En Alcalá la Real
no se introdujo el cante de la saeta con
la Hermandad
del Santísimo Cristo de la Salud ,
porque ya era larga y profunda la tradición saetera, enraizada en la procesión
matuntina de Jesús Nazareno en el Viernes Santo, donde surtió de una amplia
temática por la variedad de pasos y representaciones de la Pasión de Jesús: además los
pregones fueron unos precedentes, muy importantes en el desarrollo de este
canto semanasantero.
Abundan por estos tiempos un tipo de saeta que se caracterizaba por
narrar la pasión en forma poética. Sus textos
nos describen perfectamente el momento final de la muerte de Jesús y
muchas personas como Patro Vega cantaban en su casa una saeta que se acercaba muchísimo, sino en
la forma, sí en el contenido, a la cuartelera de Puente Genil:
Cuando Jesús expiró
la tierra terrible se veía,
y los judios atribulados,
el uno al otro decía:
-El fin del mundo ha llegado.
¡ Qué triste estaba María,
contemplando a Jesús
en el monte del Calvario.
viendo a su Hijo ante la
Cruz !
De la cruz lo desclavaron
y en tus brazos lo pusieron
al hijo de tus entrañas
que tanto daño lo hicieron.
Incluso, San Juan Bautista es una figura que, en los primeros años,
ofrecía unas caracterísiticas muy cofradieras y así de los primeros años de la
saetas, pertenece la siguiente:
En el río de San Juan
bautizaron al Señor,
San Juan con la caracola
agua bendita le echó.
A todo esto hay que añadir que, cuando la saeta se inicia en
Andalucía, nuestro paso no hacía estación de penitencia. No obstante, esta
saeta recoge el momento de nuestro paso en la Crucifixión , marcada
por una clara influencia de nuestros pregones:
Viendo a Jesús muerto,
un atrevido soldado
cogió la lanza y abierto
el santísimo costado.
Tampoco, en los primeros tiempos del renacimiento de nuestra Semana
de Pasíón, allá por los años 1949, hubo cantaores de saetas en la hermandad,
sino que, cuando, a finales de los años cincuenta, se comenzaron a cantar
saetas al Cristo de la Salud
hubo de contratarlos. Sin embargo, la afición al mundo flamenco entre los
miembros de la hermandad impulsó a que estuviera presente en la tarde del
Viernes Santo con la llegada de cantaores como Paco de Montefrío, el Niño
Martos o Vadillo. De este momento es la siguiente saeta:
Viva la Semana
Santa ,
Viva el pueblo de Alcalá,
y sus hermanos mayores
que la hicieron relumbrar.
O esta otra que se adapta a cualquier paso que contratara al cantaor:
Cristo de la Salud ,
¿quién es tu hermano mayor?
que tan bonito te tiene
que reluces como el sol.
Ya, en los años ochenta, con el renacer de la Semana Santa ,
aficionados y personas de honda
tradición cofrade, comenzaron a cantar al Cristo de la Salud. Desde el
rincón de la placeta de San Juan hasta el alero volado del Casino, pasando por
los balcones más típicos de la calle Veracruz o por el sitio más recoleto, e,
incluso, en la propia iglesia, al final o principio de los cultos, hermanos
como José Vega Fuentes o Juan Vega Vega cantaron al Cristo de la Salud. A estos, algunas
veces, se añadió la voz de Pilar Gálvez, esa gran saetera alcalaína, que le
cantó alguna que otra saeta desde el balcón
de la calle Veracruz:
Con clavos desgarradores
estás clavado en la cruz
por nosotros,pecadores,
¡Ay, Cristo de la
Salud !
o esta otra de
hondo lirismo que dice:
los clavitos a Jesús,
y, después, lo bajaría
en mis brazos de la cruz,
para dárselos a María.
Catalina Matas Cortés ha sido
una de las más prolíficas cantaoras de saetas alcalaínas y, siempre, suele
acudir al patín de San Juan y cantarle ya con temas actuales como éste:
Gracias te doy, Cristo de la Salud ,
por la lluvia que nos has echado,
porque tu Padre mío
a España has remediado.
Aunque algunos, Dios mío,
hayan tenido que morir,
pero, tu sabes, Cristo mío,
que sin agua no se puede vivir.
Un cantaor extremeño, afincado en nuestra tierra, Pascual Ávila le
cantó desde el público esta saeta en la
calle Veracruz:
Qué bonito vas bajando
por la calle Veracruz,
con tu cuerpo ensangrentado,
¡Ay, Cristo de la
Salud !.
A todas estas hay que añadir
Angeles Pérez Anguita. Y, más recientemente, desde su balcón del
Llanillo, José Sánchez Alcaide, que cantó y compuso esta saeta, que comenzaba
en toná con estos versos:
Que no puede con la
Cruz ,
ayúdale con la cruz,
que no puede con la cruz,
mira que vine cansado
el Cristo de la
Salud.
Para acabar con martinete,- aunque ,a veces, lo ha hecho con el palo
de seguirilla popular corrida-:
Ayúdale costalero,
llévalo con devoción,
que el Cristo de la
Salud ,
te concede el perdón.
Del primero de nuestros hemanos cantaores de saetas destacamos Pepe
Vega, pesona impregnada de un lirismo y de un meloso y sabio acento popular, de
quien conservamos y hemos escuchado saetas que recogen el momento del
entronamiento en la placeta:
En la iglesia de San Juan
ya preparan los maderos
para subir a su trono
a ese bendito lucero.
Del mismo, hemos recogido el momento de su paso por las calles
alcalaínas en dos versiones:
El Cristo de la Salud
ya baja la calle abajo
salid,todos,a ayudarle
y acompañarle a su paso.
o en la calle
Veracruz, auténtico rincón poético con sus faroles mortecinos que convierte
hasta al más rudo hombre en juglar:
Por la calle Veracruz,
baja sufriendo su pena
a encontrarse con su Madre
y María Magdalena.
Cuando se encuentra con la
Virgen de las Angustias, Juan Vega, que tambien se ha
prodigado en estos años y destaca por su torrente de voz y fuerza cantaora, le
tiende un pañuelo de compasión con este dardo lírico:
y, aunque sea por detrás,
y, cuando te veo la cara,
me das ganas de llorar.
Éste mismo recogió una tradición que se mantuvo durante muchos años,
con esta saeta, referida a los claveles que se traían de Almería, donados por
el hermano Antonio:
De claveles de Almería
están llenando la cruz
los hermanos que te quieren
del Cristo de la
Salud.
En la calle del Rosario se suelen
escuchar algunas saetas en la despedida
de la Virgen
de las Angustias o, solitariamente, en forma de oración:
Ya te suben,ya te bajan,
por la calle del Rosario,
!Ay, Cristo de la
Salud !
qué duro es ya tu calvario.
No es extraño que, en el acto de su instalación en el dosel, se
escuche alguna saeta de estos hermanos:
Ay, Cristo de la
Salud ,
consuelo de los hermanos,
que moriste por nosotros,
clavado de pies y manos.
que suele acabar
con un estrambote final ante el silencio de los callados hermanos que escuchan
esta profunda invocación:
Silencio, callad, silencio:
que se ha oído un quejío,
y en una cruz yace muerto
el mejor de los nacíos.
El cuerpo de Cristo ha servido para que se le cante, a veces, poemas
que respodían más a las antiguas saetas que se frecuentaban en las reuniones
del Ecce-Homo:
Lleva la caña por cetro
y de espinas la corona.
Nadie te tiene respeto,
siendo la única persona,
que resucita a los muertos.
O esta otra que se expresa en la misma línea que la anterior:
Por los clavos prisioneras
llevas las manos heridas.
Llevas los pies traspasados
y una corona de espinas.
Que enciendan ya los faroles,
que enciendan con mucha luz,
que va a pasar por la calle
el Cristo de la
Salud.
Es frecuente la saeta que recoge estructuras parecidas
a las que se
cantan al Nazareno, como esta de Juan Vega:
¿ qué es aquello que reluce
que brilla y con tanta luz?
Es un trono, cuajado de flores,
y el Cristo de la
Salud.
Con amor y afecto, también se dedican saetas a otros integrantes del
paso del Cristo como son los costaleros, y así la canta Pepe Vega:
Mecedle el paso,
Mecedle el paso,
costaleros,
al Cristo de la Salud ,
que por causa de nosotros
tuvo su muerte en la
Cruz.
No es de extrañar que un saetero, como Pepe, resuma así su vivencia
semanasantera:
Estos son mis recuerdos,
estas son mis vivencias,
entre roncos y viejos timbales
con el brillo de potencias.
Esperando a Jesús
y cantándole saetas.
La última quería, Señor,
que fuera la más señera:
Los clavos que dispusieron
para clavarte, Señor,
sin punta lo escogieron
para más martirizarte,
golpes y golpes te dieron.
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