera del ajuste de cuentas tras la cosecha almacenada en las horas de las colas de este  establecimiento público en el  que  trabajó con su simpatía y agrado.Fue el mejor portero de la historia alcalaína, pues como buen cancerbero todo el mundo respetaba la fila a la hora de los espectáculos públicos como el fútboly el cine, incluso, en los caranavales del Teatro Martínez Montañés. Como todos los hombres sencillos, recompensó la gratuidad de la vida con su entrega a la Cruz Roja, a la que sirvió como voluntario durante muchas campañas.  
            Cuando llegó la hora de colgar el clarín, Samuel no abandonó su quehacer diario  y el encuentro con los amigos, siendo tertuliano cotidiano en el Casino del Parque Municipal. Siempre, se encontraba rodeado de sus compañeros del Senado, con los que compartía ideas y vivencias, sentimientos sinceros y afectuosos, que transmitía siempre a los que disfrutaban de su amistad.
            Como buen soldado en el retiro, al quedar herido por el talón de Aquiles de la enfermedad, cuando pudo, volvió al reencuentro y siempre alegraba con su saludo. 
            En la Semana Santa de este año, las losas del paseo se volverán más cárdenas se entre el amarillo albero y, en el Llanillo,  regresarán las túnicas moradas y las  capas de forro de oro; entonces recordaremos tu disposición  y colaboración siempre en la reorganización de las bandas allá por los años  finales de los setenta cuando la mayoría de las cofradías decayeron totalmente (Siempre te ofrecías con tu testimonio, tu presencia y tu trompeta). Tocarán toques y aires sevillanos acompañando a un nazareno  que  se postra y humilla por la humanidad y le tenías gran devoción; sin embargo, esos días lo transformaremos  en una marcha penitencial de los años cincuenta, porque nos invitan e invitaban al pueblo a la plegaria silenciosa y sincera por tu alma,  sin darnos cuenta y con un sentimiento que llegaba a lo más profundo del alma gracias a la maestría de personas como tú, Samuel.       











No hay comentarios:

Publicar un comentario