MORFOLOGÍA DEL BARRIO EN EL SIGLO XVI
Hasta finales del siglo XVI, el Arrabal Viejo
debió formar una amplia unidad
territorial a la hora de repartir los
cuarteles o barrio entre los regidores
en el célebre cabildo de suertes porque se distinguía claramente el cuartel de Santo Domingo
entendido en su amplio territorio, con espacio delimitado con respecto a de San
Juan, San Blas, San Sebastián y el Dulce Nombre de Jesús que correspondía a la
zona del Llanillo[1].
Como manifiesta el profesor Rodríguez
Molina al referirse a la fisonomía ciudadana este es el paisaje urbano de toda
la fortaleza, y, por ende, del Arrabal Viejo:
“Estructurada
Pero, por una
memoria de la capellanía de la parroquia de Santa María
“Ana Martínez
Pareja vivía en casas, tiendas y dos moradas a ellas anejas en las
Entrepuertas, que los miradores suben al Albaicín, linderas con tiendas de
Catalina de Aranda y Teresa de Ávalos”.
Curiosamente, el mismo día que se tomó Granada, los
Reyes Católicos emitieron un cédula real
a la ciudad de Alcalá
El mecanismo de adquirir los solares se iniciaba con
la petición vecinal, la zona de ubicación solía ser dentro de la fortaleza, si
la hubiere, y en el Arrabal y, sobre todo, en
El Arrabal Viejo y sus alrededores ofrecían, a veces,
un aspecto desalentador en sus exteriores, con
muladares por doquier, acumulación
de excrementos de animales, basura
y desechos del matadero dando un
aspecto maloliente, tal como señalaba el libro de Ordenanzas a principios del siglo XVI:
“Item por quanto en la ordenanza antesdicha, de da
lugar a los dichos menuderos de la dicha carnicería que puedan vaciar las
dichas panzas, cuajares e tripas del
adarbejo a esa parte , e podía que sobiese del dicho adarbejo, se volviese a la
calle real o llegase al camino por
debajo, ordenamos e mandamos que , en ellegando a emparexar el estiércol con el
dicho adarbejo o al camino abaxo, los dichos obligados hagan a los dichos
menuderos a las personas que dieren
cargo de limpiar el dicho matadero , que se eche el estiércol en el mirador de la ciudad o en las hazas a la redonda donde le dieren
lugar de manera que pueda volver el estiércol
a la calle Real[4]”.
El Matadero era un edificio primordial de este lugar,
donde se encontraba un compartimiento
con un solo cuerpo, donde se
romaneaba, un patio con varios nogales,
y, otros cuartos de encerramiento
para los animales y se llevaban a cabo los primeros momentos de la
matanza de animales.
A partir del reinado de los Reyes Católicos, se amplió
la ciudad desde la puerta del Arrabal de
Santo Domingo, con diversos arrabales, entre ellos el Arrabal Nuevo, donde se encontraba las
calles Cava y de los Mesones, y,
por la parte de la puerta de Granada, el
Rastro y Matadero, el entorno de
“Sin duda, el
aumento de población determina que el concejo diera solares para la
construcción de viviendas a todos aquellos que los requería. Desde tiempo
inmemorial, la ciudad de Alcalá
De ahí que muchas zonas del Arrabal de Santo Domingo
se vieran afectadas por esta política municipal urbanística y su aspecto semiurbano anterior había
quedado definitivamente urbanizado con varios viales y la edificación de las viviendas en torno a
las calles del Postigo, Pie del Torre de
Pero, donde se amplió el espacio urbano fue en la
parte exterior de la muralla del barrio de Santo Domingo, lo que los anteriores
historiadores ponen claramente de manifiesto:
Por la zona de la puerta de Martín Ruiz, había
crecido mucho el barrio. Unos treinta años antes aquella parte era un muladar y en el momento a que nos referimos estaba muy
edificada, aún mucho más habitada, y construida
MOVIMIENTOS DEMOGRÁFICOS DE LOS SIGLO XVI Y XVII
Durante los
siglos XV y XVI, el barrio o cuartel de Santo Domingo y sus aledaños
tuvieron un amplio crecimiento demográfico gracias al asentamiento
poblacional de los elementos más activos
de la ciudad: artesanos, labradores, campesinos, personal de servicios y clase
bajas, lo que queda reflejado en el padrón de 1587, donde se registraban 141
vecinos en su barrio; pero el barrio de San Bartolomé albergaba 121 vecinos; y
en las Entrepuertas, Lagares y aledaños 114 ( todos ellos intensamente ligados
con el barrio de Santo Domingo). Teniendo en cuenta la casi equivalencia residencias entre e vecinos y vivienda, podemos concretar estos datos del anterior
padrón.
Hasta el siglo XVII, se mantuvo esta mentalidad de
frontera y se presentó ante
SU MURALLAS
.
Las murallas
jugaron un papel esencial para la
acotación y delimitación de este espacio
del Arrabal Viejo. Formaban la segunda muralla del recinto fortificado de
Castellanos
combatían / a Alcalá de Vençayde; moros bien la defendían por bondad del
alcalde. /Combatían a barreras/ bravamente a maravilla/ e posieron escaleras/
al arrabal de la villa. /A pesar del alcalde moro, / un escudero fue delante/,
Garí Jufre de Tanoro/ el fijo del almirante, / Por somo de las escalera, /
luego sobieron cristianos, /con grand braveza entera, / bien lidiavan castellanos. / E el arrabal
ganaron/ por gran torneo mesclado/ e los moros se encerraron/ en la villa sin
su grado”[6]/.
Entre los testimonios más antiguos acerca del
cerramiento urbano por medio de esta muralla del barrio de Santo Domingo de Alcalá
“E que dos lienços del muro de la villa
que estavan començados a canterar, que son del muro viejo de tiempo de los
moros”.
Un aspecto, a un paso entre lo urbano y lo
rústico, presentaba el arrabal en los
siglos anteriores a la conquista de Granada,
tal como se manifiesta en el acta de cabildo de 11 de marzo de 1492:
“En este
cabildo, acordaron los dichos señores prendar un libramiento de cincuenta
reales de las penas del queso de Juan de Burgos, obligado, para el cantero que roça las peñas de la entrada de la ciudad (…) acordaron los
dichos señores de faser suplicación al rey e la reyna, nuestros señores, les
den licencia para abrir dos puertas, una en la ciudad e otra en el arrabal,
para que la ciudad sea mejor servida”[7].
El espacio amurallado
se mantenía perfectamente delimitado,
con un pasillo interior adosado o
un anillo que nunca podía invadirse por las viviendas de los ocupantes del barrio y, como es
lógico, con un espacio exterior aprovechando los escarpados y elevándose cuando
las circunstancias lo requerían.
Pronto, debió ocuparse el pasillo o calle en torno a
la muralla con el adosamiento de viviendas.
Se hizo conforme se va perdiendo el sentido defensivo de la muralla por
la ausencia de enemigos exteriores. Por lo tanto, en siglos posteriores el
espacio de separación entre la muralla
de la fortaleza con respecto a las viviendas del Arrabal Viejo no estaba frecuentemente muy bien definido por algunas partes, porque
no era extraño que este alcanzara los
tejados cercanos o adosados a los pies
de las torres y muros:
“En este mismo ayuntamiento, presentó
una petición Alonso Martínez Casado, en la que se contiene que el concejo le
fisiese merced e diese lugar que atajar
e tipiar la entrada de la torre, que está a espaldas de su casa. E los dichos
señores, en concordia por sí y en lugar de los que allí no se hallaron por
estar en el Real, en servicio de sus altesas, e por quanto, por estar esento e
abierto , avía muchos daños e
yncovenientes para perjuysyo de la dicha torre,
porque la vasura que ally se fasya , estava tapado el caño e se entrava el agua a la torre, de lo qual
venía gran daño a la torre e se caería sy no fuese remediado. Sobre lo qual
mandaron los dichos señores que tapase aquella entrada e que la puerta de la
entrada por do se entrava el agua e
vasura la tapiase, e tuviese limpio el caño por do fuese fuera de los adarves,
e tapase la otra entrada de la torre nueva, e que cada e quando fuere
cumplidero, a la ciudad se destape(…)
acordaron los dicho señores que , para evitar los yncovenientes que se
recrecían de los juegos de naipes e ferraduras e otras cosas que se facýan
encima de la torre, asy los muchachos como otras personas, echando piedras e
otras cosas sobre las casas e tejados del arrabal, mandaron se cerrase por el
esquina de la ferrería a la esquina de
.
Por otra parte, en
1621 el erudito don Antonio de
Gamboa, alcaide y regidor perpetuo, escribió un documento sobre los orígenes de
Alcalá
“Para lo qual
les dio un ingenio y dos cabritas, machinas de guerra de aquel tiempo, y de
esta suerte sitiada y cercada la villa
del Castillo Locubín, venían seguros los bastimentos al exército y quanto quiera que la ciudad de
Alcalá, entonces llamada de Aben Çaide, así por la natural fortaleza del sitio
como por la fortaleça de sus murallas y torres que, para aquel tiempo, eran muy
gallardas, como oy se muestran, parescía inexpugnable, como lo era, y que avía
conservado la frontera por los moros tanto tiempo; estando tan cerca de Jaén y
Martos y Alcaudete y todo lo demás de Andalucía, que era de xristianos, y sólo
ella y su castillo de Locubín hacían reparo a la entrada de xristianos”.
Pero, este documento, si es importante por su fundamento
histórico, lo es más por haberse servido de las descripciones de los elementos
defensivos y de los barrios de la ciudad
fortificada en tiempos del autor del documento (el reinado de Felipe III) con los de la época anterior a la conquista. Por
eso, es un dato ineludible que, antes del reinado de Alfonso XI, el Arrabal
Viejo y la muralla circundante se encontraban en pie, como lo manifiestan estas
palabras:
“Por esta
causa insistía el rey don Alonso para
ganar fuerça tan importante y, así animando
a los suios, arrimando las escalas por lo bajo, que es la parte que oy está el
Rastro y la muralla más baja, aunque la defendieron valientemente. Como los xristianos estaban en presencia del Rey y victoriosos de la del Saldado acometieron a los moros de tal
suerte que, horaando por muchas partes la muralla, ganaron el arrabal
hasta donde oy está
Esta muralla fue
una de los lugares mejor descritos
a lo largo de la historia de Alcalá
:
“El qual,
como una vez con otros cavalleros hiziese una entrada llegando de noche a los
muros de Alcalá, en un adarve, que está devajo de la fortaleza, puso una escala
por la qual subió sólo sin otra compañía. Y, subido, saltó adentro, el andén del adarve, era poco
más alto y, por partes casi igual al suelo del dicho corral, a do halló un moro
que esta va con una manada[10]”.
Como muy bien manifiesta Carmen Juan, por la parte occidental “encerraba un pequeño barrio llamado el Adarve (luego del Rastro y
Matadero) y una liza lo carrera de
caballería y donde, a veces, entraban los enemigos en sus frecuentes ataques”.
No es de extrañar que, cercana a esta zona, estuvieran
los muladares de la ciudad, lo que
preocupaba mucho a las autoridades de la ciudad[11].
“Que se
saquen las inmundicias que se
echan en este sitio, en el sitio de
enfrente de la casa de Diego Ramírez en un muladar que allí está, que alinda
con el camino de San Bartolomé, porque el de
Dentro de una unidad urbanística superior, que se
encargaba de la defensa, seguridad
ciudad, abastecimiento popular y defensa militar, formaba parte del segundo de
los cuarteles o barrios de mediados del
siglo XVI, constituido por “Arrabal Viejo
y San Bartolomé, Cuesta del Cambrón
y
El Arrabal Viejo debió ofrecer, como señalan las
Ordenanzas Municipales de los años posteriores, un aspecto y ambiente asfixiante para los vecinos, que,
conforme se acercaban a la
fortaleza, vivían en calles
estrechas, y en casas completamente amontonadas, como si
quisieran trepar hacia la roca de la ciudad fortificada y, al mismo tiempo, se cobijaran en el seno de sus profundidades
cavernarias. Hasta muy avanzado el siglo XVI, el aspecto que circundaba la
muralla, quedaba establecido de acuerdo con un criterio defensivo que impedía
cualquier tipo de obstáculo para el tránsito de la milicia urbana en el caso de
un posible ataque y se encaminaba, al mismo tiempo, a presentar la mayor dificultad de tránsito
entre la muralla y la vivienda urbana, creando un espacio vacío de adarve o
anillo amurallado:
“Debía
mantener en buen estado los muros del recinto ciudadano, procurando tener
alejado de sus cercanías todo cuanto pudiera dañarlos, que, en definitiva, en
una población marcada por unas condiciones profundamente rurales, se reducían a
apartar el estiércol que sobre las murallas solían amontonar los vecinos,
evitar que se hiciese fosa o estancal en los lugares perjudiciales a las murallas, procurar el
mantenimiento de un notable espacio entre muros y casas de vecinos de diez
pasadas de ancho, y procurar que no hubiese brechas en el recinto murado, fuera
de su puerta o puertas que no finque
cosa alguna por donde quepa hombre”[12].
En su interior, las
ordenanzas nos recogen varias normas para mantener el orden, la
urbanidad y la disciplina urbanística, que nos
ilustran de su tipología de vivienda y diseño urbano. En primer lugar,
se daba una primordial importancia a los
edificios públicos (en este caso la iglesia de Santo Domingo, horno, Casa de
Mancebía, Alhóndiga., Pósito) y se obligaba a mantenerlos reparados juntamente
con otros elementos de uso público como puertas de acceso, calles, o
medianerías. En segundo lugar, este espacio urbano se nos presentaba como una importante unidad de concentración urbana dentro del recinto amurallado, en donde no se
permitía, antes de la conquista, ninguna construcción de viviendas fuera de su
reinito amurallado, tal como se manifiesta muy explícitamente en esta
ordenanza:
“los
hombres del pueblo que quieren hazer casas o fraguar algunas labores deben
fazer que sean todas dentro de la zerca de los muros e, fuera de los
muros, que sea merced del Rey e a su
mandamiento”[13]….
En tercer lugar,
su trama urbana se nos ofrece “encorsetada
y reducida”, en la que la higiene y seguridad física de las
viviendas se vigilaba en los papeles, pero, a la hora de la verdad, en muchos espacios no cabía sino un puzzle de viviendas en donde estas se entrecruzan,
estorban o se apoyan unas sobre otras.
La estrechez de sus calles obligaba a las autoridades municipales a
establecer un amplio espectro de normas urbanísticas con el fin de favorecer el tránsito de los
vecinos, animales y mercancías. Su
anchura se establecía desde la perspectiva aérea de la parte superior de la
casa, marcando dos tercios para cada una
de las viviendas, que conformaban las aceras, dejando el tercio restante para
la entrada de la luz y el aire de la calle. Así de claro y contundente es la
norma:
Otrosí
no debe ningún hombre sacar el ala de su texado más de cuanto comprendiere el ala de su texado el tercio de ella, e que
finque el otro tercio para el ala del otro texado, que es de otra parte, e que
finque el otro tercio en medio, para aire e por do entre la lumbre e por do
caigan las aguas, y el que aquesto pasare y más tomare para el ala del texado,
sino mándelo el alarife dicho fazer por mandado del alcalde”[14]
También era frecuente que se impidiera colocar
cualquier tipo de obstáculo físico para
el tránsito de la calles. Entre estos, el colocar los cobertizos y sarmenteras,
lo que impedía el paso, porque probablemente no sería extraño que se
colocaran en épocas anteriores a 1496,
sobre todo en el Arrabal Viejo, donde predominaba la vivienda rural frente a la
urbana.
En
algunas de las calles públicas e principales de esa dicha ciudad, algunas
personas tienen fechas en las delanteras de sus casas muchos cobertizos e
sarmenteras[15]
Como tampoco,
al principio se permitieras poyos adosados a las paredes de las casas junto a las
puertas, y, luego, se regularan:
Otrosí,
ningún hombre no debe de hazer poyo orilla de la pared y esto porque las
callejas no se angosten e que pasen los hombres en anchura, e si alguno esto
hiciere mándelo el alarife desfazer por mandado del alcalde[16].
En esta misma línea de defensa del
viandante, se señala la prohibición de elevar pasadizos de una casa a otra por
encima de la calle, a no ser que establezcan una altura por la que pueda pasar un hombre montado a
caballo:
Todo
hombre que haze sombreado e atraviesa la
calle e haze encubierta, débela hazer tan alta que pueda pasar por ella el
caballero con sus armas e que no le embarguen, e si más baxa la hiciere de
guisa que embargue el caballero con sus armas, debe el alarife mandillo
deshacer por mandado del alcalde”[17]
Su aspecto residencial, entre el siglo
XIV y principios del siglo XVI, se manifiesta claramente en estas dos
referencias, que corresponde a un momento en el que se intenta evadir la norma
de la ubicación de las tiendas en la fortaleza de la Mota[18] :
“…proveyó una
petición de miguel Sánchez Vasco sobre
la tienda de Santo Domingo que pedía licencia para vender, proveyó que se
guarden las ordenanzas(…) se acordó que cualquier fruto y pescados que viene se
pese en el Peso de
Por último, como señala el profesor Rodríguez Molina,
se establece como norma fundamental el parámetro de la intimidad que rige para
la buena convivencia entre las familias y viviendas, impidiendo las puertas
enfrentadas entre las casas de vecinos y
presentando una asimetría viaria:
“No debe
ninguno hazer puerta de su casa delante de la puerta de su vezino , si no
fuera a su grado de su vezino, ni a otro
en las tiendas, en las alhóndigas, ni en los baños no se deben hazer puertas
fronteras , ca es grande descubriçión, si no fuere a grado de dueños”[19]
EL ACCESO AL
BARRIO DE SANTO DOMINGO
En primer lugar, hay que partir del carácter militar
del barrio de Santo Domingo y su indefinición territorial interior en los primeros momentos de su desarrollo
urbanístico en tiempos de los
musulmanes. Sus murallas, cerradas a cal y canto, impedían cualquier intento de
penetración bélica al recinto de este Viejo Arrabal. Así, según los datos de las actas de cabildo
de 1492, tan sólo se permitía la entrada por una única puerta, y, esto dio
lugar a que, en tiempos del los Reyes Católicos y con la nueva
situación de conquista del reino nazarí y llegada de un largo y
definitivo proceso de paz, se diera
licencia en abrir la muralla por varios
lugares y aumentara[20] en
nuevos vanos. Por otra parte, por el
hecho de encontrarse el arrabal en una fortaleza que era flanco de continuos
ataques, en un se cuidó y se puso
dificultades para el acceso directo entre el propio barrio y la ciudad fortificada, y, además, con respecto al resto de vías que se
acercaban al castillo. En primer lugar, por lo escarpado del lugar se salvó artificialmente el acceso entre este barrio y la fortaleza, lo que se hacía a través del Cañuto, un camino cubierto que salía del Gabán hasta
la iglesia de Santo Domingo, hoy desparecido. También este espacio cubierto
se incardinó dentro de la muralla hasta llegar a través de varios O estas
dos referencias que aluden a una calle situada a su pie, tras
la caída del Gabán, con la compra: “de la casa de Alonso de Medina, para
ensanche del Gabán[21] y la calle que ha de
quedar al pie de la obra del Gabán, costo 300 ducados[22]. Según una
libranza de 1572, se observa que el
Cañuto la calle se componía de tramos
interiores y exteriores empedrados[23]:
“Descárguensele
e más dos e quatrocientos e ochenta y
dos mrs. que pagó a Diego de Marmolejo empedrador de setenta y tres tapias de
empedrado que hizo en la calle del Cañuto que desciende de
A este
barrio, su vez, se accedía
exteriormente desde los caminos de Granada o de Jaén, por varias puertas: las del Arrabal, la de Martín
Ruiz o del Cambrón, la de Granada y la
de Zayde. A esta última desembocaba una calle, como lo manifiesta el Discurso
de los Aranda “Desde el suelo bajo de la calle, que es do está la
puerta que dicen de Zaide, arrimada a la dicha torre(Nueva).”
Con la ampliación de los barrios adyacentes, la puerta del Rastro, la de
San Bartolomé y la de
Por consiguiente, la ubicación de las puertas definió el diseño urbanístico
posterior de este barrio, porque el
entramado vial arrancó de muchas de ellas o, al menos, reservan espacios
abiertos al barrio.
La mezquita, transformada posteriormente en iglesia
mudéjar y reedificada con estilo gótico y renacentista, ocupaba la parte
central de este barrio sobresaliendo del resto de los edificios. Junto a ella,
había varios edificios notables de la ciudad,
entre ellos un horno de la ciudad y algunas casas de personas nobles y religiosas, como lo describe este censo de mediados del siglo XVI
Varias calles distribuyeron un gran número de casas más modestas como correspondían a sus numerosos vecinos que las habitaron
intensamente, sobre todo, a partir
del siglo XVI. La tipología de casas
puede responder a los siguientes
modelos:
-una casa hidalga, con dos cuerpos. Se accedía al primero,
por una puerta abierta asimétrica
a la casa frontal de su calle, portal, patio castellano con pilares y
cobertizos y habitaciones para cocina,
salón bajo, caballeriza, huerto con pozo; el segundo, aprovechando los
desniveles del terreno que le serían de base
o una escalera artificial, se
accedía a los cuartos de dormitorio; excepcionalmente, un tercer cuerpo,
compuesto de pajar o una bodega subterránea. El padrón desaparecido de 1495 nos
proporciona el dato de que 24 vecinos hidalgos vivían en el Arrabal en contraposición de 81 de la ciudadela de la Mota[24].
-Casa, de un solo cuerpo, con bodega excavada en la
roca y miradores que se enlazaban con las partes superiores de la fortaleza o
un corral fuera de la muralla. . Sirva de referencia este contrato para
realizar una casa a Martín de Cea en la calle Cava en torno a 1620.
“Pedro Nuño se
obliga a hacer en la calle Cava un cuerpo de casa y corral a Martín de Cea, capitán[25]”
-Casa-cámara, para viudas, criados y personas pobres de solemnidad que
ocupaban los lugares más recónditos y
superpuestos entre las viviendas. Son frecuentes las referencias en libros de
censos y padrones y se adelantan a las
casas de vecinos de las poblaciones de vecinos.
Conforme avanza el tiempo, las casas reservan lugares para lagares,
telares, tundidores, tintes etc. Con el fin de
destinarse a estos fines, se
ven favorecidas por un l pozo que les
surte de agua doméstica, de elemento fundamental de higiene limpieza y de riego
básico para el pequeño huerto, lo que se
manifiesta en estas palabras del cronista Guardia Castellanos:
“Contrastando
con la aridez y sequedad dominantes en la meseta del cerro de
A través de los contratos de compraventa y mandas testamentarias de los documentos notariales, percibimos
en, dentro del Arrabal Viejo, el
encabalgamiento de una casa sobre otra y la ampliación de la vivienda a través
de la excavación del subsuelo y de la
roca que conformaban dos formas constructivas muy peligrosas para la
seguridad de los vecinos, pues provocaba caída de manzanas completas de
viviendas y de los fundamentos de
muros, así como la destrucción de la
trama viaria original estableciendo
diversas capas de trama urbana, a veces, confusas e indescifrables para las
investigaciones posteriores Con las
excavaciones y perforaciones de la roca del cerro, los vecinos consiguieron
formar bodegas dentro de las
cuevas de la roca, cárceles para esclavos, cámaras o viviendas infrahumanas para
criados, viudas y pobres de solemnidad, despensas, almacenes, pozos ciegos y de
agua y sótanos, hasta tal punto que las autoridades se veían obligados a
perseguir continuamente cualquier abuso
de infracción urbanística:
“Cualquier
home que quisiere cabar pozo o gabia o cárcel o sótano no debe fazer la caba
cerca de la pared ajena”[27].
El paisaje urbano se completaba con tinas, cuadras y
caballerizas en las casas de las familias más nobles, ocupando la parte baja;
en otros casos, gallineros para las familias humildes: en ambos casos
estableciendo la separación entre una casa y otra
SIGLO XVII. COMIENZA SU ABANDONO
A partir de
principios de siglo XVII, en la ciudad fortificada de
De
ello se hacen eco los miembros del
cabildo municipal de 25 de noviembre de 1586. Pues, se abre un informe para
abrir una carnicería en el Llanillo, aludiendo que la ciudad tiene 3.500
vecinos, gran trato y comercio y, por ello,
se debía dar ventaja a los de abajo, pues no subían el ganado al
matadero. Pronto surgió el debate perenne entre el mantenimiento de la ciudad
fortificada y el progreso de la nueva ciudad a las faldas de los dos cerros.
Varios
momentos marcaron los hitos históricos de la destrucción de
El segundo aviso, posterior a la anterior caída del Gabán, se constata en las
continuas peticiones a
“La ciudad
trató sobre el reparo de las torres e
murallas de esta ciudad, por ser frontera de costa y reino de Granada y tan
cercana a la mar, y una de las mayores
que hay en los reinos, por lo que Su Majestad y los señores Reyes, sus
antecesores, han tenido particular cuydado de mandar que las fortalezas, torres
y murallas della reedificarlas y se reparen siempre como conviene, y, para
ello, han hecho merced a esta
ciudad siempre de las penas de su Real Cámara, mediante la qual su merced
están y, más reparadas que otras
de otras ciudades , y ahora por las muchas aguas y tempestades de los años pasados , y, por aver faltado el
continuo reparo que se iva aciendo en ellas,
ay gran necesidad de que esto lo
vaya adelante, porque estaban aportilladas algunas murallas , y otras son las
murallas que amenazan ruyna por falta de
cimientos como son las murallas
que caen abajo del Rastro, y las
que continúan con
Otros nuevos
momentos importantes significaron y marcaron el hito de la historia
destructiva de esta muralla Aunque es verdad
que el primer momento correspondió al año 1581, lo que supuso la pérdida de su
acceso por la calle del Cañuto y el Gabán, así como la destrucción de dos
calles adosadas a la roca. A continuación, le siguió, en 1621, la caída de una gran parte del lienzo de
barbacana, que cerraba la fortaleza,
relacionada con las murallas y el Gabán. En 1622, algo parecido le sucedía al
arco de la puerta Nueva, a
Dos flancos van
a producir el deterioro del
barrio: las calles colindantes con la muralla del Gabán y las Carnicerías, y,
por otra parte, el flanco de muralla que daba al Rastro y lindaba con la calle
Cava.
Entre 1669 y 1670, el asunto se llevó al ayuntamiento en
varios cabildos que trataron acerca del
traslado de las Carnicerías Viejas de
Pero no puede ser una cita más explicita que la del
cabildo de 19 de junio de 1668, en el que se ordena que “ las murallas y torres de la cerca de ella están amenazando ruina y
alguna caída y, en particular, demás de ello, en el lienzo de
Carrera
El matadero, en 1689, ya es un edificio en ruinas, que solicitaba una
restauración, o, el traslado a otro lugar:
[1] AMAR. Acta de 22 de junio
de 1597.
[2] AAVV. Alcalá
[3] APSM Fecha de la memoria
25 de marzo de .1597.
[4] AMAR. Legajo 87. Pieza 1.
[5] GUERRERO LAFUENTE, Mª Dolores Y DE CASTRO MARTÍNEZ, Lorenzo
Evolución urbanística de Alcalá
[6] JUAN LOVERA, Carmen.
Colección Diplomática medieval de Alcalá
[7] TORO CEBALLOS, Francisco.
Colección Diplomática del Archivo Municipal.
Alcalá
[8] TORO CEBALLOS, Francisco.
Colección Diplomática del Archivo Municipal.
Alcalá
[9] MARTÍN ROSALES, Francisco.
Dos documentos para el estudio de la frontera de Alcalá
[10] MARTÍN ROSALES,
Francisco. Dos documentos para el estudio de la frontera de Alcalá
[11] AMAR. Acta de 18 de junio
de 1600.
[12] Ibíd. Tomo II. Pág. 17.
[13] AMAR. Ordenanzas municipales de Alcalá
[14] AMAR. Ordenanzas municipales de Alcalá
[15] AMAR.. Ordenanzas
municipales de Alcalá
[16] AMAR. Ordenanzas municipales de Alcalá
[17] AMAR. Ordenanzas municipales de Alcalá
[18] AMAR. Actas de cabildo de
9 y 23 de julio de .1529.
[19] AMAR. Ordenanzas municipales de Alcalá
[20] AMAR. Acta de cabildo de
11 de marzo y 30 de mayo de 1492.
[21]
AMAR.
Acta del cabildo de 18 de marzo de 1597.
[22] AMAR. Acta de 6 de
febrero de 1595.
[23] AMAR. Libro de cuentas de
1572. Libranza séptima.
[24] GUARDIA CASTELLANO, A.
Leyenda y notas para
[25] AHPJ. Legajo. 4902- Folio
438. 20 de noviembre de 1620.
[26] GUARDIA CASTELLANO, A. Leyenda y notas para
[27] AMAR. Ordenanzas municipales de Alcalá
[28] AMAR. Acta de cabildo de 9 de diciembre de 1605.
[29] AMAR . Acta de 8 de octubre
de 1669.
[30] AMAR. Acta de 1668.
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