Allá,
por un primer sábado de los últimos años septembrinos, subí a ese rincón
entrañable del patín de la iglesia del
barrio e San Juan. Preparaban la inauguración de su nuevo enlosado del
templo y auguraba una tarde de
satisfacción colectiva. Mira por dónde me encuentro en el brocal
negro del pozo un pero colgado de una
guita de pita ( para más inri) . No hacía sino darle vueltas que pintaba aquel
fruto en medio de la blanca cal y el amarillento color de la piedra caliza, el
contraste producía una sensación de esperpento a pesar de que eran momentos de
la recolección de la manzana de los huertos y huertas de la Fuente del Rey y podía estar relacionada con la ofrenda de
aquella tarde. Es verdad que me lo ratificaba su etimología procedente de
“pirus” pero, que femenizada se convirtió en pera. Y, en modo alguno podía
corresponder a este significado, porgue parecía como si aquel pero quisiera
convertirse en pelele o en la exhibición de un personaje castigado; en parte,
me recordó las leyendas de las cabezas de los antiguos alcaides musulmanes que
los adalidades cristianos colgaban en la Puerta de la Imagen de la Mota para ufanarse del éxito de su última
algarada.
Lo que rechacé de plano fue la interpretación de la palabra que se relaciona con
Petrus, Pedro en español, y en castellano antiguo evolucionado a Pero. Allí no
había más Pedro que uno de los
albañiles que había levantado la
solería del templo sanjuanero.
No
me quedó más remedio que relacionarla con el sintagma “ per hoc” (por esto). Muy frecuente era este giro al
concluir un racionamiento silogismo en la secuencia resolutoria. Y utilizado
por los listos de turnos para imponer su criterio tras lanzar varias frases
encadenadas mediante un sesudo raciocinio. Mas, no lo consideraba como
conclusión o broche de oro de aquel sacristán afable, larguirucho y octogenario
. Ni creía que el aquel servidor del barrio y del templo afinara tanto que se
hubiera convertido en filólogo de la noche a la mañana en los cursos de
recuperación veraniega que frecuentaban por aquellos años.
No
tuve más remedio que echar mano al diccionario etimológico. Y he ahí mi
sorpresa. Per hoc se utiliza como
conector conclusivo para introducir la sentencia de la frase final. Sin embargo
la palabra pero se deformó en su
sentido original por la
degradación del mal uso del lenguaje, a través de la artificiosidad de los
hablantes. Se reutilizó para hipercaracterizar aún más una frase negativa en
una intervención retórica. Díganoslo claro, para convertirnos en meros sofistas
del lenguaje, para sacarle punta a lápiz, olvidando la obviedad final del
premio al trabajo bien hecho. Inmediatamente, reconocí la sagacidad y la
altura de miras de aquel cicerone de la cofradía de la Salud. Quería dar a
entender que el pero era como el pararrayos que anunciaba lo que
acontece a los miembros de una asociación “nunca llueve a gusto de todos”.
En medio del consenso de la mayoría, se asiste a la presencia de los personajes
que no dejaban títere por cabeza, levantan los castillos más altos o no dejar
en pie ni al más pintado. Las nuevas tecnologías son un claro testimonio de una
proliferación de cofrades de la hermandad del Pero por doquier y por
cualquier fórmula. Basta para que una persona se siente contento por asistir a
un acontecimiento colectivo, para que, de inmediato, salga del rincón maś
recóndito uno que lanza obuses y bolaños más grandes que los de la fortaleza de
la Mota. Los
hay en los ámbitos local ( proliferan sus seguidores), en los medios de
comunicación provincial y se encadenan con una mala uva, uno tras otro, en las
pantallas de los twiter y facebock y otros mecanismos que recogen los entes
televisivos. No sé si son víctimas de un
comportamiento sofista obligado por las circunstancias del teatro
político, o víctima de unas malas entrañas, donde se encierran las negras
asaduras del rencor, la envidia, el sarcasmo, el sadismo, la manipulación y la deformación más profunda que caben en
las vísceras humanas.
Y
lo malo de estos portadores de canastos de peros radica en que no ofrecen el que se encuentra sano y
sabroso sino el podrido con el gusano de
la maledicencia y el espíritu destructivo
hasta la inmensidad. Podría exponer muchos ejemplos de estos
comportamientos en el ambiente de la Sierra Sur , de personas que no sólo colocan
perennemente el pero, sino también en el espacio superior de nuestro
país. Para que mentarlos, prefiero quedarme con la buena obra realizada, la
alegría del buen acontecimiento o celebración y el disfrute colectivo de la
empresa común. No debo citar a nadie, no vayan que me coloquen el pero y
brocal. Y ahora me falta la sagacidad y la autodefensa de aquel sacristán y
cicerone sin igual.
Y
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