Dos conflictos
se recrudecen desde los años setenta de este siglo, el conflicto de la villa
del Castillo de Locubín y la separación de Loja y Alhama del corregimiento
alcalaíno. A esto había que añdir la crisis jornalera, provocada por las
intensas lluvias y nieves y propagación de la langosta en muchos campos
andaluces que en el año 1772 obligan a
una gran parte de la población a mendigar y a provocar situaciones cercanas a
la violencia para poder mantener la vida
de sus hijos y familia. Para ello, se tomarán
todas las medidas extraordinarias de abastecimiento de la ciudad y de
los servicios del abad cardenal
El año 1773
continua la escasez de trigo y el aumento del precio del pan, a pesar de las
medidas proteccionistas que imponía el cabildo alcalaíno con el control de
precios, abastecimiento por medio del Pósito y distribución y organización del reparto del pan. Todas estas medidas se
llevaban a cabo en favor de las clases más desfavorecidas que se veían
obligadas como en otros tiempos a comprar el pan fiado por falta de recursos y
en contra del fraude de los panaderos que se aprovechaban del bajo precio del
trigo para revenderlo a forasteros a mayor precio. No obstante, la situación
debió ser muy violenta, porque, a pesar de tener que adoptar medidas de una
racional y restrictiva distribución del pan por medio de la limitación de
tiendas, panaderos, abastecedores y 10 cuarteles ( ocho en el caso, uno para
forasteros, y otro para el campo), al final se hubo de unificar en uno sólo en
las Casas Capitulares por la violencia de los que hacían cola que daba lugar al
lanzamiento de pedradas a los repartidores del pan. Incluso en los primeros
días de mayo los vecinos tomaron el hornal de la Plaza y obligaron a a que la ciudad requiriera los
sevcios del corregidor para poner el orde. Una situación especial se produjo al
disminuir en gran cantidad las provisiones del trigo del Pósito que hubo que
acudir a la compra de 1000 fanegas a
particulares del caso y al gobierno eclesiástico y el Castillo ( 784 fanegas en el casco y 75
en el Castillo a un precio que exceía las 60 y 68 reales por fanega). A esto se añadieron
grandes tormentas por el mes de junioque lo hicieron muy escaso. Como gota que
colma el vaso de agua, aquel año diversos destacamentos de regimientos nacionales
debieron alojarse en las Casas de Cabildo, provocando un auténtico caos en las
casas de Cabildo. No obstante por el mes de mayo, se controla la situación , se
fijan dos puntos de venta cercanos al ayuntamiento uno para los labradores y
forasteros y otro para el resto del pueblo.
Este clima
continua los dos años siguientes contra
el corregidor Juan Pablo Salvador y el alcalde mayor Nicolás de Mella y los miembros del cabildo, que lleva, sobre todo, este último el tema a los tribunales e, incluso, se ejerce situaciones
de gran violencia entre ellos ante el autoritarismo del alcalde. Las nuevas
listas de reclutamiento, donde se quiere expurgar a muchos que se consideraban favorecidos por
privilegios es fruto de solicitar a la Chancillería una revisión del padrón de hidalgos.
Aunque el corregidor logra salvar la situación, sin embargo la ciudad habá
deteriorado mucho sus relaciones, debido a que no le pudo ofrecer una casa
digna, ya que la anteriormente alquilada
tuvo que abandonarse al morir el anterior corregido por la
enfermedad tísica y tuvo que alojarse en las casas del cabildo
que suponía una incomodidad para el ejercicio de la vida municipal. Además a
ello, se añadió un enfrentamiento con el personero por adoptar medidas sin
consulta del cabildo en el nuevo planeamiento del Paseo Público que fue aceptado posteriormente
po la ciudad atendiendo a razones de
ornato y de previsión racional de ampliación de la ciudad en las vías de
comunicación de entrada por Granada
desde los Arcos hasta la
Magdalena. Era un momento de resentimientos personales, que
manifiesta una sociedad en la que los que ocupaban cargos públicos,. Incluso de
elección, se aprovechaban de los cargo para ocupar tierras comunales como el
personero Antonio de Moya en la invasión de abrevadero de animales en las Peñuelas.
La ciudad, por
estos años, recupera muchos lugares arruinados y adecenta algunas zonas como el
Paseo de Capuchinos que se traza a cartabón desde los Arcos hasta la Magdalena , un nueva torre se coloca en Consolación, obra de
Martín Espinosa, se amplían las zonas
linderas con la fuente de Marí Ramos y Álamos y cuartel de los Arcos. La
iglesia de las Angustias se construye en
su mayor parte. Las medidas de embellecimiento se aplicaron a la vida de la
ciudad con el derrumbe de las casas abandonadas, la reconstrucción de edificios
y adorno de fachadas , siempre que contaran con la licencia municipal, Por eso,
no es de extrañar que en el año 1784 el propio regidor Pedro de Lastres pidiera permiso apara la instalación de un
testero o lienzo con la imagen de la Santísima Trinidad
en sus casas cercanas a las casas de Cabildo. Este motivo iconográfico tuvo una
escultura en la propia calle Real con motivo de la misión espiritual del Padre
Diego de Cádiz.
La ciudad
inicia un plan forestal que obligaba a la plantación de cinco pies por vecinos.
En Alcalá, el plan se inició en la alameda de los Capuchinos, prologándose hasta
la ermita de la
Magdalena- cosa que tuvo
muchas vicisitudes y finalizó en el 1785. Otro punto, en donde hubo una
gran reforestación fue en el coto y en la Dehesa de los Caballos, la actual Dehesilla, en
este caso de otra variante cual es la moreda. Este plan chocaba con la
ganadería, que defiende la ciudad impidiendo la reforestación en los
abrevaderos, caminos y descansaderos. Lo mismo sucedía con la nueva roturación
que se produjo por estos años en Mures, la ribera y Sierra san Pedro.
Una obra
importante en la ciudad se lleva a cabo con la reforma de todo el sistema de
abastecimiento con una cañería que surtía a las fuentes de la Mora , Álamos, Utrilla, Pilar
de las Tórtolas, Plaza y Utrilla. A esto hay que añadir que los caminos y
calles de la ciudad experimentaron una reforma importante, para lo que hubo que
emprender nuevas fuentes de financiación, que
demuestran un intento de racionalización y saneamiento de las arcas
municipales. Así en el año 1781, los caminos del Levante, Granada, Málaga y Madrid se
cubrieron con arbitrios de subastas de servicios básicos como la carnicería,
nuevas roturaciones de tierras en Mures o las ilícitamente usurpadas, nuevas
elevaciones de los impuestos del aguardiente, e , incluso con fiestas públicas
de toros . También se inaugura el pago en licencia de casas, solares y huertos
en las aldeas y el casco.
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