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sábado, 2 de julio de 2016


EN EL CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE CARLOS III

En la exposición con Huerta de Capuchinos,
Fotos de Francisco García Pérez  (pacomures)
Los aniversarios de los acontecimientos o personajes ilustres invitan al acercamiento de un tiempo y de un modo de sociedad anteriores, que sirve de punto de partida para reflexionar sobre el presente, comparar culturas diferentes  y constatar la huella  reflejada en el contexto socioeconómico. Varias conmemoraciones importantes para la historia de España se han celebrado desde principio del año actual:  V Centenario de la llegada del emperador Carlos I a España, IV Centenario de la muerte de Cervantes y III Centenario del Nacimiento de Carlos III. El primero se ha conmemorado con un congreso dedicado a este personaje con la presencia de ilustres estudiosos de su obra; el segundo  se  ha hecho realidad en el mundo escolar; y el tercero se celebra por estos días con una exposición en el Aula Magna o antiguo templo de Capuchinos. Gracias a la delegación de Cultura del ayuntamiento alcalaíno, la obra y figura del rey Carlos III  se han hecho presentes en la sociedad alcalaína mediante una lección de historia expositiva. Atrayente y didáctica es esta muestra, que introduce al visitante  mediante la  lámina de entrada situada a los pies de la iglesia,  y referente al centenario carolino, con la medalla reproducida en el vinilo. Cercana a ella se encuentra la cartela del poder local, que se centra en los regidores, jurados, alcaides como fuerza privilegiada de los hidalgos, los diputados del común y personeros y el nacimiento de los alcaldes ordinarios o ministros de la justicia que dieron lugar a los alcaldes pedáneos de las aldeas. De allí, hay que bajar  al antiguo presbiterio , donde un cuadro del pintor local Melgar preside la exposición, y muestra la reutilización de los cuadros reales  en sus proclamaciones ( en este caso, el cuadro de Carlos III fue empleado en tiempos de Fernando VIi y confundido por el restaurador por Fernando VI y  averiguado por el primer corregidor de Carlos III Juan Pérez de Vargas). Comparten este espacio  la biografía del rey y las cartelas del poder abacial y real con el mundo de los abades y corregidores.

La parte primera  del  cuerpo de la iglesia  se inicia con una vitrina de la  Fundación Toral y Soler, en la que se recogen documentos y cartas de eruditos y de la época destacando una  de Samaniego, otra de Ponz y el libro de Fray Domingo de la Trinidad dedicado al abad Mendoza y Gatica. El centro de esta sección  se ilustra, por medio de  varias vitrinas, donde se encuentran los documentos, libros de autores de la Ilustración  y libros manuscritos de cabildo, presentando en sus portadas bellos  escudos y los correspondientes libretos impresos de diversas pragmáticas como la de los gitanos, repoblación forestal o ganadería. En las paredes de los muros que cierran el espacio constructivo, cartelas ocupando los huecos de las antiguas  capillas dedicados a diversos aspectos del reinado  y  enfocados desde el estudio general hasta descender a lo local con datos interesantes: la población (curiosamente, la ciudad de Alcalá tenía 11.280 habitantes, que se repartían de la siguiente manera : 5.559 mujeres y 5721 hombres, cuyo padrón, comenzó a realizarse el 28 de agosto de 1786 y finalizó el uno de julio de 1787 dentro del definitivo asentamiento administrativo, social y económico de muchas aldeas y el nacimiento de los  ministros de justicia como los primeros alcaldes pedáneos); la política exterior, desde el tiempo de su reinado en Nápoles hasta el descubrimiento de las islas de Polinesia; urbanismo y arquitectura, destacando los edificios de su tiempo ( iglesia de las  Angustias, Torre de Consolación, Pósito  y Matadero Nuevo, el Palacio Abacial, la ermitas de Ribera Alta, San Isidro, ....y el Pósito del Castillo de Locubín. Y algunos edificios, con fachada de piedra de cantería  como de los Masones del Llanillo, la de Utrilla en calle las Monjas o la del Cura en la calle Veracruz) y concentrando la mirada en la huella del arquitecto de la la época Antonio Martín Espinosa de los Montero; la agricultura , incidiendo en el repartimiento de las tierras comunales, entre los vecinos de la ciudad y el campo, tendiendo a otorgarlos a los más cercanos a su vecindad y entre los labradores, yunteros, pegujareros y jornaleros, y dejando reservados pocos terrenos para el resto de los oficios, lo que supuso una cantidad de once mil ciento catorce fanegas y siete celemines  e ilustrada con un plano del repartimiento de las tierras de Mures; la sección del plan forestal que obligaba a la plantación de cinco pies por vecinos; la reserva ganadera en las dehesas del término municipal;  el fomento del olivar que,  en  años anteriores,  sólo  se plantaba por la zona del Castillo de Locubín, y, a partir de este reinado,  promovido por los mayores hacendados, comienza a extenderse al roturar las zonas de monte de sus cortijos en detrimento de la ganadería de la comarca y con el acotamiento de la zona; no se olvidan otros aspectos como  el despotismo ilustrado, la cultura, la religiosidad o el nacimiento de la banca de San Carlos, y la compra de acciones por el ayuntamiento alcalaíno.

            La exposición no sólo invitar a reflexionar en un periodo que cambió muchos aspectos de la vida de los alcalaínos, sobre todo, en el definitivo  predominio de la agricultura sobre la ganadería y en el asentamiento poblacional de los nuevos núcleos rurales a lo largo del terreno municipal. También, motiva a emprender un paseo por la ciudad, donde se comprueba la huella de este reinado en la ruta carolina a caballo de finales del barroco y del neoclásico a través de las calles de Alcalá. Pues partiendo del Paseo con su  jardín versallesco y la fuente del Remgio del Mármol, se sigue por Palacio Abacial incidiendo en las medidas de racionalización urbanística de los ejes del Llanillo y calle Real, por las casas de los Masones, y la de las Lanas  en la calle Utrilla, se recuerda el desaparecido  Tesillo y la calle del Pintor Melgar y, tras detenerse en la casas  de Fausto Fernández de Moya, se llega  a la iglesia de Consolación y se explican la Torre y su relación con el Juego de la Pelota y los retablos neoclásicos. Si uno tiene fuerzas, se dirige a la iglesia de las Angustias, la casa de Tapia y  se sube a la casa del Cura en la calle Veracruz, y, llaneando por Martínez Montañés y Oteros,  se acaba en el Pósito de la calle Mesa. Punto final  y enseñanza de un reinado, que dejó su huella urbanística y socioecónomica en la vida de la ciudad de la Mota. Eran los tiempos de “ todo  por el pueblo, pero sin el pueblo”; ahora  corren tiempos democráticos, en los que sin duda es ineludible el sintagma “con el pueblo”, falta en estos momentos echarse a andar para facilitar lo que nunca se puede olvidar “por el pueblo” ( ojo, teniendo en cuenta que el pueblo somos todos, y no  ningún  sector que se apropie indebidamente de la palabra ).

En la exposición con Huerta de Capuchinos, fotos de Francisco García Pérez  (pacomures)


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