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miércoles, 9 de julio de 2025

DESPARECE EL BARRIO DE SANTO DOMINGO DE SILOS

 

 

SIGLO XVII. COMIENZA SU ABANDONO

 


A  partir de principios de siglo XVII, en la ciudad fortificada de la Mota y sus barrios anexos, se observa un descenso poblacional  muy significativo  que se registra en los padrones, censos  y  diversas listas de reclutamiento o  de  imposiciones., Como consecuencia de esto, teniendo como precedente que, a finales del siglo XVI,  ya se inició también el paulatino abandono del Arrabal Viejo, todo este  proceso de declive de estos barrios  se culminó  a finales del  siglo  XVIII.

De ello se hacen eco los   miembros del cabildo municipal de 25 de noviembre de 1586. Pues, se abre un informe para abrir una carnicería en el Llanillo, aludiendo que la ciudad tiene 3.500 vecinos, gran trato y comercio  y,  por ello,  se debía dar ventaja a los de abajo, pues no subían el ganado al matadero. Pronto surgió el debate perenne entre el mantenimiento de  la ciudad  fortificada y el progreso de la nueva ciudad a las faldas de los dos  cerros.




Varios momentos marcaron los hitos históricos de la destrucción de la Mota y su Arrabal Viejo  El primer aviso correspondió a la ruina  de la parte meridional de la Plaza Alta en el año 1581, lo que supuso la pérdida de su acceso por la calle del  Cañuto  y el Gabán, así como la destrucción de dos calles adosadas a la roca del barrio de Santo Domingo A largo de  los años siguientes, son continuas los acuerdos y sesiones de cabildo referentes a la reconstrucción del Gabán. El segundo aviso, posterior a la  anterior caída del Gabán, se constata en las continuas peticiones a la  Corona para que prorrogasen la concesión de  parte de las penas de cámara con el fin de restaurar las murallas de este entorno. Claro testimonio es este acuerdo de 1605:

“La ciudad trató sobre el reparo de las torres  e murallas de esta ciudad, por ser frontera de costa y reino de Granada y tan cercana a la mar, y una de las mayores  que hay en los reinos, por lo que Su Majestad y los señores Reyes, sus antecesores, han tenido particular cuydado de mandar que las fortalezas, torres y murallas della reedificarlas y se reparen siempre como conviene, y, para ello, han hecho  merced a esta ciudad  siempre  de las penas de  su Real Cámara, mediante la qual  su merced   están y, más  reparadas que otras de otras ciudades , y ahora por las muchas aguas y tempestades  de los años pasados , y, por aver faltado el continuo reparo que se iva aciendo en ellas,  ay gran necesidad  de que esto lo vaya adelante, porque estaban aportilladas algunas murallas , y otras son las murallas  que amenazan ruyna por falta de cimientos  como son  las murallas  que caen abajo del  Rastro, y las que continúan  con la Puerta Nueva, que también se an desmantelado, y , cada día será mayor la ryuina , y ni más ni menos, las murallas que están desasidas de la Puerta de la Plaza, por todo lo qual  y por cumplir (…) se pide a S.M. prorrogar   la merced de las penas de cámara y se acomete al alcalde don Antonio López de Gamboa”[1].  

Otros nuevos  momentos importantes significaron y marcaron el hito de la historia destructiva de esta muralla  Aunque es verdad que el primer momento correspondió al año 1581, lo que supuso la pérdida de su acceso por la calle del  Cañuto  y el Gabán, así como la destrucción de dos calles adosadas a la roca. A continuación, le siguió, en 1621,  la caída de una gran parte del lienzo de barbacana, que cerraba  la fortaleza, relacionada con las murallas y el Gabán. En 1622, algo parecido le sucedía al arco de la puerta  Nueva, a  la Puerta de Martín Ruiz y al lienzo de muralla, que limitaba con la ermita de San Blas y las casas de Francisco Ramírez, que fueron reparadas, lo mismo que la Casa de la Justicia y la Audiencia que se celebraba en los soportales  bajo los corredores. Además, el abandono de los edificios públicos y religiosos ahondó la herida del abandono de estos barrios.

Dos flancos van  a producir  el deterioro del barrio: las calles colindantes con la muralla del Gabán y las Carnicerías, y, por otra parte, el flanco de muralla que daba al Rastro y lindaba con la calle Cava. 

Entre  1669  y 1670, el asunto se llevó al ayuntamiento en varios cabildos que  trataron acerca del traslado de las Carnicerías Viejas de la Mota y sobre  la construcción unas carnicerías nuevas en la parte llana de la ciudad[2]. A lo largo de las  propuestas de los regidores, se aportan datos muy curiosos sobre la Mota: mientras  unos solicitaban  que se pusiera en otro sitio, había  quienes  pensaban que una estuviera en la Mota y otra en el Llano. Aluden que, desde 1658,  se había  abandonado la Mota casi totalmente y se había perdido importancia militar de la fortaleza, a pesar de que, con ello, se habían ganados privilegios  (por ser inexpugnable castillo y sus murallas), y  el título de Muy Noble y Leal Ciudad, Deducen que se “acabaría destruyendo y se acabaría la Mota y barrios circundantes, si se bajaran las Carnicerías”. Y hay datos interesantes como “estando como están las Casas de la Justicia, tan ilustres y fuertes, y conseguir últimamente e la Cárcel muy sigura, y que le siguen los escritorios de escribanos públicos y, junto a ellos, los Corredores y Casas de Ayuntamiento, y la Iglesia Mayor, que todos son edificios suntuosísimos y  fuertes, con tal orden concierto dispuestos que causan envida a otras ciudades, y también se deven conservar las plaças, pescaderías, Casas Abaciales y no dar a lugar  a que se pierda por falta de comercio”. Pero, para  conocer la situación del Arrabal Viejo vienen muy bien estas palabras  y propuestas de Juan  Bautista Fernández de Valladolid y Antonio Mazuelos “...Cuando se hicieron las Carnicerías de la Mota , no había población en otra parte que en el arrabal de Santo Domingo(...) ahora la Mota y Santo Domingo están sin población , y solo ay  y el comercio desde mucho más abajo del dicho arrabal hasta el Llanillo, y, en tiempos antiguos, que se empezó a estender la población fuera de la dicha Mota hasta el Convento del Rosario, hubo facultad para que las tiendas de mercaderes y demás oficios se bajasen, lo que fuese conveniente para el común de los vecinos … las tiendas estaban fuera, a pesar de ordenanzas, por deterioro de los barrios circunvecinos, falta de agua,  y aspereza del lugar, no se puede ira al  trabajo por  deshoras…. .cuando se hicieron las carnicerías estaba la población en mota y barrio de Santo Domingo...el barrio de Santo Domingo que recogen dichos muros y fortaleza tenía diez habitadas y demás ruina y solares, toda la población en llano.. se haga nueva plaza..”[3].

Pero no puede ser una cita más explicita que la del cabildo de 19 de junio de 1668, en el que se ordena que “ las murallas y torres de la cerca de ella están amenazando ruina y alguna caída y, en particular, demás de ello, en el lienzo de la Muralla desde la puerta de Martín Ruiz hasta el Rastro han hecho y echan muchas cantidades de estiércol y tierra, lo que ocasiona más ruina, y que el paso de la Caserías y barrio de San Bartolomé y el Matadero lo han cerrado y  cegado.. Aluden que es necesario repararlo, para servicio de Su Majestad y por ser Muy Noble y Leal Ciudad.. El matadero, en 1689, ya es un edificio en ruinas, que solicitaba una restauración, o, el traslado a otro lugar:

        




 

SIGLO XVIII. CASI UN TERRENO DE PROPIOS

 

 

         En el siglo XVIII,  se producen dos  acontecimientos muy  significativos en el municipio  alcalaíno: por  un lado, se completa  la  ruralización de una  importante  parte de la población  de la ciudad de Alcalá la Real estableciéndose en los partidos  la nueva  ciudad de Alcalá la Real gracias a la ampliación  y  continuidad de los repartimientos reales  entre  las  clases más populares, y , por otra parte, prácticamente  la mayor parte de la población se extendió por completo entre los dos cerros, el de la Mota y los Llanos, donde se formó un rectángulo, atravesado por el Llanillo y la  calle Real, a las que convergen `perpendicular y paralelamente una serie de calles cardinales y decumanas. Como  consecuencia  de ambos movimientos de poblamiento,  estos barrios, de predominio campesino, fueron los primeros en sufrir las consecuencias y se vieron obligados a trasladarse a los nuevos núcleos rurales para asentarse en los nuevos poblamientos  que se ubicaban en terrenos de propios y eran concedidos  por el propio ayuntamiento, y, por ende, el recinto fortificado mostró un declive significativo, no apreciándose en este tiempo la continuidad ni la habitabilidad en el barrio de Santo Domingo, que sólo, mantenía en pie su iglesia y el lienzo meridional de la muralla, mientras gran parte del poblamiento de  la zona  oriental había desparecido en torno a la ermita de San Blas y la Puerta de Martín Ruiz. Como decíamos  anteriormente: “ Dentro de la fortaleza, se observa en el grabado de Piero María Balde en 1669 , el Arrabal Viejo  de Santo Domingo de Silos, con su iglesia y un barrio de trama musulmana comunicando por la alta con los majestuosos edificios del barrio de la Mota ,que sirven de tapial y segunda muralla  debido a su elevada altura que  alcanzaba los tres pisos en contraste de  las casas de l arrabal”.

         A consecuencia de todos estos movimientos, los antiguos solares abandonados-convertidos en  tierras de labor- comienzan a subastarse   y ser colonizados por nuevos labriegos siguiendo la línea de repartimiento establecida por Carlos III para favorecer a la agricultura  entre las clases menos privilegiadas.  Es verdad que los terrenos del Ruedo, el Barrero  y las Azacayas fueron los primeros  a los que les afectaron  estas medidas. Pero, en 1785, ya  aparece en el recudimiento de propios  una suerte pequeña referida a los terrenos en torno al Matadero Viejo, quedando el resto de solares  abandonados en propiedad de  la iglesia o de  particulares, porque  hasta 1823  tan sólo  se reparte este lugar entre los vecinos como bien municipal  de propios . A continuación, ya avanzado el siglo XIX,  le seguirán  los de la Peña Horadada, el  arrabal de San Sebastián, el de San Bartolomé, Santo Domingo y algunos huertos del Arrabal Nuevo. Sería muy extenso clasificar todos estos nuevos terrenos convertidos en suerte de labor en manos de sus respectivos particulares, pero  ejemplos de su nuevo panorama rural frente al anterior espacio urbano. En 1771, el administrador de la absentista Baltasara de Sotomayor incluía entre sus numerosas propiedades y bienes inmuebles, dos fanegas en Barrero,  cinco fanegas en el Prado de San Sebastián, una fanega en el Rastro,  otro celemín en el mismo sitio, otro en la Placeta que llaman de San Juan “que antes fue solar”[4] Curiosamente, este terreno se encontraba dentro de la fortaleza, como propiedad del ayuntamiento,  y, por este año,  ya se lo había hecho propio, porque en 18 de diciembre de 1652, se le dio licencia” para el adarmillo de la Puerta Nueva, que lindaba con Pedro de Medina, siempre por 20 años y  reservando la propiedad municipal.. Baltasar Serrano de Pineda, cinco fanegas en Peña Horadada y una en Carrera de San Bartolomé”.

La iglesia parroquial de Santo Domingo se abandonó y comenzó a ejercer sus sacramentos en  otras iglesias auxiliares,  principalmente en la iglesia de la Santa Veracruz y, tan sólo, se celebran algunos cultos esporádicos en dicho tempo, por lo que se abandona  el barrio juntamente con su fliligresía; en 1870, se culminó el traslado hacia la iglesia de Nuestra Señora de las Angustias. Tampoco se conservaban el barrio de San Bartolomé  ni el del Rastro; y el de san Francisco prácticamente sólo reflejaba el edificio del monasterio; la ermita de San Blas, adosada a la muralla, es otro de los barrios decadentes  de la ciudad que, por cierto, había sufrido un gran deterioro  a principios de siglo XVII con el derrumbamiento de la puerta de Martín Ruiz, gran parte de la muralla que lindaba con la ermita, incluso,  por el Gabán que ,ahuecado por distinta cuevas, se había derrumbado por completo”. Edificios  públicos como  el Matadero ya no ejercen las funciones  y servicios que en años anteriores, por que el  edificio convertido en solar  y la huerta del Matadero se han transformado en  bienes del caudal de Propios y  los vecinos sacrificaban las reses en sus propias casas del llano[5]. Prácticamente, se produjo el  abandono completo del Arrabal Viejo, junto con el de los arrabales de su alrededor[6]  . 9.12.1636. Acuerdo del cabildo:

“Don Andrés de Valenzuela y Mendoza, digo que es comprado y poseo una hazas y tierras en la parte del Cubillo y Puerta Nueva, que alinda con la muralla y camino y quisiera cercarla y porque junto a la dicha tierra está otro pedazo que se hizo muladar y está indecente y contra la forma y disposición que deben tener los sitios que están dentro de la ciudad y quedarse con mejor modo si cercase y se continuare la calle para sí se disponga, pido y suplico a S.S. me dé licencia para cercare con la dicha tierra que poseo e que alinda con ella que es de la ciudad que de ella no se sigue inconveniente alguna en la utilidad común y si me hará buena obra y para ello nombre comisarios .. (...) En cumplimiento de lo que la ciudad  cometió el día pasado a diez de noviembre de este año e visto la tierra que por esta petición se pide el sitio y disposición y parece que don Andrés de Baléensela tiene arado un pedazo de tierra que va desde el Camino o calle de la Peña Horadada a parar a la Puerta Nueva, tan solamente lo que dice Peña Horadada hasta el Cubillo arrimado hasta una peña sobre que se funda una torre a la muralla , contose continuamente la tierra que pide el dicho don Andrés de Torreblanca hasta una peña sobre la que se funda una torre antes de llegar a la Puerta Nueva, la cantidad de tierra de labor darán hasta doce celemines y son un rudadero a el parecer inútil tal que sin mostrar la ciega y berza  la dicha calle o tránsito que está empedrando , y si  a la parte alta se hiciese pared, que detenga la tierra siempre está limpia la dicha calle, ansimismo de la dicha Peña y muralla hasta la dicha Puerta Nueva deste sitio comptente, para que sirva de muladar de suerte que siendo hasta concesión que la ciudad haga precaria  y aunque se cargue el rodadero y queda la calle libre e paso libre parece  no tiene incoveniente y siendo servido le poder conceder mandando que se ponga estos autos en el libro de Ayuntamiento para que todo tiempo conste en esta fecha 20 de mayo de 1636. Juan Vázquez Mecía

La ciudad,  habiendo visto la dicha petición y decreto del señor Juan Vázquez Mexía, le hizo merced de dicha tierra al tiempo de la voluntad  la ciudad y que no adquiere más derechos que por el tiempo de la dicha voluntad y que se ha de poder quitar con causa o sin ella.

Tan sólo, la calle de las Escalerillas de Santo Domingo, la de la Cruz de Piedra, Cava, y Mazuelos albergan algunas casas con vecinos. Pero, cuando su despoblamiento se produjo de un modo más intenso fue en el siglo XIX.  Pues, partiendo de  la base documental de  distintos padrones municipales., a partir  de 1822, podemos resumir la situación del barrio de Santo Domingo y alrededores  con los siguientes datos:

-Con motivo del nombramiento de alcaldes de barrio, “ que celen y cuiden de los respectivos partidos que se les asignen”, esta zona se comprendía dentro del distrito cuarto y se componía de las calles siguientes:. San Blas, La Caba, Escalerillas, Pozuelo, Mazuelos, Mesones, Trinidad,  además de Luque, Llana, Rosario y Medrano[7]En 1832, podemos constatar el número de viviendas y la desaparición de la calle Mesones: San Blas ( 7 casas); Santo Domingo(4 casas) ; Caba (   7 casas) Y  Mazuelos( 5).  En 1833,  no hay variación, porque en Calle Pozuelo y San Blas,  12 vecinos; Escalererillas de Santo Domingo, . 5 casas  y 12 vecinos; Caba  6 casas y 14 vecinos; y Mazuelos,  5 casas.

Uno años después, en 1841, la despoblación es total:  San Blas, un vecino, Casas por encima de San Blas,8 casas; Iglesia de Santo Domingo, una;  Casa por encima de Santo Domingo,  uno; Cava, 16 vecinos;  calle Mazuelos,  4 y Hondiguilla,  8 vecinos.

Prácticamente, en los barrios colindantes ya no existe población;  y los edificios públicos y religiosos  son “un montón de ruinas cuyos materiales fueron vendidos  hace pocos años y transportados a la población”[8]. La mayoría de bienes inmuebles  fueron vendidos  a partir de finales del siglo XVIII y siglo XIX( desamortización de Godoy, Mendizábal y Madoz) y cayeron en manos de la burguesía alcalaína. Primero,  le tocó la suerte al paraje de San Bartolomé, que  se transformó en olivar, regentado por la familia Vigas, luego los solares  y ermita de san Blas, que cayó en el segundo decenio XX en manos de la familia Fernández Anchuela; finalmente el convento de las Monjas Trinitarias.

 Y, hasta muy avanzado el siglo XX,  el descenso de población y el poblamiento decae  profundamente  y, tan sólo, se mantuvieron varias casas en las Escalerillas y en  la calle de la Cruz de Piedra., incluso en  1901, la iglesia de San Blas mostró  los primeros síntomas de su ruina que se plasmaron definitivos en el segundo decenio de este siglo vendiendo sus enseres a la familia Fernández Anchuela. Pero la muralla y el barrio de Santo Domingo siempre prestaron una fisonomía  peculiar  a la ciudad de Alcalá la Real con sus restos de una urbanización medieval  y las huellas de  un asentamiento muy importante en el dinamismo de la nueva ciudad.

CONCLUSIONES


                                                                           

De acuerdo con las fuentes escritas, el  Arrabal Viejo fue un espacio urbano que se desarrolló a lo largo de la historia  de la ciudad de Alcalá la Real ofreciendo diversos paisajes:

-No está constatado asentamiento urbano en todo el cerramiento de la tercera mural  durante la época musulmana, sino más bien  un aspecto semirrrural con predominio de huertos, solarines y, tan sólo, utilización de la parte baja del cercamiento de la segunda muralla.

-A partir del siglo XVI, se desarrolla la urbanización completa de todo el barrio de Santo Domingo con varias calles y  nuevos accesos.

-El  cerramiento y la demarcación del barrio de Santo Domingo sufre una gran decadencia  desde el siglo XVIII que culmina a finales del siglo XX con la despoblación total y la transformación en eriales y terrenos cultivables, recuperada recientemente por el Ayuntamiento para la ubicación de un futuro parador.



[1] AMAR.  Acta de cabildo de 9 de diciembre de 1605.

[2] AMAR . Acta de  8 de octubre  de  1669.

[3] AMAR. Acta de 1668.

[4] AMAR.  Libro de repuestas  particulares de 1771.

[5] GUARDIA CASTELLANO, A. Leyenda y notas para la Historia de Alcalá la Real . Edición de F.Toro  1996. Pág. 372.

[6] AAVV. ALCALÁ LA REAL  “CIUDAD ABACIAL Y REAL”  Pág.  276 Y SS

 

[7] AMAR. Acta de ayuntamiento de 25 de enero de 1822.

[8] GUARDIA CASTELLANO, A. Leyenda y notas para la Historia de Alcalá la Real . Edición de F.Toro  1996. Pág. 218.

 

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