(Entre
obras, relatos y acontecimientos más importantes)
Mientras don Orencio fue
un hombre abierto a las inquietudes de la ciudad y del agrado de los vecinos,
el nombramiento del corregidor don Antonio Ruiz no fue del agrado de los alcalaínos. Pues era un hombre hosco y duro a
la hora de aplicar las órdenes de los franceses. No tenía mano izquierda con el
pueblo. Un ordeno y mando. Pues, pronto, se ganó las antipatías de la ciudad. A
pesar de ser caballero de la Real Cruz Militar de España, comandante de guerra
de España, y ser pariente de don Rodrigo Infantes, cura natural de Priego, pero
asentado en Alcalá, pues se había casado con su hermana María.
El pueblo sencillo y sus
gobernantes alcalaínos lo apodaron
pronto el “Corregidor Afrancesado” Una vez tomada la posesión de su cargo el 27
de marzo, comenzó organizar tres compañías de Guardias Nacionales para servicio
y seguridad de la ciudad.
Pocos eran los mozos que
quedaban en la ciudad. Pues, en el año anterior a esta invasión que llegó a
tierras alcalaínas, muchos jóvenes se habían alistado en el Regimiento de
Tiradores y de Artillería dentro del
Batallón del Ejército, formado por la Junta Suprema de Granada. No se podía exprimir más el jugo. En Alcalá,
no quedaba nadie. Hartos de imposiciones, en el mes anterior ya se habían
contabilizado 101.357 reales en
cifras, y obligados a subir casi
diariamente con los mulos de carga a las
obras de la Mota, estuvieron a punto de levantarse contra el corregidor. Pero, le salvó la llegada de
José Bonaparte el día 29 de marzo. Pues, como un relámpago, se prestó a cumplir
un programa de visita oficial
extraordinario, en el que se anunciaban medidas de gracias con motivo de la visita del monarca. En primer lugar,
durante los días anteriores se formaron varias
cuadrillas con sus correspondientes maestros, que procuraron arreglar
todos los malos pasos que había en el camino de ruedas desde Puerto López hasta
las Ventas de San Juan. Se apremió a los panaderos para que tuviesen
aprovisionado pan para la comitiva .En la noche anterior y por orden del rey José Bonaparte, el corregidor convocó a
los vecinos y organizó un cuerpo de Milicias Cívicas. Al día siguiente, junto
varios regidores acudió a la entrada de la Puerta de Villena, donde recibió la
amplia comitiva real, horas más tarde se trasladó a la sala cuadra del palacio Abacial , donde fue recibido por el
vicario. En ella, el rey recibió el saludo de los presente con el tradicional
besamanos y fue agasajado por todas las autoridades
eclesiásticas, civiles y judiciales de Alcalá la Real. Allí estaba todo el
cabildo eclesiástico formado por el vicario, notario eclesiástico, colector,
escribano, tenientes beneficiados y altos cargos de la abadía; el
corregidor y alcalde mayor, acompañado
de sus alguaciles, y los miembros del cabildo municipal con sus ministros,
escribanos y reyes de armas. En un momento de alocución, el rey anunció medidas
de indulto fiscal a la población. Después, se trasladó a las mansiones que le
habían preparado para pernoctar.
Al días siguiente, el pueblo entero acudió al Paseo Público de la ciudad, donde estaban
formadas las Compañías de Milicias
Cívicas de Alcalá la Real y acompañaban como cuerpo de guardia las tropas francesas
al rey . También estaban presentes en la primeras filas del protocolo el
Cabildo Municipal con el corregidor al frente. Se hizo un desfile ante Su
Majestad, aplaudido por los vecinos. A continuación el señor regidor don Felipe
Cano, se adelantó hacia el corregidor y
le solicitó que expresara en voz alta
las palabras que el monarca había expresado el día anterior. Y así dijo:
“Señores: Su Majestad del José Bonaparte ha
tenido la bondad perdonar a este vecindario todos los adeudos a la real
Hacienda hasta fines de 1909, con tal que se hallen en primeros contribuyentes”
Aquellos vecinos, aunque muy apesadumbrados por los
continuos impuestos y cargas, pero algo atónitos ante tanto parabién de su
supuesto intruso, alzaron en grito su vítores al monarca.
Hasta aquí, el relato de Guardia Castellano, basado
en las actas municipales. Pero, a continuación me lanzo a contestar un serie de
interrogaciones.¿Porqué fue recibido con tanto agasajo por el señor vicario o?
Lo comprendo por una respuesta posterior encontrada en el Diario de Granada en
la que no justificaba la postura del abad.. Segundo, ¿Cómo cambió el
pueblo tan pronto en su actitud contra
los invasores franceses? Pues pasaron de una guerra sin cuartel a un besamanos
solemne y clamoroso.
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