EN EL CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE CARLOS III
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En la exposición con Huerta de Capuchinos, Fotos de Francisco García Pérez (pacomures) |
La parte primera del cuerpo de la iglesia se inicia con una vitrina de la
Fundación Toral y Soler, en la que se recogen
documentos y cartas de eruditos y de la época destacando una de Samaniego, otra de Ponz y el libro de Fray
Domingo de la Trinidad
dedicado al abad Mendoza y Gatica. El centro de esta sección se ilustra, por medio de varias vitrinas, donde se encuentran los
documentos, libros de autores de la Ilustración
y libros manuscritos de cabildo, presentando en sus portadas bellos escudos y los correspondientes
libretos impresos de diversas pragmáticas como la de los gitanos, repoblación
forestal o ganadería. En las paredes de los muros que cierran el espacio
constructivo, cartelas ocupando los huecos de las antiguas capillas dedicados a diversos aspectos del
reinado y enfocados desde el estudio general hasta
descender a lo local con datos interesantes: la población (curiosamente, la
ciudad de Alcalá tenía 11.280 habitantes, que se repartían de la siguiente
manera : 5.559 mujeres y 5721 hombres, cuyo padrón, comenzó a realizarse el 28
de agosto de 1786 y finalizó el uno de julio de 1787 dentro del definitivo
asentamiento administrativo, social y económico de muchas aldeas y el
nacimiento de los ministros de justicia
como los primeros alcaldes pedáneos); la política exterior, desde el tiempo de
su reinado en Nápoles hasta el descubrimiento de las islas de Polinesia; urbanismo
y arquitectura, destacando los edificios de su tiempo ( iglesia de las Angustias,
Torre de Consolación, Pósito y Matadero
Nuevo, el Palacio Abacial, la ermitas de Ribera Alta, San Isidro, ....y el Pósito
del Castillo de Locubín. Y algunos edificios, con fachada de piedra de cantería como de los Masones del Llanillo, la de
Utrilla en calle las Monjas o la del Cura en la calle Veracruz) y concentrando
la mirada en la huella del arquitecto de la
la época Antonio Martín Espinosa de los Montero; la agricultura ,
incidiendo en el repartimiento de las tierras comunales, entre los vecinos de
la ciudad y el campo, tendiendo a otorgarlos a los más cercanos a su vecindad y
entre los labradores, yunteros, pegujareros y jornaleros, y dejando reservados
pocos terrenos para el resto de los oficios, lo que supuso una cantidad de once
mil ciento catorce fanegas y siete celemines
e ilustrada con un plano del repartimiento de las tierras de Mures; la
sección del plan forestal que obligaba a la plantación de cinco pies por
vecinos; la reserva ganadera en las dehesas del término municipal; el fomento del olivar que, en
años anteriores, sólo se plantaba por la zona del Castillo de
Locubín, y, a partir de este reinado,
promovido por los mayores hacendados, comienza a extenderse al roturar
las zonas de monte de sus cortijos en detrimento de la ganadería de la comarca
y con el acotamiento de la zona; no se olvidan otros aspectos como el despotismo ilustrado, la cultura, la
religiosidad o el nacimiento de la banca de San Carlos, y la compra de acciones
por el ayuntamiento alcalaíno.
La exposición no sólo
invitar a reflexionar en un periodo que cambió muchos aspectos de la vida de
los alcalaínos, sobre todo, en el definitivo
predominio de la agricultura sobre la ganadería y en el asentamiento poblacional
de los nuevos núcleos rurales a lo largo del terreno municipal. También, motiva
a emprender un paseo por la ciudad, donde se comprueba la huella de este
reinado en la ruta carolina a caballo de finales del barroco y del neoclásico a
través de las calles de Alcalá. Pues partiendo del Paseo con su jardín versallesco y la fuente del Remgio del
Mármol, se sigue por Palacio Abacial incidiendo en las medidas de
racionalización urbanística de los ejes del Llanillo y calle Real, por las
casas de los Masones, y la de las Lanas
en la calle Utrilla, se recuerda el desaparecido Tesillo y la calle del Pintor Melgar y, tras
detenerse en la casas de Fausto Fernández
de Moya, se llega a la iglesia de
Consolación y se explican la
Torre y su relación con el Juego de la Pelota y los retablos
neoclásicos. Si uno tiene fuerzas, se dirige a la iglesia de las Angustias, la
casa de Tapia y se sube a la casa del
Cura en la calle Veracruz, y, llaneando por Martínez Montañés y Oteros, se acaba en el Pósito de la calle Mesa. Punto
final y enseñanza de un reinado, que
dejó su huella urbanística y socioecónomica en la vida de la ciudad de la Mota. Eran los tiempos
de “ todo por el pueblo, pero sin el
pueblo”; ahora corren tiempos
democráticos, en los que sin duda es ineludible el sintagma “con el pueblo”,
falta en estos momentos echarse a andar para facilitar lo que nunca se puede
olvidar “por el pueblo” ( ojo, teniendo en cuenta que el pueblo somos todos, y
no ningún sector que se apropie indebidamente de la
palabra ).
En la exposición con Huerta de Capuchinos, fotos de Francisco García Pérez (pacomures) |
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