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sábado, 16 de julio de 2016

EL PERO. ARTÍCULO DE ALCALÁ INFORMACIÓN.



             Allá, por un primer sábado de los últimos años septembrinos, subí a ese rincón entrañable del patín de la iglesia del  barrio e San Juan. Preparaban la inauguración de su nuevo enlosado del templo y auguraba una tarde de  satisfacción colectiva. Mira por dónde me encuentro en el brocal negro  del pozo un pero colgado de una guita de pita ( para más inri) . No hacía sino darle vueltas que pintaba aquel fruto en medio de la blanca cal y el amarillento color de la piedra caliza, el contraste producía una sensación de esperpento a pesar de que eran momentos de la recolección de la manzana de los huertos y huertas de la Fuente del Rey y  podía estar relacionada con la ofrenda de aquella tarde. Es verdad que me lo ratificaba su etimología procedente de “pirus” pero, que femenizada se convirtió en pera. Y, en modo alguno podía corresponder a este significado, porgue parecía como si aquel pero quisiera convertirse en pelele o en la exhibición de un personaje castigado; en parte, me recordó las leyendas de las cabezas de los antiguos alcaides musulmanes que los adalidades cristianos colgaban en la Puerta de la Imagen de la Mota para ufanarse del éxito de su última algarada.
            Lo que rechacé de plano fue la interpretación de la palabra que se relaciona con Petrus, Pedro en español, y en castellano antiguo evolucionado a Pero. Allí no había más Pedro que uno de los  albañiles  que había levantado la solería del templo sanjuanero.
            No me quedó más remedio que relacionarla con el sintagma “ per hoc”  (por esto). Muy frecuente era este giro al concluir un racionamiento silogismo en la secuencia resolutoria. Y utilizado por los listos de turnos para imponer su criterio tras lanzar varias frases encadenadas mediante un sesudo raciocinio. Mas, no lo consideraba como conclusión o broche de oro de aquel sacristán afable, larguirucho y octogenario . Ni creía que el aquel servidor del barrio y del templo afinara tanto que se hubiera convertido en filólogo de la noche a la mañana en los cursos de recuperación veraniega que frecuentaban por aquellos años.
            No tuve más remedio que echar mano al diccionario etimológico. Y he ahí mi sorpresa.  Per hoc se utiliza como conector conclusivo para introducir la sentencia de la frase final. Sin embargo la palabra pero se deformó en su  sentido  original por la degradación del mal uso del lenguaje, a través de la artificiosidad de los hablantes. Se reutilizó para hipercaracterizar aún más una frase negativa en una intervención retórica. Díganoslo claro, para convertirnos en meros sofistas del lenguaje, para sacarle punta a lápiz, olvidando la obviedad final del premio al trabajo  bien hecho.  Inmediatamente, reconocí la sagacidad y la altura de miras de aquel cicerone de la cofradía de la Salud. Quería dar a entender que el pero era como el pararrayos que anunciaba lo que acontece a los miembros de una asociación “nunca llueve a gusto de todos”. En medio del consenso de la mayoría, se asiste a la presencia de los personajes que no dejaban títere por cabeza, levantan los castillos más altos o no dejar en pie ni al más pintado. Las nuevas tecnologías son un claro testimonio de una proliferación de cofrades de la hermandad del Pero por doquier y por cualquier fórmula. Basta para que una persona se siente contento por asistir a un acontecimiento colectivo, para que, de inmediato, salga del rincón maś recóndito uno que lanza obuses y bolaños más grandes que los de la fortaleza de la Mota. Los hay en los ámbitos local ( proliferan sus seguidores), en los medios de comunicación provincial y se encadenan con una mala uva, uno tras otro, en las pantallas de los twiter y facebock y otros mecanismos que recogen los entes televisivos. No sé si son víctimas de un  comportamiento sofista obligado por las circunstancias del teatro político, o víctima de unas malas entrañas, donde se encierran las negras asaduras del rencor, la envidia, el sarcasmo, el sadismo, la manipulación  y la deformación más profunda que caben en las vísceras humanas.
            Y lo malo de estos portadores de canastos de peros radica en que  no ofrecen el que se encuentra sano y sabroso  sino el podrido con el gusano de la maledicencia y el espíritu destructivo  hasta la inmensidad. Podría exponer muchos ejemplos de estos comportamientos en el ambiente de la Sierra Sur, de personas que no sólo colocan perennemente el pero, sino también en el espacio superior de nuestro país. Para que mentarlos, prefiero quedarme con la buena obra realizada, la alegría del buen acontecimiento o celebración y el disfrute colectivo de la empresa común. No debo citar a nadie, no vayan que me coloquen el pero y brocal. Y ahora me falta la sagacidad y la autodefensa de aquel sacristán y cicerone sin igual. 

            Y













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