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lunes, 18 de julio de 2016

CAPÍTULO EL 18 DE JULIO Y LOS PRIMEROS DÍAS DEL GOLPE MILITAR



Diferentes fueron las respuestas  ante el levantamiento sedicioso del 18 de julio en toda España, y lo mismo aconteció en la comarca alcalaína. Pues, su futuro se dilucidó, a lo largo de estos primeros días de este periodo bélico, entre el mantenimiento del status republicano o el apoyo al levantamiento militar  Hay que tener en cuenta que éste no triunfó en la provincia de Jaén, pero la cercanía con la capital de Granada le incidió significativamente por encontrarse en la frontera de las dos zonas de España enfrentadas, sin olvidar la provincia de Córdoba en la que el levantamiento triunfó rotundamente, salvo en algunos pueblos de la zona occidental, que mantuvieron la movilidad de la frontera hasta muy entrada la guerra. El escenario de los hechos ofreció varios paisajes y escenarios Mientras, en Granada, los acontecimientos se precipitaron desde la  desobediencia al general Campins, jefe de las guarniciones granadina por parte de los jefes, oficiales del Ejército, Guardia Civil, Seguridad y Asalto hasta el apoyo total al golpe de  Queipo de Llano que culminó con el asalto a Albaicín el día 24.; por su parte en Jaén, como dice Martínez Blande “ La indecisión inicial de los jefes de la Comandancia de la Guardia Civil, ocasionó que la capital jienense y toda la provincia se perdiera rápidamente para el Alzamiento. Una situación especial, singularísima, permitió luego un a modo de pacto entre los jefes más destacados de las fuerzas y los obedientes al Gobierno de Madrid, pacto que conduciría a la concentración de los guardias civiles, entre los días 5 y 18 de agosto, en Santuario de Santa María de la Cabeza”.  
Con este panorama interprovincial, en el entorno geográfico de Alcalá, no se reaccionó de una manera similar ni homogénea ante aquel acto que alarmó enormemente a la población. Mientras que el sur de la provincia de Córdoba- desde Montilla a Priego en la mayoría de los pueblos-, lindero con Alcalá la Real se había sumado al  golpe militar, los pueblos limítrofes con la parte occidental de la provincia de Jaén ofrecieron en los primeros momentos de la guerra un panorama inestable, donde se produjeron  conquistas, asedios y pérdidas de ciudades, muy rápidas y fácilmente cambiables entre los dos sectores: en concreto, en los pueblos más cercanos de  Priego  y Almedinilla, ambos pertenecientes a la provincia de Córdoba, el puesto de  la Guardia Civil y los alcaldes se inclinaron a favor del levantamiento; pero el panorama fue muy diferente en pueblos como Fuente Tojar,  Baena, Espejo o Castro del Río. En cambio los pueblos de Granada más cercanos a la localidad alcalaína, unos lo hicieron en contra del levantamiento, como lo hizo Montefrío, Loja e Iznalloz; sin embargo, otros como Pinos Puente y Moclín,  pronto cayeron en manos de las fuerzas militares de Granada.
Los pueblos de Jaén, en cambio, reaccionaron rápidamente a favor del gobierno republicano legalmente constituido. Dos años después el comisario y militar republicano Francisco Menoyo Baños, jefe de  Brigada 76 Mixta de Alcaudete comentaba en un periódico la derrota de los sediciosos y la explicaba con estos términos. “Y hablarán también en la historia aquellos campesinos andaluces de Alcalá la Real,  de Bujalance, de Motril, de Montefrío que con unos cuantos fusiles y escopetas de caza libraron desiguales combates contra los primeras fuerzas moras que hallaron en esta tierra (que siguen llamando de María Santísima)”[1].  
 En Alcalá, el alzamiento o golpe de estado del dieciocho de Julio de 1936 fracasó  lo mismo que en otras muchas ciudades de nuestro país. Coadyuvaron  a este hecho el triunfo de los republicanos en la capital jienense, el acatamiento inicial de la Guardia Civil a las directrices de la Comandancia de Jaén que ordenaba su concentración en la capital y el control de los elementos civiles, judiciales y militares (pocos) sediciosos por parte de las autoridades civiles locales  reforzadas con el apoyo de las masas.  Abundaban los  equipos de radio en tiendas, casas de  profesionales y labradores, ya que solía ser el instrumento más eficaz de  comunicación e información del gobierno con la población. Por este medio, la noticia del golpe se emitió a media mañana, con un carácter algo confuso que alarmó a todo tipo de militantes de  partidos y a gran parte de la población. Sin embargo, estos breves conatos no coincidieron con el golpe de estado, pues, en palabras del alcalde Francisco Hinojosa López declaraba  “el movimiento revolucionario estalló siendo alcalde de esta ciudad el declarante , sin que tomara ninguna medida el diez y ocho de julio de mil novecientos treinta y seis, pues no sabía nada aquel día”.
Por el anochecer, los miembros de sindicatos y partidos permanecieron atentos y expectantes  a expensas de las órdenes que transmitían las sedes provinciales de sus organizaciones y el Gobernador Civil de Jaén, que por estas fechas era Luís Rus Zurrón. Los dirigentes políticos locales  comenzaron a buscar todo tipo de armas, procuraron decretar la manera de apropiarse de ellas, y estudiaron las formas de equipar a la población para prevenirse de un posible acto de fuerza contra la Constitución. En sintonía con los cargos políticos,   lo mismo  hicieron muchos dirigentes de sindicatos y sociedades obreras. Sobre todo, la Sociedad Obreros Unión y Defensa de Alcalá la Real y  la dirección de CNT. que fue la primera en brindarse incondicionalmente al gobierno de Madrid.  Además, convocaron a los más directos y estrechos  colaboradores, relacionados familiar, amical o políticamente con ellos para hacer frente a la situación.
En torno a los más decididos militantes, constituyeron  varios grupos  o patrullas de personas  con todo tipo de  armamento e, incluso, casi artesanal. Pertenecientes a  los partidos, sociedades (principalmente la de Unión y Defensa) y sindicatos de izquierdas (Federación de Trabajadores de la Tierra y la de los Albañiles) planificaron el control de las entradas de Granada, Montefrío,  Priego, y Jaén.
La noche fue muy tensa, porque todos estaban alertados y estupefactos: Pronto se les comunicó a los dirigentes locales  la inminente llegada de miembros de las ejecutivas  provinciales para reorganizarse ante cualquier intento de adhesión al golpe. Desde  la capital de la provincia, el propio gobernador civil, días antes del golpe de estado, había ordenado al teniente de la Guardia Civil que requisara las armas de todos  aquellos propietarios y hacendados que  las tuvieran a su disposición y en uso. Pero, el teniente de la guardia civil  no llevó a cabo dicho efecto de una manera global, sino que se mantuvo en una situación preventiva ante las órdenes de sus superiores viéndolas venir. Tan sólo una pareja de la guardia civil detuvo al guardia local  Fermín Peña Matarín “El Moreno”, porque, durante aquella noche, había llevado armas y no tenía licencia. Tras conducirlo al cuartel, se le desarmó y  el teniente ordenó que se le pusiera en libertad.
Esta medida se mantuvo a lo largo de los días siguientes del golpe, y fue ejecutada por la policía local que retuvo varias armas, entre ellas, y en la misma mañana del día diecinueve,   las del registrador que tenía permiso del ministerio de Gobernación para portarlas. Estas armas sirvieron para armar a los milicianos en estos primeros días.  Por la noche todos los partidos (PSOE, PCE, y los republicanos, la Casa del Pueblo) se reunieron y se prepararon para hacer frente a la nueva situación esperando  órdenes inminentes  de sus órganos provinciales.
En la capital, superada la tensión del  día  anterior, donde algunos miembros de partidos de derechas  estaban preparados para sumarse al alzamiento,  se formó un comité provincial del Frente Popular, cuyo hombre fuerte fue el socialista y parlamentario Alejandro Peris Caruana[2]. Para hacer frente a los sediciosos, se valió de los dirigentes de la Casa del Pueblo, a los que nombró de tenientes,  para organizar brigadas de milicianos, que fueron armados con las armas del Campo de Tiro y Escuela Militar. Los dirigentes eran distinguidos con pistolas ametralladoras y los milicianos se servían de todo tipo de armamento (desde armas de fuego hasta de hoja). Pronto, en los primeros días,  Peris, como responsable militar del frente de Córdoba, dirigió las operaciones que iban desde la  frontera bélica de Granada hasta Córdoba. La labor más urgente, primero, recayó en el frente de  Montoro. Pues allí había triunfado el golpe faccioso y era un peligro para la provincia de Jaén. Peris convocó a todos los milicianos de la provincia que, días antes, se habían reunido en Villacarrillo con atuendo de camisas de azul claro y pañuelos rojos al cuello. Este mismo día 19 de julio todos ellos se reunieron en  Jaén procedentes de los pueblos del norte de la provincia como manifiesta el diario de La  Mañana.




[1] DEMOCRACIA. 18 de julio de 1938.
[2] CAÑONES Jesús.  La guerra civil en la provincia de Jaén. Códice. Trata de justificar que no fue el culpable de la guerra civil este parlamentario.

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