DE EGIDO A PASEO DE LOS
ÁLAMOS
Por
estos días, Alcalá la Real ofrece a los visitantes al festival de Etnosur todos
los espacios públicos para deleite y representación de actividades culturales y
musicales, desde sitios cerrados como el Teatro de Martínez Montañés, hasta
lugares abiertos como plazas, recintos abiertos y paseos. Entre estos últimos,
el paseo de los Álamos cuyo nombre se rescató en los primeros años de la
democracia, que había sido usurpado en su denominación por la del anterior
mandatario con su cargo en superlativo.
Antes de la conquista de los Reyes Católicos, este parque municipal formaba
parte del ruedo de la ciudad y, en su mayor parte, se componía de fincas de
cereales y, en torno a unos arroyuelos, donde había zonas de arbolado.
En tiempos de Carlos V y Felipe II, se transformó primero en
un ejido de la ciudad de la Mota, - lugar común para pastar el ganado-,
lindando con tierras de particulares y con los caminos de la
Fuente del Rey y de Granada. En dicho lugar pastaban las reses de la
ciudad antes de ser inmolado en el matadero. Posteriormente, se
creó la Fuente Nueva, un lavadero, la puerta de los Arcos, y una Alameda,
que comprendía principalmente el sitio de la actual Huerta de Capuchinos hasta
el colegio Alonso de Alcalá, donde se ubicaba una ermita dedicada a María
Magdalena. Esta alameda se plantó en torno a los años setenta del siglo XVI,
tenía una calzada central para paseo y varios canales de riego, y a su cargo
había un guarda nombrado por el cabildo municipal que cuidaba de los álamos,
acequias y de las plantas. Ejemplo de ello son estas palabras de los regidores
del año 1597 También le preocupó a la ciudad el reparo de la alameda,
pues se hallaba casi perdida, así como la calzada y sin agua en acequias,
no se podía ir a pie ni a caballo. De este tiempo, es la casilla de junto
a la puerta de los Álamos para caseta del guarda, que regaba la zona. Pues en
esta ciudad no tenía otra cosa de ella para paseo de recreación de
los vecinos. Era un lugar donde los vecinos solían ejercitarse en el manejo
de la caballería corriendo y domando caballos, haciendo simulaciones de
combates y juegos de cañas. Por otra parte, cuando se puso de moda el uso del
trabuquete y arcabuz en la guerra, como en el periodo de la guerra de las Alpujarras,
los milicianos solían estrenar haciendo la diana en unas paredes de aquella
zona, y le daban de premio al mejor arcabucero que consistía una medalla con agnus dei de oro.
En el
siglo XVII, se reservó una parte de aquella alameda para el convento
y huerta de los Capuchinos, lo que hoy día es la Biblioteca Municipal y el
actual barrio de modo que quedó acotado en medio del ejido y rodeado de la
alameda y los dos caminos, el real de Granada y el de la Fuente del Rey. A
partir de mediados del siglo XVIII, el parque recibió una nueva remodelación,
prácticamente que afectó a todo el recinto, a la manera del jardín
francés, distribuyéndose en diversos parterres y una calle central con una
fuente, así como se mantuvo parte de la alameda y se renovaron las plantas y
flores. Un acuerdo muy importante para el planeamiento urbanístico de la ciudad
fue el replanteo de una alameda en el ejido con fin ornamental. Así lo
acordaban: “En este cabildo se vio un memorial del muy reverendo padre guardián
de Padres Capuchinos de esta ciudad, por el que se suplica a la ciudad le
conceda licencia para que pueda poner una alameda en la parte de la calzada que
baja al convento, para que lo hermosee, cercando para que lo hermosee, cercando
para que se guarde de los ganados y quede sólo para el uso de los vecinos y
aspecto público”. Junto a la Fuente de los Álamos, Juan de Tapia tenía una casa
en la calle Fuente Nueva, lindando con el Pilar de los Álamos, además
tenía necesidad de hacer obra en su casa. Para ello, solicitó; A que
respecto a que entre la casa y el frontis de la fuente hay un descubierto,
donde poder hacer un corredor y siguiente a la pared
que hace esquina al ejido un rincón que no sirve a
persona alguna; suplica a la ciudad le conceda licencia para poder
fabricar un corredor sobre el frontis de la dicha fuente y seguir una pared, en
la que coge la posesión de dicho ser don Juan quitando la rinconada”. Remigio
del Mármol, en su última etapa construyó para su
ciudad natal la fuente de los Álamos, lo que manifiesta que no perdió sus
vínculos con la ciudad que le vio nacer.
De este tiempo y principios del siglo XIX, viene el nombre de Paseo Público
y el uso de una glorieta para las verbenas, amenizadas por las bandas de las
compañías militares que se alojaban en la ciudad, así como algunos recintos
interiores como el Perrico. Hemos encontrado, tras la desamortización de
Mendizábal relatos curiosos de ser este recinto un lugar muy propio y elegido para
el juego prohibido de naipes, perseguido por la Justicia, sobre todo, en
los días de fiestas, cuando acudían forasteros con puestos ambulantes. El
convento pasó a manos particulares y se transformó en varias casas de vecinos.
A finales del siglo XIX, ya era una realidad la transformación de los caminos
colindantes en calles y carreteras de la Fuente del Rey y Granada, y, además, se
sufrió una gran pérdida, pues se destruyó la puerta de los Álamos. El
paseo, en los últimos años de los ochocientos, se convirtió en recinto ferial
al trasladarse desde la calle Real y Llanillo esta ubicación, con mayor
amplitud y cercana al alojamiento del ganado.
En el siglo XX, de
nuevo, el convento se usó de casa señorial, fábrica de aceite y casas de la
familia Abril , y en el resto del recinto se llevaron a cabo varias
remodelaciones de jardinería y ornato (
fuentes tazas, glorieta..), una muy importante en tiempos de Benavides con la
impronta artística de manos de Manuel de la Morena y, entre ellas, la última la
pérdida de la alameda que rondaba la entrada a la ciudad por los años sesenta
y, así como la urbanización de la Huerta de Capuchinos, primero
levantándose un hotel, posteriormente también destruido unos días antes de la llegada de la
democracia, junto con algunas casas de arte regionalista. No pueden olvidarse
la labor propagandística de la Cruz de los Caídos, la entrada de servicios como
Quioscos de buñolería, bebidas y en los viales laterales su conversión en carreteras,
aparcamiento y sus andenes en estación de autobuses.
En los últimos decenios del siglo pasado y
principios del siglo XXI se remodeló el parque con un nuevo pavimento,
templete de la música, Kioscos, rosaleda, cipresal y albero, se han recuperado
como patrimonio municipal la iglesia de Capuchinos, grupos escultóricos y parte
del convento, donde se han instalado servicios de cultura como la biblioteca y
el Aula Magna y un nuevo aparcamiento subterráneo permitió una remodelación de
su espacio exterior. Desgraciadamente, han desparecido los centenarios álamos,
pero se ha completado todo el espacio urbano de Huerta de Capuchinos, con dos
nuevos parques, el de Juan Carlos I y el de la Constitución con artilugios
para niños y nuevo arbolado con nuevas especies. La estatuas de Pablo de Rojas y de Pep Ventura se saludad desde la distancia como homenaje a unos personajes ilustres,
Tan solo de aquella alameda ha quedado
solo el nombre de sus álamos en las dos calles que rondan el paseo homónimo.
Pues del primer arreciado de su tierra, el segundo empedrado y al último
asfaltado se ha convertido en un adoquinado pavimento que invita más a una
escena de tiovivos que a una agradable conducción, y, desde luego, a ponerse
tapones en los oídos de los vecinos por la rugosidad de su superficie.
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