ENTRE FERIAS Y FIESTAS
Entre ferias y fiestas se presentan los próximos
meses, en los que se intensifica cuantitativa y cualitativamente el calendario
festivo. Si existiera las antigua tabla municipal de fiestas, habría que
multiplicar los paneles de exhibición al público y ampliar los rincones de su
presencia, porque se inician los actos festivos con la feria de junio y, ni
siquiera, se acaba con la feria de septiembre, porque algunas aldeas prolongan
el disfrute del ocio con la festividad patronal de la Virgen del Rosario. El
vecino, por junio, se duerme con la noche de San Juan entre embrujos y brujas,
continua, en julio, con los días de
convivencia vecinal del Campero y Huerta de Capuchinos; en la segunda semana de
este mes, el festival de Etnosur hace retumbar el cielo alcalaíno con timbales
y chirimías folclóricas; y se cierra con la romería santanera que hace
rememorar su antiguo patronazgo. Y, en agosto, festivales y la Patrona de la ciudad. Y
como mimbre que zurce este itinerario del ocio las fiestas aldeanas: algunas
que mantienen la tradición como la
Coronada , San Roque o San Jerónimo; y otras desplazadas del
calendario cristiano que han trasladado sus encuentros a la época festiva como
en La Rábita
el día del Carmen.
A este calendario se
añaden varias muestras artísticas y la fiesta de la democracia, la cita
electoral. En cuanto las primeras, la exposición del certamen artesanal de
Unicaja dignifica el reconstruido convento trinitario con una muestra de alto
nivel artístico de las piezas exhibidas, en las que el hierro, el barro, y
otros materiales se modelan plásticamente y ofrecen muy buenos atrevimientos
formales; por otra parte, el antiguo templo convertido en Aula Magna, y, en
este caso, recinto expositivo, ofrece a los alcalaínos una muestra con motivo
del III centenario del Nacimiento de Carlos III. En este caso, se presenta como
una lección histórica de un periodo que permite contrastar el mundo de la
ciudad neoclásica con la actual y
constatar la incidencia de la política
del despotismo reformado en la ciudad de la Mota. Desde el poder
municipal hasta los reales( con los corregidores de los cursus honorum) y
religioso ( los abades ilustrados), se proyecta una ciudad que se racionalizó
urbanísticamente en sus ejes principales del Llanillo y calle Real, asentó en
el llano los principales edificios
públicos y religiosos, y modernizó la ciudad con espacios libres como el Paseo
Público, y nuevos edificios de corte del barroco clásico y neoclásico sirviendo
de ejemplo el Palacio Abacial, las Angustias y las casas hidalgas, pasando por
una reforma profunda en el término
municipal desde el punto de vista territorial y económico. No puede pasarse por
alto, el auge de la agricultura en detrimento de la ganadería con el repartimiento de más de diez
mal fanegas de tierras, dando lugar al definitivo asentamiento de los núcleos
rurales de las aldeas y a la propagación de nuevos productos importados como el
maíz en las hortalizas, y en secano el olivar de tiempos remotos que sustituirá con el tiempo al famoso viñedo
alcalaíno del torrontés y balad. No olvida la muestra con su perspectiva
generalista de la política real-interior y exterior- plasmada a través de las pragmáticas reales,
acuerdos de los libros de cabildos y documentos
de archivos. La huella artística recoge, sobre todo, el mundo de los pintores Melgar y Jiménez,
destacando la influencia de la Real Academia
de Bellas Artes promocionada por los borbones.
Pero, se ha introducido,
por estrambote más que por matute, una
nueva fiesta, la fiesta de la
democracia, esta cita electoral del 26 de junio, algo inédito en la joven
democracia española que hasta ahora había conseguido la alternancia de gobierno
regularmente desde 1977. Algo inédito, y a la vez provocado, porque se ha estado
luchando contra el bipartidismo y se consideró más conveniente un
polipartidismo táctico sin creer en la conformación de gobiernos de consenso.
Se mantuvo el sentido maquievélico de buenos y malos , sin ninguno tender la
mano y procurando echar el pulso a la propia sociedad, que pide cambios ,
consensos y colaboraciones interpartidistas. Y eso que siempre se aboga al
carácter festivo del día de los comicios y , en estos tiempos, a la oportunista
sonrisa del país. Es verdad que la sociedad española se distribuye en grandes
bloques generacionales que se han configurado a lo largo del espectro actual de
los votantes y ciudadanos, entre los diversos grados que disfrutan de la sociedad de bienestar: desde los que
presenciaron y vivieron los tiempos de la Dictadura con sus filias y fobias hasta los que
los desconocen y no tienen punto vivencial de agravios comparativos, y lo más
lejano a su experiencia civil es el gobierno de Felipe González, pasando por
los movimientos antisistema e indignados. Cuatro grupos, cuatro posturas,
cuatro enfoques...pero quedémonos con la fiesta cívica y el ejercicio del voto. Y
si sirve de criterio, que el bien común sea el faro de dilucidar las dudas. O
como suele decirse, tengamos la fiesta
en paz.
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