LA ALAMEDA
En
muchas ciudades española se encontraba en los ruedos de la ciudad una alameda o
un paraje de los álamos, que han pervivido por su nombre. Me viene a la memoria
la Alameda de Málaga, Sevilla o Jaén, o, la calle de los Álamos de Jaén o de
Granada. En Alcalá, se ha perdido la primera denominación que la hubo plantada;
y se conservan las calles y el paso con este nombre tras muchas vicisitudes y
denominaciones desde el nombre de Alcalá Zamora a Generalísimo Franco.
Pero este paraje no ha presentado el mismo aspecto ni el desarrollo urbano tal como hoy día nos la encontramos, en el que podemos distinguir varias fases: antes de la conquista de los Reyes Católicos, formaba parte del ruedo de la ciudad y, en su mayor parte, eran fincas de cereales y, en torno a unos arroyuelos, había zonas de arbolado; en tiempos de Carlos V y Felipe II, se transformó primero en un ejido-. lugar común para pastar el ganado-, lindando con tierras de particulares y con los caminos de la Fuente del Rey y de Granada (e dicho lugar pastaban ganado de la ciudad antes de ser inmolado en el matadero) posteriormente, se creó la Fuente Nueva, un lavadero, la puerta de los Arcos, y una Alameda, que comprendía principalmente el sitio actual Huerta de Capuchinos hasta el colegio Alonso de Alcalá, donde se ubicaba una ermita dedicada a María Magdalena.
Esta
alameda se plantó en torno a los años setenta del siglo XVI, tenía una calzada
central y varios canales de riego, y a su cargo había un guarda nombrado por el
cabildo municipal que cuidaba de los álamos, acequias y de las plantas. Ejemplo
de ello son estas palabras de los regidores del año 1597 También le
preocupó a la ciudad el reparo de la alameda, pues se hallaba casi
perdida, así como la calzada y sin agua en acequias, no se podía ir a pie ni a
caballo. De este tiempo, es la casilla de junto a la puerta de los Álamos
para caseta del guarda, que regaba la zona. Pues en
esta ciudad no tenía otra cosa de ella para paseo de recreación de
los vecinos. Era un lugar donde los vecinos solían ejercitarse en el manejo
de la caballería corriendo y domando caballos, haciendo simulaciones de
combates y juegos de cañas. Por otra parte, cuando se puso de moda el uso del
trabuquete y arcabuz en la guerra, como en el periodo de la guerra de las
Alpujarras, los milicianos solían estrenar haciendo la diana en unas paredes de
aquella zona, y le daban de premio al mejor arcabucero que consistía una
medalla con agnus dei de
oro.
En el siglo
XVII, se reservó una parte de aquella alameda para el
convento y huerta de los Capuchinos, lo que hoy día es el actual barrio y quedó
acotado en medio del ejido y rodeado de la alameda y los dos caminos. , A
partir de mediados del siglo XVIII, el parque recibió una nueva remodelación,
prácticamente que afectó a todo el recinto, a la manera del jardín
francés, distribuyéndose en diversos parterres y una calle central con una
fuente, así como se mantuvo parte de la alameda y se renovaron las plantas y
flores. De este tiempo y principios del siglo XIX, viene el nombre de Paseo
Público y el uso de una glorieta para las verbenas, amenizadas por las bandas
de las compañías que se alojaban en la ciudad. Hemos encontrado, tras la
desamortización de Mendizábal relatos curiosos de ser este recinto un lugar muy
propio y elegido al juego prohibido de naipes, perseguido por la Justicia,
sobre todo, en los días de fiestas, cuando acudían forasteros con puestos
ambulantes. El convento pasó a manos particulares y se transformó en varias
casas de vecinos. A finales del siglo XIX, sufrió una gran pérdida,
pues se destruyó la puerta de los Álamos.
En el
siglo XX, de nuevo, el convento se usó de casa señorial, fábrica de aceite y
casas de los mayordomos, y en el resto del recinto se llevaron a cabo varias
remodelaciones, una muy importante en tiempos de Benavides con la presencia
del maestro de obras Manuel de la Morena
en su ornato , y entre ellas, la última la pérdida de la alameda que rondaba la
entrada a la ciudad por los años sesenta y, así como la urbanización de la
Huerta de Capuchinos, primero levantándose un hotel,
posteriormente también destruido, dos días antes de la llegada de la
democracia, junto con algunas casas de
arte regionalista.
º En
los últimos decenios del siglo pasado y principios del siglo XXI se remodeló
el parque con un nuevo pavimento, templete de la música, Kioscos, rosaleda,
cipresal y albero, se ha recuperado como patrimonio municipal la iglesia de
Capuchinos y parte del convento, donde se han instalado servicios de
cultura como la biblioteca y el Aula Magna. Desgraciadamente, han desparecido
los centenarios álamos, pero se han hecho dos nuevos parques, el de Juan Carlos
I y el de la Constitución con artilugios para niños y nuevo arbolado con
nuevas especies.
El
barrio se ha extendido hacia el Parque Pablo de Rojas, donde se ha ubicado el
Centro de Día y en límite hacia la Magdalena. Tan solo de aquella alameda ha
quedado solo el nombre de sus álamos en las dos calles que rondan el paseo
homónimo. Pues del primer arreciado de su tierra, el segundo empedrado y al
último asfaltado se ha convertido en un adoquinado pavimento que invita más a
una escena de tiovivos que a una agradable conducción, y, desde luego, a
ponerse tapones en los oídos de los vecinos por la rugosidad de su
superficie.
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