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viernes, 6 de marzo de 2015

EN ALCALÁ INFORMACIÓN EL MAESTRO MAYOR DE OBRAS PEDRO MONTE ISLA

                                                     PEDRO MONTE DE LA ISLA
Casa del Corregidor Lorca. Esquinazo en el que simpoblizan a Helios y Cratos.

Si, a las primeras de cambio, nombran a Pedro Monte de la isla, cualquier alcalaíno se queda  completamente  sorprendido e. incluso, pasa de largo por la biografía  de este personaje. Además, en otros momentos debió llamarse Pedro de Aranda y de Alcalá, cosa que hasta cierto punto era lógica cuando no estaba regularizada la denominación de los apellidos de las personas. Pero, muchos historiadores alcalaínos y algunos críticos de Arte reconocieron hace tiempo la valía a este artista comentando y resaltando  su  contribución al Renacimiento en el reino de Murcia.
Sin embargo, no debe pasar por  baladí que su formación tuviera lugar en tierras de la Abadía, donde dejó su huella en Priego de Córdoba y en la fortaleza de la Mota ( hay datos documentales  de su actuación de la conexión del  edificio de la Casas de Cabildo del recinto fortificado con la capilla del Deán),  pero, donde su impronta artística no quedó desapercibida, fue por tierras de Murcia. Pues fue nombrado maestro mayor  de la Diócesis  y de la Catedral de Murcia, incluso de la  misma ciudad, donde quedan todavía algunos  testigos de su mano artística. El claustro del convento de las Mercedarias y el Palacio del Contraste  son dos muestras de su visión arquitectónica en la capital murciana, sin olvidar su aportación al mundo del retablo, junto con l granadino Juan Sánchez,  que por el mismo tiempo acudieron a la región de la Huerta para realizar muchas obras de ornamentación en  templos y palacios. Y no sólo destaca su presencia, sino la alta cualidad de su obra como puede todavía palparse en la Casa del Corregidor de la ciudad de Lorca, donde a las grandes arcadas que conformaban el espacio de corredores o ampliaban la distribución de las plantas, se añadía la labor de ser un sobresaliente escultor a la hora e tallar escudos o elementos decorativos impregnados de la técnica renacentista.
Se sabe que su obra se extendió a otros puntos lejanos de España, y no era de extrañar que se reclamara como veedor de obras  de otros artistas para dar su parecer o su proyecto  como en la catedral de Guadix a finales del siglo XVI. Incluso su prestigio le condujo a proyectar  edficios  y , plazas o diseñar retablos, Y, aún más,  en las Islas Canarias aparece  como el contraista de unos canales de la ciudad de la Laguna en 1626.
Pedro Monte de la Isla no figura entre  los famosos alcalaínos ni se le nombra salvo en círculos  muy  determinados, no fue agraciado con la suerte de Martínez Montañés o, recientemente,  con la de Pablo de Rojas. Pero, fue un artista que abrió su chovinismo a las fronteras de otras tierras que le reconocieron sus valores artísticos y le r
Palacio Almutid o Contraste







Casa del Corregidor

ecompensaron con la contratación de sus obras y con el prestigio del reconocimiento de su labor de  altura.  Tal vez , en aquellos tiempos, los artistas eran unos artesanos más, encuadrados en sus diferentes   gremios y su estructura básica de maestros, oficiales y peones. Las personas importantes eran los mecenas  y las instituciones que patrocinaban las grandes catedrales, colegiatas y  templos, su huella quedaba impregnada par la posteridad  en el escudo  episcopal o nobiliario como firma de haber pagado el contrato histórico. No importaba  del artista  más que concluyera a la perfección y según las clausulas comprometidas  de las partes. Hoy, el mundo sigue igual, los artistas emigran y extienden la universalidad der su arte, entre ellos  algunos alcalaínos triunfan en otros lares. En muchos campos del ate, en empresas de renombre, y en la globalidad omnipresente. Pero al capital solo le importa mojarse con la huella de las ganancias financieras sin importarle el espíritu artístico. Son los escudos-que no de piedra-para  proyectar  fama efímera del mundo de las nuevas tecnologías

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